INTRODUCCIÓN
El cáncer de cuello uterino es la neoplasia maligna ginecológica más común en todo el mundo con una incidencia aproximada de 13,3 por cada 100 000 mujeres.1 Por otro lado, el prolapso uterino es una condición usual en mujeres ancianas y se asocia principalmente con el incremento de la edad, la obesidad y la alta paridad.2
Entre las mujeres que han tenido hijos, entre el 40% y el 60% muestran diversos grados de prolapso de órganos pélvicos y hasta un 20% requieren cirugía durante su vida.3
A pesar de la alta incidencia de prolapso de órganos pélvicos en la población, la coexistencia de estos asociados al cáncer de cuello uterino es rara, en gran parte debido a su diferencia en la predilección por la edad. La incidencia de estos casos aumenta después de los 25 años, además, estudios realizados en un rango de edad entre 54-89 años reflejan que la predilección por edad típica del prolapso de órganos pélvicos es de 74 años.4,5
El prolapso de órganos pélvicos junto al cáncer de cuello uterino complica la toma de decisiones clínicas. Generalmente el tratamiento sigue un enfoque multimodal, con técnicas quirúrgicas y de radioterapia extrapoladas de cánceres de cuello uterino invasivos y regímenes quimioterapéuticos de cánceres de células pequeñas en otros sitios primarios.6,7
La operación implica la extirpación de todos los órganos pélvicos, incluidos el útero, los ovarios, la vagina y la vejiga. Por lo general, es un procedimiento morboso, aunque las mejoras recientes en las técnicas quirúrgicas y reconstructivas han mejorado los resultados.8
El tratamiento del cáncer de cuello uterino está protocolizado, pero el manejo del prolapso uterovaginal coligado al carcinoma de cuello uterino no está estandarizado y las estrategias terapéuticas varían considerablemente entre los autores.9,10 Estos tumores malignos pueden ser localmente agresivos, lo que a menudo conduce a síntomas relacionados con su naturaleza voluminosa.11 Este estudio presenta un caso de una paciente diagnosticada de carcinoma epidermoide moderadamente diferenciado infiltrante de exocuello junto a prolapso uterino grado III.
INFORMACIÓN DEL PACIENTE
Se presenta una paciente posmenopáusica de 74 años de edad con antecedentes de hipertensión arterial y diabetes mellitus tipo 2. Además de una larga historia de prolapso uterovaginal y la cual presento historia multiparidad.
La paciente Ingresó con una lesión en cuello uterino prolapsada, no pudo describir la duración del período post menopáusico, pero informó que el prolapso comenzó a sobresalir más allá de la vagina durante 6 meses antes de la presentación y no ha podido reducir la masa. Luego comenzó a notar sangrado vaginal, dolor local y fiebre.
En el momento de la presentación, el examen físico reveló una masa (Figura 1) referente a un prolapso pélvico uterino de grado III con lesión de ± 10mm no sangrante de aspecto verrugoso. Mucosas normocoloreadas, tejido celular subcutáneo no infiltrado, no disnea con frecuencia respiratoria de 18 respiraciones completas por minuto, ruidos cardíacos rítmicos y de buen tono, y tensión arterial de 130/80 mmHg.
El examen rectovaginal no mostró evidencia de compromiso vaginal, rectal o parametrial. Los estudios por imágenes evidenciaron un índice cardiotorácico dentro de los límites normales, signos de enfisema pulmonar senil y no se encontraron alteraciones pleuro-pulmonares. Una resonancia magnética pélvica sugirió una enfermedad limitada al cuello uterino. La biopsia de la lesión cervical confirmó un carcinoma epidermoide moderadamente diferenciado infiltrante de exocuello.
DISCUSIÓN
El manejo del prolapso uterovaginal asociado con el carcinoma de cuello uterino no está estandarizado y las estrategias terapéuticas varían considerablemente entre los autores. La radioterapia es una opción terapéutica para el cáncer de cuello uterino localmente avanzado, pero su uso podría estar limitado en la asociación de prolapso uterino con cáncer de cuello uterino debido al riesgo de cistitis radical.9,12
El cáncer de cuello uterino en el contexto del prolapso uterovaginal en estadio III-IV se puede controlar con éxito con estrategias de tratamiento estándar (cirugía primaria con terapia adyuvante según sea necesario versus quimiorradiación).10
Las estrategias de tratamiento para el carcinoma de cuello uterino invasivo a menudo están dictadas por el estadio clínico de la enfermedad, la presencia o ausencia de enfermedad metastásica y el estado funcional del paciente. Actualmente, no existe un tratamiento basado en la evidencia para el cáncer de cuello uterino asociado con el prolapso uterovaginal.13,14
La mayoría de los casos informados en la literatura sugieren una histerectomía vaginal radical con linfadenectomía iliopélvica bilateral, radiación pélvica externa y quimioterapia.15 Son necesarios más estudios para determinar la mejor terapia en los casos de asociación de carcinoma de cérvix con prolapso uterovaginal.
El prolapso de órganos pélvicos es una enfermedad que se presenta con mayor frecuencia en mujeres ancianas, asociado principalmente con el incremento de la edad, la obesidad y la alta paridad, una de sus complicaciones principales es el carcinoma de cuello uterino. Por lo general, las mujeres que presentan esta enfermedad necesitan de procedimientos como la cirugía primaria con terapia adyuvante, radioterapia o quimioterapia.