INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas se ha incrementado el uso y abuso de sustancias psicoactivas, lo que puede considerarse como continuidad de una práctica histórico-social presente en todas las culturas y épocas de la humanidad.1,2 Las drogas se caracterizan por una notable diversidad, su consumo deviene un problema de salud de alta complejidad y su alta prevalencia, impacto en la vida de las personas y nocivas consecuencias sociales, la convierten en uno de los mayores problemas sanitarios del mundo.3,4,5
El alcohol no es solo la drogadicción más generalizada, sino que además abre las puertas para el consumo de otras sustancias por su condición de droga modelo, diferenciándose de las otras legales, por su capacidad de afectar seriamente la conciencia y la personalidad, así como provocar funestas consecuencias interpersonales y sociales, por lo que se ubica entre las drogas más nocivas.6 El uso indebido de alcohol constituye el principal factor de riesgo para enfermar en América Latina, puesto que por cada persona que padece de alcoholismo, existen de diez a doce bebedores “presuntamente sociales” que, si incorporan patrones de consumo indebido, determinarán un mayor número de trágicas contingencias familiares, escolares, laborales y comunitarias vinculadas a dichas formas de consumo abusivo.
La adolescencia constituye un período vulnerable para la aparición de conductas de riesgo, las cuales pueden traer consecuencias para la salud, resultando estas las principales causas de morbimortalidad de esta etapa. Las conductas de riesgo se definen como actuaciones repetidas y fuera de determinados límites que pueden desviar o comprometer el desarrollo psicosocial, lo que suele ser relativamente frecuente durante la infancia o la adolescencia con repercusiones perjudiciales para la vida actual o futura7 Los adolescentes tradicionalmente han sido considerados población saludable, las tasas de mortalidad y morbilidad son relativamente bajas si se comparan con otros grupos de edad. Sin embargo, cuando se valoran los factores y conductas que amenazan el bienestar y salud de los individuos, la realidad se torna diferente. En este período, se puede iniciar una amplia gama de conductas de riesgo que afectan la salud, las cuales muchas veces continuarán en la adultez y caracterizarán el proceso salud-enfermedad en el que podrán insertarse numerosas enfermedades crónicas no transmisibles e incluso enfermedades infecciosas.8 En la adolescencia ocurren los primeros intentos de salir desde la familia al exterior, iniciándose conductas de riesgo, entre las que aparecen el consumo de alcohol y tabaco. Generalmente, va imponiéndose el distanciamiento afectivo de la familia y acercamiento al grupo de pares resultando un período de mayor posibilidad de involucramiento en conductas de riesgo, hasta que finalmente debe lograrse una identidad propia y autonomía funcional. En esta última etapa, el adolescente debe haber aprendido de sus experiencias y ello, en equilibrio con factores y conductas protectoras, determinará que las conductas de riesgo se intensifiquen o disminuyan progresivamente.
Ante esta tendencia creciente, en Cuba se ha tratado de frenar el consumo de drogas poniendo en vigor nuevas leyes para la protección del menor en materia de drogodependencias con medidas de control de la oferta (limitaciones en publicidad, venta y consumo) y reducción de la demanda (mediante programas preventivos).
Considerando la adolescencia como la etapa más susceptible a desarrollar una adicción y teniendo en cuenta el incremento del consumo de sustancias adictivas en edades cada vez más tempranas, los objetivos del estudio realizado fueron caracterizar los participantes a partir de los resultados obtenidos en las evaluaciones realizadas e identificar los factores de riesgo de mayor relevancia para la iniciación en el consumo sistemático de drogas.
MATERIAL Y MÉTODO
Se realizó un estudio descriptivo de corte transversal con una muestra intencional no probabilística constituida por 110 adolescentes procedentes de instituciones educativas de Arroyo Naranjo. Fueron elegido a partir de un universo de 173 estudiantes quienes arribaron a las distintas instituciones de la Enseñanza Media de dicho municipio de la provincia de La Habana, en el año académico 2018-2019.
