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Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina

versión On-line ISSN 2308-0132

Estudios del Desarrollo Social vol.8 no.1 La Habana ene.-abr. 2020  Epub 14-Abr-2020

 

Artículo Original

Revisitando la Escuela de Frankfurt: aportes a la crítica de la mercantilización de los medios

Revisiting the Frankfurt School - Contributions to the Criticism to the Commercial Exploitation of the Media

0000-0001-6038-7313Orlando Esteban Valdez López1  *  , 0000-0003-3924-1517Luis M. Romero Rodríguez2  , 0000-0002-6414-5415Ángel Hernando Gómez3 

1Universidad Técnica de Oruro, Bolivia.

2Universidad Rey Juan Carlos, España.

3Universidad de Huelva, España.

RESUMEN

El presente artículo analiza el pensamiento crítico de la comunicación de masas y las industrias culturales, desde una perspectiva epistemológica de los medios como creadores y formadores de realidades sociales a favor de la mercantilización y del modelo del hombre-consumo. Se revisan los aportes clásicos de los pioneros de la escuela de Frankfurt (Horkheimer, Adorno, Marcuse y Habermas) en función de los debates que generaron con sus pensadores coetáneos. Posteriormente, se realiza una correlación teórica de las líneas ontológicas y epistemológicas de esta escuela con los aportes de Walter Benjamin, Antonio Gramsci, Leo Löwenthal, Oskar Negt, Axel Honneth y Siegfried Kracauer sobre las industrias culturales, revisando estos teóricos a la luz del actual ecosistema comunicativo. Como principal conclusión, emerge una misma línea de pensamiento crítico que sugiere que, aunque las tecnologías permitan la pérdida monopólica del podio discursivo social por parte de los medios de masas, se sigue manteniendo un ecosistema dominado por las relaciones de mercado y consumo y se crean nuevos tipos de vicios y peligros en el control social y la manipulación mediática.

Palabras-clave: filosofía de la ciencia; Ilustración; industrias culturales; teoría crítica

ABSTRACT

This paper analyzes the critical thinking on mass communication and culture industries, getting an epistemological perspective on the media as creators of and formative influences on social realities in favor of commercial exploitation and a model of man as a consumer. Contributions made by major members of the Frankfurt School (Max Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcuse, and Jürgen Habermas) were examined, as well as discussions there were between them and their contemporary thinkers. The School’s ontological and epistemological approaches were theoretically compared to Walter Benjamin, Antonio Gramsci, Leo Löwenthal, Oskar Negt, Axel Honneth and Siegfried Kracauer’s views on culture industries, in the light of today’s communications ecosystem. The results show a similar critical thinking which suggests that, although technologies cause the mass media to lose their monopoly of social discourse, there is still an ecosystem dominated by markets and consumption, and new types of vices and dangers of social control and media manipulation emerge.

Key words: philosophy of science; Enlightenment; culture industries; critical theory

INTRODUCCIÓN

Los principales impulsores de la Escuela Crítica de Frankfurt fueron Max Horkheimer y Theodor Adorno. En 1944, con la obra Dialéctica de la Ilustración (2007), sentaron los principios críticos que serían la base de esta línea teórica. El clásico coincide con el final de la Segunda Guerra Mundial y se visiona con un amplio sentido de contracorriente -fundamentado en el marxismo humanista- al poder dominante de la ciencia hasta los momentos, al rescatar la cualidad humana de los estudios sociológicos.

Uno de los aportes centrales que se destaca en este artículo es cómo los autores pusieron en perspectiva la realidad de los medios masivos y el cine como industria cultural. Adorno y Horkheimer (2007) señalaron que Kant, Sade y Nietzsche, tenaces ejecutores de la Ilustración, interponen el sometimiento de todo lo natural y el dominio de la ciencia ciegamente objetiva. Evidencian la regresión de la Ilustración a la ideología, que encuentra su expresión normativa en el cine y la radio.1 Por tanto, la Ilustración consiste sobre todo en el cálculo de los efectos y en las técnicas de producción y difusión, su apelación al propio carácter comercial y su adhesión a la «verdad suavizada», lo que se ha convertido en una excusa que sustrae la responsabilidad de la mentira. En este sentido, el tratado de las industrias culturales pone en evidencia la anomalía social, que en la actualidad permanece en su afán de mercantilizar contenidos de todo tipo, incluida la información.

La Escuela de Frankfurt contó con los principales representantes del pensamiento crítico filosófico del siglo pasado: Max Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcuse y Jürgen Habermas. Las contribuciones desde su basamento filosófico fueron distintas, pero congruentes en la teoría crítica social, por ejemplo, el núcleo del cambio de paradigma, que representa la teoría crítica de Habermas en relación con la de Adorno. Frente a la identificación «adorniana» de racionalidad y razón instrumental la tercera generación de esta escuela, encabezada por Habermas, desarrolla un concepto de razón comunicativa, tan originaria como la razón instrumental, en tanto que igualmente necesaria para la autoconservación del individuo y la reproducción de la sociedad.

Estos autores incorporan posturas a la teoría crítica de la sociedad y constituyen los postulados que trascienden en el tiempo y espacio en autores recientes, como pronóstico de un presente mediático que impacta en la emocionalidad y comportamiento, deshumaniza el accionar de la sociedad que parece dirigirse al abismo. En el presente trabajo de análisis bibliográfico contemporáneo de la Escuela Crítica de Frankfurt se articulan las miradas de los autores sobre las industrias culturales y el accionar de los medios de comunicación movidos por el mercantilismo, con propósitos objetivados en el oscurantismo moderno.

