INTRODUCCIÓN
La aparición de las incubadoras de empresas se reporta alrededor de 1950 en Nueva York, Estados Unidos. Su uso tuvo un ascenso en las últimas décadas del siglo pasado en países de Europa, América Latina y Asia (Hausberg y Korreck, 2020). Sin embargo, en el siglo xxi ha tenido su expansión masiva en casi todo el mundo, con la incorporación de los continentes de África y Oceanía. Dentro de la génesis del proceso, se considera como su objetivo general proporcionar soporte técnico e infraestructura física para emprender. Independientemente de la naturaleza de la iniciativa, se pretende que la idea sea viable y sostenible en el tiempo.
Numerosas son las genealogías de incubadoras, según el país y región, que se relacionan directamente con la idea del emprendimiento a incubar. Los tipos que más coinciden en la literatura son:
Incubadora tradicional: brida su actividad a empresas cuyos requerimientos de infraestructura física, tecnológica y mecanismos de operación son básicos, como los sectores de comercio, servicio o industria ligera.
Incubadora de base tecnológica (spin off): provee servicios integrales en el desarrollo empresarial al acelerar el proceso de creación y consolidación de iniciativas innovadoras.
Aceleradora de empresas (start up): se desenvuelve en empresas que serán escalables más rápida y sencillamente mediante el uso de tecnologías digitales.
Incubadora social: ofrece facilidades para la creación de empresas sociales a través de la inclusión social como palanca para el empleo y las políticas de integración socioprofesional.
En la actualidad estas tipologías coexisten dentro del ecosistema emprendedor. Cuentan con cobertura de universidades, consultoras y ONG (Blankesteijn, Bossink y Sijde, 2020; Li et al., 2020), en dependencia de los intereses de los negociantes. Además, en este sentido es importante la asociación al estado de desarrollo del tejido empresarial de la región y país y, específicamente, al apoyo o no, en materia de políticas públicas favorables, que se le brinde al emprendimiento, su aplicación y ordenamiento (García González, 2019). Esta diversidad de realidades y niveles de crecimiento en cada país impone estudios y soluciones muy particulares en cada caso (Mian, Lamine y Fayolle, 2016), de ahí que se torne muy complejo normalizar soluciones generales.
En el caso de Cuba, en el perfeccionamiento del nuevo modelo -reflejado en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución (Partido Comunista de Cuba, 2011)-, se reconoce el tránsito hacia una economía mixta, asentada en un sector público dominante, uno de capital mixto y el otro no estatal (cooperativas no agropecuarias, agricultores pequeños, usufructuarios, arrendatarios y trabajadores por cuenta propia), en armónica convivencia.
Guilarte Barinaga et al. (2017) argumentan que el auge y desarrollo de iniciativas de toda naturaleza en ese sector no estatal (entiéndase privado) resulta todo un reto para las universidades y demanda un pensamiento sistémico que involucre las dimensiones del emprendimiento, los actores del desarrollo local y los resortes que los mueven. El asunto de incubación de esos negocios en el sector no estatal ha tenido lento perfeccionamiento. Solo se reportan dos casos, uno en la Universidad de Holguín, entre los años 2012 y 2016, mediante un proyecto institucional de incubadora tradicional (Guilarte Barinaga, 2016), y otro en la Universidad de La Habana (Reyes Díaz, Souto Anido y Rodríguez Martínez, 2019). También han sido atendidos, en materia de instrucción en temas específicos y de forma aislada, por casas consultoras, ONG, consultores privados y otros actores sociales (Fernández Torres, 2013; Rojas Aguilera, 2013; Agencia de Información Nacional, 2014).
Con estos antecedentes, este trabajo se propone analizar el proceso de incubación de empresas como herramienta organizacional que potencie la industria del sector no estatal cubano, por medio de un estudio de técnicas bibliométricas.
MÉTODOS
Para el desarrollo de la investigación, se siguió un diseño metodológico que consta de dos fases. En la primera se realiza un análisis del estado del arte de las incubadoras de empresas como generadoras de emprendimientos en el ámbito internacional, tanto en la dimensión epistemológica como desde el punto de vista de la praxis a través del análisis de casos de estudio y buenas prácticas. Luego se desarrolla un estudio sobre la base de las aplicaciones en el contexto cubano.
