Introducción
Las relaciones sociales impactan en la educación de las personas con necesidades educativas especiales, de manera particular en los niños, adolescentes y jóvenes con discapacidad intelectual, que dadas las limitaciones que presentan en el plano biopsicosocial requieren de un trabajo correctivo-compensatorio, dirigido a una preparación para la vida adulta independiente que les permita interactuar socialmente de forma adecuada.
Las investigaciones sobre la educación de niños, adolescentes y jóvenes con discapacidad intelectual en el ámbito internacional se ubican fundamentalmente en países como: España, Alemania, Estados Unidos, Finlandia y Rusia, entre otros. Especialmente reveladores son los estudios que, desde 1876, realiza la Asociación Americana de Retraso Mental (AAMR), hoy Asociación Americana de Discapacidades Intelectuales y del Desarrollo (AAIDD), la que al definir, diagnosticar y caracterizar el retraso mental como una discapacidad intelectual hace énfasis en el desarrollo de habilidades conceptuales, sociales y prácticas de gran utilidad para la vida diaria y adulta de estas personas.
El tema de habilidades de interacción social ha sido abordado en la obra de autores como: Verdugo, M.A. (1990-1997); Monjas, M.I. (1993); Goldstein, A. (1998); Echeita, G. (1994-2014); entre otros, donde se vincula a programas específicos, tratamientos psicoterapéuticos y el desarrollo de la autonomía en las personas con alguna discapacidad.
En Cuba se han realizado investigaciones que abordan con mayor intencionalidad el proceso de interacción social del educando con discapacidad intelectual, como es el caso de los estudios de Pérez (2004); De la Peña (2006); Álvarez (2007); Cruz (2009); Serra (2014); Valdés et al. (2015) y Fuentes, V. (2021), que se refieren al desarrollo de habilidades de interacción social como una de las dimensiones de la preparación para la vida de los educandos con discapacidad intelectual, asociada a la elevación de su autoestima y al proceso de enseñanza-aprendizaje.
La cultura física genera beneficios para los educandos con discapacidad intelectual, a partir de estilos de vida activos, el aumento de la resistencia y la fatiga, el incremento de la capacidad para el trabajo físico y mental, tonifica los músculos e incrementa su fuerza, mejora el funcionamiento de las articulaciones y contribuye a mejorar las habilidades para interactuar con los demás.
Tiene, además, gran valor no solo para el mejoramiento de la salud, sino también para la prevención y rehabilitación del educando, aplicando ejercicios con objetivos profilácticos, restablecimiento de la salud, de la capacidad de trabajo y la prevención de las consecuencias de los procesos patológicos, así como para favorecer las habilidades de interacción social.
Son diversas las actividades que se pueden realizar con los educandos con discapacidad intelectual, entre las que están: actividades docentes en el ámbito escolar o en otros, con fines formativos; en lo didáctico se profundiza en la transformación de las conductas motrices, en relación con el cuerpo, el movimiento, la naturaleza y la salud; la práctica deportiva; el uso del tiempo libre y el mantenimiento de la salud.
Guerra, Laborit (2013) recomiendan que en el caso de los educandos con discapacidad intelectual se deben realizar actividades que los preparen para diferentes actividades que se realizan en las instituciones, entre ellas la profundización en el conocimiento de la conducta motriz, con la finalidad de asumir actitudes, valores y normas en relación con su propio cuerpo y respecto a las relaciones sociales.
Se puede apreciar que en los educandos con discapacidad intelectual se establece la relación de ellos con su medio a través de la actividad física, que se proyecta en su cultura corporal y espiritual; estos procesos tienen un carácter físico-educativo.
Para lograr una cultura física en los educandos con discapacidad intelectual es necesario, como plantea López (2021): "…ser disciplinado y disfrutar de su esfuerzo". Estos dos aspectos son de gran valor para corregir y/o compensar, mediante la actividad física, la discapacidad que puedan tener. Se debe tener en cuenta que cada educando puede tener un nivel de desarrollo diferente, en correspondencia con el grado de discapacidad intelectual que posea y, en relación con ello, debe ser el ambiente que se le presente y la respuesta que se espere de él, a partir de la variabilidad en el desarrollo de cada uno; por tanto, la actividad física contribuye a su desarrollo al interactuar constantemente con los demás.
