INTRODUCCIÓN
A nivel mundial, el aumento de la esperanza de vida y la disminución de la natalidad ha conducido a un envejecimiento poblacional que impone retos sin precedentes. Ello supone prever servicios de salud de calidad y especializados, así como un soporte psicológico y social adecuado para la promoción del bienestar de las personas mayores. Además, se deben superar perspectivas que redundan en el sostenimiento de una de las tres grandes formas de discriminación de nuestros tiempos, detrás del racismo y el sexismo, la discriminación por razón de edad.
El proceso de envejecer influye indiscutiblemente en la personalidad debido a los múltiples cambios que ocurren en esta etapa de la vida. Se asiste a eventos vitales asociados con pérdidas de naturaleza afectiva tales como la jubilación, el casamiento de los hijos, la muerte del cónyuge, familiares, vecinos y coetáneos. Con respecto al estudio de las variables psicológicas prevalece el estudio de la calidad de vida y la depresión. (1,2,3,4) También se ha prestado atención a la categoría sentido de vida. (5,6)
Como constructo psicológico, el sentido de vida ha sido objeto de gran cantidad de investigaciones científicas, varias asociadas al suicidio, la depresión y la desesperanza. (7,8) El concepto de sentido de vida fue desarrollado por el neurólogo y psiquiatra austriaco Viktor Frankl (1905-1997). Su obra “El hombre en busca de sentido” es la más reconocida dentro de la logoterapia, tercera escuela vienesa de psicoterapia. Sus experiencias como prisionero de un campo de concentración durante la II Guerra Mundial lo condujeron a plantear la búsqueda del sentido de la vida como un asunto trascendente para un funcionamiento psicológico adecuado. (6)
Para Frankl, el sentido de vida se define como el motivo o la razón que impulsa a la persona a logar algo o para ser de una manera determinada, un sentido incondicional, que cambia de una persona a otra y de un momento a otro, y que necesita ser descubierto.6)
De esta manera, se llega a la concepción del sentido de tres formas: sentido de la vida, sentido en la vida y sentido en el mundo; con una relación temporal entre ellos. El sentido de la vida puede ser percibido solo en el final de la existencia del ser humano, mientras el sentido en la vida puede ser descubierto en todos los momentos de la vida del ser. En una perspectiva del desarrollo humano, la juventud tiene una amplitud del pasado muy pequeña, en comparación con su futuro. Mientras, en la tercera edad el área que cubre el pasado es amplia, a la vez que las posibilidades futuras son restrictas. (6)
El distanciamiento de las familias, como ocurre en el caso de los adultos mayores institucionalizados, se ha asociado a una influencia negativa sobre el bienestar, presencia de depresión, desconfianza en los demás y bajos índices de felicidad. El estudio se propuso como objetivo caracterizar las particularidades del sentido de vida de personas mayores semi-institucionalizadas en dos instituciones de Salud Pública de la ciudad de Santa Clara, Cuba.
Se pretende aportar una comprensión de las vivencias subjetivas en torno al sentido de vida en relación con el sistema de necesidades y motivos en la adultez mayor en condición de semi-institucionalización. La investigación siguió un enfoque cualitativo y un diseño fenomenológico. El fenómeno estudiado es el sentido de vida, lo que evidencia que se está trabajando el mundo de lo subjetivo y tiene una gran relación con el significado del ser humano, por lo que se entiende su coherencia con los enfoques cualitativos que propician la interpretación, la comprensión y la explicación de la subjetividad.
MÉTODO
Contexto y participantes
El estudio se realizó entre septiembre del 2018 y mayo del 2019 en dos instituciones de Salud Pública, una casa de abuelos y un hogar de ancianos, en el municipio Santa Clara, provincia Villa Clara, Cuba. Los hogares de ancianos y casas de abuelos son instituciones habilitadas para brindar servicios de atención y cuidados de salud como asistencia médica integral de enfermería y psicología por parte de un personal adiestrado en Gerontogeriatría.
También, cuentan con un departamento de Trabajo Social y de Rehabilitación Integral, además de otros servicios como el de alimentación. La modalidad de semi-institucionalización consiste en la asistencia desde el horario de la mañana a la institución y el retorno al hogar en la tarde.
