Honrar, honra.
José Martí
INTRODUCCIÓN
La celebración del sesenta aniversario de los estudios económicos en La Habana no puede obviar la creación en 1968 y posterior desarrollo de la carrera de Licenciatura en Control Económico (LCE), heredera de la ilustre carrera de Contador Público que se impartía en la Escuela de Ciencias Comerciales en la Universidad de La Habana y, a su vez, antecesora generatriz de varias carreras económicas y financieras, como la actual Licenciatura en Contabilidad y Finanzas. Este fue un hecho muy importante que contribuyó notablemente a la recuperación de los controles económicos, contables y financieros en Cuba y permitió el desarrollo de formas de gestión más eficaces en empresas y organizaciones de carácter variado.
La carrera estuvo activa aproximadamente diez años -debe aclararse que los planes de estudios, una vez que comienzan, no pueden terminarse de golpe, sino ir adaptándolos a las nuevas carreras, por lo que la terminación de LCE fue gradual-, hasta que el propio desarrollo del país exigió cambiar algunos planes de estudio y propiciar la creación de carreras más especializadas en contabilidad, costos, finanzas y auditoría.
Participaron notables profesores, personalidades de las ciencias económicas y contables y propició que jóvenes alumnos asumieran la heroica tarea de dar clases al más alto nivel, lo que lograron con calidad y profesionalismo. Fueron graduados excelentes licenciados que han tenido un protagonismo destacado en diferentes e importantes instituciones en el país y fuera de él. Asimismo, se escribieron libros y monografías para apoyar el proceso docente y se trajeron y publicaron otros.
En definitiva, se trabajó fuerte y se obtuvieron excelentes resultados. Hoy, algunas décadas más tarde, es el momento para hacer una reflexión que evalúe los resultados de esa importante carrera, en la que se involucraron decenas de profesores y cientos de alumnos, la mayoría de los cuales se graduaron y trabajaron con éxito en diferentes esferas de la vida, en Cuba y el extranjero. Este artículo es un homenaje a esa carrera, a los profesores que la diseñaron y la impartieron y a los alumnos que egresaron, graduados o no.
ANTECEDENTES EN LA UNIVERSIDAD
Los estudios medios y superiores de contabilidad en Cuba comenzaron en la tercera década del siglo XX; después fueron consolidándose a través del tiempo, hasta que se creó la Escuela de Ciencias Comerciales en la Universidad de La Habana (1927) y posteriormente en otras universidades de Cuba, como la de Oriente y la de Las Villas. Algunos de los profesores que después fundaron la LCE estudiaron Ciencias Comerciales y se graduaron en la prestigiosa carrera de Contador Público.
Esta carrera abarcaba la Contabilidad, los Costos, las Finanzas, la Auditoría, la Administración y la llamada Sistematización (era una época en que todavía la informática no se había generalizado en el mundo. Debe recordarse que la primera computadora se fabricó en 1944 y la primera que se comercializó fue a mediados de los años cincuenta).
Tanto la Escuela Universitaria de Ciencias Comerciales, como las Escuelas medias de Comercio de La Habana, la Víbora, Marianao y Guanabacoa graduaban excelentes contadores privados y tenedores de libros, al igual que las escuelas del interior de la República. Esos esfuerzos docentes garantizaban un capital humano muy calificado para las empresas e instituciones de la época, sobre todo los centrales azucareros, los bancos y las empresas de transporte. Por todo ello fue posible fundar la LCE años después, con un alto nivel de calidad.
Época en que se fundó
Con el triunfo de la Revolución en 1959, se produjeron un conjunto de medidas transformadoras en los ámbitos sociales, económicos, culturales, financieros, entre otras. Algunas de esas medidas no resultaron exitosas y produjeron errores que tuvieron un efecto negativo considerable en la vida del país.1 (Partido Comunista de Cuba, 1978a y 1978b). Entre ellas estuvo la eliminación de la contabilidad por partida doble, conjuntamente con las relaciones monetario-mercantiles entre las instituciones y todo vestigio de control contable financiero. Se implantó un sistema de registro elemental, el cual representó un retroceso de miles de años en la técnica contable -se han encontrado tablillas de arcilla en el estuario del río Éufrates, que muestran que ese tipo de registro era similar al que se implantó en Cuba a mediados de la década del sesenta del siglo XX- (Abder Rahman, 1979).
