Introducción
La Educación Superior contemporánea tiene el encargo de graduar profesionales competentes de alta calidad, capaces de cumplir con las exigencias del modelo del especialista demandado por la sociedad. Dicha responsabilidad le fue reconocida en el área temática segunda del Plan de Trabajo de Cultura para América Latina y el Caribe de la UNESCO (2016-2021), cuando se refiere a que la formación "es clave para lograr el desarrollo de políticas y medidas culturales, así como su aplicación efectiva, para conseguir los objetivos de desarrollo sostenible" (2016, p. 53).
De igual manera, en la meta 4.7 de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible se plantea garantizar en el alumnado: "… la valoración de la diversidad cultural y de la contribución de la cultura al desarrollo sostenible…" (UNESCO, 2021, p. 14).
A la par, la Universidad cubana tiene como fin supremo una formación integral y humanista, teniendo el reto constante de asumir concepciones pedagógicas y programas de estudio que redunden en un sujeto promotor de cambios sociales. Tal es el caso de la carrera Licenciatura en Gestión Sociocultural para el Desarrollo (en adelante GSPD), un programa de formación de pregrado resultante del perfeccionamiento de la Licenciatura en Estudios Socioculturales. Dicha carrera está encaminada a preparar un universitario capaz de entender y actuar sobre los aspectos socioculturales presentes en los proyectos, acciones y procesos dirigidos al desarrollo social.
Este graduado, según su Modelo del Profesional, debe incidir directamente en la espiritualidad, la identidad cultural y la capacidad de participación de la población en el desarrollo social.
De ahí que sea, por lo tanto, prioritario fomentar en estos educandos el pensamiento crítico visto como la capacidad intelectual que les permita entender y crear símbolos y significados para estimular la vivencia de emociones sociales trascendentes. Esto se debe a que la gestión sociocultural es un campo interdisciplinario que se basa en una variedad de fuentes, que incluyen historia, filosofía, sociología, arte, antropología y ciencias políticas. Como resultado, los alumnos deben poder pensar críticamente sobre una amplia gama de información desde diferentes perspectivas. Para ello, la enseñanza debe generar aprendizajes específicos que conduzcan al desarrollo, "al conducir a las personas más allá de los niveles alcanzados en un momento determinado de su vida y propicia la realización de aprendizajes que superan las metas ya logradas" (Vidal Pla López et al., 2012, p. 28).
Es justo en el "proceso intelectual que busca hacer sentido de la información para lograr una comprensión significativa" (Facione, 2007, p. 20) en este profesional, que la estética juega un rol fundamental, al aportar una comprensión sensible de la realidad y de la construcción de la espiritualidad, a partir de la integración de las influencias educativas que tienen lugar en los contextos donde se forma y debe actuar en la solución de problemas profesionales.
Por ello, se tomó como premisa que la formación estética le es esencial al gestor sociocultural, por su carácter selectivo de percepción, apropiación, interpretación, enjuiciamiento y valoración de los símbolos, significados y comportamientos humanos, y proporcionaría herramientas para comprender y dinamizar la cultura, viéndola como un recurso para el cambio social en sí misma.
En ese proceso, se adquieren y se desarrollan habilidades al entrenar al estudiante en evaluar información, identificar sesgos y formar sus propias opiniones, tomar decisiones y comunicarse de manera efectiva mientras resuelven problemas profesionales asociados a realidades sensibles y al arte.
El presente artículo tiene como objetivo argumentar, a través de un estudio teórico exploratorio, la formación estética y su incidencia en el desarrollo de habilidades del pensamiento crítico en los estudiantes universitarios de la Licenciatura en GSPD.
La metodología investigativa tuvo un enfoque cualitativo. El método elegido para obtener la información fue la revisión documental (Hernández et al., 2016) sobre la temática en los documentos rectores de la Licenciatura en GSPD, y en 23 artículos de revistas científicas y tesis de maestría y doctorado sobre formación estética, e igual cantidad sobre habilidades del pensamiento crítico, pertenecientes a los últimos 15 años en buscadores y repositorios académicos. Se utilizó como criterio para determinar el tamaño de la muestra la reiteración en cuanto a saturación de la información. La data obtenida fue procesada con el software ATLAS.ti como una herramienta de uso tecnológico en la organización, el análisis y la interpretación cualitativa.
Igualmente, los procedimientos de análisis-síntesis-abstracción-generalización permitieron la descomposición de la premisa en sus diversas partes y cualidades, estableciendo mentalmente la unión entre las partes previamente analizadas. Esto posibilitó descubrir las características generales y los nexos esenciales, con vistas a poder hacer generalizaciones útiles al cumplimiento del objetivo propuesto.