1. LOS PIONEROS DE LA ESCUELA DE FRANKFURT

1.1. La teoría crítica de la sociedad de Max Horkheimer

El filósofo y sociólogo Max Horkheimer fue fundador de la Escuela de Frankfurt y precursor de la teoría crítica de la sociedad. Sus tesis evidencian su inconformidad con la teoría positivista: Crítica del juicio de Kant, de 1925, inicia un debate que fue en claro ascenso con el enfoque de la sociedad tardocapitalista y del sistema de dominio desarrollado por ella. Con base en el análisis de la obra de Max Weber sobre la sociología y la crítica a la fenomenología planteada por Husserl, de la que parte el cientifismo, Horkheimer considera una aceptación acrítica del status quo. De esta manera consiguió contraponerse a cualquier punto de vista que desembocara en el positivismo.

Las observaciones a la ciencia de Horkheimer, suscitadas el año 1932, radican en la crítica al proceder de la ciencia que no se preocupa por los problemas propios de los procesos de la sociedad. Por ejemplo, la falta de observación de conceptos como la persona y su razón, la diferencia entre espíritu y naturaleza o alma y cuerpo. Además, advierte que la ciencia positivista utiliza de manera deficiente e inadecuada métodos mecanicistas en sus procedimientos de indagación. Respecto a esto, Horkheimer (1998) llamaba la atención postulando:

En cuanto pueda hablarse con razón de una crisis de la ciencia, resulta imposible separarla de la crisis general. El proceso histórico ha traído consigo un esclerosamiento de la ciencia como fuerza productiva, que repercute en todas sus partes, respecto al contenido y la forma, de la materia y del método. Además, la ciencia, en su calidad de medio de producción, no es empleada como corresponde. Comprender la crisis de la ciencia depende de una correcta teoría de la situación social presente, pues la ciencia, en cuanta función social, refleja las contradicciones de la sociedad (p. 21)

Horkheimer era un apasionado de la filosófica crítica y reconocía a Cornelius, su maestro, como uno de los principales referentes de su posición epistemológica contraria a la especialización:2

Cornelius no era solo un mentor, sino también un modelo a seguir para Horkheimer, porque se oponía a las estructuras dominantes de la universidad y la sociedad a su manera. Sus diversos intereses lo ubicaban en desacuerdo con la tendencia hacia la especialización que se había vuelto cada vez más dominante en las universidades alemanas en la segunda mitad del siglo xix. (Abromeit, 2011, p. 68)

Los argumentos de Horkheimer tienen basamento en la crítica a Kant. Abromeit menciona que Horkheimer puede demostrar que la determinación existe tanto en las estructuras cognitivas de la asignatura trascendental como en el mundo real, entonces la distinción entre una razón teórica esencialmente mecánica y una razón práctica esencialmente teológica ya no es sostenible. Así, Abromeit (2011) indica:

El carácter específico de estos objetos que, según Kant, llevan la marca de la razón teórica, puede ser comprendido epistemológicamente sin recurrir a la razón práctica, es decir, a una voluntad. En este sentido, por lo tanto, la Crítica del Juicio no es un vínculo entre la razón teórica y la práctica. (p. 79)

En 1994, durante su exilio en Estados Unidos, Horkheimer y Theodor Adorno produjeron una obra célebre, Dialéctica de la Ilustración (2007), en la que se refleja la crítica al conocimiento y práctica ilustrada. De ese decurso y en línea con el enfoque epistemológico del presente acápite es importante extraer:

La Ilustración, en el más amplio sentido de pensamiento progresivo, ha perseguido desde siempre el objetivo de quitar a los hombres el miedo y convertirlos en señores. Pero la Tierra enteramente ilustrada resplandece bajo el signo de una triunfal calamidad. El programa de la Ilustración era el desencantamiento del mundo. Quería disolver los mitos y derrocar la imaginación mediante el saber (p. 19).

En esta obra se constata la forma de ejercitar la Ilustración sobre la ciencia con fines universales y totalitarios, reducida a números y efectos. Se critica a Bacon, quien conecta la lógica formal con la gran escuela de la unificación y dio a los ilustrados el esquema de calculabilidad del mundo, donde el número se convirtió en el canon de la Ilustración.3

Según Adorno y Horkheimer (p. 23), lo que importa para los ilustrados -como Bacon- es la operación, el procedimiento eficaz, el verdadero fin y la verdadera función de la ciencia del descubrimiento de datos positivos que sirvan al propósito único del progreso, el totalitarismo, en contrapartida de la naturaleza humana. Esta posición epistemológica, contraria a la línea del funcionalismo norteamericano y occidental-europeo, advierte que abordar las interacciones sociales desde el estructuralismo no solo deja de lado el factor humano, sino que además tiene un sesgo ideológico propenso a beneficiar la alienación de la sociedad a partir de las industrias culturales.