Los participantes fueron seleccionados a través de un muestro intencional de la población de 55 personas adultas mayores semi-institucionalizadas. El criterio de inclusión establecido fue la voluntariedad para participar en el estudio. Los criterios de exclusión fueron presentar enfermedades mentales crónicas o retraso mental; padecer limitaciones sensoriales severas; encontrarse fuera del centro por presentar enfermedades en el momento de la exploración. Como criterio de salida se estableció la inasistencia a las sesiones de trabajo y el fallecimiento.
La muestra quedó conformada por 46 personas adultas mayores. El rango de edad de los participantes fue de 60-83 años. Entre 60 y 69 años se encontraron 11 adultos mayores, de 70 a 79 se encontraron 12 y de 80 a 83 años se encontraron 23. En cuanto al sexo, 32 pertenecieron al sexo femenino y 14 al sexo masculino. De acuerdo al nivel de escolarización, 24 contaron con nivel primario, 6 con nivel secundario, 4 con nivel pre-universitario y 12 con nivel superior.
Instrumentos y procedimiento
Se empleó la entrevista en profundidad directiva, no estructurada, informal abierta y flexible, mediante reiterados encuentros entre investigadores y participantes con el propósito explícito de comprender las perspectivas que tienen los informantes respecto de sus vidas, experiencias o situaciones.
También fue empleado el Test de Propósito de Vida (PIL). Se aplicó su primera parte, formada por 20 ítems en una escala tipo Likert, en versión validada en idioma español. (9) La validez y confiabilidad del test en el contexto cubano ha sido confirmada. (10)
La estructura factorial está compuesta por cuatro factores. La percepción de sentido incluye la captación de razones y motivos para vivir la propia vida, así como la valoración de esta en general. La experiencia de sentido aborda el sentir de la existencia personal como llena de aspectos buenos y posee un tono más referido a la vivencia del día a día. Las metas y tareas hacen referencia a la posesión de objetivos y motivaciones ligados a acciones concretas en la vida y la responsabilidad que se adquiere por ellos. Por último, dialéctica destino y libertad considera cuestiones como la tensión entre la libertad y el destino en la vida del hombre y el afrontamiento a determinadas circunstancias en la vida y la muerte como destino inevitable.
La técnica Registro de la Actividad Método Directo e Indirecto (RAMDI) fue empleada para estudiar la diversidad del contenido, jerarquía e interrelación de necesidades y motivos. Esta técnica fue creada por Diego González Serra. (11) Consta de tres partes: el método directo, el método indirecto y el registro de la actividad. Para su calificación existe un sistema de codificación agrupando las motivaciones en dos grandes grupos: categorías sociales personalmente significativas y categorías individuales de carácter social. Existe un grupo de categorías denominado otras categorías que pueden ser sociales o individuales.
El trabajo de campo se estructuró en dos etapas. En la primera etapa se aplicaron el Cuestionario PIL y el RAMDI. En la segunda etapa se realizaron las entrevistas en profundidad.
Análisis de datos
El procesamiento de los datos se realizó mediante el análisis de contenido efectuado a partir de los siguientes pasos: lectura minuciosa de las verbalizaciones del participante; establecimiento de las unidades de análisis; establecimiento y definición códigos de sentidos; codificación, interpretación de la información. La triangulación de datos permitió contrastar las informaciones obtenidas a través de las diferentes técnicas e instrumentos aplicados.
Consideraciones éticas
Como proceder ético, se explicó a los participantes en qué consistía la investigación y sus objetivos. Se obtuvo el consentimiento informado respetando el principio de autonomía. Se informó y aseguró la confiabilidad de los datos, la discreción, privacidad y la libertad de abandonar la actividad en el momento que lo desearan. Se colegió con cada participante la fecha y el horario en que se realizarían las sesiones de trabajo y el tiempo que se llevaría cada contacto. Además, se emplearon seudónimos para preservar las identidades de los participantes.
RESULTADOS
El análisis de los resultados se realizó a partir de los datos obtenidos de las técnicas aplicadas a lo largo del proceso investigativo. En los resultados obtenidos en el test PIL, 11 (24 %) de los 46 participantes presentaron las mejores puntuaciones. Este grupo estuvo compuesto por ambos sexos (62.5 % mujeres y 37.5 % hombres), en su mayoría con edades entre 60 y 69 años (81.82 %) y estudios de nivel superior (64.71 %). Aunque también se ubicaron en este grupo personas con niveles de instrucción primario (11.76 %), secundario (5.88 %) y preuniversitario (17.65 %). Presentaron una actitud activa, dinámica y animosa. Se apreció que mantienen actividades que le permiten tener participación en sus familias y comunidades. Realizan actividades de esparcimiento en su tiempo libre.