Desarrollo
Los resultados de la exploración teórica, construidos a partir del uso del software ATLAS.ti, arrojaron lo siguiente.
El modelo y los modos de actuación del licenciado en Gestión Sociocultural para el Desarrollo
La Licenciatura en Gestión Sociocultural para el Desarrollo se presenta como un rediseño curricular importante de la Licenciatura en Estudios Socioculturales. En el Plan de estudio E se modificaron los contenidos y algunas de las asignaturas, y se presentó una visión más pertinente del profesional, a tono con la necesidad social de centrarse "en los procesos de gestión sociocultural dirigidos a potenciar el desarrollo humano individual y colectivo a través de diversas estrategias, proyectos y acciones de carácter preferentemente local-comunitario, vinculadas a los programas de desarrollo social" (Rodríguez et al., 2023, p. 318).
Es una carrera que tiene una base multidisciplinar, teniendo en su centro de atención la transformación cultural en el sentido más amplio. Consecuentemente, le proporciona al graduado herramientas para la comprensión, apropiación y dinamización de la cultura y la praxis sociocultural, tal como se declara en sus modos de actuación.
En los documentos también se manifiesta que este profesional incide directamente en el enriquecimiento espiritual, en el fortalecimiento de la identidad cultural y sentido de pertenencia, en la calidad de la vida colectiva y la capacidad de participación de la población en el desarrollo social.
Por ello, la formación estética le es esencial por su carácter selectivo de percepción, apropiación, interpretación, enjuiciamiento y valoración de los símbolos, significados y comportamientos humanos, y le es necesario para comprender y dinamizar la cultura, viéndola como un recurso para el cambio social en sí misma.
Este criterio es respaldado en Baby (2017, p. 55), quien la concibe como una de "las acciones y operaciones que pueden integrarse, subordinarse y sistematizarse en la práctica profesional del estudiante de la carrera", para impulsar la promoción sociocultural y estimular la relación entre la población y la cultura; y en Puebla y Villarreal (2018, p. 197), siendo para ellos la formación estética uno de los "elementos significativos, caracterizadores de la perspectiva sociocultural", imprescindible en la construcción de la sensibilidad esencial a esta profesión.
Las teorías sobre la formación estética
La información obtenida reveló que, para comprender el proceso de formación estética de profesionales, es necesario asignar cualidades aprendibles a la estética como "conocimiento que se adquiere por los sentidos, la forma agradable en la que se presenta el saber en su más amplio sentido, ya sea abstracto, teórico, o pragmático, cotidiano" (Fernández, 2019, p. 55).
Es por ello que el componente esencialmente social de la estética lleva implícito la indiscutible posibilidad de tener un contenido intencionalmente concebido, como expresión de su educabilidad. Ello, sin duda alguna, tiene una implicación en la concepción de asumir la formación estética con el desarrollo de habilidades del pensamiento crítico.
Para Estévez (2017), la formación estética es un "sistema de acciones docente-educativas que se ejerce sobre la personalidad con la finalidad de formar su cultura general integral y la capacidad de valorar y crear por las leyes de la belleza en todas las esferas de la vida material y espiritual de la sociedad" (p. 13).
Pero es mucho más que eso, pues en los ámbitos informales también ocurre un "intercambio de impresiones; recepciona posturas y modelos, y es susceptible a influencias espontáneas, locales, arbitrarias, inconscientes e intuitivas que, de modo muchas veces determinante, modelan gustos y preferencias" (Sánchez, 2010, p. 132).
Los argumentos anteriores permiten coincidir con Fernández en que el objetivo de la formación estética ha dejado de ser "solo conocer el objeto en sí mismo, en su contexto, sino ser capaz de identificar la realidad estética que le da sentido y que, a su vez, le posibilita nuevas interpretaciones" (2019, p. 57).
Ya sea a través del consumo informal (en la familia, o el consumo cultural individual), o formal (en la escuela, o en instituciones culturales), la formación estética está favoreciendo el establecimiento de relaciones relevantes, valores e influencias educativas sobre el sujeto e incidiendo en el desarrollo de su personalidad durante toda la vida.
Asumiendo entonces esta visión sobre formación estética, podemos decir que como proceso tiene un carácter más amplio y abarca aspectos como la formación ética y ciudadana, el desarrollo personal y social, así como la adquisición de valores y actitudes que permiten a la persona desenvolverse en sociedad.
