Introducción
El desarrollo local ha sido un tema que ha causado una revolución a nivel mundial desde la segunda mitad del siglo XX, y demuestra que los aportes endógenos pueden hacer la diferencia y hace referencia, no sólo a un crecimiento económico (creación, acumulación y distribución de riqueza), sino también a un crecimiento social, cultural (la calidad de vida, a la equidad y a la integración social) y ambiental (los recursos naturales y a la sustentabilidad de los modelos adoptados en el mediano y largo plazo) en un sentido más amplio, integrado.
El desarrollo local trabaja en aras del mejoramiento humano, donde el hábitat como estratégica de actuación del desarrollo local también aboga por que la población, con su propio esfuerzo, resuelva y sigan continuamente resolviendo sus propias problemáticas, a partir de su capacidad de autogestión o autoproducción. Además, la producción de hábitat no se limita a aportar cobijo sino también un conjunto de actividades y oportunidades multidisciplinares que probablemente exijan una expansión de los servicios que deba prestar cada actor involucrado.
El hábitat hay que comprenderlo a partir de componentes fundamentales: la vivienda y sus entornos urbano - ambientales, que resultan elementos decisivos para el logro de altos niveles de calidad de vida en cualquier sociedad. Además, un proceso que se encuentra asociado por el desarrollo local y el hábitat en la sociedad es la vulnerabilidad social, pues es una realidad que este es el resultado de los impactos provocados por el patrón de desarrollo vigente pero también expresa la incapacidad de los grupos más débiles de la sociedad para enfrentarlos, neutralizarlos u obtener beneficios de ellos.
A escala mundial y en América Latina, los estudios en torno al desarrollo local, el hábitat y la vulnerabilidad social han alcanzado gran connotación, pues estos también han sido relacionados a problemáticas como la segregación socioespacial, la fragmentación del espacio, la informalidad urbana, la exclusión, el desempleo y la falta de relaciones sociales, así como que se ha convertido en una necesidad de evaluar los efectos concretos de la planificación.
Esta investigación tiene como antecedentes los trabajos realizados por el marco teórico metodológico del proyecto, “Implementación de la Estrategia Integral del Hábitat a escala Municipal” (Hábitat 2) financiado por la Agencia Suiza para la Cooperación y el Desarrollo (COSUDE) en conjunto con la Facultad de Construcciones y la colaboración del Departamento de Sociología de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas. Y un grupo de investigaciones que aportó como antecedente fue el trabajo realizado por Nicolás Ortiz-Ruiz y Constanza Díaz-Grajales, titulado: Una mirada a la vulnerabilidad social desde las familias, al igual que el artículo desarrollado por Roberto Pizarro: La vulnerabilidad social y sus desafíos: una mirada desde América Latina.
Las concepciones teóricas de las variables que se estudian han sido tratadas de manera independiente, haciendo aportes singulares desde diferentes ciencias. En el cual, es necesario sintetizar la relación desde la perspectiva social y ambiental.
Tomando como base esta situación, la presente investigación como objetivo: analizar las concepciones teóricas las variables desarrollo local, el hábitat y la vulnerabilidad social.
La principal contribución de dicha investigación es expandir el conocimiento que se posee sobre el desarrollo local, el hábitat y la vulnerabilidad social en el cual se comprueba que no existe un hábitat estable y digno si posee problemas de vulnerabilidad social y el desarrollo local.
Materiales y métodos
Esta investigación de corte sociológico tiene como sustento la concepción dialéctico-materialista para la comprensión de las variables analizadas, en el que se establece una metodología cualitativa según los criterios Hernández Sampieri et al. (2014)en el cual, el investigador es el instrumento de recolección de los datos y se auxilia de diversas técnicas que se desarrollan durante el estudio.
Según Denzin y Lincoln (1994), citado en Rodríguez (2004), la metodología cualitativa es un campo interdisci plinar, transdisciplinar y en muchas ocasiones contra dis ciplinar. Atraviesa las humanidades, las ciencias sociales y las físicas. Es multiparadigmática en su enfoque, ya que los que la practican son sensibles al valor del enfoque mul timetódico, están sometidos a la perspectiva naturalista y a la comprensión interpretativa de la experiencia humana.