Se argumentó que la contabilidad, las finanzas o los costos, entre otras ciencias y tecnologías del ámbito económico; eran cosa del capitalismo, que no cumplían función de utilidad alguna en el socialismo. Se les asoció con el burocratismo y se inició una batalla contra todo lo que se vinculara a documentos, libros de contabilidad, modelos, archivos, buros y hasta máquinas de calcular. La conocida película La muerte de un burócrata de Tomás Gutiérrez Alea y protagonizada por Reinaldo Miravalles fue utilizada para crear un ambiente favorable a esas medidas entre el pueblo, que no tenía un conocimiento profundo de la contabilidad y la economía.
Muchos lectores con edad suficiente recordarán que en los terrenos que se encontraban vacíos frente a la Terminal de Ómnibus Interprovinciales de La Habana (donde hoy se encuentra la Sala Polivalente), se tiraron cientos de excelentes archivos y buros metálicos y de madera, máquinas de calcular eléctricas y mecánicas y otros equipos y aditamentos de utilización en oficinas, recogidos en varias empresas e instituciones. Con ellos se formó una colina de unos cuantos metros de alto y estuvieron ahí hasta que se destruyeron por la acción de la lluvia, el viento y por la depredación de algunas personas que cargaron con lo que pudieron.
Los que conocen La Habana saben que a menos de 300 metros de ese lugar, donde se realizó la mencionada barbaridad de abandonar para su destrucción decenas de miles de dólares en equipos y muebles de oficina,2 en la calle Ayestarán y N. Sardiñas; se encontraba uno de los templos de la contabilidad, los costos, la auditoría y la economía en la ciudad en aquel entonces: la Escuela de Comercio de La Habana (hoy es un instituto de nivel medio de economía), donde estudiaron muchísimos excelentes contadores durante muchos años y donde enseñaron grandes personalidades de la contabilidad y las finanzas en Cuba, como los contadores públicos J. Fernández Roig (padre del poeta Roberto Fernández Retamar) y P. Carnota, entre otros (el autor del presente artículo estudió en este centro entre 1964 y 1967).
En la llamada «lucha contra el burocratismo» cientos de excelentes contadores, auxiliares de contabilidad, tenedores de libros y auxiliares de estadística, entre otros, fueron cesados en sus puestos de trabajo y enviados a hacer otras funciones, entre las que se encontraba la confección de sobres de papel y cajas de cartón para cumpleaños. Algunos de ellos estudiaron otras carreras, otros simplemente medraron en sus casas y muchos emigraron, llevándose su conocimiento y habilidades a otras tierras.
El lector debe tener en cuenta que la contabilidad y las finanzas en Cuba antes de 1959, tenían un altísimo nivel técnico, comparable a los países más desarrollados en esas tecnologías. Por ejemplo, el libro de contabilidad más utilizado en América Latina ha sido Contabilidad Moderna, escrito por el cubano Manuel de J. Fernández Cepero (Fernández, 1962). Asimismo, uno de los primeros libros de administración que se escribiera en el continente y que tuvo su primera edición en Cuba fue Administración de la producción: teoría de la organización, planificación y control de Jesús Vázquez Méndez, publicado también en esa época (Vázquez, 1966).
Cientos de adolescentes cubanos que estudiaban en esas escuelas de comercio en esa época, sentían contrariedades por ese ambiente negativo y hasta hostil hacia nuestra especialidad a la que muchos demeritaban al restarle importancia. Algunos abandonaron la carrera, otros (como este autor) nunca ejercieron como contadores y otros buscaron otras soluciones. A pesar de esa situación, participaron masivamente en un programa llamado «Politecnización», donde se trabajaba en las granjas estatales, en municipios como la Coloma, la Isla de la Juventud, Melena del Sur y otros.
No obstante, había descontento, al no ser graduados de preuniversitario, no se podía entrar en las universidades, ya que supuestamente no se tenía conocimientos de física, química ni biología; y tampoco había mucha demanda de contadores; no se hallaba una alternativa clara para encauzar nuestras vidas.
Entre tanta desesperanza, a finales de la década del 60, se anunció que se abriría una nueva carrera: la Licenciatura en Control Económico (LCE), donde podían matricular estos estudiantes de las escuelas de comercio.
