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Revista Novedades en Población

versión On-line ISSN 1817-4078

Rev Nov Pob vol.12 no.23 La Habana ene.-jun. 2016

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Disminución de la migración laboral mexicana y centroamericana a Estados Unidos en el marco de la crisis

 

Decreased Mexican and Central American labor migration to the United States in the context of the crisis

 

 

José Luis Hernández Suárez[1]

Universidad Autónoma de Zacatecas, México

 

 

Recibido: 7 de septiembre de 2015
Aprobado: 22 de diciembre de  2016

 

 


RESUMEN

Este artículo se propone analizar la migración de trabajadores mexicanos y centroamericanos hacia Estados Unidos, con base en la teoría del imperialismo y del subdesarrollo, principalmente por lo que concierne a los excedentes absolutos de trabajadores dada la crónica incapacidad de la economía capitalista del polo subdesarrollado para absorberlos, así como el agotamiento previsible en el centro del sistema, para darle cabida a una parte de ellos a través de la migración internacional, porque la ley de población del capital que éste instala, habiéndose desdoblado históricamente de forma diferente y complementaria en ambos polos, hace de la movilidad laboral internacional un fenómeno en descenso necesario. La propuesta es que los cambios de la gestión estatal de la migración a través de políticas específicas pueden entenderse en el marco estructural general instaurado por los cambios operados en el modo de producción, las luchas entre la clase dominante y el movimiento social que la resiste.
Palabras clave: migración internacional, crisis, gestión estatal, derechos humanos


ABSTRACT

This article analyzes the migration of Mexican and Central American workers to the United States, based on the theory of imperialism and underdevelopment, especially as regards the absolute surplus workers given the chronic inability of the underdeveloped capitalist economy to absorb, and the expected depletion of the system, to make room for some of them through international migration, because the law of population of capital installed it makes international labor mobility needed a phenomenon in decline. The proposal is that the changes of state migration management through specific policies can be understood in the general structural framework established by the changes in the mode of production, the struggle between the ruling class and social movement that resists.
Keywords: international migration, crisis, state management, human rights


 

 

INTRODUCCIÓN

Procesos subyacentes de una migración que tiende a bajar

La crisis que estalló en el 2008 en Estados Unidos, cuyos síntomas se venían manifestando desde el año 2006, y que no acaba de terminar, vino a hacer evidentes las contradicciones estructurales de la economía norteamericana que, entre otras repercusiones, habrían de sentirse en una caída drástica de la producción industrial y un aumento, también dramático, del desempleo, el cual llegó a ubicarse en alrededor de los diez puntos porcentuales a finales de 2009 y principios de 2010 (Villagómez, 2011: 48, 124 y 125).

Como resultado, hacia el 2012 se estimó que la migración mexicana a Estados Unidos prácticamente cayó a cero (Passel, et al, 2012), luego de que había mantenido niveles realmente elevados:

Datos recientes del BBVA Research indican que 51,1% de los migrantes que vivían en Estados Unidos en 2013 llegaron a partir de 1996 en adelante, mientras que el 24,1% habían llegado en la década anterior (1986 a 1995), y el 24,1% restante llegó antes de 1986 (Li Ng y Ramírez, 2014). Passel y Cohn (2011) estimaron que un promedio anual de 500 mil mexicanos no autoriza­dos llegaron a Estados Unidos durante el primer lustro del siglo XXI y que el flujo disminuyó marcadamente entre 2007 y 2009. Por lo tanto, se estima que el número total de mexicanos radicados en Estados Unidos decreció a partir de 2009 o 2010 y que ahora fluctúa en torno a los 12 millones sin recuperar todavía su máximo anterior. (Lavine, 2015: 11)

Por su parte, la migración centroamericana se transformó en una crisis humanitaria, sobre todo por los niños migrantes no acompañados (50.000 en 2014), la ola de muerte y violencia contra ellos, mujeres y hombres que buscaban un mejor futuro en la potencia del norte. Esto conllevó mayores controles migratorios, tanto en la frontera sur de Estados Unidos como a lo largo de todo el territorio mexicano, para contener la migración centroamericana. El quiebre de la migración tiene que ver con cambios en la estructura económica de Estados Unidos, sin que haya implicado una modificación de las condiciones de expulsión. Por ejemplo, Sorrentino (2015) comenta que:

De los aproximadamente 400.000 migrantes centroamericanos que ingresan a México cada año, la abrumadora mayoría planea llegar a EEUU. En alto porcentaje provienen de los países del Triángulo del Norte –Guatemala, Honduras y El Salvador–, que están entre los más pobres y violentos del mundo (…) Gran parte de esta violencia proviene de las pandillas Mara 18 y Mara Salvatrucha (MS-13).