Se agruparon 12 participantes (26 %) con puntuaciones medianamente mejores. Estos señalaron respuestas como las siguientes en los ítems del PIL: generalmente estoy aburrido, la vida me parece rutinaria y creo que el hombre es completamente limitado por su herencia o por su ambiente. Los niveles de instrucción en este grupo resultaron bajos como tendencia, primario (64.71 %), secundario (29.41 %) y nivel superior (5.88 %). En cuanto al sexo, todas fueron mujeres y, en su mayoría, con edades entre los 70 y 79 años (66.67 %).
Las 23 personas restantes, 50 % del total de la muestra, obtuvieron peores puntuaciones. Seleccionaron ítems del PIL como: cada día es exactamente idéntico, mi existencia personal no tiene mucho significado, mi vida está vacía, desesperada, si muriera hoy consideraría que mi vida no valió la pena, en cuanto al suicidio, he pensado seriamente que es una salida, no he descubierto ningún sentido ni propósito en mi vida, para mi vida no tengo ninguna meta fija.
El 52.17 % fueron mujeres y el 47.83 % hombres. En estas peores puntuaciones se agrupó una mayor cantidad de los hombres que conformaron la muestra. En su mayoría presentaron estudios de nivel primario (91.67 %) y preuniversitario (8.33 %). Además, se agruparon en esta categoría, más participantes con edades entre 80 y 83 años (86.96 %).
Se identificaron vivencias de aburrimiento, soledad, impotencia, tristeza, frustración e inutilidad. Las molestias manifiestas se vincularon a la carencia de suficientes tareas y objetivos que les permitan mantenerse activos ante la cotidianidad. A la falta de tareas se le suma una actitud pasiva acompañada, a menudo, de quejas, dolores y malhumores, que profundiza la insatisfacción con la vida al contrarrestar el despliegue de capacidades propias para intentar transformar las circunstancias vividas.
También consideraron que sus opiniones no son tomadas en cuenta y sienten que no son acogidos por sus familiares. A la vez, la percepción de quienes viven con la familia es que ya no tienen autonomía y que sus hijos son los que mandan y toman decisiones imponiendo sus deseos.
En relación a la dimensión percepción de sentido, los resultados fueron favorables, las personas participantes mostraron la capacidad para captar las razones y motivos para vivir su propia vida. El resto de las dimensiones experiencia de sentido, metas y tareas y dialéctica destino-libertad se encuentran comprometidas de manera desfavorable. Quienes presentaron dificultades en estas particularidades manifestaron sentimientos divididos entre experiencias y sentimientos positivos y negativos que influyen en sus contactos con familiares, amigos y personas que les rodean. No señalaron metas delimitadas y bien definidas, viven el día a día sin esperar que pase algún acontecimiento y con muestras de conformismo.
En relación a metas y tareas se apreciaron dificultades en la mayoría de los participantes en el establecimiento de metas bien definidas y una reducción de objetivos e intereses en la esfera motivacional. A través de las entrevistas se profundizó en la reducción de metas y tareas.
Caridad, 77 años: “No tengo metas, vivo sola no tengo hijos, no visito a nadie, me duelen las piernas y cuando salgo de aquí me voy para la casa, me siento en el sillón a esperar que pasen las horas, vivo hasta que me llegue la hora de partir para el cielo”.
Sin embargo, en participantes que mostraron presencia de sentido de vida se identificaron motivaciones sociales relacionadas con el patriotismo, el humanitarismo, el colectivismo y el deber familiar. Expresaron frases como “deseo seguir luchando por mi Patria”, “deseo que los jóvenes continúen los ideales de la Revolución”, “deseo hacer tareas para cumplir y ayudar al país en todo lo que sea posible”.
En relación a la dimensión dialéctica destino-libertad se evidencia la posición asumida ante el mundo y ante la gente que le rodea y la pérdida de libertad que experimentan ante la toma de decisiones. Felicia, 73 años: “¡Ay! si mi hija me dejara hacer las cosas de la casa, cocinar, limpiar, no me deja ni salir a penas de la casa me pelea por todo, no es fácil, yo me siento presa no puedo hacer lo que yo quiero, lo que hago es leer mucho la biblia”.
