Introducción
A finales de diciembre del 2019 comenzaron a ser reportados en la región asiática de Wuhan, República Popular China, pacientes con una infección respiratoria aguda, de origen desconocido. Esta resultó ser un nuevo coronavirus, SARS-CoV-2, y la enfermedad que este genera fue llamada COVID-19. La susceptibilidad general existente para este agente etiológico en la población mundial, su elevada tasa de incidencia y la rápida expansión de la enfermedad favorecieron una amplia dispersión en las comunidades humanas, originando grandes cadenas de transmisión.1) Esta enfermedad pasó de ser una problemática regional a convertirse en una emergencia sanitaria mundial.
Según estudios realizados, el virus de la COVID-19 puede trasmitirse por contacto directo con una persona infectada e indirectamente por contacto con superficies que se encuentren en su entorno inmediato o con objetos que haya utilizado,2) por lo que la concentración y movilidad poblacional han sido factores agravantes para el desarrollo y la dispersión de la epidemia, provocando eventos de contagio masivo comunitarios e institucionales.
Cuba no está exenta de esta situación que alarma los sistemas de salud a nivel internacional. Los primeros casos de COVID-19 se diagnosticaron en el país el 11 de marzo del 2020 en turistas italianos que se encontraban en el municipio Trinidad, provincia Santi Spíritus. A partir de entonces, se reportaron casos confirmados de la enfermedad en gran parte del territorio nacional, y La Habana fue una de las provincias más afectadas.
Partiendo del doble carácter que tiene este territorio como ciudad capital y provincia, su elevado número de habitantes, la densidad poblacional, así como el alto grado de envejecimiento que presenta, la convierten en un punto clave para el desarrollo de la enfermedad y sus complicaciones
En el campo de la salud, las enfermedades transmisibles, en particular, se comportan de manera diferente de acuerdo a las características propias de cada territorio, por ello el análisis de la distribución geoespacial facilita la toma de decisiones y la ejecución de intervenciones diferenciadas desde el punto de vista territorial.
El objetivo de esta investigación fue analizar la distribución geoespacial de la COVID-19 en La Habana.
Métodos
Se realizó un estudio descriptivo en la provincia La Habana, en el período marzo-julio del 2020.
La Habana con una superficie de 728,26 km2 ocupa el 0,6 % del total del territorio nacional. Es la más pequeña de todas las provincias y cuenta con una población de 2 130 081 habitantes, distribuidos en 15 municipios con alto grado de urbanización y una densidad poblacional de 2 925 habitantes/km2. La provincia cuenta con 30 hospitales, 82 policlínicos, 2005 consultorios, distribuidos en 82 áreas de salud.3
Para la descripción de la distribución espacial de los pacientes positivos al SARS-CoV-2 en la Habana, se utilizó como variable principal el total de casos confirmados. La información fue obtenida de la base de datos de COVID-19 confeccionada por el Ministerio de Salud Pública.
Para explorar la posible influencia de factores demográficos y geoespaciales en la distribución geográfica de la COVID-19, que incrementan el riesgo de transmisión y/o la presencia de casos graves y muertes, se identificaron variables con datos disponibles de los 15 municipios de La Habana. Las variables incluidas en el análisis fueron: 1) los casos confirmados al SARS-CoV-2; 2) la densidad poblacional estimada anualmente por la Oficina Nacional de Estadística e Información1) y 3) la estructura territorial de La Habana, establecida por la Dirección Provincial de Planificación Física y Ordenamiento Territorial. En la tabla 1 se describen y operacionalizan estas variables.
Para controlar el sesgo que introduce utilizar número de casos totales muy elevados, se tomó en consideración el número casos existentes en cada una de las variables para establecer los valores o puntos de corte de cada estrato.
Se confeccionaron mapas temáticos para representar la distribución espacial de todas las variables incluidas en el estudio. Estos fueron utilizados, posteriormente, en un análisis por superposición de capas. Se aplicaron métodos de representación cartográfica. Se utilizaron las bases cartográficas digitales producidas por el grupo empresarial GEOCUBA a una escala de 1:250 000, que fueron procesadas con el software Qgis 3.4.8.
Resultados
Durante los primeros cinco meses de epidemia (marzo-julio), La Habana diagnosticó 1468 casos confirmados a la COVID-19, de ellos 1391 autóctonos y 77 importados, distribuidos espacialmente en la totalidad de sus municipios.
La figura 1 muestra la distribución geoespacial de casos de COVID-19 durante el período de estudio seleccionado. Con la aparición de los primeros casos se observó un comportamiento homogéneo en todos los municipios de la capital, alcanzando dos picos, uno en abril (587 casos) y mayo (364 casos).5)
La superposición de las capas estructura territorial vs casos confirmados de SARS-CoV-2 (fig. 2), resalta la concentración de casos en la zona central, siguiendo un patrón de distribución radial al resto de las zonas dentro de la provincia. Esto responde a dos variables que juegan un papel fundamental en el contexto actual: la densidad poblacional (fig. 3) y el uso del suelo; esta última condiciona la movilidad y concentración de las personas.6
Discusión
El uso de la variable geoespacial estructura territorial de La Habana introduce en el análisis algunos determinantes sociales que usualmente no son tomados en consideración, tales como la evolución histórica del desarrollo urbanístico y del sector industrial, los diferentes estilos constructivos y de organización territorial del espacio capitalino y las condiciones hidrosanitarias, por solo mencionar algunos.7)
La variabilidad estructural de un territorio influye en el comportamiento de su población y, a su vez, en la vulnerabilidad de esta ante una situación determinada.8) El movimiento vectorial de las personas de las zonas perifericas e intremedias hacia las zonas centrales, donde se localizan los principales polos comerciales y laborales, así como la concentración en puntos clave de la provincia, hace que exista una fluctuación pendular que actua como un corredor fantasma del virus en todo el territorio.9)
Estudios recientes muestran terriotiros vulnerables al SARS-CoV-2 en la provincia basandose en su población de 60 años y más con comorbilidades,10 si nos basamos en esto solo, los territorios con este tipo de características serían propensos a propagar el virus; sin embargo, las estadísticas demuestran que la mayor cantidad de casos confirmados no se encuentran en este grupo de edades; que las comorbilidades influyen en la letalidad, pero no en el contagio y que existen factores socioeconómicos que hacen de un territorio un área vulnerable o no ante la dispersión de la enfermedad.
En conclusión, la vulnerabilidad al contagio en un territorio está dada por un grupo de variables y su interrelación, que hacen favorable a un territorio para la propagación y el contagio.