Introducción
En la concepción curricular de diferentes modelos educativos en diversas regiones y países, se incluye la enseñanza de la Historia y especialmente, la historia nacional. De ahí que la asignatura Historia de Cuba, caracterizada por el estudio de la aspiración al ser nacional cubano, cuente con una fuerte presencia en los currículos desde la educación primaria hasta la universitaria, donde se seleccionan con un sentido didáctico los contenidos referidos a la historia nacional y local que permitan la educación histórica de los niños, adolescentes y jóvenes.
Este ha sido el resultado de una ardua tarea que llega a nuestros días, pues el proceso de enseñanza-aprendizaje de la asignatura Historia de Cuba apareció en el siglo XIX, pero no siempre se enseñó de la forma que hoy se hace, dista mucho de lo que se presupone en la actualidad. Un análisis minucioso acerca del tema permitirá comprender su evolución y desarrollo.
Lo antes planteado y la relevancia otorgada a la Historia de Cuba en los momentos actuales constituyen las razones que incentivaron a los autores a realizar una investigación histórico-pedagógica acerca de la enseñanza de esta asignatura desde la colonia hasta la actualidad. Se considera, por tanto, un tema de estudio de significativa importancia desde la perspectiva histórico-pedagógica.
Los resultados investigativos se exponen sintéticamente en el presente artículo puesto a la disposición de los interesados en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la Historia de Cuba, tanto en el ámbito académico de las universidades como material de consulta y profundización de la asignatura Metodología de la enseñanza de la Historia, como en la educación de posgrado relacionada con la Historia de la Educación. De igual forma, puede contribuir a los temas de la preparación metodológica de los docentes de la asignatura en todos los niveles de enseñanza.
Por esos motivos, se declara como objetivo: explicar a través de un panorama histórico la enseñanza de la Historia de Cuba y su trascendencia en la actualidad. Para su realización se recurrió a los métodos teóricos: histórico-lógico, inductivo-deductivo, análisis y síntesis, abstracción y generalización de lo histórico e histórico-cronológico, fundamentales en las investigaciones de esta tipología. Asimismo, a los métodos empíricos: análisis de documentos para las fuentes escritas y análisis del discurso para las fuentes orales.
Desarrollo
El proceso de conquista y colonización de Cuba produjo un cambio histórico en la evolución de la pacífica población indígena que habitaba la isla. Se impusieron transformaciones a través de la fuerza brutal, la cultura aborigen fue prácticamente extinguida, algunas de sus costumbres y mitos, así como ciertos relatos de las crónicas de los conquistadores se reflejaron escasamente en los primeros textos escolares de la educación elemental en la etapa colonial. Fue preciso que pasaran más de cuatro siglos para dar a conocer la historia de la isla a través de su enseñanza en la escuela.
La asignatura Historia se introdujo en el currículo escolar a finales del siglo XVIII, aunque en realidad se estableció como disciplina curricular con el plan de estudio de 1842 y la secularización de la universidad, al implantarse la enseñanza de la Historia de España como asignatura para todo el sistema educacional de la colonia con la finalidad de liquidar las bases del movimiento intelectual ilustrado cubano y las expresiones independentistas de principios de siglo.
En su enseñanza aprendizaje, se realizaba un estudio memorístico de biografías de personalidades destacadas, se enaltecían los sentimientos hacia la metrópoli, se exaltaba a la realeza española y a los grandes conquistadores. Sin embargo, se excluían los pasajes brutales de la conquista y colonización.
Este plan de estudio fue ratificado en las reformas educativas de 1863 y 1880, por lo que a la enseñanza de la Historia con el concepto de hispanidad se le incorporó la de Cuba y Puerto Rico para impartirla en la primaria elemental y superior. La Historia Universal y la Historia de España quedaban para el bachillerato y la universidad.
La concepción curricular aplicada demostró que la asignatura Historia de Cuba era una historia regional precedente a la Historia de España y a la Historia Universal. Consideraban a Cuba como una región de España, cuyo futuro y progreso se basaban en el entendimiento, la cordialidad y la alianza entre criollos y peninsulares para así evitar cualquier inquietud independentista. Su impartición respondía a la política colonialista, al pensamiento cultural hispánico, a los criterios históricos de los representantes antipatrióticos de la oligarquía criolla vinculada al poder económico y a una metodología basada en la concepción educativa de la escolástica española, por lo que era repetitiva, irreflexiva y memorística.
