Introducción
A pesar de todos los avances médicos y farmacéuticos, así como de la ingeniería sanitaria, las infecciones parasitarias intestinales siguen siendo las más frecuentes en el mundo, especialmente en los países que luchan contra la escasez de agua, la falta de higiene y la falta de servicios de salud adecuados. Además, es difícil controlar las parasitosis intestinales en estas regiones debido al alto costo de las mejoras de infraestructura y la falta de proyectos educativos ofrecidos a la población.1,2
Las infecciones parasitarias se han informado en todos los grupos de edad. Sin embargo, son más comunes entre niños menores de 5 años, pues son más vulnerables y los más afectados, debido a su inmadurez inmunológica y poco desarrollo de hábitos higiénicos para evitar esta afección. En este sentido, la infección parasitaria intestinal se ha convertido en la principal amenaza de los niños, pues puede afectar su desarrollo físico y mental, su capacidad de aprendizaje y, especialmente, su asistencia a la escuela.3,4
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 270 millones de niños en edad preescolar y más de 600 millones de niños en edad escolar viven en zonas de transmisión parasitaria y necesitan tratamiento y prevención. En países en desarrollo, ocurren alrededor de 750 millones de episodios de diarrea que resultan en 5 millones de muertes.3,5 Los trastornos nutricionales causados por los parásitos pueden provocar anemia por deficiencia de hierro, desnutrición y pueden tener un impacto negativo en el crecimiento y desarrollo cognitivo de un niño.6,7
Diversos estudios en Venezuela8,9 han demostrado prevalencias de parasitosis intestinales muy variables, las cuales oscilan entre 39,8 % y 77,42 %. En el estado Sucre, los resultados de prevalencia de estas infecciones son variables, pero en general las cifras son elevadas en escolares.10,11 Llama la atención de que los protozoarios patógenos se han informado como el grupo parasitario responsable del mayor número de infección gastrointestinal en niños,7,8,12 quienes pueden presentar severas manifestaciones clínicas, como diarrea de intensidad variable, dolor y distensión abdominal.8,10
Las parasitosis intestinales son ocasionadas por tres grupos de organismos: los chromistas, los protozoarios y los helmintos. Los chromistas son un grupo complejo de microorganismos eucariotas que formaban parte de los protozoarios, pero basados en estudios de biología molecular se ubicaron en un grupo aparte.13 De ellos, solo Blastocystis spp. se considera el parásito intestinal más prevalente en el mundo.14 Es un microorganismo unicelular con una marcada heterogeneidad genética y variabilidad morfológica, agente causal de la blastocistosis, una infección cosmopolita descrita en el humano y otros vertebrados, cuya prevalencia ha aumentado en los últimos años.15
La prevalencia de esta infección varía de un país a otro, según la metodología diagnóstica utilizada y las condiciones higiénico-sanitarias, superando el 5 % en los países industrializados y llegando al 30 % hasta el 80 % en los países en vías de desarrollo.14 En la mayoría de los estudios realizados en Venezuela y en el mundo sobre parasitismo intestinal, Blastocystis spp. ocupa el primer lugar dentro de los agentes infecciosos más frecuentes con prevalencias que oscilan entre 41,8 % y 66,7 %.9,10,11,14,15
Con base a lo anteriormente planteado, se realizó un estudio con el objetivo de determinar la prevalencia de Blastocystis spp. y su asociación con otros parásitos intestinales en niños de edad preescolar.
Métodos
Se realizó un estudio descriptivo, no experimental, transversal, de prevalencia, durante los meses de enero a abril de 2018 en niños de edad preescolar, matriculados en el Centro de Educación Inicial “Antonio José de Sucre”, institución dependiente de la Fundación Regional del Niño Simón, que está ubicada en la Urbanización “Brasil”, Parroquia Altagracia, Cumaná, estado Sucre.
La Urbanización “Brasil” (10º26’44’’N, 64º10’30’’O) se trata de una comunidad de tipo urbano, con condiciones socio-económicas relativamente media-baja. Cuenta con una red de servicios públicos, entre ellos: acueductos, electricidad, sistema de cloacas y de recolección de basura, así como acceso al transporte urbano, servicios públicos asistenciales y de educación. De manera general, las ocupaciones laborales de los habitantes de esta comunidad están distribuidas principalmente en actividades comerciales, obreras, empleos públicos y gubernamentales.
