INTRODUCCIÓN
Los seres humanos establecen relaciones afectivas desde el comienzo de la vida que serán trascendentes para su desarrollo. Es precisamente en las uniones más cercanas e intensas donde suceden los primeros aprendizajes y se condicionan importantes características del mundo afectivo de la persona. Para la ciencia psicológica, las particularidades de estos vínculos y sus efectos en el bienestar del infante han sido considerados como objeto de estudio relevante desde hace más de medio siglo.
El interés de la Psicología por la unión especial madre-hijo se remite a los años de la Segunda Guerra Mundial. Investigaciones que datan de esta fecha constataron los efectos de la ausencia de los progenitores en la salud mental de los niños. Sin embargo, no fue hasta la década del sesenta, con los trabajos de Bowlby y Ainsworth, que se crea una teoría sólida al respecto. La Teoría del Apego explica la importancia del vínculo afectivo de carácter especial y selectivo y lo considera una necesidad primaria del ser humano (Melero, 2008; Portu, 2010).
Múltiples autores se han dado a la tarea de definir el vínculo de apego infantil. En el presente artículo se asume la definición de Álvarez (2016), quien lo caracteriza como «vínculo afectivo intenso, duradero y de carácter singular, que desarrolla el niño/la niña con su cuidador/cuidadora principal o figura de quien depende su seguridad, protección y por ende su vida. Se caracteriza por una necesidad de proximidad física y emocional, especialmente en situaciones percibidas como estresantes» (p. 31).
En este trabajo se estudia la relación de apego del niño con sus padres, lo que deriva en que se consideren particularidades y formas de manifestarse en la relación de ambos miembros de la díada padres-infante. El estudio transcurre en los primeros seis meses de vida del niño, periodo en el que el vínculo de apego no se ha desarrollado completamente y el lactante está limitado para definir a la otra persona más allá de su experiencia con ella. En esta etapa el bebé logra integrar las características de quien lo cuida y en su interacción se hacen más notorias las conductas amistosas. El infante puede manifestar señales dirigidas al otro miembro de la díada, como las sonrisas, las vocalizaciones, el mantenimiento de la mirada, las respuestas de saludo complementadas por la sonrisa, la excitación corporal generalizada, entre otras (Escobar, 2008; Cruz, 2013). A lo largo de las décadas de estudio del apego, los investigadores han llegado a la conclusión de que se trata de un sistema compuesto por tres componentes interrelacionados entre sí: el cognitivo, el afectivo y el comportamental.
El componente cognitivo se refiere a una construcción representacional de las personas, de sí mismos y de las relaciones, con base en creencias, pensamientos y actitudes creadas a partir del vínculo con la figura de apego (Melero, 2008). En esta investigación, dadas las características etarias de los niños estudiados, el componente cognitivo se define como los modelos internos de los padres que les permiten predecir en la interacción las conductas del infante, así como organizar su propia conducta a partir de un grupo de representaciones, percepciones y expectativas acerca del niño y de sí mismos, que se han formado en base a la experiencia relacional. Incluye, además, lo esperado por los progenitores de la relación parental-filial.
El componente afectivo integra las emociones vivenciadas por el niño, que emergen a partir de la formación y mantenimiento del vínculo: la seguridad, el bienestar, la alegría, el placer, así como las experimentadas en los momentos de separación y ruptura: la angustia, la ansiedad, el miedo, el dolor y la ira (Portu, 2010). En esta investigación se consideran todas aquellas vivencias que manifiestan los progenitores y los bebés, y que subyacen a la relación de apego.
El componente comportamental se basa en los modelos representacionales desarrollados en la relación, los cuales se activan en los momentos percibidos por el bebé como amenazantes, para así lograr el equilibrio afectivo y emocional (Melero, 2008). Se considera como parte del componente comportamental aquellas conductas que asumen los padres con sus hijos en la interacción. En los infantes están relacionadas con los comportamientos que manifiesta en los momentos de separación y reencuentro con los padres y las conductas de búsqueda de proximidad que dirigen hacia ellos. En el caso de los progenitores, están asociadas a conductas de implicación y sensibilidad.
