Introducción
En América Latina el consumo de drogas se da a una edad cada vez más temprana. Los estudios concluyen que el consumo ocasional de alcohol está presente en niños a partir de los 8 años de edad. Las primeras experiencias de consumo se han realizado en el ámbito familiar y sugieren la necesidad de continuar indagando esta problemática en niños de este grupo de edad.1,2) De acuerdo con el último reporte de drogas del año 2017 realizado en Colombia, cerca de la mitad de la población consume con alguna frecuencia alcohol y el 65,71 % de los escolares del país han consumido bebidas alcohólicas en el último año, lo que evidencia de alguna forma la alta disponibilidad y fácil acceso a esta sustancia.2 Esto resulta llamativo dada la restricción para su venta a menores de edad.3
La prevención del consumo de drogas en el ámbito escolar es prioridad en la Política Nacional de Reducción de la Demanda de Drogas para orientar la toma de decisiones.4 La intervención de enfermería en el medio escolar en la prevención del consumo de alcohol ha demostrado ser eficaz, alcanzando, además, una alta satisfacción profesional y un acercamiento de la enfermería hacia los adolescentes.5 Es necesario que la enfermera pueda orientar las acciones de fomento de la salud, diseñar programas de prevención acordes a la población con la cual va a trabajar e impacte en el logro de una mayor salud, bienestar y calidad de vida.6,7,8
La autoeficacia y la actitud frente al uso de drogas son conceptos predictores del consumo y han demostrado ser un factor protector para esta práctica.9,10,11,12,13,14 Algunos estudios muestran que bajos niveles de autoeficacia coinciden con el inicio y recaída del consumo de alcohol y drogas12) y que una actitud negativa ante el consumo de alcohol evidencia una menor intención de consumo.5,14)
La salud percibida ha mostrado ser útil para describir la salud de una población, evaluar el impacto de las intervenciones sobre la salud y las políticas sanitarias o para focalizar los recursos con relación a las necesidades.15 Otros estudios reportan que los adolescentes que refirieron consumir tabaco, alcohol y drogas, se percibieron con menor salud que aquellos que no refieren este consumo.16
La salud percibida, la autoeficacia y la actitud se convierten en constructos a tener en cuenta por los profesionales de enfermería con el fin de orientar las acciones de prevención del consumo y contribuir a la reducción de la demanda de drogas.9 Conocer los hábitos de consumo de la población, así como las actitudes de los niños al respecto podría favorecer el desarrollo de programas de prevención de consumo de drogas acordes con la realidad actual de los niños.1) Esta investigación pretende determinar la salud percibida, la autoeficacia y la actitud hacia el consumo de drogas de los niños de 8 a 12 años que asisten a colegios de una localidad de Bogotá.
Métodos
Estudio cuantitativo descriptivo exploratorio, la población de estudio correspondió a 467 niños y niñas de 8 a 12 años matriculados en el segundo semestre de 2017 de seis colegios, de una localidad de Bogotá. Se realizó muestreo intencional en niños y niñas de los grados de 2.º a 7.º de educación básica que aceptaron participar voluntariamente en el estudio. Los datos se analizaron por medio de estadística descriptiva utilizando el paquete SPSS versión 21. El término drogas que se utilizó en esta investigación incluye tabaco o cigarrillo y alcohol o cerveza.
El componente ético contempló lo estipulado en la resolución 8430/1993, la investigación se clasificó en bajo riesgo, toda vez que no se realizó ninguna intervención o modificación intencionada de las variables biológicas y psicosociales de los individuos que participan en el estudio. La investigación contó con el aval del comité de ética de la Facultad de Enfermería de la Pontificia Universidad Javeriana. Antes de la aplicación de los instrumentos, los participantes (directivos de los colegios, padres y niños) fueron informados sobre los objetivos del estudio y firmaron consentimiento y asentimiento informado.
Instrumentos
Cuestionario Caracterización del Consumo Individual y de Contexto Familiar y Escolar: indaga sobre datos sociodemográficos y consumo personal, familiar y escolar de cigarrillo y alcohol.17
Cuestionario de calidad de vida relacionada con la salud genérica, o salud percibida Kidscreen 27, valora cinco dimensiones: bienestar físico, bienestar psicológico, autonomía y padres, amigos y apoyo social y entorno escolar. Mide la salud percibida a través de una escala Likert, si el puntaje es mayor de 70 se clasifica con buena salud percibida; entre mayor sea la puntuación el sujeto se percibirá con una mejor salud. La fiabilidad fue valorada a través de la consistencia interna obteniendo valores de alfa de Cronbach de 0,870.