El universo estuvo representado por todos los alumnos matriculados para el período escolar 2017-2018, para un total de 165 niños, con edades entre 3 y 5 años. Se invitaron a todos los niños a contribuir con su muestra de heces, pero solo 90 (54,5 %) la aportaron para el análisis coproparasitológico.
Cada representante fue informado sobre los objetivos del estudio. Esta información fue aportada sin presiones ni distingo de raza o condición socioeconómica, y se mantuvo en estricta confidencialidad la identificación de los participantes; los datos recolectados en el estudio se utilizaron con fines científicos y para beneficio de los niños. Una vez obtenido el consentimiento por escrito de cada representante para participar del estudio, a cada niño se le registró datos de identificación, edad y sexo, mediante una ficha de control.
Se entregaron a los representantes envases recolectores apropiados, junto con un instructivo para su recolección y almacenaje adecuado. Las muestras fecales frescas, una por individuo y obtenidas por evacuación espontánea, fueron recibidas en los recipientes ya señalados e identificados con la numeración correlativa a los datos de los niños. Una vez en el Laboratorio de Parasitología del Hopital Universitario “Antonio Patricio de Alcalá”, las muestras se dividieron en dos alícuotas: 1) para el examen microscópico directo con solución salina fisiológica (0,85 %) y 2) para el examen directo teñido con solución de Lugol (1 %).16
En los casos en que se confirmó la presencia de poliparasitismo, se calculó el índice de afinidad de Fager (IAB), para establecer la posible asociación real entre las especies de parásitos que se encuentran frecuentemente en conjunto, independientemente de la variación de sus abundancias.17) Se empleó la prueba de "t" para determinar si el IAB era significativo a un nivel α= 5 %. El IAB se calculó mediante la fórmula:
donde
IAB |
índice de Fager |
J |
número de hospederos donde las especies parasitarias A y B están simultáneamente presentes |
NA y NB |
número de hospederos donde la especie A y B están presentes |
Se consideró significativo, con un nivel de confianza del 95 %, es decir, existe una asociación real, cuando el valor de t calculado es superior a 1,645.
Para el análisis de los resultados se elaboró una base de datos y posteriormente fue analizada con el programa SPSS versión 8,0 para Windows. Se utilizaron frecuencias relativas (%). Se usó la prueba chi cuadrado con un margen de seguridad de 95 % para demostrar la independencia entre las variables: parasitosis, sexo y edad.
Resultados
En la muestra de niños en edad preescolar hubo un predominio del sexo femenino (n= 55; 61,1 %) con respecto al masculino (n= 35; 38,9 %). Los grupos etarios más frecuentes fueron los de 3 y 5 años, con 37 niños (41,1 %) en ambos casos, seguido del grupo de 4 años (n= 16; 17,8 %) (Tabla 1).
La prevalencia de individuos parasitados fue de 75,6 % (n= 68). No existieron diferencias significativas para la edad (p> 0,05), aunque los grupos más parasitados fueron los de 3 y 5 años de edad. Con respecto al sexo, tampoco se encontraron diferencias (p> 0,05), pues los varones resultaron parasitados el 42,6 % (n= 29), y las hembras el 57,4 % (n= 39) (Tabla 2).
Se diagnosticaron seis taxones de enteroparásitos, siendo el más común el chromista Blastocystis spp. con una prevalencia de 45,6 % (n= 31). Dentro de los comensales intestinales se identificaron: Endolimax nana (n= 21; 30,9 %), Entamoeba coli (n= 18; 26,5 %), seguido del protozoario patógeno Giardia intestinalis (n= 6; 8,9 %). El único helminto observado fue Enterobius vermicularis (n= 1; 1,5 %) (Tabla 3).
De los individuos parasitados, 29 (42,6 %) se encontraron monoparasitados y 39 (57,4 %) poliparasitados, lo que muestra una mayor frecuencia la asociación con dos parásitos. Los IAB y pruebas de “t” efectuadas señalan asociaciones estadísticamente significativas entre: Blastocystis spp./Endolimax nana (IAB= 0,530; t= 2,19), Blastocystis sp./Entamoeba coli (IAB= 0,276; t= 1,98) y Endolimax nana/Entamoeba coli (IAB= 0,246; t= 1,790) (Tabla 4).
n: total de niños; %: porcentaje; IAB: índice de afinidad de Fager entre la especie A y la especie B de enteroparásito; p: probabilidad. S: significativo estadísticamente (valor de “t” a un nivel de confianza de 95 %. El valor “t” calculado fue mayor que 1,645); NS: no significativo estadísticamente.
