Introducción
El rol del deporte como fenómeno social y su vínculo con temas como la moral, las relaciones políticas y sociales, ha sido tratado por diversos autores desde la Grecia clásica (Buckley, 2006). El deporte es un sujeto importante a ser estudiado por investigadores y académicos, y una fuente de información valiosa si queremos conocer las características de una sociedad y de los grupos que la conforman en un período dado (MacClancy, 1996; Hargreaves, 2000). Por ello, cada vez existe una mayor conciencia de su importancia en la comprensión de las dinámicas sociales y sus diferentes manifestaciones (Maguire, 1994).
El beisbol es parte inseparable de la cultura cubana y fue uno de los aglomerantes imprescindibles de la formación y consolidación de la nacionalidad (Pérez, 1994). Los primeros practicantes de este deporte en nuestro país fueron mayormente jóvenes enviados por sus familias a cursar estudios en los Estados Unidos de América (EEUU) (González, 1999), pero igualmente pueden mencionarse el papel de otras categorías de inmigrantes cubanos en el país del norte incluidos muchos independentistas y marineros norteamericanos que hacían escala en las principales ciudades portuarias del occidente de nuestro territorio.
A pesar de estar documentado suficientemente que se jugaba beisbol en Cuba desde la década de 1860, al punto que en 1868 se organizó el primer equipo cubano de beisbol, el Habana BBC (Alfonso, 2016), tradicionalmente se ha manejado como fecha del primer partido oficial la del 27 de diciembre de 1874 (González, 1999), jornada en la que se enfrentaron los equipos de Habana y Matanzas en el estadio Palmar de Junco, ubicado en esta última ciudad y que aún está funcional. Ahora, si entendemos el concepto de oficial en el contexto de un partido que se desarrolla en una liga organizada con estatutos, reglamentos, ejecutivo, y con registro oficial, entonces el primer juego se fija sin ambigüedades en el desarrollado entre Habana BBC y Almendares BBC, el 29 de diciembre de 1878 (Alfonso, 2016).
El béisbol surge en Cuba en el mismo momento en que estalla la primera conflagración bélica contra el dominio de la metrópoli española y, dado que era un juego practicado casi exclusivamente por los cubanos, se convirtió desde el inicio en un motivo de controversia con las autoridades peninsulares y en una razón contrastante de nuestra naciente personalidad nacional. A diferencia de los deportes y aficiones españolas, maximizadas en su salvajismo en la práctica del toreo, el beisbol se presentaba como un deporte elegante, higiénico, expresión de la modernidad y las buenas costumbres (González, 1999; Alfonso, 2016).
Muchos de nuestros pioneros en la práctica del deporte fueron fervientes revolucionarios, defensores de la causa independentista. Baste mencionar aquí los nombres de Emilio Sabourín y del Villar, Carlos Maciá, Alfredo Arango, Ricardo Martínez, Ramón Hernández, Ramiro Mazorra, Víctor Planas, Francisco Alday, Pedro y Leopoldo Matos, y muchos más que harían esta lista prácticamente interminable (Reig, 2007; Alfonso, 2021). Interesantes acotaciones sobre las relaciones raciales, la conformación de la nacionalidad y el origen del beisbol cubano han sido aportadas por autores como Burgos (2005a b).
El 29 de diciembre de 1878 se inició, con un partido entre Habana y Almendares nuestro primer torneo de beisbol. Este encuentro se desarrolló en el terreno del Habana, en la calle Línea, Vedado, donde hoy radica el Hospital materno América Arias (Martínez, 2016). A lo largo de su rica historia, muchos peloteros especialmente cubanos y norteamericanos, pasaron por este campeonato, que fue el más fuerte de los jugados fuera de territorio norteamericano. Aunque diversas franquicias participaron en esta liga, cuatro fueron las emblemáticas: Leones de La Habana, Alacranes del Almendares, Elefantes de Cienfuegos y los Tigres de Marianao. Otros equipos que pasaron por este campeonato fueron los Leopardos de Santa Clara, el Fe, el Matanzas BBC, el San Francisco y los Orientales (Alfonso, 2016).
