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Revista Cubana de Educación Superior

versión On-line ISSN 0257-4314

Rev. Cubana Edu. Superior vol.39 no.2 La Habana mayo.-ago. 2020  Epub 01-Ago-2020

 

Artículo Original

Aportaciones metodológicas a la investigación de temas de juventud

Methodological Contributions to Research into Youth-Related Topics

0000-0001-5787-9763Yannet Paz-Calderón1 

1Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Tecnológica de la Mixteca, Oaxaca, México.

RESUMEN

La gran apuesta de este trabajo es proponer un ejercicio epistémico e histórico que contribuya al análisis de temas sociales, como los relacionados con los sujetos jóvenes. Se presentan dos niveles de reflexión: el primero es de orden político porque busca mostrar que, en el ámbito de las ciencias sociales, la realidad no debe asumirse como dada; el segundo está relacionado con lo epistemológico, se plantea la necesidad de construir argumentos y líneas teóricas dinámicas que permitan acercarse al contexto del sujeto, que a su vez forman parte de una totalidad concreta.

Palabras-clave: historia; marxismo; metodología

ABSTRACT

This paper is aimed at making a suggestion for examining social topics such as the youth-related ones from an epistemic and historical point of view. It is claimed that in the realm of social sciences, reality shouldn’t be taken for granted. It is also claimed that there is a need for subjects’ situations to be epistemologically examined.

Key words: methodology; history; Marxism

INTRODUCCIÓN

El conocimiento no nace o aparece por la simple intervención unidireccional que el sujeto tenga sobre el objeto de estudio, ni viceversa. El conocimiento se construye a través de un proceso artesanal donde la relación que se establece con el contexto del sujeto de estudio es fundamental. Para ello es necesario un diseño metodológico que sea flexible, no lineal, abierto e interactivo, que permita un acercamiento al sujeto desde diferentes vertientes: multidisciplinaria, histórica y cualitativa. En este punto es pertinente tener presentes las preguntas: «¿Para qué y para quién es el conocimiento que creamos y reproducimos? ¿Qué valores y qué posibilidades de futuro son alimentados? ¿Qué valores y posibilidades de futuro son socavados?» (Lander, 2000, p. 53).

Zemelman (2010) indica que se debe asumir como práctica sistémica el renombrar la realidad y resignificarla. En el ámbito académico se enseña a analizar la realidad desde conceptos y teorías ya establecidos, dejando de lado los cuestionamientos que deberían derivarse del cotejo de los fenómenos sociales con los significados definidos y establecidos desde lo teórico. Pensar epistémicamente exige, antes que todo, descodificar los fenómenos estudiados para posteriormente nombrarlos o renombrarlos y, además, transformarlos. Esta manera de pensar requiere situarse frente a las circunstancias que interesan sin anticipar teóricamente sus atributos. Es decir, primero se conoce la realidad y después se hace abstracción de esta. La realidad social no se puede separar de su contexto ni de su historia. Es producto de entramados que se relacionan de manera compleja. Por ello es necesario hacer ejercicios de investigación que permitan ubicar los acontecimientos con su diversidad y con las respetivas articulaciones dentro de una totalidad concreta.

En este sentido, los estudios sobre colonialidad son un instrumento metodológico útil para diseccionar los distintos discursos que se construyen desde el poder para explicar la realidad social. Iglesias y Gutiérrez (2010) señalan que desde la colonialidad se rechazan las herencias cognoscitivas del colonialismo y se ponen en duda la pretensión de objetividad y universalidad de las formas de conocimiento, institucionalizadas como ciencias en el proceso de sometimiento colonial. También cuestionan las estrechas conexiones entre poder, conocimiento y distribución territorial del mundo, establecidas como parte del colonialismo. Por ejemplo, para Aníbal Quijano (2000) los vocablos de «raza, negro, mestizo, indio, español, europeo, y blanco, bajo la estructura de poder capitalista, toman connotaciones y significados diferentes a las cuestiones geográficas y de constitución biológica del ser humano. Estas palabras en América se convirtieron en criterios raciales que permitieron a los conquistadores dominar a la población y, además que esta lo aceptara y creyera que en verdad eran inferiores a ellos» (p. 246). Específicamente Quijano (2000) dice que:

