Introducción
Los síndromes demenciales constituyen un gran problema de salud a nivel mundial producto del envejecimiento progresivo de la población. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la demencia afecta a 50 millones de personas en todo el mundo, de las cuales alrededor del 60 % viven en países de medianos y bajos ingresos. Asimismo, señala que cada año se registran cerca de 10 millones de nuevos casos. Se calcula que entre el 5 % y 8 % de la población general de 60 años o más sufre demencia en un determinado momento, y se prevé que el número total de personas con demencia alcance los 82 millones en 2030 y 152 millones en 2050.1
De 3,4 millones de personas con demencia en América Latina y el Caribe en la actualidad, se prevé que las cifras se incrementen a 4,1 millones para 2020 y a 9,1 millones en 2040, de manera similar a los datos de Norteamérica.2
Los indicadores demográficos de Cuba indican que, actualmente, 20,4 % de la población es adulta mayor.3) En 2015 se estimaron 160 000 personas afectadas de demencia, cifra que podría ascender a 421 000 para 2050; el costo de la enfermedad fue valorado en 512 millones de dólares anuales.4
Durante los últimos años, algunos estudios realizados en la población mayor de 65 años de varios municipios de La Habana han revelado una prevalencia del síndrome demencial entre 6,4 % y 10,8 %, donde la enfermedad de Alzheimer (EA) ha sido la más frecuente en más del 60 % de los casos.5,6,7
La EA es la más común de las demencias y representa entre 60 % y 80 % de los casos. Otras formas frecuentes son: la demencia vascular, la demencia por cuerpos de Lewy y un grupo de enfermedades que pueden contribuir a la demencia fronto temporal.8,9,10,11,12
A pesar de la investigación constante, aún no existe el tratamiento curativo para las formas comunes de demencia. Sin embargo, son varios los estudios que han identificado los factores que influyen en ellas.13,14,15,16,17,18,19
Dentro de los factores de riesgo que influyen en estas enfermedades se pueden citar algunos de naturaleza biológica, dependientes de la constitución del individuo (no modificables, como genotipo ApoE, otros polimorfismos genéticos, arterial, otras patologías cardiovasculares, diabetes, género femenino, perímetro cefálico, sordera, función cognitiva previa, historia familiar de demencia), otros de carácter psicosocial, dependientes en gran medida del entorno del sujeto (modificables, como educación, interacción social, actividad física, nutrición, tóxicos ambientales, ocupación), y otros resultantes de la interacción de ambos (depresión, malos hábitos alimenticios y estilos de vida, en general).13) Algunos factores de orden psicosocial como el estilo de vida, la educación y las condiciones socioeconómicas, podrían influir de manera positiva o negativa en el desarrollo de la enfermedad.13,14,15,16,17,18,19
Si bien la información epidemiológica en torno a la situación de las demencias en Cuba es cada vez más abundante y completa, se debe ampliar y actualizar para tener mejores estimaciones del problema y contar con información actualizada y de calidad, que permita proponer estrategias objetivas para enfrentar los complejos y numerosos desafíos asociados con la demencia. El objetivo de este trabajo fue estimar la prevalencia del síndrome demencial y los factores de riesgo en adultos mayores de 65 años y más.
Métodos
Se realizó un estudio observacional, analítico de corte transversal, como parte del estudio longitudinal Envejecimiento y Alzheimer, del Grupo de Investigaciones 10/66 en Cuba5,12) (actualmente en un tercer momento de intervención), en el policlínico 27 de noviembre, del municipio Marianao, en La Habana, desde septiembre 2016 a enero 2018.
El universo de estudio estuvo constituido por 3829 personas mayores de 65 años, pertenecientes a esta área de salud, la cual cuenta con 26 consultorios para un total de 28 213 habitantes según el Análisis de la Situación de Salud del año 2018. El muestreo intencional realizado incluyó 249 personas mayores que cumplieron con los criterios de inclusión y representaron el 6,5 % del total.
Criterios de inclusión: Pertenecer al área de salud. Tener 65 años o más. Voluntariedad para participar en el estudio, avalada por la firma del consentimiento informado, tanto de la persona mayor como de su familiar.
Criterios de exclusión: Decisión de abandonar el estudio en cualquiera de sus etapas, por parte de la persona mayor o de los familiares, a pesar de haber firmado el consentimiento informado.
