Introducción
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (2008), el concepto de educación permanente lleva implícito que la educación no es un acontecimiento que se da de repente o que está confinado a un ciclo inicial de educación continuada empezando en la infancia, sino que constituye todo un proceso a lo largo de la vida. La vida en sí misma es un proceso de aprendizaje. La educación permanente abarcaría pues las experiencias tanto intencionales como incidentales del aprendizaje.
En el mundo de hoy las transformaciones científicas, los planes políticos, económicos y sociales, los cambios paradigmáticos e incluso las variaciones en las condiciones legales se suceden a una velocidad tal, que el conocimiento profesional se desactualiza cada vez con mayor facilidad. De aquí la necesidad de trascender la formación inicial universitaria, a través de programas continuos de formación y de actualización con suficiente pertinencia social y con una calidad programática que responda a los desafíos derivados del desempeño laboral.
En este sentido, cabe señalar que si bien las políticas tendientes al fortalecimiento profesional de los docentes, el discurso que los ubica como actores principales del cambio son una medida justa y necesaria, produce una serie de tensiones y riesgos, en particular cuando las políticas docentes no son acompañadas de otras acciones relacionadas con la calidad y afectividad educativa del docente, como expresión de las competencias cognitivas y afectivas vinculada a la comunicación educativa relacional con calidez entre: docente- estudiante, docente-docente, estudiante-estudiante y docentes- padres de familia, visibilizados en las relaciones y ambientes positivos centrados en el sujeto de aprendizaje (Moscoso, 2018). El objetivo de este artículo es plantear la concepción de la formación del docente en la comunicación educativa afectiva en la clase.
La concepción de la formación del docente para la comunicación educativa afectiva, expresada con calidez, posibilitará una visión novedosa para formar a los docentes en comunicación educativa, con enfoque humanista y como ser social, para orientar el proceso educativo en cualquier nivel de enseñanza y su contexto social.
Desarrollo
Las exigencias de cambio de la sociedad de hoy obligan a las instituciones educativas a realizar profundas transformaciones en la formación de los profesores. Se hace necesario, en primer lugar, reflexionar sobre la ética para evitar que estos cambios deriven en un mayor deterioro de ciertos sectores de la sociedad. Específicamente, se considera que a la escuela pública, en el cumplimiento de su misión, le corresponde asumir la formación de sus docentes desde una perspectiva de equidad, calidad y pertinencia social, ya que cuenta con autonomía (Alves, 2010).
Se entiende por formación docente todo proceso, formal e informal, de preparación profesional para el ejercicio de la praxis pedagógica, mediante cursos y otras actividades relacionadas con su determinación de necesidades de formación. El docente es un profesional cuya práctica cotidiana está llena de incógnitas que no se responden con fórmulas preconcebidas y que le exigen la estructuración de sus conocimientos, habilidades y valores para resolver diariamente la problemática que se le presenta en el espacio educativo. Actualización y de postgrado (Camargo, 2003).
Comunicación viene del latín communis (Colectivo de autores, 1999), se refiere al establecimiento de una comunidad con alguien, es estudiada por diferentes disciplinas, al respecto son diversas las posiciones de los autores, concluyendo que el mismo es un término polisémico, que tiene diferentes interpretaciones, lo que hace complejo su estudio.
El concepto de comunicación tiene su expresión en la comunicación humana, que está estrechamente ligado a los estudios del lenguaje, es decir a la lingüística. A partir del desarrollo que han tenido los estudios realizados en las últimas décadas en torno a la relación comunicación y educación, emerge la Comunicación Educativa como un área específica de las Ciencias de la Educación y cuya elaboración teórico- metodológica no es aún una construcción acabada (Fariñas, 2005).
Este vínculo entre comunicación y educación, tiene un carácter procesual, dinámico, el cual exige prepararse para la trasmisión del mensaje, provoca una influencia entre los que se comunican, de reflexiones, sentimientos, que forma parte del propio proceso. Se utilizan signos verbales y extra verbales, de diferentes tipos de lenguajes e intervienen elementos de diferente naturaleza que favorece el intercambio entre el docente y sus estudiantes, como es el componente informativo y el relacional, los cuales actúan simultáneamente (Fernández, 2006).