Discusión
En la presente investigación se demostró una parasitosis intestinal relativamente alta (75,6 %) en la población infantil estudiada, lo que contrasta con varias zonas de Venezuela.7,8,9,12,18,19,20 Este valor puede ser un reflejo de la situación deficiente, mas no precaria, desde el punto de vista social, sanitario y económico, en que viven esos niños en la comunidad donde está inmersa dicha institución. Esta prevalencia parasitaria demuestra la importancia epidemiológica de las parasitosis intestinales en niños, especialmente aquellos que se encuentran en edad preescolar y escolar; se enfatiza en que algunos parásitos intestinales pueden llevar a consecuencias negativas tanto físicas como desde el punto de vista cognitivo en muchos niños parasitados.
La prevalencia de la infección parasitaria fue relativamente mayor en niñas (57,4 %) en comparación con los varones (42,6 %); sin embargo, esta diferencia no fue estadísticamente significativa, lo que es muy similar a lo informado por Fuentes,20Tamirat21 y Vincent y otros.22 No se observó diferencia estadísticamente significativa con respecto a los grupos etarios (p> 0,05). En ese sentido, independientemente del sexo y la edad, los niños en edad preescolar comparten actividades similares, por lo que tienen las mismas posibilidades de contraer una infección parasitaria, debido a sus hábitos de juegos que suelen exponerlos al contacto con el suelo, así como a sus poco consolidados hábitos higiénicos, al contacto frecuente con otros niños infectados y a un sistema inmune inmaduro.11
Blastocystis spp. fue el enteroparásito que registró mayor frecuencia (45,6 %), porcentaje que resultó ser mayor al encontrado en otros estudios en que participaron niños en edad preescolar: Colombia 16,7 %23 Cuba 24,7 %,24 Argentina 26,9 %25 y Perú 38 %.26 No obstante, fue menor en comparación con lo informado por Acurero y otros en que la prevalencia fue de 80,6% en niños preescolares y escolares del municipio Maracaibo, estado Zulia.27) En Venezuela, particularmente en el estado Sucre, se han realizado varias investigaciones sobre enteroparasitosis en niños preescolares y escolares, en las que se ha señalado la presencia de Blastocystis spp. con valores que oscilan entre 49,8 % y 75,0 %.10,11
Blastocystis spp. es considerado actualmente un microorganismo intestinal de prevalencia creciente, del cual aún se desconocen muchos aspectos de su rol patógeno.4,11 Diversos estudios apoyan la noción de que es un agente importante de diarrea y otras alteraciones gastrointestinales,15,28 pero otros afirman que las evidencias no son convincentes, pues no encontraron diferencias de prevalencia entre población sintomática y asintomática.29 No obstante, en los últimos años hay una tendencia a considerarlo un patógeno potencial, pues en determinadas circunstancias puede ejercer un efecto perjudicial en el hospedero,15,30 es decir, puede comportarse como patógeno bajo ciertas condiciones del hospedero como la inmunosupresión, desnutrición, el trasplante de órganos o las coinfecciones con otros organismos, por lo que existe la posibilidad de que se trate de un patógeno oportunista.11
La prevalencia relativamente alta encontrada por Blastocystis spp. en los niños evaluados debe ser una llamada de atención de los servicios médicos, debido al riesgo de enfermedades y posibles vínculos con malas condiciones sanitarias o condiciones ecológicas particulares. Además, como Blastocystis spp. es un organismo con una diversidad genética probada, también es importante identificar qué variantes genéticas infectan a estos niños y los factores epidemiológicos relacionados.30
Ahora bien, como dato interesante observado en el presente estudio, los grupos protozoarios y chromistas predominaron sobre los helmintos, hecho que se ha venido informando en los últimos 10 años en Venezuela.11,18,31 En ese sentido, es importante señalar la administración de fármacos antiparasitarios en los estudiantes de los niveles de preescolar, escolar y de secundaria, quienes reciben una dosis única de albendazol, el cual se suele realizar una vez al año sin diagnósticos previos, como parte de un programa conjunto entre los Ministerios del Poder Popular para la Educación y Salud de Venezuela. Se sabe que este fármaco es eficaz contra las helmintiasis más frecuentes, pero no es un fármaco reconocido para el tratamiento de la blastocistosis.15 Por ello, es recomendable que estos programas de desparasitación se realicen después de efectuar los correspondientes estudios coproparasitológicos de todos los niños, pues se podría lograr una mejor selección de los medicamentos a utilizar, que en el caso de la infección por Blastocystis sp. el metronidazol podría ser una mejor opción.32
