Introducción
El acoso escolar, ha adquirido una creciente atención y alarma social en los últimos años, debido a la mayor difusión que tienen los acontecimientos por la influencia de los medios de comunicación (prensa, radio, televisión, internet), de modo que hechos puntuales, inadmisibles, se han convertido en temas de gran actualidad.1),(2),(3) Ocurre en niños y adolescentes durante la etapa escolar y se trata, probablemente, de un fenómeno que ha estado siempre presente en nuestra sociedad.4),(5),(6 La palabra bullying deriva del vocablo inglés bully que simboliza valentón, matón; mientras como verbo significa maltratar, amedrentar, acosar.3),(6),(7
El inicio de las investigaciones sobre el acoso escolar está documentado en Suecia a finales de los años 60 como consecuencia del suicidio de tres adolescentes.11 En 1973, Olweus realiza una exploración al Norte de Europa acerca de dinámicas violentas entre iguales. Se lleva a cabo, en 1983 el primer estudio longitudinal;12),(13),(14 como resultado de sus trabajos, el Ministerio de Educación de Noruega implanta una campaña de reflexión y prevención.11 Olweus, tiene el mérito de haber abordado de manera frontal el bullying, transformando este fenómeno de invisible a visible, de normal a preocupante.12
Numerosos trabajos han abordado la violencia escolar en diversos países desarrollados y su importancia social ha ido en aumento.13 En los Estados Unidos de Norteamérica desde finales de los años 90 una elevada frecuencia de incidentes de violencia escolar, ha dirigido la atención hacia este problema.7),(15 Según investigaciones de la UNESCO, La violencia entre alumnos constituye un problema grave en toda América Latina, Argentina es el país en el que más extendida está la violencia física entre los niños, y prosiguen, Ecuador, la República Dominicana, Costa Rica y Nicaragua.14),(16),(17)
En Cuba, se han realizado pocas investigaciones que han abordado este fenómeno. La UNESCO manifiesta que Cuba, es el país con menor porcentaje de niños que son agredidos física o verbalmente.14 El objetivo de la siguiente investigación fue describir el comportamiento del acoso escolar en estudiantes de 14 a 17 años en el Preuniversitario Saúl Delgado del municipio Plaza de la Revolución, así como identificar el papel de los padres y profesores ante el mismo.
Metódos
Se realizó un estudio descriptivo de corte transversal en adolescentes de 14 años a 17 años, que cursan el décimo, onceno y duodécimo grados en el preuniversitario Saúl Delgado del municipio Plaza de la Revolución, sus padres y profesores, en noviembre de 2018. De esta forma se obtuvo información científica desde varios puntos de vista de un mismo problema (Figura 1).
El universo estuvo formado por todos los estudiantes del instituto: 1200 que cursan el décimo, onceno y duodécimo grados en el preuniversitario Saúl Delgado del municipio de Plaza de la Revolución, La Habana. El tamaño de la muestra representativa se calculó, considerando una muestra finita para variables cualitativas, con un intervalo de confianza de 95 % resultando 103 estudiantes del total de 1200.
Previa autorización del Municipio de Educación y de la dirección de la escuela, se procedió a la consulta y obtención del consentimiento escrito de los padres de los adolescentes objeto de estudio, de los propios adolescentes y de los profesores en reunión de padres. Posteriormente se aplicaron 3 encuestas, tituladas: Cuestionario sobre preconcepciones de intimidación y maltrato entre iguales, hoja de preguntas para el alumnado, profesores y padres, Adaptado de Ortega, Mora-Merchán y Mora.
Las encuestas aplicadas fueron validadas y utilizadas en España en varias investigaciones que abordan este fenómeno con resultados satisfactorios.18),(19
Las encuestas fueron de carácter anónimo donde se recogieron las características del acoso escolar, desde el punto de vista del propio adolescente y la valoración también de sus padres y profesores, mediante la utilización de preguntas cerradas que permitieron una o varias respuestas.
Todas las variables incluidas en el estudio se expresaron en frecuencias absolutas y relativas (porcentaje). Se realizó un análisis entre la variable víctima de acoso escolar y las siguientes variables: sexo, grado de escolaridad, relación con el profesor, opinión de los padres sobre si su hijo es víctima de acoso escolar, situaciones en el hogar, relaciones en el hogar y necesidad de solucionar el acoso escolar; mediante el uso de tablas de contingencia de tipo N x N, utilizando el paquete estadístico IBM SPSS Statistics versión 23, con pruebas de Chi cuadrado y una significación estadística p > 0,05.
