Introducción
Las Unidades de Atención de Emergencias (UPA de 24 horas) se caracterizan por brindar atención, en un nivel intermedio, a pacientes con cuadros clínico agudos o agudizados, de carácter clínico y traumático, con el objetivo de estabilizarlos y derivarlos a niveles superiores de complejidad en caso de ser necesario.1 En este entorno, el trabajo de enfermería es interactivo, dinámico, con respuestas inmediatas de los pacientes y una fuente de satisfacción, sin embargo, implica ritmo acelerado, sobrecarga, falta de recursos y escaso reconocimiento económico.2 En el contexto actual, de una pandemia provocada por el nuevo coronavirus (COVID-19), hubo muchos cambios en la organización del trabajo, aumento de la carga de trabajo, horas extras, se aceleró el ritmo de trabajo y los riesgos sociales, psicológicos y físicos aumentaron en el ámbito de los trabajadores de la salud.3
Un estudio con profesionales de enfermería de una UPA de 24 horas en Brasil mostró que 40,36 % tenía un nivel intermedio de estrés asociado con la percepción de calidad de vida como baja.4 En una encuesta china con enfermeras, el estrés se asoció con mala calidad del sueño. Se identificaron alteraciones del sueño en el 46,45 % de los participantes y se relacionaron con dificultades en el trabajo, estado psicosomático, competencia y puntajes de presión total.5 La privación del sueño afecta el sistema endocrino con supresión de testosterona, aumento de grelina, reducción de leptina, regulación de la expresión génica, inflamatorias, inmunológicas y del estrés.6
La mala calidad del sueño, el estrés, la obesidad, el sedentarismo, la dislipidemia, la hipertensión, el mal control glucémico, el tabaquismo y una dieta inadecuada se consideran factores de riesgo de enfermedad cardiovascular.7,8 El riesgo cardiovascular se puede estimar mediante la puntuación de Framingham, con base en variables como edad, sexo, presión arterial y otros, se consideran de bajo riesgo los individuos con una puntuación <10 %, riesgo medio 10 % - 20 % y alto riesgo >20 %.9 Al respecto, una investigación realizada en Jordania identificó que la duración de los turnos nocturnos y el número de noches trabajadas por mes aumentan el puntaje de Framingham en 30 años,10 lo que indica que el contexto laboral de enfermería puede exacerbar el riesgo de enfermedades en estos profesionales.
Debido a la influencia del trabajo en la vida y la salud de los trabajadores de enfermería, cada vez se busca más la medicina tradicional y complementaria. Esto engloba un conjunto de productos y prácticas basados en conocimientos y creencias de diferentes culturas, utilizados para el mantenimiento de la salud, la prevención y el tratamiento de enfermedades, no integrados en su totalidad a la medicina convencional. Entre los productos, se pueden destacar las plantas medicinales y las hierbas medicinales.11
El conocimiento producido sobre las terapias complementarias en el contexto de la enfermería trata, en especial, de su uso en el cuidado del paciente,12 y el conocimiento sobre su uso en el autocuidado es restringido. De igual forma, temas como la calidad del sueño, el estrés y el riesgo cardiovascular en enfermería también tienen conocimientos limitados cuando se trata de investigaciones en UPA de 24 horas.2,4 Por lo tanto, es pertinente ampliar los conocimientos existentes para estimular acciones en la salud del trabajador, en particular en tiempos de pandemia y cuidados personales. El objetivo de este estudio fue analizar la relación entre la calidad del sueño, el nivel de estrés, los factores de riesgo cardiovascular y el uso de terapia complementaria por parte de los profesionales de enfermería que laboran en un servicio de urgencias 24 horas.
Métodos
Investigación transversal y analítica realizada con profesionales de enfermería de una UPA de 24 horas durante la pandemia de COVID-19. La unidad está ubicada en un municipio del Noroeste de Rio Grande do Sul, Brasil, y es una referencia para la atención de urgencia y emergencia para población de 83.475 habitantes. Su estructura física consta de dos sectores, uno para la atención de personas sintomáticas respiratorias o COVID-19 y otro para la atención de diversas enfermedades.