El pensamiento de Horkheimer, tanto en Estados Unidos como en su génesis en Europa, siempre estuvo acompañado de estudiosos y seguidores como Erich Fromm, Leo Löwenthal, Herbert Marcuse, Karl August Wittfogel, Andries Sternheim, Jay Rumney y por supuesto Adorno y Habermas, con quienes tuvo estudios analíticos preponderantes. Horkheimer también fue el iniciador de los tratados de Studies in Prejudice, investigaciones realizadas de manera colectiva en 1950 y que constituyen una espléndida ilustración sobre las diferentes formas de mentalidad autoritaria y de comportamiento represivo, estimulada por la trágica experiencia de la ascensión del fascismo y el nazismo en Alemania.

Tal y como se ha apuntado, la obra y pensamiento de Horkheimer radica en la crítica al positivismo, a cuyos propulsores considera ilustrados, frente a una sociedad en crisis por el progreso. Detenta en sus estudios un profundo análisis crítico de los valores y principios subyacentes en la sociedad moderna, la llamada teoría crítica de la sociedad. Su orientación crítico-sociológica con base filosófica formula la existencia de una vida con cuerpo y espíritu, «es la identidad del espíritu y su correlato, la unidad de la naturaleza, aquello a lo que sucumbe la multitud de las cualidades» (Adorno y Horkheimer, 2007, p. 26). El espíritu de la ciencia es precisamente la metafísica, el ser y la vida humana como razón de existencia, en cuerpo y alma.

1.2. Teoría crítica de Theodor Adorno: racionalidad y razón instrumental

Adorno fue un destacado representante de la teoría crítica de la sociedad y de la Escuela de Frankfurt. Así como otros críticos alemanes exiliados como consecuencia del fascismo, Adorno estuvo en Francia, Inglaterra y luego en Estados Unidos. Durante ese tránsito conoce a Horkheimer, con quien comenzó una larga y fructuosa incursión de la teoría crítica del conocimiento.

Los principales temas de reflexión crítica de Adorno son la perspicacia frente a las tendencias dominantes en la realidad social moderna y la tensión utópica hacia una dimensión distinta del presente cosificado y alienado. Como consecuencia de una formación dialéctico-hegeliana que atesora el magisterio del marxismo, Adorno confirma la importancia de la negación como instrumento para cuestionar los mecanismos sociales. Esa lucidez explica las obras integrales sobre la teoría crítica de la sociedad moderna.

Una de sus obras centrales es sin lugar a dudas la mencionada Dialéctica de la Ilustración, en coautoría con Horkheimer. Apareció con el nombre primigenio de Fragmentos filosóficos y fue editada como libro en 1947. Posteriormente aparece la versión traducida al inglés, en 1972, donde recién cobró inusitada impresión a escala mundial. Dicha obra ofrece una radiografía de la moderna sociedad de masas, principalmente de la estadounidense, sobre el hombre contemporáneo envilecido por la industria cultural que idiotiza a la sociedad con sus falaces libertades. Refiere el mito de la racionalidad científica, que desde sus remotos orígenes en la Ilustración positivista se entrelaza con el dominio y cuya función liberadora resulta sofocada cada vez por un totalitarismo más o menos explícito. De ahí su constante polémica con el pensamiento instrumental, con el culto a la exactitud y con cualquier forma de historicismo progresista.

Siguiendo la filosofía dialéctica de Hegel, Adorno enfrentó al sistema predominante de la época hasta su muerte. Su legado fundamental es el planteamiento de transformación de la realidad alienada y mercantilista. En esa filosofía y sociología dialéctica, Adorno revindica con sus obras la postura frente a la imposición de la ciencia positivista.

Esta monumental obra constituye la base teórica más importante de la crítica negativa al proceder de la ciencia positivista de la Ilustración, como afirma Juan José Sánchez en la introducción a la edición en castellano:

En el inicio de la DI ‒Dialéctica de la Ilustración‒ hay, como en el origen de la Teoría Crítica (TC), una experiencia histórica dolorosa, dramática para Horkheimer y Adorno: la humanidad ‒escriben en 1944‒ no solo no ha avanzado hacia el reino de la libertad, hacia la plenitud de la Ilustración, sino que más bien retrocede y «se hunde en un nuevo género de barbarie». Horkheimer y Adorno se proponen comprender las razones de este drama, de esta sombría «regresión», que significaba para ellos el «fin de la Ilustración», más aún, «la autodestrucción de la Ilustración». Impelidos, sin duda, por la trágica experiencia de la barbarie, calan hondo en su análisis y llegan al convencimiento de la existencia de una paradoja en la Ilustración misma, paradoja que formulan en la conocida doble tesis: «El mito es ya Ilustración; la Ilustración recae en mitología», y como tal se convierte en la tesis central. (en Horkheimer y Adorno, 2007, p. 11)

Otras obras de Adorno como el ensayo La personalidad autoritaria de 1950, Mínima Moralia de 1951, su obra maestra Dialéctica negativa de 1966 y Stichworte Kritische Modelle (Palabras clave-Modelos críticos) de 1969, caracterizan el aporte fundamental a la teoría crítica social en tiempos de modernidad, y en el contexto comunicacional la crítica a las industrias culturales que mimetiza a la sociedad.

Una de esas apuestas de Adorno sigue vigente frente al positivismo de la ciencia. Es el ensayo como forma de compartir conocimientos en libertad. Indica Kray (2018) al respecto:

En cuanto al ensayo, Adorno, incluso después de más de 50 años después de la publicación original de su texto, tenía razón una vez más: el tiempo es menos favorable que nunca. Y, sin embargo, «El ensayo como forma» (The Essay as Form) sigue siendo un ejemplo de cómo desafiar estas grandes tendencias (positivistas) de la producción de conocimiento (p. 15)

Así pues, el ensayo es una forma de resistencia intelectual al positivismo, un arma para plantear premisas de enfoque crítico ante el sistema dado.

