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Universidad de La Habana

versión On-line ISSN 0253-9276

UH  no.290 La Habana jul.-dic. 2020  Epub 01-Nov-2020

 

Artículo Original

Apego amoroso de jóvenes estudiantes universitarios de La Habana

Loving Attachment of Young University Students in Havana

0000-0002-0005-6632Adis Aymee López Bauta1  *  , 0000-0001-9407-6185Eniuska Hernández Cedeño1  , 0000-0002-1068-8086Gretter Anaudina Rey Rodríguez2 

1Departamento de Formación Básica, Facultad de Psicología, Universidad de La Habana, Cuba.

2Facultad de Psicología, Universidad de Sonora, México.

RESUMEN

Se realizó un estudio exploratorio-descriptivo, con diseño no experimental y metodología cuantitativa, cuyo objetivo fue caracterizar el apego a la pareja en jóvenes estudiantes universitarios. La muestra estuvo compuesta por 353 jóvenes de tres universidades de La Habana, Cuba. Se utilizó el cuestionario de relación y una versión de los modelos vinculares y se analizaron los resultados mediante el Statistical Packet for Social Sciencies (SPSS). Estos mostraron que la distribución porcentual del apego a la pareja quedó representada de forma descendente por los estilos: seguro, preocupado, temeroso y evitativo. La mayoría de los jóvenes del estudio poseen representaciones mentales positivas sobre sí mismos y sus parejas. Sus representaciones sobre el vínculo de pareja actual e ideal son de tipo interdependiente. La variable sexo se correlacionó significativamente con las representaciones mentales de los otros, con las necesidades de amor romántico y cuidado, y con el modelo vincular ideal.

Palabras-clave: apego; juventud; relaciones de pareja

ABSTRACT

An exploratory-descriptive study was carried out, with a non-experimental design and quantitative methodology, whose objective was to characterize the attachment to the couple in young university students. The sample was composed by 353 young people from three universities of Havana, Cuba. It was used the relationship questionnaire and a version of the linked models, and the results were analyzed through the Statistical Packet for Social Sciences (SPSS). They showed that the percentage distribution of attachment to the couple was represented in a descending way by the styles: sure, worried, fearful and avoidant. Most of the young people in the study had positive mental representations of themselves and their partners. Their representations of the current and ideal relationship are interdependent. The sex variable correlated significantly with the mental representations of others, with the needs for romantic love and care, and with the ideal bonding model.

Key words: attachment; youth; couple relationships

INTRODUCCIÓN

Las relaciones cercanas que establecen los seres humanos a lo largo de su vida son fundamentales para la satisfacción de múltiples necesidades y, en consecuencia, poseen un impacto en su posterior desarrollo psicológico. Las dinámicas a lo interno de estos vínculos afectivos han sido estudiadas por la ciencia psicológica desde hace varias décadas y se ha prestado mayor atención a aquellas relaciones más cercanas que suelen considerarse básicas, como las materno-filial, de amistad y amorosas.

La teoría de apego, aunque en sus orígenes tuvo como principal núcleo de interés las investigaciones sobre este vínculo afectivo en los primeros años de vida del niño, se ha ampliado y ha posibilitado la aparición de un nuevo modelo, desde el cual es posible explicar las relaciones amorosas en la edad adulta (Monteoliva, 2002).

Esta nueva línea de investigación surge en la década de los ochenta a partir de los estudios de Cindy Hazan y Phillip Shaver, quienes destacan que tanto el amor como el apego son vínculos afectivos duraderos caracterizados por complejas dinámicas emocionales (Feeney y Noller, 1996). La hipótesis de que el apego en la infancia y en la adultez son variantes de un mismo fenómeno parece tener pocas posibilidades de refutarse cuando se analizan las similitudes que comparten. En primer lugar, la búsqueda de proximidad con una persona que se considera no intercambiable por otra y con quien se desarrollan interacciones visuales, táctiles, sonoras que pueden considerarse exclusivas. En segundo lugar, esta persona se caracteriza por cierto grado de responsividad, disponibilidad y competencia ante las necesidades del otro, pues constituye base segura desde la cual se explora el entorno y las relaciones sociales. En tercer lugar, la separación de esta genera reacciones de ansiedad y estrés.