De gran valor para el desarrollo de la actividad física en función del desarrollo de las habilidades de interacción social es que las instituciones de educandos con discapacidad intelectual se conviertan en centros activos de las actividades físicas y el deporte, dado por la interactividad que van a tener con otras personas, ya sean conocidas o desconocidas, pero que favorecen actuar con independencia y los obliga a buscar recursos verbales o no verbales para hacerse entender por los demás.
Se deben tener en cuenta los elementos abordados por López (2021), que plantea que se debe contar con especialistas en el desarrollo de la educación física, personal especializado en nutrición, en apoyo psicológico, servicio médico especializado en deporte, desarrollo e implementación de procesos que brinden fortalezas físicas y mentales ante las adversidades, la satisfacción por medio del juego de la mentalidad de ganar, así como observadores que puedan satisfacer las áreas de oportunidad, fomentar la práctica del deporte en nuestro entorno, tener siempre preparadas palabras de aliento ante situaciones difíciles.
Según Valdés, Guerra & Camargo (2020), el desarrollo de habilidades de interacción social propicia una mejor inclusión, tanto en el ámbito educativo como social; por tanto, implica perfeccionar la práctica educativa, para que esta propicie la mayor justicia e igualdad en la atención de las personas con necesidades educativas especiales que estén aptas y preparadas para: asumir la vida de manera independiente, enfrentar las exigencias de la sociedad, poseer autonomía personal, adecuada apariencia, habilidades para el autocuidado, actitudes positivas ante el trabajo, control sobre sus emociones, relaciones sociales y capacidad para tomar decisiones sobre la propia vida, donde la actividad física es de gran valor para lograr una preparación para la vida y una independencia según sus posibilidades.
Materiales y métodos
El estudio se realizó durante el año 2021 en la provincia de Pinar del Río, en el municipio de Viñales, en el consejo popular de Puerto Esperanza y se trabajó con diferentes grupos muestrales.
El grupo muestral I estuvo formado por seis educandos de sexto grado con discapacidad intelectual de la escuela especial "Santos Cruz", ubicada en el Consejo Popular de Puerto Esperanza, del municipio de Viñales.
Matrícula Edad Sexo Lugar de residencia 10 11 Masculino Femenino Rural Urbano 6 2 4 4 2 2 4
El grupo muestral II estuvo formado por dos maestros que laboran con los educandos con discapacidad intelectual de sexto grado de la escuela especial "Santos Cruz", ubicada en el Consejo Popular de Puerto Esperanza, del municipio de Viñales
El grupo muestral III estuvo formado por dos directivos (un director y un coordinador de ciclo) de la escuela especial "Santos Cruz", ubicada en el Consejo Popular de Puerto Esperanza, del municipio de Viñales.
Total de directivos Calificación profesional Años de experiencia Licenciado Máster 5-10 11-19 20-25 2 1 1 2 % 50 50 100
En el estudio diagnóstico realizado se determinaron las dimensiones e indicadores. Se utilizaron los siguientes procedimientos epistemológicos: análisis teórico del desarrollo de habilidades de interacción social de educandos con discapacidad intelectual en las actividades físicas, valoración de dimensiones del desarrollo de habilidades de interacción social de educandos con discapacidad intelectual propuestas anteriormente por otros autores y precisión de los criterios de selección de las dimensiones.
Se tuvieron en cuenta las particularidades del desarrollo de habilidades de interacción social en la actividad física, socialización con especialistas para valorar la objetividad de las dimensiones e indicadores elaborados, valoración de los criterios y sugerencias emitidas por los especialistas.
El estudio acerca del desarrollo de habilidades de interacción social en la actividad física contribuyó a una mejor comprensión de las particularidades que le son inherentes y sentó las bases para las precisiones teóricas expuestas, en el cual se sustenta la propuesta de dimensiones e indicadores.
La actividad física en la escuela donde asisten educandos con discapacidad intelectual se basa, fundamentalmente, en los programas de Educación Física, las actividades complementarias y extraescolares. El objetivo de la inclusión de estas en el horario docente se debe a que son momentos ideales para enseñar a los educandos a cómo adoptar y mantener una forma saludable y un estilo activo de vida que se verá reflejada en tener una personalidad estable y positiva; además de ayudar a las nuevas generaciones a ser activos físicamente después de la vida académica. Todo se reflejará en la calidad y cantidad de años a vivir.