En el libro Teoría estética, Adorno (1970) critica el mercantilismo que provoca la industria cultural en el arte, indicando -entre otros postulados- que «en la medida en que el arte corresponde a una necesidad social, se ha convertido en un negocio dirigido por el beneficio que sigue adelante mientras sea rentable y su perfección haga olvidar que ha muerto» (pp. 47-48). Adorno asienta postulados que son base en la época contemporánea de muchos trabajos que fructificaron y evolucionaron la teoría crítica y el análisis de las industrias culturales en el tiempo y espacio, e inclusive premeditan el futuro. Mateu Cabot (2016) argumenta que en el presente aún podrían extraerse argumentos para la discusión sobre aquello que constituye el carácter artístico. Según Adorno, diferencia una mercancía de la cultura de masas y una obra de arte, una vez que se han vuelto perceptivamente indiscernibles, hecho provocado por las industrias culturales.

1.3. Herbert Marcuse y el gran rechazo

La vida y obra de Herbert Marcuse se asentaron entre la línea política de lo que denominó la «nueva izquierda» en Estados Unidos. Próximo a las obras de Marx y Freud, impulsa la crítica al progreso de una sociedad industrial de represión y alienación de la ciudadanía empobrecida, especialmente la clase obrera.

Klikauer (2018) destaca la importancia del filósofo, afirmando que Marcuse publicó lo que podría considerarse como el libro más famoso presentado por la Escuela de Frankfurt sobre teoría crítica: Hombre unidimensional: estudios en la ideología de sociedades industriales avanzadas, junto con su trabajo Rechazar la unidimensionalidad. Este «gran rechazo» es posiblemente el concepto más potente de Marcuse para todos aquellos que optan por resistir la opresión, la injusticia y la humillación. En ese sentido, Marcuse (1993) avizoraba en 1954 que:

Las tendencias totalitarias de la sociedad unidimensional hacen ineficaces las formas y los medios de protesta tradicionales, quizás incluso peligrosos, porque preservan la ilusión de soberanía popular. Esta ilusión contiene una verdad: «el pueblo» que anteriormente era el fermento del cambio social, se «ha elevado», para convertirse en el fermento de la cohesión social. En este fenómeno, más que en la redistribución de la riqueza y la igualdad de clases, se encuentra la nueva estratificación característica de la sociedad industrial avanzada. (p. 129)

A partir de las bases teóricas propuestas por Marcuse se tejen en la actualidad argumentos con otros autores que construyen propuestas contemporáneas. Por ejemplo, Michiel Bot (2017) realiza una reseña del libro de Cristopher Holman La política como creación radical: Herbert Marcuse y Hannah Arendt sobre la performatividad política, en el cual se busca desarrollar «un nuevo modelo teórico de democracia», debido a una crisis de la democracia liberal contemporánea. Efectúa una correspondencia sistemática entre Marcuse y Arendt, en un intento para forjar conexiones entre la teoría crítica y el pensamiento político. La creación radical consiste en interpretaciones rigurosas de textos de Marcuse y Arendt en diálogo crítico con otros académicos (principalmente anglófonos) que resaltan la riqueza de estos trabajos y sugieren posibilidades prometedoras para conexiones adicionales.

De la misma forma, Caio Eduardo Teixeira-Vasconcellos (2018) caracteriza la obra de Marcuse frente a la postura de Weber para esta época, donde se pueden escrutar transformaciones en la esfera política que caracterizarían la modernidad tardía. Aunque la imbricación entre los procedimientos burocráticos de organización política y la ascensión de liderazgos carismáticos confluye para la cohesión interna de dichas sociedades, así como para aminorar los antagonismos entre las clases sociales, las antinomias inmanentes entre estos dos tipos de dominación social explicitan el carácter objetivamente contradictorio de esta etapa del capitalismo y de la civilización.

1.4. El aporte de Jürgen Habermas con la acción comunicativa

Habermas perteneció a la segunda generación de la Escuela en el Instituto de Investigación Social. Fue un seguidor de Adorno y ayudante de Horkheimer en la construcción de la teoría crítica de la sociedad y contribuyó en la crítica al positivismo de razón instrumental.

En sus obras clásicas (como Conocimiento e interés y Ciencia y técnica como ideología, de 1968, o Lógica de las ciencias sociales, de 1969) se confirma el aporte a la cimiente del pensamiento de la Escuela de Frankfurt. Habermas (1986) manifestaba al respecto:

A mi entender, en el futuro puede plantearse tal problema. Efectivamente, la proposición de riqueza social que crea un capitalismo industrialmente desarrollado y las condiciones tanto técnicas como organizativas bajo la que se produce esta riqueza hacen cada vez más difícil vincular la atribución de status, aunque solo sea de forma subjetivamente convincente, al mecanismo de la evaluación del rendimiento individual. (p. 112)

En este orden de ideas, Habermas considera que la «mitología positivista» tiene intereses marcados de control. Ante ello plantea superar las dificultades de las ciencias sociales a través de la concepción dialéctica con análisis histórico global, constituir elementos normativos y distintos procedimientos de investigación, como el método hermenéutico y el método histórico conceptual.