No obstante, pueden identificarse diferencias entre el apego infantil y el apego adulto que proveen un matiz particular a cada uno. En los primeros años de la infancia, los seres humanos restauran el sentimiento de seguridad perdido mediante la búsqueda de proximidad física con las personas que le cuidan. En la adultez, a no ser en circunstancias extremas, pueden recobrar la seguridad perdida con solo activar determinadas estrategias cognitivas y/o comportamentales que ya posee sobre la disponibilidad del otro y/o de su propia capacidad para movilizarle. Además, en la relación adulta es algo característico la simetría entre sus miembros, a diferencia de la asimetría que distingue a la relación parental-filial. Ello condiciona que la relación de pareja funcional o prototípica se distinga por la reciprocidad en los cuidados, pues cada uno de los miembros es proveedor y beneficiario en dependencia de la circunstancia, mientras que en el apego infantil suelen ser unidireccionales de la persona cuidadora al infante. En la pareja se involucra también un componente sexual que no es propio de la relación en la infancia (Feeney y Noller, 1996; Ortiz, Gómez y Apodaca, 2002; Melero, 2008; Guzmán y Contreras, 2012).

Como bien señala Monteoliva (2002), diferentes disciplinas de la psicología se han interesado en el estudio del apego adulto y en particular en el amoroso, lo que ha traído como consecuencia diversas conceptualizaciones del constructo. Las autoras de esta investigación, a partir del estudio de la teoría existente, entienden el apego a la pareja o el apego conyugal y/o amoroso como el vínculo emocional que se establece entre los miembros de la pareja que se caracteriza por el deseo de mantener la proximidad física, la visión del otro como fuente de seguridad, confianza y apoyo ante situaciones amenazantes o conflictivas. Este vínculo afectivo tiende a ser recíproco, lo que favorece la intimidad y el cuidado mutuo.

Esto significa que en el espacio vincular amoroso los sujetos pueden encontrar refugio emocional y/o una base segura para afrontar situaciones generadoras de vivencias displacenteras, sin que ello implique la dependencia de la pareja y/o la pérdida del espacio de desarrollo individual.

El apego amoroso está integrado por tres componentes básicos: uno cognitivo, las representaciones mentales de sí mismo, el otro y la relación de pareja; uno afectivo, las vivencias relacionadas a cada uno; y otro comportamental, las conductas de apego. Cada uno de estos componentes se organiza de forma particular en los sujetos y permite crear un patrón de apego o estilo de apego (Pinedo y Santelices, 2006) que se conforma a partir de las diferentes experiencias de apego, donde priman aquellas relaciones que se establecen en la infancia con los principales cuidadores. Puede entenderse el estilo de apego, según López y Ortiz (1999), como «un conjunto de características (tipo de representaciones, conductas y sentimientos) del sistema de apego que permanecen estables a lo largo del tiempo» (p. 57). Este patrón determina una manera de actuar, sentir y pensar en las posteriores relaciones (López, 2006).

A pesar de que a nivel internacional pueden encontrarse un significativo número de estudios que entienden las relaciones de pareja como un vínculo de apego (Hazan y Shaver, 1987; Feeney y Noller, 1990; Monteoliva, 2002; Melero, 2008; Portu, 2010; Serrano, 2013; Tamaki y Takahashi, 2013), en el contexto nacional son escasas. En la Facultad de Psicología, de la Universidad de la Habana, solo se registran cuatro investigaciones (Morera, 2007; López, 2015; Álvarez, Hernández y López, 2019; Hernández, López y Echavarría, 2019), que no poseen una muestra amplia de jóvenes o se desarrollan con otras metodologías.

En consecuencia, no se pudo constatar la existencia de antecedentes directos de investigaciones que profundicen en el apego a la pareja en jóvenes estudiantes universitarios desde una metodología cuantitativa. De ahí que la novedad científica del presente estudio radica en la exploración de este fenómeno desde una perspectiva que resalta la complejidad del fenómeno. Asimismo, los datos empíricos ofrecidos podrían favorecer el diseño de orientaciones dirigidas a los jóvenes en su preparación para la vida amorosa y de pareja.

Basándose en las ideas anteriormente planteadas, el trabajo se propone abordar el siguiente problema de investigación: ¿qué características presenta el apego a la pareja en un grupo de jóvenes estudiantes universitarios de La Habana?

