Introducción
Durante los últimos 3 años la COVID-19 ha sido la enfermedad que ha dominado el panorama salubrista a nivel mundial. Desde que se hicieron los primeros reportes de la enfermedad a finales del año 2019, se evidenció una rápida propagación con elevados índices de contagio, morbilidad y muerte; tal es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la declaró en el mes de marzo del 2020 como una epidemia.1
La enfermedad afecta a personas de cualquier edad, sexo y raza, su distribución es mundial y se ha expandido causando estragos en todos los continentes y países. Si bien es cierto que alrededor del 80 % de los pacientes con esta enfermedad cursan con un cuadro ligero, se describe que alrededor del 14 % necesita hospitalización y en un 6 % se presentan complicaciones graves que ponen en peligro la vida del paciente.2
A pesar de conocerse que existe un número considerable de pacientes que no expresan manifestaciones clínicas (asintomáticos), y otro grupo que no expresan manifestaciones respiratorias (paucisintomáticos), la afectación cardiorrespiratoria constituye la principal expresión clínica de la enfermedad. La disnea, alteraciones de la frecuencia respiratoria y cardiovascular y los trastornos de la coagulación y circulación sanguínea son algunas de las alteraciones que con mayor frecuencia se identifican en pacientes con diagnóstico confirmado de COVID-19.3
De forma general la COVID-19 condiciona alteraciones de la capacidad funcional cardiorrespiratoria durante el proceso agudo de la enfermedad; sin embargo, se desconoce cómo es la función cardiorrespiratoria después de solucionado el proceso infeccioso viral. Es por eso, que con la intención de obtener mayor información relacionada con la posible afectación cardiorrespiratoria que condiciona la COVID-19; se decide realizar esta investigación con el objetivo de analizar la capacidad funcional cardiorrespiratoria en pacientes entre 30 y 60 años post COVID-19.
Métodos
Se realizó una investigación básica, no experimental, descriptiva y transversal que incluyó 328 pacientes con diagnóstico confirmado de COVID-19 6 meses previos a la fecha de realización de la investigación. El estudio se llevó a cabo en el Hospital Alfredo Noboa Bustamante de la ciudad de Guaranda, provincia Bolívar, Ecuador. El estudio se realizó durante el segundo semestre del año 2022.
El universo de estudio estuvo conformado por los registros médicos de los 328 pacientes con 6 meses o más transcurridos desde el diagnóstico confirmado de la COVID-19. De ellos formaron parte de la muestra de investigación los registros pertenecientes a 178 pacientes.
Para la identificación del tamaño de la muestra se utilizó la fórmula de cálculo muestral para poblaciones conocidas y en la confección de la misma se utilizó el muestreo aleatorio simple. Además del tiempo transcurrido desde el diagnóstico de la enfermedad respiratoria, el otro criterio de investigación utilizado fue que los registros médicos contaran con la información relacionada con cada una de las variables definidas para el estudio.
Se definieron 3 variables de investigación con sus respectivas subvariables:
Características generales: edad, sexo, comorbilidades y tipo de comorbilidades.
Función respiratoria: frecuencia respiratoria, disnea y saturación de oxígeno.
Función cardiovascular: frecuencia cardiaca y tensión arterial
La técnica de investigación utilizada fue la revisión documental y se utilizó un formulario de recolección de información para obtener datos sobre cada una de las variables identificadas.
Los valores de referencia utilizados para la frecuencia cardiaca, respiratoria, tensión arterial y saturación de oxígeno fueron los referidos por la OMS.4
Frecuencia cardiaca normal: entre 60 y 10 latidos por minuto
Frecuencia respiratoria normal: entre 16 y 20 respiraciones por minuto
Saturación de oxígeno normal: igual o superior al 90 %
Para la de valoración de las cifras de tensión arterial se tuvo como referencia los valores que se muestran en la tabla 1.
