Introducción
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el estrés como un conjunto de reacciones fisiológicas que preparan el organismo para la acción. Asimismo, la Organización Internacional del Trabajo señala que el estrés laboral, además de respuesta física, es emocional al daño causado por las exigencias percibidas, a los recursos y capacidades del individuo para hacer frente a esas exigencias.1
En tal sentido, la profesión de enfermería conlleva, entre otras características, la demanda de un gran esfuerzo mental y físico, por lo que estos profesionales están expuestos a diversos factores de riesgo, sobre todo en áreas conceptuadas de mayor conflicto laboral, tales como emergencia, unidad de cuidados intensivos y centro de intervenciones quirúrgicas, donde por la complejidad de las actividades que realizan son más vulnerables al estrés laboral o desgaste profesional.2
Ahora bien, el síndrome de desgaste profesional (SDP) es un trastorno psicológico ampliamente estudiado en las últimas décadas. Definido como ciertas alteraciones que se presentan en respuesta a estresores crónicos presentes en el trabajo, que afecta principalmente a profesionales que laboran en contacto con personas y se desarrollan tras una exposición crónica al estrés laboral. El término fue utilizado por primera vez por el psicólogo clínico Herbert Freudenberger para definir el desgaste extremo de un empleado.3
Inicialmente se consideraba en el ámbito asistencial y de salud, pero posteriormente se extendió al campo de los servicios en general, con riesgos e implicaciones para el profesional, la institución donde labora y la persona que recibe el servicio.4 Más tarde, Maslach y Jackson lo definieron como una condición tridimensional, caracterizada por agotamiento mental progresivo, despersonalización y baja realización profesional.5
La exploración sobre epidemias y pandemias pasadas muestra que en estos tiempos se incrementan la ansiedad, las preocupaciones por la salud y los comportamientos de búsqueda de seguridad.6 Este fenómeno es más acuciante en el personal sanitario expuesto a intensos regímenes de trabajo, en áreas limitadas y en estrecho contacto con los heridos y enfermos, como es el caso de los profesionales que laboran en las unidades quirúrgicas.
Sobre la base de las condiciones anteriores se decidió realizar este estudio con el objetivo determinar la prevalencia del SDP en el personal de enfermería de la Unidad Quirúrgica del Hospital Clinicoquirúrgico Docente Dr. Joaquín Castillo Duany en tiempos de la COVID-19.
Métodos
Se realizó un estudio descriptivo y transversal, en el periodo comprendido desde agosto hasta diciembre del 2020, que incluyó a 28 profesionales de enfermería de la Unidad Quirúrgica del Hospital Clinicoquirúrgico Docente Dr. Joaquín Castillo Duany de Santiago de Cuba, a fin de determinar la prevalencia del SDP en dicho personal.
Del estudio se excluyeron aquellos profesionales que se negaron a participar en él.
Se analizaron las siguientes variables:
Sexo: según las 2 categorías biológicas (masculino y femenino)
Edad: en años cumplidos
Nivel profesional: se tuvo en cuenta el nivel educacional alcanzado (licenciado, técnico)
Contrato laboral: según el tipo de contrato con la institución (indeterminado y determinado)
Experiencia laboral: según años de desempeño en la profesión
Estado civil: situación en que se encuentre una persona en relación con otra con quien ha creado lazos familiares jurídicamente reconocidos. Se definirá como sigue:
Los datos se obtuvieron de las encuestas autoadministradas Maslach Burnout Inventory7 en su versión española. Dicho cuestionario consta de 22 ítems en forma de afirmaciones sobre los sentimientos y las actitudes del trabajador hacia su labor y los pacientes. Además, contiene 3 subescalas:
Cansancio emocional (CE): sus elementos describen los sentimientos de una persona emocionalmente exhausta por el trabajo, puede manifestarse física o psíquicamente, o como una combinación de ambas.
Despersonalización (DP): los elementos de esta subescala describen una respuesta interpersonal fría hacia los pacientes, acompañada de un incremento de irritabilidad y pérdida de motivación hacia estos.