Lo anterior se sustenta en que las investigaciones consultadas se encuentran focalizadas en cinco áreas de estudio fundamentales:
Como transmisión cultural: se aprecia una tendencia a favorecer la formación estética como forma de transmisión cultural, de valores y tradiciones culturales de una generación a la siguiente.
Como desarrollo personal: se enfatiza en el rol de la formación estética para ayudar a las personas a desarrollar su creatividad, imaginación e inteligencia emocional.
Como promotora del cambio social: esta línea tiene mucho que ver con las críticas a la industria cultural, la cultura de masas, la cultura del consumo y el papel activo del sujeto frente a su consumo cultural y agente de trasformación activo.
Como una forma de educación ambiental: se presenta la formación estética como un medio para ayudar a las personas a desarrollar sentido de asombro y aprecio por el mundo natural.
Como educación para la paz: se resaltan sus aportes a la promoción de la paz y el entendimiento entre diferentes culturas.
Sin importar el área focal que se elija, todas coinciden en que, en la formación estética, la triada formación-instrucción-enseñanza debe enfocarse en fomentar un entorno propicio para el aprendizaje significativo. Ello le permitiría al gestor sociocultural en formación apropiarse de habilidades esenciales de pensamiento crítico y sensible, centrándose en el desarrollo de la conciencia y apreciación estética, mientras el docente analiza las formas en que los estudiantes experimentan y responden a la belleza, el arte y otras formas de experiencia estética en una variedad de entornos controlados, incluidos los audiovisuales, plataformas interactivas, museos e instituciones culturales.
Teorías sobre las habilidades del pensamiento crítico
Según López (2012), el pensamiento crítico se basa en la capacidad para analizar información, evaluar su importancia, identificar patrones y relaciones, y hacer juicios. Esta teoría se enfoca en el papel del individuo en el desarrollo del pensamiento crítico, poniendo énfasis en la enseñanza de habilidades específicas para analizar y evaluar información.
Así mismo, Facione (2007) sostiene que el pensamiento crítico involucra un "proceso intelectual que busca hacer sentido de la información para lograr una comprensión significativa" (p. 20).
Fundamentalmente, otros autores consultados como Paul y Elder (2003) coinciden en que el pensamiento crítico es esencial para el éxito en la escuela, el trabajo y la vida. Los pensadores críticos pueden identificar y evaluar evidencia, considerar diferentes perspectivas, detectar inconsistencias y errores comunes en el razonamiento, formar argumentos y tomar decisiones acertadas que lleven a la solución creativa de problemas, saber comunicar sus ideas y evaluar su propio desempeño.
Según Chavez (2019), en la Pedagogía contemporánea se encuentran mayoritariamente dos vertientes teóricas: las teorías cognitivas y las filosóficas.
Son representantes principales de la primera vertiente: Ausubel, Piaget, Bruner, Vygotsky; en ella se enfatizan los procesos cognitivos e intelectivos que internamente desarrolla el estudiante, adquiriendo una serie de capacidades, habilidades y destrezas, a fin de tener resultados de aprendizaje exitosos.
En la segunda se encuentran varios exponentes que parten de entender cuáles son las categorías y conceptos que debe manejar un pensador crítico (Bloom, Engels, García, Miranda, Emnis, Fisher, Bowel y Kemp). Seguidamente, se decantan por desarrollar las actitudes frente a la interpretación de la información al encontrar soluciones razonables a los problemas, Paul y Elder (2002) y Facione (2003). Por último, se dedican al estudio de la autorregulación y a cómo funcionan los propios procesos mentales, investigadores como Rumelhart y Barttlet (Chavez, 2019).
Los autores mencionados agrupan una serie de habilidades de pensamiento crítico de acuerdo con momentos y funciones: así encontramos habilidades exploratorias (observar y describir, comparar, buscar, reunir y organizar datos), clasificatorias (resumir, clasificar, codificar, juzgar, estimar, valorar) y resolutorias (imaginar, formular hipótesis, interpretar, tomar decisiones).
Todas son esenciales para lograr un profesional competente a tono con los modos de actuación profesional que se demandan del futuro egresado en GSPD.
La formación estética y su impacto para el desarrollo de habilidades del pensamiento crítico en los estudiantes universitarios de GSPD
La relación entre pensamiento crítico y educación estética es dialéctica pues, esta última, vista como la habilidad para apreciar, interpretar y analizar obras de arte y expresiones culturales, puede ayudar a los estudiantes a entender mejor el mundo y desarrollar habilidades para el pensamiento crítico; esta es una idea que encontramos en Fernández-Caballero et al. (2006). De forma que, según Fernández (2019) "resulta esencial si tratamos de educar personas críticas, capaces de innovar, modificar y (re)crear las realidades sociales, así como controlar su propio proceso de construcción y adaptación de la identidad personal" (p. 20).