En esta investigación se utilizan las actividades complementarias y extraescolares para apreciar la relación entre las habilidades de interacción social y la actividad física.
Para la realización del estudio diagnóstico se tomó como base de análisis el enfoque dialéctico-materialista, empleando distintos métodos y técnicas de investigación, que sirvieron de soporte a la aplicación de cada uno de ellos. Se revelaron las relaciones causales y funcionales que interactúan en el objeto de estudio y se penetró en su dinámica para descubrir los nexos que se establecen en su funcionamiento.
Entre los métodos del nivel empírico se emplearon: revisión de documentos, para analizar cómo se concibe en diferentes documentos de carácter metodológico y normativo el desarrollo de habilidades de interacción social de los educandos con discapacidad intelectual de sexto grado en la actividad física; entrevistas a docentes, para conocer sus criterios sobre el desarrollo de habilidades de interacción social en los educandos con discapacidad intelectual y su influencia en la preparación para la vida, así como el valor de la actividad física en su desarrollo; observación a las actividades complementarias y extradocentes, para constatar cómo contribuye la actividad física al desarrollo de habilidades de interacción social del educando con discapacidad intelectual.
Para el procesamiento de la información recopilada durante la investigación se empleó la estadística descriptiva, para la tabulación de los datos, la construcción de tablas de distribución de las frecuencias absolutas, porcentuales y la construcción de los gráficos.
Resultados
El análisis de los resultados del diagnóstico del desarrollo de habilidades de interacción social de los educandos con discapacidad intelectual en la actividad física se llevó a cabo teniendo las valoraciones realizadas por cada uno de los integrantes de los grupos muestrales, a partir de las dimensiones e indicadores; para ello se utilizó la estadística descriptiva, apoyada en la confección de tablas y gráficos.
Se efectúo un análisis de los resultados obtenidos por cada integrante de los grupos muestrales y se llevó a cabo la triangulación metodológica a fuentes orales y visuales (análisis documental, entrevistas a docentes, observación a actividades complementarias y extradocentes), lo que permitió profundizar sobre los datos de los diferentes instrumentos para determinar el estado inicial de la variable, sus dimensiones e indicadores.
El indicador nivel en el empleo adecuado y provechoso del ocio y tiempo libre es valorado de poco adecuado, lo que deja ver que los docentes no siempre realizan actividades complementarias y extradocentes con la intencionalidad de favorecer las habilidades de interacción social desde la actividad física; evidenciado que no siempre los educandos con discapacidad intelectual interactúan con otras personas en las actividades físicas que se desarrollan. Además, no siempre participan en actividades físicas por temor a que puedan ser maltratados o puedan lesionarse; así como no siempre demuestran modos de actuación adecuados, teniendo en cuenta el lugar donde se desarrolla.
Se puede valorar que las acciones para contribuir al desarrollo de las habilidades de interacción social no se realizan con la integralidad necesaria, pues estas no se efectúan con carácter correctivo-compensatorio-desarrollador. Todo esto obedece a la organización, planificación y ejecución de las actividades físicas para estos educandos.
Los estudiantes con discapacidad intelectual no siempre demuestran conductas cívicas y de convivencias adecuadas, al no ser sistemáticos en saludar, despedirse, ayudar a otras personas, proteger y cuidar el Medio Ambiente, elementos a tener en cuenta cuando se realizan actividades físicas.
Al evaluar el indicador nivel de la adquisición de las habilidades necesarias para mantener conversaciones con otras personas, se valora de inadecuado: los educandos solo responden a preguntas que les realizan los adultos, aunque establecen conversaciones con sus amigos del aula y del barrio; en ocasiones no utilizan las expresiones de cortesía y buena educación; no siempre muestran estabilidad en hacer corresponde la expresión verbal con la no verbal. Lo anterior está dado porque los docentes no conocen las habilidades de interacción social que deben trabajar con sus educandos para lograr que estos interactúen con los demás en las actividades físicas que realizan.
Además, en los documentos normativos y metodológicos que se deben utilizar en las actividades físicas con los educandos no se priorizan actividades que favorezcan el desarrollo de habilidades sociales.