En América, la idea de raza fue un modo de otorgar legitimidad a las relaciones de dominación impuestas por la conquista. La posterior constitución de Europa como nueva identidad después de América y la expansión del colonialismo europeo sobre el resto del mundo, llevó a la elaboración de la perspectiva eurocéntrica de conocimiento y con ella a la elaboración teórica de la idea de raza como naturalización de esas relaciones coloniales de dominación entre europeos y no-europeos. Históricamente, eso significó una nueva manera de legitimar las ya antiguas ideas y prácticas de relaciones de superioridad/inferioridad entre dominados y dominantes. (p. 203)

Actualmente ocurre lo mismo: se siguen construyendo ideas, conceptos y discursos bajo la lógica dominante que lo que busca es continuar con la manipulación y sometimiento de la población, en general, y de los jóvenes, en particular. Para el capitalismo esta población representa una abundante fuerza de trabajo barata y fuerte (pueden soportar jornadas de trabajo más pesadas que los adultos) y representan un mercado de consumidores potenciales, ya que el propio sistema los ha hecho susceptibles a la publicidad y mercadotecnia. Los jóvenes son adaptables y moldeables a los estándares de Occidente, en ellos está presente la idea de querer ser como los jóvenes de las naciones desarrolladas, y es ahí donde las instituciones educativas han desempeñado un papel importante para ir adaptando a la población joven a los diferentes requerimientos del sistema capitalista en países como el nuestro.

En este sentido, el proceso de reflexión y análisis deberá iniciar con el planteamiento de preguntas acerca de quiénes son los jóvenes o cómo se definen. La respuesta deberá ser trabajada de forma abierta, empírica, social e histórica. El sujeto social, en primer lugar, deberá ser liberado de sus características naturales y biológicas, ya que estas lo definen de manera estática y acabada. Identificarlos por la edad o por su condición de tránsito de la adolescencia a la adultez es reducir a esta población a meras medidas estadísticas. Además, se deben ir identificando con sumo detalle y cuidado los diferentes vínculos, relaciones y condiciones políticas, sociales, económicas y jurídicas particulares que permitan insertar a los jóvenes dentro de un concepto.

En este trabajo se retoma el análisis que Carlos Marx (2014) realiza en El Capital, su obra más sistemática y de mayor alcance, como marco de referencia específico para tratar de ubicar la problemática de la juventud contemporánea en relación con el funcionamiento del sistema capitalista, reconociendo sus características generales y ponderando sus particularidades históricas, sus transformaciones y contradicciones.

Se plantea un proceso metodológico que busca entender la construcción de la juventud en el presente como un proceso enraizado en el pasado. Con base en lo anterior se propone que las investigaciones relacionadas con temas de juventud partan de la indagación de las condiciones históricas y los cambios en la dinámica social en la que el sujeto joven emergió como respuesta a la generación de demandas y problemas productivos. Desde esta perspectiva la juventud y los sujetos que la conforman representan una evolución, un cambio y un momento de transición del propio desarrollo del sistema capitalista de producción.

El marxismo, como método de investigación, está vigente y tiene una gran capacidad explicativa sobre diversos problemas contemporáneos. En el caso de los jóvenes, la evolución capitalismo ha acentuado la pauperización del mercado de trabajo que ellos enfrentan.

1. LA CONCEPCIÓN MARXISTA DE LA HISTORIA COMO ENFOQUE METODOLÓGICO

La historia, desde la perspectiva de Marx, no es una colección de acontecimientos separados, tampoco es resultado de acciones o decisiones aisladas; es, más bien, una construcción social que puede ser explicada a partir de la manera en que los seres humanos organizan la producción social de su existencia. La supervivencia de las personas ha conllevado a definir y realizar diversas actividades productivas, que han hecho que se establezcan distintas relaciones -no solo productivas- entre los individuos. El punto de partida para analizar la producción material parte del hombre como productor en sociedad. El cazador o el pescador -ejemplos utilizados por Smith y Ricardo- solos y aislados son solo robinsonadas pertenecientes a la imaginación (Marx, 1989; Marx y Engels, 2008). Dichas relaciones escapan a la voluntad de los que están involucrados debido a que están determinadas por el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas: fuerza de trabajo y medios de producción -maquinaria, equipo, herramientas, etcétera- (que es el hilo conductor y constructor de la historia).

