INTRODUCCIÓN
La adolescencia se caracteriza por la complejidad de cambios a nivel físico, psicológico y social a los que deben enfrentarse los y las adolescentes para poder transitar al mundo adulto. La vivencia de crisis y duelos por los que atraviesan, los hace una población vulnerable sujeta a sufrir diferentes situaciones altamente significativas; como la búsqueda de una identidad, autonomía e independencia, la conformación de su personalidad, la construcción de su sexualidad, entre otras.1 Esto los coloca en un estado de invulnerabilidad que en ocasiones los lleva a tener conductas de riesgo.
Una conducta de riesgo implica que el individuo esté expuesto o exponga a otros, a situaciones que lo ponen en peligro y provocar daño a sí mismo(a) o a los demás, afectando su integridad física, psicoemocional y/o social.2
En la actualidad, las conductas sexuales de riesgo constituyen uno de los principales problemas de salud que enfrentan adolescentes y jóvenes, fenómeno del que no escapa ningún país del mundo.3
Los comportamientos sexuales de riesgo en los adolescentes favorecen la presencia de riesgos que comprometen su salud sexual y reproductiva. Se caracteriza por el inicio temprano de las relaciones sexuales, el cambio frecuente de pareja, en ocasiones se realizan presionada por su grupo de amigos o su pareja y sin ninguna protección.4 Las tendencias globales señalan el inicio de las relaciones sexuales en edades cada vez más tempranas.3 Estudios realizados coinciden con en señalar la presencia de estos riesgos en los adolescentes.5,6
En el ámbito internacional, se han realizado estudios e investigaciones rigurosas para prevenir y reducir el riesgo en los adolescentes.7) Las estadísticas muestran lo que acontece en la actualidad, realidad que cada vez se torna más compleja.8) Esto nos coloca ante el desafío de estar preparados para hacer diagnósticos tempranos y oportunos, perfeccionar la educación sexual en relación con la planificación familiar, y la prevención de enfermedades trasmisibles.
Cuba no está ajena a esta situación, las relaciones sexuales en los adolescentes ocurren en edades comprendidas entre los 14 y 15 años, incrementando los riesgos de embarazos no planificado, no deseado, así como riesgo las infecciones de transmisión sexual.5,9 Se han encontrado investigaciones que abordan estas temáticas en los adolescentes.(7, 10,11)
El hecho de que los adolescentes constituyen una proporción importante dentro de la población es una de las razones por lo que ignorar sus necesidades no solo es difícil, sino peligroso e injusto. Difícil, por el número que representan; peligroso porque lo que les sucede a ellos afecta sin lugar a dudas a toda la comunidad, e injusto porque son miembros de una familia humana y deben gozar de los mismos derechos del resto de los integrantes.
El presente trabajo tiene como objetivo establecer los presupuestos teóricos en el abordaje de los comportamientos sexuales de riesgo en los adolescentes.
MÉTODOS
Se realizó una revisión bibliográfica de los principales artículos científicos de los últimos años, en revistas biomédicas nacionales e internacionales y otras fuentes bibliográficas que incluyeron Google académico.
De los 47 artículos seleccionados, fueron utilizados 30 como referencias bibliográficas; predominaron los artículos publicados durante los últimos cinco años y otros por su relevancia.
Para recuperar la información se emplearon estrategias de búsqueda avanzada, mediante la búsqueda con el empleo de los términos “adolescencia”, “sexualidad”, “riesgos”. Se seleccionaron aquellos redactados en los últimos cinco años, en idioma español o inglés, que aportaran información actualizada sobre el tema. Se utilizaron como métodos teóricos como el histórico-lógico, análisis-síntesis e inductivo-deductivo que permitieron el análisis de los diversos enfoques sobre el tema.
DESARROLLO
“Alégrate, joven, en tu adolescencia, y tenga placer tu corazón en los días de tu juventud. Anda según los caminos de tu corazón y según la vista de tus ojos, pero ten presente que por todas estas cosas Dios te traerá a juicio. Quita, pues, de tu corazón la ansiedad, y aleja de tu cuerpo el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad”.12
Este concepto recogido en el Antiguo Testamento, perteneciente a la era precristiana, pese a su enfoque un tanto apocalíptico, deja ver, cómo se apreciaba la adolescencia, entonces. El devenir histórico ha hecho evolucionar mucho en este sentido, y después de transitar disímiles rutas, en nuestros días, es aceptada la adolescencia, como una etapa privativa del ciclo vital humano con “personalidad propia” que se caracteriza por la magnitud y complejidad de las transformaciones, que a su largo se experimentan.