Al evaluar la dimensión dominio de los elementos cognitivos para el desarrollo de habilidades de interacción social de los estudiantes con discapacidad intelectual desde la actividad física, es valorada de poco adecuada (Tabla 1). Esto está dado por que los docentes no tienen en cuenta las posibilidades desde la preparación de las actividades, que se caracteriza por la preparación previa de las actividades y la autopreparación del docente; además, tiene un carácter individual y colectivo donde sintetizan las vías y los medios con los que se dará cumplimiento a los objetivos de dicha actividad y al desarrollo de las habilidades de interacción social y su relación con la actividad física como elemento potenciador de su desarrollo.
A continuación, se realiza la valoración de los indicadores correspondientes a la dimensión dos, procedimental (Tabla 2).
Al valorar el indicador "asume la gestualidad adecuada", lo ubican como poco adecuado; los escolares no siempre utilizan la motricidad del cuerpo o de alguna de sus partes, la organización espacial, temporal de los comunicantes y la comunicación visual.
El indicador "demostración durante la actividad de actitudes positivas relacionadas con la disciplina y la responsabilidad", es considerado poco adecuado; esto se revela en que en ocasiones se muestran inhibidos ante una actividad, al querer insertarlos en actividades se aíslan, no muestran comprensión de las responsabilidades.
En el indicador "demostración de actitudes adecuadas en su interacción social independiente", se consideró como poco adecuado, lo que se justifica que los escolares no siempre establecen relaciones de forma independiente, generalmente se apoyan en el maestro y los padres para ello.
El indicador "demostración de respeto y admiración por los adultos" es considerado adecuado; pero, aunque se ubica en esta categoría, aún hay insuficiencia por parte de los escolares, las cuales se basan fundamentalmente en las actividades que se realizan.
INDICADOR | ADECUADO % | POCO ADECUADO % | INADECUADO % |
---|---|---|---|
UNO | 83,3 | 16,6 | |
DOS | 33,3 | 50 | 16,6 |
TRES | 16,6 | 50 | 33,3 |
CUATRO | 83,3 | 16,6 |
Al resumir los resultados se detectaron regularidades, entre las que se encuentran: las actividades que se realizan no siempre ofrecen las posibilidades para que los educandos con discapacidad intelectual interactúen en los contextos donde se desarrollan, en la preparación y ejecución de las actividades es insuficiente el tratamiento a las habilidades de interacción social que ofrece el docente; además, la falta de correspondencia entre la expresión verbal con la no verbal es insuficiente en los educandos con discapacidad intelectual, lo que trae consigo que en las actividades físicas no siempre se aprecie una adecuada comunicación, lo que entorpece el desarrollo de habilidades de interacción social.
En los documentos normativos y metodológicos no aparecen actividades que se orienten hacia las habilidades de interacción social y su relación con la actividad física. Los educandos con discapacidad intelectual no siempre establecen relaciones de forma independiente y es insuficiente la modelación de actividades que realiza el docente en el aula para que después ellos extrapolen lo aprendido a situaciones que se les presente en los diferentes contextos donde interactúan, donde la actividad física juega un papel esencial.
Guerra, Acudovich (2014) plantean que es de gran valor para el trabajo que se debe realizar en las instituciones para educandos con discapacidad intelectual favorecer su desarrollo físico, de manera que contribuya a la organización, planificación y ejecución de los eventos deportivos que se realicen y desarrollen habilidades de interacción social al interactuar con los demás.
Discusión
La actividad física favorece las relaciones sociales a partir de las interacciones que se establecen durante su realización, siguiendo los criterios de Valdés et al. (2015), López (2021). Para la materialización de la cultura física se sugieren aplicaciones didácticas en los educandos con discapacidad intelectual que favorecen las habilidades de interacción social.
Actividades que se pueden realizar, donde se evidencia la relación entre habilidades de interacción social y la actividad física:
Elegir actividades físicas de acuerdo con el nivel de desarrollo individual y colectivo que sean asequibles y constituyan éxito en sus vidas.
Realizar actividades y/o tareas físicas según sus posibilidades.
Expresar de forma oral las tareas o acciones a realizar durante la actividad física, ya sea individual, grupal o utilizando niveles de ayuda para su realización.
Utilizar ayudas, recursos didácticos, variedad de medios para la realización de todas las actividades.
Realizar actividades físicas para que todos los educandos participen; se debe tener en cuenta las diferencias individuales de cada uno.