La población de estudio estuvo constituida por 36 profesionales de enfermería (diez enfermeras y 26 técnicos de enfermería). El muestreo fue no probabilístico, por conveniencia. Se sensibilizó a la población para participar de la investigación a través de un grupo de WhatsApp y mediante conversaciones presenciales durante el turno de trabajo. Se excluyó a una enfermera y una técnica de enfermería por estar de baja por maternidad.
La recolección de datos se realizó de enero a febrero de 2021, por uno de los autores de este estudio, quien se encuentra en proceso de doctorado y tiene experiencia en recolección de datos. Los instrumentos de recolección de datos fueron el cuestionario sociodemográfico y clínico, la Lista de Signos y Síntomas de Estrés (LSS / VAS) y el Índice de Calidad del Sueño de Pittsburgh.
El cuestionario sociodemográfico incluyó las variables: edad, sexo, etnia, ingreso familiar per cápita (mensual), educación, cargo de trabajo, forma de ingreso al servicio. Los datos clínicos incluyeron: peso, altura, circunferencia de la cintura, presión arterial, tabaquismo, actividad física, uso de medicación para dormir, ansiedad y depresión y uso de terapia complementaria. Las terapias complementarias para este estudio fueron los tés y las medicinas a base de hierbas. Los medicamentos herbarios se definen como aquellos obtenidos mediante la extracción de materias primas vegetales activas que han pasado por un proceso de industrialización y son eficaces en base a la evidencia clínica.13 Al ser autoadministrados, se entregó a los participantes los instrumentos y una fecha para su devolución fue acordado.
Se tomaron medidas antropométricas y de presión arterial en una habitación reservada en el lugar de trabajo de los participantes. El peso se midió en una báscula digital, con una capacidad de 150 kg, con el participante descalzo, con ropa ligera. La altura se midió con una cinta métrica pegada a una pared. Se verificó la circunferencia de la cintura con una cinta métrica colocada a la altura del ombligo, con el abdomen relajado, después de la espiración. Las mediciones de la presión arterial se realizaron de forma manual con esfigmomanómetro aneroide calibrado y estetoscopio, luego de vaciar la vejiga, con el paciente en posición sentada, miembro superior apoyado y elevado a nivel del corazón, piernas sin cruzar, en dos momentos (antes de la aplicación de los cuestionarios, al inicio del turno de trabajo, y al final del turno de trabajo) y se consideró válido un promedio entre ellos para cada participante.
La calidad del sueño se evaluó mediante el índice de calidad del sueño de Pittsburgh, una versión validada en portugués brasileño, que consta de 19 preguntas relacionadas con los hábitos de sueño durante el último mes. Su puntuación varía de cero a 21 y las puntuaciones superiores a cinco se consideraron como mala calidad del sueño.14
El nivel de estrés se verificó mediante el Listado de Signos y Síntomas de Estrés, instrumento compuesto por 59 signos o síntomas de estrés, en el que el participante evalúa la frecuencia con la que cada uno se siente en base a una escala Likert, con posibles respuestas de 0 (nunca) a 3 (siempre). La puntuación varía de 0 a 177.15 En este estudio se consideraron los niveles de estrés: ausencia o nivel bajo (0-28 puntos) y medio a muy alto (> 29 puntos).
Cabe destacar que se recogieron todos los cuestionarios entregados, sin pérdidas. Los datos se ingresaron en una hoja de cálculo electrónica y se analizaron con utilización del software Statistica. Las variables, relacionadas a las características sociodemográficas, calidad del sueño, niveles de estrés, uso de té o hierbas y lo datos clínicos, se categorizaron y expresaron en frecuencias absolutas (n) y relativas (%). Para verificar la asociación se aplicó la prueba exacta de Fisher y los resultados se consideraron significativos con p < 0,05.
Se respetaron todos los preceptos éticos que rigen la investigación con personas y el proyecto fue aprobado por el Comité de Ética de la Universidad Federal de Santa María, dictamen nº 4.503.318. Se respetaron todos los estándares de salud recomendados por la institución para la recolección de datos debido a la pandemia de COVID-19.
