INTRODUCCIÓN
La producción porcina requiere especialistas veterinarios con conocimiento y las habilidades prácticas necesarias para el correcto desempeño de esa labor. Existen explotaciones que, en aras de un mayor rendimiento económico, no satisfacen los requerimientos mínimos básicos. En tales casos, múltiples enteropatógenos, a los que están expuestos estos animales desde el nacimiento, encuentran la brecha para afectar a las categorías más sensibles: crías y precebas (Gui-Yan et al., 2019; Rodríguez et al., 2020). Dos de los principales agentes bacterianos involucrados son Escherichia coli, en sus diversos patotipos, algunos de los cuales son zoonóticos (Shah, Aziz, Zakaria, Lin y Goni, 2018) y Salmonella (Barba-Vidal et al., 2018).
El patotipo enterotoxigénico de E. coli (ECET) ocasiona grandes pérdidas económicas a la industria porcina, acaparando el protagonismo en la generalidad de lo publicado. La mayoría de las ECET involucradas en las colibacilosis neonatales expresan fimbrias F4, F5, F6 (antiguamente designadas K88, K99 y 987P, respectivamente) o F41. Mientras que las responsables de este síndrome en precebas portan F4 o F18ac (Kanengoni et al., 2017; Luppi, 2017). No obstante, otros patotipos participan en el fenómeno analizado, destacando en las diarreas postdestete: E.coli enteropatogénicas (ECEP) y E.coli productoras de toxina Shiga (ECST), también denominadas verotoxigénicas (ECVT). Ambas, por su dosis infectiva tan baja, constituyen un serio problema de salud pública (Gui-Yan et al., 2019).
Estos patotipos, al igual que otros tres que no se detallan (Shah et al., 2018), poseen factores de virulencia y de colonización particulares, de ahí que los métodos para su identificación difieran. Tarea que se ha ido complejizando ya que, la presión selectiva del entorno y las colaboraciones de estas poblaciones en biofilms para una subsistencia exitosa (Barreto et al., 2016a, b), han conllevado a que cada vez con mayor frecuencia se aíslen cepas híbridas ECET/ECST, tanto en casos de diarreas neonatales como pos destete (Gui-Yan et al., 2019).
Las salmonelosis septicémicas en cerdos son ocasionadas mayormente por Salmonella serovar Choleraesuis y, en menor grado, por Salmonella serovar Typhimurium. En los cuadros diarreicos por lo general se invierte su orden. También constituyen una importante causa de pérdidas en la producción porcina por concepto de tratamientos e incumplimientos con los compromisos asociados a ventas de carne y subproductos. En los Estados Unidos se refieren pérdidas anuales en el orden de los 100 millones de dólares. Otros serovares causantes de diarreas son Derby, Heidelberg, Dublin y Enteritidis (Binh, Nghiem y Giang, 2017). Todos son una frecuente causa de salmonelosis no tifoidea en humanos, siendo Typhimurium el de mayor riesgo zoonótico por su elevada invasividad. En diversos países desarrollados representan la segunda causa de enfermedades transmitidas por alimentos (Rodríguez, Barreto, Bertot y Vázquez, 2013; Campos, Mourão, Peixe y Antunes, 2019).
Todo lo expuesto motivó esta investigación que tuvo como objetivo comparar el comportamiento de la salmonelosis y la colibacilosis en crías y precebas en una unidad especializada porcina de Camagüey.
MATERIALES Y MÉTODOS
El trabajo se realizó en una unidad especializada porcina de Camagüey. Se utilizaron los datos correspondientes a muertes y envíos de muestras al laboratorio contemplados en su libro de registros durante tres años (enero de 2014 a diciembre de 2016). Las variables estudiadas fueron: enteropatías (salmonelosis y colibacilosis), categorías (precebas y crías) y mortalidad. Se compararon las proporciones de mortalidad por cada una de las combinaciones de etiología y categorías, utilizando la técnica de comparación de dos proporciones en el software Minitab 16 (2013).
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Durante el período analizado hubo una marcada afectación de la masa porcina debida a mortalidades por colibacilosis y salmonelosis; la proporción de muertes debidas a la primera enteropatía fue significativamente (p<0,001) superior (Tabla 1).
