Señor Editor:
La mujer tiene una gran participación en el desarrollo de la sociedad actual. Su rol en el campo de la medicina ha sido progresivo con el paso del tiempo. Con perseverancia, tenacidad y valentía logró alcanzar la posición prestigiosa que hoy tiene, a pesar de la mirada detractora de sociedades arraigadas en la discriminación y el rechazo.
Muchas féminas a lo largo de la historia dedicaron atención y cuidado a enfermos sin tener respaldo legal para obtener los conocimientos necesarios para ejercer esta labor. Entre las que emprendieron el estudio de la medicina se destacaron: la alemana Dorothea Christiane Leporin (1715-1762), graduada en 1754; la estadounidense Elizabeth Blackwell (1821-1910), quien después de ser rechazada por 12 universidades logró graduarse en 18491 y el singular caso de la suiza Enriqueta Faber (1791-1856), que se disfrazó de hombre para estudiar en la Universidad de París y después de graduada, en 1819, ejerció en la zona de Baracoa hasta que la condenaron por falsear documento público.2
Cuba, no exenta de tales heroicidades, en el periodo colonial registra una hazaña similar cuando, desafiando su época y medio social, se graduó el 15 de julio de 1889 en la Universidad de La Habana, la primera médica cubana. Este mérito lo tiene Laura Martínez de Carvajal y del Camino (1869-1941), una joven habanera que estudió las carreras de Licenciatura en Ciencias físico-matemáticas y la de Medicina.3
Después de graduada no se detuvo, continuó sus estudios hasta convertirse en la primera cubana especialista en Oftalmología. Colaboró en la preparación de la conocida obra “Oftalmología Clínica,” de la que se publicaron 3 ediciones durante los años 1891, 1895 y 1906.2
Laura Martínez de Carvajal y del Camino simboliza el esfuerzo inicial por la emancipación de la mujer en Cuba, su contribución constituye el primer precedente de la asistencia y la investigación médica cubana. Ayudó a transformar los desafíos que tuvieron que enfrentar las mujeres a lo largo de la historia en la innegable realidad que hoy disfruta, sostiene y protege nuestra sociedad.
Las féminas en Cuba constituyen el 71 % de la fuerza laboral del sector de la salud y están presentes en todas las ramas de las ciencias médicas.4 Los aportes de las mujeres en la docencia, la investigación, la asistencia y en la gerencia han sido determinante en los resultados obtenidos por el sector cubano de la salud desde su fundación.
Aunque solo el 1,02 % ocupa cargos de dirección,5 está demostrado que cuando asumen estos puestos gerenciales su liderazgo no es diferente al de los hombres. Se reconocen como características representativas del sexo femenino: sus habilidades para orientar a las personas, la flexibilidad, la organización y planificación del trabajo, sus capacidades de comunicación y de negociación y sus condiciones para el trabajo en equipo.6
En la historia de nuestro país, la mujer cubana ha trazado un camino fructífero. En el sector de la salud es cotidiano encontrarlas en los roles de madre, esposa y médica al mismo tiempo. Al respecto en 1999 Fidel7 afirmó: “hoy es una realidad, las mujeres constituyen la mayoría de la fuerza técnica, y una mayoría que crece y cuyo talento se hace cada vez más evidente, cuyas cualidades son cada vez más incuestionables”.
Laura es un faro en la superación de las féminas en nuestro país, su imagen se multiplica y se proyecta hacia la sociedad con un impacto positivo. En el 150 aniversario de su natalicio debe premiarse la ciencia, la voluntad, la incondicionalidad y los resultados obtenidos por cada persona, más allá del género, la orientación sexual, la procedencia étnica y las limitaciones físicas. En su nombre recordemos que solo la mujer cura con la calidez de su alma.