Impedir sentimientos de culpa ante un fracaso y hacerle saber el valor social y práctico que tiene su esfuerzo.
Utilizar la activación multisensorial como base de la comunicación.
Recurrir al juego como instrumento facilitador de la integración con la sociedad.
Para que el docente interactúe de forma exitosa con los educandos con discapacidad intelectual debe conocer los efectos de la actividad física en el tono muscular, la postura y movimientos correctos, así como el aseguramiento de condiciones previas como son la respiración y el estado físico general.
Las actividades físicas favorecen las habilidades de interacción social, a partir de crear situaciones que sean un reto para su forma de sentir, pensar y actuar; este proceso ofrece la posibilidad de que puedan descubrir las contradicciones entre lo que se dice, lo que se vivencia y lo que se ve en la práctica.
Según las investigadoras Valdés, Miranda, Fuentes (2021), "las habilidades de interacción social deben formarse y desarrollarse en el educando con discapacidad intelectual, en su sentido estratégico"; desde las primeras edades, de manera que se conviertan en herramientas para la compensación de las insuficiencias que estos presentan en su actividad cognoscitiva y, con ello, provoquen un mejoramiento progresivo de su funcionamiento, no solo en el orden intelectual sino en general.
Las habilidades de interacción social se adquieren mediante el aprendizaje, el contexto en que aprende y las vivencias acumuladas. Ningún niño nace sabiendo cómo relacionarse adecuadamente con sus iguales, es a lo largo del proceso de socialización natural en la familia, en la escuela y en la comunidad donde se van aprendiendo esas habilidades que le permiten interactuar efectiva y satisfactoriamente con los demás.
Las habilidades de interacción social tienen componentes verbales y no verbales, emocionales y afectivos (ansiedad y alegría), cognitivos (conocimiento, atribuciones sociales) y ofrecen la posibilidad al escolar con discapacidad intelectual de hacer, sentir, decir y pensar. Las habilidades de interacción social son respuestas específicas a situaciones específicas que se pueden presentar durante la realización de una actividad deportiva.
La efectividad de la conducta social depende del contexto concreto de interacción y de los parámetros de la situación específica. Una conducta interpersonal puede ser o no hábil en función de las personas que intervienen (edad, sexo, objetivo, intereses) y de la situación en que tiene lugar (clase, parque, iglesia, discoteca, hogar, etcétera).
Las normas sociales varían y están determinadas por factores situacionales y culturales. Las habilidades de interacción social se sitúan en diferentes contextos, la interacción se da siempre con otras personas (iguales o adultos), lo que significa que están implicadas más de una persona.
Según Gómez (2019), es necesario la elaboración de acciones metodológicas para favorecer la actividad física y educación física adaptada. Se consideran de gran valor para favorecer las habilidades de interacción social, entre las que se encuentran: las actividades deben seleccionarse de acuerdo al nivel de desarrollo del grupo y en relación con las características psicomotrices de la/del escolar; desarrollar las habilidades motrices básicas y las capacidades físicas, en correspondencia con sus posibilidades motrices; realizar demostraciones previas de lo que se pide hacer; iniciar la enseñanza partiendo de experiencias previas (vivencias, manipulativa, conceptual y de movimiento); brindar confianza para reforzar las formas de socialización; utilizar un lenguaje claro, sencillo. Para una buena transmisión de la información, el juego o la actividad lúdica tendrá que presentarse con pocas decisiones a tomar. Se tendrá que dejar un tiempo considerable para pensar la respuesta y será mejor que conlleve una sola decisión/respuesta a cada situación.
Las acciones propuestas permiten que las habilidades de interacción social se adquieren mediante la combinación del proceso de desarrollo y aprendizaje. A lo largo de la vida se va aprendiendo a ser de un modo determinado, de forma que las respuestas que emite un sujeto en una situación interpersonal dependen de lo que ha aprendido en sus interacciones anteriores en los diferentes contextos.
El desarrollo de habilidades de interacción social del escolar con discapacidad intelectual no debe ser un proceso de aprendizaje espontáneo, debe ser estimulado de manera formal, mediante actividades debidamente incorporadas. Se deduce que el uso oportuno de ellas solo es posible si el escolar se apropia de una cultura; mediante el aprendizaje logrará un mayor desarrollo de sus potencialidades para organizar y procesar información, independientemente de las limitaciones en el funcionamiento intelectual.
