INTRODUCCIÓN
La ganadería actual requiere durante todo el año de un suministro constante de alimentos capaces de proporcionar los nutrientes imprescindibles para garantizar los niveles productivos de los rebaños (Saavedra-Montañez y Rodríguez-Molano, 2018; Roncallo-Fandiño et al., 2020).
Esta problemática adquiere gran complejidad, si se considera que las gramíneas tropicales presentan una marcada estacionalidad de sus rendimientos en función de las condiciones climáticas.
La deficiencia de alimento durante el período seco trae como consecuencia la búsqueda de soluciones para equilibrar el suministro de nutrientes durante todo el año y, de esta forma, lograr altas producciones de leche y carne por hectárea.
Con la utilización de árboles en la alimentación animal, la nutrición de los rumiantes alcanzó una nueva dimensión. Se reconoce el potencial del forraje en los árboles para la alimentación animal porque ofrece una biomasa comestible con alto contenido proteico. Sin embargo, su función fundamental está en enriquecer la dieta con nitrógeno y proporcionar los elementos deficitarios que tienen los pastos (Sandoval-Pelcastre et al., 2020).
En los sistemas de explotación de corte y acarreo (bancos forrajeros proteicos) es posible conservar, en forma de harina, en determinada época del año, el forraje de las plantas leñosas proteicas, aunque también se pueden utilizar los excedentes de biomasa comestible que no están totalmente al alcance de los animales. Estos se pueden perder por la defoliación de las plantas, y con ello se desaprovechan los minerales, la proteína y los carbohidratos que presentan esas hojas, y que son importantes para la alimentación de los animales, sobre todo en tiempo de sequía.
Este alimento conservado se puede utilizar como suplemento en las dietas para confeccionar bloques multinutricionales, preparar piensos criollos, entre otros usos; además de que se puede usar como alimento para otras especies de animales: aves, cerdos, conejos, etc. El uso de las harinas proteicas ha sido poco estudiado en Cuba, y requiere de su evaluación en condiciones de una empresa ganadera para determinar la respuesta de los animales en este sistema de producción (Cordero-Hernández et al., 2020; MINAG, 2021).
El objetivo de este estudio fue eevaluar el efecto de la suplementación con concentrados de dos harina de plantas proteicas en la ceba de toros en pastos naturales en Cuba.
MATERIALES Y MÉTODOS
Localización. El estudio se realizó en las áreas de ceba vacuna de la Unidad Empresarial Básica Pancho Pérez, perteneciente a la Empresa Pecuaria Macun, en el municipio Sagua La Grande, provincia Villa Clara, Cuba. Esta instalación se halla situada entre los 22°50’53” de latitud Norte y los 80°11’30” de longitud Oeste, a 7 msnm, en el municipio Sagua La Grande, provincia Villa Clara, Cuba.
Animales, tratamientos y diseño experimental. Se seleccionaron 100 animales, 44 del fenotipo Siboney (5/8 H x 3/8 Cebú) y 56 del retrocruce R1 (3/4 Cebú x ¼ Holstein). Un grupo recibió suplementación (tabla 1) con concentrado, que incluyó harina de las plantas proteicas Morus alba L. y Tithonia diversifolia (Hemsl.) A. Gray (tratamiento A), mientras que al otro (tratamiento B) se le administró un concentrado con soya [Glycine max (L.) Merr.] como componente proteico (tabla 2).
Los animales suplementados en los tratamientos A y B tuvieron similar concentración proteica y energética. Se utilizó un diseño totalmente aleatorizado para la interpretación de los resultados.
El área utilizada en cada tratamiento, la carga y el número de animales se muestra en la tabla 3.
Caracterización de la comunidad vegetal de los pastoreos utilizados. Se utilizaron dos pastoreos de la unidad empresarial (UEB) Pancho Pérez (pastoreos 55 y 56), establecidos con pastos naturales. Las especies más representadas en el área fueron Paspalum notatum Alain ex Flügé y Dichanthium annulatum (Forssk) Stapf. La investigación se realizó en un suelo Pardo grisáceo húmico (Hernández et al., 2015), de mediana fertilidad.
Elaboración de las harinas proteicas. Para la elaboración de las harinas se contó con un área adicional de M. alba (1,3 ha) y T. diversifolia (1,28 ha). Para garantizar un producto de calidad se cortaron estas especies a una edad de 60-75 días, en el período lluvioso, y de 90-120 días, en el poco lluvioso, para T. diversifolia y M. alba, respectivamente.