Normal | Menos de 130 | Menos de 85 |
Normal alta | 130-139 | 85-89 |
Hipertensión arterial ligera | 140-159 | 90-99 |
Hipertensión arterial moderada | 160-179 | 100-109 |
Hipertensión arterial severa | 180 | 110 |
Fuente:4
Toda la información recopilada fue organizada y homogenizada en una base de datos en Microsoft Excel y procesada con la ayuda del programa estadístico IBM SPSS en su versión 26.0 para Windows. El procesamiento de la información incluyó la identificación de medidas de tendencia central (media) y dispersión (desviación estándar) en las variables y subvariables cuantitativas. Para las variables cualitativas se determinaron frecuencias absolutas y porcentajes. El margen de error se definió en el 5 % y el nivel de confianza en el 95 %. Los resultados obtenidos fueron expresados en forma de tablas estadísticas para facilitar su interpretación.
Resultados
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Promedio de edad (años) | 53,48 *DE 14,52 |
Masculino | 79 (44,38) |
Femenino | 99 (55,62) |
Presencia | 59 (33,15) |
Ausencia | 119 (66,85) |
Hipertensión arterial | 19 (32,20) |
Diabetes mellitus | 13 (22,03) |
Enfermedad pulmonar obstructiva crónica | 5 (8,47) |
Hipotiroidismo | 16 (27,12) |
Artritis reumatoide | 3 (5,08) |
Asma bronquial | 2 (3,39) |
Insuficiencia cardiaca | 2 (3,39) |
*DE: desviación estándar
La distribución de los pacientes según las características generales identificadas (tabla 2) muestra que existió un promedio de edad de 53, 48 años con predominio de pacientes femeninas (55,62 %). En el 33,15 % de los pacientes se había recogido como antecedente personal la presencia de al menos una comorbilidad asociada; dentro de ellas, la hipertensión arterial (32,20 %), el hipotiroidismo (27,12 %) y la diabetes mellitus (22,03 %) fueron las de mayor frecuencia de presentación.
Más de 100 lpm* | 16 | 8,99 |
Entre 60 y 100 lpm | 134 | 75,28 |
Menor de 60 lpm | 28 | 15,73 |
Normal | 41 | 23,03 |
Normal alta | 61 | 34,27 |
Hipertensión ligera | 39 | 21,91 |
Hipertensión moderada | 23 | 12,92 |
*lpm: latidos por minuto
En la tabla 3 se observa la distribución de los elementos relacionados con la capacidad funcional cardiovascular; se observa que el 15,73 % de los pacientes presentaba frecuencia cardiaca inferior a los 60 lpm (bradicardia), mientras que el 8,99 % presentaba taquicardia, dada por más de 100 lpm. En relación con las cifras de tensión arterial se observa que el 57,30 % de los casos mantenía valores dentro de limites considerados como normales; mientras que el restante 42,70 % presentaba distintos grados de enfermedad hipertensiva.
Más de 30 rpm* | 7 | 3,93 |
Entre 21 y 30 rpm | 76 | 42,70 |
Entre 16 y 20 rpm | 95 | 53,37 |
Ausente | 107 | 60,11 |
Ligera | 43 | 24,16 |
Moderada | 21 | 11,80 |
Severa | 7 | 3,93 |
90 % o más | 91 | 51,12 |
Entre 80 % y 89 % | 78 | 43,82 |
Menor de 80 % | 9 | 5,06 |
*rpm: respiraciones por minuto
La tabla 4 muestra la disminución de la capacidad funcional respiratoria de los pacientes cuyos registros fueron incluidos en la investigación. Se identifica un 46,63 % de pacientes con alteraciones de la frecuencia respiratoria y que el 39,89 % refiere disnea. En el 48,88 % de los casos se identificó alteraciones de la saturación de oxígeno.