Otro de los grandes aportes de Habermas (1999) es la teoría de la acción comunicativa, definida por el autor como:

[Un] concepto de racionalidad comunicativa [que] remite, por el primer lado, a las diversas formas de desempeño discursivo de pretensiones de validez (por eso habla Wellmer también de racionalidad «discursiva»); y por el otro, a las relaciones que en su acción comunicativa los participantes entablan con el mundo al reclamar validez para sus manifestaciones o emisiones; de ahí que la descentración de la visión del mundo se haya revelado como la dimensión más importante de la evolución de las imágenes del mundo. (p. 111)

Es sin lugar a dudas la práctica comunicativa reconstructiva del discurso que se funda a partir de la razón y las coacciones. Es la denominada «racionalidad comunicativa», que genera consensos y comprensión entre los actores.

El aporte de Habermas deja retos pendientes para su abordaje, vigentes desde la teoría crítica dialéctica. Rubia de Araujo Ramos (2017) efectúa un análisis contemporáneo al respecto y constata que la teoría reconstructiva busca superar la dualidad entre las ciencias empíricas y la hermenéutica. Se preocupa por la teoría de los intereses cognitivos, por el carácter político de la producción de conocimiento científico y la idea de una comunidad crítica falible, así como las relaciones intersubjetivas y su noción bidimensional del concepto de sociedad. Habermas revela un problema epistemológico sobre la dualidad entre el conocimiento positivista, sobre la base de la comprobación empírica respecto del conocimiento hermenéutico y sobre la base de la comprensión de los sentidos, a través de una ciencia normativa.

La importancia de este autor se irradió por todo el mundo y entre muchos seguidores, además de provocar debates y coloquios en torno a sus obras de forma interdisciplinaria para encontrar puntos de encuentro. Este es el caso, por ejemplo, de Karime Silva Siviero y Brunela Vieira de Vincenzi (2017), en su artículo «La importancia de construir consenso en las obras de Jürgen Habermas y Axel Honneth». Inicialmente investigan cómo la teoría habermasiana de la acción comunicativa permite comprender el funcionamiento de la disputa alternativa de mecanismos de resolución y la forma en que hacen uso de la dinámica del conflicto para restablecer el canal de diálogo entre las partes, así como fomentar el surgimiento de soluciones satisfactorias. También se destaca cómo la teoría de la justicia de Axel Honneth afecta la comprensión del sentido ético de la libertad jurídica en las sociedades contemporáneas y cómo la democratización de los espacios de interacción ayudaría a los ciudadanos a fortalecer su libertad y autonomía. La referencia filosófica analizada denota que la construcción de consenso constituye un instrumento legítimo de emancipación social.

2. EL APORTE CRÍTICO DE OTROS AUTORES

2.1. Walter Benjamin y la mediación del lenguaje

Walter Benjamin, desde sus exilios y de manera independiente, trabajó en la teoría crítica a partir del postulado de razón instrumental de Adorno y el análisis de la razón comunicativa de Habermas.

El estudio y ejercicio del lenguaje es uno de sus aportes centrales a la teoría crítica, en cuyo fundamento los seres humanos en situaciones violentas pueden encontrar acuerdos. Benjamin (1988) señala que «no hay acontecimiento o cosa, ni en la naturaleza animada ni en la inanimada, que no participe en cierto modo del lenguaje, pues es esencial a cada cosa comunicar su contenido espiritual» (p. 9). Según López de Lizaga (2005), Benjamin no creyó posible que la filosofía política pudiese tomar como fundamento normativo el modelo de una interacción libre de dominación y mediada por el lenguaje, pero no menos cierto es que este modelo está trazado con toda claridad en su ensayo sobre la violencia.

También el segundo gran paradigma de la teoría crítica tiene en Benjamin un precursor inequívoco. Hebe Clementi, en el prólogo a Zur Kritik der Gewalt -traducido al español como Para una crítica de la violencia (1995)-, de 1921, indica que Benjamin recorre todo un periplo que no se puede eludir y que hace radicar en el fundamento subjetivo del hombre. Aunque subraya que su operatividad está en la aprobación objetiva de la ley que circula a disposición del hombre medio, es decir, al alcance del hombre común, el que protagoniza la historia. En esta misma línea agrega que «hay una esfera hasta tal punto no violenta del entendimiento humano que es por completo inaccesible a la violencia: verdadera y propia esfera de entenderse, la lengua» (en Benjamin, 1995, s.p.), que es como decir la posibilidad humanizadora de la naturaleza, el entendimiento por la palabra, el compromiso, el pacto, que es la pax, sin adjetivaciones.

2.2. Antonio Gramsci respecto a las industrias culturales

Su mayor aporte fue escrito desde la cárcel, cuando fue recluido por los nazis. Sus cuadernos de la época son hasta ahora debatidos y reivindicados por los distintos enfoques que plantea. Para los fines de la presente reflexión, el que interesa es el número 11, que refiere la crítica filosófica al positivismo y afirma que esta filosofía pertenece al hombre, constituido en un ser reflexivo-crítico, inconformista por antonomasia. Gramsci, asimismo, introduce la interpretación culturalista (culturista) del análisis de las ciencias sociales.

