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MediSur
versión On-line ISSN 1727-897X
Medisur vol.14 no.6 Cienfuegos nov.-dic. 2016
PUNTO DE VISTA
¿Es la visión integral actual del ser humano, suficiente?
Is the current comprehensive view to the human being, enough?
Ricardo Ángel González Menéndez
Universidad Médica de La Habana, Facultad de Ciencias Médicas Dr. Enrique Cabrera, Hospital Psiquiátrico Dr. Eduardo Ordaz, La Habana, La Habana, Cuba
RESUMEN
La valoración de la cuantía y calidad con que los diferentes componentes del medio natural, cultural y social logran satisfacer el abanico de necesidades del ser humano durante la interacción con el medio resulta de vital importancia para comprender su desarrollo integral. El hombre tiene necesidades biológicas, psicológicas, sociales, culturales y espirituales que debe satisfacer para su desarrollo pleno. En este trabajo se reflexiona sobre lo perentorio que resulta en la actualidad que se formen individuos con una espiritualidad desarrollada, como única alternativa frente a la gran epidemia de hiperhedonismo y pasotismo que ha invadido al mundo de hoy.
Palabras clave: humanos, espiritualidad, desarrollo moral.
ABSTRACT
Quantity and quality assessment with which the different components on the natural, cultural and social environment achieve to satisfy the range of needs of human beings during the interaction with the environment results of vital importance to understand its comprehensive development. Man has biologic, psychological, social, cultural and cultural needs which should be satisfied for its full development. This paper reflects on the current imperative to form individuals with a developed spirituality, as the only alternative facing hyperhedonism and passivity that has invaded the world today.
Key words: humans, spirituality, moral development.
Un aspecto de vital importancia para comprender al ser humano en su desarrollo integral durante la interacción con el medio, es la valoración de la cuantía y calidad con que los diferentes componentes del medio natural, cultural y social logran satisfacer el abanico de necesidades presentes en el más desarrollado de los animales, pese a su condición de total indefensión y dependencia de sus padres o sustitutos, en los primeros meses de vida. Implica también conocer las múltiples anomalías irreversibles del desarrollo de la comunicación, posición bípeda, y habilidades sociales de todo tipo, en los contados casos de niños que por diferentes circunstancias han sobrevivido bajo la protección, alimentación y “crianza” de animales. A estos niños, cuando han regresado a la sociedad y pese a tener, a veces, las mejores familias, escuelas y profesores, les resulta imposible alcanzar igual desarrollo que otras personas de su edad pues se comportan como prototipo de retrasados mentales moderados o severos, cuyo mecanismo determinante es el social. Se trata de los “niños lobos” y los “hombres monos”, que por haber sido “crías” de fieras se denominan técnicamente “niños ferales”. El aspecto más importante de esta experiencia, inicialmente reportada por familiares y maestros, es hoy en día ciencia constituida: los niños tienen una etapa ideal para el desarrollo de diferentes conocimientos y habilidades así como para la satisfacción adecuada de sus múltiples necesidades, denominada ventana de aprendizaje, que marca un tiempo limitado, cuando este transcurre sin los aprendizajes que corresponden, resulta posteriormente imposible recuperar totalmente lo perdido. Es lo que ocurre con el lenguaje hablado de los niños ferales, prácticamente irreversible y también es lo que acontece en la “forja de corazones puros y enteros” si los padres posponen la “siembra de valores y virtudes” al considerarlos erróneamente como una responsabilidad exclusiva de los futuros maestros, e igualmente, con los maestros de primaria si posponen aspectos medulares de la educación y la instrucción, para etapas posteriores del proceso escolar, cuando desgraciadamente dicha ventana ya se ha cerrado. Veamos ahora de manera muy sintética las necesidades fundamentales de los seres humanos y las consecuencias esperables de su insatisfacción. Como antes se destacó, las más relevantes y perentorias para la conservación de la vida y también de la especie humana, son las necesidades biológicas como la de ser alimentado, hidratado, abrigado, facilitado en la evacuación fecal o urinaria (necesidad de atención médica en niños que nacen con ano imperforado), de defender su integridad física, al principio por la protección familiar y después por sí mismos, sin olvidar, en lo relativo a la especie, la necesidad de procreación. Estas necesidades son tan importantes que su insatisfacción conduciría a la muerte del individuo y hasta de la especie. Necesidades psicológicas relacionadas con las estimulaciones, al principio tan elementales como la temperatura de la madre en el contacto piel con piel de la lactancia, y después progresivamente complejas y trascendentes, hasta el punto de que las mismas juegan papel