INTRODUCCIÓN
Las instituciones de educación superior deben garantizar el desarrollo pleno de capacidades en los estudiantes, su responsabilidad social, sentido crítico y destreza para analizar los problemas y buscar soluciones que respondan a intereses de la sociedad y promover cambios que propicien la igualdad y la justicia, según expresan Lazo et al.,1 quienes apuntan además, que haciendo un análisis pormenorizado de la evolución de la educación superior en Cuba apreciaron un constante reordenamiento en todos sus procesos para la búsqueda de su consolidación como sistema con sentido integrador y sintetizador. Agregan que esta situación repercutió en las residencias estudiantiles universitarias que se vieron expuestas de manera muy palpable a influencias negativas agudizadas por deficiencias en los procesos educativos que se desarrollaban en este contexto, de modo que se revirtió lo logrado en formación de hábitos, costumbres y formas de actuación, al entrar tales influencias en contradicción con los códigos morales de la sociedad socialista, lo cual constituyó un freno para el trabajo educativo.
La convivencia en el seno de la universidad juega un papel fundamental en función de la labor de promoción de salud, pues es importante la intervención de mecanismos persuasivos que reclaman una comunicación eficiente dirigida a la movilización de los recursos personológicos. Convivir implica la necesaria coexistencia con múltiples y diferentes maneras de pensar, actuar, vivir y tolerar. En un mismo entorno participan personas con múltiples y diversas características y es frecuente observar una reacción de violencia como respuesta a lo diferente. Promover una convivencia pacífica implica construir espacios de apertura y discusión intelectual sobre distintos aspectos de la sociedad (político, social, etc.) y se convierte en un tema relevante en las comunidades universitarias donde se entiende que el clima de aprendizaje es fundamental para el desarrollo personal y profesional.2
La convivencia escolar es una tarea que requiere la consideración de distintos factores y aspectos que posibiliten acompañar el crecimiento de los jóvenes, promoviendo su desarrollo como sujetos de derecho y responsabilidad, es decir, ciudadanos de bien. Es fundamental que el tiempo que transcurren en la escuela sea considerado por ellos como un espacio valorizado por su crecimiento y creatividad, favorecedor de la construcción de su personalidad. Para ello la escuela debe generar y facilitar el diálogo y la discusión, el análisis y la reflexión sobre las acciones impulsivas y las actuaciones violentas, la actitud comprensiva y educadora de los docentes que son los responsables de la formación; por eso el desafío de toda institución educativa es convertirse en propulsora de procesos de democratización y participación.
Según las páginas de Ecured, en su URL: https://www.ecured.cu/Normas_de_convivencia estas normas “... constituyen el marco legal que canalizan las iniciativas para favorecer la convivencia, el respeto mutuo, la tolerancia y el ejercicio efectivo de derechos y deberes. Completan la dimensión escolar del proyecto educativo. Son normas de obligado cumplimiento para todos los alumnos y en todo tipo de actividad, tanto dentro del recinto escolar como en lugares adyacentes…”. Sobre la convivencia escolar refiere la necesidad de coexistencia pacífica entre los miembros de la comunidad educativa, lo que supone una interrelación positiva y permite el adecuado cumplimiento de los objetivos educativos en un clima que propicia el desarrollo integral de los estudiantes.
El término convivencia escolar es polisémico, sus múltiples definiciones complejizan la identificación de los aspectos que lo integran. Algunos autores3 hicieron una revisión acerca de cómo se conceptualiza y encontraron 30 estudios aportadores de nuevas aristas las que fueron agrupadas en una tabla que contiene año de la publicación, autores, título, enfoque predominante y secundarios, concepto de convivencia, dimensiones analíticas consideradas y enlace para la consulta de lo publicado. De allí se seleccionó para este artículo uno relacionado con las políticas de los Derechos Humanos, que expresa que la convivencia representa la oportunidad de ir más allá de la perspectiva normativa centrada en la evaluación del cumplimiento o no de los derechos humanos en la escuela. Esto permite analizar los problemas de fracaso y deserción escolar considerando las prácticas pedagógicas y de gestión cotidianas que comprometen el garantizar el derecho a la educación. Además, la Convención de los Derechos de los Niños4) abre la discusión sobre los niveles de participación que deberían tener los estudiantes en la toma de decisiones sobre asuntos que les conciernen en el ámbito escolar. A propósito de ello el concepto de convivencia ofrece una mirada amplia que permite reconocer todos los ámbitos de la vida escolar implicados en la construcción de condiciones para garantizar el pleno ejercicio de los derechos de la infancia.