El apego constituye la relación más importante e influyente que establece el niño en edades tempranas y se comienza a manifestar a finales del primer año de vida. En esta etapa de la vida del infante el apego constituye la expresión más relevante de la neoformación de la etapa: la noción de objeto y de persona y, además, integra los principales logros alcanzados en la dimensión socioafectiva. Al mismo tiempo, es la forma que tiene la persona adulta que cuida al infante de influir decisivamente en el desarrollo de su personalidad, en momentos en los que la comunicación verbal todavía no se ha desarrollado suficientemente. Al considerar que con la asunción de la parentalidad la madre y el padre tienen la responsabilidad de constituirse en los principales cuidadores de su descendencia, se hace necesario el estudio de las relaciones afectivas que establece el infante con ambas figuras parentales en este periodo. Sin embargo, son escasas en nuestro contexto las investigaciones acerca de los lazos afectivos en la infancia que incluyan a la figura paterna.
En la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana se registran las investigaciones de Amable (2012) y Martínez (2013) acerca del apego en la infancia, realizadas en periodos posteriores al primer año de vida. Por otra parte, la mayoría de los trabajos publicados tanto nacionales (Álvarez, 2001) como internacionales (Gutierres y Galleguillos, 2011) que se centran en las relaciones del bebé en el primer año de vida no incluyen a la figura paterna. De ahí que la novedad científica de la presente investigación radique en el estudio de la relación de apego en su etapa de formación y en la inclusión de la figura paterna como adulto allegado importante para el desarrollo del infante.
Lo dicho anteriormente conlleva a plantearse como problema de investigación: ¿Qué características posee la relación de apego de un grupo de niños de primer año de vida, residentes en Plaza de la Revolución, con su madre y con su padre?
Los objetivos específicos definidos son:
Explorar el componente cognitivo de la relación de apego de los padres y las madres del estudio.
Identificar elementos del componente afectivo de la relación de apego en los niños del estudio y en ambos progenitores.
Describir elementos del componente comportamental de la relación de apego que manifiestan los niños del estudio y ambos progenitores.
Identificar elementos de cambios y continuidad en los componentes cognitivo, afectivo y comportamental de la relación de apego que desarrollan los niños del estudio con su padre y con su madre.
1. MÉTODOS
1.1. Caracterización de la investigación
La presente investigación es de tipo descriptivo, basada en una metodología esencialmente cualitativa. El estudio tiene un carácter longitudinal, pues se realizan dos cortes de investigación: el primero entre los dos y cuatro meses y el segundo entre los seis y siete meses de vida del niño. Esto permite constatar cambios y continuidades en las características de la formación de la relación de apego. Se emplea como método el estudio de casos múltiples, que posibilita la descripción y análisis del problema de investigación en su contexto.
1.2. Participantes
La población que se considera es el total de infantes de primer año de vida del Municipio Plaza de la Revolución. Se seleccionó una muestra intencional, a partir de la consideración de los siguientes criterios: ser varones, tener entre dos y tres meses de vida, haber nacido a término, con adecuado peso y Apgar superior a ocho puntos. Los progenitores debían mantener una relación de pareja, tener un nivel de escolaridad superior al noveno grado y no ser adolescentes. La muestra, conformada por tres niños y ambos progenitores, fue visitada entre los meses de abril y septiembre de 2017.
1.3. Instrumentos y técnicas
En la presente investigación se aplicaron instrumentos cualitativos y cuantitativos. Se utilizaron en ambos cortes de investigación la entrevista, la observación y los cuestionarios. La relación de instrumentos utilizados se resume en la Tabla 1.
1.3.1. Entrevista a padres y madres
Se realizaron tres entrevistas a cada padre y madre de manera individual con el objetivo de explorar los componentes cognitivo, afectivo y comportamental de la relación de apego. Para ello se indagó acerca de las características socioculturales y económicas del contexto microsocial, del conocimiento de los progenitores acerca de la individualidad del hijo, las expectativas, representaciones y vivencias asociadas a sus características, las historias de cuidados en la infancia, de vinculación con el hijo y nivel de implicación en las tareas de crianza del infante y, además, se exploraron diferentes dimensiones del funcionamiento conyugal: comunicación, conflictos, afrontamiento de conflictos, proyectos, distribución de las tareas domésticas y de cuidado de los hijos.
1.3.2. Observación
En la investigación se utilizaron dos tipos de observaciones:
Observación natural: se empleó durante el desarrollo de las entrevistas y el momento del baño del bebé, al ser una de las actividades más importantes de la etapa. Estas observaciones posibilitaron recopilar información acerca del ambiente físico de la familia, la individualidad y desarrollo psicológico del niño y la dinámica de interacción entre los progenitores y los infantes.