en el control de la actividad cerebral, en etapas más avanzadas se manifiesta la necesidad de autoestima y seguridad personal. Las consecuencias de la falta de satisfacción de estas necesidades se ejemplifican con el hecho de que una persona totalmente normal, incluida por tres días seguidos en una cámara de deprivación sensorial manifiesta una “psicosis por deprivación”. Necesidades sociales relacionadas con la comunicación interpersonal, la aceptación por el grupo de convivientes, los roles jugados, el status alcanzado, la congruencia o convivencia ideológica, el sentido de participación en el desarrollo. La carencia notable de estas necesidades conduce a la exclusión y pérdida del sentido de pertenencia. Necesidades culturales cuya satisfacción se vincula por definición histórica a la creación, posesión o disfrute de lo logrado por el ser humano en su transformación del medio y va desde el hacha de cuarzo hasta los más modernos ingenios electrónicos, de transporte y residencial, pasando por los aportes científicos, artísticos, deportivos, nivel de información, tradiciones, hobbies y aficiones. Su insatisfacción implica frustración. Necesidades espirituales. En la literatura científica actual, los conceptos cultural y espiritual, se solapan, al ser utilizados como sinónimos, ya que según la procedencia del autor, se reconocen cuatro niveles de integración del ser humano, denominados indistintamente bio-psico-socio-cultural o bio-psico-socio-espiritual Es posible que esta proyección que acepta lo espiritual, como equivalente a vasta cultura, ilustración, creación y disfrute estético, no alcance igual relevancia en dedicaciones ajenas a la prestación de servicios como los de salud, religiosos, de formación patriótica, escolares u otros que garanticen la formación de seres humanos capaces de desarrollar ese mundo, mejor, que además de posible resulta actualmente indispensable. Consideramos, sin embargo, que las tendencias evidentes en la sociedad posmoderna permiten estimar que miles de millones de seres humanos de buena voluntad, esperan-de manera consciente o no-la respuesta al problema expuesto en el título: ¿Es la visión integral actual del ser humano, suficiente? La hipótesis que se defiende en esta reflexión es que ha llegado el momento histórico para un nuevo desglose que permita reconocer la existencia de un quinto nivel sobre el que posiblemente descanse el futuro de la humanidad: se trata del nivel expresado por la espiritualidad desarrollada, que va mucho más allá de la hoy aceptada como sinónimo de vasta cultura, que para nosotros sería una espiritualidad básica, factor facilitador-aunque no indispensable-de la espiritualidad desarrollada. En esta hipótesis, debe agregarse el nivel de la espiritualidad desarrollada, que implica un formidable salto cualitativo, que devendría quinto integrante de la pirámide de desarrollo del ser humano. Una visión panorámica-muy sintética-de las raíces históricas y el método seguido en nuestras reflexiones incluye términos como cosmovisión materialista; concepción objetiva, multifactorial, sistémica, historicista, de práctica social transformadora; y nombres tan prestigiosos como Charles Darwin, Hugley Jackson, Abraham Maslow y Eric Kandel, todos ellos expertos mundiales dedicados a la interaccion sujeto medio y sus consecuencias. Pretendemos además, tomar como base la concepcón martiana del espíritu. La motivación básica para abordar este tema es la necesidad histórica de subrayar la existencia de un nivel más avanzado de la integralidad del ser humano, imprescindible para el desarrollo social. Aún cuando muchos reconocemos que el hombre puede definirse simplemente como un ser social, o bio-social, la historia moderna ha registrado la necesidad del desglose de su integralidad para visualizar componentes muchas veces subvalorados en la etapa somatista de las concepciones médicas, seguida por la psicosomática, y la bio-psico-social, que al enriquecerse con las proyecciones ecologistas en diferentes países, parecen haber incidido en el solapamiento cultural-espiritual antes comentado. -El espíritu en la concepción de nuestro Héroe Nacional José Martí Unos 130 años atrás, nuestro Apóstol José Martí, expresó: “El espíritu es lo que nos induce a comportamientos ajenos a nuestras necesidades corpóreas” y coincidió magistralmente con los criterios mantenidos hasta la actualidad por la mayoría de los autores tanto de nuestro continente, como de otros, para los que en efecto, el concepto de espiritualidad se vincula con “no solo de pan vive el hombre” y también con el focalizado al campo médico por Letamendi; “Quien solo medicina sabe, ni medicina sabe” es decir que existen otras necesidades además de las biológicas o corpóreas, necesidades cuya satisfacción adecuada se relaciona con infinidad de categorías que incluyen: valores, principios, motivaciones, vocaciones, aficiones, intereses científicos, artísticos, religiosos, deportivos, laborales, profesionales, filosóficos, políticos, actitudes, estilo de vida y muchos