En mi opinión, el constructo más consistente dentro de la teoría de la acumulación para entender los cambios en el fenómeno descrito, fue formulada por Víctor Figueroa, de forma más precisa en un artículo publicado recientemente (Figueroa, 2009), a través del estudio de la ley de población del capital, gracias a una construcción más amplia sobre las causas del subdesarrollo lograda tras el trabajo de muchos años (Figueroa, 1986; 2014). La clave analítica central es la relación de capital, el modo de producción por el que opera. El autor señala que bajo el impulso de su propia lógica, el capital tiende a generar excedentes laborales que no puede absorber, ni siquiera en fases de expansión, y debido a que históricamente en un grupo de países la relación de capital no se desarrolló de la forma en que lo hizo en los países centrales, mediante la separación del trabajo general (científico aplicado a la producción) y del trabajo inmediato (manual, operario), permaneciendo en el subdesarrollo de dicha relación, la acumulación en ellos transcurre sobre la base de los productos del trabajo científico elaborados en el centro, lo cual se expresa en transferencias unilaterales de valor para su adquisición y por lo tanto de capacidad de inversión. Además, esto a su vez sobre aumenta la capacidad de empleo en los países centrales y la disminuye aún más en los subdesarrollados, lo cual explica por qué, no obstante ser más alta la composición de capital en los primeros, ahí la repulsa de trabajo vivo es menor que en los segundos y el costo de la fuerza de trabajo es mayor, por existir también más intensidad del trabajo y porque existe una mejor posición de negociación de los obreros.

Una expresión histórica de esta lógica es la dificultad del centro para crear un ejército de reserva, rasgo fundamental para la determinación de más altos salarios en ese tipo de países, dada la mejor posición de la clase obrera para negociar su cuantía. La inmigración ayuda a conformar las reservas laborales, en exceso abundantes en el polo subdesarrollado, una parte de forma absoluta, es decir, totalmente innecesarios para las necesidades de la acumulación local. De tener una condición de sobrante absoluto en el subdesarrollo, esta fuerza laboral cobra un carácter activo o relativo en el centro. De esta manera, la ley de población formulada por Marx (1867/1959: 534) funciona tal cual él la planteó, pero en escala global, como de alcance planetario es el modo de producción capitalista. Sin embargo, la lógica interna del capital develada por Marx que le hizo prever la generación de una sobrepoblación consolidada, tendría que manifestarse en algún momento histórico a nivel de los países desarrollados.

Si se analiza la economía de Estados Unidos o de la Unión Europea, es indudable que esto último está sucediendo. El rol de los inmigrantes como abastecedores del ejército de reserva parece agotarse irreversiblemente. Las tasas de desempleo, el empleo flexible, la precarización del empleo, los conflictos sociales, la presión política de los excluidos por la provisión de servicios públicos (educación, salud, vivienda, alimentación, etcétera) y las fugas de valor unilaterales por concepto de remesas, tienden a tornar indeseable la inmigración, de ahí el cierre literal de las fronteras o la selectividad de los flujos.

En el marco de la globalización neoliberal, el modo de producción del capital en el subdesarrollo transcurre de formas tales que la absorción de excedentes laborales es aún más débil cual si lo hiciera de forma normal, y en los países desarrollados la inmigración se va volviendo disfuncional pero las diferencias salariales y las tasas de empleo aún son significativas. Por lo tanto, es lógico pensar que prevalecerán las presiones para migrar y esperar la exacerbación de los conflictos sociales por la sobrevivencia y condiciones de vida dignas, frente a oligarquías que no están dispuestas a ceder en la distribución del plusvalor y que se encuentran, asimismo, afianzadas por el poder imperial.

 

DESARROLLO

En un país como México, que por su geografía inevitable se convierte en lugar de tránsito para los migrantes provenientes de otras regiones, especialmente de Centroamérica, los problemas sociales derivados tal vez sean superiores a la capacidad y voluntad de gestionarlos a través de políticas públicas, programas y leyes (favorables a los migrantes), porque las presiones para migrar no cesan, tanto en este país como en esas otras regiones, mientras las diferencias salariales y las tasas de empleo sean significativas para los migrantes, como seguramente lo serán por buen tiempo. Como efecto, el infierno de los migrantes en esta tierra no puede menos que crecer. Nuestra época parece cobrar dimensiones apocalípticas, pero surgidas en las relaciones sociales, como lo caracterizaron Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista (1848/1932: 63 y 64), cuando hablaban de una incesante conmoción en la sociedad burguesa, que forzaba a los hombres a considerar sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas.

