Señor editor:
Desde mediados de año, incluso antes de comenzar una nueva ola de contagios asociada a la variante delta del SARS-CoV-2, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) alertaron sobre el impacto del virus en la atención materno infantil de los sistemas de salud.
El programa materno infantil lleva un seguimiento sistemático y riguroso por parte del sistema de salud cubano. Aunque existen problemas que han repercutido en que esos indicadores hoy no sean favorables, recogen el esfuerzo de médicos, enfermeras y el resto de los trabajadores de la salud en un escenario epidemiológico sumamente complejo.
La literatura internacional registra un aumento general en los riesgos de muerte fetal y materna durante la pandemia, una realidad a la cual Cuba no ha estado exenta, con una tasa de mortalidad infantil de 7,5 por cada 1000 nacidos vivos, con 207 fallecidos más que en igual período del 2020. Además, se reducen en 5747 los nacimientos en comparación con el año anterior y el índice de bajo peso al nacer se incrementó en comparación con años anteriores (en el 2021 se alcanza 6,5 mientras que en 2020 fue de 5 %,), estuvo asociado a la prematuridad y al crecimiento intrauterino retardado.1
El mayor impacto, en el retroceso en el programa nacional, le correspondió a la mortalidad materna, pues se registraron 171 defunciones (130 más que en 2020), de las cuales 126 son de causa indirecta y 93 fueron ocasionadas por la COVID-19, alcanzándose una elevada tasa de 182,9 por cada 100 000 nacidos vivos contra 41 en el 2020 siendo las principales causas de muerte la neumonía asociada a la COVID-19, los fenómenos embólicos, las hemorragias obstétricas y la enfermedad cerebrovascular hemorrágica por hipertensión arterial. Se recoge el esfuerzo de médicos, enfermeras y el resto de los trabajadores de la salud en un escenario epidemiológico sumamente complejo que obligó a reorganizar servicios y optimizar recursos. Se mantuvo la capacitación de forma escalonada a todos los profesionales, técnicos, trabajadores y estudiantes del Sistema Nacional de Salud, trabajadores de otros organismos de la Administración Central del Estado (OACE) y organizaciones de masas sobre nuevo coronavirus (2019-nCoV), con tareas concretas en la vigilancia epidemiológica y la atención médica para minimizar los efectos negativos de una epidemia en la salud y en su impacto en la esfera económica-social del país.2
El artículo aporta una transparente, excelente y detallada información a los diputados del Parlamento cubano como parte de la rendición de cuentas del sector salud sobre su gestión y resultados.