Discusión
La COVID-19 se caracteriza por afectar el sistema inmune, produce un cuadro inflamatorio en el cual el elevado número de citocinas proinflamatorias que producen afecta cualquier órgano o sistema de órgano del cuerpo humano; este proceso inflamatorio se conjuga con trastornos de la microcirculación y constituyen la base de las manifestaciones clínicas y complicaciones de la enfermedad.5
El análisis de las características generales de los pacientes mostró un predominio de edad por encima de los 50 años; si bien es cierto que la edad seleccionada para esta investigación fue entre 30 y 60 años, el resultado muestra que sin duda la edad es un factor a tener en cuenta para la infección por COVID-19; aunque puede afectar a personas de cualquier edad, mientras mayor es la edad del paciente mayor es el riesgo de contagio de la COVID-19.2
Una posible explicación a lo antes mencionado puede estar dado por los cambios que se van sucediendo secundarios al propio proceso de envejecimiento, en el cual existe una disfunción del sistema inmune que facilita la colonización y propagación de cualquier proceso infeccioso; de ahí que, por ejemplo, los adultos mayores hayan sido considerados, desde inicios de la pandemia, como un grupo de riesgo para infección por COVID-19.6
La presencia de comorbilidades mostró un porcentaje inferior si se compara con otras investigaciones realizadas en el contexto de investigación.7) Una posible explicación puede estar dada por la edad de inclusión de pacientes, al ser predominantemente adultos jóvenes y medios, disminuye el riesgo de aparición de enfermedades crónicas.
El análisis de la capacidad funcional cardiovascular mostró algunos elementos interesantes. El primero de ellos se relaciona con el porcentaje de personas con taquicardia y bradicardia, lo que pudiera estar relacionado con la afectación del miocardio y sistema de conducción secundario al proceso inflamatorio. Se describe que una de las manifestaciones cardiovasculares que se presentaron en los pacientes con COVID-19 fueron los trastornos del ritmo, los cuales pueden persistir de forma permanente o transitoria durante varios meses después de solucionado el proceso viral.8),(9
En relación con la tensión arterial se identifica que 6 meses después de la afectación por COVID-19 existe un porcentaje elevado de pacientes con distintos grados de hipertensión; muy superior al número de pacientes hipertensos que antes del contagio de la enfermedad. Varios son los factores que pudieran estar relacionados con el aumento de las cifras de tensión arterial, destacan el uso de glucocorticoides, de fármacos biológicos, las lesiones de los vasos sanguíneos y el propio proceso inflamatorio vascular.9),(10),(11) Es importante señalar que la hipertensión arterial ha sido descrita como una manifestación clínica y complicación de la COVID-19 en varios reportes.11),(12
En relación con la capacidad funcional respiratoria se identificaron pacientes que después de 6 meses aún mantenían frecuencia respiratoria elevada, lo que puede ser el resultado de la disnea secundaria a la alteración respiratoria que genera la COVID-19; donde existe una disfunción del intercambio gaseoso con su correspondiente hipoxia tisular como consecuencia de este proceso. Este resultado concuerda con el número de pacientes con disnea y con alteraciones de la saturación de oxígeno.
Se conoce que la COVID-19 afecta de forma precisa al aparato respiratorio; los trastornos de la microcirculación y el proceso inflamatorio generan secreciones, vasoconstricción, espasmo de la musculatura respiratoria, broncoconstricción, microtrombosis vascular y congestión respiratoria. Cada uno de estos elementos es capaz, de forma independiente, de afectar el intercambio gaseoso, la combinación de ellos aumenta la severidad de la afectación.13),(14
Aún queda mucho por conocer sobre la evolución de los pacientes post COVID-19; los resultados de esta investigación muestran que a pesar del tiempo transcurrido sigue presentándose alteraciones cardiorrespiratorias que pudieran tener relación directa con la enfermedad viral. Corresponde entonces realizar nuevos estudios que permitan obtener mayor información sobre las secuelas que la COVID-19 genera en los pacientes afectados por esta enfermedad.
Conclusiones
Después de transcurridos 6 meses de la presencia de COVID-19 un elevado porcentaje de pacientes presentaban manifestaciones cardiorrespiratorias que afectaban la capacidad funcional de ambos aparatos. Los trastornos del ritmo cardiovascular, la hipertensión arterial, el taquipnea, disnea y trastorno de la saturación de oxígeno fueron los elementos identificados como parte de las alteraciones del aparato respiratorio y cardiovascular.