más, conjunto de características humanas relacionadas tanto con los aforismos anteriores, como con “haz bien y no mires a quien” y “el hombre justo siente la bofetada en la mejilla ajena”. En otras palabras abarca necesidades e intereses humanos no corpóreos pero igualmente legítimos y también actitudes altruistas, bondadosas, solidarias y de servicio, aunque en estado embrionario. En los años transcurridos desde la primera definición martiana del espíritu, mucho ha cambiado la sociedad a nivel mundial y la vida moderna se ha matizado de cualidades que nada tienen que ver con virtudes ni valores, sino con grandes defectos que, sin entrar en reflexiones sobre sus mecanismos determinantes, caracterizan la llamada sociedad posmoderna. Este problema mundial está vinculado al crecimiento impetuoso de la población y los conglomerados humanos en mega metrópolis, con estilos de vida específicos que se difunden alarmantemente a diferentes países. Desde nuestro punto de vista se ha producido un tránsito insidioso-y en gran parte inadvertido-de una visión de la vida que ha desplazado la otrora “afortunados los que sufren”, por “que me quiten lo bailao” expresión popular de la gran epidemia de hiperhedonismo y pasotismo (indolencia ante los problemas de otros), que ha invadido al mundo de hoy. Proceso social en que el amor a la lectura ha sido superado por la apetencia por “saltar” en una bulliciosa discoteca; la actitud de atenta escucha se ha dirigido casi exclusivamente a equipos electrónicos de última generación; y en que el altruismo está a punto de convertirse en una “virtud museable”. Aunque reconocemos que siempre existen-con independencia del sistema socioeconómico, ideología predominante o proyecciones geopolíticas, de diferentes países-bastiones de seres humanos que trascienden las deficiencias del mundo posmoderno, y luchan por mejorarlo, inferimos que muchos lectores pueden considerar que nuestras apreciaciones sobre los “talones de Aquiles” del mundo actual, pueden ser exageradas o muy “chapadas a la antigua”. Sin embargo, nos resulta muy preocupante la difundida tendencia a una visión existencial vacía; teñida de egoísmo, codicia, narcisismo, ostentación, consumismo, ostracismo, esnobismo, rivalidad deshonesta, competitividad a ultranza en que el segundo lugar es el primer perdedor, transformación degradante de valores, disminución de la sensibilidad humana, de la disposición de servir, de la compasividad y la involucración; de la “inflación” perjudicial de la autoestima y la “deflación” degradante de la dignidad; de la preferencia por la forma en detrimento del contenido; de la ausencia de límites y autocontrol; la hegemonía de la instrucción sobre la educación; de lo que tengo, sobre lo que soy; y nos sorprende la paradójica esclavitud ante las modas y la despreocupación por la legítima imagen social, así como la enorme contradicción entre el magnificado afán de libertad de la población infantojuvenil y el dejarse esclavizar por las sustancias psicoactivas. Si recordamos a Don Pedro Laín Entralgo, nos aterra que en el futuro la población de nuestro planeta sea integrada por personas cada vez más “especializadas” en el “sí mismo” pero discapacitados para ubicarse en el lugar de otros; o cada vez más tecnificados pero mucho menos compasivos. Desde nuestro modesto punto de vista, y limitados conocimientos sociológícos, el entorno posmoderno--quiéralo o no--está basado en el “sálvese quien pueda” con el consecuente incremento de las ambiciones desmedidas, las frustraciones y el estrés, terreno abonado para tratar de enfrentarlo, mediante la distorsión, exageración o entrega incondicional a la catastrófica influencia de las drogas o al desarrollo de otras adicciones vinculadas a la tecnología electrónica, que posibiliten por medios contranaturales, la relajación, la demostración de suficiencia, status y poder socio-económico, el escape de realidades desagradables o la absurda entrega total a conductas que conllevan el incumplimiento de otras y la subvaloración de la satisfacción ante el deber cumplido, fuerza de gran relevancia para el desarrollo social y personal que implique la calidad humana indispensable para poder dormir tranquilos. -La espiritualidad humana desarrollada Este es el momento para el despegue de los objetivos educativos en la “forja de corazones puros y enteros” y para ello es indispensable considerar al ser humano en cinco niveles que resultan de la diferenciación entre lo estrictamente cultural y lo fundamentalmente espiritual. Como primer paso sugerimos regresar al concepto martiano original y sustituir la palabra corpóreas, por personales con lo que en plena concordancia con el pensamiento del Apóstol, se alcanza el nivel superior de espiritualidad que trasciende las necesidades propias, y permite asumir las necesidades de otros con la motivación de servir, como expresión de sensibilidad humana y altruismo. Debemos enfatizar que cuando logramos ir más allá de nuestras necesidades personales, las motivaciones hegemónicas del comportamiento