A los nexos que se establecen entre los hombres al tratar de conseguir los medios básicos para satisfacer sus necesidades, Marx (2014) los llama relaciones de producción y son el sustento económico de la organización social, que incluye aspectos políticos y jurídicos -manifestados en el Estado-, culturales e ideológicos. En el capitalismo la ideología desempeña un papel importante: su cometido es presentar las condiciones materiales de producción como algo necesario, racional, inalterable e incluso universal; aparecen ante los sujetos sociales como naturales o normales. De esta manera, se elimina toda posibilidad de cambiar lo establecido a través de la acción humana. Este acervo de componentes que integran una sociedad en un momento determinado de su evolución histórica construye una formación social específica, una totalidad concreta, históricamente determinada.

La lucha de clases surge -como una manifestación de las propias contradicciones que estas relaciones de producción traen consigo- con la posibilidad de transformar el modo de producción que en ese momento esté imperando. Con ello se puede generar un devenir histórico que implica un cambio en el modo de producción. El capitalismo, entonces, aparece históricamente cuando las contradicciones y la lucha de clases de la organización de producción anterior se desdoblan completamente.

De acuerdo con Marx y Engels (2008), la lucha de clases es la propulsora de la historia:

en cada época histórica el modo predominante de producción económico y de intercambio y la organización social que de él se deriva necesariamente, constituye el fundamento sobre el cual se basa la historia política e intelectual de una época, y únicamente a partir de él puede explicársela; […] en consecuencia, toda la historia de la humanidad (desde la abolición del orden gentilicio, con su propiedad común de la tierra) ha sido una historia de luchas de clases, de luchas entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas; […] la historia de esas luchas de clases constituye una serie evolutiva que ha alcanzado en la actualidad una etapa en la cual la clase explotada y oprimida -el proletariado- ya no puede lograr su liberación del yugo de la clase explotadora y dominante -la burguesía- sin liberar al mismo tiempo a toda la sociedad, de una vez por todas, de toda explotación y opresión, de todas las diferencias y luchas de clases. (p. 107)

Marx (1989) deja claro que las ideas, los deseos o las voluntades individuales no son los impulsores de cambios, estos deben provenir de la vida económica y social de los hombres en su conjunto. Enrique De la Garza (1988) indica que en Marx la historia es:

Entendida como articulación entre objetividad y subjetividad y en donde articulación implica determinación, pero determinación mediada, excluyendo con ello todo determinismo y reduccionismo. Este concepto de historia contrasta con la visión naturalista de la sociedad del positivismo, en donde, reivindicando el concepto de objetividad y de ley objetiva, los sujetos voluntarios son reducidos a instrumentos de dichas leyes objetivas. (p. 4)

Marx (1985) plantea que es posible entender los cambios sociales a partir de las transformaciones que surgen en la base material de la sociedad, es decir, en los modos de producción. Por lo tanto, la historia -tal como la explica- permite lograrlo. En la concepción marxista de la historia pueden destacarse los siguientes puntos:

  • El hombre es el protagonista de la historia.

  • La historia surge cuando el hombre, por medio del trabajo, se relaciona con la naturaleza y con otros hombres para satisfacer sus necesidades.

  • La historia permitió establecer las bases de un método de investigación dinámico, a través del cual se puede explicar la totalidad económica y social.

  • La investigación histórica va acompañada de un proceso lógico, que permite conectar los hechos con las diferentes categorías que se van abarcando a medida que estudia la formación y el desarrollo social.

  • A través de la historia se presenta un método para la interpretación de los conflictos sociales y su posible transformación.

La historia, entonces, no es solo narrar el desarrollo de las fuerzas productivas, es también analizar todo lo que de ellas se deriva en términos de la producción social de la vida. El proceso de producción, distribución y consumo de bienes y servicios es el responsable de que los hombres de una determinada sociedad elaboren ciertas leyes o definan una u otra forma de gobierno. La historia social, política y cultural de la humanidad está condicionada por el modo de producción de los bienes materiales, es decir, por las relaciones económicas de producción.

