INTRODUCCIÓN
Es bien sabida la estrecha relación existente entre el uso de drogas y la comisión de delitos de diversa índole, la transmisión de enfermedades infecciosas, así como su incidencia en la etiopatogenia de numerosas enfermedades mentales, su presencia en la casuística de múltiples enfermedades cardiovasculares y respiratorias, su contribución a la producción de accidentes de tránsito y a la génesis de variadas formas de violencia social y doméstica.1
Por estas razones, los usos problemáticos de drogas deben ser conceptualizados no como meros signos o síntomas de una enfermedad -lo que restringiría su comprensión a la dimensión psicofísica de la enfermedad-, sino como factores sociales determinantes de la salud, restituyendo así la dimensión social y política de la problemática, ubicando dichos factores junto a otros ostensiblemente significativos, como el nivel de ingresos, la vivienda, el desempeño educativo o la seguridad alimentaria.2
En tal sentido, la elucidación de las políticas públicas saludables o las intervenciones dirigidas a incidir en esta problemática deberían basarse en una acción intersectorial orientada por el Estado y liderada por el sector salud en función de ese cometido básico.3
Según Castell Florit:4 “Para el logro de los objetivos que demanda la salud pública se requiere de un pensamiento estratégico y tácticas que permitan llegar a la esencia de los fenómenos, involucrar a todos los actores, evitar improvisaciones, validar resultados, distinguir particularidades, establecer disciplina, flexibilidad para ajustarse a las diferentes realidades y proyectar los cambios necesarios.” Discernir cuál es el modo más eficiente de intervención, así como el de elucidación de las políticas públicas más convenientes exige tanto el uso de los conocimientos científicos existentes como de las herramientas y conocimientos disponibles en la comunidad donde este se presenta.
A partir de una profunda búsqueda bibliográfica se pudo saber que el modelo con mayor reconocimiento y legitimidad para un diagnóstico específico y local sobre la problemática de las drogas es de factura conceptual y metodológica reciente. En 2011 se publicó el primer modelo formalizado para la realización de diagnósticos locales.
Con base en experiencias puntuales anteriores se editó una primera guía metodológica realizada por la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD) de la Organización de los Estados Americanos (OEA) con apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
Este esfuerzo institucional múltiple procuraba colaborar con un proceso de territorialización de las políticas de drogas que se estaba verificando en la región y que se apoyó mediante la elaboración del proyecto Savia [Salud y Vida en las Américas], una iniciativa regional de fortalecimiento de acciones locales tendientes a la reducción de la demanda de drogas.5
En este marco, se encomendó a reconocidos especialistas la redacción del manual Elaboración de diagnósticos locales sobre la problemática de consumo de drogas. Guía metodológica de investigación para la acción.6
Se trata de una herramienta de investigación diseñada para la acción que busca facilitar una comprensión de la realidad local, desarrollada por el Observatorio Uruguayo de Drogas, bajo la dirección del Observatorio Interamericano de Drogas de la CICAD de la OEA a partir de diversas experiencias previas desarrolladas en varios países sudamericanos -Perú, Ecuador, Venezuela-, así como en varias localidades del interior de Uruguay. Esta metodología fue especialmente diseñada para el desarrollo de políticas nacionales sobre drogas basadas en evidencia.
Atentos a esta exigencia, Suárez y los demás autores de la Guía metodológica de investigación para la acción propusieron un abordaje multimétodo que incluye herramientas cualitativas y cuantitativas de investigación, que se complementan y articulan para dar cuenta de la complejidad inmanente del objeto estudiado.
La arquitectura general de la propuesta intenta orientar al investigador para una evaluación detallada de las características fenoménicas de expresión de un problema, así como de un discernimiento de la inteligencia interna de articulación de los elementos físicos, socioeconómicos, políticos y culturales con el fin de establecer un juicio técnico de valor al respecto.
Debido a que se trataba de un modelo multimétodo genérico y en fase experimental pero sin ninguna evaluación previa, se propuso esta investigación con el objetivo de determinar una metodología diagnóstica con base práctica y científica para una correcta toma de decisiones en el afrontamiento de los problemas asociados al consumo de drogas.
MÉTODOS
Se aplicó una encuesta pretesteada que contenía 17 preguntas a una muestra de 20 expertos internacionales en enero de 2016. Para la selección de los posibles participantes se emplearon los siguientes criterios de inclusión: a) experiencia y experticia en el desarrollo de investigaciones sociales y comunitarias (publicaciones, posición académica, trayectoria como investigador, posición técnica y jerárquica, capacidad de incidencia en el desarrollo de políticas públicas; b) formación teórico-metodológica; c) disponibilidad para participar y d) imparcialidad. Se tuvo también en cuenta que compartiese una visión compleja de los fenómenos sociales, el conocimiento de estrategias de investigación multimétodo y la participación (en diseño, ejecución y/o supervisión) de diagnósticos participativos, aunque no necesariamente en la problemática de las drogas.