Para el análisis epistemológico se recaba información procedente de 177 revistas indexadas por la base de datos Académica, donde se analizan 250 artículos entre 2015 y 2020 que incluyen en el título las palabras clave de la investigación. También se utilizan datos producto de la aplicación empírica de resultados de la investigación que se muestran a lo largo del trabajo.
Se utilizan técnicas de análisis estadístico multivariado para identificar dimensiones y variables de análisis que se procesan mediante el software R en su versión 4 y el pajek 2.05. Se muestran diversos elementos del ámbito metodológico que se argumentan en cada epígrafe para una mejor comprensión de las dinámicas y resultados del estudio.
DESARROLLO
Del estudio bibliométrico se obtuvieron tres dimensiones relacionadas con palabras clave como emprendedor, negocio e incubadora:
Dimensión 1. Cobertura estratégica. En esta dimensión se agrupan las siguientes variables: universidades, papel, relaciones, economía, evidencias, apoyo, desarrollo, tecnologías, empresario, incubadora, innovación, establecido, casos y Brasil. Muestra el papel estratégico de dos actores del ecosistema emprendedor, que son las universidades y las incubadoras, encargadas de brindar apoyo, tecnologías y red de relaciones, a través de la innovación, a esos futuros empresarios, con el objetivo de sostener un desarrollo económico que a la postre sea beneficioso para todos. El país caso de estudio que más se referencia en esta dimensión es Brasil.
Dimensión 2. Gestión del desarrollo orientado al emprendimiento. Aquí se encuentran las variables: emprendimiento, estudio, análisis, industrias, visión, creativo, aventura, motivación, valioso, cooperación, percepción, actuación, soporte e influencia. Muestra que el ambiente para la gestión de la iniciativa privada debe estar acompañado de estudios y soporte, pero también tiene un componente subjetivo compuesto por la visión, la creatividad, la motivación, la percepción, la actuación, la cooperación, la aventura, que resultan cuestiones también de mucha importancia y a no desatender.
Dimensión 3. Gestión de ecosistemas educativos con enfoque emprendedor. Para esta dimensión, las variables son: universidad, ingeniería, carrera, ecosistema, institución, estudiantes, énfasis, educación, nivel, importar, compañeros, emprendimiento, patrones, programas, especial, promoción, graduados, Galicia e India. Muestra las variables relacionadas con los sistemas educativos sobre emprendimiento, donde se repite la universidad como epicentro y actor estratégico dentro del ecosistema, ya que puede introducir el estudio sobre la industria privada en todos sus estudiantes, mediante programas que aborden el tema. Esto garantiza la cultura necesaria para que, luego de graduados, puedan iniciar lo que se propongan. Los casos de estudios que más se referencian en esta dimensión son la región de Galicia, en España, y la India.
Luego de este análisis, ponemos en contexto estas dimensiones en el proceso de incubación en Cuba. En cuanto a las tipologías de incubadoras, solo se han reportado dos casos dentro de universidades y ambas son del tipo tradicional, enfocadas únicamente en la formación y acompañamiento para la fundación del negocio al facilitar herramientas de gestión para sectores muy básicos. No se reportan incubadoras de base tecnológica, con toda una red de universidades en el país con carreras técnicas y en alianzas con sectores estratégicos de la economía. Tampoco aceleradoras, con condiciones también de desarrollo, ya que se cuenta, en la misma red de universidades, con carreras asociadas a las tecnologías digitales. Menos aún se hallan las incubadoras sociales que, paradójicamente, están más alineadas al modelo social de Cuba y, por ende, se pierde la oportunidad de aprovecharlas para resolver problemas de esa índole.
Debido a la idea pro capitalista de la formación emprendedora y, en consecuencia, de las incubadoras, se ha bloqueado el proceso de institucionalizar estos componentes en el ecosistema emprendedor en Cuba, de modo que existe aún resistencia en todos los niveles para el verdadero y real apoyo a este sector. A continuación se amplía el análisis relacional de las variables más importantes por dimensiones y se precisan los logros, carencias y proyecciones en el contexto cubano actual.