Observación en situación experimental: es la relación con la persona extraña (Álvarez, 2001). Permitió identificar las reacciones del niño ante la presencia de una persona desconocida. En uno de los dos primeros encuentros, aprovechando la novedad que representa para el niño la interacción con las investigadoras, una de ellas interactuó con el bebé entre cinco y siete minutos aproximadamente mediante medios verbales y extraverbales de comunicación como miradas, sonrisas, vocalizaciones, gestos, palabras, caricias.
1.3.3. Cuestionarios
Los cuestionarios empleados fueron:
Educación y desarrollo en la infancia: fue elaborado en la presente investigación para explorar los conocimientos y creencias que poseen los progenitores acerca del desarrollo en la infancia, principalmente del primer año de vida, sus consideraciones sobre la crianza y educación en esta etapa, así como la presencia de estereotipos de género en la realización de funciones parentales.
Índice de estrés parental (Abidin, 1995): es uno de los instrumentos más utilizados hoy día para medir el estrés parental de padres y madres con hijos de hasta doce años de edad (Pérez, 2014). En este estudio se utilizó la versión adaptada al castellano por Díaz et al. (2010). La puntuación total permite evaluar el estrés parental experimentado por los padres. Además, incluye los resultados de dos subescalas: estrés asociado en general a la paternidad o la maternidad (malestar personal) y estrés asociado a la crianza y el cuidado del propio hijo (estrés derivado del cuidado del hijo).
Cuestionario de sentido de competencia parental: su diseño original fue elaborado por Gibaud-Walston y Wandersman en 1978 y adaptado por Johnston y Mash en 1989. Permite evaluar la competencia propia percibida como madre o padre. Se divide en dos subescalas: eficacia parental y satisfacción parental.
Escala de ajuste diádico: es considerado una de las mejores medidas de evaluación de relaciones maritales (Gómez et al., 2006, citados por Lucariello, 2012). Constituye un cuestionario autoaplicado que mide el ajuste y la calidad de la relación de pareja. Evalúa cuatro áreas: consenso, satisfacción, expresión de afecto y cohesión.
2. ANÁLISIS INTEGRADOR DE LOS RESULTADOS
En este acápite se presentan las características de la relación de apego de los niños del estudio con su madre y con su padre. Para ello, se identifican regularidades y rupturas en los componentes cognitivo, afectivo y comportamental de esta relación.
2.1. Caracterización de la muestra
Fueron estudiados tres niños (Mar, Die, Day) visitados en el primer corte de investigación entre los dos y cuatro meses de nacidos y en el segundo momento de estudio, entre los seis y siete meses de vida.
Las madres (MMar, MDie MDay) y los padres (PMar, PDie y PDay) son adultos jóvenes y sus edades oscilan entre 26 y 31 años. Algunos de los progenitores del estudio son universitarios, mientras otros son técnico-medio. En el segundo corte de investigación las familias de Mar y Day se trasladan de vivienda para el municipio 10 de Octubre. Aunque en el primer corte de investigación el funcionamiento conyugal de las parejas conformadas por los progenitores era armónico, en el segundo momento de estudio, la relación conyugal de los padres de Mar tiene mayor tendencia a la conflictividad, mientras que la de los padres de Day se caracteriza por el desajuste conyugal.
2.2. Componente cognitivo
Las representaciones que poseen madres y padres del estudio acerca del desarrollo y educación infantil influyen en la percepción que tienen de su desempeño parental. Todos se consideran buenos padres y perciben la parentalidad como una experiencia nueva en la que han tenido que fortalecerse en el ejercicio del papel. Sin embargo, aquellos con un conocimiento inicial más bajo acerca del desarrollo y educación infantil son los que perciben más limitado su ejercicio parental. Así, el padre de Day se describe como más «cauteloso» en la realización de las tareas de cuidado y los progenitores de Mar refieren haber ido adquiriendo habilidades en el transcurso de la relación con su hijo.
Otro factor que parece influir en este sentido son las experiencias de cuidado en la infancia, pues los progenitores con representaciones caracterizadas por el predominio de recuerdos infantiles tristes (padre de Day y madre de Mar) presentan afectadas sus percepciones del papel parental y tienen un nivel bajo de conocimiento acerca del desarrollo y la educación infantil.