Es así como las contradicciones de la vida material causadas por los conflictos entre las fuerzas productivas explican la conciencia social. En este sentido, el materialismo histórico aplicado a la investigación de algún fenómeno social significa que el punto de partida sea las condiciones reales de la producción social; esto quiere decir que se tenga una mirada crítica, lo que significa considerar el fenómeno que se estudia como parte de la estructura social que a su vez constituye una totalidad. Otro punto importante es «buscar su génesis» dentro de un proceso histórico no lineal. Las contradicciones de ese real concreto deben ser relaciones ubicadas dentro del conjunto de antagonismos o discordancias de las clases sociales.

A través de esta concepción materialista de la historia se puede explicar no solo el origen del capital, sino demostrar que su funcionamiento no es natural ni producto de alguna fuerza externa a la organización de la producción. Esto expresa que todas las situaciones que se configuran dentro de este sistema forman parte de todo un engranaje que funciona bajo la premisa de un mismo fin: la maximización de ganancias. Por lo tanto, todo el funcionamiento de la sociedad es resultado de una práctica históricamente determinada.

Desde este campo epistémico, Marx (2014) encontró que, a través de la explotación de los obreros por parte de los dueños de los medios de producción, estos obtienen sus ganancias. Sin embargo, a primera vista aparece como una relación entre cosas o mercancías y no como una relación social de producción, que no es otra cosa que una relación entre clases sociales -capitalistas y obreros- que tiene un carácter histórico transitorio. De esta manera, la figura del trabajador surge como una necesidad del capitalismo y es ahí donde se ubica la configuración del sujeto joven trabajador.

La Economía Política constituye un marco analítico que estudia las relaciones de producción en su interdependencia con las fuerzas productivas dentro de una lógica que refleja el curso histórico del desarrollo social. Una guía para realizar este análisis es el proceso investigativo que Marx (2014) realiza en El Capital, su obra más sistemática y de mayor alcance teórico. En estos tiempos que corren de crisis e inestabilidad económica, social y política, el marxismo parece cosa de un pasado muy lejano que no tiene correspondencia con el presente; pero no es así, la metodología marxista es de gran utilidad para comprender diferentes aspectos de la realidad contemporánea.

En este trabajo se revela el origen y funcionamiento del sistema capitalista, lo que significó reconocer el carácter histórico de su problema de estudio. Sin ser El Capital una investigación historiográfica -como sí lo es el 18 Brumario de Luis Bonaparte (Marx, 2003)-, muestra que el reto metodológico es descubrir categorías relacionadas con un objeto no universal y que permitan mostrar su movimiento y contradicciones. En esta obra se presenta una investigación histórica en la que se destaca la articulación de distintos acontecimientos históricos que dan lugar a la construcción de un proceso de estudio.

Marx realiza un análisis de la transformación que sufre el trabajo con el surgimiento del capitalismo industrial, cuyos cambios se ven plasmados en el trabajo infantil. Si bien es cierto que no hizo referencia a los jóvenes como tal -en su tiempo aún no existía la clasificación de juventud como la conocemos hoy-, toma el trabajo infantil como un ejemplo más de la explotación a la que estaba conduciendo esa nueva organización de la producción en la que la sociedad se estaba sumergiendo, muestra diversos datos relacionados con las largas jornadas de trabajo y las condiciones infrahumanas en las que laboraban los niños y las mujeres. En la sección tercera del primer tomo de El Capital que es sobre la plusvalía absoluta, concretamente el capítulo VIII sobre la jornada de trabajo, se presentan múltiples ejemplos del sistema de explotación capitalista (Marx, 2014).

No habla de esos niños en sí mismos, sino que los toma como el medio desde donde puede explicar la relación capital-trabajo. Afirma que a medida que iba avanzando el desarrollo de la industria menos capacidades y habilidades se exigían de la fuerza de trabajo, por lo que niños y mujeres eran empleados de manera masiva sustituyendo en gran medida el trabajo de los hombres adultos (Marx y Engels, 2008).

De la misma manera se puede ver la forma en que el mercado de trabajo se ha ido transformando de acuerdo con las necesidades productivas del capitalismo. Ello ha dado pie a diversos fenómenos sociales, económicos y políticos, en los que está inmersa la población. Algunos encuentran espacios laborales y otros son marginados. En las condiciones de trabajo de los jóvenes se pueden observar los resultados de esa evolución y cambio del ambiente laboral.