El método utilizado por excelencia en las investigaciones teóricas y que permite adentrarse en la problemática abordada es el análisis de documentos, pues establece qué antecedentes existen sobre investigacio nes del campo que se pretende indagar, de esa manera se pudieron ahorrar esfuerzos en rentabilizar trabajo, además de indicar situaciones y hechos por estudiar. No se trata solo de reunir y recopilar documentos, sino de analizarlos y hacer una valoración de ellos.
Según Mijáilov y Guiliarevskii (1974), señalaron que, luego de la recopilación de la información, era necesario iniciar un pro cesamiento analítico-sintético de los datos contenidos en un documento y el resultado de esta operación debía ser resumido brevemente o sintetizado.
Entendiendo en sí que el análisis de documento enfatiza en proporcionar mayor entendimiento a los usuarios, también brinda conocimiento sobre nuevos y relevantes investigadores que indagan temas de interés.
Resultados y discusión
El desarrollo local como generalidad
El desarrollo se ha convertido en algo tan dinámico y cambiante como la propia sociedad, por tanto, pretende establecer un crecimiento económico con equidad, de tal forma que las generaciones actuales satisfagan sus necesidades sin afectar a las futuras generaciones. A pesar de que el reduccionismo del desarrollo local ha persistido, puede afirmarse que de manera general se comienza a dar una visión del desarrollo que incorpora multiplicidad de aspectos y que transita hacia su integralidad.
El desarrollo ha tenido sus antecedentes en la Economía, sin embargo, también ha sido estudiada desde la Sociología, donde pensadores como Augusto Comte (1798-1857), Herbert Spencer (1864-1903), Emile Durkheim (1858-1917), Max Weber (1864-1920) y Vilfredo Pareto (1848-1923) no hablaron de desarrollo sino de progreso, crecimiento y evolución, es decir, el desarrollo fue entendido como un progreso lineal en términos económicos.
Otro de los pensadores fue Carlos Marx (1818-1883) quien a diferencia de los anteriores concebía al desarrollo como un proceso de superación del actual sistema de cosas en forma espiral, con avances y retrocesos, no desde las anteriores visiones lineales que han permeado las concepciones asistencialistas que perduran hasta la actualidad.
La condición del progreso exige la satisfacción creciente de las necesidades humanas. Así una parte de los conceptos actuales sobre el desarrollo aparecen anunciados en la obra de Marx: el desarrollo humano y las necesidades humanas. La obra de Marx es una base indispensable para el proceso actual de repensar el desarrollo.
Sin embargo, es a partir de los años ochenta del pasado siglo cuando Europa estaba sumida en un fuerte proceso de ajuste y reestructuración productiva, se puso en marcha las primeras iniciativas de desarrollo local, y se crea un programa de cooperación y acción dirigido a las iniciativas locales de empleo, que pretendía el intercambio de experiencias y de información sobre el desarrollo de las empresas, que hace consigo una gestión de la información y del conocimiento. Durante esta etapa, precisamente en el año 1982 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) aprueba su programa Iniciativas Locales de Empleo (ILE), siendo uno de sus objetivos básicos llamar la atención sobre las posibilidades que ofrece el desarrollo local frente a la concepción tradicional de que la resolución de los problemas del desempleo debe ser facultad de los gobiernos centrales (Menoya, 2015).
Aun cuandoen Latinoamérica se ha hecho sentir nuevas ideas de desarrollo a nivel local, muchas de ellas han sido bajo la égida del neoliberalismo que busca poner en detrimento a los estados nacionales. Estas ideas presuponen en positivo, el fortalecimiento de la relación estado-sociedad local y una mayor articulación entre la gobernanza y sociedad a partir del efectivo fortalecimiento de las organizaciones sociales.
Los estudios sobre el desarrollo local, surgen como alternativa ante la crisis, orientado a movilizar el potencial humano a través de acciones locales en diversas áreas, como, introducción de nuevas tecnologías, nuevas fuentes de energía, renovación de actividades tradicionales, innovación en la comercialización y en la prestación de servicios, revitalización de la pequeña empresa, etc., y ligado a ellos como instrumento importante para movilizar los recursos humanos: la formación profesional y la capacitación; procesos que expresan la revalorización actual de la iniciativa individual y colectiva.