Las representaciones acerca de la relación parental-filial de los progenitores están matizadas por estereotipos de género tradicionales, de modo que todas las figuras paternas atribuyen a las madres mayor responsabilidad en los cuidados del bebé. Los padres de Mar y Die representan a las madres de sus hijos como sobreprotectoras. En el caso de las madres se aprecia la consideración de ser la figura más importante en el desarrollo de la descendencia.
Aunque los progenitores mencionan que las dos figuras son capaces de realizar las mismas tareas con respecto a los cuidados del hijo, excepto la lactancia, reconocen que en sus respectivas familias no se asume de esa manera. Por otro lado, ambos progenitores identifican como características importantes para el ejercicio del papel parental las funciones nutricias (ser cariñoso, crear un ambiente de confianza y de comunicación abierta) y de socialización (plantear normas, ejercer la autoridad, inculcar valores morales y fungir como ejemplo de comportamiento para su hijo), aunque algunos lo expresan con un mayor nivel de elaboración que otros.
En las expectativas acerca del papel parental, los progenitores del estudio consideran la importancia de las funciones afectivas y de socialización. Se evidencia la asunción tradicional de los roles de género, pues los padres de los tres casos aspiran a cumplir con su papel de proveedor económico de la familia y un padre (PDie) señala también el ejercicio de la autoridad entre sus funciones. Las expectativas de los progenitores presentan diferencias en su nivel de elaboración. Las más imprecisas corresponden a aquellos con menor conocimiento inicial acerca del desarrollo y educación infantil y con percepciones más limitadas acerca de su desempeño parental. Sin embargo, todos los comportamientos y características que desean asumir están dirigidos a favorecer el bienestar de su hijo.
En concordancia con esto, las representaciones que tienen los progenitores acerca de sus hijos se caracterizan por integrar particularidades que en su mayoría les resultan agradables. Muestran un conocimiento, más o menos detallado, acerca de la individualidad de su hijo y reconocen comportamientos que este manifiesta en las salidas del hogar, en lugares nuevos, con desconocidos, en la interacción con objetos nuevos, gustos y situaciones que lo inquieten. Las percepciones del desempeño parental de la pareja se caracterizan por la valoración favorable. Principalmente los padres tienden a considerar como muy buenas las habilidades parentales de su esposa y/o reconocen la preferencia de sus hijos a la interacción con la madre.
2.3. Componente afectivo
En los padres y las madres se aprecian diferencias respecto a las vivencias que experimentan en relación con la parentalidad: en algunos son ambivalentes (madres de Die y de Mar, padre de Day), mientras que en otros son predominantemente positivas (padre de Die y de Mar, madre de Day). De los tres casos estudiados un hijo fue deseado y planificado (Die), otro fue deseado y no planificado (Day) y el tercero no fue deseado, ni planificado en los inicios de la gestación (Mar). Estas vivencias están asociadas a condiciones económicas (caso Mar y caso Day), proyectos profesionales y de vivienda (caso Mar) y conflictos de pareja (caso Day). La interacción de ambos progenitores con su hijo durante el embarazo generó vivencias positivas hacia estos. Todos coinciden en que se produjo una intensificación de estos sentimientos después del nacimiento del niño, con el contacto directo con este.
Los progenitores desarrollaron conciencia del papel parental en diferentes momentos. En el caso de Day ocurre desde el embarazo, lo cual pudiera deberse a que la interiorización del papel parental desvía la atención de la pareja de los conflictos que presentaban en la etapa de gestación.
En el caso de Mar, la madre desarrolla conciencia del papel materno posterior al nacimiento de su hijo, mientras que el padre durante el embarazo. En la figura materna esto puede estar dado por factores de su contexto familiar que se presentaron durante la gestación y que le generaban vivencias negativas (discusiones de pareja y en la relación parental-filial de MMar con su padre y el infarto cerebral de su madre). Esto también puede relacionarse con la no planificación, ni deseo del hijo en el momento en el que llega al frustrar proyectos personales y familiares. El rápido desarrollo de la conciencia del papel paterno por parte del padre de Mar pudiera estar relacionado con que vivencia la mayoría de las situaciones familiares desde el acompañamiento a su esposa y no directamente; además el embarazo no supuso significativas frustraciones personales para él.