Toda esa conmoción resultante no debe verse meramente como un reflejo de la lógica interna del capital, como una determinación unidireccional por dicha lógica. En realidad, entran en juego muchas variables, pero tal vez sí sea válido hablar del condicionamiento de esa conmoción por el modo de producción, por la lógica inmanente del capital y las formas de dominación impersonal que implanta.

Este panorama no puede menos que ser pesimista, o mejor dicho, negativo, con respecto a las condiciones sociales adversas para la mayoría de los trabajadores, y para los migrantes en particular, más aún para los que transitan por México provenientes de otras regiones. Planteado gráficamente, la parte subdesarrollada de esta región se encuentra en una condición similar a una olla de presión a la que se le estrecharon los orificios de salida hasta casi cerrarlos, y si las condiciones que generan esa presión prevalecen, la olla sólo puede estallar, aunque no se puede saber el resultado. Pero eso habla de la necesidad de cuestionar las dichas condiciones.

Dificultades de gestión

Indiscutiblemente, la multifacética problemática social generada en torno a y por la migración de trabajadores mexicanos y centroamericanos hacia Estados Unidos, e inseparable de la inmigración en ese país, devela la existencia de un problema de agenciación o gestión (agency o management), porque en tanto están implicados todos los países de una región, y no hay acuerdo sobre qué y cómo debe hacerse, la cuestión central de quién lo va a hacer y si existe quien lo haga, no aparece en el horizonte. En relación con este multidimensional fenómeno, socialmente estamos pasivamente afectados en un grado superior a nuestra capacidad colectiva para actuar sobre el mismo, exactamente como observa Offe (2015: 1-31) en la actual crisis de la Unión Europea.

El asunto parece dirigir irremediablemente hacia la vieja cuestión de la teoría social relativa a cómo interactúan mercado y Estado, y a considerar las contradicciones de la democracia burguesa, entendida como gobierno democrático más dominio del capital, donde existe un gobierno representativo elegido por un electorado consistente en la totalidad de la población adulta -cuyos votos valen lo mismo y pueden dirigirse hacia cualquier opción-, pero en el marco de un Estado con carácter de clase burguesa cuyo poder opera para la promoción de las relaciones de producción capitalistas (Therborn, 1980). Necesariamente, aparece en escena la cuestión de los límites de la compatibilidad entre la democracia (representativa) de las masas, y la libertad burguesa basada en la propiedad privada de los medios de producción y el trabajo asalariado "libre" (Offe, 1982), y junto a ello, y por el mismo desarrollo del capital, el tema de la configuración de las relaciones imperialistas y los escollos que plantean a la gestión o agenciación de la migración internacional. En tanto, se implica el problema de la expansividad y transterritorialidad del capital frente a la territorialidad del Estado (Vilas, 2000), acotada en uno polo del sistema imperialista, pero no necesariamente en el otro. De ahí que, ante los límites históricos exhibidos por la democracia burguesa y el Estado capitalista, la acción política de grupos y movimientos sociales ya no está dirigida a buscar el uso del poder estatal sino a salvarse de él y de la política pública emanada del mismo.

¿Cómo agenciar la migración internacional en la región comprendida por Centro y Norteamérica? ¿Quién lo debe hacer? Esto plantea una de las más difíciles cuestiones dentro de la teoría marxista, acerca de las relaciones entre estructura y sujeto; y dentro de la teoría social más general, acerca de si pueden los hombres configurar la sociedad para su mejora, la gran pregunta de la teoría social (Callinicos, 2007: 4). En el caso que nos ocupa no parece haber salidas.

Claudio Katz (2011; 50, 53, 88 y 117), por su parte, sostiene que la supremacía militar estadounidense, rasgo distintivo del imperialismo contemporáneo, funciona como garantía de la reproducción capitalista –preferimos decir acumulación capitalista– a través de la protección que brinda, y para eso cuenta con el visto bueno de todas las clases dominantes por su respaldo, en última instancia, frente a la insurgencia popular o la inestabilidad política. Esto se refuerza, a su vez, con el ensamble de intereses nacionales y mundiales por medio de las estructuras económicas, geopolíticas y financieras. Estados Unidos refuerza sus relaciones con las clases dominantes de los países emergentes, enriquecidas con las privatizaciones neoliberales que tienen a sus pares estadounidenses como modelo de enriquecimiento y consumo, desactivando cualquier intención antiimperialista y auspiciando las alianzas con sus padrinos estadounidenses norteamericanos. La presión político militar, y agregaríamos la económica, ideológica y cultural es utilizada por la potencia imperial para acotar el margen de independencia de los países o coaliciones con tendencia antiimperialista, o sólo por ser de centroizquierda, como los integrantes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, o los del Mercado Común del Sur.