Como criterio de exclusión se consideró: a) ser autor de la propuesta metodológica a validar y b) estar en posición de subordinación jerárquica y laboral a quien realiza el presente estudio.
Las respuestas cerradas fueron procesadas con los recursos estadísticos del propio Google Form y las preguntas abiertas fueron codificadas para la realización de un análisis de contenido simple de los discursos, para el cual se empleó el programa Atlas-ti 6.27) con el fin de convertir esos materiales en unidades hermenéuticas durante el proceso de análisis.
RESULTADOS
Las respuestas al cuestionario elaborado para el proceso de validación de la metodología considerada fueron ordenadas para el análisis en cuatro bloques temáticos:
1) Caracterización del perfil de la muestra de expertos.
2) Calidad, confiabilidad y pertinencia de la propuesta de Diagnóstico Local.
3) Aspectos metodológicos.
4) Posibilidades de optimización.
1) Caracterización del perfil de la muestra de expertos (edad, país, filiación académica, formación, experiencia, conocimiento metodológico y del tema, práctica profesional). En términos etarios, la muestra reveló una media de 47 años, una mediana de 48 y una moda de 50 en un rango de edad que fue desde los 29 a los 59 años. En conjunto, la experiencia de los consultados abarcaba la totalidad de experiencias regionales a nivel hemisférico y 60 % presentaba experiencia como investigador responsable o supervisor en el desarrollo de la metodología a validar.
De los consultados, 45 % se dedicaba a la vida académica como investigador o docente y desarrollaba en ese ámbito alguna forma de docencia metodológica; 75 % había tematizado la problemática de las drogas en sus estudios e investigaciones y el 25 % restante lo había considerado subsumido en otros recortes temáticos o enfoques epistemológicos tales como: población y salud, salud mental, adolescencia e inclusión social.
En el momento de la encuesta, 55 % de los participantes de la consulta ocupaban lugares relevantes como decisores políticos en organismos nacionales y/o internacionales vinculados con esta problemática. En virtud de las características reseñadas, se valoró esta muestra como muy adecuada para los fines de este proceso de validación. De los consultados, 45 % conocía otras metodologías diagnósticas posibles de ser utilizadas en problemáticas asociadas a drogas: 30 % aludió de manera genérica al método de Investigación-Acción Participativa (IAP), pero sin adaptaciones específicas para la problemática de usos de drogas. Otro 30 % mencionó el Sistema de Diagnóstico Estratégico del metamodelo ECO2,8) lo que lo ubicó como la segunda metodología específica más conocida.
En menor medida y con diferentes grados de relación con la metodología en revisión figuraron con una mención cada uno (5 %):
Las experiencias catalanas de participación ciudadana.9
La observación participante en abordajes etnográficos en el campo de la salud.10
Las experiencias rioplatenses de planificación-gestión integrada y participativa para políticas públicas y procesos sociogubernamentales en red.11
El desarrollo de ocho fases secuenciales para la intervención en psicología comunitaria con el uso continuo de la metodología cualitativa y participativa.12
Los Estudios Rápidos de Situación propuestos por la Organización Mundial de la Salud (Rapid Assessment and Action Planning Process -RAAPP)13
2) El segundo bloque de datos fue conformado con las opiniones de los expertos acerca de la calidad, confiabilidad, eficacia y pertinencia de la metodología.
Los expertos coincidieron unánimemente en el valor de la metodología planteada: 35 % la consideró ampliamente satisfactoria, otro porcentaje análogo la encontró satisfactoria y el restante 30 % la evaluó como adecuada. También hubo pleno consenso de todos los participantes en que se trata de una metodología que permite producir conocimientos y evidencias empíricas para un mejor afrontamiento de esta problemática y para el desarrollo de políticas públicas específicas tendientes a una reducción de la demanda de drogas.
De igual modo, al ser consultados sobre si el enfoque multimétodo posibilita un mejor abordaje y comprensión de la complejidad de la problemática de las drogas, casi la totalidad de los participantes (95 %) coincidió en este aspecto, salvo en un caso en que se reclamó una mayor libertad metodológica a la hora de realizar un diagnóstico local.
También una proporción muy importante de la muestra (80 %) opinó que esta metodología presentaba ventajas cualitativas frente a otras, principalmente por su especificidad en el abordaje de drogas y la claridad expositiva de su guía; 10 % declinó hacer comentarios por no tener elementos de juicio suficientes para comparar con otros métodos diagnósticos y 10 % no halló diferencias cualitativas significativas con otros métodos.
3) Aspectos metodológicos y articulación interna de sus componentes.
En relación con el tiempo previsto para la aplicación de esta metodología, no hubo consensos tan amplios como en otros ítems. Solo 65 % consideró que se trataba de un plazo adecuado e incluso cuatro (20 %) de los que estaban de acuerdo en términos generales y alegaron que siempre es necesario un encuadre temporal, también reclamaron mayor flexibilidad en el manejo de los tiempos de investigación.