Los progenitores de Die concientizaron la parentalidad una vez nacido este. En la madre esto pudiera estar relacionado con que sus deseos de tener un hijo no fueron tan intensos como manifiesta verbalmente debido a la frustración de proyectos profesionales. En el padre de Die pudiera deberse a vivencias negativas asociadas a la amenaza de aborto que llevaron a enlentecer la concientización del papel.
Las madres y los padres se manifiestan satisfechos con el apoyo social que han recibido, principalmente de la pareja y sus familias de origen, para la asunción de la parentalidad, a excepción de la madre de Mar. Ella presenta insatisfacciones al respecto, sustentadas por su inconformidad ante la tradicionalización de los roles de género que se ha producido en su relación de pareja, que la sitúan como principal encargada de las tareas domésticas y del cuidado del bebé, unido a que es la cuidadora principal de su padre, quien sufre hemiplejia.
Los progenitores del estudio experimentan malestares personales relacionados con el tiempo libre, el control de su vida y la capacidad para regular el estrés en esta etapa de su vida. Estas vivencias son más acentuadas en los padres de Mar y Die y la madre de Die.
Todos manifiestan relevantes ansiedades relacionadas con la parentalidad, a excepción de la madre de Day. Algunos vivencian malestares en los momentos de llanto del bebé (progenitores de Die, padres de Mar y Day). En la madre de Mar las emociones negativas ante la asunción de la parentalidad se relacionan con la instauración del horario de sueño y alimentación. Se aprecian diferencias de género, pues son las madres (de Mar y Die) quienes presentan más acentuadas las inquietudes acerca de la crianza, lo que afecta más significativamente sus vivencias de autoeficacia. Esto puede tener que ver con el hecho de que se perciban y son percibidas por sus compañeros como las mayores responsables de los cuidados de su hijo.
También se evidencia la correspondencia entre ansiedades parentales y autoeficacia afectada en los padres de Day y de Die, aunque en menor grado. En el padre de Day estas son más evidentes pues se siente torpe en la realización de las actividades de cuidado y manifiesta preocupaciones y miedos relacionados con la parentalidad en sentido general. Ello puede estar relacionado con malestares desarrollados a partir de los recuerdos tristes de cuidado de su infancia. Todos los padres y las madres manifiestan sentir orgullo, satisfacción y placer en la interacción con su hijo y con las características personales que este manifiesta.
Por su parte, los niños del estudio manifiestan un predominio de vivencias positivas, de alegría, placer, simpatía y satisfacción en el contacto con ambos progenitores. Esto se relaciona con el predominio del estado de ánimo positivo en estos infantes, caracterizado por la sociabilidad y la orientación a la interacción con las personas adultas.
2.4. Componente comportamental
En todos los progenitores se aprecia implicación parental desde la etapa de gestación. Todas las figuras maternas asistían a las consultas prenatales, aunque solo un padre del estudio acompañaba a su pareja a estos eventos (padre de Mar). Además, las madres estudiadas presentaron amenaza de aborto y tanto ellas como sus cónyuges tomaron medidas preventivas a partir de estos sucesos. Igualmente, en este punto se aprecia la variabilidad en el grado de participación de las figuras paternas, pues el padre de Mar fue quien más implicación mostró en las tareas de cuidado de su esposa en el periodo de riesgo. Esto puede deberse también a que, entre las parejas investigadas, los progenitores de Mar fueron los que menos apoyo social recibieron de su familia de origen durante el embarazo (los padres de PMar viven fuera de la provincia, la madre de MMar sufrió un infarto cerebral en esta etapa y el padre de MMar presenta hemiplejia), por lo que la mayor participación paterna puede relacionarse con el hecho de no tener la posibilidad de delegar estas responsabilidades de cuidado en otros familiares, como ocurrió en los restantes casos.
Los progenitores del estudio interactuaron con sus hijos desde la etapa del embarazo, aunque aquellos con mayor conocimiento del desarrollo y educación infantil son los que mostraron más conductas de estimulación del bebé en este periodo (progenitores de Die, madre de Day).
