INTRODUCCIÓN
La medicina militar estudia las particularidades de la medicina aplicadas al ámbito militar, con métodos propios para la promoción, prevención, protección y restauración de la salud de las tropas, oficiales y estado mayor de los ejércitos, con el propósito de mantener y elevar la capacidad y disposición combativa.1
En su desempeño integra conocimientos de las ciencias médicas y militares, para desarrollar los propios teóricos y prácticos, que constituyen la base del aseguramiento médico a las tropas y de los reglamentos que lo rigen para: la paz, la guerra, otros conflictos armados y situaciones de desastres. Además, ofrece apoyo operativo y pericial a las instituciones armadas.
La medicina militar se contextualiza al carácter histórico y social de la época, fundamentándose en las tradiciones de cada país. Por eso, además de ser expresión simultánea de la medicina y de las fuerzas armadas, es reflejo de la cultura de cada nación.
En el legado cultural del maestro Enrique García Cabrera (1893 - 1949) se encuentra una obra dedicada a la medicina militar. Es un mural decorativo con temática histórica ubicado en el vestíbulo del Hospital Militar Central "Doctor Carlos J. Finlay". Tiene disposición horizontal y esta dividido en cinco secciones. Cada una alberga una pintura policroma al fresco. En la serie de cinco cuadros el artista muestra un recorrido por la medicina militar en Cuba a través de diferentes épocas.
Enrique García Cabrera nace en La Habana. Estudió en la Academia de Pintura y Escultura San Alejandro, fue alumno eminente, con premios en paisaje y composición. Completó los estudios en el Real Instituto de Bellas Artes de Roma y en la Academia Colarossi en París.
Fue profesor de la Cátedra de Pintura Decorativa de la Escuela Superior de Artes y Oficios de La Habana, asignatura que impartió en San Alejandro hasta su muerte. Realizó trabajos artísticos para las revistas El Fígaro, Bohemia y Carteles, así como para sellos de correos, con temas sobre el tabaco cubano, la industria azucarera y la salud pública. Sobresale una serie de sellos antifascistas elogiados por la prensa y el pueblo.
Sus dibujos fundidos en bronce se encuentran en paneles y en la decoración mural del Salón de Los Pasos Perdidos del Capitolio de La Habana. Realizó otras pinturas murales para el Palacio Presidencial, el Hospital Maternidad Obrera y el Hospital Militar, estas dos últimas, instituciones de salud en Marianao.
Este trabajo muestra la serie de pinturas que componen la obra sobre la medicina militar, ordenadas cronológicamente de modo que permite efectuar un recorrido figurativo por etapas significativas de su desarrollo en Cuba y se hacen referencias historiográficas correspondientes al contexto representado de cada cuadro.
DESARROLLO
El periodo precolombino es el tema de inspiración en la primera de pintura. La isla estaba habitada por los nativos, que formaban tres grupos fundamentales: los siboneyes, los guanahatabeyes y los taínos. Los aborígenes vivían pacíficamente dedicados a las actividades habituales, como la recolección, la caza y la pesca. Algunos grupos trabajaban la cerámica y confeccionaban objetos rústicos y redes de pesca. Practicaban la pictografía, eran alfareros y hacían esculturas rústicas con materiales como el barro, la madera, el hueso y la concha. La figura lítica era de gran variedad: antropomorfas y zoomorfas, amuletos, pectorales, hachas y petroglifos.
La estructura social de las colectividades aborígenes reconocía al hechicero y curandero de la tribu. Era conocido como behíque y se encargaba de curar a los enfermos y lesionados en faenas habituales, como la caza y la pesca, resultando las fracturas óseas en las extremidades, las lesiones más frecuentes.2 Para curar y mitigar los dolores y otros sufrimientos, empleaban de modo empírico los medios naturales, como las resinas y otras sustancias derivadas de los vegetales. Su uso se apoyaba en experiencias que se trasmitían a través de generaciones.