Para otorgarle una explicación a este problema de investigación, se plantea como objetivo general: caracterizar el apego a la pareja en un grupo de jóvenes estudiantes universitarios de La Habana.

Para el abordaje del tema se consideró pertinente indagar en el estilo de apego amoroso de estos jóvenes, las representaciones mentales que poseen sobre sí mismos, el otro y la relación de pareja, así como las diferencias de sexo que se manifiestan en el grupo de estudio.

1. MÉTODOS

1.1. Hipótesis

Las hipótesis planteadas fueron:

  1. 1. El estilo de apego en las relaciones pareja de los estudiantes jóvenes universitarios de la muestra será predominantemente de tipo seguro.

  2. 2. La mayoría de los estudiantes del estudio mostrarán un modelo positivo de sí mismo y de los otros.

  3. 3. La mayoría de los estudiantes de la muestra poseerán representaciones mentales sobre la relación de pareja real e ideal de tipo interdependiente.

  4. 4. El estilo de apego inseguro evitativo será más frecuente en los hombres que en las mujeres.

  5. 5. El estilo de apego inseguro preocupado será más frecuente en las mujeres que en los hombres.

1.2. Diseño

El presente estudio se realizó con un diseño no experimental transeccional, exploratorio-descriptivo y una metodología cuantitativa, basado en mediciones de auto-informe de los sujetos estudiados.

1.3. Participantes

La muestra estuvo compuesta por 353 jóvenes estudiantes universitarios, participantes en una investigación más amplia sobre las relaciones de pareja en la juventud, diseñada por las autoras. Los centros de estudios de donde provenían correspondieron a tres universidades de La Habana y pertenecían a diferentes carreras (Ciencias Médicas, Ingeniería Informática, Ingeniería Industrial, Ingeniería Civil, Comunicación Social, Periodismo, Historia, Sociología, Artes, Letras, Derecho y Psicología).

Los estudiantes fueron seleccionados a través de un muestreo no probabilístico de conveniencia. Los criterios de inclusión en el estudio fueron: tener 18 años o más, ser estudiante de la modalidad de curso regular diurno en una universidad de la capital y encontrarse en una relación de pareja.

Del total de participantes, 193 eran mujeres (54,70 %) y 160 varones (45,30 %), con una edad promedio de 20,5 años y un rango de edades entre los 18 y 26 años. Respecto al color de la piel, el 72,30 % de los participantes era blanco; el 18,90 %, mestizo; y el 8,90 %, negro. Solo el 22,80 % (n = 80) de la muestra posee creencias religiosas, entre las que se destacan la Yoruba (47,30 %) y la Católica (23,00 %).

El estado civil predominante fue soltero (78,40 %), algunos se encontraban en unión consensual (18,90 %) y el resto casados o divorciados (1,10 % cada uno). En lo que respecta a la tenencia de descendencia, la mayoría de los participantes (98,10 %) no tenía hijos en el momento del estudio.

1.4. Instrumentos

Se aplicó un cuestionario de autoinforme en el que se incluyeron los siguientes instrumentos:

  • Cuestionario de datos sociodemográficos: formado por ítems que indagan el sexo, la edad, el color de la piel, el estado civil, municipio de residencia, las creencias religiosas, el nivel de escolaridad, la ocupación, el número de hijos y los ingresos personales mensuales aproximados.

  • Cuestionario de relación (Bartholomew y Horowitz, 1991): se adoptó la versión utilizada por Melero (2008). Este instrumento permite diagnosticar el estilo de apego de la persona a través de cuatro descripciones generales de formas de relación afectiva. En la primera parte, de elección forzada, la persona elige aquella descripción que más se acerca al modo en el que se maneja en sus relaciones de pareja. En la segunda parte, contesta en una escala tipo Likert de 7 puntos, el grado en que cada una de las cuatro descripciones se ajustan a su forma de relacionarse con sus parejas (desde «en absoluto parecido a mí», hasta «muy parecido a mí»). Este instrumento permite la obtención de un diagnóstico del estilo de apego categorial, pero también posibilita valorar a los sujetos en las dimensiones afectivas «concepto de uno mismo» y «concepto de los otros», y que se corresponden con las dimensiones «ansiedad» y «evitación», respectivamente.