El desarrollo de una localidad o territorio requiere que los actores públicos y privados ejecuten sus programas de inversión de manera coordinada. En América Latina la política de desarrollo endógeno se basa en iniciativas en las que los proyectos económicos y sociales se coordinan y gestionan a través de nuevas formas de gobernación en las que participan los actores públicos y privados, las organizaciones internacionales y las organizaciones no gubernamentales (Vázquez, 2009).
Actualmente se habla de desarrollo local y se hace alusión a la capacidad que poseen las personas de articular lo local con lo global, donde se requiere de actores de desarrollo que se orienten a la participación, la cooperación y la negociación.
Mientras que la idea de Arocena (1995) sobre el desarrollo local se entiende como un proceso orientado, es decir, es el resultado de una acción de los actores o agentes que inciden (con sus decisiones) en el desarrollo de un territorio determinado. Estas decisiones no solamente se toman a una escala local, sino que existen decisiones que tomadas en otra escala (por ejemplo, a nivel nacional o internacional) tienen incidencia en el desarrollo de un territorio dado. La preeminencia de las decisiones de los actores locales, por sobre otras decisiones que no responden a los intereses locales, es lo que define un proceso de desarrollo local.
Para la autora, Arocena da primacía a las decisiones municipales por encima de las de carácter nacional, no presta atención a la articulación de ambas en función de realizar verdaderos procesos de desarrollo local.
Mientras que Alburquerque (2007) argumenta que el desarrollo local es:
Un proceso en el cual los actores e instituciones locales se movilizan para apoyar las diferentes acciones, tratando de crear, reforzar y preservar actividades y empleos, utilizando los medios y recursos del territorio. Además, las iniciativas se orientan a mejorar las condiciones del entorno local, tratando de construir un ambiente territorial favorable a la actividad empresarial innovadora. El énfasis se pone, en los aspectos cualitativos y extraeconómicos, los cuales son integrados como factores aglutinantes y facilitadores del desarrollo, en su capacidad para buscar soluciones, mediante un mejor aprovechamiento de los recursos endógenos existentes y la vinculación en red de los diferentes actores socioeconómicos locales. (p. 34)
En esta definición se aprecia como el desarrollo local está dirigido al mejoramiento de las condiciones del contexto local, y trata de construir un ambiente territorial favorable a la actividad empresarial innovadora, donde los aspectos cualitativos y extraeconómicos (sociales, culturales y territoriales) toman un papel importante. Además, está dirigido al aprovechamiento de los recursos endógenos existentes de cada sociedad.
De manera general Alburquerque (2007) plantea que el desarrollo local se aprecia como:
Trayectorias específicas de desarrollo que se configuran en elementos históricos, geográficos y en mentalidades, pero que no están totalmente predeterminadas, sino que se transforman y evolucionan a partir de las prácticas de los propios actores, combinada con circunstancias y coyunturas que lo favorecen. (p. 76)
Cabe señalar que Arocena y Alburquerque coinciden fuertemente en destacar a los actores como la parte fundamental de cualquier proceso de desarrollo, donde sus decisiones son tomadas en cuenta, y donde estos son los principales transformadores de la sociedad.
El desarrollo local va a proponer la creación y el mantenimiento de un ambiente en el cual las personas puedan desarrollar todo su potencial y tener oportunidades razonables para llevar una vida activa y creativa. De esta forma, el protagonismo, un elemento esencial dentro del desarrollo local se transfiere de manera sistemática a todos los actores sociales e individuales que tienen como base de convivencia, el territorio donde transcurre su vida cotidiana. Estos actores locales, a través de su participación y cooperación, serán los que diagnostiquen y den a conocer las diversas estrategias de desarrollo en su territorio no a partir de los criterios de sus problemas y sus obstáculos; sino desde las potencialidades existentes para enfrentar su propia dinámica social.
Para Torres (2015) las formas en que se presenta el desarrollo local requieren de importantes matices, donde el desarrollo local no es únicamente desarrollo municipal, el desarrollo local no es sólo desarrollo endógeno, así como que posee un enfoque territorial y de “abajo-arriba”, pero debe buscar también intervenciones de los restantes niveles decisionales del Estado (provincia, región y nivel central) que faciliten el logro de los objetivos de la estrategia de desarrollo local, y finalmente que el desarrollo local no se limita exclusivamente al desarrollo económico local. Se trata de un enfoque integrado en el cual deben considerarse igualmente los aspectos naturales, culturales, sociales, político-administrativos e institucionales del ámbito territorial respectivo.