Los resultados fueron contrastados con los obtenidos mediante la técnica RAMDI en cuyos resultados se observó un predominio de las necesidades individuales que surgen a partir de la interacción del adulto con su medio social; mientras que se apreciaron disminuidas las de carácter social que expresan un sentido de responsabilidad.
La mayoría de los participantes manifestó deseos y motivaciones individuales vinculados a necesidades de salud, descanso, contacto con la familia, felicidad, independencia, equilibrio psíquico, vivir, actividad y esparcimientos como ver la televisión, oír la radio, ir de paseo con un amigo. Su primera prioridad, tanto en el método directo como indirecto, se asoció a la salud, seguida por el deseo de contacto social con familiares, vecinos y amigos. La necesidad de autorrealización se expresó mediante el Método Indirecto en 8 de los 11 participantes ubicados en la categoría presencia de sentido de vida.
Asociada a la salud se encontraron en este estudio necesidades y preocupaciones al respecto. Expresaron “una vida sin salud, no tiene ningún sentido”, “deseo tener mucha salud”, “estoy lleno de achaques y dolores”, “deseo no enfermar”.
En cuanto a la familia, se pudieron agrupar las expresiones de los participantes en dos ejes temáticos: el primero referido a la satisfacción con sus familiares; el segundo, predominante estuvo referido a necesidades de cercanía, de apoyo físico y de afecto. Los contactos se limitan a un número muy reducido de personas y de ocasiones, por lo general algunos fines de semana o fechas especiales. Señalan que no les aportan la suficiente satisfacción y que les parecen, además de pocos, demasiado breves.
José, 83 años: “El que más va a visitarlo [ refiriéndose a su hijo] soy yo, mi hijo trabaja mucho y llega a su casa muy cansado, aunque a veces también viene. Existen días festivos como por ejemplo Navidad que me traslado hacia allá y la tarde la paso con los nietos y él. Vivo con mi hija menor, pues hablo bien poco con ella, llega tarde y no nos llevamos muy bien porque le cae mal lo que yo hago y acostumbra a reclamarme por todo, le dedica todo su tiempo a una amiga que tiene. Imagínese yo me lavo mi ropa y cocino para mí”.
Además de salud y contacto, en el análisis de contenido de las entrevistas surgieron los siguientes códigos, entre paréntesis se ubican citas ilustrativas: familia y trascendencia (“nos caracteriza algo y es que vivimos por el bienestar de la familia, es el todo”, “nuestra vida se alegra cuando vemos a la familia aplicando lo que enseñamos, esa es la vida”, “el sentido de nuestras vidas es la familia, los hijos, ser solidario con las personas”, “compañía de mis hijos y quisiera estar de esta manera siempre”); metas y trascendencia (“tener objetivo específico, para enseñar a las nuevas generaciones”, “una de las metas es enseñar a los más jóvenes a dar lo mejor de sí”); libertad (“ser libre en tomar una decisión”, “cuando se hace lo que uno quiere”, “que mi hija no se meta en mis decisiones”); felicidad (“tener tranquilidad y felicidad”); participación (“las cosas útiles nos llenan y cuando participamos nos sentimos muy alegres”).
Una vida con sentido es “una vida dinámica”, “acompañada”, “feliz”, “armoniosa”, “saludable”, “cooperadora”, “responsable”. Una vida sin sentido es “rutinaria”, “sin familia”, “triste”, “sin apoyo”, “sin relaciones”, “sin salud”, “no tener un objetivo específico”, “no enseñar a las personas”, “sentirse desanimado”.
Las personas participantes forman parte de, al menos, un grupo de apoyo social, (grupos de apoyo de gobierno, asociaciones de jubilados). Hicieron referencias positivas al interrogárseles acerca de su satisfacción con la institución geriátrica a la que asisten. Afirmaron sentirse a gusto con los horarios y tener personas en quienes confiar. No obstante, se expresaron solicitudes para tener mayores posibilidades de participar e incrementar las actividades que realizan durante su estancia en la institución.