  • Modelos vinculares (Sanz, 1998): técnica proyectiva que tiene el objetivo de indagar en el modelo vincular real e ideal de los sujetos investigados. En esta investigación se utiliza una variante: se le presentan a los sujetos tres modelos de relación de pareja, representados mediante una caracterización escrita de ellos, después tienen que escoger el modelo real que se manifiesta en su vínculo y el que consideran ideal (López, 2007).

1.5. Procedimientos

El cuestionario fue aplicado por un equipo de estudiantes de psicología debidamente capacitados para desarrollar esta tarea investigativa. Ellos se encargaron de acercarse a los jóvenes estudiantes de las tres universidades, sensibilizarlos y motivarlos a participar en el estudio que les presentaban con el siguiente objetivo: conocer de qué manera los jóvenes universitarios viven sus relaciones de pareja. Cada participante respondió de manera individual el cuestionario de auto-informe. A todos se les aseguró la confidencialidad de sus respuestas

1.5. Análisis de datos

Para el procesamiento de la información fue utilizado el Statistical Packet for Social Sciencies (SPSS, versión 18). En todas las variables se realizaron análisis descriptivos relativos a su distribución en la muestra evaluada. Para observar diferencias entre porcentajes de dos o más categorías se ha utilizado la prueba Chi cuadrado y tablas de contingencia. Para evaluar posibles correlaciones entre variables independientes, se utilizaron correlaciones bivariadas (análisis de Pearson).

2. PRINCIPALES RESULTADOS

2.1. Estilos de apego amoroso

Los resultados mostraron un mayor porcentaje de sujetos con un estilo de apego seguro (48,30 %; n = 166) frente a los distintos tipos de inseguridad afectiva. Dentro de los estilos inseguros, el mayor porcentaje corresponde al estilo preocupado (18,60 %; n = 64), seguido del temeroso (16,90 %; n = 58) y el estilo evitativo (16,30 %, n = 56).

Estos datos confirman la primera hipótesis: el estilo de apego que tienden a manifestar los jóvenes universitarios en sus relaciones de pareja es predominantemente de tipo seguro. Ello denota a jóvenes con mayor facilidad para la intimidad y el compromiso que, a la vez, son más cálidos y están dispuestos a ofrecer apoyo emocional y ayuda a su pareja. Estos comportamientos pueden repercutir en el bienestar de la relación y sus miembros.

Al comparar la distribución porcentual de los estilos de apego de la muestra con las obtenidas por Monteoliva (2002); Melero (2008), Sánchez (2011) y Valera (2013), se observan coincidencias, pues el estilo de apego seguro es el de mayor porcentaje en todos los casos. Sin embargo, solo en la investigación de Sánchez (2011), realizada en Salamanca, España, con una muestra en su mayoría de jóvenes, se observa una igual distribución porcentual de todos los estilos.

Cabe señalar también que los resultados obtenidos concuerdan con los de Melero (2008) y Varela (2013) en que el estilo de apego inseguro menos representado es el evitativo. Asimismo, son similares a los de Monteoliva (2002) en que el estilo de apego inseguro más representado es el preocupado.

2.2. Modelo de sí mismo y modelo de los otros en la relación de pareja

El cuestionario de relación (Bartholomew y Horowitz, 1991) permitió también obtener informaciones relevantes sobre las representaciones mentales que tienen los jóvenes del estudio sobre sí mismo y sobre los otros en la relación de pareja. Estos modelos se alcanzaron a través de operaciones de suma y resta con las puntuaciones dadas por ellos en la escala Likert.

Para obtener los modelos de sí mismos se sumaron las puntuaciones dadas por los sujetos en los estilos con un concepto positivo de sí mismos (seguro y evitativo), las cuales se restaron a la suma de las puntuaciones dadas en las descripciones de los estilos con un concepto negativo de sí mismo (preocupado y temeroso). Para conseguir la dimensión «modelo de los otros» se sumaron las puntuaciones dadas por los sujetos en las descripciones de estilos con un concepto positivo de los demás (seguro y preocupado); estas se restaron a la suma de las puntuaciones dadas a los estilos con concepto negativo de los demás (evitativo y temeroso) (Melero, 2008).

Cuando las puntuaciones obtenidas en cada uno de los modelos, respectivamente, son positivas, el modelo en cuestión es positivo, mientras que cuando la puntuación es negativa indica que el modelo es valorado negativamente (Moreno, 2010).

