INTRODUCCIÓN
En la actualidad la situación mundial representa el avance de la denominada primera pandemia global de la historia. Inició en diciembre de 2019 en Wuhan (China), donde se documentaron los primeros casos de neumonías causadas por un nuevo coronavirus (SARS-CoV-2). Debido a la rápida diseminación y al alcance mundial, el 30 de enero del 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró un estado de emergencia de salud internacional por este brote y el 11 de marzo de 2020, la COVID-19, enfermedad causada por el SARS-CoV-2, fue considerada como una pandemia.1
Al respecto, Cuba comenzó a implementar un protocolo de actuación de alcance nacional que contribuye a su prevención, control, atención a los pacientes y a la protección tanto de los trabajadores de la salud como de la población. Se tomaron como referencia las mejores evidencias científicas existentes, donde destaca en la atención primaria, el papel de la pesquisa activa, elemento de vanguardia en la prevención de la COVID-19.2
Debido a la alta contagiosidad del virus, al número cada vez mayor de casos confirmados y según la experiencia de epidemias y pandemias pasadas, se conoce que los pacientes y el personal de salud implicado en su cuidado pueden padecer situaciones de miedo, soledad, tristeza, ansiedad, depresión, estrés y trastornos de estrés postraumático.3
El bienestar psicológico del personal de la salud ha sido estudiado y se han encontrado estas manifestaciones en algunos casos, como factor protector y, en otros, como condición predisponente para desencadenar problemas psiquiátricos.4
Ante la compleja situación de salud a escala mundial, los estudiantes de Medicina de Estados Unidos y España mostraron su predisposición de apoyo al personal médico.5
Los estudiantes cubanos dieron el paso al frente para combatir esta pandemia. En este país, más de 28 000 estudiantes realizan pesquisa activa por todo el territorio nacional, a fin de detectar de manera precoz los posibles portadores del SARS-CoV-2,5) pues en su formación se incluyen no solo la adquisición de conocimientos científicos-académicos sino también la formación de valores éticos.
No obstante, son más propensos a desarrollar ansiedad, depresión, estrés postraumático y síndrome de Burnout, lo cual repercute sobre su salud y la de su familia.4,5
Debido a que el enfrentamiento a la COVID-19 impone importantes retos para los profesionales de la salud y el estudiantado en lo referente a los cuidados de la salud de la población, lo cual provoca carga emocional en dichos estudiantes y gran impacto psicológico en la población y el personal de salud, se decidió realizar esta investigación para determinar las alteraciones psicológicas en estudiantes de Medicina.
MÉTODOS
Se realizó un estudio cuantitativo, observacional, descriptivo y transversal, con vistas a determinar las alteraciones psicológicas en los estudiantes de Medicina, pertenecientes a la sede municipal de Ciencias Médicas del municipio de San Cristóbal, provincia de Artemisa, quienes realizaban la pesquisa activa de la COVID-19, en mayo del 2020.
El universo estuvo constituido por 67 estudiantes de Medicina, de los cuales fueron seleccionados mediante un muestreo aleatorio los que ofrecieron su consentimiento informado en participar, y aceptaron se les aplicaran las pruebas psicológicas (n=59).
Las características psicológicas constituyeron las variables de estudio: vulnerabilidad al estrés, depresión, ansiedad, idea suicida, nivel de funcionamiento psicológico y tipos de afrontamiento.
Para evaluar las características psicológicas se aplicaron las siguientes pruebas:
- Test de vulnerabilidad al estrés: permite valorar el grado de vulnerabilidad al estrés o estrés establecido, e identificar los aspectos vinculados con el estilo de vida del individuo y con el apoyo social, que pueden incidir en su vulnerabilidad.
- Inventario de depresión de BECK (BDI): se realiza una evaluación objetiva de las manifestaciones de la depresión y el nivel de profundidad e intensidad de esta. Además, permite identificar la naturaleza de los síntomas depresivos más importantes del paciente.
- Inventario de ansiedad de Beck (BAI): permite valorar la severidad de los síntomas de ansiedad y discriminar de manera fiable entre ansiedad y depresión. Describe síntomas de ansiedad relacionados con las manifestaciones físicas de esta, según criterios diagnósticos de la 5ta edición del Manual de diagnóstico y estadística para desórdenes mentales (DSM, por sus siglas en inglés).
- Escala de ideación suicida de Beck (SSI): permite identificar la idea suicida en ausente o presente.
- Test de personalidad de Eysenck (EPY): permite evaluar la personalidad y factores que la componen, nivel de funcionamiento psicológico y elementos temperamentales.
El procesamiento de los datos se realizó con el programa SPSS versión 17.0 y los resultados se ofrecieron en frecuencia absoluta relativa porcentual, como medida de resumen.
Para el análisis de significación estadística se aplicó la prueba de Wilcoxon, con el empleo del programa SPSS 17.0, donde p= 0,0001, inferior al nivel de significación de 0,05.
Para la realización del estudio se solicitó la aprobación del Comité de Ética Médica del Policlínico Camilo Cienfuegos, según los principios éticos establecidos en la Declaración de Helsinki. Además del consentimiento informado escrito a cada estudiante, previo a la realización del estudio.
RESULTADOS
Se observó predominio de la no vulnerabilidad al estrés en el 83 % de los sujetos, y solo el 5 % fueron extremadamente vulnerables. El 12 % clasificaron como moderadamente vulnerables
La ansiedad evaluada mostró la presencia de ansiedad probable y establecida en 28,8 y 18,6 % de los estudiantes, respectivamente. El resto con más de la mitad de los sujetos (52,6 %) no manifestaron ansiedad.