Como puede apreciarse predominan los equipos de la región occidental, en menor medida los provenientes de las centrales y casi no existen franquicias orientales. Además de la liga profesional, proliferaron en el país otros torneos de excelente nivel, que alimentaban a la principal liga cubana, aunque con vida propia. Entre los campeonatos más destacados se hallaban la Liga de Pedro Betancourt en Matanzas (semiprofesional) y la Liga Nacional Amateur (surgida en 1914). Este auge beisbolero tuvo su punto culminante con la conformación de los Cuban SugarKing, equipo que participó de 1954 a 1960 en la Liga Internacional AAA en el beisbol de los Estados Unidos y que resultó ganador en 1959 de la pequeña Serie Mundial. Cuba, por otro lado, fue presencia constante en torneos de aficionados, particularmente en el área centroamericana (Cordoví, 2014).
Como ya se dijo el béisbol comenzó a jugarse en la región occidental de nuestro país, especialmente las provincias Habana y Matanzas; allí surgieron además los primeros terrenos con ciertas condiciones para la práctica del deporte y de estas provincias eran los principales equipos y, por ende, la mayoría de los mejores peloteros. No obstante, rápidamente, la expansión del deporte condujo a la aparición de jugadores de todas las regiones. El desarrollo de las comunicaciones terrestres, a partir de la construcción de la Carretera Central en la década de los treinta del siglo XX, facilitó la expansión de este deporte y el desarrollo de campeonatos y ligas en casi todo el país (Albert, 2010). No obstante, el grueso de las principales franquicias siguió siendo de escuadras que representaban al occidente.
La existencia de campeonatos organizados con respaldo económico, la calidad de sus jugadores y las estrechas relaciones entre Cuba y EEUU, hicieron posible que muchos peloteros cubanos participaran en los torneos profesionales o semiprofesionales del país norteamericano (Cullen, 2019). En este contexto se destaca la presencia temprana de jugadores cubanos en las Grandes Ligas norteamericanas (Major League Baseball, MLB, por sus siglas en inglés). Más de 200 cubanos han participado en este torneo, considerado el de máximo nivel en el mundo de acuerdo con Sport Reference, LLC. Baseball-reference (2021).
La presencia cubana en las MLB fue constante hasta la década de los sesentas del siglo XX. Además, las conexiones entre ambos beisbol, facilitaban la participación de jugadores y entrenadores norteamericanos de altísimo nivel en nuestro país y viceversa. Esta participación, incluso, se habría multiplicado si no hubiese prevalecido durante años la absurda y discriminatoria barrera racial. Muchos jugadores cubanos de piel negra hubieran participado y, probablemente se habrían constituido en verdaderas estrellas en el máximo torneo beisbolero. Ejemplo de ellos son José de la Caridad Méndez, “El Diamante Negro”, Alejandro “el Caballero” Oms, y Martín Dihigo, conocido como El Inmortal y reconocido por quienes lo vieron jugar como uno de los más completos jugadores del beisbol de cualquier época, exaltado al salón de la fama en Estados Unidos, Cuba y México. Los tres se destacaron tanto en el beisbol nacional como en las poderosas Ligas Negras de los Estados Unidos.