2. JUVENTUD: TEMAS, PROBLEMAS Y DEBATES

El ejercicio de definir o ubicar a los jóvenes dentro de un espacio social implica tener presente que ellos forman parte de un conjunto de relaciones sociales de producción capitalista que los definen y determinan. Margulis y Urresti (1998) señalan que:

Hay distintas maneras de ser joven en el marco de la intensa heterogeneidad que se observa en el plano económico, social y cultural. No existe una única juventud: en la ciudad moderna las juventudes son múltiples, variando en relación con características de clase, el lugar donde viven y la generación a que pertenecen y, además, la diversidad, el pluralismo, el estallido cultural de los últimos años se manifiestan privilegiadamente entre los jóvenes que ofrecen un panorama sumamente variado y móvil que abarca sus comportamientos, referencias identitarias, lenguajes y formas de sociabilidad. (p. 3)

Los jóvenes, la educación y el subdesarrollo han sido definidos históricamente y de acuerdo con la lógica dominante. La imposición del capitalismo en América Latina fue de manera violenta y brutal, tanto en términos físicos como psicológicos; desde entonces el miedo y la incertidumbre han estado presentes en la región, por lo que la extrema pobreza, desigualdad, marginación y exclusión que viven las diferentes sociedades latinoamericanas es resultado histórico de la violencia estructural que el capitalismo ha provocado en complicidad con el Estado y en beneficio de las clases dominantes.

Dentro de esta realidad violenta e histórica que enfrentan los países subdesarrollados, las familias y la sociedad, se han buscado diferentes formas de enfrentar no solo las agresiones del sistema sino también la incertidumbre ante el presente y el futuro. De esto se desprende un complejo entramando de relaciones sociales, económicas, políticas y culturales, en las cuales no es posible identificar un solo sentido. En el discurso oficial se argumenta al respecto que la falta de empleo y oportunidades educativas provoca el aumento de la delincuencia y el crimen organizado y que, en el caso particular de los jóvenes, estos buscan un lugar en las actividades ilícitas; lo cual da como resultado un aumento de la inseguridad. Sin embargo, estas relaciones no son así de lineales y tienen una explicación más profunda.

La noción de juventud remite a un grupo poblacional que es cambiante, atravesado por lo nuevo. En la juventud se cristalizan y se hacen evidentes las tensiones sociales. Los jóvenes son portadores de lo novedoso porque son muy susceptibles a los cambios. Son un sector poblacional con una mayor capacidad de respuesta y de reacción debido a que tienen mayores expectativas para sí y para los otros. Si bien no todos los jóvenes tienen las mismas capacidades y posibilidades de reaccionar ante lo que les es negativo, es una característica propia. Ejemplo de esto son las recientes protestas sociales y políticas que a nivel mundial y nacional se han dado por parte de la juventud o encabezadas por ella. En los jóvenes aparece constantemente el espíritu contestatario ante el horizonte de vida establecido por el mundo adulto; quieren y buscan hacer algo más. Sin embargo, cabe destacar que también son un grupo de sujetos bastante frágiles al desencanto por la falla de las instituciones sociales y políticas.

La juventud, entonces, no es un universal desde donde se puedan comprender las causas y manifestaciones del comportamiento juvenil. Esto requiere mirar no solo al interior de este grupo, sino que también es imperativo vincularlo con la totalidad social y económica de la cual forma parte y, más aún, se deben considerar las condiciones históricas que determinan su especificidad como objeto de estudio.

Ubicar y entender la problemática de la juventud contemporánea obliga a tener una perspectiva de la juventud que vaya más allá del dato biológico. Se sabe que a nivel internacional la edad y el género son parámetros que permiten clasificar y comparar a las poblaciones de diferentes países y regiones bajo criterios similares, dejando de lado aspectos particulares. Además, en términos de planeación económica, es más fácil diseñar políticas dirigidas a grupos que son prácticamente homogéneos, al ser diferenciados únicamente por la edad o el género.

Por lo tanto, se entiende que, si bien la edad de un sujeto es un dato necesario y del cual se debe partir, este no es suficiente para caracterizarlo debido a que precisamente este dato tiene significados distintos si tomamos en cuenta aspectos culturales, económicos, políticos y sociales. El concepto de juventud cambia de un contexto socioeconómico a otro. Al respecto Sergio Balardini (2000) opina que: «jóvenes hubo siempre, mientras que juventud no. La juventud, como fenómeno social en los términos occidentales que hoy lo comprendemos, es un producto histórico, que deviene de las revoluciones burguesas y del nacimiento y desarrollo del capitalismo» (p. 12).