En la misma idea, Borón (2013: 107 y 108) recuerda que "los gobiernos de Centroamérica y el Caribe son extremadamente vulnerables ante el chantaje norteamericano –insinuado o ejercido permanentemente– en relación con el tema de los migrantes, las remesas y el acceso al mercado estadounidense." Hay que tener en cuenta que en estos países las remesas realmente son un recurso de gran importancia, pues "según el Banco Mundial, en 2013 las remesas enviadas hacia Centroamérica, sumaron 15.000 mdd, 8% más que las recibidas en 2012. Como porcentaje del PIB, en El Salvador y Honduras representan 17%. En Guatemala y Nicaragua también significan un aporte prominente a la economía sumando 10% del PIB. En Costa Rica y Panamá su peso no es significativo, ya que solo representan más de 2% del PIB." (Hernández, 2015: 25 y 26).

Cambios en las tendencias de la migración mexicana y centroamericana

Jorge Durand y Douglas Massey (2004) señalaron que el patrón migratorio en México se modifica aproximadamente cada veinte años debido a los cambios en la política migratoria estadounidense. Podría decirse, pero no es la terminología de los autores, que esos cambios se deben a las transformaciones de la propia economía norteña como resultado de las modificaciones del patrón de acumulación. Como quiera que sea, es de resaltar que Durand y Massey concentran la causalidad en el país de destino, dando por hecho la existencia de una sobrepoblación dispuesta en todo momento a desplazarse hacia allá, sin incursionar en la causalidad de la misma. Además, los cambios periódicos del patrón que ellos estudian parecen haber dejado de producirse durante la fase neoliberal, al menos en lo que a la continuidad de la periodicidad se refiere. Hasta ahora, no se conoce algún artículo o documento de estos autores donde reconozcan el quiebre de dicha periodicidad, o que sostengan la misma.

Un tanto en el mismo sentido, Elaine Lavine (2015), analizando la disminución de la migración mexicana por la crisis de 2008 en Estados Unidos, señala que el fenómeno no se puede atribuir a un solo factor:

"Hemos constatado aquí que, desde la década de los setenta hasta el 2007, la emigración de mexicanos a Estados Unidos tuvo un crecimiento muy vigoro­so. A partir de 2008 se registran estancamientos o caídas y diversas fluctuacio­nes en el número de inmigrantes mexicanos radicados en el país vecino, que varían ligeramente según la fuente consultada. Estamos conscientes de que los flujos migratorios entre México y Estados Unidos y sus fluctuaciones se deben a la interacción de un conjunto de factores económicos, políticos y sociales y sus respectivas manifestaciones, tanto coyunturales como de largo plazo, en ambos lados de la frontera. Intentar encontrar explicaciones uni-causales carece de sentido." (Lavine, 2015:33)

Inmediatamente después, añade lo siguiente:

"Sin embargo, consideramos que las tendencias más recientes observadas en la migración desde México se explican primordialmente por el comporta­miento de la demanda laboral estadounidense. Los cambios en las actitudes hacia la inmigración y el endurecimiento en la aplicación de las políticas mi­gratorias que se dieron a partir de los atentados del 11 de septiembre, por sí solos, no fueron suficientes para frenar la llegada de migrantes mexicanos. De hecho, dada la creciente demanda de mano de obra barata en una etapa de fuerte crecimiento económico, y no obstante las mayores dificultades y costos más altos para entrar a Estados Unidos sin visa, el flujo alcanzó cifras históri­camente altas a finales del siglo XX y durante el primer lustro del siglo XXI. Fue solamente a raíz de la recesión de 2008-2009, y la fuerte caída que se produjo en el nivel del empleo, que se frenó la migración." (Lavine, 2015: 33 y 34)

Lavine reconoce la centralidad de "la precariedad del empleo en México y las diferencias salariales entre los dos países como los factores que motivan la emigración" (Lavine, 2015: 34). Sin duda tiene razón, sin embargo, no está en su análisis la consideración de las transferencias de valor y la configuración de poder imperialista en la que se inscribe México. Es decir, lo que sucede en materia económica, política y social en México y en Estados Unidos, está interconectado por relaciones específicas, de las cuales la relación de capital es la variable explicativa central, y las relaciones entre ambas naciones están caracterizadas por las asimetrías de condiciones y de poder.