Las autoras de este artículo, asumen el componente relacional de la comunicación educativa para formar al docente en la clase, pues, este posibilita un vínculo entre el docente y los actores que forman parte de la formación de la personalidad del estudiante. Se caracteriza por tener este tipo de comunicación una naturaleza subjetiva, tales como la aceptación alcanzada por el profesor, los tipos de climas que se manifiestan en el grupo. Esto es novedoso en relación al componente más utilizado tradicionalmente en la clase que es el componente informativo, dado por la presencia aun del paradigma tradicional en la relación del docente con los estudiantes y los padres de familia.
Para que la comunicación educativa afectiva sea eficaz, ésta ha de reunir ciertas características, tales como:
Postura abierta en el emisor y en el receptor para lograr un clima de mutuo entendimiento.
Direccionalidad del proceso, para que el flujo de los mensajes pueda circular en ambos sentidos, si bien mayoritariamente lo haga de educador a educando.
Interacción en el proceso, que suponga la posibilidad de modificación de los mensajes e intenciones según la dinámica establecida.
Moralidad en la tarea, para rechazar tentaciones de manipulación.
El término Comunicación Educativa no ha sido empleado solamente en relación con la educación escolarizada, sino que está vinculado a diferentes áreas de la práctica social. Por ejemplo, en el área política-ideológica, en la práctica de los medios de difusión masiva y en el área pedagógica, que es la que nos interesa abordar, ésta última referida por algunos autores como Comunicación Pedagógica (Sosa, Nodal & Sosa, 2010).
La comunicación educativa, tiene como fin último el intercambio recíproco de conocimientos, procedimientos y actitudes que constituyen la finalidad de la educación. Se propone la clase dentro del proceso de relación que establece el docente en la escuela con los estudiantes por ser ésta el espacio de mayor relación entre el docente y el estudiante para la mediación del aprendizaje (Elmore, 2010).
En la literatura revisada, se encuentran autores referenciados (Zinovev, 1968; Talizina, 1985; Labarrere & Valdivia, 1991; Álvarez de Zayas, 1999; Baute & Iglesias, 2011), que consideran que al docente debe prepararse para la clase en lo siguiente:
Mediar el contenido de la clase a un grupo constante de estudiantes.
La dirección de la actividad de los estudiantes y la atención a sus particularidades (interacción profesor - estudiante).
El dominio en todos los estudiantes de lo fundamental del contenido instructivo y educativo estudiado.
Atender la diversidad que se expresa en la dinámica de la clase. lograr una clase inclusiva.
Convertir la clase en la esencia del proceso de formación.
Establecer la Holística de las categorías didácticas que están presente en la clase.
Tener competencias de comunicación afectiva para el desarrollo de e la activad de la clase.
Estos aspectos están vigentes aún en la formación de los docentes (Nbwini & Iglesias, 2018; y Luna & Baute, 2018), como un proceso que exige, conocer cuáles son las necesidades que tienen estos, para poder desarrollar la clase de forma efectiva, por lo que en este proceso, los docentes familiarizados con contenidos psicológicos y pedagógicos, pueden ser mediadores de los aprendizajes de sus estudiantes en la clase, con su contexto diverso, integrado por diferentes características, y niveles sociales, diferencias en la orientación de género así como la atención a la discapacidades.
Por otra parte, la concepción de una formación, considerando la comunicación afectiva, es un eje esencial de la educación, en la medida en que el proceso educativo, mediante la clase, debe contemplar la preparación de futuros ciudadanos, con valores y conocimientos para fomentar el desarrollo de la sociedad.
La comunicación relacional con afectividad en la clase, precisa que los docentes estén preparados adecuadamente en esta forma de organización del proceso docente educativo, para lograr la formación de un estudiante que, en su desempeño como ciudadano, se potencie el saber ser, integrado al saber y saber hacer.