Para la evaluación de los adultos mayores se aplicaron los siguientes instrumentos, validados por el Grupo Internacional de investigación en Demencias 10/66:5,12,18,19
Cuestionario socio demográfico y de factores de riesgo: Es de amplio uso a nivel nacional en todas las investigaciones relacionadas con las demencias y fue validado por el Grupo de Investigación 10/66.
Pruebas cognitivas: Es el instrumento de pesquisaje de demencia en la comunidad (CSI-D) y la repetición de 10 palabras modificadas del Consorcio Europeo para el estudio de las demencias (CERAD), para evaluar: memoria, orientación, razonamiento, funciones ejecutivas, actividades socio-laborales, actividades recreativas y cuidado personal.
Cuestionario del informante: Incluye entrevistas a un informante confiable [esposo(a), hijo(a), otro familiar, otra persona (amigos, vecinos)] para evidenciar declinación cognitiva y funcional; proporciona información sobre la historia y etiología del síndrome demencial y subtipos probables, así como el inventario neuropsiquiátrico que brinda información sobre los síntomas psicológicos y conductuales en las demencias.
Criterios diagnósticos del Manual of Mental Disorders Fourth-Edition (DSM IV) y 10/66: Se realiza el diagnóstico de demencia mediante un algoritmo probabilístico basado en los criterios conocidos como Demencias 10/66 y que resulta de una ecuación mediante un modelo de regresión logística desarrollado por el Grupo de Investigación Internacional 10/66 en su estudio piloto multicéntrico, utilizando los coeficientes de los instrumentos ya mencionados. Además, se tienen en cuenta los criterios diagnósticos del DSM IV y de los subtipos de demencia desarrollados por los grupos de investigación; NINCDS-ADRDA de enfermedad de Alzheimer, NINDS-AIREN para demencia vascular y otras demencias.18,19
Variables independientes
Edad (años): Se conformaron cuatro grupos: 65-69, 70-74, 75-79, (80 años
Sexo: Femenino, masculino.
Escolaridad: Iletrado, primaria sin terminar, primaria terminada, media, universitaria.
Vínculo conyugal: Se consideró Sí cuando referían tener una relación estable, legítima o no. Se consideró No cuando referían que nunca se habían casado, estaban divorciados, sin pareja o viudos.
Historia familiar de demencia: Se consideró Sí cuando referían tener antecedentes familiares de demencia. Se consideró No cuando referían no tener antecedentes familiares de demencia.
Vida social activa: Se consideró Sí cuando referían la realización de actividades físicas y sociales. Se consideró No cuando referían no realizar estas actividades.
Variable dependiente
Síndrome demencial: Según enfermedad: EA, demencia vascular, otras demencias (cuerpos de Lewy, frontotemporal, de progresión rápida, asociada al VIH).
Se realizaron las coordinaciones pertinentes a nivel municipal y en el área de salud, los consultorios del médico de la familia, así como la firma del consentimiento informado por los adultos mayores que resultaron seleccionados y sus cuidadores. Posteriormente, se aplicó la batería de instrumentos por parte de geriatras, psicólogos y otros especialistas de la salud. Se calculó la prevalencia del síndrome demencial estimando la proporción cada 100 personas, según las variables edad, sexo, escolaridad y vínculo conyugal (con sus intervalos de confianza al 95 %). Se realizó inicialmente un análisis univariado entre cada una de las variables explicativas o independientes (cualitativas) y la variable de respuesta o dependiente (síndrome demencial). Mediante la prueba de independencia ((2) y en caso de asociación significativa (p < 0,05), o por criterio de expertos (integrado por cinco miembros del comité asesor de la investigación, constituido por doctores en ciencias y profesores titulares), se incluyó además otras variables, como historia familiar de demencia y vida social activa, en un análisis posterior, a través de la regresión de Poisson. Se describió la razón de prevalencia (RP) cruda y ajustada para edad, sexo y educación. Los análisis se realizaron utilizando la versión 12.0 de Stata (StatCorp 2013, Stata Statistical Software: release 11; Stata Corp, College Station, TX).
Los participantes recibieron información detallada sobre la intervención y sus objetivos y posteriormente se solicitó a familiares y participantes el consentimiento por escrito para su participación. La intervención cumple con la II Declaración de Helsinki20 y su protocolo fue aprobado por el Comité de Ética de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana y de la institución participante (policlínico 27 de noviembre).
Resultados
La prevalencia del síndrome demencial fue de 12,1 % (30/249). La demencia Alzheimer fue la más frecuente, con 70 % (21/30), seguida de la demencia vascular, con 23,3 % (7/30).