Es importante señalar que las habilidades de interacción social se aprenden y se desarrollan; y ellas, como toda dimensión del desarrollo humano, evolucionan a lo largo del tiempo. Es por esto que no es posible enseñarlas o desarrollarlas de una vez, sino que, al igual que las habilidades intelectuales, requieren de estimulación continua que les permita evolucionar a etapas de mayor desarrollo.
Los docentes en las actividades físicas nunca deben hacer grupos homogéneos, ni siquiera en casos en que medien procesos selectivos previos. Nunca se debe etiquetar o clasificar a los educandos en malos y buenos, los que aprenden y los que no, los que más avanzan y los que menos lo hacen, los que realizan la tarea más rápidos y los que más se demoran; por tanto, es necesario conocer las particularidades y necesidades de cada escolar con la finalidad de saber qué respuesta educativa vamos a ofrecer, qué necesita, para poder enseñarlo, educarlo, y desarrollarlo como él demanda.
Si la respuesta del docente es positiva, si desde el primer momento tiene la convicción de que todos pueden aprender, permanecer en el sistema educativo, desarrollarse y alcanzar éxito, si comprende su responsabilidad directa en el crecimiento personal de cada una de ellos y se decide a enfrentar el reto, entonces se garantizará un importante primer paso hacia la inclusión.
Mutaner (2020) plantea: "la escuela es el lugar donde los alumnos acuden a trabajar juntos para aprender, colaborando mutuamente y para disfrutar de las experiencias que se ofrecen, como si de una aventura productiva se tratara en la que todos pueden aprender"; por tanto, en la actividad física y su relación con las habilidades de interacción social debe existir igualdad de oportunidades, lo que tiene que ver con la respuesta a la diversidad, con la compensación de las desigualdades sociales, con la atención a las necesidades educativas especiales y con la conexión con los diferentes contextos donde se desarrolla el escolar, en la medida en que se requiere la puesta en práctica de los mismos principios para todos porque ser diferente es algo común.
Efectivamente, el énfasis fundamental debe realizarse para que el escolar asimile modos de actuación necesarios para apropiarse, de manera independiente, del conocimiento que después requerirá en su quehacer profesional y en su tránsito por la vida y que le sirva para establecer adecuadas relaciones sociales. Uno de los aspectos que requiere ser orientado en la educación del ser humano son las relaciones sociales, ya que en cada una de las cosas que hace hay un componente de relaciones con los demás, que determina, en gran medida, (facilita o entorpece) el desarrollo personal y la búsqueda de la felicidad.
Se puede establecer una relación entre las actividades físicas y las habilidades sociales, teniendo en cuenta que la ejercitación de la actividad física y los deportes contribuyen a la superación de factores emocionales, como el temor o la desconfianza. Todo ello ayuda a un mejor enfrentamiento a los conflictos de la vida cotidiana; fomenta la igualdad social y educativa en las actividades físicas; promueve, mediante las prácticas educativas, la inclusión de todos los educandos asegurando la atención individualizada y el respeto a la diversidad, a utilizar el movimiento como instrumento cognitivo para conocerse a sí mismo, para explorar y estructurar su entorno inmediato, estructurar variadas formas de comunicación interpersonal y desarrollar actitudes de respeto, reconocimiento y aceptación hacia las personas con determinada discapacidad.
Se considera que las actividades físicas y las habilidades de interacción social tienen un gran valor educativo por las posibilidades interactivas con el entorno y por las relaciones que favorecen las relaciones con los objetos, el medio, con otras personas y consigo mismo.
Las habilidades de interacción social se desarrollan en la actividad física del escolar con discapacidad intelectual al participar en actividades recreativas, culturales y deportivas donde sea protagonista. Además, contribuye a crear situaciones de aprendizaje con los miembros de la familia (abuelos, hermanos, padres, entre otros); a implantar espacios donde el escolar narre situaciones que se le han presentado en la escuela, comunidad o en otro contexto; a permitir que el escolar se comunique, de modo que utilice tanto la expresión verbal o extraverbal; a estimular cualquier avance que tenga en el desarrollo de las habilidades de interacción y actividades físicas y a crear grupos de juegos con otros niños de la comunidad, dándole una participación activa.