Con el nacimiento de los niños se aprecia mayor participación de las madres en las tareas de cuidado. Esto ocurre como parte de la tradicionalización de los roles de género que aparece en las familias estudiadas y que se evidencia también en la dinámica de la pareja, con la repartición de las tareas domésticas, resultado que se constata en investigaciones precedentes (Hidalgo y Menéndez, 2003). Así, la figura materna en este estudio es quien principalmente baña y viste al bebé, se levanta por las noches a atenderlo, lo calma, le prepara la comida, realiza con mayor frecuencia acciones de estimulación y le lleva al médico. Por otro lado, las madres con un mayor conocimiento acerca de la educación y desarrollo infantil son quienes parecen realizar más conductas intencionales dirigidas a la estimulación de su hijo, sobre todo en lo referente a su desarrollo motor (madres de Die y de Day). Los padres participan en las actividades de juego en los tres casos, aunque colaboran en otras. Este resultado es muy similar al obtenido por Portu (2010). De este modo, el padre de Day en ocasiones le da la comida a su hijo y el de Die lo duerme y lo calma.
La figura paterna de Mar es, de los padres del estudio, quien logra una participación más activa en las tareas de cuidado de su bebé, pues es el encargado principal de dormir a su hijo, acompaña a su esposa a las consultas del infante y en ocasiones le da la comida y lo calma. Con ello se aprecia una coherencia entre mayor implicación en cuidados durante la gestación y mayor participación en tareas de crianza luego del nacimiento. Por otro lado, también es necesario considerar que esta pareja (progenitores de Mar) es la que menos apoyo social ha recibido de sus familias de origen. Además, Mar es el niño que en el grupo estudiado presenta más afectaciones de salud, pues fue hospitalizado al mes de nacido por una neumonía que se complicó; posteriormente fue sometido a una intervención quirúrgica luego de los tres meses de nacido, pues nació con un defecto congénito (labio leporino). Todo ello puede influir en una mayor participación paterna en la crianza del hijo.
Se observa mayor sensibilidad parental en las figuras maternas, con mayores posibilidades de detectar y responder rápida y eficazmente a las señales del bebé. En sus interacciones con sus hijos vocalizan para ellos, les cantan, utilizan tonos cariñosos, los besan y los acarician. Los padres manifiestan menores posibilidades de detectar señales del bebé y manifiestan menos accesibilidad que las madres. En las respuestas ante las demandas del niño son menos eficaces en los momentos de llanto, pero pueden lograr calmarlos si conocen su causa. En las interacciones con sus hijos los acarician, los besan y les vocalizan. De este modo, se aprecia un menor uso de medios para la comunicación emocional directa en comparación con las madres.
Todos las madres y los padres del estudio aprecian las buenas relaciones que los bebés mantienen con cuidadoras sustitutas en los momentos de separación con sus madres. Este aspecto denota diferencias genéricas en la implicación parental, de manera que son otras mujeres de la familia generalmente las que cuidan a los infantes en ausencia de las madres, y no los padres de los pequeños.
Los bebés manifiestan generalmente un estado de ánimo positivo; se muestran muy sociables y orientados hacia la búsqueda y mantenimiento de proximidad con ambos progenitores. En la interacción con estos se ríen, abren más los ojos, muestran excitación motora, los agarran. Mar, debido a su alto nivel de actividad, muestra mayor movilidad y variedad de conductas mientras establece contacto físico con sus progenitores (les escala por el cuerpo, se para y se sienta en sus piernas rápidamente, salta encima de sus muslos). Day se manifiesta muy alegre, hace trompetillas para llamar su atención, les agarra el pelo y la cara. Die muestra excitación motora, sonrisas, miradas fijas y seguimiento visual para iniciar la interacción con sus cuidadores. Se observa el llanto para llamar la atención de las personas allegadas principalmente en Mar y Die.
2.5. Elementos de cambio en los periodos del estudio
En el componente cognitivo de la relación de apego se aprecian cambios a lo largo del estudio respecto a la imagen del bebé. En el primer corte de la investigación algunos progenitores presentaban una imagen imprecisa e idealizada del niño (padre de Day y progenitores de Die), mientras que en el segundo momento hay un descenso de la idealización. La imagen que tienen de este se vuelve más precisa e integra características que en su mayoría les resultan agradables del infante. Esto pudiera ser expresión de lo que la literatura científica registra como «fin de la luna de miel con el bebé», y resultado del incremento de las capacidades parentales en el segundo semestre de vida de este (Hernández, 2012).
