Introducción
Los activistas voluntarios deportivos lideran el movimiento en el ámbito deportivo que existe en el barrio, constituyen ejemplo a seguir por los pobladores de una región determinada. Están organizados por Consejos Voluntarios Deportivos (CDV) en todas las comunidades, fábricas, centros de trabajos, circunscripciones, cooperativas, unidades de las FAR y el MININT del territorio nacional, donde se materializa un movimiento masivo del deporte para todos (Chapman, 2015).
En el municipio Ciego de Ávila, al igual que el resto del país, debido a la carencia de activistas de la Cultura Física, se dificulta dar respuestas a la creciente masividad y aplicando el principio revolucionario de buscar la solución a las dificultades a través de la gestión de las masas, se inició el trabajo de constitución y funcionamiento de la fuerza que históricamente ha demostrado ser baluarte del deporte: El movimiento de activistas, por las características del mismo y la gran tradición que cuenta, la masividad y la historia, este movimiento cobra significativa importancia (Mastrascusa, 1975).
La actividad profesional del activista voluntario deportivo, se encamina a satisfacer las necesidades sociales de la práctica de actividad física y deporte, contribuyen a fomentar estilos de vida saludable en la comunidad, la elevación de estilos de vida, la salud, la recreación, y la exaltación de los más altos valores humanos. (Piñeiro, 2009)
Por ello se requiere de una adecuada formación didáctica del activista de la Cultura Física, y profundizar en la integración de los elementos teórico - metodológicos en este contexto de actuación, que desde su diversidad, demanda una dinámica coherente para su formación, en este sentido no se ha logrado sistematizar suficientemente cómo enseñar su contenido a los futuros activistas de la Cultura Física, repercutiendo en el desarrollo del proceso de formación.
Desde diversas posiciones teóricas, sobre este tema se han referido diferentes autores en sus investigaciones, (Martínez, 2012; Silva, 2011, entre otros, los cuales abordan la participación de los promotores ambientales comunitarios en la organización de actividades físicas deportivas, programas, proyectos de capacitación, caracterización epistemológica del proceso de formación didáctica del activista de la Cultura Física comunitario a partir de insuficiencias en el desempeño en relación con la diversidad de contextos de actuación, pero aún existen limitaciones en la formación del activista de la Cultura Física en la atención al adulto mayor de la comunidad.
La educación ha evidenciado su importancia en el desarrollo histórico de la sociedad, transmisora de la cultura que le ha antecedido en cada época o sistema social en particular. En ella el docente ha sido uno de los protagonistas principales en los procesos de desarrollo y transformación. Sin embargo, la formación docente no siempre ha recibido atención especial. Los estudios realizados abordan desde diversos paradigmas, pero existen insuficiencias en el tratamiento al docente como sujeto activo del aprendizaje tanto desde la perspectiva de la formación inicial como permanente.
La formación permanente, ha sido tratada por diversos autores (Freire, 2010; Martín, 2015; Delgado, 2013; entre otros), que destacan la necesidad de cambiar el enfoque en que se realiza y comprende dicha formación. Al respecto se señala el papel protagónico y transformador de la realidad social que tiene el docente como educador.
Desde esta perspectiva la autora aborda la formación permanente del activista de la Cultura Física como sujeto activo de aprendizaje con significatividad para la transformación y desarrollo personal y social. La propuesta que se presenta forma parte de un proyecto de investigación que abarca la formación de la Cultura Física orientada al aprendizaje significativo y desarrollador; desde la perspectiva del enfoque histórico cultural.
Desarrollo
En la formación del activista de la Cultura Física, que se corresponda con los intereses y demandas del entorno socioeconómico y sobre todo, atemperado a las posibilidades reales en este campo, puede estar algo más que una posible alternativa para llevar a cabo a la preparación de un especialista, tiene ante sí, el enorme desafío que supone enfrentar la compleja dinámica social actual (Silva, 2011).
La educación ha sido un factor determinante en los procesos de desarrollo de la sociedad y la humanidad a lo largo de la historia. El papel determinante de la educación en la sociedad y la dinámica de interrelaciones que en ella acontecen no se limitan a lo educativo, sino que tienen implicaciones en la concepción del deber ser, la percepción y resolución de problemas de la sociedad que trascienden el inmediato presente. Estas interrelaciones abarcan a la persona en particular y sus aportes a la construcción de la sociedad, dan lugar a nuevas prácticas, nuevas cosmovisiones, modos específicos de afrontar los retos que le van imponiendo los cambios emergentes de su contexto, su historia y cultura desde la interacción con sus congéneres, dadas sus potencialidades como sujeto particular y social.
Al respecto, Alvarado (2013, p. 99), alude que " la educación como proceso, desde las prácticas pedagógicas toma sentido la identidad, se reflexiona sobre la cultura con fundamentos éticos y políticos que son aprendidos y desarrollados y contribuyen a resolver problemas educativos y sociales.