En los últimos años ha surgido un creciente interés académico por la rescatar la riquísima historia del beisbol. En Cuba y en el extranjero han aparecido varios textos especializados que tratan temas vinculados con el origen, historia y desarrollo del beisbol y su aporte a la creación de la cultura nacional y al propio ser cubano (González, 1999; Socarrás, 2003; Alfonso, 2016). Por otro lado, el beisbol es un arquetipo dentro de los deportes colectivos por el número casi infinito de cifras y parámetros estadísticos que maneja (Albert, 2010). Sin embargo, en general, no son frecuentes los estudios sociales cuantitativos sobre el beisbol en Cuba y aunque son abundantes los trabajos que contienen estadísticas y datos sobre los equipos y peloteros (Casal, et al., 1986), estos se presentan de manera descriptiva, sin un análisis de las relaciones que en ocasiones se establecen entre lo cuantitativo y los factores socioeconómicos, dentro de los que se cuentan los que se vinculan con el territorio y sus características.
Este trabajo se propone un acercamiento al problema del papel de la procedencia territorial, especialmente referida a la provincia de nacimiento, en la inserción de jugadores cubanos en la MLB. En este sentido, interesa destacar aquellas provincias que más jugadores aportaron al máximo nivel del beisbol en el mundo y que factores pudieron influir en este comportamiento. Se analizan correlaciones entre la región de origen y la edad del debut y período de permanencia en el torneo. Finalmente, se consideran los períodos en que se incrementó la presencia cubana en el torneo de la MLB y se aportan algunas ideas sobre el porqué de esos incrementos.
Materiales y métodos
La muestra de jugadores se tomó en el período de 1871 a 1961. El año inicial fue seleccionado por ser el debut de los jugadores cubanos en el circuito profesional norteamericano en el máximo nivel. Nuestro primer pelotero a ese nivel fue Esteban Bellán en el equipo Troy Haymaker, de la National Association, primer circuito profesional y antecesor inmediato de las Grandes Ligas de Beisbol norteamericanas. Aunque el considerar a Esteban Bellán como el primer cubano y latino en la MLB es un tema polémico, si se como referencia la máxima calidad de este deporte entonces no hay dudas de que la elección de la fecha es totalmente correcta; mientras que 1961 fue el último año en que se jugó la Liga Cubana (la temporada 60-61 culminó en febrero de 1961) y puede considerarse como el año en que se rompen los vínculos con el beisbol organizado de los EEUU, como resultado indirecto de la política hostil de la potencia del norte hacia la naciente revolución. No por gusto, el gobierno de los EEUU rompió relaciones diplomáticas con Cuba.
Se evaluaron un total de 90 peloteros con participación en la MLB. Los datos de los jugadores cubanos (edad, provincia de procedencia y año en el que debutaron) fueron tomados de fuentes como Sport Reference, LLC. Baseball-reference (2021). En algunos casos, hay discrepancias en los datos, particularmente sobre la procedencia, cuando esto ocurrió se dio preferencia a la fuente nacional por entender que en estas situaciones debe ser más fiable. Para el análisis de la edad se consideró aquella con la que contaba el jugador en el momento del debut, tomando el resultado del último cumpleaños cumplido y no considerando la fracción de días subsiguiente. El establecimiento preciso de la fecha de nacimiento introduce también una dificultad, pues era frecuente que los nacidos se inscribieran en fecha diferente a la real (con diferencia incluso de varios años). No obstante, considerando el tamaño de la muestra, esta fracción no debe modificar apreciablemente los resultados que se reportan. Se utilizaron métodos estadísticos para el análisis y la evaluación de los datos.
En cuanto al año de incorporación a la MLB se consideró aquel del debut, pues otros conceptos como firma y contratación son, en ocasiones, ambiguos; mientras que la participación en el juego físicamente es incontrastable.
Para la procedencia de los jugadores de acuerdo con la provincia se utiliza la división político-administrativa que estuvo vigente en el país durante desde 1879 hasta 1976 (esta unidad fue bastante estable geográficamente solo con algunos cambios de nomenclatura de las provincias a lo largo de este tiempo, por ejemplo, Camagüey en lugar de Puerto Príncipe, Oriente por Santiago de Cuba o Las Villas por Santa Clara). Adicionalmente, se consideró el análisis referido a la división implantada en 1976, que fue ligeramente modificada en 2011. No obstante, los resultados principales de este estudio en cuanto a la distribución territorial de los jugadores se refieren fundamentalmente a la antigua división, por ser la vigente durante la mayoría el período estudiado.