Los protozoarios E. nana y E. coli también destacaron con una importante prevalencia (30,9 % y 26,5 %, respectivamente). Diversos autores10,11,12 mencionan que estas especies poseen gran significado epidemiológico, pues su presencia puede indicar contaminación fecal-oral de los alimentos o el agua, situación que constituye un riesgo potencial, ya que implica la elevada posibilidad de que se establezcan otras especies parasitarias de importancia patógena. Por ejemplo, se ha observado a ambos parásitos en el agua potable de pozos profundos,33 en verduras consumidas crudas34 y en billetes, que se ha sugerido ser fómites potenciales.35
Se encontró una fuerte asociación significativa entre Blastocystis spp. y los parásitos E. nana (IAB= 0,530) y E. coli (IAB= 0,276) de acuerdo con el índice de afinidad (IAB) y pruebas de “t” efectuadas. Estos resultados concuerdan con lo informado por Beauchamp y otros en el estado Zulia36 y Devera y otros en el estado Bolívar,37 quienes, al aplicar el IAB y la prueba de "t", encontraron asociaciones significativas entre Blastocystis spp. con E. nana y Blastocystis spp. con E. coli en niños preescolares y escolares. De igual manera, también se observó asociación de afinidad entre E. coli y E. nana (IAB= 0,246), resultado similar a lo señalado por Calchi y otros.9
Se puede afirmar que, en los estudios de coinfección señalados anteriormente, los parásitos que se han asociado con mayor frecuencia a Blastocystis spp. son E. nana y E. coli, es decir, microorganismos que comparten características similares como la vía de transmisión27 y el cuadro clínico.29 Otras de las posibilidades para que haya ocurrido estas asociaciones, es debido a que se trata de los parásitos más frecuentes, o aspectos que pudieran ser de índole biológica (ciclo de los parásitos), climática y relacionados al comportamiento humano, los cuales tendrían que ser considerados en futuras investigaciones.37
En una investigación desarrollada por Santalla y otros en niños de 3 meses hasta 13 años de edad del Hospital Municipal Corea en La Paz, Bolivia, se informó coinfección en 70,8 % de las muestras positivas para Blastocystis spp., el cual estuvo asociado principalmente con E. coli, E. nana y Giardia intestinalis.38
Otro estudio realizado también en La Paz por Muñoz y otros, demostraron una alta tasa de coinfección de Blastocystis spp. con otros microorganismos; el mayor porcentaje se observó con E. coli y E. nana con valores estadísticamente significativos.39 Estas investigaciones demuestran claramente una alta tasa de parasitismo intestinal en niños, con un elevado porcentaje de coinfección por dos o más parásitos, siendo altamente frecuente la presencia de Blastocystis spp. como una clara muestra de las deficientes condiciones higiénicas de estas poblaciones.
En conclusión, se determinó una infección relativamente alta por Blastocystis spp. y otros parásitos comensales en la muestra de niños preescolares estudiados, afección que sigue siendo un problema de salud importante a nivel nacional e internacional. Por lo tanto, se recomiendan las políticas sanitarias necesarias, los ejercicios de sensibilización, detección y desparasitación y el control ocasional de parásitos intestinales entre los niños de edad preescolar y escolar. Estudios similares deben continuarse y profundizarse por la connotación adquirida por Blastocystis spp. en los debates científicos actuales a nivel internacional. Finalmente, es de suma importancia establecer pautas de prevención y de control para estas parasitosis y las enfermedades asociadas, en pos de mejorar la calidad de vida de los niños expuestos a condiciones de riesgo