Sin embargo, la autora considera que el desarrollo local puede considerarse en el sentido en que lo hace Cotorruelo (2001) como:
Una estrategia territorial competitiva basada en el aprovechamiento pleno del potencial de utilidad endógeno con la adecuada inserción de impulsos y recursos estratégicos exógenos. (Reconociendo la importancia del lugar.) El desarrollo local tiene un carácter pluridimensional e integrado y supone la implantación de un proceso sistemático y sostenible a largo plazo de dinamización del territorio y la sociedad local, mediante la participación protagonista y corresponsable de los principales actores socioeconómicos y políticos locales. (p. 3)
En concordancia con lo hasta aquí planteado y sobre la base de los elementos analizados con anterioridad sobre desarrollo local, para el caso específico de esta investigación, se asumen los conceptos de Torres y Cotorruelo, donde ambos recogen o abarcan casi todas las aristas del desarrollo local y por asumir como parte indispensable de este lo territorial y dentro de este la identificación del espacio local, llegando a comprender al desarrollo local como un proceso dinamizador de la sociedad.
Por tanto, el desarrollo local no solo busca un crecimiento económico sino también mejoras para las condiciones de vida de su población, mediante una acción decidida y concertada entre los actores locales, posibilitando un aprovechamiento de los recursos endógenos existentes en cada localidad.
El hábitat una parte esencial de la sociedad
Una de las aristas que se trabaja el desarrollo local es la relación de la sociedad con el medio ambiente, donde el hábitat se convierte en un conector de ambas. El hábitat se encuentra determinado por el contexto histórico y se enfoca en dimensiones tales como: modelo económico dominante, desarrollo y temas propiamente ambientales
En el contexto internacional, las Naciones Unidas han jugado un papel importante en la búsqueda de la significación del hábitat, desde el punto de vista conceptual y operacional. El tratamiento a temas relacionados con el hábitat, la vivienda y asentamientos humanos de manera general, se sitúan a partir de la década de los 70 en el marco de actuación de la ONU. Los esfuerzos por esta caracterización empezaron en 1976 con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos (Hábitat I), realizada en Vancouver, Canadá.
En esta conferencia se emitió la primera declaración y los primeros compromisos en cuanto al hábitat, la cual determinó la necesidad de crear políticas, planes y programas nacionales e internacionales para los asentamientos; políticas públicas de derecho a la vivienda, el mejoramiento de la infraestructura y los servicios públicos; el acceso a la tierra y las políticas asociadas a ella; la participación pública, y la creación y coordinación de las instituciones que tengan que ver con la problemática.
Según Mazzola (2002), el concepto de hábitat se apoya en la Ekística, a partir de los siguientes elementos que conforman los establecimientos humanos:
La naturaleza sobre la que se apoyan, es la unidad en la que participan los seres vivos. La perturbación proviene generalmente de la actuación humana. Otro elemento es que mientras el hombre se mantuvo relacionado con su medio ambiente, modificándolo aceptablemente desde el punto de vista de permitir la reproducción (suelo, animales, ...) la naturaleza “resistió”. Al acelerar el tiempo biológico de la mano de sus inventos, el planeta se tornó pequeño para sus ambiciones. La sociedad no es una superestructura indomable, es lo que nosotros somos, y será lo que nosotros deseemos que sea. Otro elemento de importancia son las redes (agua, energía, caminos, sistemas circulatorios) y no menos importante los alojamientos, es decir, el derecho a una vivienda digna. (p.1)
Como indica Carrizosa (2010) la fórmula de hábitat es vivienda más entorno y los componentes de hábitat, vivienda y entorno se definen como la sumatoria de cuatro atributos cada uno: estructura, servicios públicos, equipamiento básico y espacio, para el elemento vivienda; y espacio, localización, infraestructura de servicios, ámbitos de participación y comunicación y seguridad y confianza, para el componente entorno.