En el mismo sentido,otra prestigiosa investigadora , Leticia Calderón Chelius (2012) señala que el intento del gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) por "desmigratizar" la agenda bilateral con Estados Unidos llevó a que, como resultado de la guerra contra el narcotráfico y la violencia sin precedentes en el país, la atención se concentrara en la inmigración permanente y en tránsito, expresada en la reforma de la Ley Migratoria del 2011, antes que en la emigración. Merece explicarse por qué se dio ese giro y qué comportamientos exhibió la emigración de mexicanos. La autora refiere el retorno de los migrantes, la prevalencia de los bajos niveles educativos y variables de tipo demográfico en la comunidad hispana en los Estados Unidos, como por ejemplo los mayores índices de natalidad entre los mexicanos de segunda generación en Estados Unidos en comparación con los de primera generación (Calderón, 2012: 37-39). Como ya se ha señalado, nosotros, en cambio, nos enfocamos en la reconfiguración del patrón de acumulación de capital, pues los excedentes de población no se crean a partir de la dinámica de crecimiento poblacional, sino de la del capital, más allá de las formas inmediatas que reviste:

La superpoblación relativa existe bajo las más diversas modalidades. Todo obrero forma parte de ella durante el tiempo que está desocupado o trabaja solamente a medias. Prescindiendo de las grandes formas periódicas que le imprime el cambio de las fases del ciclo industrial y que unas veces, en los períodos de crisis, hacen que se presente con carácter agudo, y otras veces, en las épocas de negocios flojos, con carácter crónico, la superpoblación relativa reviste tres formas constantes: la flotante, la latente y la intermitente[2]. (Marx, 1867/1959: 543)

Es claro que los excedentes laborales y sus formas son creados por la propia lógica del desarrollo del capital. Estas formas de la superpoblación estudiadas por Marx serían retomadas críticamente por Figueroa (2009) para concluir con lo siguiente, a efectos de su análisis:

A fin de sortear las dificultades señaladas, llamaremos población necesaria al sector constituido tanto por los trabajadores ocupados directamente en la valorización del capital como por el ejército de reserva. Limitaremos el concepto de este último a sus formas fluctuante y latente. Llamaremos población excedente al resto, esto es a la sobrepoblación en sentido estricto, y distinguiremos, por un lado, un excedente relativo, para referirnos a los trabajadores que desde fuera de la relación capital-trabajo asalariado realizan actividades que guardan algún vínculo con la acumulación, y, por otro, un excedente absoluto, donde se incluyen los trabajadores cuya actividad carece de vínculo con la valorización. (Figueroa, 2009: 12)[3].

Estas formas dan cuenta de una superpoblación consolidada que en el largo plazo tiende a crecer, manifestándose de manera más intensa en los períodos de crisis, al interior de cada país y en la interdependencia entre ellos, como se demuestra desde el enfoque del subdesarrollo. De hecho, Marx habla de los movimientos de los trabajadores entre las ramas industriales y el movimiento de los salarios, como resultado de la introducción de maquinaria:

Entre los años de 1849 y 1859 se produjo un alza de salarios en los distritos agrícolas ingleses, coincidiendo con la baja de los precios de trigo, prácticamente nominal: en Wiltshire, por ejemplo, el salario semanal subió de 7 a 8 chelines, en Dorsetshire de 7 u 8 a 9, etcétera. Esto fue resultado de la sangría extraordinaria sufrida por la superpoblación agrícola a consecuencia de la demanda de la guerra, la extensión en masa de las obras de construcción de ferrocarriles, fábricas, minas, etcétera. Cuanto más bajos son los salarios, mayor es el porcentaje que acusa toda subida, por insignificante que ella sea. Si, por ejemplo, el salario semanal es de 20 chelines y sube a 22, el alza es de 10 por 100; en cambio, si sólo es de 7 chelines y se aumenta a 9, registramos un alza del 28.6 por 100 que, a primera vista, parece muy considerable. Desde luego, los patronos pusieron el grito en el cielo y hasta al London Economist se le soltó la lengua hablando del "general and substantial advance" que representaban estos salarios de hambre. ¿Qué hicieron, en vista de esto, los patronos agrícolas? ¿Esperar a que los braceros del campo, animados por esta brillante retribución, procreasen hasta hacer bajar sus salarios, como se lo imaginan los dogmáticos cerebros de los economistas? ¡Nada de eso! Lo que hicieron fue introducir más maquinaria, y al instante quedó "disponible" un número suficiente de obreros, suficiente incluso para los propios patronos. Ahora, había "más capital" invertido en la agricultura y de un modo más productivo. Con ello, la demanda de trabajo no sólo descendía de un modo relativo, sino que descendía también en términos absolutos[4]. (Marx, 1867/1959: 540).