FUNDACIÓN DE LA CARRERA
La carrera de LCE comenzó en 1968, en el entonces Instituto de Economía (posteriormente Facultad de Economía) de la Universidad de La Habana, ubicado en el Edificio Mella (antiguo Retiro Odontológico), sito en la calle L entre 23 y 21, en La Rampa, centro cultural y social del Vedado.
Se abrió la matrícula en esa época descrita en la sección anterior, nada favorable para los estudios contables y financieros. Pero por suerte, en ese mar de ignorancia, existían algunas islas de sabiduría, cultura, inteligencia y audacia. Algunos profesores de altísimo nivel, como los contadores públicos Orlando Carnota, Oscar Torras de la Luz, Guillermo Ruiz y Pedro Muguercia, entre otros (muchos de ellos ya fallecidos, excepto Orlando Carnota), convencidos de que eliminar la contabilidad y las relaciones mercantiles había sido un error craso, decidieron diseñar una nueva carrera, la cual debía incluir las disciplinas ya mencionadas de contabilidad, finanzas, auditoría y costos; pero también la naciente informática, administración, estadística avanzada e investigación de operaciones. Se cuenta que fueron apoyados por Carlos Rafael Rodriguez, alto dirigente del gobierno en aquel entonces y un hombre muy instruido.
Ese conjunto de profesores cultos, inteligentes y, a la vez, valientes, diseñaron una carrera donde no se mencionaba la contabilidad, ni las finanzas, ni la auditoría; pero desde el primer día eso era lo que enseñaban y se estudiaba. Ellos lograron encontrar nombres aproximados, los cuales alguien con un mínimo de conocimientos hubiera comprendido inmediatamente, pero no los ignorantes enemigos de la contabilidad, las finanzas y la auditoría. Por ejemplo, la contabilidad se llamaba en el programa «Medición económica»; la auditoría, «Supervisión» y las finanzas, «Análisis económico». Hoy algunos egresados que compartieron esa época con algunos de los diseñadores de la carrera, bromean cuando se habla de ello, recordando lo que tuvieron que hacer esos héroes de la ciencia, para no dejar morir esas necesarias materias.
El currículo de la carrera de LCE abarcaba, entre otras, el siguiente conjunto de disciplinas:
Matemáticas (Geometría Analítica, Cálculo Diferencial e Integral y Álgebra Lineal, entre otras).
Inglés.
Economía política.
Filosofía marxista.
Medición económica (Contabilidad, Análisis Económico, Finanzas y Costos).
Supervisión (Auditoría).
Investigación de operaciones (Programación Lineal, Teoría de Colas o de Servicio Masivo, Teoría de Inventarios y Ruta Crítica).
Estadísticas (Descriptiva, Inferencial y Muestreo, entre otras técnicas).
Administración de Empresas.
Tratamiento de la Información (Informática y Programación de computadoras en lenguajes LEAL, COMAQ, FORTRAN y COBOL y Análisis de Sistemas informativos).
La inclusión de la Estadística, la Investigación de Operaciones, la Administración de Empresas y la Informática o Tratamiento de la Información le dio mucha fuerza y novedad a la carrera. Se debe recordar que las primeras computadoras comercializadas se habían vendido en el mundo apenas diez años atrás. La elaboración de software comercial en el mundo apenas comenzaba. Por otra parte, la Investigación de Operaciones también era una disciplina muy novedosa. La Estadística avanzada se practicaba poco en Cuba, por lo que incluirla en el currículo fue otro gran acierto. Finalmente debe señalarse que la disciplina de Administración fue de mucha utilidad para los egresados, muchos de los cuales debieron dirigir empresas e instituciones diversas.
Además, esas disciplinas relativamente «técnicas» y novedosas permitieron un éxito colateral para los diseñadores de la carrera: al analizar el currículo, sus posibles críticos se centraban en ellas y no en las disciplinas «peligrosas», como la Contabilidad, la Auditoría y las Finanzas.
El resultado fue una carrera con un currículo muy amplio y abarcador, que permitió una formación muy integral a todos sus cursantes.
Los profesores
En el entonces Instituto de Economía -después Facultad de Economía- trabajaba un conjunto de profesores de alta calificación técnica y de gran experiencia. Ya han sido mencionados los contadores públicos Orlando Carnota, Oscar Torras, Pedro Muguercia y Guillermo Ruiz; pero también deben recordarse, entre otros, a Antonio de Miranda, Olga Lodos y Eramis Bueno. La mayoría de ellos trabajaron en empresas desde la época capitalista y después algunos se incorporaron a instituciones como el recién fundado Ministerio de Industrias (donde era Ministro Ernesto Guevara), como es el caso de Carnota.