La autora considera que es necesario comprender que desde el aporte de los diferentes clásicos y contemporáneos de la Sociología se hace necesario hoy día, gestionar una conciencia ambiental, asociada a la inquietud del pensamiento teórico que trate de buscar una respuesta objetiva a la problemática y una solución efectiva que garantice el desarrollo de la sociedad y la conservación de sus valores. Pues en los años 70 los sociólogos William R. Catton Jr. y Riley E. Dunlap, comienzan a incorporar el factor ambiental en la explicación de los fenómenos sociales, así como la relación recíproca que se establece entre ambos.
Es necesario destacar que el hábitat se ha ido transformado con el tiempo desde una concepción simple en el que Espina (2010) menciona que el panorama analítico debe ser más diverso e interconectado, al concebirlo como:
Articulación de lo físico y lo imaginario asumidos como irreductibles e inseparables, desde el ámbito de la casa hasta el entorno, de disponer de espacio de accesibilidad física y seguridad adecuada, con acceso a fuentes de trabajo y servicios básicos o lo que es lo mismo: un lugar idóneo para las personas, con posibilidades de acceso a los servicios, con un costo razonable, donde puedan aislarse si lo desean, como lugar de reconocimiento e identidad tanto individual como colectivo. (p. 47)
Sin embargo, el hábitat ha venido a jugar un papel esencial en el movimiento de toda estructura social, por las oportunidades que ofrece en la generación de acceso para los diferentes individuos, en dependencia de encontrarse en un hábitat favorable o desfavorable.
Según Figueroa (2014) propone un grupo de soportes tangibles e intangibles que complementan y aseguran la calidad del hábitat humano: la vivienda familiar, la infraestructura urbana y los espacios públicos, el sistema de servicios urbanos y sociales, la accesibilidad y movilidad social, el sistema jurídico y normativo que regula todo, el sistema institucional que gerencia el proceso, el modelo de gestión que operacionaliza el proceso de producción social del hábitat.
Se ha hecho necesario determinar que el hábitat, es un factor decisivo en el mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad, y el medio para darle solución a muchas de las dificultades que se han ido acrecentando.
Lo social, dimensión de la vulnerabilidad
Dentro del concepto de la vulnerabilidad el aspecto social juega un papel decisorio. En este sentido Pizarro (2001) explica que la vulnerabilidad se define como la capacidad disminuida de una persona o un grupo de personas para anticiparse, hacer frente y resistir a los efectos de un peligro natural o causado por la actividad humana, y para recuperarse de los mismos. Es un concepto relativo y dinámico. La vulnerabilidad es asociada en algunos casos con la pobreza, pero también son vulnerables las personas que viven en aislamiento, inseguridad e indefensión ante riesgos, traumas o presiones.
Por lo que se entiende como el riesgo de sufrir frente a peligros inminentes, sean ellos desastres naturales, desigualdades económicas, políticas, sociales o culturales. Esta adopta diferentes formas, dependiendo de la naturaleza del objeto de estudio, sus causas y consecuencias. Hace referencia al carácter de las estructuras e instituciones económico-sociales y al impacto que éstas provocan en comunidades, familias y personas en distintas dimensiones de la vida social.
La vulnerabilidad puede ser analizada desde varias ópticas, o dicho de otra manera existen varios elementos o factores que en conjunto componen un nivel de vulnerabilidad global. Este nivel de vulnerabilidad, resulta de la interacción de las condiciones particulares de un área o una comunidad específica. A lo anterior, también se agrega que la vulnerabilidad en sí misma constituye un sistema dinámico, que surge como consecuencia de la interacción entre las características internas y externas que convergen en un tiempo y espacio.
Es importante entender la vulnerabilidad, como uno de los componentes del riesgo, es la incapacidad o inflexibilidad de una comunidad para absorber los efectos de un cambio en su medio ambiente (crisis económicas, desastres de diversas causas). Dicha incapacidad está conformada por características tanto individuales como sociales y del entorno que habitan.
La vulnerabilidad se encuentra estrechamente vinculada al riesgo, concepto que se ha forjado en el pensamiento occidental del capitalismo y la teoría económica; se aprecia a la economía como una de las disciplinas pioneras en el cálculo del riesgo. Siendo White (1974), el que incluye a la vulnerabilidad como factor clave, apreciando el determinismo de la probabilidad como atributo del riesgo y como adquiere otra dimensión desde la óptica de la geografía y las ciencias sociales
Según Briones (2005), refiere que el peligro, se asocia a algo concreto y el riesgo es más bien el margen de incertidumbre sobre el posible daño, por lo que el riesgo es igualmente un concepto cualitativo que implica un valor colectivo; por lo que no sólo depende del cálculo de probabilidad, sino también de los contextos sociales y culturales.