Dimensión 1. Cobertura estratégica
En materia de políticas públicas se conservan carencias estructurales al no existir una institucionalización, aun cuando el fenómeno de la empresa privada está reconocido en la plataforma de desarrollo del país hasta 2030 y se ha trabajado en cuerpos legales para el sector no estatal, referentes a las políticas crediticias, al trabajo (seguridad social, contratación, etc.) y administración tributaria. No obstante, ya se reguló lo relativo a los Parques Científicos y Tecnológicos (PCT) y a las Empresas de Ciencia y Tecnología (ECT), como interfase entre las universidades y entidades de ciencia, tecnología e innovación con las entidades productivas y de servicios (Ministerio de Justicia, 2019).
Dentro de los PCT, aparece la figura de incubadoras de empresas, para operar con resultados de proyectos de emprendimiento que tengan potencial para introducirse en el mercado como negocio innovador a partir de un nuevo conocimiento obtenido por un área de I + D (Investigación + Desarrollo) de una empresa, por un centro de investigación o universidad. Utilizan el espacio físico, así como el conjunto de servicios básicos del parque con el fin de acceder a la logística necesaria para llevar a cabo la innovación. Este proceso está en la etapa inicial a nivel de país, con solo dos PCT en universidades fuertes en las ciencias informáticas (la Universidad de Ciencias Informáticas [UCI] y la Universidad de Matanzas [UM]) y dos en empresas de ciencia y tecnología en universidades técnicas (la Universidad Central de las Villas [UCLV] y la Universidad Tecnológica de la Habana [CUJAE]). Como se observa, las incubadoras de empresas dentro de los PCT serán, de preferencia, de base tecnológica (spin off) y aceleradoras de empresas (start up). Por esto, debe trabajarse con intencionalidad en el fomento de las otras tipologías de incubadoras (tradicionales y sociales) fuera de los PCT, que pudieran ser asumidas por las universidades, ONG y otros actores, incluso pymes del sector no estatal.
En cuanto a las relaciones entre las variables de esta dimensión, se reconoce que en Cuba existe cultura de colaboración y que en la actualidad hay algunos enlaces entre dos o tres entes. Estos vínculos entre los componentes del ecosistema emprendedor en Cuba a tal nivel estratégico son muy débiles, tanto de manera formal como informal. Ello se debe, sobre todo, a la variable de políticas públicas, de la cual depende de forma directa. Hasta que no se avance lo suficiente en esta materia, las relaciones entre los entes del ecosistema no van a fluir de manera orgánica. Debe trabajarse para fortalecer las relaciones de estos emprendedores del sector no estatal con los demás sujetos del entorno y por desterrar estigmas y arquetipos negativos que subyacen de manera predisponente ante cualquier relación.
En la variable empresa ya se formalizó la relación comercial empresa estatal-emprendedor, este último como proveedor, generalmente de servicios. No se visualizan alianzas de desarrollos mutuos, por lo que se debe perfeccionar la base legal que promueve los vínculos entre la empresa estatal y las mipymes de diversas formas, que agreguen valor al producto/servicio, fortalezcan las cadenas productivas y de valor y permitan una mejor articulación de ecosistemas productivos híbridos, donde lo público y lo privado coexistan de forma armónica. Sin dudas, se potenciaría el desarrollo sostenible del proyecto social cubano.
En materia de inversionistas, se continúa trabajando en la política crediticia en bancos estatales en lo referente al acceso, ampliando los montos y facilidades, aunque los emprendedores reconocen que no es suficiente para el desarrollo del negocio, debido a los altos porcientos de intereses y a la no autorización de otros inversionistas que conlleva a la financiación no formal a través de personas naturales en el exterior. Las mejoras deben estar relacionadas con la mayor apertura y acceso, incluso a la inversión extranjera, de manera formal y a formas asociativas de financiamiento nacional no estatal.
Los casos de éxitos constan, pero no se han documentado, generalmente por desconfianza de los emprendedores con respecto a ser estudiados y expuestos. Por esta razón, en el futuro la academia debe contribuir a salvar los mejores casos de éxito mediante investigaciones e intervenciones, para que luego sirvan de estudio en los procesos de incubación, se afiancen las redes de relaciones y se cree un ambiente de confianza.
