INTRODUCCIÓN
La incidencia del cáncer de piel ha aumentado en los últimos años. El factor ambiental de mayor riesgo para ello es la exposición a la radiación ultravioleta, cuyo exceso lo incrementa, este riesgo es mayor si a la exposición a la radiación ultravioleta se unen otros factores como es la predisposición genética, fototipo cutáneo bajo, historia de quemaduras en la infancia y adolescencia, nevus displásicos múltiples, queratosis actínicas y estados de inmunosupresión.1
Los tumores cutáneos derivados de las epidermis, más importantes en la práctica médica, son los carcinomas basales y los espinocelulares, que se presentan como una masa de tejido de nueva formación con tendencia a crecer y persistir indefinidamente, con crecimiento autónomo, sin función fisiológica y de carácter irreversible, su malignidad se atribuye a presentar un desarrollo por infiltración sin límites y dar una metástasis.1
El cáncer es un problema social para toda la humanidad, se calcula una tasa promedio mundial mínima de 150 casos nuevos por cada 100 000 habitantes, unos 6 millones de nuevos pacientes y una morbilidad que se incrementa con el desarrollo económico industrial y una mayor esperanza de vida. El cáncer de piel es el más frecuente de todos, se estima que entre un 40 y 50 % de toda la población habrá padecido al menos un tipo de cáncer cutáneo al llegar a los 65 años. Los carcinomas de piel son prevenibles tanto por cambios en el modo de vida como por la detección de lesiones indicativas de transformación maligna, lo que se conoce como lesiones precancerosas de la piel. Estos resultados pertenecen al estudio: Factores de riesgo del cáncer de piel en el Área de Salud las Delicias, publicado en la revista Finlay, por: Hernández Caballero, Pérez Cuesta, Rómulo Ávila y Peña García en el año 2022.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el cáncer de piel es una de las neoplasias más frecuentes, con aumento en las últimas dos décadas de personas enfermas en un 300 %. La mayor incidencia se manifiesta en personas de color de piel blanca y en pacientes mayores de 50 años, sin embargo, en los últimos años ha existido un aumento en personas jóvenes.1,2
Cerón y Ayon en su artículo enuncian que el Observatorio Global de Cáncer, en 5 años la prevalencia de melanomas fue de un 5,5 % en América Latina y el Caribe y de un 29,1 % en Norteamérica. En Brasil cerca del 70 % de las neoplasias no melanoma se corresponden con el carcinoma basocelular y el 25 % al espinocelular.2,3
En la región andina, Perú, es uno de los países con mayor índice de radiación ultravioleta, por efectos de la altitud. El boletín epidemiológico emitido por el Ministerio de Salud de esta nación señala, que la incidencia del cáncer de piel está en incrementando y anualmente se diagnostican más de 66 000 casos nuevos y se estima que fallecen más de 32 000 personas por esta enfermedad.4
Ledesma y cols. en su investigación refieren que, en Quito Ecuador, entre el año 2006 y 2010 el promedio de casos de melanoma por año fue de 24 en varones y 29 en mujeres, con un promedio de 11 muertes por año en ambos sexos.5 Cuba no está exenta de presentar este problema de salud, se sitúa dentro de los países de América Latina y el tercer mundo con mayor incidencia del cáncer de piel no melanoma y muestra una tasa de 55,46 ( 100 mil habitantes. Esta realidad, unida a la probabilidad de que en el año 2025 la cuarta parte de su población tendrá más de 60 años, hacen ineludible dirigir todos los esfuerzos a su control y prevención.6
Las campañas de fotoprotección han tenido un impacto positivo en la población y permiten a las personas sanas el cuidado de su piel y la prevención del cáncer. Por lo que el objetivo de la presente investigación fue: describir los principales resultados obtenidos en los diferentes estudios científicos relacionados con los conocimientos, hábitos y aptitudes en fotoprotección para la prevención del cáncer de piel.
MÉTODOS
Se realizó una revisión sistemática en las bases de datos Scopus y Pubmed en (inglés), Scielo y CUIDEN en (español), con perfil de acceso desde la biblioteca electrónica de la Universidad de Granada (UGR) en un período de estudio comprendido desde mayo de 2018 hasta julio de 2022. Se elaboró la pregunta guía a través del acrónimo PICOT7) (Problema, Intervención, Comparación, Resultados y Tiempo), P (población de riesgo mayor de 18 años), I (Conocimientos, hábitos y aptitudes), C (Cuidados relacionados con la Fotoprotección), O (establecer cuidados y prevenir el cáncer de piel) y T (Tiempo en el que se realiza la investigación). La investigación se guió por la siguiente pregunta: ¿Cuáles son los conocimientos, hábitos y aptitudes relacionados con la fotoprotección en población de riesgo mayor de 18 años para establecer cuidados y prevenir el cáncer de piel?