La puntuación media obtenida por los jóvenes del estudio en relación al modelo de sí mismo es de 2,04 (SD = 3.86), y un rango de puntuaciones que van desde -8 hasta +12. El histograma presentado a continuación (Figura 1) permite apreciar la distribución y la concentración relativa del número de casos dentro de cada uno de los intervalos, así como el predominio de las puntuaciones positivas en la valoración de sí mismo. También se aprecia la curva normal con asimetría negativa (-0,366, con error típico de asimetría de 0,140).

Figura 1. Histograma sobre el modelo de sí mismo. 

Con respecto al modelo de los otros, la puntuación media obtenida fue de 2 (SD = 3,74) y un rango de puntuaciones que van desde -9 hasta +11. En el siguiente histograma (Figura 2), se puede apreciar la concentración relativa del número de casos dentro de cada uno de los intervalos, así como el predominio de las valoraciones positivas en relación al modelo de los otros. En cuanto a la dispersión de la distribución, se aprecia la curva normal con una simetría negativa (-0,336, con error típico de asimetría de 0,140).

Figura 2 Histograma sobre el modelo de los otros.  

Se utilizó el coeficiente de correlación de Pearson para analizar si existe relación entre el modelo de sí mismo y el modelo de los otros. La correlación de Pearson entre las dos variables es de 0,072 (Sig. bilateral de 0,207 > 0,05), no significativa, lo que coincide con los planteamientos teóricos de Bartholomew y Horowitz (1991) y con los resultados de Moreno (2010). Ello indica que ambas dimensiones son independientes y que de su combinación se derivan los cuatro estilos de apego.

Al agrupar los datos por los intervalos que comprenden los modelos positivos y negativos, se detecta que el 76,70 % (n = 234) de los jóvenes del estudio posee un modelo positivo de sí mismo, en contraposición al 23,30 % (n = 71), cuyo modelo es negativo. Con respecto al concepto de los otros, un 76,10 % (n = 232) muestra un modelo positivo frente al 23,90 % (n = 73) que posee una representación negativa.

Los resultados indican que, en la muestra de jóvenes estudiantes universitarios, predominan los modelos positivos tanto de sí mismo como de los otros, lo que confirma la segunda hipótesis del estudio. Esto coincide con los planteamientos teóricos de Bartholomew y Shaver (1998) y los resultados de otros estudios (Melero, 2008; Moreno, 2010). El resultado concuerda con lo esperado, pues en la muestra predomina el estilo de apego seguro, que se caracteriza por la presencia de un modelo positivo de sí mismo y de los otros.

La existencia de modelos positivos sobre sí mismo en la pareja hace referencia a jóvenes que se perciben merecedores de amor, atención y ayuda y se comportan en estas relaciones menos dependientes y ansiosos, que aquellos que poseen un modelo negativo de sí mismo. Asimismo, el modelo positivo que poseen de los otros en el vínculo de pareja les permite establecer relaciones más cercanas, sustentadas en las expectativas de sensibilidad y disponibilidad de estos ante sus necesidades (Moreno, 2010; Guzmán y Contreras, 2012).

2.3. Representaciones mentales de la relación de pareja

Las representaciones mentales que poseen los jóvenes estudiantes universitarios de la muestra sobre su relación, se estudió a través de dos preguntas del cuestionario. Una interrogante, indagaba en las expectativas de estos sujetos respecto a las necesidades que debe satisfacer una relación de pareja y, la otra, exploraba sus percepciones sobre las formas de interacción que desarrollan en su relación actual y las deseadas en una relación ideal. En la primera pregunta, los jóvenes debían seleccionar entre varias alternativas, sin límite en la elección, aquellas que se correspondieran con su caso. La Tabla 1 muestra en orden descendente las necesidades que esperan satisfacer en la relación de pareja.

Tabla 1 Expectativas respecto a las necesidades que deben satisfacerse en una relación de pareja 

Según las alternativas más seleccionadas por los jóvenes, la mayoría espera satisfacer en una relación de pareja necesidades afectivas, de cuidado y de contacto físico-erótico. Estas características son propias de vínculos de apego en general, mientras que el amor romántico y el vínculo sexual son características que distinguen al apego amoroso (Feeney y Noller, 1996; Melero, 2008; Ortiz, Gómez, y Apodaca, 2002; Guzmán y Contreras, 2012).