Se realizó además un análisis multivariado de correspondencias múltiples de variables resultantes de la encuesta aplicada a los padres de los estudiantes y a los profesores, así como a las variables de estudiantes que definieron víctimas, distribuidas en 2 dimensiones, con vistas a identificar subgrupos homogéneos de variables que se asociaran.
Resultados
La distribución de los estudiantes según roles de participación en el acoso escolar se comportó como sigue: 18,4 % de víctimas (19), un 10,7 % de agresores (11) y un 70,9 % de espectadores. Un solo estudiante correspondió a agresor victimizado.
En la tabla 1 se muestra que de los 19 estudiantes que fueron víctima de acoso escolar, el 78,9 % pertenecieron al sexo masculino, siendo 3,75 veces más frecuente en el sexo masculino que en el femenino.
En la tabla 2 se muestra la opinión de los estudiantes sobre el acoso escolar, apreciándose que los sobrenombres (“nombretes”) y burlas fueron señalados por el 61,1 % de los estudiantes, seguidos del rechazo y aislamiento (32,0 %). El 53,4 % de los estudiantes no identificaron con claridad el lugar donde ocurría el acoso escolar, el 26,2 % señaló el aula de clase como lugar del maltrato y el 19,4 % reconocieron que ocurría en la calle aledaña al centro escolar. Se muestra que del total de estudiantes que han sido víctimas de acoso escolar (n = 19), el 78,9 % son maltratados por alumnos del mismo curso siendo de la misma aula el 52,6 %. El 57,9 % de los estudiantes opinaron que nadie detiene la situación de maltrato, que es detenida en un 31,6 % por los mismos compañeros y solamente en el 10,5 % por los profesores. En cuanto a comunicar la situación de acoso escolar, el 42,1 % lo comunica a sus compañeros, en un 21,0 % a sus familiares y solamente el 5,3 % a sus profesores.
En la figura 2 se muestra el resultado de un análisis de correspondencias múltiples de variables resultantes de la encuesta aplicada a los padres y estudiantes, distribuidas en 2 dimensiones, con vistas a identificar subgrupos homogéneos de variables que se asocien. Se evidencia que las variables que definen claramente la víctima de maltrato escolar (E10, E11, E13 y E18) no se asocian con las variables de los padres, lo cual demuestra una separación entre estas variables.
En la tabla 3 se muestra que de los 19 estudiantes que sufrieron maltrato escolar, el 94,7 % de sus padres no contemplaban la posibilidad de que su hijo fuera víctima de maltrato escolar. El 26,3 % de los mismos, tenían relaciones regulares en el hogar con sus familiares, contrastando con el resto de los estudiantes que no sufrieron acoso escolar, donde solo un 8,3 % señalaron que las relaciones en el hogar eran regulares, lo cual fue estadísticamente significativo.
Discusión
Al analizar la distribución de los estudiantes según roles de participación en el acoso escolar (tabla 1), se aprecia un 18,4 % de víctimas, un 10,7 % de agresores y un 70,9 % de espectadores. Un solo estudiante correspondió a la categoría de agresor victimizado. En un estudio realizado en 11 países de Europa con niños y adolescentes de 8 años a 18 años, se apreció que la proporción de estudiantes que padecían acoso escolar era del 20,6 %, y en España esta cifra alcanzaba el 23,7 %.20),(21),(22) En un estudio realizado en el año 2017 en 7 provincias urbanas de China donde se estudiaron 3675 estudiantes, se evidenció un 18,75 % de víctimas de acoso escolar, un 8,9 % de agresor y un 72,2 % de espectadores.23 En otro estudio realizado en Perú por Amemiya y colaboradores,24) el 47,4 % de los alumnos encuestados manifestó violencia escolar. Los porcentajes de ser víctimas de acoso escolar difieren entre los distintos países participantes, con proporciones entre el 3 % y el 33 % en los estudiantes de 11 a 15 años.19),(25),(26 Estos resultados pueden estar influidos por el desarrollo económico del país y del sistema educacional del mismo.
En Cuba, se han realizado pocas investigaciones que han abordado este fenómeno, en un estudio anterior realizado por el Hospital Borrás Marfán en el año 2016 sobre acoso escolar en estudiantes de 10 a 12 años del municipio Plaza, se evidenció una frecuencia de 15,5 % de maltrato escolar.27 La UNESCO manifiesta que Cuba es el país latinoamericano con menor porcentaje de niños que son agredidos física o verbalmente.14 La siguiente investigación evidencia que el porcentaje de adolescentes que sufren acoso escolar es similar al de países europeos y desarrollados.