El proceso educativo configura la cultura, sintetiza las exigencias sociales y laborales, los cambios del desarrollo tecnológico, la sociedad a la que responde y el tipo de educación que ella traza como política. En este proceso, la función del activista de la cultura física no se reduce a reproducir la cultura y sus componentes, sino que implica procesos de asimilación, construcción, reconstrucción y mejora de la actividad, fruto de las interacciones de las personas, la sociedad y la historia.
La sociedad y su desarrollo, incluyendo los avances científicos tecnológicos hasta la actualidad, han planteado retos a la pedagogía. El análisis de la problemática es abarcado por varios autores que puntualizan que la nueva era está marcada por el conocimiento, la globalización y los cambios radicales (Freire, 2010; Núñez, 2011).
Ello exige cambio en la formación del activista de la Cultura Física a fin de que se implemente la educación que requiere el mundo contemporáneo y la cultura humana, se considera además el papel del activista en la sociedad como agente transformador.
Un estudio pedagógico de documentos oficiales de organismos políticos internacionales y académicos sobre el vínculo formación y sociedad, aunque referido a la educación superior, analiza el papel que desempeña la formación para el desarrollo socio económico desde una visión reducida de sociedad, enmarcada en poderosas empresas e intereses del mundo desarrollado, en detrimento de países de menor desarrollo; y una visión más amplia que reconoce el valor de la educación para la construcción y progreso de la sociedad, basada en el desarrollo humano y la inclusión social (Ortiz, 2016).
El activista de la Cultura Física como sujeto de la educación es un actor principal para la sociedad, transmisor de la cultura que le ha antecedido y propiciador del aprendizaje mediante el proceso educativo, el que, a decir de Vigotsky, debe ser "planificado, organizado y anticipado del desarrollo de los sujetos". Vigotsky citado por Martínez (2002). Es decir, se requiere del proceso de formación del activista.
En la profundización del estudio realizado diversos autores refieren la formación del activista de la Cultura Física inicial y continua o permanente, atendiendo a su rol de educadores (Alvarado, 2013; Pérez, 2010; Castro, 2010; UNESCO, 2014; Nieva & Martínez 2015; Nieva & Martínez, 2016), sin embargo se infiere que la formación del activista de la cultura física no debe ser accidental y espontánea, tampoco se circunscribe a los que se inician como educadores; ella es fundamental para todos los actores educativos que participan de los procesos de desarrollo de la cultura, del tipo de ser humano y sociedad inclusiva que se quiere perpetuar
El papel fundamental que ocupan los del activista de la Cultura Física en la educación y en el desarrollo socio económico y cultural, conduce a las interrogantes: ¿cómo debe ser la formación del activista de la Cultura Física?, ¿cómo incorporar a los procesos?, ¿cuál debe ser el contenido?, ¿cuáles son los procedimientos para que el activista de la Cultura Física se convierta en un sujeto activo de aprendizaje y de desarrollo? Las respuestas que han de surgir deben, orientar sobre cómo la formación del activista de la Cultura Física se debe ocupar del tipo de sociedad que se quiere y su determinación en los seres humanos.
Un enfoque obliga a reflexionar sobre el concepto formación, el análisis teórico sobre esta categoría. Ortiz, (2016) destaca que ha sido tratada desde una perspectiva externa como proceso educativo con fines determinados que produce un resultado, sin que se distinga el papel activo y protagónico de los sujetos de formación, desde su perspectiva interna.
Ante este análisis es evidente que se requiere una visión más integral al tener en cuenta tanto lo interno como lo externo del sujeto y la relación que se establece con su entorno, su cultura y con los otros, como parte de la historia de su desarrollo y su proyección social.
Asimismo hay que abordar el concepto de formación del activista de la Cultura Física que tiene una particularidad especial, en cuanto al rol que desempeña en la sociedad y la cultura; se pueden identificar por lo menos cuatro enfoques, según Delgado (2013):
Paradigma conductista: la formación se concibe como entrenamiento y repetición.
Paradigma tradicional de oficio: considera al profesor como una persona que domina la técnica y el arte. Puede desempeñarse sin ningún entrenamiento previo.
Paradigma personalista o humanista: hace énfasis en la cualidad del docente como persona, implica el auto concepto, diálogo y comunicación entre sujetos.
Paradigma indagador, reflexivo o crítico: la formación se realiza desde una perspectiva de investigación y reflexión sobre su práctica. Formar al profesor con capacidades reflexivas, sistema de resolución de problemas para examinar conflictos y tomar decisiones adecuadas.
Se aprecia que los primeros paradigmas son reduccionistas e instrumentales que no reconocen la formación del activista de la Cultura Física como proceso complejo.
El paradigma humanista aporta una visión de formación que considera lo interno del sujeto e interacciones sociales. El paradigma crítico aporta la perspectiva del sujeto como transformador de realidades.