Resultados y discusión
En la Figura 1 se presenta la distribución por territorios de los 90 peloteros que debutaron en la MLB en el período 1871-1961 y considerando la antigua división política vigente en Cuba de 1879 a 1976. Varias conclusiones se derivan de estos datos. En primer lugar, todas las provincias están representadas, aunque con mayor preponderancia de jugadores de La Habana (el 61.11 % de los jugadores), seguida por Matanzas, Las Villas y Oriente, en ese orden. Los lugares cinco y seis lo ocupan las provincias de Camagüey y Pinar del Río que eran de las de menor población relativa total y de menor densidad poblacional en aquella época. Si se consideran las tres provincias occidentales, se alcanza el 74.44% (es decir, prácticamente tres cuartas partes del total de jugadores). Diversos factores pueden explicar esta prevalencia occidental (además de ser significativo el porcentaje de su población en relación con la del país); primeramente, fue en esta región donde radicaban los principales equipos de beisbol profesional, era por tanto la más conectada con el béisbol rentado norteamericano y era en ella donde normalmente se movían los caza talentos para realizar sus selecciones. Por otro lado, es indudable que siendo en occidente donde se jugó por primera vez de manera organizada nuestro pasatiempo nacional, era allí donde existía mayor tradición de juego y donde estaba concentrada la calidad técnica. Este hecho fue particularmente cierto para los finales del siglo XIX y las primeras tres décadas del siglo XX.
Si en el análisis se consideran las provincias que emergieron de la división político-administrativa de 1976, se obtiene el resultado que se muestra en la Figura 2. Como es de esperarse siguen prevaleciendo los jugadores nacidos en la capital (57.67 %), y siguen en orden Matanzas (10.00%), Cienfuegos (5.56%), Camagüey (4.44%) y Santiago de Cuba (4.44%). Resalta aquí el porcentaje relativamente alto de la provincia de Cienfuegos, siendo una provincia con relativamente baja población. No es casual que fuera esta región en la que radicara una de las cuatro principales franquicias del beisbol profesional cubano. Por otro lado, no hay representación de las actuales provincias de Santi Spiritus, Granma y Guantánamo. En este último caso, extraña la ausencia de jugadores, dado su cercanía con la base militar norteamericana en dicho territorio, que pudiera pensarse facilitaría tanto los vínculos con los norteamericanos como la posible captación del talento local por parte de ellos; seguramente la existencia de la barrera racial en gran parte del período considerado fue una limitante en una región con un alto porcentaje de población negra y mestiza. Tampoco hubo representantes de la antigua Isla de Pinos, actual Isla de la Juventud, Municipio Especial.
En este caso las provincias se refieren a la división política administrativa vigente desde 1976. Se ha considerado la reciente modificación que dividió la antigua provincia Habana en Mayabeque (al este) y Artemisa (al oeste). Esta última provincia sumó territorios que pertenecían anteriormente a Pinar del Río.
¿Cómo se modificó la proporción de jugadores occidentales (particularmente habaneros) en el período estudiado? En la Figura 3, puede apreciarse cómo fue decreciendo la proporción de jugadores procedentes de la capital, en relación con el total de los contratados por equipos de la MLB. Esta proporción cayó de un máximo de 90.00% (para los 10 primeros contratados) hasta el 61.11% al final del período. A pesar de que entre los peloteros contratados siguieron prevaleciendo los occidentales, se incrementa la proporción de jugadores del centro y oriente de la isla. Este decrecimiento de peloteros habaneros en la MLB se mantendría luego de 1961 y durante toda la década del 60 según Sport Reference, LLC. Baseball-reference (2021) aunque esta etapa está fuera del alcance de este estudio y en ella intervinieron otros aspectos extradeportivos no existentes en el período comprendido en la investigación.