La segunda pregunta, sobre las representaciones mentales que poseen de la relación de pareja, se corresponde con la técnica de los modelos vinculares (Sanz, 1998). En esta, los sujetos debían seleccionar, de las tres descripciones ofrecidas, la que se correspondiera con su relación amorosa actual y con la ideal.

El 72,40 % (n = 255) de los jóvenes de la muestra representa a su relación de pareja actual con el modelo vincular interdependiente; mientras que el resto con el modelo fusional dependiente (18,50 %, n = 65) o el independiente (9,10 %, n = 32). Asimismo, el modelo vincular ideal que aspiran alcanzar los jóvenes del estudio en sus relaciones de pareja son, en orden descendente, el interdependiente (81,50 %, n = 282), el fusional dependiente (15,00 %, n = 52) y el independiente (3,5 %, n = 12).

Los resultados dan cuenta de que la mayoría de los jóvenes universitarios participantes perciben su relación amorosa actual de tipo interdependiente y este es el modelo de pareja al que aspiran, lo que confirma la tercera hipótesis. Este tipo de vinculación, a diferencia de los otros dos modelos (fusional-dependiente e independiente), favorece relaciones amorosas horizontales y seguridad afectiva en sus miembros, pues pueden disfrutar de sí mismo con la seguridad de la disponibilidad y encuentro con el otro cuando vivencian necesidad de proximidad, compañía y cuidados. Asimismo, a la par se propicia el desarrollo y disfrute de la individualidad. Estas percepciones sobre su relación favorecen el establecimiento de vínculos de apego seguros. La correspondencia que logran los jóvenes del estudio entre sus percepciones sobre la pareja actual y la pareja ideal, se muestra en la Tabla 2.

Tabla 2 Movimiento en las representaciones mentales de la relación actual a la ideal 

Como muestra la tabla anterior, 262 jóvenes logran coincidencia entre su relación amorosa actual y su modelo ideal, 30 de ellos logran el tipo fusional dependiente que aspiran; 225, el interdependiente y 7, el independiente. En tanto, 83 sujetos están lejos de desarrollar la relación de pareja que desean. La mayoría (67,50 %, n = 56) no disfrutan en estos momentos de la relación interdependiente a la que aspiran; y otros (26,50 %, n = 22) a la fusional-dependiente o a la independiente (6,03 %, n = 5).

Las incongruencias que experimenta el 24 % de los jóvenes entre la pareja actual y su modelo ideal de relación pueden generarles malestar, pues la distancia entre las dinámicas de funcionamiento que refleja cada uno de ellos es marcada. La cantidad de tiempo que están juntos, la posibilidad de desarrollar la identidad y los proyectos individuales y en pareja, las relaciones de poder, los roles, la reciprocidad y la cantidad de solicitudes de atención por parte de sus miembros, son algunos rasgos diferenciadores de estos modelos.

2.4. Diferencias por sexo respecto al apego amoroso

2.4.1. Estilos de apego amoroso

Con el objetivo de identificar las diferencias entre hombres y mujeres respecto al estilo de apego amoroso, se analizaron las frecuencias y se realizaron tablas de contingencia. Teniendo en cuenta el sexo de los jóvenes, la distribución de los estilos de apego se manifiesta como presenta la Tabla 3.

Tabla 3 Frecuencias de los estilos de apego amoroso por sexo 

Para establecer si existe o no asociación entre el sexo y el estilo de apego, se llevó a cabo una prueba estadística de independencia, Chi cuadrado de Pearson, que indicó la no existencia de relación entre ambas variables (Chi2 = 3,290, Sig. bilateral de 0,339 > 0,05). No obstante, es necesario analizar algunas tendencias observadas en los resultados.

En el grupo de las mujeres, los estilos de apego amoroso que predominan, en orden descendente son: el seguro (50,23 %), el temeroso (18,62 %), el preocupado (17,02 %) y el evitativo (13,83 %). En el caso de los hombres, los estilos que predominan, en orden descendente son: el seguro (45,51 %), el preocupado (20,51 %), el evitativo (19,23 %) y el temeroso (14,74 %). Asimismo, se comprobó que, en el caso de las mujeres, la seguridad afectiva predomina sobre la inseguridad, pues más del cincuenta por ciento selecciona al estilo seguro (50,23 %); sin embargo, en los hombres no ocurre así.