El área dedicada a las plantas proteicas contó con un sistema de riego en el per í odo poco lluvioso, donde se aplicó una norma de 50 mL de agua cada 15 días.
El forraje cortado de las plantas proteicas se trasladó a la fábrica de elaboración de concentrado de la empresa pecuaria Macun, donde se secó y molinó para posteriormente preparar el concentrado de acuerdo con las cantidades propuestas en las tablas 1 y 2.
Composición florística del pastizal. Se estimó por el método de los pasos, descrito por EEPFIH (1980), que consiste en caminar por las diagonales en cada cuartón. El observador clasifica la especie de pasto cada cuatro pasos, cuando coincida con la puntera del zapato. Esta medición se realizó en dos momentos: al inicio y al final del experimento (ciclo de ceba).
Disponibilidad y materia seca del pasto. Se evaluó por el método alternativo propuesto por Martínez et al. (1990), que considera la altura media del pastizal. La altura se determinó con el mismo método que la composición florística (cada cuatro pasos). Los muestreos se realizaron de forma bimestral y se tomaron dos muestras mensuales para determinar el contenido de MS del pasto.
Población de M. alba y T. diversifolia. Se determinó la población mediante el conteo de plantas en un área de 100 m2 (10 m x 10 m), que se replicó en tres lugares a través de la diagonal (inicio, medio y final) del área forrajera, lo que permitió calcular la densidad de plantas en el área. Se midió además, la altura y el grosor del tallo a 20 cm del suelo, al inicio y al final del experimento, con la utilización de una regla graduada y una cinta métrica. Posteriormente, los valores se promediaron.
Oferta y calidad del suplemento. A los animales de los tratamientos A y B se les ofertó el suplemento concentrado al final de la mañana en la nave de sombra del área de pastoreo, a razón de 1,0 kg/animal/día, según los tratamientos experimentales. Además, recibieron sales minerales a voluntad en adición al pasto.
Se determinó la calidad del concentrado ofertado en dos momentos en cada época del año.
Peso vivo y ganancia media diaria. El peso vivo (PV) de los toros de ceba se determinó con una pesa de ganado al 100 % de los animales, con frecuencia mensual.
Balance alimentario instantáneo. Se calculó el balance alimentario instantáneo para los animales en crecimiento, con PV de 346 kg, mediante el programa de computación CALRAC, versión 1.0, elaborado por el Instituto de Ciencia Animal en su versión 1.0 (ICA, 1996).
Análisis económico. El análisis económico de la elaboración de los concentrados se realizó con información recogida de la unidad y la empresa.
Análisis estadístico. A las variables disponibilidad de MS, PV y GMD se les realizó estadística descriptiva.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La composición florística de las gramíneas no indicó en ninguno de los dos pastoreos diferencias marcadas entre las especies presentes (fig. 1). Hubo predominio de los pastos naturales D. annulatum y P. notatum, y baja presencia de otras gramíneas, representadas por Cynodon nlemfuensis Vanderyst, y poca área descubierta de pastos.
P. notatum y D. annulatum constituyen las especies que predominan en los suelos de la ganadería cubana (Menocal, 2017; Loyola-Hernández et al., 2021). Son pastos que se adaptan a suelos parcialmente inundables (Leyva et al., 2018; Sieiro-Miranda et al., 2018). En esta investigación, estas especies cubrieron 90 % del área de los pastoreos. Si se quieren lograr resultados productivos alentadores basados en los pastos, esta proporción de pastos naturales es desfavorable, cuando no se utiliza la suplementación energético-proteica con concentrados o cuando esta es mínima.
En la tabla 4 se muestra el comportamiento productivo de las plantas forrajeras proteicas utilizadas para la elaboración de las harinas.
Los mejores resultados en las plantas proteicas se informan con poblaciones de 20 000-40 000 plantas/ha (Paz-Rojas, 2005; Noda y Martín, 2014). En este estudio, los resultados se obtuvieron con bajas densidades de plantas (tabla 4) y fueron ligeramente superiores a los informados por Boschini et al. (1998). En ellos pudo influir el suelo donde se realizó la investigación, pues tiene la característica de mantener la humedad. No sucede lo mismo en los Ferralíticos, que presentan mejor drenaje superficial e interno (Hernández-Jiménez et al., 2015). En este sentido, en la literatura se señala que al disminuir la densidad de plantas de M. alba (10 000 plantas/ha), los rendimientos por corte fueron menores. Así lo informaron Boschini et al. (1998) y Noda y Martín (2014). Estos autores refirireron rendimientos de 3 193 a 2 787 kg de MS/corte con bajas densidades (12 000 y 6 000 plantas/ha, respectivamente).