Al respecto, Mussi (2017) indica que Gramsci buscó en las ideas de Croce y De Sanctis el argumento para la crítica del cosmopolitismo de la cultura italiana, de la literatura como actividad necesaria e irreversiblemente separada de la vida popular. Contra esta separación, defendió una historia de la cultura italiana como artística y popular al mismo tiempo, dominante y subalterna. En los escritos carcelarios sobre crítica literaria, Gramsci presentó su modelo: la crítica cultural y artística concebida como diferente de una descripción de lo que la cultura o el arte representan socialmente o de las características de determinado contexto histórico-social.

Este cuaderno es significativo porque trata sobre la crítica a la industria cultural que enfrenta al arte en su razón de ser, que al decir de Freud es edificar, reconstruir cuando se está en peligro de derrumbe, y no el envilecimiento social.

2.3. Leo Löwenthal y la sociedad de consumo

Robinson (2006) señala que Leo Löwental formó parte del Instituto de Investigación Social de Frankfurt y luego del Instituto de Columbia, donde cumplió un papel fundamental en el desarrollo de una sociología de la literatura y la cultura popular.

Una de sus preocupaciones fue arrinconar los lastres de la guerra que laceran el espíritu y reviven las distintas formas de opresión. Critica la propaganda en ella fundada y la posibilidad de limpiar esa historia negra en función de que no se replique en el futuro. En uno de los coloquios de la pos II Guerra Mundial manifestaba:

Como último superviviente de la época fundacional de la teoría crítica, el análisis crítico del pasado y la preocupación por la moralidad política del presente me resultan un asunto de lo más urgente. Cuando hablé al principio del mecanismo de represión que caracteriza el fenómeno de la destrucción de libros como un fenómeno histórico, es nuestro deber escapar de ese círculo diabólico. (en Marzán y Cruz, 2013, p. 117)

Los estudios sobre los efectos múltiples del consumo cultural ocupan un espacio trascendental en el análisis de Löwental. Analiza esas relaciones complejas entre sociedad de consumo y literatura que aprovechan el mercado corporativo para incentivar el derroche, el tiempo de ocio y generar ganancias a costa del arte. Su efecto es el adormecimiento de la masa societal.4

2.4. Oskar Negt y el espacio público

Este sociólogo, filósofo y educador de la clase obrera forma parte de la segunda generación frankfurtiana. Plantea un tratamiento sobre el espacio público oposicional, que consiste, según Paz (2012), en un espacio simbólico de confrontación política donde se contraponen los intereses, fundamentados en teorías económicas o políticas, de quienes ostentan el poder respecto al bien común de todos los ciudadanos que no participan en las redes de decisión. Este espacio público está definido y acaparado por los medios de comunicación de masas, que también están imbricados en las redes de poder a las que dicen vigilar, pero de las que dependen en su financiación. Estos medios tienen un gran poder para crear opiniones que en su mayor parte están viciadas por la ideología de los poderosos.

En el proceso de educación de las clases subalternas al poder, Oskar Negt descubre la potencialidad de las movilizaciones públicas. Se reivindica la protesta y una nueva forma de expresión de la clase obrera, donde discurren la subjetividad y la rebeldía que gana el espacio público. Eugenia Roldán (2017) expresa la evolución del análisis crítico del espacio público respecto de planteamientos precedentes: «Mientras que Habermas entiende la esfera pública en términos discursivo-racionales, Negt y Kluge revalorizan el lugar de la imaginación y la fantasía como aquellas capacidades universales que, activadas en la experiencia subjetiva, pueden contrarrestar el bloqueo del horizonte social de experiencia» (p. 77). En ese sentido, se considera que los rasgos subjetivos del ser humano implican la recreación del imaginario público como forma de resistencia ante el ejercicio del poder constituido.

Para Negt el sueño es un medio inicial para la lucha. En ese sueño se busca la utopía colectiva para una mejor condición de vida, inspira a las masas a tomar los espacios públicos creativamente, y por ende luchar por sus ideales.

2.5. Axel Honneth y el reconocimiento social

Honneth es integrante de la tercera generación de la Escuela de Frankfurt. Estuvo inmerso en el ámbito de la filosofía política y social, particularmente en la teoría del reconocimiento, donde despliega una teoría social. En su trabajo traducido por Judit Romeu Labayen como Reconocimiento y menosprecio: sobre la fundamentación normativa de una teoría social, introduce la categoría del reconocimiento como la clave interpretativa que permite comprender la complejidad de las luchas sociales contemporáneas.

En el marco de principios de justicia social, autores contemporáneos evidencian el aporte sociológico innovador de Honneth, que reaviva el análisis del valor social humano en relación con el reconocimiento del derecho humano. Jo Na Young (2018) recalca que Honneth analizó los trabajos de Hegel y Mead como base a la teoría del reconocimiento para buscar el «reconocimiento mutuo», donde los sujetos pueden desarrollarse sin dañar sus identidades. El análisis de Honneth revela que la justicia social se relaciona con temas que forman su propia identidad, basada en tres relaciones de reconocimiento: amor, derecho, otorgamiento de valor social. Enfatiza que cualquier reserva de reconocimiento asociada con la privación social, insulto, degradación e indiferencia conduce a la injusticia social.