Resultados
Participaron 34 profesionales de enfermería: 88,23 % (n = 30) mujeres, 64,70 % (n = 22) menores de 40 años y 73,52 % (n = 25) técnicos o auxiliares de enfermería; 82,35 % (n = 28) de los participantes tenía mala calidad del sueño, 79,41 % (n = 27) tenía estrés de moderado a muy alto y 61,76 % (n = 21) usaban té o medicinas a base de hierbas.
En la tabla 1 se muestra el análisis de la asociación entre las características sociodemográficas y la calidad del sueño, el estrés y el uso de té o fitoterápicos. Las mujeres se asociaron con un estrés moderado a muy alto y con el uso de té o medicinas a base de hierbas. No se encontró asociación entre las otras variables.
En cuanto a los factores de riesgo cardiovascular, 52,94 % de los participantes (n = 18) tenían sobrepeso u obesidad, 21 (61,76 %) aumento de la circunferencia abdominal y 6 (17,64 %) tenían hipertensión arterial. Tres (8,82 %) participantes se consideraron fumadores y 20 (58,82 %) informaron ser sedentarios. En cuanto al uso de medicación, el 23,52 % (8) refirió utilizarla para dormir, el 26,47 % (9) para la ansiedad y el 17,64 % (6) para la depresión.
Tabla 1 -Análisis de la asociación entre las características sociodemográficas de los profesionales de enfermería con la calidad del sueño, el estrés y el uso de terapia complementaria - Ijuí, RS, Brasil, 2021

a Prueba exacta de Fisher. Significación estadística p < 0,05.
En la tabla 2 se muestra la asociación entre los datos clínicos (factores de riesgo cardiovascular y uso de medicación) y las variables calidad del sueño, el estrés y el uso de terapia complementaria.
Tabla 2 -Análisis de la asociación entre datos clínicos de profesionales de enfermería con calidad del sueño, estrés y uso de terapia complementaria - Ijuí, RS, Brasil, 2021

a Prueba exacta de Fisher. Significación estadística p < 0,05.
Al analizar la asociación entre el estrés y el uso de terapia complementaria con la calidad del sueño, no se identificó asociación significativa (p > 0,05). Además, no hubo asociación entre el estrés y el uso de terapia complementaria (p = 0,387).
Discusión
Entre los principales hallazgos de este estudio se encuentra el predominio de la mala calidad del sueño, el estrés moderado a muy alto y el uso de té o hierbas medicinales entre los profesionales de enfermería en la UPA de 24 horas. Asimismo, entre los factores de riesgo cardiovascular se identificaron una mayor prevalencia de sobrepeso u obesidad, aumento de la circunferencia de la cintura y sedentarismo. Entre las variables analizadas, las mujeres se asociaron con estrés moderado a muy alto y el uso de té o medicinas a base de hierbas.
La prevalencia de mala calidad del sueño y niveles más altos de estrés en los participantes difiere de la identificada en una revisión sistemática, que incluyó encuestas también realizadas durante la pandemia de COVID-19, en las que la prevalencia del estrés y los trastornos del sueño fue de aproximadamente 43 % cada uno.16 Los hallazgos de la investigación muestran que el miedo a la infección, el agotamiento y un nuevo contexto laboral impuesto por la pandemia resultaron en estrés, ansiedad, depresión e insomnio en los trabajadores de la salud.17
Si bien en este estudio no se observó asociación entre el estrés y la calidad del sueño, una investigación con profesionales de enfermería de los servicios de emergencia identificó una relación significativa entre estas variables y entre la mala calidad del sueño y el género femenino, poca actividad física, largas horas de trabajo a la semana, más pacientes y turnos nocturnos.18 Esto refuerza la relación entre contexto laboral, sueño, estrés y salud.