En este punto de la investigación uno puede preguntarse si el factor del territorio de procedencia pudo influir en el momento del debut del jugador en la MLB (edad). Para estudiar este elemento se dividió la muestra en dos grupos: los nacidos en la capital (55) y los que nacieron en el resto de las antiguas provincias (35). En la Tabla 1, puede verse que el promedio de edad de los capitalinos en el momento del debut es de alrededor de 2 años por debajo de los nacidos en el interior (23.63 los primeros y 25.28 los segundos).
El intervalo entre las edades mínima y máxima del debut también favorece a los jugadores de la capital (17-32 en los habaneros y 20-38 para el resto). Destaca entre los últimos la figura emblemática de Conrado Marrero, “El Guajiro de Laberinto”, que debutó con casi 39 años que aun constituye el récord cubano para el pelotero novato de mayor edad en la MLB. Marrero se mantuvo activo por cinco temporadas. El comportamiento observado en la edad del debut puede relacionarse con un desarrollo más rápido en el plano deportivo del pelotero capitalino (occidental en general) y una conexión más intensa con el sistema beisbolero norteamericano y, por lo tanto, su acceso a ese circuito de una forma más expedita. Extender el estudio a otros períodos y profundizar en los mecanismos que facilitaban el “salto” de los peloteros cubanos a los torneos profesionales norteamericanos, permitirá enriquecer el análisis de la relación del territorio y factor etario.
Provincia | Número de Jugadores | Edad mínima y máxima de los jugadores en el momento del debut (en años) | Promedio de Edad del debut (en años) |
La Habana | 55 | 17-32 | 23.63 |
Resto del país | 35 | 20-38 | 25.28 |
En cuanto al número de temporadas que jugaron en la Gran Carpa, los de la capital promediaron 3.91 (un mínimo de 1 y un máximo de 20), mientras que los del resto del país, tuvieron un promedio de 6.14 (datos presentados en la Tabla 2). La diferencia encontrada (2.23 temporadas menos en los jugadores capitalinos) pudiera explicarse por el hecho de que un porcentaje muy alto de jugadores solo participó en 1 o 2 temporadas, siendo este hecho significativo para el caso de los habaneros.
De acuerdo con la muestra estudiada, de los 90 peloteros, casi un tercio (31.11%) jugó apenas una temporada. De ellos, más del 40% (12 de 28), lo hicieron en el período 1941-1945 (los años de la Segunda Guerra Mundial). De paso, en esos años debutaron 17 cubanos, cifra récord para la época y muy por encima de la observada en períodos anteriores. La explicación de este alto número en los años de la conflagración mundial es que muchos peloteros norteamericanos de la MLB fueron enrolados en el ejército en ese período (más de 200, algunos de los cuales eran verdaderas estrellas como Joe Di Maggio, Ted Williams y Stan Musial (Porto, 2020) y esta coyuntura favoreció que los cubanos ocuparan estas “plazas”, al menos por un corto tiempo. Luego de reincorporados los norteamericanos, ya no hicieron falta estás contrataciones “emergentes”. Un hecho que apoya esta aseveración es que luego de 1945 no hay nuevos jugadores cubanos hasta el año 1948 y, que en el período previo a la Segunda Guerra Mundial (años del 35-40), apenas debutaron 4 jugadores.