En el caso de  las ramas industriales, los niveles salariales y los desplazamientos de los trabajadores entre las mismas, Marx señala:

Aquella ficción económica confunde las leyes que regulan el movimiento general de los salarios o la relación entre la clase obrera, es decir, la fuerza de trabajo total, y el capital global de la sociedad, con las leyes que distribuyen la población entre las diferentes órbitas de la producción. Si, por ejemplo, al presentarse una coyuntura favorable, la acumulación se anima especialmente en una determinada esfera de producción, haciendo que las ganancias obtenidas en ella excedan del límite normal y atrayendo a nuevos capitales, crecerá, lógicamente, la demanda de trabajo y subirán los salarios. Los salarios altos empujan a un sector mayor de la población obrera a la órbita de producción favorecida, hasta que ésta se sature de fuerza de trabajo y los salarios, a la larga, vuelvan a su nivel normal primitivo o caigan incluso por debajo de él, como ocurrirá si la afluencia de obreros es excesiva. A partir de este instante, no sólo cesará el movimiento inmigratorio de obreros en la rama industrial de que se trata, sino que se promoverá incluso un movimiento de emigración. (Marx, 1867/1959: 540 y 541).

Es decir, en abstracción de otros factores, el capital provee los excedentes de población. Cuando en el análisis se incluyen las diferencias de desarrollo entre países y su articulación asimétrica debido al subdesarrollo de la relación de capital, los movimientos de los salarios y la migración laboral se enfrenta a una serie de obstáculos y controles que corren a cargo del Estado, principalmente.

Por lo que se refiere a la migración centroamericana, podría decirse que a medida que crecía, el infierno desatado en torno de ella fue aumentando también. La crisis económica de los Estados Unidos ha ido haciendo redundantes a los inmigrantes en general, y a los centroamericanos en particular, por eso se observa el agotamiento del flujo, en tanto que tiende a la baja. En su investigación de maestría sobre la migración centroamericana en su paso por México con destino a Estados Unidos, Patricia Hernández (2015: 42), da cuenta de los siguientes datos, bastante reveladores del fenómeno (tabla 1)

Como se puede apreciar, hay una tendencia al alza en las deportaciones, pero a partir del 2013 parece estabilizarse. Con mucha probabilidad algo tienen que ver en ello varios aspectos que se mencionan más abajo, destacando la violencia contra los migrantes por parte del crimen organizado y de las propias autoridades.

Bajo el grave escenario del desempleo en México, no está demás conjeturar acerca de una posición perversa de, cuando menos, los últimos tres Gobiernos mexicanos, que se han comportado prácticamente como policía de inmigración del gobierno estadounidense, fungiendo de esa forma como barrera para la migración desde Centroamérica. No se ha apreciado en estos gobiernos voluntad ni interés por el respeto y protección de los derechos humanos, por el  contrario, en los gobiernos panistas de Vicente Fox Quesada (2000-2006) y Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), especialmente en el segundo, la violencia contra los migrantes centroamericanos cobró tintes dantescos por parte de los cárteles del crimen organizado y de los cuerpos policiales del país, a lo largo de todas las rutas de desplazamiento de los migrantes.

…"los 400.000 migrantes centroamericanos que intentan cruzar México cada año han enfrentado graves riesgos. Además de los peligros de La Bestia, está la depredación de las pandillas. Es difícil conseguir estadísticas fiables, pero Amnistía Internacional y otras fuentes dicen que las pandillas rutinariamente asaltan, secuestran y asesinan migrantes centroamericanos. Un informe de 2010 encontró que 60% de las mujeres que migran a través de México fueron violadas. WOLA (Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos) estima que 20.000 migrantes son secuestrados cada año. Una encuesta de morgues y cementerios realizada por el diario Milenio encontró que un promedio de 4.000 cadáveres no identificados son enterrados anualmente." (Sorrentino, 2015)