Según Porter (2003), «el problema de cualquier investigación particular no es la selección entre una visión macro o micro, sino responder a la pregunta de cómo un evento social puede explicarse mejor» (p. 169) o cuestionarse desde qué ángulo ubicarse frente al tema para ser capaces de realizar una ruptura con lo existente en apariencia y llegar a la esencia del fenómeno. Por lo tanto, siempre es necesario tener una visión integral del fenómeno social que se estudie. En este caso se debe comenzar con problematizar la noción de juventud, de tal manera que permita conocer y analizar cómo se crean las condiciones para un tiempo y espacio joven específico. Habría que preguntarse: «qué diferencia dicho tiempo joven y cuáles son las exigencias que se imponen al sujeto en este período vital, desde el discurso dominante del desarrollo» (Erazo, 2009, p. 1310).

Se considera que ser joven hoy día tiene que ver con una forma de comportamiento social, económicamente creado, asignado e impuesto y que, además, está ligado a la historia del desarrollo humano. Es decir, la manera en que la sociedad industrial moderna concibe a la juventud es resultado de una edificación que se fue construyendo a través del desenvolvimiento de las relaciones sociales de producción capitalista.

De esta manera, la propuesta metodológica que se hace en este documento es que al conocer las condiciones históricas y los cambios en la dinámica social en los que el sujeto joven emergió como respuesta a la generación de demandas y problemas productivos, se puede entender y explicar que la juventud y los sujetos que la conforman son parte del proceso de gestación y evolución del sistema capitalista. Se considera que tener presente este antecedente histórico es de suma importancia para abordar cualquier análisis relacionado con algún tema de juventud.

3. LOS JÓVENES COMO SUJETOS SOCIALES DESDE UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA

Para el abordaje del sujeto joven se reconocen dos niveles de análisis. En el primer nivel la mirada se ubica en los diferentes fenómenos y acontecimientos económicos, políticos e históricos que se dan en un contexto macrosocial y donde indudablemente están inmersas las actividades cotidianas de los jóvenes, particularmente las relacionadas con el mercado de trabajo y el sistema educativo. En este nivel se revisan tendencias y características generales del trabajo, desempleo y aspectos educativos de la población juvenil como parte o resultado del propio funcionamiento del sistema económico que impera en el país. El segundo nivel de análisis es el microsocial, donde se debe tener un acercamiento directo con la población juvenil.

La aproximación al sujeto joven que permita entender su condición laboral actual demandó una comprensión del proceso histórico que permitió su nacimiento dentro del contexto de implementación y evolución del modo de producción capitalista. El principal reto para la problematización del objeto de estudio no se encuentra en la juventud en sí, sino en la comprensión de las transformaciones de la sociedad y las relaciones -de producción- que al interior de ella se generan. Al acercarse en este punto se avanza en el entendimiento del proceso de cambios en la relación del capital y el trabajo, como elemento clave en la configuración del sujeto joven.

Nadie puede negar la existencia de personas en edad joven en las sociedades preindustriales, solo que en estas organizaciones sociales las funciones de estas personas tenían poco que ver con el sistema productivo. La existencia de la juventud o cuasijuventud pude ser ubicada desde la antigüedad. Hay evidencia de que en civilizaciones como Grecia y Roma ya había una clasificación de grupos de jóvenes a través de la edad, por ejemplo, en Esparta y Atenas que, al necesitar defender sus fronteras y territorios, requerían de individuos con ciertas características, principalmente referentes a poseer un cuerpo fuerte para que pudieran ser entrenados y capacitados militarmente. Estos grupos tenían ya una especificidad y particularidad, ya que su formación estaba destinada para la defensa de los territorios de estos estado-nación, por lo tanto, eran jóvenes esencialmente quienes conformaban estos contingentes (Feixa, 1999; Balardini, 2000; Souto, 2007). Pero no será hasta el nacimiento del capitalismo que los sujetos jóvenes comiencen a surgir como parte de las necesidades productivas de un nuevo sistema económico. De lo que se trata es de ubicarse en el momento en que comenzó a concebirse a un grupo poblacional como jóvenes a quienes se les impuso determinadas demandas con respecto a su comportamiento, para estar de acuerdo con lo que específicamente se esperaba de ellos. Robert Heilbroner (1970) indica que la clase obrera es un fenómeno de la historia política y económica, que no surgió por arte de magia como producto del sistema fabril. Lo mismo ocurrió con los jóvenes: esta población no surgió por generación espontánea.