Provincia | Mínimo-máximo (temporadas) | Promedio de temporadas |
---|---|---|
La Habana | 1-20 | 3.91 |
Resto del país | 1-19 | 6.14 |
En general, si se considera el año del debut, la distribución de jugadores en intervalos de tiempo en la MLB se presenta en la Figura 4. Por la incorporación de jugadores, resaltan los períodos 1911-1920 (promedio de 1.40 por año), 1941-1950 (2.70 por año) y 1951-1961 (3.64 por año). No hay dudas que una mejor organización y cierta estabilidad económica de los equipos cubanos, el contexto mencionado de la Segunda Guerra Mundial y, fundamentalmente, la eliminación de la absurda barrera racial en 1947 (el primer cubano negro en jugar en la MLB fue Orestes Miñoso en 1949), impulsaron el ingreso masivo de jugadores cubanos a partir de los finales de la década de los cuarentas. Este incremento porcentual es independiente de la región de procedencia, aunque como ya se demostró el porcentaje de jugadores occidentales fue decreciendo en el tiempo con el consecuente incremento centro-oriental, en el período estudiado.
Si bien una gran cantidad de peloteros cubanos transitaron pocas temporadas por la MLB, desde sus inicios varios adquirieron la categoría de estrellas. El primero de ellos, Adolfo Luque (habanero), quien lanzó por 20 años en el máximo nivel, 12 de ellos con los Cincinnati Reds. De los que debutaron en el período del 1945 al 1961, destaca la figura del matancero Orestes Miñoso, que jugó 17 temporadas y se destacaron los Chicago White Sox tanto al bate como al campo. Como puede apreciarse también la imagen hacia el exterior de nuestro beisbol procedía de representantes occidentales. Si sumamos que en las Ligas Negras las principales estrellas cubanas procedían de estas provincias, es evidente el predominio occidental en el pasatiempo nacional cubano.
Como posible continuidad de esta investigación sería interesante profundizar en los vínculos entre los equipos profesionales cubanos y el circuito profesional norteamericano y cómo esto se expresó cuantitativamente en la presencia nacional en el beisbol norteamericano, ampliando el espectro a otras ligas, como las llamadas Ligas Negras las que, afortunadamente y con toda justicia ya han sido reconocidas por el Comisionado de las Ligas Mayores de Béisbol, Robert D. Manfred Jr. con el estatus de Grandes Ligas de acuerdo con reportes recientes (Venezuela. Telesurtv, 2020). Otro tema interesante pudiera ser el estudio de las posibles correlaciones entre el ingreso de jugadores cubanos en el béisbol norteamericano en todos sus niveles y las dinámicas internas de la sociedad norteamericana, la cubana y el entorno internacional. En el plano nacional, valdría la pena profundizar en la presencia local (el municipio) en el beisbol al máximo nivel.
Conclusiones
La investigación demostró cuantitativamente la preponderancia de los peloteros cubanos nacidos en el occidente del país entre los que ingresaron en la MLB en el período 1871-1961. En occidente destacan los peloteros capitalinos, seguidos por los de Matanzas. El porcentaje relativo de jugadores habaneros fue disminuyendo desde el 80-90% del total en los inicios hasta poco más del 60% al final del período considerado. Como resultado de este estudio, se obtuvo que los jugadores capitalinos debutaron casi dos años más jóvenes que los del resto del país, aunque jugaron como promedio menos temporadas en el máximo nivel de este deporte. El análisis de la distribución de jugadores incorporados por intervalos de tiempo, considerando la fecha de debut, arrojó que los períodos 1911-1920, 1941-1950 y 1951-1961 fueron los más fructíferos. Se encontró que particularmente los años en que se desarrolló la Segunda Guerra Mundial (1941-1945), coincidió con un incremento del número de cubanos que debutaron en la Gran Carpa, aunque en su mayoría solo jugaron por 1 o 2 temporadas. Una posible explicación a este fenómeno puede ser la existencia de vacantes como resultado de la movilización militar de jugadores norteamericanos en el período. El máximo incremento cuantitativo se observó luego de la eliminación de la barrera racial en la MLB, a finales de la década de los cuarenta. Otros estudios pudieran demostrar estas y otras correlaciones entre las dinámicas internas de la sociedades cubana y norteamericana y la presencia de jugadores cubanos en el beisbol norteamericano y, más en general, en el desarrollo de nuestro beisbol, en el período prerrevolucionario.