Realización personal (RP): contiene elementos que describen sentimientos de competencia y éxito en el trabajo propio con personas; supone una serie de respuestas negativas hacia uno mismo y hacia su trabajo.
Para definir el SDP se seleccionaron aquellos profesionales que obtuvieron puntajes altos en las siguientes dimensiones: despersonalización (DP) (mayor o igual a 10), agotamiento emocional (AE) (mayor o igual a 27) y puntajes bajos en la realización personal (RP) (menor o igual a 33).7
La información se procesó mediante el paquete estadístico SPSS, versión 23. Las variables cualitativas y cuantitativas se resumieron con el empleo de las frecuencias absolutas y el porcentaje. También se expresó el promedio y la dispersión del resultado como desviación estándar (DE).
Esta investigación se realizó de acuerdo con las normas éticas para el uso de material y datos humanos establecidas en la declaración de Helsinki de la Asamblea Médica Mundial, donde se analizan los principios éticos para las investigaciones médicas en seres humanos.
Resultados
En la serie (tabla 1) predominaron los trabajadores del sexo femenino (85,7 %). El grupo etario de 40-51 años registró la mayor población en ambos sexos con 45,8 % en las féminas y 50,0 % en los hombres. La edad media de los trabajadores fue de 46,1 años, DE±8,98; 92,9 % de los encuestados estaban graduados de nivel superior y el total de estos tenían contrato indeterminado con la institución. Más de 75,0 % de los contratados en la unidad quirúrgica sobrepasaban los 10 años de experiencia laboral; el promedio general del tiempo de trabajo de los participantes en la investigación fue de 24,7 años, DE±11 y 50,0 % de los encuestados de ambos sexos estaban casados en el momento de la pesquisa.
También se observó que 10,7 % de los profesionales de enfermería tenían un alto nivel de despersonalización y 14,3 % de ellos refirió cansancio emocional. Al mismo tiempo, solo 21,4 % sintió que poseía una baja realización personal. Al conjugar las dimensiones del síndrome de desgaste profesional, ningún trabajador obtuvo este diagnóstico (fig. 1).
En la figura 2 se muestra que el grupo etario de 40-51 años fue el más afectado, pues 15,4 % de los investigados manifestaron alta despersonalización, 23,1 % algún nivel de cansancio emocional y solo 69,2 % describió alta realización personal.
Al analizar las dimensiones del síndrome y su relación con el sexo (fig. 3) se halló que 50,0 % de los hombres mostró alta despersonalización y baja realización personal. Por otro lado, el cansancio emocional predominó en las féminas con 16,7 % de ellas.
Resulta importante señalar que el grupo con 21-30 años de trabajo resultó el más afectado (25,0 y 50,0 % de despersonalización y baja realización personal, respectivamente). Asimismo, el cansancio emocional alto fue más evidente en el grupo con 11-20 años de labor (fig.4).
Discusión
La enfermería es una profesión donde inciden especialmente estresores, entre los cuales se destacan: escaso reconocimiento social, trabajo con presión de tiempo, falta de autonomía, incorporación de nuevas tecnologías, relaciones conflictivas entre el equipo de trabajo, contacto continuo con el sufrimiento y la muerte, sobrecarga laboral, turnos rotativos y alto índice de contratación temporal. Todos estos factores han sido identificados como antecedentes del síndrome de desgaste profesional.8
De hecho, las actividades desarrolladas por los profesionales que desempeñan este perfil de la medicina incluyen un compromiso personal y una interacción directa con las personas que atienden, por consiguiente, estos profesionales suelen trabajar con los aspectos más intensos del cuidado del paciente. Las exigencias que generan laborar en los servicios críticos - como en la unidad quirúrgica - propician que este personal se convierta en un grupo de alto riesgo para desarrollar el SDP.8
Similares resultados a los de la presente investigación notifican Rendón et al,9 quienes refieren que su muestra estuvo conformada mayoritariamente por mujeres casadas (46,7 %).