Según Camargo (2021): "el juego es la actividad por excelencia de la infancia. A través de él, los niños y niñas se relacionan con el mundo que les rodea y adquieren los conocimientos que les permitirán adaptarse a su entorno". Se puede decir que el juego es una preparación de la vida adulta; es por ello que es de gran valor en las actividades físicas aprovechar sus potencialidades para favorecer las interacciones entre los participantes, porque así se muestran los sentimientos, motivaciones, aprenden, exploran e interactúan con su medio.
Valdivia, Farias, Espoz (2020) plantean: "el juego es una actividad intrínsecamente motivadora, que facilita el acercamiento natural a la práctica de la actividad física"; esto favorece el desarrollo de los educandos con discapacidad intelectual para la vida adulta.
Se pueden realizar diferentes actividades o ejercicios físicos con los educandos con discapacidad intelectual que favorecen las habilidades de interacción social. No cabe duda que estos niños, en esos casos, son más felices, sanos y rinden más en el proceso de enseñanza-aprendizaje al aprender a seguir reglas y crear hábitos; perfeccionar las habilidades de interacción social en las relaciones que establecen, lo cual permite la socialización; al desviarse del sedentarismo al reducir el tiempo frente a la televisión, tabletas o celulares. Ello, además, posibilita un mejor crecimiento de los huesos y músculos del cuerpo, duermen mejor, perfeccionan las habilidades de la motricidad fina y gruesa, mejora la autoestima; todo porque el ejercicio eleva la percepción de sí mismo, hace que te valores más, incrementa la armonía familiar mediante la diversión, se comparten experiencias y los ayuda a una vida saludable.
Después de haber realizado el análisis anterior de las posibilidades de la actividad física en los educandos con discapacidad intelectual, se pudo concluir que su desarrollo psíquico está determinado por la apropiación de las distintas formas de la experiencia social en diferentes momentos del desarrollo, que comienza al principio en la familia y más tarde en la escuela y sociedad. Por lo tanto, la actividad física es un verdadero proceso de interacción entre el docente-escolar, escolar-escolar y escolar-grupo, escolar-familia, escolar-comunidad. Esta relación facilita la comprensión de la necesidad de comunicarse, si se tiene en cuenta su realidad sociocultural.
Siendo consecuente con los criterios de Monjas (1993), existe una relación con las habilidades de interacción social en la infancia y la vida adulta; es por ello que es necesario abordar las habilidades básicas en los educandos con discapacidad intelectual y que se pueden trabajar durante la actividad física: actitudinales (sonreír y reír, saludar, presentaciones, favores, cortesía y amabilidad); para hacer amigos (reforzar a los otros, unirse al juego, prestar ayuda, cooperar y compartir); conversacionales (iniciar, mantener, terminar, unirse a la conversación de otros, conversación de grupos); relacionadas con los sentimientos, emociones y opiniones (autoafirmación positiva, expresar emociones, recibir emociones, defender los propios derechos y opiniones); relación con los adultos (cortesía con el adulto, conversar con el adulto, peticiones al adulto).
Según los criterios de Guerra (2018), lograr un aprendizaje de las habilidades de interacción social para cualquier ser humano es fácil; sin embargo, el educando con discapacidad intelectual dada la lenificación en los procesos cognoscitivos y en su funcionamiento intelectual requiere de recursos, apoyos y ayudas para lograr sus aprendizajes y se considera que la actividad física es un momento propicio para lograrlo.
La estimulación de las habilidades para la interacción social y la actividad física perfecciona los usos idiomáticos de los educandos, permite mejorar su sistema de relaciones sociales y, con ello, impulsa favorablemente el desarrollo socioafectivo del niño y la formación integral de su personalidad. De mismo modo, desarrolla actitudes de respeto, igualdad de oportunidades para todos según sus posibilidades, el aumento del desarrollo motriz y en especial el lenguaje, potencia las áreas neuromuscular y sensorial; a través del juego se crea una atmósfera sana, alegre y dinámica.
Los movimientos que los educandos ejecutan durante las actividades físicas sirven de base a las asignaturas del currículo, además de contribuir a la formación de hábitos y habilidades. La actividad física aporta a la organización del régimen higiénico de la actividad de estudio, del trabajo, del estilo de vida.