Pacheco Salazar5 identifica algunos tipos de convivencia:
La convivencia inclusiva: se entiende como el reconocimiento a la dignidad de todas las personas partiendo de una valoración de sus características de género, etnia, religión, cultura, grupo social y capacidades, entre otros. Sus ejes son la identidad y cuidado, la valoración de las diferencias y la pluralidad. Destaca la importancia del reconocimiento de logros, esfuerzos y capacidades, el cuidado a las necesidades de otros, el trabajo colaborativo, así como el sentido de pertenencia al grupo de clase y a la comunidad escolar.
La convivencia democrática: refiere la participación y corresponsabilidad en la generación y seguimiento de los acuerdos que regulan la vida en común, así como el manejo de las diferencias y conflictos. Destaca la importancia de la construcción colectiva de reglamentos y normas con enfoque de principios éticos; así como las decisiones participativas para la acción colectiva, el diálogo reflexivo y el manejo formativo de conflictos.
La convivencia pacífica: se construye en gran medida en función de las anteriores, refiere la capacidad de establecer interacciones humanas basadas en el aprecio, el respeto y la tolerancia, la prevención y atención de conductas de riesgo, el cuidado de los espacios y bienes colectivos, la reparación del daño y la reinserción comunitaria.
Un papel primordial en la formación del psicopedagogo en temas de convivencia corresponde a la labor extensionista ya que este profesional en formación tiene como objeto de trabajo el proceso que se materializa en la orientación educativa de estudiantes, familiares y vecinos de la comunidad, asesoría psicopedagógica a directivos y profesores, la dirección del proceso enseñanza aprendizaje de las disciplinas pedagógicas y psicológicas, y en la investigación educativa en los contextos donde desarrolla su labor profesional.6
La labor extensionista es entendida en el contexto cubano como el proceso universitario que tiene como propósito promover cultura en la comunidad intrauniversitaria y extrauniversitaria para contribuir al desarrollo cultural; se distingue no solo por las maneras de hacer o decir, sino por las formas y mecanismos de que se vale para llevar sus objetivos a vías de hecho. En tal sentido el Programa Nacional de Extensión Universitaria, está llamado a continuar jugando un papel rector en el desarrollo de este proceso.7
La convivencia escolar expresada como una construcción colectiva y dinámica del grupo de individuos y sectores que conforman una comunidad escolar requiere que se evalúe cómo los vínculos y perspectivas de los distintos actores contribuyen a establecer relaciones orientadas al mejoramiento de la calidad de los procesos educativos desarrollados.8
La presente investigación tiene como objetivo: analizar la influencia de la labor extensionista para la formación del psicopedagogo en temas de convivencia escolar.
MÉTODOS
Se realizó un estudio exploratorio en el período comprendido de septiembre a marzo del 2019 en la sede “Félix Varela Morales” de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas. La población de estudio estuvo conformada por los 79 estudiantes matriculados en la carrera Licenciatura en Educación, especialidad Pedagogía Psicología. El rango de edad fue entre 17 y 23 años; en cuanto al sexo, el 90 % femenino y el 10 % masculino.
Los métodos teóricos fueron:
Histórico-lógico: para analizar el comportamiento progresivo de la labor extensionista en la formación del psicopedagogo en temas de convivencia escolar.
Analítico-sintético: posibilitó indagar en los documentos normativos y la bibliografía seleccionada lo relacionado con la atención desde la labor extensionista a la convivencia escolar.
Inductivo-deductivo: se utilizó para generalizar la información obtenida acerca de las actividades realizadas desde la extensión universitaria que contribuyen a la convivencia escolar.
Como métodos empíricos:
Análisis documental: de proyectos educativos y planes de trabajo para constatar si en ellos se planifican actividades dirigidas al cumplimiento del objetivo de la investigación.
Encuesta en forma de cuestionario a estudiantes de la carrera Licenciatura en Educación, especialidad Pedagogía-Psicología para explorar el papel de la labor extensionista en la formación del psicopedagogo en temas de convivencia escolar.
Entrevista a informante clave (vicedecano de extensión universitaria) para corroborar la información acerca de las actividades que contribuyen a la convivencia escolar.
Del nivel matemático se empleó el análisis porcentual para el procesamiento de los datos obtenidos.