Hubo un incremento de la prevalencia con el aumento de la edad: del 3,1 % en el grupo de 65−69 años hasta 23,3 % en el de 80 años y más (Tabla 1).
La prevalencia del síndrome demencial fue mayor en el sexo femenino, con 12,8 % (21/164) en contraste con 10,6 % (9/85) correspondiente al sexo masculino y fue también mayor en los participantes con bajo nivel educacional, 33,3 % (4/12) en iletrados. Llama la atención la ausencia de demencia en personas universitarias, que representaron 12,8 % (32/249) del grupo de estudio.
La prevalencia del síndrome demencial fue mayor en los que no tenían vínculo conyugal, con 15,7 % (16/102) mientras que fue solo 9,5 % (14/147) en las personas mayores con demencia que estaban casadas en el momento de la evaluación.
La tabla 2 muestra los factores de riesgo y su asociación con el síndrome demencial. En el caso de la edad, la razón de prevalencia cruzada fue de 1,98 % (IC 95 %: 1,32−2,97). Esto significa que por cada 5 años de aumento en la edad se duplica el incremento de demencia. En cuanto a la educación, se observó un efecto protector, lo que significa que a mayor nivel de escolaridad, menor es la prevalencia de demencia. La historia familiar de demencia triplicó el riesgo con una razón de prevalencia de 3,46 % (IC 95 %: 1,26−10,49), En las personas que no mantenían una vida social activa se duplicó el riesgo de padecer la enfermedad (2,73 %, IC 95 %: 1,72−4,34).
Discusión
Esta intervención muestra una alta prevalencia del síndrome demencial en esta área de salud del municipio Marianao (12,1 %) de La Habana. Resultados similares se encontraron en el cercano municipio La Lisa durante 2012 (10,8 %).6) Sin embargo, en los dos estudios transversales más extensos realizados sobre la prevalencia de la demencia y la enfermedad de Alzheimer en Cuba, durante los años 2003‒2006 en los municipios Playa (La Habana) y Santa Clara (provincia Villa Clara), donde se estudiaron 18 351 y 20 866 personas mayores de 65 años, respectivamente, la prevalencia fue de 9,3 % y 7,2 %,21) con cifras inferiores a las encontradas en esta intervención. Lo anterior no sólo destaca el aumento acelerado del envejecimiento poblacional en el país, sino que resalta las altas tasas de prevalencia del síndrome demencial como problema de salud.
La demencia tipo Alzheimer fue la más frecuente en esta población, lo que se corresponde con los datos obtenidos por Guerra en 2011, al estudiar la misma área de salud, donde el 61,2 % de los adultos mayores presentaban EA, el 18,6 % demencia vascular y el 19,7 % otras demencias.7) En los estudios de prevalencia de países como EE.UU, México y España es la EA la de mayor porcentaje en la población mayor.9,10,11
La edad es uno de los factores no modificables que se asocia con el aumento del riesgo de padecer demencia. Aunque la mayoría de las investigaciones abordan los factores modificables,13,14,15,16,17,18,19 existen criterios que avalan el aumento exponencial de la prevalencia e incidencia de esta afección con el envejecimiento.14,15 Los resultados obtenidos se corresponden con estos planteamientos.
Del total del grupo en estudio, 66 % estuvo representado por mujeres, de las cuales el 12,7 % presentó algún tipo de demencia. Se plantea que el impacto de la demencia y los síntomas que se presentan, es mucho mayor en mujeres que en hombres y más aún en los países de medianos y bajos ingresos.13) Por otra parte, se ha comprobado que las mujeres tienen más riesgo de presentar deterioro cognitivo y posteriormente desarrollar EA que los hombres,22,23,24) lo cual se ha confirmado en esta intervención.
La prevalencia de demencia fue cero en los adultos mayores que tenían escolaridad universitaria. Algunas investigaciones resaltan el papel de la educación con relación a la demencia.13,14,15,16,17,18,19,25 Se ha demostrado que las personas instruidas poseen mayores sinapsis corticales que las iletradas y, por lo tanto, están más capacitadas para hacer frente al deterioro causado por la pérdida neuronal propia de la enfermedad.25 Además, la reserva cognitiva de las personas con demencia puede retrasar el inicio de los síntomas clínicos y permitir que compensen ciertas pérdidas de memoria (al usar, por ejemplo, estrategias de memorización), camuflando sus síntomas y dificultando el diagnóstico.