De los 110 participantes, 39 (35,4 %) matricularon en el Instituto Politécnico “Armando Mestre”, 31 (28,1 %) en la formación técnico-profesional de la Facultad de Ciencias Médicas “Julio Trigo López”, 30 (27,2 %) en la Escuela de Oficios “Julio Antonio Mella” y 10 (9,0 %) en el Instituto Preuniversitario “Carlos Pérez”. En cuanto a sexo biológico (80 adolescentes - 72,7 %) son varones y (30 adolescentes - 27,3 %) son féminas.
Para la selección de los estudiantes que participaron en el estudio se partió de elegir cuatro instituciones educativas representativas de los diferentes tipos de Enseñanza Media a las que tienen acceso los estudiantes del municipio Arroyo Naranjo cuando concluyen sus estudios secundarios. De cada una de ellas, se seleccionaron los estudiantes que cursaban el primer año en ese tipo de enseñanza, residían en ese municipio y aceptaron participar en el estudio. Se trabajó con la totalidad de los que cumplimentaron dichos criterios. Como criterio de exclusión se consideró la ausencia a las instituciones durante los días en que se realizaron las evaluaciones.
Las fuentes de información utilizadas en este estudio fueron la Batería de pruebas psicológicas Proyectiva, Narrativa y Desiderativa (PND)9 y el Cuestionario para la detección del uso de sustancias adictivas por adolescentes (CRAFFT)10) En ambos casos se evaluaron a partir de criterios validados para la población cubana en maestrías que se imparten en la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana.9,10
La Batería PND incluye tres instrumentos de evaluación psicológica:
Prueba de Completamiento de frases:11) Técnica proyectiva que permite identificar los principales conflictos de los adolescentes y, por ende, el riesgo para su iniciación en el consumo sistemático de sustancias adictivas. Se consideró como “sin riesgo” cuando no se proyectaron problemáticas sociales, expresándose fortalezas que obstaculizan la iniciación en el consumo sistemático de drogas y se evaluó como “con riesgo” cuando se proyectaron problemáticas individuales (personales) y sociales (escolares, familiares, con el grupo de pares o en general). Para la comparación entre los adolescentes identificados como consumidores con los no consumidores, se consideró la clasificación del riesgo según todas las categorías específicas: personales, escolares, familiares, sociales (pares) y sociales (general).
Prueba de redacción o composición:11) Técnica narrativa que permite explorar la información que tienen los individuos sobre una temática determinada. En este caso se propuso como título “Las bebidas alcohólicas y otras drogas.” Se evaluó como “adecuada” cuando se declaró información que denota que se conocen los riesgos del uso indebido de drogas para su salud y desarrollo personal y como “inadecuada” cuando declararon información errónea, mitos o actitudes favorables al consumo.
Prueba de Inducción Motivacional:11 Técnica desiderativa que facilita la exploración de la diversidad y jerarquía de las necesidades y motivos. En este caso se propuso a los participantes listar sus principales 10 deseos en orden jerárquico de mayor a menor relevancia personal. Se evaluó la presencia de motivaciones referidas a estudios actuales, profesión futura, familia de origen o futura, pareja actual o ideal, salud, realización de sí mismo, relaciones interpersonales, necesidades afectivas, necesidades materiales, viajar, deber humanitarismo, país y otros intereses.
El Cuestionario CRAFFT12 es una técnica de cribado ampliamente aplicada para detectar el uso de sustancias psicoactivas en adolescentes y cuya utilización ha sido recomendada por la Organización Panamericana de la Salud en el contexto regional. Se consideraron las normas validadas para población cubana considerándose como “no consumo” el puntaje 0, “Consumo no Problemático” el puntaje 1 y “consumo problemático” el puntaje superior a 1.