En la tabla 1 se muestra que de los 19 estudiantes que fueron víctima de acoso escolar, el 78,9 % pertenecieron al sexo masculino, siendo 3,75 veces más frecuente en el sexo masculino que en el femenino, lo cual coincide con investigaciones realizadas en España, al señalar que los chicos, participan más en las situaciones de acoso escolar que las chicas, tanto en el papel de agresores como en el de víctimas.20),(28 En el estudio de Mendoza,29) el 56,2 % de las víctimas de acoso escolar eran varones. Por su parte, Albores-Gallo y colaboradores,30 reportan también un predominio del sexo masculino en el grupo identificado como víctimas de acoso escolar. En la investigación de Gómez31 realizada en México en escolares de primaria, el 75 % de las víctimas fueron varones. En el trabajo cubano de Monteagudo,27) se evidencia que el 81,8 % de las víctimas fueron del sexo masculino. Todos estos resultados demuestran que el acoso escolar es más evidente en el sexo masculino, donde el patrón estigmatizador de la sociedad puede tener gran influencia, el masculino se identifica frecuentemente como el fuerte, dominante, agresivo; quien más frecuente forma grupos y pandillas encargados en el contexto escolar de originar el maltrato hacia otros estudiantes.
En la tabla 2 se muestra que los sobrenombres (nombretes) y burlas fueron señalados por el 61,1 % de los estudiantes, seguidos del rechazo y aislamiento el 32,0 % y el 10,7 % recibió daño físico. Varias investigaciones demuestran que el maltrato psicológico es más frecuente que el físico, siendo los fenómenos de ridiculización los más preponderantes. En la investigación realizada por Fernanda y colaboradores,32 la principal forma de acoso fue la ridiculización con un 44,5 %, en el reporte de Joffre et al,33) las formas más frecuentes de maltrato fueron los insultos y los apodos en el 40,9 %; las burlas y humillaciones en el 16,5 %. El daño físico directo a través de empujones, golpes, patadas y otras acciones se encontró en un 15,9 %.
Méndez y Cerezo34) hallaron también un predominio de los insultos y amenazas como principal forma de maltrato en el 53,2 %, seguido por el rechazo en 35,8 % de los casos, mientras que la agresión física estuvo presente en un porcentaje menor: 7,9 %.
En un trabajo, publicado en el 2012 por la UNESCO, se examinaron los resultados de 2 969 escuelas, 3 903 aulas y 91 223 estudiantes, de 16 países latinoamericanos: Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, la República Dominicana y Uruguay. El 51,1 % del total de los estudiantes dicen haber sido víctimas de insultos, amenazas, golpes o robos por parte de sus compañeros de escuela durante el mes anterior al que se recogieron los datos. La agresión más frecuente fue el robo en el 39,4 % de los casos, seguida de la violencia verbal 26,6 % y la violencia física afectó a 16,5 %.14
En términos de insultos o amenazas, Argentina es el país que muestra las cifras más altas. Detrás figuran Perú, Costa Rica y Uruguay, donde más del 30 % de los alumnos afirman haber sido maltratados verbalmente por algún compañero.7),(9),(13),(14),(16
Respecto a la violencia física entre alumnos, cinco países muestran altos niveles: Argentina 23,5 %, Ecuador 21,9 %, República Dominicana 21,8 %, Costa Rica 21,2 % y Nicaragua 21,2 %. Cuba aparece como el país con el menor porcentaje de niños que señalan haber sido golpeados recientemente por compañeros con solo 4,4 %,14) porcentaje menor que el encontrado en la actual investigación. En la investigación cubana de Monteagudo,27) se evidenció que los nombretes y burlas fueron las formas más frecuentes de maltrato escolar: 80,3 %.
El 53,4 % de los estudiantes no identificaron con claridad el lugar donde ocurría el acoso escolar, el 26,2 % señaló el aula de clase como lugar del maltrato y el 19,4 % reconocieron que ocurría en la calle aledaña al centro escolar (Tabla 2). Estos resultados coinciden con la investigación cubana de Monteagudo,27) así como otras investigaciones internacionales,35),(36) donde se evidencia que el sitio más frecuente de acoso escolar fue el aula de clase, seguido del patio de la escuela en ausencia del profesor.
Fernanda y colaboradores,32 reportaron también que los lugares más utilizados para agredir a los estudiantes son el salón de clase s y el patio del colegio. Méndez y Cerezo,34 concluyeron que el aula (46,4 %), el patio (34,2 %) y los pasillos (12,8 %), son los principales sitios donde acontece el acoso escolar. Varios estudios señalan que, en el aula, en ausencia del profesor es donde más frecuentemente ocurre el maltrato escolar, es importante destacar que el horario lectivo debe transcurrir con pocos momentos de ausencia del profesor en el aula, las clases bien preparadas, motivadoras, donde el profesor deja de ser el centro de la atención y se establecen las llamadas clases o conferencias dialogadas, donde el estudiante adquiere un papel más protagónico y le dan muy poca cabida a momentos de distracción y mucho menos a fenómenos de maltratos hacia otros estudiantes, despertando en el estudiante las ansias del conocimiento. La deficiente preparación, la pérdida de autoridad y la falta de control del profesor son factores importantes a tener en cuenta.