Cristóbal Colón (1451-1506) y sus acompañantes, arribaron el 28 de octubre de 1492 a la costa norte del oriente de la isla, navegaron desde España en una flota integrada por tres carabelas: La Niña, La Pinta y La Santa María. El descubrimiento de la isla por el almirante genovés al servicio de la corona de Castilla, inició el proceso de conquista y colonización. El primer contacto de los españoles fue con los taínos, que constituían el grupo más numeroso y homogéneo, portador de una expresión cultural y artística con relativo grado de desarrollo. La colonización cambió la apacible vida de los nativos. El asentamiento de los colonizadores requirió la mano de obra de los aborígenes, asignados en encomienda. El extenuante régimen de explotación y el maltrato fue causa de enfrentamientos y rebeliones que eran reprimidas con crueldad.
Los aborígenes no tenían experiencias acerca de las heridas que producían el arcabuz, la espada y otras armas empleadas por los españoles. El behíque enfrentó nuevos tipos de lesiones traumáticas. Para curar y aliviar a los heridos en los altercados con los conquistadores, empleó recursos basados en las propiedades curativas de las plantas, las que conocía y aplicaba para tratar afecciones.
Los aborígenes fueron prácticamente extinguidos a mediados del siglo XVI, debido al trabajo rudo, al contagio de enfermedades que padecían los españoles y a las muertes ocasionadas en los enfrentamientos y rebeliones. Esto llevó a los colonizadores a traer esclavos desde África como mano de obra para las labores en las minas y plantaciones.
En la primera pintura (Fig. 1) el autor presenta un grupo de aborígenes. Uno con una herida amplia en la región abdominal, es atendido por otro que emplea recursos naturales preparados al fuego de una hoguera. Otros aborígenes, hombres y mujeres, lo asisten en su tarea. Se destaca, en las esbeltas figuras humanas, la detallada anatomía de superficie, sobre todo, la región pectoral y los miembros inferiores. De fondo está la pródiga naturaleza, el cielo azul y la exuberante vegetación, en la que sobresalen tres palmas reales como elemento distintivo. Esta pintura reseña, de un modo primitivo, los primeros antecedentes de la atención a los nativos heridos en sus luchas de resistencia por defender su tierra y su libertad de las acciones devastadora de los colonizadores.
A partir del descubrimiento, España emprendió una gran operación militar y naval para la conquista y colonización de un continente. En 1512 se fundó en la Isla la villa de Baracoa por el militar español Diego Velázquez de Cuéllar, lo cual comenzó el proceso de la colonización. Poco después se fundaron otros asentamientos. Cuba se convirtió en una importante base militar estratégica y de apoyo logístico para las expediciones españolas a otros lugares de América, como México y Florida.2
La importancia de Cuba para España se centró en su posición estratégica, lo cual garantizó la conquista y colonización del continente americano, y contribuyó a mantener el equilibrio político, económico y militar en la región.
El puerto de La Habana, fue punto de reunión de las flotas para evitar el acoso y ataque de corsarios y piratas. Se creó un sistema de fortificaciones para su defensa, que más tarde se extendió a ciudades como Santiago de Cuba, Cienfuegos y Matanzas. Paralelamente aumentaba la cantidad de militares españoles para ocupar las instalaciones.3
Para el gobierno colonial era cardinal mantener el orden y garantizar que los colonizadores, ya asentados en la Isla, respetaran las restricciones impuestas para el comercio, ya que este era ilegal con los bucaneros y con las colonias vecinas, como lo eran los ataques de piratas, corsarios y de unidades navales de potencias rivales.
La Isla prosperó en los siglos XVI y XVII, aumentaba la necesidad de proteger las producciones y riquezas. Con el propósito de mantener la defensa se fortalece la presencia militar de España en Cuba. El traslado de oficiales y soldados durante el periodo colonial se complementó con peninsulares residentes en la isla y con sus descendientes, los criollos.3
La segunda pintura (Fig. 2) es una estampa de los militares españoles en una instalación médica en el ámbito de una fortaleza. En el fondo, una torre con aspillera y murallas empedradas, en las que sobresale el penacho de una palma real. Algunos soldados son atendidos por sanitarios y médicos militares. Se observa al negro que junto a las tropas españolas, empezaba a participar en las actividades defensivas de la isla.
En 1763 el gobierno español modificó su política para la isla, acrecentando la colonización con el desarrollo de plantaciones agrícolas. Entre 1774 y 1817 la población se incrementó de 171 000 habitantes, de los que cerca de 44 000 eran esclavos, a más de medio millón. Se flexibilizaron las restricciones al comercio en 1817, lo cual promovió el avance económico y cultural de la isla.