El predominio del sexo femenino entre los participantes fue similar a los resultados de un estudio realizado en una UPA de 24 horas,4 y destaca la caracterización de la enfermería como una profesión esencialmente femenina. La identificación de una asociación entre el género femenino y el estrés moderado a muy alto en esta investigación difiere de un estudio coreano que mostró a los hombres con un nivel más alto.19 Este dato es similar al hallazgo de un estudio realizado durante la pandemia que verificó como factores de riesgo de estrés el sexo femenino, trabajar más de 10 años, tener enfermedades crónicas, antecedentes de trastornos mentales y familiares confirmados o sospechados por COVID-19.20 Se infiere que la percepción del contexto laboral y los estresores entre los sexos es subjetivo y debe aclararse mejor en futuras investigaciones.
En cuanto a la alta prevalencia de sobrepeso u obesidad, aumento de la circunferencia de la cintura y sedentarismo, investigaciones previas con profesionales de enfermería revelaron resultados similares.10,21 En este estudio no se verificó la asociación entre factores de riesgo cardiovascular y sueño. Sin embargo, una revisión sistemática mostró que la falta de sueño, el estrés y los cambios en el ritmo circadiano provocados por los turnos de trabajo de enfermería, junto con los cambios en los horarios de las comidas y la reducción de los niveles de actividad física, aumentan la secreción de cortisol e interleucinas, alteran los niveles de grelina y leptina en el cuerpo, lo que favorece el aumento de peso y de la circunferencia de la cintura y, en consecuencia, de las enfermedades cardiovasculares.7 En este sentido, las acciones que incentiven el cambio de estilo de vida y repensar la organización del proceso de trabajo pueden traer beneficios a la salud del trabajador de enfermería.
Se identificó en los participantes el uso de medicamentos para dormir, para tratar la ansiedad y la depresión. Si bien esta variable no tuvo una relación significativa con la calidad del sueño o el estrés, se sabe que la búsqueda de bienestar y alivio de tensiones relacionadas con las condiciones laborales, y la facilidad de acceso, pueden motivar el uso de sustancias psicoactivas por enfermería,22 lo que requiere atención y cuidados.
El uso de té o medicinas a base de hierbas, informado por más de la mitad de los participantes, tuvo una relación significativa con el género femenino. En este sentido, la investigación ha demostrado que el uso de terapias complementarias por parte de las enfermeras se asoció con una actitud positiva hacia ellas, conocimiento, percepción de beneficios, accesibilidad, estilo de vida y género femenino.23 La terapia complementaria se percibe como una herramienta promotora de la salud, que replantea el proceso salud-enfermedad, empodera a las personas para el autocuidado y se usa, en especial, como coadyuvante para el tratamiento de la ansiedad, el insomnio, las dificultades laborales y las enfermedades crónicas.24 Por lo tanto, se sugiere que los tés y las hierbas medicinales sean utilizados por enfermería como tratamiento alternativo o complementario a sus condiciones de salud.
Entre las limitaciones de este estudio destacan la especificidad del lugar donde se dirigió, que impide la generalización de los datos, y la metodología de estudio cuantitativo transversal, que dificulta la profundización subjetiva de cuestiones relacionadas con la temática. Sin embargo, además de abrir puertas a otras investigaciones con diferentes metodologías, la investigación permitió un diagnóstico de la situación de salud de los trabajadores de enfermería que laboran en la atención de emergencias y apunta a la necesidad de intervenciones promotoras de la salud.
En conclusión, el resultado no significativo identificado entre las variables sueño, estrés, factores de riesgo cardiovascular y uso de infusiones y medicinas a base de hierbas entre los profesionales de enfermería que laboran en la UPA de 24 horas, es importante reconocer que la evidencia de esta investigación es pequeña en comparación con lo que podría ser encontrado por mera casualidad. Sin embargo, mostró que estos trabajadores tienen mala calidad de sueño, un alto nivel de estrés, una alta prevalencia de factores de riesgo cardiovascular, y que el género femenino se relaciona de manera significativa con el estrés y el uso de té y medicinas a base de hierbas.
El estudio ayuda a ampliar los conocimientos en enfermería y salud sobre este tema y puede fomentar el autocuidado, las investigaciones y las intervenciones en la salud del trabajador.