En el caso de la madre de Day, la imagen del bebé y la percepción del desempeño parental de su pareja se tornan más imprecisas e idealizadas en el segundo corte de estudio. Esto pudiera ser expresión de su tendencia a la idealización de sus relaciones más importantes (pareja e hijo) como mecanismo de defensa en el afrontamiento a las adversidades. Esta idealización se desencadena a partir de importantes cambios en el contexto familiar: en el segundo semestre de vida de Day la pareja se traslada de vivienda y MDay realiza funciones de cuidadora de la bisabuela paterna del bebé, quien sufre deterioro mental; además el horario de trabajo de su esposo es muy extenso.
La subdimensión que presenta mayor variabilidad de un periodo a otro son las expectativas. En el caso de los padres se observan variaciones acerca de las funciones que pretenden priorizar. Los padres de Mar y de Die se debaten en uno y otro momento de la investigación en centrarse en su función de proveedor u ofrecerle un ambiente afectivo favorable al bebé. El padre de Day primeramente considera que su comportamiento debe orientarse a la satisfacción de las necesidades afectivas y de socialización de su hijo; posteriormente añade a sus expectativas la importancia de su desempeño como proveedor económico. Las variaciones en el progenitor de Day pueden relacionarse con cambios en el contexto familiar, pues luego de la mudanza la pareja se distancia físicamente de la familia de origen de MDay, la cual constituía un apoyo importante para los cuidados y atenciones de la madre y el bebé. Son interesantes las variaciones de las funciones a priorizar en las figuras paternas, pues expresan contradicciones internas entre un desempeño de la paternidad desde las funciones tradicionales de proveedor, distantes del cuerpo y las actividades de su hijo, o un ejercicio más cercano y nutricio del rol.
En el caso de las madres de Day y de Mar, su contexto familiar puede estar influyendo en sus expectativas. La madre de Day en el primer corte contaba con mayores posibilidades para centrarse en las funciones nutricias y de socialización de su hijo; posteriormente se manifiesta más centrada en consolidar las habilidades que le permitan mantener saludable y fuera de peligro al bebé. Estos cambios pudieran estar asociados a que, en este momento de la investigación, con el cambio de vivienda asume mayores responsabilidades (el cuidado de una adulta mayor con deterioro mental), con cierta disminución de apoyos.
Por su parte, la madre de Mar en el segundo corte de investigación presenta expectativas más imprecisas acerca de su desempeño de la parentalidad, unido a una percepción del desempeño parental propio más afectada, pues siente que no le dedica suficiente tiempo a su hijo. Todo ello pudiera deberse a las vicisitudes propias de la mudanza que llevan a cabo en este momento, los cuidados de su padre hemipléjico y a una situación más conflictiva de pareja, que lleva a una disminución de la colaboración de su esposo en las tareas del hogar.
Los principales cambios de un periodo a otro en el componente afectivo se aprecian principalmente en los progenitores. En todos, a excepción de la madre de Day, aparece en el segundo momento del estudio un aumento de las ansiedades asociadas a la crianza del bebé, unido en algunos casos (progenitores de Die) al incremento de malestares personales. En los progenitores de Die, madre de Mar y padre de Day, esto se traduce en una disminución de su vivencia de autoeficacia. En el caso de la madre de Mar los descensos en autoeficacia pueden estar relacionados con la situación conflictiva de pareja y las gestiones de mudanza ya mencionadas anteriormente. El hecho de que la madre de Day parece no vivenciar un aumento de malestares relacionados con la crianza puede estar asociado a su tendencia a la idealización como mecanismo de defensa ante su nueva situación familiar, como ya se ha dicho.
En los infantes solo se aprecian cambios en las vivencias de Die, que producto a padecimientos leves de salud (lesiones cutáneas y catarro) se muestra más irritable durante el segundo corte de estudio. Ello pudiera estar influyendo en la disminución de las vivencias de autoeficacia en sus progenitores.
En el componente comportamental aparecen variaciones en la sensibilidad de las figuras parentales. En el segundo corte de estudio son capaces de lograr un mejor reconocimiento de señales del bebé, lo que puede estar dado por la experiencia de aprendizaje de la madre y el padre durante el tiempo de relación con su hijo y por la ampliación de los medios de comunicación con que cuenta el niño para expresar la insatisfacción de sus necesidades.
Los progenitores de Mar y la madre de Die presentan dificultades en el segundo corte de investigación en sus conductas sensibles. En el caso de la madre de Die se aprecia la pérdida de eficacia para regular los estados negativos del niño, sobre todo en las madrugadas, momentos en los que ella experimenta grandes malestares que afectan la calidad de su respuesta. El padre y la madre de Mar presentan dificultades en el establecimiento del horario de sueño y alimentación.