A pesar de las imposiciones coloniales, los educadores cubanos comprendieron tempranamente las potencialidades de la historia para transmitir valores, sentimientos y actitudes, sobre todo para la formación del patriotismo y la defensa de la nacionalidad cubana. José Agustín Caballero, Félix Varela Morales, José de la Luz y Caballero fueron los pensadores principales, los iniciadores de los ideales de cubanía de las nuevas generaciones; contribuyeron a preparar las conciencias para los cambios, comprendieron la importancia de la historia en la formación de valores y se valieron de la educación para emprenderlo.
Sin duda, el ideal hispánico escolástico impuesto para la enseñanza de la Historia a través de sus textos y metodología recibió una fuerte oposición en el transcurso del siglo XIX por parte de muchos educadores cubanos, cuyas ideas educativas habían evolucionado desde la Ilustración y el positivismo crítico, hasta llegar al avanzado pensamiento pedagógico de Martí, quien le confirió especial importancia a la enseñanza de la Historia y dejó constancia de ello en diversos artículos.
La intervención norteamericana en la guerra de independencia de 1895 frustró su inminente victoria; Cuba dejaba de ser colonia española, pero era no libre ni independiente todavía. Se iniciaba así, la primera ocupación militar norteamericana que preparó las condiciones para convertirla en una neocolonia, al consolidar el predominio económico norteamericano y cercenar su soberanía con la Enmienda Platt.
La pésima situación educacional existente propició el sistema de escuelas públicas, los interventores trataron de imponer las concepciones y proyectos educativos encaminados a norteamericanizar a los cubanos desde edades tempranas. Introdujeron de forma obligatoria la enseñanza de la Historia de Estados Unidos en las escuelas públicas como una de las medidas del gobierno de ocupación. Asimismo, algunos maestros primarios recibieron cursos de preparación en las Universidades de Harvard y Cambridge, de Estados Unidos que servirían para influir en la educación elemental cubana.
Esta etapa fue identificada como “uno de los capítulos más dramáticos y conflictivos de la educación en ese periodo” (Guzmán, 2001, p. 26). Se ofreció una versión manipulada de la Historia de Cuba donde se otorgaba relevancia al papel salvador de Estados Unidos en la obtención de la independencia.
La Orden Militar No. 226, del 6 de diciembre de1899, y el Manual para el Maestro, en 1900, constituyeron los documentos rectores para la impartición de la Historia en las escuelas. Contenían las orientaciones didácticas para su aprendizaje, aunque no poseían una adecuada dosificación ni graduación de sus contenidos. Se enseñaba la Historia de Cuba con textos escritos por españoles o norteamericanos basados en sus criterios y versiones; disminuían el estudio de las etapas de luchas independentistas del pueblo cubano, y se impartía la asignatura vinculada e ilustrada con los hechos, procesos y personalidades de Estados Unidos.
En el Manual no se plasmaron orientaciones metodológicas específicas para la enseñanza de la Historia de Cuba. No obstante, expresaba claramente la necesidad de impartir la historia local y nacional en todos los grados, pues debía interesar más nuestro país que los ajenos.
En 1902, al establecerse la República Neocolonial, se aplicó un nuevo plan de estudio rectorado por la Circular No. 5 de 1901 para las escuelas públicas primarias elementales. La asignatura Historia de Cuba se excluyó del currículo escolar y, en su lugar, se incluía la Historia de América que favorecía los conocimientos sobre la sociedad estadounidense y limitaba la enseñanza de la historia nacional. De hecho, constituyó un retroceso en relación con el Manual de 1900.
En los siguientes planes de estudio aprobados en los primeros años republicanos para los diferentes niveles de enseñanza, la historia local no fue casi atendida en las orientaciones metodológicas, ni adecuadamente considerada en la instrumentación curricular de los programas diseñados. En la primaria fue ignorada completamente.