Los términos de búsqueda en español e inglés se determinaron utilizando los Descriptores en Ciencias de la Salud (DeCS) y MeSH (Medical Subject Headings), respectivamente.
Se revisaron artículos originales y de revisión en idioma inglés, español o portugués presentes en las bases de datos declaradas anteriormente.
Se revisaron artículos en los que se trabajó con una población mayor de 18 años de ambos sexos, que estudiaran y/o trabajaran en diferentes ámbitos con exposición solar, las cuales se enmarcan en la atención Primaria de Salud.
Se revisaron artículos que describieran ensayos clínicos y presentaciones de casos.
Para obtener los resultados de la revisión se utilizó la guía actualizada para informar revisiones sistemáticas.8) (Fig. 1).
RESULTADOS
Se confeccionó una matriz útil para el análisis de las referencias bibliográficas que fue incluida en el estudio, donde se describe el título, la valoración de estudios que abordaran la prevención del cáncer de piel dirigidos a diferentes poblaciones de riesgo, si se refieren intervenciones de salud y el país donde se realizaron las diferentes investigaciones (Tabla).
DISCUSIÓN
Los autores de este estudio coinciden con Arredondo y cols.9 cuando plantean que se hace necesario reforzar las acciones educativas relacionadas con la fotoprotección, al mantener un enfoque que logre modificar las conductas perjudiciales por medio de la negociación, y que sea inclusivo respecto a las prácticas positivas, para lograr un cuidado seguro de la piel y disminuir el riesgo de cáncer cutáneo.
Dichos investigadores señalaron en su estudio, que las medidas de protección adoptadas por los trabajadores para prevenir el cáncer de piel eran insuficientes y que los principales cambios a fomentar en su vida cotidiana se relacionaban con los estilos de vida y la facilidad en el acceso a las informaciones y conocimientos sobre el cáncer de piel.9
Si se promueven estos cambios por medio de intervenciones realizadas por los profesionales de la enfermería, conjuntamente con el equipo de salud, en lo que a higiene del trabajo se refiere, se podrá contribuir a la adopción de medidas preventivas contra el cáncer cutáneo en trabajadores expuestos a la radiación solar.
En la investigación realizada por Oliveira y cols.10 en el 2010, se hace referencia a la educación para la salud como una necesidad para proporcionar un conocimiento adecuado sobre el cáncer de piel y las medidas de prevención dirigidas al manejo de las lesiones cutáneas y sus complicaciones.
De igual manera Morales-Sánchez y cols.15) describen el conocimiento de la prevalencia de las conductas de exposición y protección solar, comparan un grupo de adultos y de adolescentes con un comportamiento similar respecto a la exposición solar. Dicho conocimiento es ventajoso para orientar las intervenciones individuales o a nivel comunitario, para disminuir la morbilidad.
Los autores de esta investigación concuerdan en que las medidas de prevención carecen de costo para el individuo, además son fáciles de adoptar y conllevan cambios en los hábitos y actitudes hacia una conducta saludable.
En relación con el empleo de la sombra, como otra medida para la prevención del cáncer de piel, Holman DM y cols.19) plantean que se han realizado pocos estudios que recomienden su uso en los espacios construidos en el entorno. Para abordar esta brecha, y llamar la atención sobre la intersección entre la arquitectura y la práctica de la Salud Pública, revisaron la investigación sobre diseño, uso y políticas de sombreado publicada desde el 1 de enero de 1996 hasta el 31 de diciembre de 2017. Esta investigación propone la provisión de sombra en los espacios al aire libre. De esta forma se garantiza que las personas reciban menos las radiaciones ultravioletas, sobre todo, las Beta que son las más dañinas para la aparición del cáncer de piel, porque es la exposición a la luz ultravioleta (UV) l, la que causa cáncer de piel y es la que más se puede prevenir.25
La necesidad de prácticas de prevención que describe Matthews y cols.23 se refiere a la accesibilidad y eficacia de la consejería como forma para mejorar el comportamiento respecto a la fotoprotección y a la detección temprana del cáncer cutáneo. Poco se sabe sobre la frecuencia y el contenido del asesoramiento en la Atención Primaria de salud. Este resultado coincide con el descrito por Sánchez y cols.12 en el artículo denominado: Hábitos sobre fotoprotección en pacientes de consulta dermatológica, desarrollado en la Atención Primaria de salud. Entre los principales resultados obtenidos en dicha investigación se encuentran que los pacientes nunca realizan el auto-examen de piel, ni utilizan accesorios que contribuyan a la fotoprotección. Además, el cuidado de la piel ante la sobreexposición solar reflejó insuficiencias. La población estudiada no conoce su tipo de piel y no recibió orientaciones sobre cómo cuidarla.
Ambas investigaciones dejan claras las brechas en los conocimientos, hábitos y actitudes ante la exposición solar, por lo que es de vital importancia realizar intervenciones en la población, basadas en la prevención desde la Atención Primaria de salud, en las cuales los profesionales de la enfermería juegan un papel primordial en la educación sanitaria para lograr cambios en las conductas saludables relacionadas con la fotoprotección.