En ambos casos puede estar influyendo la individualidad del niño, pues Die se muestra más irritable y difícil de calmar en el segundo corte de estudio, al sufrir padecimientos leves de salud y Mar presenta un alto nivel de actividad, que incrementa la dificultad para establecer el horario de sueño y para alimentarlo.
En la implicación parental se evidencia en el segundo corte de estudio más colaboración de los padres de Day y Mar en tareas como darle la comida al bebé. El padre de Mar en este periodo es quien asume la responsabilidad de dormir en la noche al hijo.
En los bebés se aprecian cambios dados por la ampliación de sus medios para la comunicación. Estas manifestaciones varían en cada niño: Mar abre los brazos para que lo carguen, Day hace trompetillas para llamar la atención de los adultos. Todos vocalizan más y muestran mayor excitación motora con el objetivo de llamar la atención de sus allegados. Se aprecia mayor iniciativa para la búsqueda de proximidad con sus progenitores y la preferencia por estos. En el caso de Die, los malestares que presenta por sus enfermedades influyen en que, en el segundo momento de la investigación, se observe mayor tendencia al llanto como vía para expresar sus necesidades insatisfechas. En este periodo se muestra más difícil de calmar.
CONCLUSIONES
Con el presente trabajo se llegó a las siguientes conclusiones:
Las características más significativas del componente cognitivo de la relación de apego estudiada incluyen:
Variabilidad en el nivel de conocimientos que poseen madres y padres acerca del desarrollo y educación infantil.
Representaciones acerca de sus experiencias infantiles caracterizadas generalmente por recuerdos felices, aunque algunos casos acceden con mayor facilidad a recuerdos tristes.
Representaciones acerca de la relación parental-filial asociadas a las concepciones tradicionales de género, donde se le asigna mayor responsabilidad a la figura materna en las tareas de cuidado de los hijos.
Representaciones acerca de la relación parental-filial caracterizadas por priorizar las funciones afectivas y de socialización en su desempeño parental.
Expectativas de su desempeño parental centradas en las funciones afectivas y de socialización. Se observan estereotipos de género en las funciones parentales sobre todo en los padres quienes consideran su papel como proveedores económicos.
Percepciones positivas acerca del desempeño parental propio y de su pareja.
En el componente afectivo:
Las vivencias que manifiestan los padres y las madres del estudio son positivas en la mayoría de los casos; en algunos son ambivalentes. Se caracterizan por el predominio de sentimientos positivos ante la interacción con el pequeño. Presentan ansiedades relacionadas con el ejercicio de la parentalidad y malestares personales asociados a la pérdida de control, manejo del estrés y disponibilidad de tiempo libre. La mayoría se siente satisfecha con el apoyo social recibido.
Las vivencias expresadas por los bebés del estudio se caracterizan por un predominio de sentimientos positivos en la interacción con sus progenitores.
En el componente comportamental de la relación de apego:
Se aprecian diferencias de género entre los padres y las madres del estudio, pues las madres se manifiestan más sensibles y con mayor implicación en los cuidados del bebé que los padres, quienes se dedican fundamentalmente a desarrollar actividades de juego.
Los niños del estudio manifiestan conductas de búsqueda y mantenimiento de la proximidad con sus progenitores y preferencia por estas personas.
Se manifiestan cambios en los progenitores en los tres componentes de la relación de apego en factores como las expectativas y la percepción del desempeño parental propio, malestares personales y asociados a la crianza, conductas sensibles y de implicación parental. En los bebés se observan variaciones en los medios para la búsqueda y mantenimiento de proximidad con sus progenitores.
PROYECCIONES DE INVESTIGACIÓN
Se establecen como proyecciones de la investigación:
Extender el abordaje metodológico propuesto por este estudio a periodos de la infancia donde esté desarrollado el vínculo de apego.
Realizar otros estudios que consideren el papel de las características personológicas del padre y la madre en la calidad de la relación de apego que estos establecen con sus hijos.
Realizar otras investigaciones que apliquen mayor cantidad de sesiones de observación utilizando situaciones experimentales para obtener más información acerca de las conductas de apego del bebé en la interacción con su madre y su padre y poder identificar los estilos de apego que presentan los niños.