Con la aplicación de los cursos de estudios de Historia normados por la Circular No. 76 de 1914, se orientó, de manera muy simple y sin la importancia requerida, abordar en los primeros grados algunos aspectos de la historia local como agregados a la Historia de Cuba. Esta situación empeoró con los nuevos cursos de estudios para la enseñanza primaria, instituidos a partir de la Circular No. 105 de 1922, donde se le restó importancia a este tema.
A pesar de esto, según explicó García (1980), desde 1899 una vanguardia del magisterio cubano y especialmente en las escuelas públicas, el maestro enseñó las mejores tradiciones de lucha de su pueblo, enaltecía a los héroes legendarios de la nación y recomenzó a formar las nuevas generaciones que más tarde iniciarían las luchas contra los gobiernos oligárquicos y proimperialistas de la república.
La Circular No. 114 de 1926, modificó los cursos de estudio de las escuelas primarias públicas rurales y urbanas. La asignatura de Historia de Cuba se iniciaba en tercer grado con la historia local, y en cuarto, quinto y sexto grados, la nacional. El curso de Historia de Cuba se rediseñó íntegramente, según aseveró Guerra (1950), en su obra La Educación Primaria en el siglo XX y destacó la contribución de las clases de Historia para la formación de sentimientos morales y patrióticos, pues debían estar llenas de vida para que los niños pensaran y sintieran como los grandes hombres, se emocionaran con las hazañas de los héroes, gozaran sus victorias y sufrieran sus derrotas. En resumen, que sintieran admiración por la historia de su patria.
Este proyecto curricular con algunas variantes estuvo vigente hasta 1958. Sin embargo, la inclusión de la historia local en el tercer grado presentó dos grandes inconvenientes: la falta de preparación de los maestros en esta materia y la ausencia de textos. Por eso, la Junta de Superintendentes de la República orientó que los maestros acudieran a las fuentes primarias y recurrir a la historia oral.
La Circular No. 133 de 1944, destacaba en sus lineamientos la importancia de la enseñanza de la Historia de Cuba, pues refería cómo la asignatura despertaría en el alumno el amor a su pueblo y el deseo de contribuir a su engrandecimiento, a la vez contribuiría a su formación cívica y moral. Sin embargo, esta declaración pedagógica fue tergiversada con enfoques historiográficos conservadores, se excluyeron los ideales antianexionistas y antimperialistas de los próceres de la independencia de Cuba, así como tampoco consideraron a los hombres destacados de los primeros años republicanos, tales como Mella, Villena o Guiteras.
En estos años, se destacaron historiadores y pedagogos como Pedro García, Emilio Roig, Fernando Ortiz, Raúl Ferrer, Gaspar J. García Galló, entre otros. Muchas de sus contribuciones se refieren al factor emocional en la enseñanza de la Historia y al valor de la oralidad en las clases, aspectos que fueron recomendados en las obras escritas para las Escuelas Normales de Maestros.
En la primaria superior la enseñanza de la historia nacional fue tardía e irregular, precisamente en 1931. Se indicaba propiciar conocimientos a los alumnos acerca de la evolución de la organización gubernamental y la vida política del municipio, la provincia y la nación cubana. Los programas trataban de integrar las asignaturas de Historia, Geografía y Cívica donde predominaban los aspectos cívicos y políticos sobre los históricos, aunque muy limitado a determinados recuentos acerca de la evolución de las instituciones municipales y provinciales en Cuba, por lo que no constituyeron una unidad lógica de la historia local iniciada en tercer grado de la escuela primaria.
En relación con la segunda enseñanza o bachillerato, la asignatura Historia de Cuba no estaba contemplada en el plan de estudio diseñado por Enrique José Varona en 1901, su incorporación se efectuó en el curso escolar 1939-1940 con el nuevo plan de estudio para este nivel. Respecto a la educación técnica, se puede afirmar que la asignatura fue ignorada en algunas ramas. En la enseñanza superior, su introducción se produjo en 1927, limitada a determinados estudios o especialidades de la Universidad de La Habana, única existente en el país en esos años.