El principio de trabajo que se utilizó fue incorporar animales al pastoreo en marzo (finales del período poco lluvioso). Alcanzaron así el mayor peso vivo (PV) en el período lluvioso, momento en el que la disponibilidad de pasto (fig. 2) fue superior con respecto al poco lluvioso, lo que coincide con lo señalado por Iglesias et al. (2015) y Roncallo-Fandiño et al. (2020) en la crianza de bovinos machos en desarrollo.
La disponibilidad de pasto por animal fue aceptable en los cinco momentos del año en que se determinó, y representó más de 7 kg de MS/100 kg de PV (fig. 2). Estos valores coinciden con los informados por Sánchez-Santana et al. (2016) y Del Prado et al. (2020) en sistemas silvopastoriles.
La evaluación de los animales comenzó cuando tenían un PV promedio de 208 kg. La curva de crecimiento demostró hasta el sacrificio que no hubo diferencias significativas entre los animales suplementados con concentrados que tuvieran en su elaboración harina de plantas proteicas (M. alba y T. diversifolia) o G. max.
La suplementación permitió incrementar el peso de sacrificio de los animales en 50 kg, al comparar este indicador con los datos históricos que posee la empresa y con la información estadística disponible en Cuba, donde el peso al sacrificio de la ceba se encuentra entre 302-317 kg (ONEI, 2019; 2020). Ese comportamiento en el PV fue similar en los animales R1 y Siboney.
En enero se procedió a la venta de los animales con un PV de 380-383 kg, por una disminución en el peso a causa de la baja disponibilidad de pastos en ambos tratamientos, además del bajo contenido de proteína, debido al pobre crecimiento y producción de hojas que ocurre en esa época del año (Barbera et al., 2018). No obstante, el peso al sacrificio de estos animales los cataloga como de primera categoría, en la que el precio del kilogramo en pie es de 25,76 pesos (Ministerio de Justicia, 2021), muy superior a los existentes anteriormente. Se trata de animales que propician ganancias considerables a la UEB y a la empresa.
Al comparar el peso al sacrificio de los animales suplementados con concentrado, no hubo diferencias estadísticas entre los dos raciales en los dos tratamientos (fig. 3).
Los resultados fueron similares a los informados por Iglesias et al. (2015) en un sistema silvopastoril con Leucaena leucocephala (Lam) de Witt + Megathyrsus maximus (Jacqs.) B.K. Simon & S.W.L. Jacobs, donde los animales F1 (50 % Holstein y 50 % Cebú) y Siboney no difirieron en el PV, aunque el aporte de las especies leñosas forrajeras empleadas en este trabajo fue inferior en MS, debido a que la suplementación del concentrado fue de 1 kg. La harina de las plantas proteicas representó 0,32 kg de MS/animal/día (tabla 1).
Las ganancias de PV no presentaron variación entre los animales (R1 y Siboney) suplementados con las diferentes formulaciones de concentrado (figura 4) en ninguna de las dos épocas del año. Los valores en el período lluvioso fueron ligeramente superiores al poco lluvioso y el promedio alcanzado en el ciclo de ceba fue aceptable para pastizales con pastos naturales (figura 3).
Estos resultados superan a los referidos por Iglesias et al. (2015) en las condiciones de una empresa ganadera en la provincia de Matanzas, quienes encontraron ganancias de PV del ciclo de ceba de 0,432; 0,364 y 0,256 para animales Cebú, F1 y Mambí (75 % Holstein x 25 % Cebú), respectivamente.
El balance alimentario (figuras 5 y 6) se calculó para los animales con PV = 346 kg y ganancia de PV = 0,565 g/animal/día. Hubo un pequeño déficit de energía para la ganancia diaria, equivalente a 0,3 Mcal en ambos tratamientos. El requerimiento del resto de los nutrimentos se cubrió.
El costo de la tonelada de concentrado (tabla 5) se calculó según los precios que el Ministerio de la Agricultura de Cuba le asignó a las materias primas de las empresas ganaderas del país en el 2018 (premezcla, afrecho, fosfato de calcio, maíz, sal mineral y G. max), a excepción de las harinas de plantas proteicas, cuyo precio se estimó por la ficha de costo de que dispone la fábrica de concentrado, debido a que se encuentra en sus áreas agrícolas. En estas condiciones, al utilizar las harinas, la tonelada de concentrado es más económica (Ybran y Lacelli, 2018) que con el uso de G. max.