Al realizar una revisión de la historia y su educación, se descubren elementos, los cuales han sido interpretados de diversas maneras, teniendo en cuenta el punto de vista de cada especialista y el contexto histórico social concreto en que se ha desarrollado su accionar.
Durante los siglos XVIII y el XIX se desató en el mundo occidental, liderado por la iglesia católica y algunos sectores moralizantes, una verdadera cacería de brujas contra la sexualidad adolescente. Solo basta recordar los criterios de médicos que bajo la influencia de Krafft Ebing, aún a inicios de este siglo, recomendaban como tratamiento a estos "trastornos" someter los genitales de los adolescentes "desviados" al contacto con metales candentes u otras prácticas.13
En la actualidad estos criterios se han flexibilizado, pero aún continúa adoleciendo al mantenerse con un carácter sexista, estandarizada, despersonalizada y cargada de mitos y tabúes. Negando al adolescente la posibilidad de madurar en esta y otras esferas, en correspondencia con sus potencialidades, necesidades y aspiraciones individuales.
La sexualidad, como toda manifestación vital, tiene un conjunto de expresiones biológicas espontáneas, que por sí solas no determinan las transformaciones del ser humano en cada etapa, estas tienen un fundamento en el aprendizaje que impulsa la maduración de la sexualidad y de la personalidad total. El ser humano debe aprender desde muy temprano a ser sexuado, a partir del nacimiento y hasta su muerte, en cada uno de estas etapas expresará, de una manera u otra, necesidades, motivaciones, intereses sexuales, que deben ser comprendidas y orientadas de forma efectiva por las personas encargadas de su educación.14
Diversos autores se han interesado en colocar la mirada sobre la sexualidad en los adolescentes desde de múltiples miradas.15,16,17,18,19,20,21)
Otros han tratado los problemas de salud asociados a conductas sexuales de riesgo en los que se han identificado a los adolescentes, a los que se debe prestar especial atención, así como en la aplicación de estrategias de intervención comunitarias para incrementar la calidad de vida de estos. Ejemplo de ellos son los trabajos realizados en México por Ocaña Zúñiga,22, Coates,23 en Uruguay; en Colombia Morillo Puente,24 en Perú por Ancco Vidnay.25
Cuba, que desde el triunfo revolucionario en 1959 ha desarrollado una amplia política de desarrollo salubrista sobre la base de la prevención y la promoción en salud, ha seguido de cerca el problema de los adolescentes como un grupo vulnerable a diferentes factores de riesgo. Debe destacarse la existencia en el país de diversos programas que tributan a la Educación Integral de la Sexualidad. Además, se reconocen importantes instituciones: los Institutos Superiores Pedagógicos, el Centro de Estudios Sobre la Juventud (CESJ), el Centro de Educación y Promoción para la Salud, entre otros, los cuales han realizado una labor sistemática de investigación y educación de la sexualidad, dirigida, en su mayoría a los/as adolescentes.26
Estudiar la sexualidad en la adolescencia es una tarea compleja, que no puede ser abordada de un único modo. Las conductas sexuales de riesgo adquieren gran significación, lo cual se debe, fundamentalmente, al aumento exacerbado de estas en los más jóvenes por su riesgo irresponsable por lo que se ha desplegado todo un sistema de estrategias de intervenciones que abordan estas y otras temáticas.