A ese equipo experimentado se añadieron jóvenes muy inteligentes y con grandes deseos de trabajar, como George Carriazo, José Luis Rodríguez (después Ministro de Economía), Jesús Cruz Reyes, Esteban Morales y Rolando Ruiz Valiente en el área de Economía Política; Carlos Díaz Llorca, José Manuel Torres, Pedro Pablo Villanueva y Jorge Quesada López, en Informática y Tratamiento de la Información; Francisco Almagro y Jorge Hernández (después ambos fueron vicepresidentes del Comité Estatal de Estadísticas), en Estadísticas; y María Yee, Antonio Morales Pita y Roberto Llanes, en Investigación de Operaciones, entre otros.
Otros profesores de generaciones posteriores, pero igualmente destacados fueron Zoila Ulacia (Turismo), Miriam López (Costos) y Mirna Ricard (Contabilidad y Costos). Estas últimas, posteriormente, asumieron labores de vicedecana y decana respectivamente, durante varios años. La totalidad de ellos después fueron profesionales muy respetados y considerados en el ámbito nacional e internacional, con libros y decenas de artículos científicos escritos y publicados. Casi todos defendieron doctorados y aportaron mucho a la ciencia. Lamentablemente resulta imposible mencionarlos a todos
Los alumnos
En 1968, cuando comenzó la carrera, matricularon más de trescientas personas (entre ellas se incluye el autor de este artículo). Se organizó el curso en forma vespertino-nocturna, pues casi todos eran trabajadores. Debe reconocerse que hubo una gran deserción, pues cinco años después, la graduación fue de dos o tres decenas, aproximadamente. Era una época en que las instituciones, en ocasiones, no apoyaban mucho a sus trabajadores para que estudiaran, lo que hacía difícil para los alumnos poderse graduar. Esta poca cantidad de graduados de la primera graduación aumentó en los años siguientes.
Algunos alumnos de la antigua carrera de Contador Público (cerrada desde el momento en que se eliminó la Contabilidad) y la Licenciatura en Economía (que había comenzado algunos años antes) se pasaron a la LCE, por lo que pudieron graduarse en dos o tres años (se incluyen aquí a Carlos Díaz Llorca y Jorge Quesada, mencionados en el grupo de profesores).Estos alumnos realizaron labores relevantes una vez licenciados.
De esa carrera salieron muchos de los primeros programadores de computadoras y analistas de sistemas de Cuba (entre los que se incluye el autor de este artículo). También emergieron directivos que ascendieron hasta la dirección y la presidencia y la vicepresidencia de importantes empresas y corporaciones (como Eduardo Quesada y José A. Pérez Socarrás, Presidente y Vicepresidente de la Corporación ARTEX). Además se graduaron una miríada de contadores, estadísticos y financistas; los que iniciaron el penoso camino de recuperar la contabilidad y sobre todo la cultura del control y la disciplina contable y financiera en el país.
Hubo también egresados que decidieron emigrar y, en tierras y culturas muy diferentes, tuvieron la audacia y la capacidad de fundar y operar exitosamente empresas consultoras de contabilidad, como Leopoldo Gómez y Octavio Pérez; de integrarse a equipos muy calificados en el complejísimo sistema bancario de EE.UU., como Samuel Ramos; de asumir roles muy diferentes a lo aprendido, como Recaredo Pascual, que accionaba una empresa de compra y venta de propiedades en España; o de trabajar como oficial de alto nivel en el Fondo de Población de la ONU como Pedro Pablo Villanueva.
En los diez años aproximadamente que la LCE funcionó (todavía en 1979 se graduaron Licenciados en Control Económico), fueron cientos los graduados y, probablemente, ninguno decepcionó a sus empleadores, por lo que la carrera puede considerarse como de extremadamente exitosa.
Aseguramiento bibliográfico
En 1968, sin Internet, sin Google, sin Wikipedia y sin libros digitales; no quedaba otro remedio que imprimir libros y distribuírselos a los estudiantes. Fue la época de las Ediciones Revolucionarias, las cuales se publicaban sin pagar derechos a los autores, por lo general extranjeros. Este autor conserva todavía algunos textos muy valiosos, como el clásico de contabilidad de costos de Charles Horngreen o el Lehman de Geometría Analítica.