El planteamiento o idea básica es transitar del pasado al presente de tal manera que, manteniendo los espacios lógicos, se puedan clarificar acontecimientos del presente y viceversa. Partiendo de la realidad se pueden buscar las fuentes de su origen. Este proceso, aplicado al tema concreto del sujeto joven, ayudará a entender lo extremadamente difusas que son las fronteras que «dividen» a la niñez de la juventud, a los adultos de los viejos, etcétera, y a concebir estas fronteras como una necesidad del momento histórico y como borrosas precisamente porque ese es el papel que deben desempeñar: definir para mantener difusa la percepción.

A raíz de la Revolución Industrial y con el advenimiento del capitalismo, la actividad económica tuvo la necesidad de dotar de valor de cambio a aquellas actividades que eran fundamentales para la dinámica capitalista, con lo que se establecieron las relaciones de producción asalariadas. Esto tuvo efectos importantes en diferentes ámbitos de la vida social. En el antiguo régimen el lugar de trabajo se encontraba dentro del hogar y posteriormente se separa. La familia pasa a ser un espacio de consumo y reproducción de fuerza de trabajo, por lo que necesita ingresos para poder subsistir y como lo único que tienen es su fuerza de trabajo, la venden -la mayoría de las veces todos los integrantes- en el mercado de trabajo por un salario.

El trabajo remunerado se convierte en el elemento básico del sistema de producción capitalista, convirtiéndose en un factor de valoración e identificación social. A través del mercado de trabajo se clasifica a la población laboral que la actividad económica requiere, determinando las características que esta debe tener en cada momento de la evolución capitalista.

Para comprender y analizar la situación que actualmente viven los jóvenes, es necesario ubicar las categorías propias de un sujeto no universal que sean capaces de expresar su origen, funcionamiento y contradicciones. Es decir, se busca captar el movimiento del fenómeno por lo que se reconoce el carácter histórico del objeto (definir el problema) y se considera su totalidad (De la Garza, 2012). Para determinar las categorías se parte de la idea de que, si la sociedad se construye a sí misma, el joven está construido por ella. Esa es una cuestión histórica porque la definición del sujeto joven tiene que ver con un momento específico en la evolución de las fuerzas productivas y de ahí parte su evolución y su propia heterogeneidad.

Si en el centro del análisis se encuentran los sujetos que participan en el mercado de trabajo, habrá que preguntarse cómo y desde dónde participan, es decir, cuál es su posición social. Aquellos que lo hacen desde la exclusión tienen una historia de marginación que les impide, entre muchas cosas, tener un tiempo de preparación que les permite tener las habilidades y conocimientos necesarios para incorporarse empoderados al mercado de trabajo. En el caso de las mujeres jóvenes, ellas enfrentan otros tipos de problemas, que se hacen más complejos si les sumamos el tema de género que se relaciona con su papel cultural, histórico y económico en el trabajo de reproducción.

Lo que se puede observar al relacionar las categorías es que existe un nivel de precariedad cada vez más profundo para la población joven y, en general, para otros sectores de la población. Los jóvenes marginados buscan otras formas de trabajo y nuevos espacios donde realizarlos. Por ejemplo, aquellos que laboran en las calles realizan actividades por cuenta propia haciendo uso de sus capacidades o habilidades físicas, como los que limpian los parabrisas de los autos o los que realizan alguna actividad artística como malabarismo o bailes. Existen otros que venden artículos (bebidas energéticas, agua, dulces) a comisión. Se da un tipo de relación de trabajo bastante compleja e informal. En el caso de los primeros, se devela una situación de explotación en el mismo momento en que se realiza la mercancía.