A pesar de los resultados alcanzados en el país, existen problemáticas de salud sexual que exigen atención priorizada y requieren de una intervención que involucre de forma activa a la población y a las instituciones para lograr el estado de salud deseado.16,27) se destacan además intervenciones educativas desarrolladas para modificar comportamientos sexuales de riesgos en adolescentes.28,29
La presencia de conductas sexuales de riesgo en la adolescencia obedece a una serie de factores que interactúan entre sí. El adolescente es influenciado dentro de los ambientes más cercanos como su familia y el grupo de amigos, hasta aquellos contextos donde no participa de forma directa como los medios de comunicación y los marcos culturales e ideológicos., entre estos se destacan:4
Las principales afectaciones a la salud de los adolescentes se relacionan con las conductas de riesgo y sus consecuencias. Durante los últimos años se ha mostrado un aumento de estas conductas en los países de América Latina y el Caribe, debido a un adelanto en la edad de inicio de las relaciones sexuales, generalmente sin protección. (28
Las necesidades sexuales de los adolescentes son un hecho.5 Las diferencias de maduración entre la edad biológica y la edad psicoemocional ocasionan que el deseo sexual no acompañado por la posibilidad de reflexión y toma de conciencia de los riesgos existentes, exponga a los adolescentes a situaciones conflictivas.4
El hecho de comenzar las relaciones sexuales no tendrá realmente una implicación vital si asistieran a esta primera experiencia protegidos. Cada día la mayoría de los adolescentes se enfrentan a relaciones sin ninguna preparación, pues no cuentan con una educación sexual estructurada y además no se acompaña del uso adecuado de métodos anticonceptivos, lo que conlleva a un alto porcentaje de embarazos no planificados y un elevado índice de adolescentes que pueden adquirir infecciones de transmisión sexual, esto contribuye al incremento de las tasas de morbimortalidad. Pérez-Blanco en su estudio,29 señala el poco uso de anticonceptivos por los adolescentes y la despreocupación ante la protección de la actividad sexual; Lazcano Ortiz y otros,30 en la encontraron que la mayoría nunca usaban anticonceptivos en sus relaciones sexuales.
La primera relación sexual coital debe ser un hecho positivo, planteado por ambos miembros de la pareja a tenerla de manera libre, consciente, responsable en correspondencia con sus valores personales. Muchos autores plantean que del éxito de esta primera experiencia depende el desarrollo armónico y pleno de la sexualidad en la adultez. La decisión de tener relaciones sexuales coitales puede ser una de las más difíciles que se toman en este período, ya que esto no se limita a un comportamiento encaminado a la reproducción, sino que pone en juego un profundo intercambio de deseos y peculiaridades individuales que pueden traer como consecuencia futuras disfunciones sexuales.5)
Privar a los jóvenes de la información y de los servicios que necesiten contribuye a la alta tasa de embarazos e ITS encontradas a esta edad.27
La familia, la escuela, el grupo de amigos, las organizaciones, los medios de comunicación social, forman parte de los canales de socialización, que dirigen y constituyen a normas, valores y modelos. Es importante que los padres se den cuenta de sus reacciones ante los cambios del adolescente y también vale la pena que traten de recordar su propia adolescencia, pues usualmente tratan de ocultarla. No se debe olvidar que enseñar a los jóvenes cómo comunicar sus deseos, aspiraciones y sueños es ayudarlos a crecer de forma saludable y que la comunicación es un área compleja en la que muchos de nosotros aún tenemos dificultades.1
Lo antes expuesto los obliga a considerar a los adolescentes con un riesgo reproductivo elevado. Para garantizar el éxito con vista a eliminar, modificar o controlar estos factores de riesgo reproductivo, hay que tener en cuenta elementos que inciden en este sector de la población como la perspectiva de género, la Educación en salud sexual y los programas comunitarios para la juventud.
El abordaje del tema plantea cada vez el diseño e implementación de programas enfocado hacia la prevención y la educación sexual.2
La manera para garantizar que sean protegidos de los trastornos de la sexualidad es ofrecerles conocimientos sobre salud sexual y reproductiva y resguardar su calidad de vida, que solo se logra mediante un proceso educativo, formador de saberes, normas, valores, actitudes, modos de comportamientos; que les permitan aprender a decidir y auto determinar por sí mismos o por sí mismas, los límites de su sexualidad, las formas particulares de vivenciarla y expresarla, de autodefinir qué es lo factible, lo positivo, que les permita crecer de manera plena, feliz y responsable y hacer crecer a los que les rodean. Esto se logra a través de una educación sexual que potencie aquellas manifestaciones que enriquezcan todas las esferas de su vida personal y social, sin dañar la ajena. .10
La prevención consiste en educar, potenciar el desarrollo integral de la persona, fomentar la adquisición de las habilidades para saber afrontar y resolver aquellas situaciones que pongan en riesgo su salud; al potenciar la educación sexual se genera autonomía en ellos.11
CONCLUSIONES
El artículo permite el abordaje de las conductas sexuales de riesgo en los adolescentes, a partir del análisis de las tendencias nacionales e internacionales aportadas por los diversos autores consultados; los aspectos señalados, indican la importancia que tiene educar a los adolescentes sobre sexualidad por lo que se demanda de diseños de intervención que contribuyan a disminuir los riesgos relacionados con los grandes problemas sexuales de los adolescentes.