Sin embargo, en lugar de mejorar, con el priismo de regreso en la presidencia de Enrique Peña Nieto (2012-2018), la posición hacia los centroamericanos parece haberse endurecido. Por ejemplo, si los trenes que corren hacia el norte, famosamente conocidos como "La Bestia", eran uno de los medios de transporte principales de los migrantes, a mediados del 2015 se informaba:

"En estos días, los trenes llevan sólo un puñado de los migrantes, o ninguno en absoluto. No han dejado de venir, pero se han visto obligados a encontrar otras rutas, aún más peligrosas. Eso es debido al Programa Frontera Sur de México, implementado en julio de 2014 y destinado en gran parte a limpiar de migrantes los trenes. El plan es el más reciente de una serie de políticas de inmigración mexicanas, financiadas o tácitamente aprobadas por Estados Unidos (EU), que no han podido frenar –y a veces han exacerbado– lo que la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) llama ‘una de las crisis humanitarias más graves en el hemisferio occidental’: la rutina de violación, asalto, extorsión, secuestro y asesinato de migrantes centroamericanos que cruzan México". (Sorrentino, 2015)

"(…) Pensamos que no podíamos ver nada peor que el tren", dice Luis López-Lago Ortiz, quien trabaja con Scouts de Extremadura, una ONG española. "Pero hay algo peor: caminar en el camino". (Sorrentino, 2015).

La orden del poderoso gobierno imperial parece haber sido clara y bien acatada:

"Detener la oleada. Cuando se supo la noticia en junio de 2014 que una cifra sin precedentes, de 50.000 niños centroamericanos sin acompañantes habían llegado a la frontera con Estados Unidos desde octubre de 2013, la Casa Blanca declaró una "situación humanitaria urgente". El presidente Barack Obama se reunió con su homólogo de México, Enrique Peña Nieto, "para desarrollar propuestas concretas que aborden las causas fundamentales de la migración ilegal desde Centroamérica", según un comunicado de la Casa Blanca. Dos semanas y media después, Peña Nieto anunció el Programa Frontera Sur. (Sorrentino, 2015).

Como parte de las acciones inmediatas, "el Programa ha traído un aumento dramático de lo que los mexicanos llaman "operativos": redadas de la policía y del INM (Instituto Nacional de Migración) en los trenes y autobuses; los migrantes son detenidos y deportados. Los migrantes también reportan que el INM hace arrestos afuera de los refugios, lo cual es ilegal, e irrumpe en habitaciones de hotel donde ellos se hospedan" Sorrentino, 2015).

"Cada vez hay más reportes sobre la fuerza brutal que ejercen agentes del INM. Varios migrantes afirman que los agentes usan armas Taser, y los defensores y directores de los refugios dicen que han escuchado esto en varias ocasiones. Un migrante informó que agentes del INM le dispararon. Otro describió un incidente en que éstos prendieron fuego a un pastizal para ahuyentar a los migrantes. Según los reportes, varios fueron hospitalizados con quemaduras. (Sorrentino, 2015).

Y como resultados, señala Sorrentino:

"Si la verdadera intención del Programa es evitar que los centroamericanos, en particular los niños, lleguen a la frontera con Estados Unidos, está resultando exitoso. En los seis meses después de entrar en vigor el Programa las deportaciones de salvadoreños, hondureños y guatemaltecos desde México aumentaron en 34 por ciento, mientras que las aprehensiones de los centroamericanos por parte de la Patrulla Fronteriza se redujeron en 39 por ciento. Y el número de niños centroamericanos no acompañados detenidos en la frontera entre Estados Unidos y México bajó en 57 por ciento, de 45 mil en los primeros seis meses de 2014 a 19 mil en los últimos seis meses." (Sorrentoino, 2015)

Además de lo señalado en el párrafo anterior:

"El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas no espera otro aumento en el número de niños centroamericanos migrantes este verano. "Estoy feliz al decir que todo el trabajo que hemos hecho el año pasado está dando sus frutos", dijo el subdirector del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EU (ICE), Daniel Ragsdale en la Expo Seguridad Fronteriza, en Phoenix, en abril. Cuando se le preguntó cuál era ese trabajo, un vocero del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) envió a In These Times un comunicado de prensa sobre el reforzamiento del personal y de la tecnología en la frontera estadounidense. (Sorrentino, 2015).