La enseñanza de la Historia en el período de la Revolución en el poder, tiene como basamento esencial lo planteado por el Comandante en jefe Fidel Castro al expresar que:
(Castro, 1980, p.1)…el estudio de nuestra historia, de nuestro país no solo ilustrará nuestras conciencias, no solo iluminará nuestro pensamiento, sino que el estudio de la historia de nuestro país ayudará a encontrar también una fuente inagotable de heroísmo, una fuente inagotable de espíritu de sacrificio, de espíritu de lucha y de combate...
En esto precisamente radica el papel de la asignatura de Historia de Cuba en estrecha relación con los conocimientos históricos permitiendo la adquisición y la formación de una concepción dialéctico materialista de la historia y de defensa del proyecto social cubano.
Desde el triunfo de la Revolución en 1959, se inició un viraje trascendental en la educación cubana. Se llevó a cabo un trabajo encaminado a investigar, recuperar, completar, reactualizar y enseñar aspectos de la historia omitidos o tergiversados, por lo que el Gobierno Revolucionario implementó una serie de medidas para lograr su cometido.
Se redimensionó la enseñanza de la Historia de Cuba y de las personalidades históricas, se transformaron radicalmente las fuentes historiográficas, se le otorgó un papel principal al estudio de las mejores tradiciones de lucha del pueblo cubano y sus líderes principales. Para perfeccionarla, se realizó la formación emergente y superación de los docentes de la especialidad, se actualizaron los planes y programas de estudio basados en los aportes a la historia nacional efectuados por eminentes estudiosos cubanos.
La asignatura Historia de Cuba estuvo presente en el diseño curricular de la enseñanza primaria y secundaria, en el preuniversitario se impartió por algún tiempo la Historia Económica de Cuba. Se comenzaron a atender sistemáticamente las dimensiones espaciales, temporales y causales de la historia para su estudio y se desarrollaron interesantes experiencias metodológicas, pero también se presentaron algunos inconvenientes. Por ejemplo, la historia local no se concibió ni se instrumentó en los planes de estudio por la falta de condiciones para desarrollar un óptimo proceso de enseñanza-aprendizaje, pues aún eran insuficientes los estudios de historias regionales y locales; las limitaciones académicas presentadas por los docentes, ya que los planes de estudio para la formación profesoral no contemplaban la enseñanza de la historia local ni tampoco su metodología para el proceso de enseñanza aprendizaje.
En el curso 1976-1977, se produjo el perfeccionamiento del Sistema de Educación y por consiguiente, cambios en el diseño curricular para la enseñanza de la asignatura, los conocimientos históricos se enseñaban de primero a cuarto grado a través de efemérides y escritos en los libros de lectura; y una colección de folletos con anécdotas históricas, titulada La historia de mi Patria. A partir de quinto grado se comenzaba con Historia Antigua y Media; de sexto a noveno se impartía el resto de las etapas de la Historia Universal que se alternaba en cada grado con las diferentes etapas de la Historia de Cuba, lo que incidió negativamente en la asignatura como tal, ya que perdió su presencia en la enseñanza primaria.
Como puede apreciarse, en esta etapa el estudio de la historia nacional fue minimizado en la educación primaria, así como en la secundaria básica y en el preuniversitario tuvo que integrarse a alternar su espacio con la Historia Universal. Por otra parte, predominó su estudio a partir de la relación entre causas y consecuencias; se introdujo el estudio de grandes personalidades históricas de la Edad Antigua, Media, Moderna y Contemporánea.
Pocos años después, con la riqueza historiográfica legada por prestigiosos historiadores de la primera mitad del siglo XX y la intensificación de los estudios históricos nacionales, pero sobre todo locales en el último cuarto de ese siglo, la ciencia histórica puso a disposición de la escuela una variedad de fuentes para estudiarla y un sinfín de temáticas que desde lo educativo contribuyen a la educación de los niños, los adolescentes y los jóvenes.
Eso contribuyó que a partir del curso escolar 1988-1989 se aplicara un nuevo diseño curricular donde la Historia de Cuba recuperó su espacio e independencia en todos los niveles de enseñanza del Sistema Nacional de Educación, se indicaba en sus objetivos y temáticas la atención a la historia local, por lo que el diseño asumido para la enseñanza-aprendizaje de la Historia, particularmente de la historia nacional, fue coherente y ordenado desde la escuela primaria hasta la educación superior, lo que posibilitó abordar los elementos de la historia local a partir de los objetivos formativos.