Del total de estudiantes que han sido víctimas de acoso escolar (n = 19), el 78,9 % son maltratados por alumnos del mismo curso siendo de la misma aula el 52,6 %, lo cual confirma que el aula es un escenario esencial para el desarrollo del acoso escolar, lugar donde el profesor debe ejercer su labor cotidiana (Tabla 2). El 57,9 % de los estudiantes víctimas opinaron que nadie detiene la situación de maltrato, tomando un curso natural y que es detenida en un 31,6 % por los mismos compañeros y solamente en el 10,5 % por los profesores, por lo tanto, el profesor escasamente controla las situaciones de maltrato que ocurren en sus propias aulas del centro preuniversitario.
En cuanto a comunicar la situación de acoso escolar (Tabla 2), el 42,1 % de las víctimas de maltrato escolar lo comunican a sus compañeros, en un 21,0 % a sus familiares y solamente el 5,3 % a sus profesores, lo cual demuestra que la comunicación de estos estudiantes con profesores y padres es realmente escasa. Fernanda y colaboradores,32 señalan que la mayoría de las víctimas no le cuentan a nadie (24,6 %), y otros se lo relatan a un amigo o familiar, son pocos los estudiantes que manifiestan decirle al profesor o a un directivo de la institución. Oliveros y colaboradores,37) encontraron que la tercera parte de los padres no prestaban atención a las quejas de sus hijos.
Resulta interesante señalar que, en el estudio de Cabezas,38 una cantidad muy alta de estudiantes que arremeten contra sus iguales, no recibe ningún castigo, situación de alerta que llama la atención hacia aquellas personas encargadas de disciplinar cuyo rol no se está cumpliendo. Los maestros y padres de familia, a menudo, optan por no hacer nada pensando que el acoso entre pares se extinguirá naturalmente. Sin embargo, la evidencia apunta a que no ocurre así. Estudios longitudinales muestran que el acoso permanece por muchos años y que los roles se mantienen: un niño que es víctima a los siete años mostrará el mismo estatus ocho años después.39),(40),(41),(42),(43)
En la figura 2 se muestra un análisis de correspondencias múltiples de variables resultantes de la encuesta aplicada a los padres y estudiantes, distribuidas en 2 dimensiones. Se evidencia que las variables que definen claramente la víctima de maltrato escolar (E10, E11, E13 y E18) no se relacionan con las variables de los padres. En la tabla 3 se muestra que de los 19 estudiantes que sufrieron maltrato escolar, el 94,7 % de sus padres no contemplaban la posibilidad de que su hijo fuera víctima de maltrato escolar. Esto contrasta con la opinión de los padres que platean tener plena confianza y comunicación con sus hijos. De los 19 estudiantes que sufrieron acoso escolar, el 26,3 % tenían relaciones regulares en el hogar con sus familiares, contrastando con el resto de los estudiantes que no sufrieron acoso escolar, donde solo un 8,3 % señalaron que las relaciones en el hogar eran regulares, lo cual fue estadísticamente significativo. Es decir, las relaciones regulares con sus familiares fue un factor de riesgo estadísticamente significativo para ser víctima de maltrato en la escuela.
Según Fujikawa y colaboradores,44 las relaciones violentas entre el niño y sus familiares en el hogar son la fuente original del maltrato escolar tradicional. La violencia familiar, incluyendo la violencia física y la violencia para establecer disciplina y orden, origina un patrón de imitación por el niño y adolescente en el contexto escolar. Los adolescentes expuestos a violencia familiar tienden a experimentar distrés psicológico y pueden sentirse impotentes y menos confiados. Ellos son psíquicamente más vulnerables al maltrato escolar.44),(45),(46),(47),(48
Conclusiones
La incidencia de acoso escolar en adolescentes del centro preuniversitario Saúl Delgado de la Habana fue inferior a los mostrados por la UNESCO en los países latinoamericanos, y similar a países desarrollados. La forma más frecuente de acoso escolar fue el maltrato psicológico motivado por provocaciones, bromas o molestias, ocurriendo mayormente en el aula o en la calle aledaña a la escuela. Las relaciones deficientes entre los estudiantes con sus padres y profesores, así como las situaciones de violencia familiar se asociaron con mayor incidencia de acoso escolar.