Además, los medios de información continuamente dan cuenta de casos individuales o de grupo que realmente viven un infierno en su paso por México, al cual, como se ha señalado, muchos no logran sobrevivir. En un documento fotográfico liderado por Lincardi Pindado (s/f) y editado por varias instituciones de carácter internacional se informa lo siguiente:

"Adentrarse en los 5.000 km que supone cruzar este país, se ha convertido en un infierno para las personas que cada año se aventuran a este peligroso viaje, ’México es un cementerio de migrantes, plagado de fosas clandestinas’, afirma Fray Tomás Gonzáles, director de la casa del migrante ‘La 72’. En honor a los 72 migrantes asesinados que se encontraron en El Rancho ‘San Fernando’." (Pindado, s/f: 2)

Asimismo, en dicho documento se aportan otros datos alarmantes:

"Organizaciones de la sociedad civil estiman que alrededor de 70.000 migrantes han desparecido desde comienzos del 2006. Estadísticas obtenidas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH)  (de México) en 2011, exponen que hubo 11,333 migrantes secuestrados en un periodo de 6 meses; pidiendo un rescate que oscila entre los $2000 y los $5000  (dólares estadoundenses) por persona. Por su lado, Amnistía Internacional[5] expuso que ‘6 de cada 10 mujeres son violadas en el camino’." (Pindado, s/f: 2)

En otros testimonios se da cuenta de la situación que sufren los migrantes centroamericanos en su paso por México rumbo a Estados Unidos:

"‘En México el inmigrante es un botín’ considera Alejandro Solalinde, director del albergue de migrantes ‘Hermanos en el Camino’ de Ixtepec. Así lo afirma Nelson, migrante hondureño: ‘Me tiraron del tren y a mi mujer la secuestraron’ por no pagar la cuota de $100 (dólares estadoundenses) que obliga el crimen organizado por viajar en los trenes de carga. (Pindado, s/f: 2).

 

CONCLUSIONES

La disminución, o cuando menos estabilización, de la migración mexicana y centroamericana hacia Estados Unidos a partir de la crisis que se desató en el año 2008, parece exhibir un problema más profundo de la economía de ese país en relación con sus problemas para absorber fuerza de trabajo en general, e inmigrante en particular. Si la migración había funcionado durante décadas como complemento para la formación del ejército de reserva del capital en esos países, y contribuido al mantenimiento de bajos niveles salariales, hay indicios de que eso parece estar llegando a su fin, porque en ese país ya se pueden fijar los salarios a muy bajos niveles, contar con empleos precarios y una fuerza de trabajo más disciplinada, sin recurrir en exceso a la inmigración. Ello indica que ya se cuenta con una sobrepoblación, incluso una cierta proporción (imposible de determinar) de la misma en carácter de consolidada, es decir, sobrante de forma absoluta a las necesidades de valorización del capital.

En los últimos años esto se ha traducido en una tendencia creciente del control, policial de la migración y la ubicación de los migrantes en mayores situaciones de riesgo frente a las bandas del crimen organizado, que en miles de casos llega a implicar la propia vida o daños irreparables a la dignidad humana. En su control de la migración, el Gobierno mexicano ha fungido como un seguro servidor de los intereses estadounidenses al hacer de su paso por México, un infierno para los migrantes centroamericanos que buscan llegar al norte.

Sin embargo, en paralelo con estas medidas de corte punitivo o criminalizante, las condiciones estructurales de expulsión permanecen indemnes o, de hecho, se intensifican. Estados Unidos sigue militarizando a México y Centroamérica, la ayuda que reciben estos países es insignificante, la aplicación de las políticas neoliberales es cada vez más depredadora de la naturaleza y de la vida, continúan sin tregua las sangrías de valor y no existe ningún programa, ni mucho menos una estrategia de desarrollo tecnológico en estas naciones, que amortigüe un poco los altos niveles de desempleo y bajos salarios.

No hay expectativas de que esta situación pueda cambiar en el corto plazo; en cambio sí se apunta a la aceleración de las contradicciones internas por abrirse paso en la vida por parte de los trabajadores y sus familias, frente a la negativa de las oligarquías locales y los gobiernos más proclives a defender sus intereses, lo que puede dar lugar a mayores olas de violencia en estos países. Es decir, los negros episodios que se han vivido y se siguen viviendo en México contra los centroamericanos, e incluso migrantes mexicanos, en la frontera con Estados Unidos, antes que disminuir, seguramente aumentarán. Ya no se diga la violencia al interior de los propios países de Centroamérica.

 

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[1] Docente investigador de la Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Zacatecas, México. E-mail: jels_hs@yahoo.com.mx

[2] Énfasis en el original

[3] Idem

[4] Enfasis del autor.

[5] Cabe mencionar que Pindado no menciona el documento de Amnistía Internacional del cual obtuvo el dato.

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