A partir de 1996, la enseñanza de la Historia de Cuba se declaró como una prioridad y una dirección principal del trabajo metodológico para el Sistema Nacional de Educación con vistas a fortalecer la formación integral de los niños y jóvenes, la identidad nacional y preservar las raíces históricas del pueblo cubano a través de un correcto proceso de enseñanza-aprendizaje de la asignatura, pues “una buena clase de Historia es hija de la libertad y nieta de la cultura, porque esta es la madre de la libertad.” (Díaz, 2002, p. 20)
La enseñanza de la Historia debe revelar en cada clase la moralidad histórica del pueblo, de sus héroes, valorar las figuras y los hechos en que participaron. Debe relacionar la grandeza del pueblo y los patriotas como seres humanos con sus vivencias y las necesidades de hoy es lo que los hace imitables, alcanzables y reales. La clase de Historia debe dejar una lección: contribuir a elevar la condición humana y se puede lograr mediante una autopreparación efectiva del docente, con una cultura histórica necesaria para tomar las decisiones didácticas más acertadas y de un aprendizaje reflexivo, colaborativo, de intercambio constante con y entre sus alumnos.
En la primera década del siglo XXI, se estableció la enseñanza de la asignatura Historia de Cuba en la educación superior para todas las carreras universitarias, incluyendo las de ciencias técnicas y agropecuarias, consenso que se llegó al tener en cuenta la necesidad del conocimiento de la sociedad por parte de cualquier profesional, técnico, obrero y campesino independientemente de la actividad laboral que desempeñe en la sociedad.
El proceso de enseñanza-aprendizaje de la Historia de Cuba en las universidades contempla un amplio y coherente programa que abarca desde 1492 hasta la actualidad. Para su dosificación se asumió una correcta utilización del sistema de conocimientos planteados en cada uno de los cinco temas en que se divide dicho programa y se distribuyen en las diferentes formas de organización de la docencia universitaria: conferencias, seminarios, clases prácticas, fundamentalmente.
El contenido se inicia con un panorama general desde la conquista y colonización de Cuba en los siglos XVI al XIX, transitando por las luchas de liberación nacional del pueblo cubano contra el colonialismo español, la República Neocolonial hasta llegar a la Revolución en el poder desde 1959 hasta principios del siglo XXI. Cada tema pretende el estudio de la realidad cubana mediante la comprensión de sus problemáticas esenciales en una relación pasado-presente que le permita al futuro profesional participar creadoramente en la lucha ideológica, cultural y educativa de estos tiempos.
La historia es la gran tradición, de ahí su riqueza; es la memoria de los pueblos. Por tanto, se aspira a un hombre integral de su época que defienda la identidad como cubano y latinoamericano frente a las fuerzas disolventes internas y externas que pretenden su desnaturalización cultural y humana, y esto se puede lograr con la enseñanza de la Historia.
Por estas razones, en los Objetivos de trabajo de la Primera Conferencia Nacional del PCC aprobados en enero de 2012, específicamente el 64 se plantea:
(PCC, 2012, p. 5)“Perfeccionar la enseñanza y divulgación de la Historia de Cuba y de la localidad en el interés de fortalecer la unidad nacional y promover la comprensión sobre el origen y desarrollo de la nación, la consolidación de un pensamiento propio y la tradición patriótica, cultural, solidaria e internacionalista de nuestro pueblo…”
La Historia de Cuba es el más seguro sostén ideológico del proyecto nacional cubano. Ella se yergue como arma e instrumento de maestros, políticos y ciudadanos, para el afianzamiento de la identidad nacional y sus más genuinos valores. Uno de los principios esenciales de la Revolución es la unidad del pueblo, fundamentadas desde las raíces históricas del proceso independentista cubano hasta nuestros días. Esa historia es la que quieren destruir los enemigos de la patria. Al respecto, el Primer Secretario del Partido y Presidente de la República, expuso que:
(Díaz-Canel, 2020, p. 2)La Revolución cubana, se puede decir, que es una prueba cabal, absolutamente cabal, de toda la verdad que encierra la concepción marxista-leninista de la sociedad y de la historia. Y es la gran verdad que mientras más estudiamos, más penetramos en el fondo de los problemas, más comprendemos la historia y todo lo que ha sido la historia de abusos, injusticias y explotación; más conocemos al imperialismo, no teóricamente, sino porque estamos constantemente soportando sus ataques, sus agresiones, sus felonías. La comprensión de todas esas cosas, el vivir todas esas cosas, tienen que hacernos a todos, y a cada uno de nosotros, más revolucionarios cada día…
Hoy más que nunca, el trabajo con la historia es uno de los pilares más importantes en el quehacer universitario, ya que rescatar la memoria histórica, contextualizarla y trabajar por su continuidad, es sentirse responsable de la obra de la Revolución. Por eso, es vital el proceso de enseñanza-aprendizaje de la Historia en Cuba, frente al asedio mediático del que es objeto la patria, que incluye el desmontaje de la historia nacional.