son las necesidades de otras personas y esa es la médula de la siguiente proposición definitoria, de la espiritualidad desarrollada: “Constelación de virtudes que permiten asumir como propias las necesidades de otras personas y disponernos a contribuir a la satisfacción de las mismas según las posibilidades, con la motivación principal de disfrutar la satisfacción del deber cumplido y de hacer bien sin mirar a quien” Apréciese la cercanía entre esta definición y la de vocación de servicio. Destacamos ahora que las denominaciones disposición de servir, motivación de servir, y vocación de servir (o de servicio), si bien son de raigambre religiosa, califican también idénticas actitudes en otros contextos, como el médico en que toma el nombre de vocación médica; el educativo, en el que se expresa como vocación magisterial; y así el patriótico, jurídico, el del socorrismo y el político, si se cumple el propósito de hacer felices a los pueblos. El clímax expresivo de la vocación de servir, hasta el punto de dar la vida por el bienestar de otros está en los mártires de la patria y de las religiones, pero y esto es fundamental, se manifiesta igualmente aunque en grado más moderado en todos los seres humanos de buena voluntad, por lo que “la siembra y reforzamiento” de esta vocación constituye un objetivo básico cuando de forjar corazones puros y enteros se trata. Por tanto, esta relevante actitud ante los demás, sin diferenciación alguna según las características del “beneficiado”, (es decir,“sin mirar a quien”), se enlaza conceptualmente con otras virtudes que manifiestan la calidad humana, como el altruismo o filantropía (amor por los demás), la bondad, la compasión, la sensibilidad humana, la amabilidad, el respeto, la solidaridad, el amor por la patria y la familia, la amistad a toda prueba,, el desprendimiento material, la lealtad, la modestia, la comprensión, la justeza y muchas otras cualidades positivas más, que en términos martianos hacen que las palabras no estén de más, como jamás estarán las suyas por haberse sustentado en un corazón profundamente puro y entero, hasta que a los 42 años fue destruido por la metralla enemiga, cuando ofrendó su vida, luchando por la independencia de Cuba. Las reflexiones precedentes permiten proponer que el altruismo sería el paradigma de las necesidades espirituales desarrolladas y que el humanismo, la solidaridad, la bondad, y el amor, las conductas idóneas para su satisfacción. Como contrapartida, la ausencia de estas virtudes implicaría la frustración de estas necesidades y el consecuente vacío existencial-en lo individual-y el exterminio de la especie humana, en lo social. “Amor con amor se paga” y “La bondad es el camino más directo a la felicidad” son dos aforismos del Maestro muy relacionados con lo comentado. -Los cinco niveles de integración del ser humano y su personalidad En nuestra propuesta serían el biológico, el psicológico, el social, el cultural y el espiritual desarrollado. Lo antes expuesto hace evidente la necesidad de diferenciar lo cultural de lo espiritual pues pese a reconocer cierta conexión entre ambos niveles, lo más destacable es la relación de lo cultural con necesidades personales y lo espiritual desarrollado con necesidades ajenas, gracias al trascendente salto cualitativo del egoísmo al altruismo en sus diferentes expresiones. Este es-en nuestro criterio-el argumento de más peso para justificar el nuevo desglose que ya no depende de nuestro arbitrio, sino de la urgencia por salvar la humanidad y su entorno. Como reflexiones finales—esta vez especialmente orientadas a la gestión integral del equipo de salud en todos sus perfiles—sugerimos a los lectores pensar las respuestas a estas preguntas. ¿Es posible hablar de ética sin espiritualidad desarrollada? ¿Y de vocación médica? ¿De humanismo? ¿De relación equipo de salud- paciente- familiar- comunidad? ¿De relación usuario-institución? ¿De satisfacción con los servicios de salud? ¿De efectos placebo de las relaciones proveedores-usuarios de la salud? En otro orden de conceptos, y una vez reconocido como ciencia constituida la estrecha relación de las virtudes comentadas con la región pre frontal supra orbitaria, ventromedial y cingulada como sustrato estructural y funcional más avanzado de la conciencia individual y colectiva, ¿Puede hablarse de espiritualidad desarrollada cuando estamos bajo la influencia de una sustancia capaz de bloquear la actividad de estos centros? Y el último cuestionamiento con la total aceptación materialista de que la conciencia representa el grado mayor de desarrollo de la materia. ¿No es acaso su cúpula la espiritualidad desarrollada?
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Recibido: 06 de septiembre de 2016.
Aprobado: 21 de noviembre de 2016.
Ricardo Ángel González Menéndez. Dr.C. Médicas. Profesor Titular. Profesor Consultante. Facultad de Ciencias Médicas Dr. Enrique Cabrera. Universidad Médica de la Habana. Hospital Psiquiátrico Dr. Eduardo Ordaz. La Habana. Correo electrónico: isaric@infomed.sld.cu