Etiología | Muertos | N | Proporción | Diferencia | IC (95 %) |
---|---|---|---|---|---|
Colibacilosis | 2863 | 3813 | 0,751a | 0,501 | (0,482- 0,521) |
Salmonelosis | 950 | 3813 | 0,249b |
Leyenda: letras diferentes implican diferencia significativa (Z = 50,65 P-Valor = 0,000)
Como puntualizan Acquisition Services Directorate And Risk Management Agency (2015), ambas figuran entre las enfermedades catastróficas del cerdo en Estados Unidos. En relación a las colibacilosis, señalan que su agente etiológico, además de diarrea puede provocar el edema del cerdo en animales adultos. En los síndromes diarreicos participan múltiples serotipos. La magnitud en las perdidas reproductivas, mortalidad, y atrasos en el crecimiento son variables. Las salmonelosis, debidas a Salmonella serovar Choleraesuis y S. serovar Typhimurium, son causas de retardos del crecimiento y mortalidad ocasional entre los animales en crecimiento. Valoración que subordina a estas últimas al daño característico de las colibacilosis, como se ha observado en los resultados obtenidos.
En investigaciones realizadas en torno al complejo fenómeno de las diarreas en las producciones porcinas y sus agentes causales, E. coli, por lo general supera a Salmonella, tanto en frecuencia de presentación como en mortalidad (Ruiz et al., 2016). Resultado tal vez condicionado por el hecho de que esta especie, a ese arsenal genético propio de las bacterias gramnegativas que condiciona la adaptabilidad y resistencia al entorno, suma particularidades patogénicas que han propiciado su diferenciación en patotipos, seis de ellos entéricos, como ya se ha mencionado (Bai et al., 2019). Todos con elevadísima versatilidad para colonizar el intestino de mamíferos y aves (Shah et al., 2018).
La colibacilosis, en ambas categorías, tuvo un efecto sobre la mortalidad significativamente mayor (p<0,001) al debido a salmonelosis; en ambas enfermedades las crías resultaron las más afectadas (Tabla. 2).
Combinaciones | Muertes o eventos | N o ensayos | Proporción | Diferencias | IC (95 %) | Z | P |
---|---|---|---|---|---|---|---|
Crías - colibacilosis | 1695 | 2199 | 0,1771a | -0,542 | (-0,566, -0517) | -42,73 | 0.000 |
Crías - salmonelosis | 504 | 0,229b | |||||
Preceba - olibacilosis | 1168 | 1614 | 0,724a | -0,447 | (-0,478, -0,416) | -28,42 | 0,000 |
Preceba - salmonelosis | 446 | 0,276b | |||||
Colibacilosis - crías | 1695 | 2863 | 0,592a | 0,184 | (0,159, 0,021) | 14,17 | 0,000 |
Colibacilosis - precebas | 1168 | 0,408b | |||||
Salmonelosis - crías | 504 | 950 | 0,531a | 0,061 | (0,016, 0,106) | 2,67 | 0,008 |
Salmonelosis - precebas | 446 | 0,469b |
Leyenda: letras diferentes implican diferencia significativa (p<0,001)
En referencia a este síndrome entérico baste recordar que múltiples fimbrias (F4, F5, F6 y F41) posibilitan la adhesión de cepas de ECET a receptores de los enterocitos en el caso de las crías, en tanto sólo dos (F4 y F18ac) facilitan este tipo de enlace en precebas (Luppi, 2017). Detalle que, sumado a la inmadurez inmunológica, podría explicar por qué la proporción de muertes fue superior en los animales en sus primeras semanas de vida. Aunque se trata de un fenómeno multifactorial en el que deficiencias en el manejo zootécnico y otras medidas pueden igualar (Rodríguez et al., 2020), e incluso invertir, los niveles de mortalidad en estas categorías (Gui-Yan et al., 2019).
Los elementos de incertidumbre expuestos en el párrafo anterior también resultan válidos a lo constatado en la proporción de muertes provocadas por salmonelosis. Si bien, por lo general, se asume que las mayores afectaciones ocasionadas por este enteropatógeno ocurren a continuación del destete, favorecidas por el estrés, alteración de la microbiota intestinal, calidad de los piensos y factores particulares de virulencia del agente etiológico (Knetter et al., 2015), no se pueden obviar otros factores que inciden desde la primera semana de vida de las crías. En tal sentido vale puntualizar que las cerdas primíparas, luego de una semana, liberan al entorno un 38,4 % de Salmonella, porcentaje que asciende al 51,6 % en aquellas con 2-5 partos. En tiempos lluviosos los valores de expulsión de este agente oscilan entre 37,5 % y 71,4 % por lo que constituyen una importante fuente de infección para las crías (Binh, Nghiem y Giang, 2017).
El control de ambas enfermedades descansa en la aplicación de medidas de control sanitario y la antibioterapia ante la aparición de los brotes diarreicos. Variante, esta última, que más que solución ha contribuido a potenciar la antibiorresistencia en los agentes etiológicos comprometidos (Barreto et al., 2016b; Zhang et al., 2019); también a favorecer la selección de cepas con una virulencia incrementada (Barreto et al., 2016a).