Aspectos de la investigación científica: La inclusión de las personas que participaron en el estudio se realizó de manera voluntaria, espontánea y anónima. Se elaboró un modelo donde se recogió el consentimiento informado de todos los participantes incluyendo los padres o tutores. Posteriormente, se aplicaron los instrumentos referidos comenzando por las tres técnicas contenidas en la Batería PND y se finalizó con el Cuestionario CRAFFT.
Para el análisis de los resultados se emplearon técnicas de la estadística descriptiva.
RESULTADOS
Como puede apreciarse en la Tabla 1, la mayor parte de los adolescentes estudiados presenta factores de riesgos múltiples (66 %), lo cual se considera como favorecedor de la iniciación del consumo sistemático de alcohol y otras drogas.
En relación con el criterio que poseen los educandos sobre el alcohol y otras drogas, se observa que 100 % proyectó un adecuado nivel de información sobre las consecuencias que provoca su consumo para la salud.
Necesidades Materiales | 60 | 54,5 |
Viajar al extranjero | 50 | 45,4 |
Familia Actual | 45 | 40,9 |
Familia Futura | 20 | 18,1 |
Futura Profesión | 10 | 9,0 |
En la jerarquía motivacional de estos adolescentes, la máxima prioridad la constituyen las necesidades materiales expresadas por 54,5 % de los adolescentes evaluados. Sus estudios actuales y futura profesión solamente lo señalaron como prioritario 9 % de los adolescentes consultados.
No consumo | 36 | 33,0 |
Consumo no Problemático | 35 | 32,0 |
Consumo Problemático | 39 | 35,0 |
Total | 110 | 100,0 |
De los 110 adolescentes estudiados, 33 % no consumen sustancias adictivas mientras que 67 % de ellos sí lo hace. Resulta relevante que 35 % presenten un consumo problemático.
Enseñanza politécnica | 39 | 22 | 73,3 |
Enseñanza preuniversitaria | 10 | 7 | 70,0 |
Escuela de oficios | 30 | 27 | 69,2 |
Formación técnica | 31 | 18 | 58,0 |
Como puede apreciarse más de 50 % de los estudiantes evaluados en todas las formas de enseñanza consumen sustancias psicoactivas, alcanzando niveles muy elevados (alrededor de 70 % de los casos) en las enseñanzas politécnica, preuniversitaria y en la escuela de oficios.
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No. | % | No. | % | |||
1 | Personales | 68 | 91,8 | 31 | 86,1 | 0,265 |
2 | Escolares | 24 | 32,4 | 4 | 11,1 | 0,0296 |
3 | Familiares | 19 | 26,6 | 10 | 10,8 | 0,8738 |
4 | Sociales (Pares) | 18 | 24,30 | 10 | 13,5 | 0,8753 |
5 | Sociales (General) | 3 | 4,0 | 2 | 5,5 | 0,8942 |
*Fisher p< 0,05.
La Tabla 6 constituye un resumen de los resultados de la aplicación del Test Exacto de Fisher y el análisis bivariado de los riesgos específicos (presentes o ausentes) en los participantes (consumidores o no consumidores). Como corresponde, dichos resultados originalmente se representaron en cinco tablas de 2 ( 2. En esta tabla, puede apreciarse que los factores de riesgo personales están presentes de forma predominante tanto en consumidores como en no consumidores. Sin embargo, al analizar los factores de riesgo escolares se apreciaron diferencias significativas entre los grupos estudiados (0,02). Al parecer la presencia de factores de riesgo escolares fue determinante para la iniciación en el consumo de drogas en los adolescentes estudiados. Por tanto, la ausencia de riesgos escolares (bajo rendimiento académico, ausentismo y baja implicación con actividades académicas y extracurriculares) constituye un factor protector presente entre los adolescentes no consumidores estudiados.