Por otra parte, estudios realizados en Europa10 y Colombia11 manifiestan la importancia de una contratación regular con el centro laboral, lo cual demuestra que el personal con tipo de contrato indeterminado tiene menos riesgo de presentar esta afección, tal como ocurrió en el presente estudio.
Cabay et al12) ratifican que el SDP varía en relación con diversos factores, donde la satisfacción salarial y en el trabajo en general son variables que intervienen tanto en la aparición como en la prevención de este trastorno psicológico.
Los autores de la actual investigación consideran, que el nivel educacional superior y la contratación del trabajador de manera indeterminada benefician la complacencia laboral y proveen al obrero de mejor salario, condiciones que se manifiestan como elementos antiestresores y, por tanto, poco favorecedores de la aparición de esta afección.
En los profesionales explorados en el presente estudio no se demostró la presencia del trastorno psicológico, aunque se hallaron niveles elevados de despersonalización, cansancio emocional y baja realización personal, pero al no existir la combinación descrita en un mismo profesional, no constituían diagnóstico de la afección. Este resultado discrepa con lo informado por Suleiman13 en España, quien obtuvo valores de esta alteración entre 20-41,6 %.
Datos recopilados de publicaciones foráneas muestran variabilidad en la información relacionada con esta noxa y sus dimensiones en particular. Al respecto, Palmer et al14 notifican en su trabajo cifras inferiores a las de esta investigación, con 6,0; 10,6 y 11,7 % de DP, CE y baja RP, respectivamente. Por otro lado, Muñoz et al15) en un estudio realizado en el personal de enfermería de un hospital de Colombia refieren agotamiento emocional en 55,0 %, despersonalización en 68,3 % y abandono de la realización personal en 34,2 % de los investigados.
Respecto al grupo etario más afectado en relación con el SDP o en cuanto a sus dimensiones por separado, los informes también son muy diversos, relacionados además con las áreas de trabajo de los encuestados. En tal sentido, Gutiérrez et al16) discrepan con los resultados del presente trabajo al informar más pacientes entre los 30-49 años de edad.
Aunque la representación masculina en este estudio fue escasa, predominó la DP y la baja realización personal en ellos; sin embargo, fueron las féminas quienes mostraron mayor agotamiento emocional. En consonancia con los resultados obtenidos, investigaciones consultadas muestran al sexo masculino como el más afectado en relación con el SDP y comunican un predominio del cansancio emocional en este grupo poblacional.17 Contrariamente, otros autores informan mayor afección en las mujeres.16,18
En relación con los trabajadores más afectados según los años de experiencia laboral, Durán et al19) en Cuba, citan resultados concordantes con los de la presente investigación. En cambio, difieren con lo referido por Sánchez y Sierra,10 quienes hallaron que el SDP se presentó en los primeros años (1 a 8) de vida laboral.
Como es sabido, en la presente investigación no se encontró la presencia del SDP en ningún trabajador, a pesar de desarrollar su labor en tiempos de la pandemia de COVID-19 expuestos a un estrés mayor. Según criterios de los autores, esto pudiera estar influenciado por múltiples causas, entre las cuales se destacan: adecuadas condiciones de trabajo donde laboran los profesionales de enfermería de la institución, conveniente balance de la carga de trabajo y descanso, satisfacción del personal encuestado por la labor que realizan y el trato de la administración hacia ellos.
Se concluye que no existe homogeneidad entre los resultados obtenidos en diversas investigaciones respecto a la aparición de este trastorno en el personal de la salud. Lo anterior pudiera responder a las particularidades propias de las áreas de trabajo, el tipo de institución hospitalaria, el volumen de asistencia médica prestada, así como la presencia de estresores externos o no como la COVID-19.
Se recomienda a los administradores de las instituciones de salud, intervenciones que mejoren el ambiente laboral, así como acciones psicosociales que posibiliten disminuir el estrés individual y permitan incrementar la satisfacción en el trabajo.