DISCUSIÓN
Se caracterizaron las particularidades del sentido de vida de adultos mayores semi-institucionalizados. Se encontraron afectaciones en participantes de sexo masculino, con nivel de escolarización primario y secundario, con edades que superan los 80 años. Las dificultades se observaron en las dimensiones experiencias de sentido, metas y tareas y dialéctica destino-libertad. La presencia de sentido de vida se observó en participantes mujeres, con alto nivel de escolarización y con un rango de edades entre 60 y 69 años.
Los buenos resultados observados en relación a la dimensión percepción de sentido corrobora los encontrados por Aquino et al. (6) La percepción de presencia de sentido suele aumentar según disminuyen los rangos de edad, la búsqueda de sentido disminuye con el pasar de los años. En consonancia con lo cual se encontraron dificultades en el establecimiento de metas y tareas.
Para profundizar en ello se exploró la jerarquía motivacional y se partió del planteamiento de Diego González Serra. (11) para la interpretación de los resultados. Según este autor la autorrealización aparece en las primeras aspiraciones manifestadas en el RAMDI en su Método Directo. En el estudio realizado las personas mayores participantes, agrupadas en la categoría presencia de sentido de vida, manifestaron necesidad de realización de forma indirecta.
Diego González Serra (11) considera que en las personas de la tercera edad disminuyen los deseos de autorrealizarse, aunque existen sus excepciones en este período, según sea la proyección laboral y social. Por tanto, resulta importante que se haya manifestado la necesidad de realización de manera indirecta pues permite ampliar la perspectiva de la configuración subjetiva del sentido de vida en la adultez mayor, en tanto la motivación inconsciente participa en la determinación de la conducta.
Ante estos resultados no se pueden desconocer los condicionantes biológicos del ser humano. Los resultados en una muestra de personas en la tercera edad con y sin presencia de patologías, demostraron un mayor comprometimiento de las funciones ejecutivas memoria de trabajo y planeación, a la vez que resultaron más conservadas la flexibilidad mental y la fluidez verbal, tanto en su expresión fonológica, como semántica. (12)
La presencia de la salud como un tópico medular en la configuración del sentido de vida estuvo condicionada por la percepción de los participantes de que no son sujetos saludables. La representación social de la vejez como una etapa de pérdida y deterioros ha influido en las representaciones que tienen de sí mismos. (13)
La centralidad de las necesidades de afecto y contacto con la familia remiten a la importancia de este espacio de socialización como recurso de apoyo esencial en la vejez. No obstante, la familia no solo puede resultar fuente de afectos y cuidados, sino también de espacios para la participación y contribución social. Debido a la prolongación de la vida se crean nuevos roles en la estructura familiar, como es el cuidado de los nietos.
Para el caso de las personas que mantuvieron vínculos laborales, la jubilación se considera uno de los cambios más grandes de esta etapa y se tiende a connotar negativamente debido a que puede conducir a una pérdida de estatus, reducción de redes de apoyo y disminución o pérdida de los ingresos. (14) Implica para el adulto mayor una redefinición en sus relaciones sociales, así como en la manera de afrontar su futuro.
El sentimiento de soledad constituye una vivencia recurrente en el proceso del envejecimiento. (15,16) Se describen en esta etapa de vida sentimientos de abandono por pérdidas físicas de amigos, de familiares cercanos o distancias entre ellos por múltiples causas. Se refiere, además, que el proceso de envejecimiento conduce a contactos cada vez más reducidos y esporádicos con otras personas.
La necesidad de trascender o legar al otro es considerada como la adquisición más importante del desarrollo personológico y que caracteriza la jerarquía motivacional de la etapa de la adultez mayor. (14) La necesidad de trascender, como estructura psicológica, actúa como regulador del comportamiento de la persona mayor en todas sus esferas de relación y podría ser tan desarrolladora como cualquier otra formación psicológica nueva en las edades anteriores.
En cuanto a la dimensión del sentido de vida denominada dialéctica destino-libertad, los participantes no se consideraron libres para tomar sus propias decisiones. El sentimiento de dependencia y pérdida de autonomía son descritos en esta etapa de vida. (14)
En cuanto a factores mediadores o moduladores en la expresión de las particularidades de la configuración subjetiva del sentido de vida se analizaron el sexo, la edad, y el nivel de instrucción. De acuerdo a los resultados obtenidos con el PIL, se ha reportado que no existen diferencias entre varones y mujeres, pero sí en cuanto a la edad, pues a partir de los 31 años se ha observado un incremento estadísticamente significativo en el sentido de vida. (17) En el presente estudio se observaron peores puntuaciones en los hombres que en las mujeres, lo cual resultó interesante atendiendo a que la muestra contó con un mayor número de mujeres. Esta cuestión abre la posibilidad de una exploración de la relación entre género y sentido de vida en la adultez mayor.