Involucrar la parte ontológica al momento de aprender en la clase, implica ejercer poder sobre las percepciones, acerca de lo que le rodea al estudiante, es aprender, con placer, diversión y satisfacción; es encontrar la necesaria relación entre lo que aprende y su esencia, qué tienen que ver los contenidos con quien aprende y con su contexto; sus circunstancias. Esta aspiración en la clase exige de un docente bien preparado metodológicamente, donde integre el objetivo, contenido, y métodos pertinentes para alcanzar el objetivo de la clase.
El valor metodológico de la concepción, se precisa en el tratamiento didáctico de la comunicación educativa afectiva, considerándose como sustentos psicológicos, esencialmente las categorías de la personalidad, la actividad y la comunicación, así como los contenidos del desarrollo personal entre los que se destacan la cultura, el ambiente educativo, y el desarrollo humano y las motivaciones, para el desarrollo del profesor como persona. Esta postura epistémica posibilita a la formación de un docente con afectividad en la clase.
Por otro lado, es necesario considerar el papel activo y de cambio del docente en la clase y para ello debe fortalecerse en lo didáctico la formación en métodos y medios actualizados, según el nuevo paradigma en el que el profesor sea un facilitador del aprendizaje, que promueva la comunicación educativa en la clase, con una mayor formación en los modos de actuación conscientes e intencionados.
Ubicar en el proceso de la clase, como forma esencial del proceso docente educativo en la escuela, a la esencia humana, y las características del entorno para el cual se forman a sus estudiantes, como personas, que posibiliten el cambio y la mejora social en bien de buscar una sociedad, justa, solidaria y equitativa, como escenario para el desarrollo humano.
Moscoso (2018), plantea la necesidad de concebir formación de los docentes con comunicación educativa afectiva, la cual especifica esta autora, deber ser con calidez, además, sugiere alternativas que posibiliten esa formación integrando el saber, el saber hacer, con el ser, lo que trae como resultado un proceso de comunicación afectiva, no violenta o empática, en función de la diversidad que caracteriza a la clase actual.
Se elaboró para poder instrumentar esta concepción una alternativa de formación que contempla varias fases, de forma contextualizada, integradora, y formativa. Esta contiene un conjunto de acciones teóricas y prácticas, con su respectivo diagnóstico, planificación y ejecución de diferentes vías de formación en las que se destacan seminarios, talleres y observación a clases, en las cuales los docentes recibirán contenidos relacionados con la comunicación educativa afectiva para desarrollar clases que cumplan con el encargo social en las diferentes instituciones educativas, considerando solo las exigencias propias de cada contexto.
En la alternativa elaborada por las autoras, se consideran premisas, las cuales facilitan su implementación entre las que se destacan acciones instructivas y educativas, el enfoque afectivo en la diversidad del aula, las características cognitivas, afectivas, motivacional y psicosocial de los docentes, la creación de climas colaborativos favorables, caracterizados, por un clima relacional, activo y positivo de cooperación y participación, donde los docentes puedan disfrutar del propio proceso de formación, que contribuya a mejorar sus modos de actuación en la clase, mediante el proceso de formación recibido.
Conclusiones
La formación permanente es una necesidad y una exigencia para la formación de los docentes en aquellos aspectos que la práctica educativa manifiesta en la clase, y que exige en cada contexto. Se evidencia que la comunicación educativa afectiva es una de las necesidades que tiene el docente, en las instituciones educativas, las cuales tienen el encargo social de formar a los estudiantes de forma afectiva, para que se potencien como seres humanos, y se identifiquen con los principales problemas que se manifiestan en su entorno, esencialmente relacionados, con modos de actuación como ciudadanos que ejercen una comunicación afectiva, con la que manifiestan estados emocionales, en sus creencias, sentimientos, expectativas, valores, prejuicios y estados de ánimos. Estas exigencias en la personalidad de los estudiantes, demanda un análisis de las necesidades de formación que tienen sus profesores. En este sentido, las autoras plantean una concepción para la formación del docente en la comunicación educativa afectiva para la clase de las instituciones educativas, sosteniendo la necesidad de una actualización permanente en este sentido vinculado a los objetivos instructivos y educativos en los diferentes centros docentes en cualquier contexto.