DISCUSIÓN
En el estudio realizado, los factores de riesgos múltiples fueron descritos como el principal motivo para la iniciación del consumo sistemático de alcohol y otras drogas, lo que coincide con lo identificado en otros estudios.13 Algunos autores han señalado que la mayor probabilidad de consumo de drogas está asociada con la exposición a conflictos interpersonales y familiares, problemas escolares, pérdidas significativas, hechos relacionados con la vida sexual y el déficit de habilidades para una adecuada integración social.14 Entre los principales elementos favorecedores del uso de estas sustancias señalan la búsqueda de sensaciones novedosas, la experimentación, el consumo por parte de los amigos, la baja autoestima, la necesidad de aprobación social, los conflictos familiares, así como la disponibilidad y el fácil acceso a estas sustancias adictivas.15
En otra investigación, también se pusieron de manifiesto factores de riesgo ambientales, lo que coincide con estudios en que se identificaron como comportamientos favorecedores del consumo el abandono de los estudios y el bajo rendimiento escolar, el alejamiento de la familia y la limitada comunicación con los padres, lo que genera una tendencia a experimentar elevadas tasas de ansiedad y depresión.16 También hubo coincidencia con estudios que detectaron como factores individuales de riesgo o vulnerabilidad, variables de tipo cognitivo o actitudinal, tales como una baja percepción de riesgo, desconocimiento de las consecuencias del consumo, actitudes, creencias y expectativas positivas respecto a las drogas, bajo control conductual percibido frente a situaciones de riesgo o que favorecen el uso de sustancias y una norma subjetiva favorable a la utilización de sustancias psicoactivas.14
Es indiscutible que para el ser humano la primera entidad socializadora en la infancia y la niñez es su núcleo familiar primario; y en segundo lugar, están la escuela y el grupo de amigos. Es en el hogar donde se adquieren, a través del modelamiento y el reforzamiento los conocimientos, creencias y actitudes acerca de las drogas. Estos elementos constituyen un importante predictor del comportamiento cuando el individuo debe decidir si las consume o no, tanto en la adolescencia o en la vida adulta.17
Las expresiones utilizadas en la técnica narrativa por los adolescentes evaluados confirman que tienen un conocimiento adecuado de las características de las drogas, expresando: “es mala”, “dañina,” “provoca adicción y la muerte”, “son perjudiciales para la vida”, “provocan enfermedades y trastornos mentales”, “provocan consecuencias catastróficas para la salud”, “el exceso de su consumo conlleva a problemas familiares, pérdida del trabajo y de las amistades”. No obstante, se evidenció que la adecuada información que poseen no es suficiente para evitar el consumo ya que en su mayoría lo hace, considerando que es buena para relajarse, para sentirse bien en las fiestas y para compartir con los amigos.
Estos resultados coincidieron con los de otros estudios donde se refiere que entre los motivos que pueden llevar al adolescente al consumo está el hecho de que las drogas se convierten en un camino fácil y rápido para ganar aceptación en el grupo y para usarla como alternativa recreativa. En la literatura consultada se encontró que en la mayoría de los adolescentes la conducta adictiva se relaciona con la presión grupal.18
Las drogas están rodeadas de mitos que despiertan la curiosidad del adolescente. Los adultos les repiten: “las drogas son malas” y “drogas es igual a muerte”, pero ellos en pleno desarrollo, se creen inmortales y piensan que nada les puede pasar. La estructuración de la proyección futura con una perspectiva solo a corto plazo, orientada al presente, facilita que únicamente perciban los efectos placenteros iniciales de la droga. La falta de orientación a largo plazo los incapacita para percibir los daños.5,19