Dimensión 2. Gestión del desarrollo orientado al emprendimiento
La variable estudio sobre el fenómeno del emprendimiento en Cuba tiene un incipiente desarrollo y en estos últimos años ha contado con apoyo de emergentes consultores privados, así como la reconocida Red de Emprendimiento e Innovación en la Universidad de La Habana, pero aún existe un crecimiento desigual a nivel de país, además de las restricciones físicas que lastran el progreso de los nuevos negocios. Como proyección, la academia y los órganos de gobierno local deben fomentar el impulso de cadenas híbridas de valor regional, donde se integren, en una relación armónica, el potencial del Estado regulador con las capacidades productivas locales y su inserción en cadenas productivas nacionales e internacionales.
En cuanto a las variables soporte-industrias, se reconoce que en nuestro país se articulan sobre la base de una discreción de orden político con el objetivo de potenciar la sustitución de importaciones. Sin embargo, se hace necesaria la adopción de un enfoque sistémico, estratégico y creativo que contemple todas las áreas de negocios y que se fomente en el marco de una visión empresarial. Por tanto, debe promoverse la cooperación entre industrias de subordinación nacional, incluso empresas mixtas, y las formas de desarrollo endógeno a nivel local, que permita que el talento emprendedor se introduzca en estas redes productivas.
La relación de las variables motivación-actuación ha traído los mayores logros, ya que ha roto el paradigma del empleo en el sector estatal como único, a la vez que valida al sector no estatal como una modalidad viable y necesaria, donde la mayoría de los emprendedores son jóvenes que han dado un impulso al sector de los servicios. Aunque persiste la resistencia al cambio, la inseguridad referente a la empleabilidad futura y otros temas aún sin resolver, se debería ampliar a otros grupos etarios, así como a otros sectores, primarios y secundarios, de la economía. Debe fomentarse, como política pública de autoempleo, la inserción laboral del talento joven y, en particular, el universitario, más allá del escenario público. De tal forma, se harían evidente los casos de emprendimiento que generan una motivación hacia este papel de asumir riesgos en función de lograr una carrera profesional exitosa, donde a la vez se haga presente la responsabilidad social.
La creatividad es una de las variables que cuenta con cierta experiencia en el país, apoyada fundamentalmente por un movimiento de innovadores a través de asociaciones nacionales, por ejemplo: Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR), Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ) y Fórum de Ciencia y Técnica (FCT) como espacio público de implementación de mejoras e intraemprendimientos en la empresa estatal. No obstante, carecen de un enfoque sistémico y de acompañamiento técnico y logístico. Su gestión se limita a la sustitución de importaciones y recuperación de piezas de repuesto. Debe potenciarse esta creatividad e invención con la puesta en marcha de los PCT, ya que se contaría con espacios físicos para su desarrollo, además de otros tipos de apoyo.
Dimensión 3. Gestión de ecosistemas educativos con enfoque emprendedor
La universidad, como variable de la dimensión de gestión de ecosistemas educativos con enfoque emprendedor, tiene en Cuba una fortaleza. Cuenta con una red de centros e instituciones de educación superior caracterizada por sus conocimientos y capacidades. El tema del emprendimiento y el sector no estatal se encuentra entre los objetivos de trabajo del Ministerio de Educación Superior. Sin embargo, falta que el contenido se inserte en sus políticas de ciencia y técnica y que se articulen los objetivos y políticas hasta la base en cada universidad.
Deben proyectarse con mayor objetividad los espacios de vinculación universidad-empresa-sociedad, que permitan, de forma sistémica y operacional, insertar el talento emprendedor universitario en el fortalecimiento de las cadenas de producción y de valor, que funcionan a través de programas emergentes de desarrollo.
En cuanto a las variables programas-carreras-estudiantes, se tiene como antecedente la experiencia incipiente en dos universidades sobre la formación en emprendimiento, aunque solo a nivel de posgrado. Además, se cuenta con investigaciones sólidas aplicadas al sector, con salidas en maestrías y doctorados. No obstante, aún se carece de estructuras docentes (cátedras, departamentos, etc.) sobre el asunto, que también debería incorporarse en las diversas formas de enseñanza, incluso en el currículo base, propio y optativo de todas las carreras como aporte al buen uso de los PCT.