Así mismo, desde el contexto de los estudios de vulnerabilidad, el enfoque hacia las amenazas antrópicas, se hace un elemento innovador de la presente investigación, también se encuentran mayor cantidad de trabajos investigativos que abordan la vulnerabilidad ante los peligros naturales y tecnológicas, donde las amenazas socio-naturales las menos frecuentes.
El desarrollo de una teoría social de los desastres en los Estados Unidos (en los años 20 del siglo XX), generó una serie de conceptualizaciones y un enfoque social, que empezó a centrarse en las percepciones de las poblaciones ante los desastres. De esta manera, cambió la dirección de las investigaciones que centraban su estudio, en la reacción o respuesta de las poblaciones ante el desastre (en el momento del desastre), hacia la comprensión del riesgo como objeto de estudio y en el marco de las políticas púbicas de gestión del riesgo (Quarantelli, 2001; Lungo, 2002).
A finales de los años 80, surgen modelos de vulnerabilidad que buscan el análisis integral de las situaciones que la generan y potencian, y hace uso interdisciplinar y la articulación de los contextos sociales-naturales-espaciales. Uno de los primeros estudios fue desarrollado por Anderson y Woodrow (1989), en el que se identifican tres clases de vulnerabilidad: físico-material, social-organizacional y motivacional-actitudinal.
Este enfoque en particular, otorga una mirada holística a la vulnerabilidad y permite ampliar el análisis, que obedece a la complejidad del concepto, aunque se debe reconocer que no se hace mención a los factores de la vulnerabilidad.
Por lo que se plantea que la vulnerabilidad tiene un carácter social y que no se puede circunscribir solamente a la cuantificación de los daños físicos. Según Westgate y O’keefe (1976), se postula que “la vulnerabilidad no se puede definir o medir sin hacer referencia a la capacidad de la población de absorber, responder y recuperarse del impacto del suceso”.(p. 35)
Según Reina (2021) el concepto de vulnerabilidad social tiene dos componentes explicativos. Por una parte, la inseguridad e indefensión que experimentan las comunidades, familias e individuos en sus condiciones de vida a consecuencia del impacto provocado por algún tipo de evento económico-social de carácter traumático. Por otra parte, el manejo de recursos y las estrategias que utilizan las comunidades, familias y personas para enfrentar los efectos de ese evento.
La vulnerabilidad social se define como el conjunto de características del grupo y de las personas frente al peligro, y sus diferentes grados de vulnerabilidad frente a un impacto ambiental, y se tiene en cuenta su infraestructura de servicios, oportunidades económicas y sociales que preceden el impacto ambiental y condiciona sus efectos al responder a la emergencia (Busso, 2002).
La relevancia del enfoque de vulnerabilidad social se relaciona con la posibilidad de captar la forma y las causas por las que diversos grupos sociales están sometidos a eventos y procesos que atentan contra su capacidad de subsistencia, su acceso a mayores niveles de bienestar y el ejercicio de sus derechos ciudadanos. La vulnerabilidad es compleja, multicausal, tiene varias dimensiones analíticas e incluye aspectos de individuos y hogares, así como también características económicas, políticas, culturales y ambientales de la sociedad (Busso, 2002). Por ello, la vulnerabilidad tiene carácter polisémico y da lugar a múltiples enfoques metodológicos.
La interrelación del hábitat y la vulnerabilidad social en función del desarrollo local: un paso hacia la sostenibilidad urbano-ambiental.
Un dato que es inevitable entender es que tanto el desarrollo local como el hábitat y la vulnerabilidad social son variables que pueden considerarse de época o contemporáneos, y es después de la segunda mitad del siglo XX (entre los años 70 y 80) que cada una de ellas empieza a ser estudiada y aplicada, por lo que es una necesidad para la sociedad y son usados con gran regularidad en los análisis de esta primera parte del siglo XXI.