Junto al auge en la economía el gobierno colonial aumento la explotación de los cubanos. En la década de 1830 aumentó la represión, lo cual promovió sentimientos de independencia, que alcanzaron significativo apogeo entre 1834 y 1838, durante el gobierno despótico del capitán general Miguel Tacón. Esto motivó el incremento en número de las tropas coloniales en la Isla.4
En 1844 un levantamiento de negros y esclavos fue reprimido brutalmente. Entre 1848 y 1851 surgió el movimiento anexionista, que terminó con la captura y ejecución de su dirigente. Las rebeliones y conspiraciones contra el dominio español caracterizaron la vida política cubana en el siglo XIX.
El 10 de octubre de 1868 el levantamiento independentista liderado por Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua, inició la Guerra de los Diez Años (1868-1878).5 Los médicos estuvieron entre los iniciadores de las luchas emancipadoras. En esta etapa comienza el paralelismo histórico de la actividad de la sanidad militar del ejército de España y la del Ejército Libertador.6
En las guerras contra el colonialismo, la asistencia médica se estableció por leyes de organización militar, que instituyeron bases reglamentarias para la sanidad militar del Ejército Libertador. En la guerra del 68 no se logró la óptima organización de la sanidad militar. En la práctica, la asistencia a heridos y enfermos era por médicos asignados a grupos de combatientes. Las experiencias sentaron bases para formar el Cuerpo de Sanidad Militar de la guerra del 95 (1895-1898), iniciada el 24 de febrero, por la labor organizativa de José Martí y otros patriotas.7,8 La actitud de los médicos del Ejército Libertador demostró amor a la Patria, valor y entrega al ejercicio de la medicina militar. Las experiencias legadas son modelos autóctonos para la medicina militar cubana.6,9
En la tercera pintura (Fig. 3) el artista hace referencia a esta etapa de la medicina militar cubana, distinguida por el heroísmo y el patriotismo de los médicos. Se aprecia un grupo de insurrectos, uno con la pierna derecha vendada sentado en un camastro de madera, asistido por el médico y otros que lo auxilian. Como fondo, la manigua, con la enramada de exuberante floresta, que ofrece sombra y enmascaramiento. Próximo al grupo un farol y un caballo, indispensable medio de transporte y combate.
Al finalizar la guerra en 1898, con la intervención norteamericana, las tropas españolas fueron evacuadas. Poco después fue desmovilizado el Ejército Libertador, fenece así su cuerpo de Sanidad Militar.10 En la etapa fundacional de la República, surge con las instituciones armadas, la medicina militar cubana. La sanidad militar contó con la participación de médicos veteranos de las guerras de independencia, que brindaron sus experiencias e impregnaron a la medicina militar del patriotismo de las luchas redentoras.11,12
Al constituirse el Ejército de la República, la sanidad militar adquirió una dimensión propia. Su surgimiento y desarrollo están ligados a los de las fuerzas armadas en un periodo trascendental de la historia de Cuba: el cese del colonialismo español, la intervención norteamericana y el surgimiento de la República. Miembros de la Sanidad Militar del Ejército Libertador, formaron los núcleos médicos de las fuerzas armadas en su etapa fundacional, periodo enmarcado aún en la ocupación militar norteamericana.10,11,12
La cuarta pintura (Fig. 4) es sobre la República, época de auténtica medicina militar cubana. Se observan médicos y enfermeras rodeando una escultura con sincretismo religioso entre las mitología griega y romana. Esculapio, el dios romano de la medicina, al que se atribuyen "Los Consejos de Esculapio", con el báculo y la serpiente enroscada, símbolos de la medicina.13 Aparecen las diosas griegas: Higia de la curación, la limpieza, la sanidad y Atenea con un escudo, diosa de la guerra, la civilización, la sabiduría, la estrategia, la ciencia, la justicia y la habilidad. En la pintura hay anacronismos, la barba y vestimenta del oficial de brazos cruzados, son retoques para contextualizar la obra en 1959.
En la República, la Sanidad Militar pasó por varias etapas marcadas por contradicciones internas, dadas por el papel del Ejército en el momento histórico en el que se desenvolvía la nación. Sin embargo, hay momentos favorables para la medicina militar y sus logros.
