INTRODUCCIÓN
El quiste nasoalveolar (QNA), conocido también como nasolabial o de Klestadt, es una lesión extraósea benigna de crecimiento lento, que se observa de modo general en la región del ala nasal.1 Descrito por primera vez por Emil Zuckerkandl en 1882, se considera como un quiste del desarrollo, epitelial y no odontogénico. Según Bijou y otros,2 su prevalencia se estima que ocurre en 1,6 por 100 000 personas al año; la mayoría de los casos ocurre entre los 40 y 50 años de edad y la relación hombre/mujer es de 1:3,6.
Un considerable número de investigadores como Torrecilla-Venegas y otros,3 describen al QNA como un quiste de tejido blando, localizado en la apófisis alveolar cercana a la base del ala nasal, lateral al frenillo labial superior. Por lo general, se presenta como una tumefacción indolora, fluctuante y desplazable que eleva el ala nasal del lado donde se localiza la lesión. Produce asimetría facial, afecta la estética y puede conducir a alteraciones psicológicas.
Dada la imposibilidad del diagnóstico por medio de radiografías convencionales, se hace necesario la inyección de líquido de contraste para su idenficación, o el uso de tomografía axial computarizada y resognancia magnética. El tratamiento es quirúrgico y consiste en la extirpación completa de la lesión, el abordaje sublabial es el más utilizado. La recurrencia es muy rara.4
Son escasos los reportes en la literatura científica sobre la incidencia y prevalencia de QNA en Cuba. Solo se tiene referencia de un estudio realizado por Quintana y otros,5 en 2012, en la provincia Artemisa. Debido a la rareza y presentación atípica de dicha entidad clínica, se presenta un paciente con QNA de localización unilateral derecha.
CASO CLÍNICO
Paciente masculino, de 30 años de edad, de color de piel negra, procedencia rural y con antecedentes de salud. Acudió a la consulta de Cirugía Máxilo Facial del Hospital Militar “Dr. Joaquín Castillo Duany”, Santiago de Cuba, con la preocupación de un aumento de volumen en ala nasal derecha, que en ocasiones le producía obstrucción nasal y dificultades al respirar.
El examen clínico extraoral reveló asimetría facial, con elevación de la base del ala nasal derecha. Se constató aumento de volumen de consistencia duroelástica e indoloro a la palpación. La rinoscopia anterior permitió identificar una masa fluctuante, lisa, submucosa, de 2 cm de diámetro, que obstruía la fosa nasal derecha.
El examen intraoral mostró tumefacción del surco gingivolabial superior, compatible con los hallazgos del examen clínico extraoral.
Exámenes complementarios:
Hematológicos: hemoblobina 135 g/L; conteo leucocitario 6 x 109 c/L; conteo de plaquetas 285 x 109 u/L; serología no reactiva; VIH negativo.
Imagenológicos: la tomografía axial computarizada mostró masa tumoral redondeada, bien definida y con densidad de tejido blando en la región del ala nasal derecha, de dimensiones 1,9 x 2,3 x 1,8 cm. Se corroboró el diagnóstico presuntivo de quiste nasoalveolar unilateral derecho.
A partir de los datos obtenidos durante el examen físico y los complementarios, se decidió realizar exéresis quirúrgica de la lesión, bajo anestesia local (Fig. 1; Fig. 2 y Fig. 3).
Histopatológico: quiste revestido por epitelio cilíndrico ciliado pseudoestratificado, con células caliciformes mucinosas intercaladas; pared compuesta de tejido fibrocolágeno y pocos vasos sanguíneos, de paredes delgadas. Se confirmó el diagnóstico de quiste nasoalveolar unilateral derecho.
COMENTARIOS
El QNA, según Almutairi y otros,6 representa aproximadamente el 0,7 % de todos los casos de quistes maxilofaciales y solo el 2,5 % de los quistes no odontogénicos. El 90 % se presenta de modo unilateral, como coincidió con el caso reportado.
Una gran cantidad de literatura científica confirma que es más común en mujeres de raza negra, entre la cuarta y quinta décadas de la vida; sin embargo, el paciente asistido, de piel negra, era del sexo masculino y de 30 años.
Gonçalves y otros,7 reconocen que los QNA poseen una ubicación extraósea; surgen de restos epiteliales de la parte anterior del conducto nasolagrimal y varían en tamaño de 1 a 5 cm. En cuanto al crecimiento, alegan que puede ser posible en tres direcciones: pliegue nasolabial, vestíbulo de la cavidad bucal y vestíbulo nasal; esta última coincide con el caso presentado.
Los pacientes con QNA suelen estar de modo general asintomáticos; la mayoría tiene al menos uno de los tres síntomas claves: obstrucción nasal parcial o completa, aumento de volumen bien delimitado o dolor. Ahmed y otros,8) en un estudio retrospectivo realizado en Egipto entre 2019 y 2021, que incluyó 22 pacientes con QNA, encontraron tumefacción nasal y desfiguración cosmética en todos los casos, obstrucción nasal unilateral en el 81,8 % y dolor en el 27,3 %. En el reporte de caso, aparecieron todos los signos y síntomas mencionados excepto el dolor.
El diagnóstico diferencial del QNA, según Seok,9 debe realizarse con los quistes dermoides y epidermoides. El color de la mucosa de ambos es amarilla, a diferencia del QNA que presenta un tono rosado natural o teñido de azul. Los quistes epidermoides y dermoides suelen aparecer en la infancia, mientras que los QNA se observan con más frecuencia en el adulto.
Sin dudas, la modalidad de imagen de elección para la evaluación de los bordes de la lesión es la tomografía axial computarizada, la cual se considera esencial para la estimación preoperatoria de la extensión y limitación del QNA.6
Varias modalidades de tratamiento quirúrgico incluyen: escisión quirúrgica, inyección de agentes escleróticos, aspiración simple con cauterización y la marsupialización endoscópica. De todas ellas como plantean Kalluvalappil y otros,10 la escición quirúrgica completa se describe como el mejor tratamiento, pues permite el examen histológico y tiene baja tasa de recurrencia. Esta fue la aplicada al paciente del caso y no se presentó ningún tipo de complicación.