También los profesores veteranos y jóvenes asumieron la tarea de escribir monografías, artículos y libros que resultaron muy útiles para los estudiantes. Por ejemplo, el Contador Público Pedro Muguercia dirigió la elaboración de un muy útil y en aquel entonces novedoso libro sobre Análisis de Sistemas de Información, el cual, décadas más tarde, todavía tiene mucha utilidad y validez. Orlando Carnota, autor prolífico, y el Ing. y Lic. Pedro Pablo Villanueva, publicaron el libro Proyección de SAD, sobre sistemas informáticos. El hoy Dr. Cs. y Profesor Emérito Carlos Díaz Llorca, con más de veinticinco libros publicados y decenas de artículos científicos, inició en aquel entonces su andar como autor, con dos monografías muy útiles sobre el lenguaje de programación COBOL (acrónimo de Common Business-Oriented Language/Lenguaje Común Orientado a Negocios), que fueron muy utilizadas durante el tiempo que se enseñó ese lenguaje en la carrera. Muchos de los graduados desarrollaron labores investigativas intensas y como resultado de ellas se publicaron diversos libros y artículos en Cuba y el extranjero.
Un hecho muy importante ocurrió en 1970: se fundó la revista Economía y Desarrollo, donde aparece hoy este artículo.3 Son más de cincuenta años de esta publicación, probablemente la única con esa estabilidad en América Latina. Su primer director fue el Dr. Cs. Julio Díaz Vázquez, campesino que recorrió con éxito el largo camino de la tierra a la ciencia económica. La revista asumió las publicaciones de autores cubanos y extranjeros sobre todas las ramas de la economía, la contabilidad, las finanzas, la administración, la estadística y la informática económica.
Heredera de Economía y Desarrollo es la Revista de Contabilidad y Finanzas COFIN HABANA, la cual ha abierto nuevos horizontes para los investigadores cubanos, más especializados en sus disciplinas.
Hoy la mayoría de los textos que utilizan los estudiantes de las carreras económicas, contables y financieras son de autores cubanos y en su casi totalidad, de profesores de las facultades especializadas, algunos de licenciados en Control Económico.
EVOLUCIÓN Y DESAPARICIÓN
La carrera en LCE fue evolucionando a medida que se consolidaba y se desarrollaba. Un paso muy importante fue dividirla en dos especialidades: Contador de Gestión y Análisis de Sistemas. La carrera comenzaba con un tronco común y a los tres años se dividía en dos ramas, una más especializada en la contabilidad, los costos, la auditoría y las finanzas, la cual emitía el título de Licenciado en Control Económico en la especialidad de Contador de Gestión; y la otra más orientada a la informática, la Investigación de Operaciones y la Dirección, que ofrecía el título de Licenciado en Control Económico, en la especialidad de Análisis de Sistemas.
Se graduaron algunas generaciones en ambas especialidades, pero el proceso de especialización continuó. Se creó una nueva Facultad, orientada a la Contabilidad y las Finanzas y ello creó las condiciones para establecer nuevas carreras, más especializadas, con perfiles profesionales más estrechos, con lo cual concluyó el ciclo de existencia de la Licenciatura en Control Económico. De esta manera se cerró la carrera, después de diez años aproximadamente de actividad.
CONSIDERACIONES FINALES
La LCE cumplió su misión exitosamente. Sus graduados, con un perfil muy ancho, formado por materias necesarias y, a la vez, novedosas, se desenvolvieron muy bien en su vida profesional y algunos aún lo hacen. La carrera sentó las bases para la evolución y apertura de nuevos frentes científicos y académicos, que respondieron a las necesidades del país. Sus titulados siempre solucionaron los retos de la vida de trabajo con habilidad, dignidad y decoro científico y profesional.
La carrera tuvo la honrosa misión de formar a los profesionales que debían recuperar la cultura de la gestión contable, financiera y económica en el país; después de años de gran desorganización y descrédito.
Hoy, muchos años después, y en el día del aniversario del nacimiento del apóstol José Martí (cuando se concluye de escribir este artículo), es una obligación ética tener presente a tan importante carrera universitaria: Licenciatura en Control Económico, a sus diseñadores, profesores, estudiantes y graduados; todos con un lugar fundamental y dignamente ganado, en los estudios económicos en Cuba.