En 1913 en la antigua instalación hospitalaria del ejército norteamericano en la segunda intervención, se promovió la construcción del Hospital General del Ejército, que se realizó entre 1915 y 1925, utilizando técnicas constructivas y arquitectónicas muy avanzadas para el momento. Se sustituyeron los barracones de madera por otros de mampostería, modernos y confortables, que brindaron atención médica a los miembros del ejército permanente, la Guardia Rural y la Marina de Guerra Nacional.
La docencia comenzó en la institución con la escuela de sanitarios para la formación de enfermeros militares, unidad docente que se incorporó a la Escuela Libre de Enfermeros adscripta a la Universidad de la Habana. Se elaboraron los manuales: El sanitario como enfermero militar, Higiene militar, Primeros auxilios y el de Instrucción para el servicio de sanidad, que fueron los primeros textos oficiales.
En este periodo se promovió la superación profesional de los médicos militares, con cursos de perfeccionamiento en que recibían instrucción teórica y práctica de recientes adquisiciones de la medicina, higiene militar, leyes y reglamentos militares, táctica de campaña y otros temas militares. Se creó una biblioteca ambulante con literatura actualizada médica - militar y se logró un acuerdo para enviar a escuelas médico militares del extranjero, especialmente a EE.UU., a oficiales de la sanidad militar para estudios médicos especializados y ampliar su preparación profesional.11
En la década del 40 del pasado siglo, el hospital se reconstruyó y amplió. Se introdujeron novedosos medios técnicos en la medicina, unidades quirúrgicas con instrumental moderno, avanzados equipos de anestesia y de medios para diagnóstico.11 En ese contexto es que el artista, en 1944 creó este magnífico mural decorativo, que constituye para la institución hospitalaria y para la medicina militar cubana, un patrimonio valioso.14
La quinta y última pintura (Fig. 5) hace alusión a este período renovador en la instalación. El artista representó magistralmente un esplendente quirófano, con lámparas luminosas. Los cirujanos, los anestesistas y las enfermeras instrumentistas, todos ataviados con blanca y reluciente indumentaria de salón, participan en una intervención quirúrgica a un paciente que aparece anestesiado, en decúbito supino sobre la mesa de operaciones. Uno de los cirujanos, bisturí en manos realiza la operación.
El ejército en la República, modelado en función de salvaguardar los intereses norteamericanos y de la aristocracia terrateniente nacional, había sufrido una transformación a partir de 1933, convirtiéndose en instrumento político de un sargento golpista, que hábilmente obtuvo los grados de coronel y general, para llegar a presidente en 1940.15,16
El maestro Enrique García Cabrera fallece en su ciudad natal, en 1949. El Instituto Nacional de Cultura realizó en 1956 una exposición póstuma de su obra en el Palacio de Bellas Artes. Poco después de su muerte, el golpe militar del 10 de marzo de 1952, maximizó las deformaciones de la institución armada y su incondicional sometimiento a las estructuras del poder tiránico.17,18 El artista no vivió para conocer los cambios que ocurrieron en la institución armada y en su obra.
Con destreza exquisita, el artista describió aspectos relevantes de la medicina militar en Cuba y su desarrollo a través de periodos significativos de la historia. Por la relevancia histórica y artística, la obra constituye un hermoso legado patrimonial, de especial significación para la medicina militar. Se retomó una personalidad del arte pictórico cubano de la primera mitad del siglo XX, que obtuvo reconocimientos y celebridad por sus pinturas.
El presente trabajo es un homenaje al autor de la obra y a los que han contribuido al desarrollo de la medicina militar cubana. Corresponde a la presente y futura generación de jóvenes universitarios divulgar y ampliar los conocimientos sobre el tema, así como contribuir a la conservación de la obra.19,20,21
El mural decorativo del Maestro Enrique García Cabrera ofrece un estético y armonioso ejemplo de la integración de la arquitectura, el arte, historia y la cultura con la medicina militar. Este trabajo pone a disposición de la docencia médica un material didáctico para la apreciación artística, con una bella composición relativa a la medicina militar cubana, muy útil para desarrollar la cultura general y las estrategias educativas dirigidas a la formación integral de los estudiantes universitarios.