Se configura una nueva forma de mercado que sigue conservando las características de diferenciador, pero todo es cada vez más precario. Hay una exclusión que va hacia lo más bajo de la escala laboral. Como se dijo antes, las actividades en la vía pública escapan a la definición tradicional de trabajo. En el neoliberalismo los jóvenes contemporáneos desempeñan actividades informales porque en el mercado formal encuentran dificultades y trabas para el ejercicio de sus facultades creativas, debido a la burocracia del Estado. Desde esta interpretación se aplaude el retiro de la protección y seguridades públicas y sociales al trabajo y se concibe la flexibilización del mercado laboral como medida para lograr la liberación del potencial creativo de los jóvenes.

No obstante, se observa que el sistema económico neoliberal y la política pública que de él se deriva consideran a los jóvenes como una fuerza de trabajo al servicio del capitalismo, anulándoles todas sus características de sujetos sociales, capaces de tener aspiraciones individuales y colectivas que van más allá de las económicas. El Estado en todos sus niveles ha abandonado prácticamente su papel de promotor y generador de empleos. Esta función la ha dejado en manos de las empresas que abren espacios de trabajo dependiendo de sus intereses. Aquella población excedente que el sistema de producción no logra absorber queda en libertad para crear opciones de negocios o autoempleo.

Marx (1989) demostró que las teorías burguesas que pretendían hacer pasar el deterioro del proletariado como algo que dependía de factores naturales estaban equivocadas o escondían la realidad. Explicó que los medios que el capital usa para incrementar los niveles de explotación de los trabajadores, que daban como resultado el empeoramiento de sus condiciones de vida, serán los avances en el desarrollo de las fuerzas productivas, las innovaciones científicas y técnicas que permiten el aumento en la productividad del trabajo social. Es decir, el capitalismo en su búsqueda por maximizar ganancias va avanzando dejando a su paso mayores niveles de destrucción de la fuerza laboral. Aniquila lo que le sirve de fuente de riqueza.

Señaló, además, que a medida que incrementa la composición del capital disminuye la demanda de trabajo en comparación con el aumento de capital. De esta manera se observa que lo que se plantea es que la dinámica de la población obrera está estrechamente ligada a la acumulación del capital. No solo aumenta la masa de trabajadores que se van quedando fuera del mercado de trabajo, también incrementa la cantidad de personas que no tienen ni tendrán cabida en este mercado laboral, por lo que pasarán a las filas del desempleo.

El modo de producción capitalista da lugar a la formación constante de un ejército industrial de reserva, de donde el sistema toma la fuerza de trabajo que requiere en épocas de auge y devuelve la que no necesita en momentos de depresión o crisis económica. Sin embargo, esta situación no es tan lineal ni ordenada como pareciera. A medida que el sector industrial se desarrolla la disposición de fuerza de trabajo supera por mucho ese ejército industrial de reserva, por lo que es cada vez mayor la población sobrante.

CONCLUSIONES

La adopción de la teoría marxista como método de investigación presupone el uso del conocimiento que de ello emane para la participación política dentro de la sociedad y la contribución a su transformación. El tema de las condiciones precarias del trabajo juvenil debe ser problematizado aludiendo a las contradicciones inherentes al sistema y a la sociedad capitalista. Debe quedar claro que no solo se trata de que todos los jóvenes tengan oportunidad de hacer efectivo su derecho a tener un trabajo decente, sino de construir una sociedad en donde hombres y mujeres, sin importar la edad, gocen de dignidad, puedan vivir en paz y sin carencias.

De esta manera, abordar el tema de la juventud a través del método histórico marxista permite comprender los motivos y las razones por los que actualmente la población joven del país y del mundo están viviendo una situación complicada y adversa en el mercado de trabajo, lo cual permea muchos aspectos de su vida cotidiana.

Uno de los muchos retos que actualmente enfrentan los países de América Latina es la construcción de nuevas alternativas teóricas y prácticas que permitan alcanzar un desarrollo distinto al de la lógica capitalista, lo que implicaría redefinir el concepto mismo de desarrollo de económico. El punto de partida es tener presente que el sujeto joven emerge como resultado de la propia dinámica del proceso capitalista de producción, el cual, al tener como objetivo central la acumulación de riqueza, coloca a la población joven dentro de un mercado de trabajo que a la mayoría les impone condiciones de marginación y precariedad laboral.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Recibido: 21 de Noviembre de 2018; Aprobado: 25 de Septiembre de 2019

*Autor para la correspondencia. ypaz@mixteco.utm.mx

La autora declara que no existen conflictos de intereses.

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