Muchos adolescentes prueban determinadas sustancias para experimentar nuevas sensaciones y para comprobar lo que han escuchado que producen ("más placer sexual", "disminución del sueño o menos sensación de cansancio", "más seguridad en sí mismo", etcétera). De esa forma, se inician en el consumo sistemático de alcohol y otras drogas.20,21
Se ha verificado que aun cuando se han incrementado los programas de promoción de salud relacionados con el alcohol, persisten juicios distorsionados sobre sus efectos, por lo que debe incrementarse la divulgación sobre el tema.22 Los adolescentes estudiados presentan un buen nivel de información sobre lo perjudicial del uso de drogas, pero esto no es suficiente para impedir su consumo. Se identificó que la presión grupal, las fiestas, así como la necesidad de relajación constituyen actividades favorecedoras del uso de sustancias psicoactivas. El uso recreativo de drogas es una práctica generalizada en población de jóvenes en el mundo.21 Respecto a los pares, durante la adolescencia su influencia aumenta considerablemente, incluso sobre la que pudiera tener la familia, favoreciendo la adquisición de comportamientos problemáticos.23
La existencia de necesidades materiales y el deseo de viajar constituyeron motivaciones importantes para los adolescentes valorados. Ambos aspectos se refieren a contenidos ajenos a sus estudios actuales y profesión futura, lo que se refleja en una lamentable escasa motivación hacia la futura profesión. Estos resultados coinciden con los obtenidos por Pupo Serrano (2013), quien identificó que los adolescentes que evaluó veían en presuntos viajes al extranjero la posibilidad de resolver algunas de sus necesidades materiales, lo que para ellos significa alcanzar mayor independencia, cuestión priorizada por este grupo etario.24 La familia actual también fue considerada una motivación importante por la mayoría de los sujetos estudiados. Este resultado es similar a lo encontrado por otros autores, y se fundamentan en que ellos, a pesar de privilegiar las relaciones externas, suelen mantener la familia entre los principales contenidos de su esfera motivacional.5
Resulta evidente que las tendencias orientadoras de estos adolescentes están predominantemente orientadas a motivos de índole material. El desarrollo de los intereses profesionales aún no muestra elaboraciones que permitan hablar de intereses hacia la profesión elegida. La elección de la futura profesión representa para el adolescente, de cierta forma, un camino de acceso al mundo adulto, que visualizan como lejano y, por lo tanto, impreciso.24
El hecho de que haya sido mayoritario el consumo de sustancias psicoactivas entre los adolescentes valorados puede ser considerado como un resultado alarmante y refuerza el criterio de que la adolescencia constituye la etapa en que suele tener lugar la experimentación con diversos comportamientos de riesgo, incluyendo el consumo de sustancias adictivas.25
Los resultados obtenidos son similares a los encontrados en otros estudios en los que se confirmó que el consumo de drogas legales como el alcohol y tabaco en la adolescencia, propician el riesgo de escalada al consumo de drogas ilegales (marihuana, cocaína, drogas sintéticas, entre otras) y al consumo adictivo y problemático de estas.26
Por otra parte, resultó de interés que el consumo esté presente en más de la mitad de los estudiantes de las cuatro formas de enseñanza consideradas y que sea muy elevado en la enseñanza politécnica y preuniversitaria, consideradas como las formas de mayor atracción en nuestro contexto. Sin embargo, en esos casos la existencia de un mayor nivel de consumo, pudiera estar asociada a la presencia de factores de riesgo que pueden influir en la iniciación del uso de sustancias psicoactivas como la presencia de centros gastronómicos cerca de ambas escuelas donde se venden tabaco y bebidas alcohólicas. Además, en algunas ocasiones pudiera influir el exceso de tiempo libre de que disponen, tanto por el descontrol de la familia como por el propio horario escolar establecido.