Lamentablemente, esta es la realidad que se confronta al abordar las enteropatías en las explotaciones porcinas, en particular las estabuladas (Barreto, Rodríguez, Bertot y Delgado, 2015; Vega-Cañizares et al., 2018), lo cual lejos de enfrentar la causa, trata de controlar su efecto. Para nada se tiene en cuenta la necesidad de propiciar el establecimiento de una microbiota adecuada durante la etapa de cría, tampoco de ayudar a restablecer la misma al destete, así como emplear opciones de alimentos que favorezcan el rápido restablecimiento de las microvellosidades tan dañadas en ese momento (Barreto et al., 2015; Missotten, Michiels, Degroote y de Smet, 2015; Dou et al., 2017; Lépine et al., 2019; Mukhopadhya, O’Doherty & Sweeney, 2019).
Durante las décadas de los 80 y 90, se prestó una gran atención al estudio de la colibacilosis, su prevención y control, con énfasis en la provincia de Camagüey. El desarrollo de la vacuna VACOLI constituyó un hito, con excelentes resultados en las unidades donde se aplicó. Otro momento relevante fue la puesta a punto y aplicación de AuBIODOT-ECET, primero en su tipo, basado en un panel de anticuerpos monoclonales contra fimbrias F4, F5, F6 y F41, capaz de detectar ECET a partir de exudados rectales en las propias unidades en solo 45 minutos (Campal, 2009). En las salmonelosis, el establecimiento del tipo de serovar a partir de los aislamientos de humanos, animales y alimentos posibilitó una aproximación más real al comportamiento de esta enfermedad y su epidemiología en esas décadas (Sedrés, Hernández, Barreto y Mayo, 1993; Hernández, Barreto y Guevara, 1993; Rodríguez, Barreto, Sedrés, Bertot, Martínez y Guevara, 2011 a, b). En la medida que avanza el nuevo milenio, cada vez más, ambos diagnósticos obedecen a criterios clínicos y anatomopatológicos; impreciso el primero, tardío el segundo.
Aunque no existen fuentes donde se aclare oficialmente las limitantes que motivaron la Realmente, los estudios bioquímicos y serológicos tradicionales, aunque efectivos en su momento, resultaban trabajosos y demorados; los basados en fimbrias y enterotoxinas, muy variables en las primeras y dependientes de técnicas agresivas a los animales y/o de laboratorios muy especializados las segundas (Barreto, 2007; Campal, 2009).
Vale entonces considerar lo realizado en otros escenarios, no siempre privilegiados por el desarrollo. Además de aplicar variantes contemporáneas, han simplificado los procedimientos para el estudio de brotes diarreicos. El muestreo se reduce a las heces frescas depositadas en el piso, lo cual, además de simplificar y agilizar ese paso, contribuye a un diagnostico colectivo de la situación. Con el auxilio de qPCR (Quantitative Polimerase Chain Reaction) amplifican los genes de virulencia propios de enteropatógenos presentes en dicha muestra (Weber et al., 2017).
Como colofón de lo analizado podría señalarse que, dada la carencia de vacunas para prevenir ambas enteropatías, así como métodos de diagnósticos precisos y rápidos, una opción para reducir el impacto negativo de las mismas sería el empleo de alternativas encaminadas a lograr la estabilidad de la microbiota de los cerdos en las dos etapas críticas analizadas (Missotten et al., 2015). El uso de probióticos ha tenido respuestas muy satisfactorias en UEB del país (Vega-Cañizares et al., 2018). Otra variante, más simple y acorde a cualquier sistema de producción porcina, tan efectiva como la anterior, es el uso de microorganismos autóctonos multipropósito en la dieta y tratamiento del agua de consumo de estos animales (Rodríguez et al., 2013; Barreto et al., 2015; Polyorach et al., 2018).
CONCLUSIONES
Las enteropatías (colibacilosis y salmonelosis) son una causa importante y frecuente de mortalidad en los sistemas intensivos de crianza porcina. La proporción de muertes por colibacilosis fue significativamente mayor (p<0,001) a la salmonelosis en crías y precebas, siendo las primeras las más afectadas por ambos enteropatógenos. Su elevada afectación puede estar asociada a la ausencia de un plan de vacunación, un oportuno diagnóstico y la adopción de medidas preventivas que estimulen la respuesta inmune de los animales y contribuyan al establecimiento y estabilidad de una microbiota intestinal adecuada