Según Bartholomew y Horowitz (1991) y Feeney y Noller (1996), las mujeres tienden a poseer en mayor medida un estilo temeroso, mientras que los hombres se agrupan con mayor frecuencia en la categoría de evitativo, resultados que se replican parcialmente en la muestra estudiada.

También se encuentran similitudes con los resultados hallados por Moreno (2010) y Valera (2013), pues al comparar el porcentaje de presentación de los cuatro estilos, el seguro es el preponderante en ambos sexos. Además, al igual que en Moreno (2010), el estilo evitativo es el menos seleccionado por mujeres y el temeroso por los hombres.

Al analizar el sexo predominante en cada estilo de apego se obtiene que más mujeres (57,23 %) que hombres (42,77 %) de la muestra poseen un apego seguro con sus parejas. Esta distribución se mantiene similar en el estilo de apego temeroso; mujeres (60,34 %) y hombres (39,66 %). Sin embargo, en el estilo evitativo se invierte esta proporción, y resulta más representativo en los hombres (53,57 %) que en las mujeres (46,43 %), lo que confirma la cuarta hipótesis. Sin embargo, la quinta hipótesis -concebida para las mujeres- no se ratifica, pues los resultados muestran una homogeneidad respecto al estilo preocupado (50 % en cada caso).

Estos resultados revelan que, en sociedades patriarcales como la nuestra, la educación emocional sigue siendo tradicional y sexista, en tanto se establecen y estimulan formas de comportamiento y actitudes bien diferenciadas para cada sexo. En la mujer, se promueve la poca confianza en sí misma y la dependencia (búsqueda constante de aprobación), lo que se hace evidente en el alto porcentaje con apego temeroso; y en el hombre, el exceso de confianza en sí mismo y la evitación del contacto cercano-emocional con el otro, se evidencia en la preponderancia del apego evitativo entre los inseguros.

No obstante, cabe destacar las potencialidades de ambos sexos para mantener relaciones de pareja desarrolladoras y potenciadoras del bienestar de sus integrantes, lo que puede afirmarse a partir de los altos porcentajes de vínculos de apego seguros en mujeres y hombres del estudio.

2.4.2. Modelo de sí mismo y modelo de los otros en las relaciones de pareja

En cuanto a las representaciones mentales de sí mismo y de los otros no se encuentran diferencias de género, ya que tanto en los hombres como en las mujeres predominan los modelos positivos.

A partir de la prueba estadística de independencia Chi cuadrado de Pearson, se identificó que no existen relaciones significativas entre el sexo y el modelo de sí mismo (Chi2 = 0,136, Sig. bilateral de 0,712 > 0,05). Sin embargo, en el caso del sexo y el modelo de los otros, se debe rechazar la hipótesis de independencia y concluir que ambas variables están relacionadas, pues Chi2 = 5,535, Sig. bilateral de 0,019 < 0,05.

Este resultado posibilitaría explicar por qué pueden encontrarse en más hombres que mujeres de la muestra la tendencia a ser evitativos en sus relaciones de pareja. El sexo masculino correlaciona con los modelos negativos de los otros, lo que es una de las características de este estilo.

2.4.3. Representaciones mentales de la relación de pareja

Mujeres y hombres del estudio poseen expectativas similares respecto a las necesidades que esperan satisfacer en la relación de pareja: afecto (91,19 % mujeres; 88,13 % hombres); compañía (88,02 % mujeres; 88,13 % hombres); vínculo sexual (82,90 % mujeres; 83,13 % hombres); amor romántico (86,01 % mujeres; 70,63 % hombres); y cuidado (76,68 % mujeres; 46,25 % hombres). Sin embargo, a partir del análisis estadístico, existen relaciones significativas de dependencia entre las variables sexo y amor romántico (Chi2 = 12,498, Sig. bilateral de 0,00 < 0,05) y sexo y cuidado (Chi2 = 34,717, Sig. bilateral de 0,00 < 0,05).

Estos resultados pudieran tener su explicación en que son las mujeres quienes tienden a idealizar más sus vínculos de pareja y a manifestarse más sensibles o le confieren más importancia a la actitud y comportamientos de cuidados en la relación de pareja por condicionamientos o socialización de género (Melero, 2008; López, 2015).