Se halló una primacía de la depresión ausente o mínima en el 86,4 % de los estudiantes y de la depresión grave en el 3 % de ellos.
Todos los estudiantes tenían un nivel de funcionamiento neurótico; un 45,8 % presentó afrontamiento enfocado a la enfermedad y 54,2 % a la emoción.
La prueba de los rangos con signo Wilcoxon resultó significativa (p= 0,0001) inferior al nivel de significación de 0,05; lo cual demostró la existencia de una significación estadística a favor de la estrategia educativa y su efectividad. (Tabla 1)
DISCUSIÓN
La COVID-19, como otras enfermedades, constituye un suceso vital y de gran significación que provoca un fuerte impacto emocional y amplia repercusión social en quienes están expuestos y la padecen.3,4
En relación con esta enfermedad, son muchas las cualidades psicodinámicas que influyen, ya sean afectivas, experiencias traumáticas, depresión, estados emocionales y otras variables estructurales, tales como temperamento, carácter y rasgos de la personalidad.
La pesquisa activa es primordial para enfrentar la COVID-19. Cuba es uno de los pocos países donde esta se realiza desde la atención primaria de salud, lo cual ha contribuido a controlar y reducir las catástrofes de los eventos epidemiológicos que afectan al mundo.6
Como ya se ha señalado, los estudiantes universitarios de las ciencias médicas han dado el paso al frente para apoyar la lucha contra la COVID-19. Desde la prevención directa en la población y mediante la pesquisa activa han contribuido al control de dicha enfermedad, pero no se ha tenido en cuenta el impacto psicológico que esta tarea puede haber provocado en ellos.
A pesar de que no hay muchas investigaciones sobre los estudiantes de medicina específicamente, sí se han realizado otras sobre el personal médico que está expuesto a condiciones similares durante esta pandemia.
Huang et al,7 estudiaron la salud mental de 230 personas de los equipos médicos que se encontraban en la atención directa a los pacientes sospechosos o confirmados de SARS-CoV-2. Los investigadores hallaron una incidencia de la ansiedad en 23,1 % y de trastornos por estrés en 27,4 %, cifras que no coinciden completamente con este estudio donde no predominaron los trastornos de estrés, pero sí existió similitud en los altos niveles ansiedad encontrados en ambas investigaciones.
Respecto al estrés como causa relativa, se habla del efecto supresor sobre el sistema inmunológico, lo que puede influir en el agravamiento de la enfermedad.8
Cao et al,9) en su estudio realizado a 7 143 estudiantes durante la fase inicial de la pandemia, encontraron en 0,9 % síntomas ansiosos graves; 2,7 %, moderado y 21,3 % leves. Por su parte, Lai et al, (10 estudiaron 1 257 profesionales de la salud e informaron la presencia de síntomas depresivos, ansiosos y reacción al estrés en 50,4; 44,6 y 71,5 %, respectivamente.
Estos estudios coinciden, pues todos mostraron niveles elevados de ansiedad en cada una de las muestras, pero difieren de esta investigación en cuanto a la reacción al estrés y la depresión que tuvo una incidencia no significativa, a pesar de que su lugar de trabajo estuvo afectado por la COVID-19.
Los trastornos psicopatológicos más comunes en la población, son la ansiedad y la depresión, el proceso de esta enfermedad está acompañado de miedos, angustias y dudas.
En tal sentido, Arias et al11 hallaron un alto grado de estrés en 66,5 % de la población estudiada, así como niveles medios y altos de depresión en 50,4 %; mientras que Wang y Zhao,12) en su evaluación sobre el impacto psicológico en estudiantes universitarios, encontraron en 557 de ellos (14,6 %) ansiedad severa.
La muestra estudiada por los autores, al ser un personal joven que dio su disposición voluntaria para enfrentar la COVID-19, tuvo menor impacto en lo referente al estrés y la depresión, lo que difiere de los estudios antes citados.
El brote de la COVID-19 tuvo menos impacto psicológico en lo que respecta a estrés y depresión, al menos, en comparación con el personal médico y la población en general, lo que pudiera justificarse por la mayor preparación de los estudiantes sobre el tema.
Los autores opinan que la evaluación del daño o la amenaza de los agentes estresantes identificados, en muchas ocasiones considerados como desbordantes de los propios recursos de la persona para enfrentar situaciones excepcionales, aumenta la vulnerabilidad al estrés y pone en riesgo la salud personal.
Ahora bien, la ausencia de ideación suicida coincide con lo informado por Arias et al,11) quienes refieren que en 98,47 % de su población estuvo ausente la idea suicida.
El predominio del estilo de afrontamiento centrado en la emoción se asocia generalmente, no aguda como la COVID-19, lo cual puede sugerir que sea una causa de alteraciones psicológicas;8) sin embargo, los autores consideran que las asociaciones positivas detectadas entre el afrontamiento centrado en la emoción y el funcionamiento neurótico permiten plantear que, de orientar a los pacientes a reducir el malestar emocional, disminuirían los niveles de los estresores.
CONCLUSIONES
Se concluyó que la mayoría de los estudiantes de la carrera de Medicina que realizaban la pesquisa activa de la COVID-19, no presentaron alteraciones psicológicas ni idea suicida. Solo un pequeño porcentaje mostró ansiedad, depresión y vulnerabilidad ante el estrés, además, el afrontamiento centrado en la emoción predominante y el funcionamiento neurótico favorecieron el control de las emociones negativas.