La crítica de Honneth revela que las condiciones de vida moderna-capitalista están provocando en las sociedades personalidades deformadas en sus facultades, como acción moderna de reificación.5 Su teoría del reconocimiento es, sin lugar a dudas, un aporte que evoluciona la teoría crítica en la pluralidad de campos donde se desarrolla. Cabe remarcar que ese reconocimiento está basado en la justicia social, sin embargo, debe hacer frente al menosprecio del valor humano, dado que la modernidad se encarga de la anulación de las personas que no están en línea moderna.

2.6. Siegfried Kracauer y la crítica desde el cine

Kracauer trabajó junto a Walter Benjamin como editor de cine y literatura del Frankfurter Zeitung, uno de los principales periódicos de Frankfurt. Desde el periodismo y el cine establece duras críticas contra sistemas políticos totalitarios como los de Stalin y Hitler. Se propuso constituir una forma de relacionarse con la clase popular a través del cine.

Lewit (2017) destaca su espíritu humanista y curioso. Durante sus «años americanos» Kracauer trabajó febrilmente y produjo un gran cuerpo de escritos, entre los que se encuentran en un lugar perdurable dentro del canon de los estudios de cine De Caligari a Hitler y Una historia psicológica y una teoría del cine.

En el análisis de Simón Puerta (2017) se concibe el aporte de Kracauer sobre análisis culturales y de teoría crítica, que permean otros contextos y otros desenlaces sociológicos. Revela la falsa reconciliación entre individuo y sociedad, independiente del devenir histórico concreto del fascismo, del estalinismo o de la democracia cultural norteamericana. Así mismo, el análisis de Kracauer no agota la discusión respecto a la experiencia de la modernidad en su época de masificación, pero su énfasis en lo particular sí permite develar mecanismos y opacidades que pasan desapercibidos y que brindan elementos de primera importancia para un criterio científico y riguroso de la época hasta su actualidad. La relevancia metodológica y epistemológica es que cada situación particular, que cada acercamiento a lo concreto, contiene en sí el todo, una verdad que se debe integrar a una interpretación social de la realidad.

Los opuestos en Kracauer fueron motivo de su análisis. Por ejemplo, si se analiza el concepto de «caliente» debe considerarse también el concepto de «frío», ya que en esa oposición singular se encuentra un criterio completo del asunto. En su crítica cultural también connota y devela las intenciones de influencia oscura que tienen los productores de cine corporativos. Sin embargo, el cine empleado con fines realistas que sobrepasa el formalismo es para Kracauer el que constituye un medio para la transmisión de ideales y valores.

3. LA DISCUSIÓN GENERAL SOBRE LAS INDUSTRIAS CULTURALES

El concepto de «industrias culturales» se debe a las premisas formuladas por la Escuela de Frankfurt, basadas en la crítica hacia los medios masivos de comunicación por la manipulación de las audiencias con sus contenidos lascivos. Horkheimer y Adorno conciben las industrias culturales como al conjunto de empresas/instituciones u otros responsables de la creación, producción, exposición-difusión, comercialización de servicios y de bienes culturales, sobre todo de entretenimiento, entre ellos: arte, moda, turismo, publicidad, entre otros.

Horkheimer y Adorno (1998, p. 192) evidencian para su época que la industria cultural tiende a presentarse como un conjunto de proposiciones protocolarias y así justamente como profeta irrefutable de lo existente. Ella se mueve con extraordinaria habilidad entre los escollos de la falsa noticia identificable y de la verdad manifiesta, repitiendo fielmente el fenómeno con cuyo espesor se impide el conocimiento y erigiendo como ideal su continuidad omnipresente. La ideología se escinde en la fotografía de la terca realidad y en la pura mentira de su significado, que no es formulada explícitamente, sino solo sugerida e inculcada. Para demostrar la divinidad de lo real no se hace más que repetirlo cínicamente hasta el infinito. La industria cultural ha heredado la función civilizadora de la democracia de las fronteras y de los empresarios, cuya sensibilidad para las diferencias de orden espiritual no fue nunca excesivamente desarrollada.

Estas industrias culturales «suponen hoy en día un importante nicho de mercado encargado de elaborar, de la forma más rentable posible, productos cuya originalidad resulta, en ocasiones, dudosa. Los contenidos audiovisuales, al igual que la información, se han convertido en una mercancía que se cotiza a un alto precio» (Aguaded Gómez, Caldeiro Pedreira y Rodríguez López, 2015, p. 17). Su preminencia es más fuerte en el sentido de la irrupción de la multimedia. La capacidad de resistencia se renueva en la figura del receptor crítico, como algo significante que se contrapone a la industria cultural manipuladora. En Cuba, por ejemplo, ante la globalización económica y cultural se plantean estrategias de unidad de mujeres y hombres inmunes a la acción ideológica, política y cultural del imperialismo mercantil-capitalista, capaces de decodificar mensajes impositivos y codificar mensajes de resistencia (Bell Lara y Caram León, 2019).