Varios son los artículos que hacen referencia a las prácticas de exposición y protección solar en jóvenes universitarios y en las escuelas primarias. En estos artículos se recomienda la realización de acciones educativas, individuales y colectivas que deben fortalecerse y priorizarse teniendo en cuenta la incidencia de cáncer de piel como se refiere en la investigación realizada por Urasaki y cols.11) quienes plantean que, a pesar de que la muestra haya sido constituida por personas con mayor acceso a información relevante acerca del tema, se constató exposición y protección solar, de manera impropia.
Por otra parte, Da Silva y cols.13 al investigar los hábitos de exposición solar en estudiantes universitarios de Teresina-PI, en Brasil, reportan que están expuestos al sol y usan las medidas fotoprotectoras de forma inadecuada, a lo cual se suma que la minoría refiere recibir orientaciones profesionales al respecto.
Curbelo-Alonso y cols.14 refieren en su estudio que la incidencia de cáncer de piel se ha triplicado en los últimos años, por lo que el conocimiento sobre factores de riesgo y la prevención son necesarios para el médico general en formación. Los profesores coinciden en que dentro de los temas de prevención impartidos en la carrera de medicina es insuficiente el abordaje sobre la prevención de este tipo de cáncer, de acuerdo a las necesidades básicas del médico general en formación. La detención precoz garantiza una adecuada prevención de la enfermedad.
Resultados similares fueron obtenidos en la investigación realizada por Trad y cols.21 en la que evaluaron el comportamiento y el conocimiento sobre el cáncer de piel entre los estudiantes de una universidad de Texas. Los autores de esta investigación concuerdan con los resultados de dicho estudio en el que la intervención conductual es fundamental para reducir el riesgo de cáncer de piel en los alumnos y en que estos deben adquirir conocimientos para concientizar la importancia de mantener la salud de la piel y minimizar el riesgo de desarrollar cáncer cutáneo.
En 2020, Blázquez-Sánchez y cols.17 declararon las propiedades psicométricas de un cuestionario y lo convirtieron en una herramienta válida y confiable para el estudio de los conocimientos, actitudes y hábitos respecto a la exposición solar en la población joven-adulta. Indudablemente con el uso de esta herramienta se puede determinar la brecha existente en el área del conocimiento y aplicar medidas de fotoprotección mediante intervenciones saludables.
De la bibliografía revisada sobre los hábitos, actitudes y conocimientos en fotoprotección, relacionados con la prevención del cáncer de piel, resalta un estudio realizado en Irán por los autores, Ali Khani Jeihooni y cols.25 Esta investigación mostró la efectividad de la intervención basada en la teoría de la motivación hacia la protección en la adopción de conductas preventivas del cáncer de piel. En relación con la prevención de esta neoplasia en diferentes poblaciones, desde la Atención Primaria, la bibliografía destaca la importancia del asesoramiento sobre los factores de riesgo modificables y estrategias para evitar los efectos dañinos del sol, en particular, para pacientes con antecedentes personales o familiares de cáncer de piel. Pérez y cols.18 recomiendan que el personal de salud aconseje a tanto a los adolescentes y adultos jóvenes, como a sus padres, sobre cómo minimizar la exposición a la radiación UV para reducir el riesgo de cáncer de piel.
Por su parte Matthews y cols.22 destacan la poca consejería que se emplea en el entorno de la Atención Primaria. A su vez refieren la importancia de la variabilidad en el contenido, la consejería de prevención consistente y rutinaria, así como las expectativas clínicas claras con respecto a la educación sobre el cáncer de piel. Similares resultados los expresa Hung M23) en un estudio realizado en 2022 donde refiere guiar la educación a futuros esfuerzos e investigaciones sobre la prevención del cáncer de piel y sugieren además la necesidad de desarrollar una orientación masculina encaminada a mitigar la disparidad de género en el empleo de medidas de protección solar. Según la revisión sistemática desarrollada por Alonso-Belmonte y cols.16 entre las medidas más eficaces para mejorar los hábitos de protección solar y de esta forma prevenir el cáncer cutáneo, estuvo la aplicación de programas de educación en la prevención primaria.
Los autores destacan que la mayoría de las investigaciones revisadas plantean la necesidad de aplicar programas de intervención y consejerías, pero estos se limitan solamente a ofrecer una propuesta, excepto dos trabajos, en el estudio realizado por Khani y cols.25 implementan la intervención y la evalúan como positivas y Matthews y cols.22 realizaron la intervención, pero solo expusieron resultados preliminares.
Los estudios científicos que abordan conocimientos, hábitos y aptitudes en relación con la fotoprotección para la prevención del cáncer de piel, destacan entre sus principales resultados que la principal conducta para garantizar una adecuada acción protectora saludable es direccionar programas de educación en la prevención primaria de salud.