Más de la mitad de los participantes en el estudio estaban casados o unidos consensualmente y en ellos la frecuencia de la demencia fue menor que en aquellos solteros o viudos. Un estudio longitudinal, basado en el análisis de los Registros Nacionales de pacientes de Suecia, encontró que las personas solteras tenían un riesgo mayor de incidencia de demencia que las personas casadas o en unión consensual.26 Resultados similares se publicaron en el 2018 por Sommerland, quien encontró que las personas que han vivido solas durante gran parte de la vida tienen un riesgo mayor (42 %) de desarrollar la enfermedad, en comparación con aquellas que viven con su pareja.27) Las investigaciones que evalúan la relación del vínculo conyugal con la demencia, señalan que este podría tener un efecto protector contra el deterioro cognitivo y el síndrome demencial en edades avanzadas. Tener pareja no solo permite la satisfacción sexual y el incremento de redes de apoyo, sino además puede aumentar la autoestima y mejorar el estado emocional, siempre que esta unión sea funcional.26,27
En los países en desarrollo, las personas llegan a la tercera edad con mayor deterioro de su calidad de vida y mayor acumulación de enfermedades crónicas asociadas. Esto está condicionado por estilos de vida poco saludables, hábitos de alimentación incorrectos y sistemas de salud deficientes, sobre todo en países de medianos y bajos ingresos.14,28 Los análisis realizados en esta intervención muestran que por cada 5 años de aumento en la edad se duplica el incremento a padecer demencia.
La historia familiar de demencia triplicó el riesgo de padecer un síndrome demencial en la población estudiada, lo que coincide con datos reportados por Lampert, donde se afirma que un antecedente de EA u otra demencia en un pariente de primer grado aumenta entre 2 y 4 veces el riesgo de desarrollar la enfermedad.29
Se obtuvo que en las personas que no mantenían una vida social activa el riesgo de demencia se duplicaba. En este sentido, se ha estudiado que un estilo de vida socialmente integrado y activo, así como la práctica de actividades de ocio, podrían proteger contra el desarrollo de demencia. La práctica habitual de ejercicios físicos se asocia con el buen humor y un estado afectivo positivo, lo que contribuye a la mejoría de la función física y cognitiva, así como la reducción de la ansiedad y la depresión.13 Lo contrario lleva a un mayor riesgo de desarrollar demencia.
Al controlar el efecto confusor de las variables edad, educación y sexo, continuaron como factores de riesgo del síndrome demencial, la edad, el bajo nivel educacional, la historia familiar de demencia y el no presentar una vida social activa.
En los últimos años, se han estudiado nuevos factores que se han relacionado con el riesgo de padecer demencia, por ejemplo, el síndrome de apnea obstructiva del sueño, la insuficiencia renal crónica, la insuficiencia cardiaca congestiva y la fibrilación auricular, entre otras. Es importante considerar, que estos factores pueden sumarse unos a otros, lo que hace aún más complejo el proceso fisiopatológico de las demencias.13 Sin embargo, muchas de las investigaciones epidemiológicas sugieren que una intervención efectiva en los principales factores de riesgo modificables pudiera prevenir hasta el 50 % de las demencias,5,13,17 de ahí la importancia en su reconocimiento temprano.
Este estudio presenta algunas limitaciones en el alcance de los resultados. La población seleccionada fue de 65 años o más, dejando fuera del estudio, aquellos adultos mayores de 60−64 años, edades que pueden representar un porcentaje significativo en la prevalencia de este tipo de enfermedades en el municipio. Además, no se incluyeron en el análisis otros factores como el ictus, la diabetes mellitus, la hipertensión arterial en la edad media de la vida, la enfermedad cardiaca isquémica, la depresión, el hábito de fumar y las condiciones socioeconómicas, que pueden ser determinantes ante la enfermedad.
Sin embargo, los actuales resultados han permitido conocer, como parte de la línea de investigación del grupo 10/66 en Cuba, la prevalencia del síndrome demencial en esta área de salud del municipio Marianao y algunos factores de riesgo que pueden estar asociados. Este conocimiento se hace necesario para poder establecer estrategias de intervención en la población mayor que promuevan estilos de vida más saludables y reduzcan el impacto de la demencia en esta población.
En conclusión, la prevalencia del síndrome demencial en las personas mayores estudiadas fue elevada. La edad, el sexo, el nivel de escolaridad y no presentar vínculo conyugal constituyeron los principales factores de riesgo asociados a esta enfermedad.