A lo largo del siglo XX, los modelos de desarrollo permiten observar dos aspectos relevantes a escala nacional y local sobre la vulnerabilidad social. El primero de ellos es el funcionamiento el mercado de trabajo, la inclusión o exclusión de este afecta un pilar central en la calidad de vida de los individuos, hogares o comunidades. El segundo aspecto relevante se refiere a los mecanismos de protección que el sistema socioeconómico y político genera para su población.
En los inicios del presente siglo se encuentra una paradoja, y es que nunca en la historia pareciera que los individuos han estado protegidos tanto como en la actualidad, sin embargo, existe una sensación de incertidumbre y riesgo que amenaza algunos de los logros obtenidos en el intenso y cíclico proceso de desarrollo económico y social del último siglo. La vulnerabilidad puede ser entendida como un proceso multicausal en la que confluyen, por un lado, la exposición a riesgos y, por otro lado, la capacidad de respuesta y adaptación que tienen individuos, hogares o comunidades. La noción de vulnerabilidad da cuenta de diferentes niveles en la (in)capacidad de respuesta y adaptación en diferentes unidades de análisis (individuos, hogares o comunidades), los cuales pueden ser heridos, lesionados o dañados ante cambios o permanencia de situaciones externas o internas que afectan su nivel de bienestar y el ejercicio de sus derechos civiles, sociales o culturales.
También, el acelerado proceso de urbanización por el que ha transitado la sociedad, ubica al proceso de desarrollo con impronta más urbana, en donde los municipios atenderán una heterogénea y variada gama de demandas de los ciudadanos. La igualdad de acceso de las personas a la infraestructura urbana básica es un criterio de equidad que es facultad indelegable del Estado, tanto a nivel nacional como provincial y municipal. Pero hay que considerar desde ya en las políticas públicas locales que el crecimiento y cambio de composición de la población es una de las fuentes de demanda futura de inversiones en infraestructura y equipamiento urbano. Las políticas de vivienda, infraestructura urbana (agua, cloacas, gas, etc.) equipamiento urbano (salud, educación, seguridad), tránsito, usos del suelo, entre otros, deberán formar parte de políticas de Estado que trasciendan una administración municipal. Todas estas dimensiones de lo urbano se verán influidas por el cambio poblacional de las próximas décadas y por la forma en que se expanda la ciudad en el nuevo ejido urbano.
La vulnerabilidad a la pobreza, la exclusión social y a la marginalidad de grandes grupos de población ha sido una amenaza constante para el fomento del desarrollo local, así como para el mejoramiento del hábitat. Jeffrey Sachs (2008), lo expresa claramente desde otra perspectiva:
Los seres humanos están presentes en todos los nichos ecológicos del planeta, desde las gélidas tundras hasta los bosques tropicales y los desiertos. En algunos lugares, las sociedades han sobrecargado la capacidad de sustentación del territorio, al menos con las tecnologías que utilizan, lo cual se ha traducido en hambrunas crónicas, degradación medioambiental y el éxodo masivo de poblaciones desesperadas. (p.34)
La transmisión intergeneracional de las capacidades de respuestas y de oportunidades de bienestar genera una dinámica particular de reproducción de la vulnerabilidad social, en ese sentido la función de las políticas de desarrollo local se ha considerado, explícita o implícitamente, desde su posibilidad de contrarrestar, anular o revertir los círculos viciosos de la pobreza y la exclusión social, trabajando en función de la calidad del hábitat.
Conclusiones
El mejoramiento del hábitat y la vulnerabilidad social son elementos decisivos del desarrollo local y para el logro de altos niveles de calidad de vida en cualquier sociedad, que es un reflejo del desarrollo integral que debe alcanzar cada nación y territorio, por lo que, se tiene la misión de asegurar resultados que contribuya a desarrollar la responsabilidad gubernamental, institucional y social.
El hábitat y la vulnerabilidad social, enfatizan en un conjunto de condiciones de vida marcadas no tanto por la carencia de recursos e insatisfacción de necesidades básicas, sinopor la presencia de recursos tangibles e intangibles con que cuentan las personas para mejorar su calidad de vida, como son bienes materiales y recursos productivos, capacidades, vínculos y relaciones sociales de apoyo, entre otras, y de su capacidad de gestionarlos convenientemente.