Con respecto a si el modelo propuesto plantea una estrategia adecuada para la recolección de datos secundarios, se volvió a verificar un consenso muy amplio de 90 %. A pesar de esta gran conformidad, algunos especialistas formularon algunas sugerencias atendibles como la incorporación de una planilla de recogida y agrupación de datos secundarios como:
Características geográficas de la localidad, incluyendo las distancias de esta con las ciudades o capitales (con el fin de visualizar posibilidades de acceso a soluciones de problemáticas de mayor complejidad).
Presupuestos locales para el desarrollo de proyectos sociales (municipales o regionales).
Existencia de expendios de bebidas alcohólicas y su proximidad con centros educativos.
Atender las dinámicas de desarrollo humano de forma más detallada.
4) Posibilidades de optimización de la propuesta.
A pesar de la aceptación generalizada del modelo en términos globales, la mayoría de los participantes (85 %) consideró que el modelo podía ser mejorado para un mejor logro de sus objetivos y un 60 % detalló componentes útiles que podrían ser incorporados, al tiempo que formularon otras sugerencias de modificación.
El reclamo más repetido (60 %) en esta muestra fue el aumento del tiempo disponible (tres meses), tanto para la recolección de datos como para su procesamiento.
Reclamo que apareció en algunos casos unido a una consideración más procesual, la intervención diagnóstica. Se propuso en tal sentido relevar la historia de los proyectos sociales desarrollados en el territorio durante el último quinquenio, observar si fueron exitosos o si fracasaron y darle continuidad al diálogo con la comunidad con miras al desarrollo de nuevas políticas específicas (20 %).
Potenciar el carácter interdisciplinario de los equipos diagnósticos para enriquecer su mirada (10 %).
Permitir la participación de otros actores (poblaciones ocultas) que no están contemplados en la metodología: usuarios de drogas, personas en situación de calle, adolescentes, etc. (5 %).
Integración de las instituciones deportivas al proceso diagnóstico (5 %).
Incorporar un abordaje etnográfico a la metodología (5 %).
En relación con la guía se propuso:
El desarrollo de planillas específicas para un agrupamiento de datos (15 %),
Una especificación mayor de la articulación posible entre datos cuantitativos y cualitativos (5 %).
La incorporación de indicadores que permitan evaluar el impacto de las políticas de drogas en el desarrollo humano de una comunidad: impacto en la pobreza, en los derechos humanos en el medio ambiente y en los jóvenes (5 %).
Un mayor esclarecimiento de las advertencias sobre posibles sesgos en las muestras (5 %).
Un mayor detalle en la consideración de los aspectos éticos: manejo de las grabaciones y consentimientos informados (5 %).
DISCUSIÓN
Este estudio procuró determinar la validez de contenido de la metodología considerada (su arquitectura interna, los instrumentos que contiene, la articulación posible de sus componentes, su aplicabilidad y el modo en que está formulada en el manual). Es decir, qué tan válido y confiable resulta este constructo, así como qué tan comprensible es el manual que lo resume y explica. Dado que la metodología en estudio configura un constructo con el que se busca elucidar el modo complejo de expresión de un fenómeno elusivo, su evaluación no puede estar basada exclusivamente en datos numéricos ni en observaciones experimentales.14 Si bien para este tipo de consultas no existe un número mínimo definitivo de expertos que sostengan una investigación y hay quienes afirman que diez especialistas brindan una estimación confiable, hay mayores garantías y consenso en torno a los veinte participantes.14
Finalmente, pudo obtenerse una muestra de veinte expertos de ocho países (Bolivia; Chile; Colombia; Ecuador; España; México; Paraguay y Uruguay) y ocho disciplinas (antropología; criminología; demografía; derecho; medicina; psicología; sociología y trabajo social) con inscripciones académicas múltiples y diversas, que llega en algunos casos a países extraregionales (Alemania; Gran Bretaña); muestra que, debido a sus características, se valoró como muy adecuada para los fines de este proceso.
En virtud de las opiniones decididamente mayoritarias y ampliamente consensuales vertidas por los expertos frente a las preguntas referidas al valor heurístico de la metodología en proceso de validación, se puede considerar que la misma está validada y debe ser considerada como un instrumento valioso para el desarrollo de diagnósticos locales. También resulta claro que sigue siendo el método más económico, eficaz y con mayor legitimidad científica de los desarrollados hasta el momento.
No obstante, como se trata de un instrumento que se viene ensayando desde hace pocos años es necesario actualizar y optimizar sus posibilidades y modos de aplicación. Resulta razonable aceptar las sugerencias realizadas por los especialistas y proceder en futuras intervenciones a incorporar esos elementos.
En conclusión, se considera que la metodología estudiada constituye -en la actualidad- la mejor opción para la realización de un diagnóstico de los problemas sanitarios asociados al uso de drogas en una pequeña localidad.