Diversos estudios han reportado la eficacia de las intervenciones breves para reducir el consumo de riesgo de alcohol,25 lo que sería de gran utilidad para el abordaje de estos casos. Sin embargo, durante años se han desarrollado y aplicado numerosos programas preventivos en las escuelas, basados en la premisa de que si los alumnos conocen los riesgos del consumo de sustancias psicoactivas no se expondrán a estos. En el estudio realizado, la información adecuada no impidió el consumo, lo que coincide con el criterio de que la efectividad de estos programas es limitada.27,28
Indudablemente, aunque la escuela realice prevención como parte de su función educativa, es importante complementar dicha influencia con otras acciones ya que resulta difícil para los adolescentes al encontrarse ante una situación real de oferta, utilizar la información que poseen. De este modo, la intervención comportamental-educativa, pudiera devenir la estrategia básica para establecer condiciones y estilos de vida asociados a un buen estado de salud.29
Al analizar la presencia de riesgos específicos para iniciación en el consumo sistemático de drogas, se aprecia que, aunque los factores personales están presentes en todos los adolescentes valorados, al comparar los que consumen con los que no lo hacen, existen diferencias en el resto de los factores. En ese sentido los factores de riesgo escolares parecen desempeñar un papel esencial en la iniciación del consumo sistemático de drogas.
Los resultados obtenidos coinciden con los de investigadores que refieren que los factores de riesgo personales influyen en el consumo dado que los adolescentes lo hacen porque sienten curiosidad y creen que probarlas no les hará daño, que les ayudará a escapar de sus problemas, a pensar mejor, a ser más populares y a mantenerse más activos. Dichos estudios insisten en que existe una estrecha relación entre el medio social y los conflictos que se evidencian en esta etapa de la vida; por lo que los adolescentes constituyen una población altamente vulnerable.20
Aun reconociendo la importancia que los factores ambientales desempeñan en el consumo de drogas, este es en última instancia, una conducta individual. Aun cuando el contexto social pueda ejercer una intensa presión hacia el consumo, el individuo puede tener la posibilidad de rechazar tal presión e incluso de modificar el ambiente. Por lo que son importantes las características individuales, en el inicio y mantenimiento del consumo de drogas.30
Dentro de las variables que se han relacionado con consumo de drogas en la escuela se encuentra el bajo rendimiento académico, ausentismo y baja implicación con actividades académicas y extracurriculares. El desapego emocional respecto al entorno escolar, expectativas y actitudes negativas con el éxito académico y el ver la educación como poco útil e irrelevante, se han asociado también con el consumo de drogas. Igualmente, las relaciones pedagógicas autoritarias, descalificadoras y desconocedoras de las particularidades de los estudiantes, también favorecen que se instaure el consumo de drogas.30
Los factores de riesgo y protección vinculados con el contexto macrosocial también se ponen de manifiesto cuando los jóvenes residen en zonas marginales, con falta de recursos y hacinamiento. En algunos de esos casos prevalecen actitudes sociales favorables a la violencia, normas permisivas respecto al consumo y comportamientos orientados a la búsqueda del placer a toda costa.17
El entorno como espacio en el que tiene lugar el consumo, constituye un factor crítico en el desarrollo, mantenimiento y abandono del abuso de drogas. Este comportamiento no se produce en un entorno aislado. Muchos factores sociales, como la condición legal de cada sustancia, la disponibilidad, el precio, la percepción de peligrosidad, el atractivo social, el grupo de amigos y las creencias religiosas, influyen en el comportamiento relacionado con el consumo de sustancias. Es un hecho que la disponibilidad de las drogas tiene una considerable influencia en la probabilidad de su consumo.
Limitaciones del estudio
El estudio realizado permitió caracterizar los participantes, incluyendo la identificación de los factores de riesgo de mayor relevancia para su iniciación en el consumo sistemático de drogas. A pesar de ser una muestra pequeña, los resultados aportan información relevante acerca de la situación de dicha problemática en el contexto educativo del área considerada.
CONCLUSIONES
Los factores de riesgo de mayor relevancia para la iniciación en el consumo sistemático de drogas estuvieron asociados en lo fundamental con la presencia de dificultades escolares, familiares y sociales. Se identificó la ausencia de riesgos escolares como el bajo rendimiento académico, el ausentismo y la baja implicación en actividades académicas y extracurriculares, como un factor protector presente entre los adolescentes no consumidores estudiados.