Como parte del pretendido desmontaje de la historia se procura: promover actitudes desmovilizativas, apolíticas y desideologizadas; hacer ver la revolución como un proceso de agonías y sufrimientos; exaltación de la década del 50 y la figura de Batista; rescritura de la historia nacional; sobrevaloración de los artistas, escritores y deportistas cubanos que se marcharon al exilio; estrategia de atacar la historia y los valores de la nación para desmembrar su unidad; reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos; cuestionar los valores de las sociedades alternativas al capitalismo; fomentar la nostalgia por el pasado.
Por eso, el fortalecimiento de la enseñanza de la Historia de Cuba en todos los niveles educativos es esencial, pues contribuye al logro del trabajo político-ideológico en estos momentos, en aras de forjar una cultura emancipadora contra toda forma de prejuicio y discriminación, a favor de la unidad nacional y enfrentar de manera sistemática la subversión político-ideológica en todos los escenarios y formas como parte de la guerra cultural permanente del imperialismo.
El contexto actual, en medio de circunstancias externas nada favorables, la defensa y continuidad del modelo de socialismo próspero y sustentable posible de alcanzar en las condiciones concretas del país, reclama, como nunca antes, el conocimiento de las brillantes páginas de heroísmo y de patriotismo escritas en el devenir histórico cubano en épica lucha, primero, en el enfrentamiento al colonialismo español y, después frente al más poderoso de los imperios, el imperialismo norteamericano.
Conclusiones
El análisis de la enseñanza de la Historia de Cuba y de las personalidades en la escuela primaria en la etapa colonial revela el papel que ha desempeñado en la formación del patriotismo y de la nacionalidad, especialmente como portadora de valores, sentimientos y actitudes a las nuevas generaciones que se formaban.
En la etapa republicana se diferencian dos posiciones acerca de la enseñanza de la Historia: los defensores de la nacionalidad, seguidores de la tradición pedagógica cubana con el implícito carácter de la educación axiológica y los partidarios conscientes o inconscientes, de asimilar la didáctica norteamericana o europea basada en sus criterios o versiones tergiversadas de la verdadera historia.
En las aulas de los mejores maestros cubanos, la enseñanza de la Historia sirvió como un acicate para la defensa de los intereses de la nación cubana. A pesar de que existieron influencias foráneas de dominación, se enfatizó en las emociones y sentimientos, reflexiones, análisis y búsqueda de la autoctonía.
Las transformaciones educacionales ocurridas después del triunfo de la Revolución modificaron los enfoques historiográficos, pedagógicos, filosóficos y metodológicos acerca de la enseñanza de la historia y sus personalidades enmarcadas en un proceso paulatino de perfeccionamiento y elevación de la calidad de su enseñanza que llega hasta la actualidad.
En la actualidad, se hace necesario el fortalecimiento de la enseñanza de la Historia de Cuba en todos los niveles educativos, pues contribuye al logro del trabajo político-ideológico en los estudiantes, en aras de forjar una cultura emancipadora contra toda forma de prejuicio y discriminación, a favor de la unidad nacional y poder enfrentar sistemáticamente la subversión de los enemigos de la Revolución Cubana.