Esa visión es reforzada en el modelo anglosajón de enseñanza estética, más enfocado en el desarrollo de competencias y habilidades estéticas asociadas al pensamiento crítico, desarrollo de la creatividad, así como a los juicios y actitudes y consumo estéticos, basados en las teorías de la filosofía analítica y la expresión individual, que le permite el diálogo con otras ciencias como la psicología y las neurociencias. Este patrón está más encaminado a los fines prácticos, a la autonomía, la innovación y el aprendizaje por medio de la experimentación.
Igualmente, la encontramos en el modelo hispanoamericano, pues pese a que está más orientado hacia la transmisión de valores culturales, también fomenta la formación de la sensibilidad para apreciar el arte en su contexto histórico y social. Esta práctica pedagógica más cercana a la escuela cubana, busca rescatar y preservar las tradiciones y el patrimonio cultural de cada país, fomentando el sentido de pertenencia e identidad nacional. También está direccionado hacia los espacios formales y enfatiza en los contenidos del proceso de enseñanza-aprendizaje y en la educación artística como medio para alcanzar una formación estética más escolarizada.
Existen disímiles maneras en que las experiencias estéticas pueden promover las habilidades de pensamiento crítico: pueden ayudar a los estudiantes a desarrollar su capacidad de observar y describir, llevándolos a prestar atención a los detalles y a comunicar lo que ven de manera clara y concisa, haciéndolos recopilar información y presentar sus ideas; igualmente, logran desarrollar la imaginación, al ver el mundo desde una perspectiva diferente; y permiten a los estudiantes comprender las perspectivas de los demás y tomar decisiones justas, empáticas y efectivas.
La sistematización realizada a través del estudio teórico exploratorio posibilitó entender que la formación estética se ocupa del proceso de desarrollo de la sensibilidad en la apreciación y en la creación de arte, cultura y realidad, en ambientes formales e informales, concibiéndose para la asimilación y trasformación multifacética del mundo y del sujeto que la recibe.
Los autores consultados constituyen referentes en cada una de las temáticas abordadas y se integran para formar una teoría coherente sobre pensamiento crítico y formación estética en la carrera de Licenciatura en GSPD.
El estudio expone la importancia de la temática en las habilidades de percepción, apropiación, interpretación, enjuiciamiento y valoración de los símbolos, significados y comportamientos humanos, siendo estas determinantes como habilidades profesionales que garantizan el cumplimiento del encargo social del gestor sociocultural, a la par del crecimiento personal. Esto ayudará, en gran medida, a que los egresados sean competentes en sus modos de actuación profesional y a que evidencien valores culturales y sensibilidad, de tal manera que les permitan actuar sobre el objeto de trabajo de su profesión de forma creadora.
Asimismo, se destaca que, sin importar el modelo que se asuma, o si se prefiere un enfoque mixto (la mejor opción a criterio de las autoras), en el caso de la formación estética universitaria, los estudiantes deben ser capaces de pensar críticamente. Deben poder analizar los elementos sensibles del arte y de la realidad, identificar la intención del artista e interpretar el significado de la obra.
Es claro que el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico ayuda a los estudiantes a desarrollar su sentido estético, les auxilia a articular sus propias preferencias personales, y a comprender las preferencias de los demás sobre el arte y otras experiencias estéticas, desarrollar su creatividad e imaginación, mejorar sus habilidades de comunicación, aprender a trabajar de forma independiente y colaborativa, así como desarrollar un sentido de autoconfianza y autoeficacia. Además, fomenta en el alumnado juicios informados sobre el valor estético del arte y otros productos, en el escenario cultural extremadamente complejo de la globalización de la industria cultural actual.
Conclusiones
Los resultados obtenidos del estudio teórico exploratorio les permiten a las autoras aseverar que, en materia de formación profesional, lo anteriormente argumentado incide directamente en graduados competentes, pero también los ayuda a convertirse en ciudadanos más comprometidos y reflexivos, a comprender el mundo que les rodea, a ser empáticos y a dar sentido a las diferentes formas en que se construye, asume y trasforma la realidad sociocultural.
La integración consciente, planificada y sistémica de la formación estética para el desarrollo de habilidades del pensamiento crítico en los estudiantes universitarios de la Licenciatura en GSPD les permitirá establecer relaciones sensibles con el contexto social, el arte y la comunidad, logrando soluciones estéticas a problemas profesionales.