De igual forma, existen varias acepciones del concepto de formación del activista de la cultura física. Se retoma a Gorodokin (2012), que concibe "la formación docente como proceso donde se articula enseñanza y aprendizaje". Pérez (2010), hace énfasis en "la unión íntima entre teoría y práctica, en reescribir y reestructurar la cotidianidad del sujeto y sus interacciones, retroalimentación y transformación personal", la formación del activista de la cultura física debe aportar a la sociedad "ser espacio de creación, participación y cooperación". (Martín, 2015)
El aprendizaje se construye en una dinámica de interacción de sujetos, generación y transformación de cultura. Al estar consciente del papel fundamental que cumplen los docentes en la sociedad, su formación debe revisarse desde el interior de la actividad de aprendizaje y los ámbitos sociales externos a ella.
Se requiere tanto de las prácticas pedagógicas, como de los ámbitos, situación social, histórica y cultural en los que las personas desarrollan sus vidas con otros y la naturaleza, aspectos reconocidos desde la posición vigotskiana que concibe el papel activo de los sujetos del aprendizaje. Encontrar la sinergia entre estos elementos es una tarea impostergable, porque las problemáticas emergentes no pueden ser ajenas a la educación y la sociedad.
Esto implica que en la formación del activista de la Cultura Física está presente ese accionar para que sea incorporado a su quehacer, se estructure sistemáticamente, le posibilite construir y concretar el proyecto de vida con pertinencia de los saberes pedagógicos y el desarrollo de sus potencialidades personales, sociales y educativas como multiplicador y transformador de sí, de la sociedad y la cultura. Sin embargo, esta perspectiva no se evidencia en los contextos educativos y formativos del activista de la cultura física.
El activista de la Cultura Física como sujeto del proceso formativo determina y expresa en el acto educativo sus particularidades como ser social. Mediante la relación e intercambio con sus estudiantes propicia el desarrollo de éstos, su implicación en los problemas sociales y la participación en su transformación cultural. Se trata que la educación forme parte de la cultura, tanto educador como educando se implican en el proceso de su construcción y reconstrucción, en su perpetuidad y desarrollo.
La concepción vigotskiana apunta a un proceso de formación, educación y aprendizaje mediados por la interacción de los actores principales: estudiante y docente, quienes intercambian saberes, sentimientos, emociones, valores, actitudes y experiencias que son exigencias de la vida social, cultural y laboral; una vez adquiridos constituyen recursos esenciales para asumir las demandas y retos de la sociedad, expresan desarrollo, crecimiento personal y una inserción más plena a la sociedad.
La intervención que hace el activista de la Cultura Física en sus adultos mayores es dialéctica, en ella no sólo se orientan procesos educativos, sino que en la interacción de ambos actores se retroalimenta el proceso de enseñanza-aprendizaje, se recrean los saberes, se reconstruye la historia de los sujetos en particular y de la sociedad en general.
Se considera importante asumir la formación del activista de la Cultura Física como un proceso, en el cual se reconoce el papel activo del activista desde sus potencialidades como sujeto de aprendizaje con carácter autotransformador y transformador de la sociedad, su historia, desarrollo y cultura, de la cual es portador.
Todo lo abordado exige un nuevo enfoque de concepto de formación del activista de la Cultura Física docente, que incorpora los componentes enunciados con visión integradora, que la autora lo define como:
Proceso de aprendizaje pedagógico desde las potencialidades de los sujetos implicados, sistemático, investigativo y dialógico, de configuración y auto transformación del activista, que abarca componentes educativos, el vínculo cognición - afecto, orientado al aprendizaje significativo y desarrollador que responde a las necesidades de desarrollo personal de sí y de sus adultos mayores, donde la cultura, la comunicación e interacción social son mediadores esenciales; se organiza desde la intencionalidad e interdisciplinariedad en función del cambio y la transformación de la sociedad.
El análisis de los referentes generales lleva a cambiar un enfoque sobre el activista de la Cultura Física y su preparación permanente para desempeñar un rol en el cual confluyen diversos factores sociales, con los que adquiere una responsabilidad personal con su propio desarrollo, con los que educa y forma, desde y con la sociedad.
Conclusiones
La actividad profesional del activista de la Cultura Física, se encamina a satisfacer las necesidades sociales de la práctica de actividad física y deporte en la comunidad, la elevación de estilos de vida, la salud, la recreación, y la exaltación de los más altos valores humanos, todo lo cual demanda un desempeño pertinente.
Para lograr este desempeño es necesario la formación permanente del activista de la Cultura Física, con un enfoque que priorice a este profesional como agente activo de su aprendizaje, desde las potencialidades de su desarrollo, con carácter autotransformador y transformador de la realidad social, con énfasis en los componentes y contenidos esenciales desde los histórico y cultural, que propicia un aprendizaje significativo y desarrollador.