En el caso de los mentores, se tiene un potencial de conocimiento y capacidades en universidades y casas consultoras, así como un desarrollo, a nivel de país, del capital humano, que está acompañado por la ausencia de mecanismos de incentivos para ejercer la mentoría. Se deben articular, en estos programas de estudios de las universidades, los otros entes del ecosistema, como son las casas consultoras y emprendedores exitosos a nivel local. Estos últimos serían muy útiles porque trasmitirían sus experiencias, haciendo creíble el proceso.
Los emprendedores cubanos tienen una adecuada calificación técnica, y para la necesidad de mejoramiento económico poseen, como incentivo, el nuevo mercado laboral. Sin embargo, existe la distorsión a nivel social sobre el fenómeno y pocos o nulos conocimientos sobre administración de negocios, cuestión que justifica aún más el desempeño de las incubadoras de empresas. También se debe trabajar en una comunicación social que permita la asociación implícita entre la percepción etimológica del término «emprendedor» y elementos de creatividad, innovación y desarrollo, para dejar atrás la apreciación prevaleciente en Cuba de un emprendedor de naturaleza capitalista.
Luego de exponer los logros, carencias y proyecciones de las dimensiones obtenidas y las variables más relevantes, se puede resumir que las incubadoras se mueven transversalmente en el ciclo de formación de la empresa y que su papel es disminuir el riesgo de mortalidad en este. Su inexistencia en Cuba, en estos momentos, tiene incidencia directa en los resultados que se muestran a continuación.
Las cifras de los ocupados en la economía, según situación del empleo, desde el año 2012 hasta el 2018 (Oficina Nacional de Estadísticas e Información, 2015, 2018, 2019), muestran una tendencia a la disminución. Del total de los ocupados en el sector no estatal, hay más de 419 000 empleados que actualmente pueden estar en situación de desempleo, empleados en el sector informal o se encuentran sin ningún vínculo laboral. En el caso específico de las cooperativas (agropecuarias y no agropecuarias), aumentó en 257 000 empleos, cuestión favorable dada la situación general y que se percibe más acorde con los principios del modelo social cubano. Sin embargo, los privados (agricultores pequeños, usufructuarios, arrendatarios y trabajadores por cuenta propia) disminuyeron en más de 59 000 empleos, cuestión que, aunque negativa, tampoco es alarmante, dadas las situaciones adversas en que se desenvuelve el sector en Cuba.
CONCLUSIONES
El análisis bibliométrico realizado permite estructurar tres dimensiones que pueden servir de base en la modelación del proceso de incubación de empresas: 1) Cobertura estratégica, 2) Gestión del desarrollo orientado a emprendimientos y 3) Gestión de ecosistemas educativos con enfoque emprendedor. Se recomienda su aplicación en estudios similares.
En Cuba el proceso de incubación de emprendimientos ha tenido lento desarrollo, a causa de percepciones y distorsiones al más alto nivel de decisores y en consecuencia, no se ha formalizado la institucionalidad que debe acompañar el proceso. La articulación necesaria entre la academia, los órganos de gobierno local y demás actores del ecosistema debe fortalecerse, para desarrollar las necesarias capacidades productivas locales y su inserción en otras cadenas productivas dentro y fuera de Cuba.
Se debe continuar trabajando en las políticas públicas y cuerpos legales que garanticen que este sector privado coexista con lo público, que logre mejor articulación de ecosistemas productivos híbridos que, sin dudas, potenciaría el desarrollo sostenible del proyecto social cubano. A los efectos de la investigación, se percibe que es necesario estructurar procedimientos legales, financieros y de gestión para una mayor apertura de la inversión extranjera y otras formas asociativas de financiamiento.
Agradecimientos
A la profesora Dr. C. Ileana Días Hernández, primero por invitarnos a publicar en la revista, y segundo, por ser revisora de la primera versión del presente artículo, lo cual derivó en la mejora del manuscrito.