Los participantes recibieron instrucciones por los miembros del equipo de investigación. El llenado de la encuesta tuvo lugar en las aulas en horario de clases. Se pidió el consentimiento informado con el objetivo de garantizar los principios éticos, su voluntariedad y la confidencialidad de la información recogida.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En los proyectos educativos y planes de trabajo se ofrece atención a la convivencia escolar con actividades planificadas desde la extensión universitaria en fechas conmemorativas, y charlas educativas sobre diferentes temas, con predominio de aquellas que promocionan salud.
En la encuesta en forma de cuestionario aplicada a los estudiantes se obtuvieron los siguientes resultados: con respecto a si en las actividades de extensión universitaria se educa la convivencia escolar desde la promoción de salud, el 88,6 % ofrecieron respuestas positivas ya que tanto en la celebración de fechas conmemorativas (día mundial contra la homofobia, no violencia contra la mujer, la tuberculosis, la prevención del VIH/SIDA, la jornada de la lucha contra el tabaquismo y la ingestión de bebidas alcohólicas) como en los burós de información y otras actividades comunitarias, se enfatiza en el respeto por la forma de pensar y actuar de las personas, el derecho a expresar sus criterios libremente, a emitir opiniones respecto a determinados temas relacionados con la convivencia escolar, partiendo de una valoración de sus características de género, etnia, religión, cultura y grupo social; mientras que el 11, 3 % refirieron que resultan insuficientes estas actividades.
Con respecto a si se realizan actividades que contribuyen a la identidad de género y propician una comunicación eficiente, el 96,2 % dice que sí, mientras el 3,79 % declaró no tener conocimientos de su ejecución.
En cuanto a la participación responsable de los estudiantes en las actividades, con sentido de pertenencia al grupo, cuidando las necesidades de los demás y mostrándose colaborativos en su desarrollo, el 50,6 % ofrecieron respuestas afirmativas, mientras el 49,4 % opinaron que aún son insuficientes la responsabilidad y colaboración en ellas.
Referido a la realización de actividades que propicien y regulen la vida en común, el manejo de las diferencias y conflictos, y la construcción de normas y reglamentos con enfoques de principios éticos, el 37,9 % de la muestra mencionó los conversatorios, charlas y debates mientras el 62, 1 % expresó que se debaten filmes y se discute el reglamento escolar teniendo en cuenta los temas de convivencia escolar y se proponen acciones para la solución de diferencias y conflictos. Con respecto a si se presta atención diferenciada a estudiantes que manifiestan conflicto en las relaciones interpersonales el 100 % afirmaron que en la realización de las actividades se tienen en cuenta las decisiones de los ellos, el diálogo reflexivo y el manejo formativo de conflictos. Todos manifestaron que la labor extensionista incluye la prevención y atención a las conductas de riesgo, el cuidado de los espacios y bienes colectivos y consideraron importante el vínculo de la extensión universitaria con las normas de convivencia escolar.
Las opiniones expresadas por la vicedecana de extensión universitaria de la Facultad de Educación Infantil a la cual pertenece la carrera de Licenciatura en Educación, Pedagogía-Psicología coincidieron con los criterios de los estudiantes. Ella valora positivamente la participación e inserción de ellos en las actividades extensionistas dirigidas a fomentar una convivencia escolar inclusiva. Aseguró que los alumnos se insertan activamente como facilitadores, lo cual redunda en su futuro desempeño profesional.
En Cuba el Programa Director de Promoción de Educación para la Salud9 aprobado por el Mined tiene como propósito integrar los problemas de la salud al proceso pedagógico con la finalidad de educar a los jóvenes para que sean ciudadanos cada vez más saludables; entre sus ejes temáticos se mencionan la comunicación y la convivencia.
La convivencia escolar exige estudios críticos que permitan reconocer las características y tendencias de producción académica a partir de sus investigaciones empíricas; esto parece deficitario ya que desde la década del 2000, solo se ha identificado un estado del arte de carácter comparativo con referencias bibliográficas de países latinoamericanos de hace diez años; Sime et al., referenciados por Colombo,10 abordan no solo el concepto de convivencia sino otros próximos e incluyen artículos de revistas impresas y digitalizadas, libros e incluso tesis académicas, todo lo cual demuestra la pertinencia de realizar estudios exploratorios sobre este tema por su influencia en formas pacíficas de coexistencia.
CONCLUSIONES
Fueron analizadas las potencialidades del trabajo extensionista para la consolidación de la convivencia escolar. Se constató su efectividad a partir de la realización de actividades intrauniversitarias con predominio de aquellas relacionadas con la promoción de salud, lo cual influyó de forma positiva en la mejora de las relaciones entre los estudiantes y para su futuro desempeño profesional.