La postura mercantilista de las industrias culturales se renueva y genera estrategias de crecimiento económico, como es el caso de las corporaciones de medios masivos. Havens, Lotz, y Tinic (2009) remarcan:

Proyectos de bricolaje y la aceleración de la producción y distribución global estratégica. Y a medida que proliferan las nuevas ventanas de contenido y las audiencias continúan fragmentándose (local y globalmente), los miembros de la industria están negociando caminos simultáneamente para aplicar viejas reglas a un nuevo juego mientras explotan el potencial para revolucionar ambos, contenido y ganancia económica. (p. 250)

La diversificación de las industrias culturales con la evolución de los medios en la era digital, constituidos en multimedia, abarca hasta el manejo periodístico de información como mercancía, denominado en época actual como la «industria de la prensa». Pérez, Gómez y Navarrete (2015), investigadores españoles, asienten:

Creemos que en un mercado dominado por los grandes grupos de comunicación, ya sean convencionales o digitales, la actuación del usuario y la creación de contenidos por parte del mismo no suponen un verdadero rival para los medios informativos, razón por la cual el periodismo ciudadano no supone una amenaza para la industria de la prensa. (p. 910)

Las nuevas industrias culturales se expandieron y sus consumidores se diversificaron. También se acrecentaron las ganancias de las corporaciones producto de los bienes intangibles que comercian, contenidos mediáticos que generan en las audiencias adormecimiento y alienación. Incluso llega al punto de constituir comunidades insensibles ante la constante exposición de contenidos lascivos y con alta carga de morbo que brindan las industrias culturales mediáticas, ahora también industrias multimediáticas.

Ignacio Riffo Pavón (2015) señala que vivimos en una sociedad mediatizada, en donde los conglomerados de medios masivos de comunicación, gracias a las nuevas tecnologías, abastecen a los individuos de mercancías culturales que traman la cultura mediática. Actualmente, para hablar de sociedad mediatizada es fundamental hacer referencia a los grandes grupos dueños de la industria cultural. Además, las nuevas tecnologías de los medios masivos pueden orquestar mediante sus contenidos de información o entretenimiento, para niños o adultos, convenciones y estructuras configuradas ingeniosamente para alcanzar el control social. Manipular e instruir, hecho que es posible para los medios masivos. Por ejemplo, el «miedo» o la «incertidumbre del mañana» son una de esas sutiles técnicas para mantener a los individuos tranquilos, embelesados y sin ánimos de luchar por sus derechos o libertades.

Según Ortega Mohedano, Jiménez Sánchez y Lavin (2018), el tiempo que se asigna al consumo televisivo por parte de niños y jóvenes en Occidente lleva asociado un efecto sustitutivo sobre otras actividades. Esto provoca que estén expuestos a una visión mainstream del mundo poco diversa con creencias, encuadres, perspectivas y valores del capital cultural que dependerían de las productoras que más han dominado a lo largo de la historia. Esto de pronto genera patrones en las industrias culturales a las que pertenecen, entendiendo que estas pueden ser generadoras de ideologías y de posibles imaginarios colectivos sesgados en una sociedad.

CONCLUSIONES

Uno de los aportes de la Escuela de Frankfurt es la teoría crítica del conocimiento cuyos precursores son Horkheimer, Adorno y otros autores que siguieron su huella. Todos ellos incidieron en el desarrollo de las ciencias sociales, especialmente en el campo de la comunicación y el estudio específico de las industrias culturales y su impacto en las sociedades de todo el mundo.

Antes, como ahora, los basamentos de la teoría crítica y las industrias culturales son estudiados, desestructurados y evolucionados por autores contemporáneos. El propósito es concretar propuestas teóricas y prácticas en la investigación, para la defensa de la cualidad humana de manera integral, en cuerpo, mente y espíritu a través de la creatividad y la crítica frente a la desalmada ciencia positivista de la Ilustración.

La teoría crítica interpone el alma y el arte al proceso evolutivo de la ciencia. En el estudio de la comunicación se evidencia el dominio incesante del mercantilismo cultural, el descuido y el desprecio por la cualidad humana transfigurada por las industrias culturales, cuyos consumidores quedan obnubilados por los contenidos de los medios tradicionales y las multimedias en Internet.

Este trabajo se enmarca en AlfaMed (Red Interuniversitaria Euroamericana de Investigación en Competencias Mediáticas para la Ciudadanía), con el apoyo del Proyecto I+D «Youtubers e instagrammers: la competencia mediática en los prosumidores emergentes» (RTI2018-093303-B-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades de España y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

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Notas aclaratorias

11Para entonces, dos de las principales industrias culturales objeto de rechazo por esta escuela de pensamiento.

22Sin perder de vista el contexto en el que Horkeimer se desenvolvía, con líneas ideológicas comunes a las posiciones imperantes de los filósofos y sociólogos alemanes de la época frente a la corriente del nazismo.

33Respecto a esto es importante acotar, como nota marginal, que la crítica a la re-matematización de las ciencias sociales en la actualidad también tiene como referente esta urgencia de los autores citados ut supra.

Notas aclaratorias

44Lo societal es un constructo que por esencia implica la sociedad, sus estructuras, sistemas, instituciones y organizaciones.

55Reificación (del alemán verdinglichung, literalmente «sobrecosificación») es considerar a un ser humano o forma de vida consciente y libre como si fuera un objeto o cosa inconsciente. También se refiere a la reificación o cosificación de las relaciones humanas y sociales.

*Autor para la correspondencia. orlandoesteban.valdez117@alu.uhu.es

Los autores declaran que no existen conflictos de intereses.

Orlando Esteban Valdez López: investigación y redacción del manuscrito, con énfasis en la teoría crítica.

Luis M. Romero Rodríguez: investigación y redacción. Revisión estilística y adaptación a normativa de la revista.

Ángel Hernando Gómez: revisión de los contenidos y de la redacción.

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