Las personas participantes con edades entre 60 y 69 años presentaron mejores resultados en el test de sentido de vida. Por el contrario, en los adultos mayores que pasan de 80 años se apreciaron peores puntuaciones. Este resultado coincide con un estudio realizado por Gazzolo, (18) quien plantea que las personas mayores de menos edad tienen una mejor actitud hacia la vida y que los mayores muestran un mayor resentimiento.
Este autor argumenta que puede estar asociado a la pérdida de roles, el estrechamiento del radio de conducta y un creciente aislamiento. Aunque, Arias et. al (19) consideran que factores como el tiempo de institucionalización o el nivel socioeconómico, podrían explicar estas diferencias. En el presente estudio no se exploró el nivel socio-económico, lo cual se considera una limitación.
En relación al nivel escolar se encontraron mejores puntuaciones en el test PIL en las personas mayores entrevistadas con altos niveles de instrucción. Mientras que, aquellos que contaban con menores niveles de escolarización obtuvieron puntuaciones medias y bajas. Estos resultados coinciden con los obtenidos en una investigación acerca de las actividades sociales y bienestar personal en el envejecimiento que describe una relación predictiva positiva de las actividades sociales y la escolaridad con el bienestar. (20)
Según Wobbekingy Bonete, (5) el bienestar psicológico y la calidad de vida están estrechamente relacionados con un alto sentido de la vida. De esta manera, la relación entre bienestar y sentido de vida en personas de la tercera edad se ubica como línea para explorar a futuro en el contexto de estudio.
Para la adultez mayor, Orosa (14) destaca la importancia del sistema de comunicación con la familia, y la necesidad creciente de participación social, en correspondencia con las estructuras psicológicas típicas del desarrollo en esta edad. Según esta autora, la vida en familia no es, ni será la única opción de desarrollo para la tercera edad. No es solo la familia el espacio que debe concentrar responsabilidades y constituirse en fuente de apoyo social para la persona mayor. Para Aquino et al., (6) en las personas de la tercera edad, se hace imperativo conocer las posibilidades futuras y las tareas concretas que ofrezcan sentido.
El paradigma del envejecimiento activo apunta hacia la realización de todas las dimensiones del ser humano, incluyendo la vida social y la autorrealización. (21) Es comprendido como la optimización de recursos para una vejez exitosa mediante la promoción de la salud individual y el afrontamiento del proceso de envejecimiento, desde la adopción de un rol activo y sin desconectarse o aislarse de las vinculaciones intergeneracionales y de la propia comunidad.
En el caso de las personas estudiadas, asisten a instituciones de Salud Pública que amplían sus redes de apoyo y se consideran espacios potenciales de inclusión y contribución social. Como generalidad, valoraron positivamente el régimen de semi-institucionalización. Las instituciones a las que asisten les permiten mantener contactos sociales satisfactorios, especialmente con coetáneos. Esto puede influir positivamente en el funcionamiento cognitivo, afectivo, social y físico.
De esta forma, se entiende que concurrir a estos espacios institucionalizados constituye un recurso de apoyo social a mantener y consolidar. Resulta necesario potenciar la participación social de los adultos mayores en estas instituciones, ampliando las oportunidades y atendiendo a las repercusiones de esa participación.
El sentido de vida en las personas mayores participantes es configurado subjetivamente en torno a la salud, los contactos sociales y familiares, las metas propias, la necesidad de trascendencia, la libertad, la felicidad y la participación. La ausencia de sentido se asoció a la carencia de un objetivo específico, a la incapacidad de legar sus conocimientos y experiencias de vida; así como a llevar una vida rutinaria.
Los resultados orientan la labor del profesional de la psicología en instituciones de Salud Pública que brindan atención a adultos mayores hacia el fomento de la autonomía y participación social, así como a la promoción de una imagen positiva de la vejez, tanto a nivel social, como en las propias personas mayores.