Más hombres (58,46 %) que mujeres (41,54 %) perciben vincularse de manera fusional dependiente con su pareja actual, proporción que se invierte en el análisis de los modelos interdependiente (57,25 % mujeres; 42,75 % hombres) e independiente (59,38 % mujeres; 40,62 % hombres). Respecto a la relación de pareja ideal, las mujeres aspiran a un modelo interdependiente (58,16 %) y los hombres al dependiente (59,62 %).

El modelo vincular actual e ideal predominante, tanto en los hombres como en las mujeres, es el interdependiente, resultado esperado a partir del cumplimiento de la tercera hipótesis. Según el análisis estadístico, existen relaciones significativas de dependencia entre las variables sexo y modelo vincular ideal (Chi2 = 9,900, Sig. bilateral de 0,07 < 0,05), pero no es así entre las variables sexo y modelo vincular actual (Chi2 = 5,491, Sig. bilateral de 0,064 > 0,05). Ello permite afirmar que las mujeres están mostrando mayores expectativas, aspiraciones que los hombres de establecer o mantener relaciones de pareja que posibiliten el desarrollo personal de ambos miembros de la díada y la cercanía o intimidad emocional mutua y relaciones de pareja en las que logren un adecuado equilibrio entre fusión- separación, entre dependencia- autonomía y entre espacio de la pareja- espacio personal

CONSIDERACIONES FINALES

La investigación revela que entre los jóvenes estudiantes universitarios estudiados predomina el estilo de apego amoroso de tipo seguro; y dentro de los estilos inseguros, el mayor porcentaje corresponde al preocupado, seguido por el temeroso y el evitativo. De las dos hipótesis de investigación planteadas sobre las diferencias de sexo y los estilos de apego, se confirmó que el patrón de apego amoroso inseguro evitativo es más frecuente en los hombres que en las mujeres, y se rechazó que el patrón de apego amoroso inseguro preocupado es más frecuente en ellas.

Se comprueba que las representaciones mentales de los jóvenes estudiantes universitarios sobre sí mismo y el otro son, en su mayoría, positivas. Asimismo, perciben la relación de pareja como un espacio para la satisfacción de necesidades de cuidado, afecto, compañía, vínculo sexual y amor romántico y para vincularse de forma interdependiente, es decir, conferir igual importancia al espacio de pareja y al individual.

Si bien la investigación contribuye a un acercamiento sobre los estilos de apego amoroso en estudiantes universitarios, algunas limitaciones deben ser señaladas. Primero, la utilización de cuestionarios de autoinforme implica sesgos, ya que algunos sujetos pueden verse compulsados a responder según lo más aceptado socialmente y no lo que realmente experimenten en su vínculo. Es por ello que futuras investigaciones deberían complementar este tipo de métodos con la observación y técnicas proyectivas, que permitan explorar también los componentes conductual y vivencial del vínculo de apego amoroso. Igualmente, la muestra utilizada no es representativa de los jóvenes universitarios de La Habana, por lo que sus resultados no pueden ser generalizados. Sin embargo, sus principales conclusiones pueden servir de referente para conocer algunas tendencias de formación de vínculos y ofrecer talleres o espacios de orientación al estudiantado habanero.

Futuros estudios deberían contemplar también poblaciones de jóvenes no universitarios, para indagar si la existencia de otro tipo de actividad fundamental, en esta etapa del desarrollo psicológico, influye en la manera en que configuran y desarrollan su apego a la pareja. Asimismo, próximas investigaciones deberán recoger información sobre parejas no heterosexuales, para así posibilitar una comprensión más abarcadora de estos vínculos.

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Recibido: 07 de Febrero de 2019; Aprobado: 09 de Marzo de 2019

*Autor para la correspondencia.alopezbauta@gmail.com

Conflicto de intereses

Los autores declaran que no existen conflictos de intereses.

Contribución autoral

Adis Aymee López Bauta: concepción y diseño del estudio, recolección y análisis de los datos y redacción del artículo. Eniuska Hernández Cedeño: concepción y diseño del estudio, revisión de los análisis de los resultados y redacción del artículo. Gretter Anaudina Rey Rodríguez: concepción del estudio, recolección de los datos y revisión de los análisis de los resultados.

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