Instrumento de autoeficacia percibida para niños de Albert Bandura: evalúa 9 dimensiones: conseguir recursos sociales; logro académico; aprendizaje auto regulado; habilidades en el tiempo libre y actividades extracurriculares; eficacia auto regulatoria; cumplir con expectativas de los demás; autoeficacia social; asertiva y conseguir respaldo de padres y amigos. Ha sido validado para el contexto de Bogotá-Colombia.17 El instrumento mide la autoeficacia percibida a través de una escala Likert, si el puntaje es mayor de 70 se clasifica con mejor autoeficacia, entre mayor puntaje el sujeto se percibe con mayor autoeficacia. La fiabilidad fue valorada a través de la consistencia interna obteniendo valores de alfa de Cronbach de 0,891.
Cuestionario de actitud hacia el consumo: valora 3 componentes: cognoscitivo/creencias; afectivo (sensación de agrado) y comportamental.17) Clasifica el nivel de actitud según la puntuación obtenida por componente, si es mayor de 70 se clasifica con mayor actitud hacia el consumo. La fiabilidad fue valorada a través de la consistencia interna con valores alfa de Cronbach de 0,827.
La fiabilidad de los instrumentos obtuvo puntuaciones superiores a 0,80 significando que tienen un buen comportamiento métrico, similar a lo obtenido en investigación anterior.17
Resultados
El estudio se realizó en 467 niños y niñas de tres colegios privados y tres colegios oficiales de la localidad de Ciudad Bolívar de Bogotá, con una distribución similar según sexo y tipo de colegio. La mayoría de los niños entre 8 a 10 años vivían con padres y hermanos (Tabla 1) y tenían un consumo mínimo de cigarrillo y alcohol (Tabla 2).
Los que habían fumado se encontraban entre 11 y 12 años, sin diferencias estadísticas entre sexo y tipo de colegio. Los que tomaban alcohol estaban entre los 8 y 10 años y estudiaban en colegio privado. La mayoría refiere que en su familia se consume alcohol, con un valor mayor en los de 8 a 10 años y en los que estudian en colegio oficial. Los de colegios privados refieren mayor consumo de alcohol en entorno escolar (Tabla 2).
Autoeficacia percibida
En general, se perciben autoeficaces, puntuando por encima de 80 en logro académico, habilidades para el tiempo libre y actividades extracurriculares, cumplimiento de expectativas de los demás y autoeficacia asertiva; se perciben con baja autoeficacia en recursos sociales. Los de 8 a 10 años se perciben mejor que los de 11 y 12 años con diferencias significativas en habilidades en el tiempo libre y actividades extracurriculares. Las niñas se perciben mejor que los niños con diferencias significativas en 3 dimensiones: logro académico, habilidades en el tiempo libre y extracurriculares y cumplimiento de expectativas.
Los que no refieren consumo de alcohol o cigarrillo se perciben con mejor autoeficacia, la eficacia autorregulatoria presenta las puntuaciones más bajas según sexo y edad. Los que consumieron cigarrillo alguna vez en la vida presentan puntuaciones medias muy bajas en autoeficacia social y asertiva, especialmente los de 11 y 12 años. La percepción de autoeficacia es menor en quienes han consumido cigarrillo en el último mes. Las niñas que no han consumido se perciben mejor con diferencias significativas en logro académico, cumplimiento de expectativas de los demás y habilidades en el tiempo libre.
Los que han consumido alcohol alguna vez en la vida se perciben autoeficaces con diferencias significativas en cuatro dimensiones: aprendizaje autorregulado, habilidades en el tiempo libre, cumplimiento de expectativas de los demás y consecución de respaldo (Tabla 3). Los de 8 a 10 años presentan diferencias significativas en aprendizaje autorregulado y cumplimiento de expectativas de los demás y las niñas en autoeficacia social. Los que refieren consumo de alcohol en el último mes muestran bajas puntaciones medias en autoeficacia social y asertiva. Los de 11 y 12 años que no han tomado se perciben mejor con diferencias estadísticas significativas en autoeficacia social y menor en habilidades en el tiempo libre.
Actitud hacia el consumo
En su mayoría presentan niveles muy bajos de actitud hacia el consumo con diferencias significativas en el componente cognoscitivo. El grupo de 8 a 10 años y los de colegios públicos presentan mayor actitud hacia el consumo sin diferencias estadísticas. Los niños de 8 a 10 años refieren mayor actitud hacia el consumo con diferencias significativas en el componente cognoscitivo, mientras que las niñas de 11 y 12 años refieren mayor actitud en los componentes comportamental y cognoscitivo.
Los de 8 a 10 años que han fumado refieren mayor actitud hacia el consumo en los componentes comportamental y cognoscitivo. Las niñas que han fumado refieren mayores niveles de actitud hacia el consumo en el componente comportamental, especialmente en las que han fumado en el último mes. Los de 8 a 10 años que no han fumado reportan niveles bajos de actitud hacia el consumo en el componente comportamental.
Los que consumen alcohol refieren mayor puntuación en el componente cognoscitivo, especialmente en los que han tomado en los últimos 30 días. Los de 8 a 10 años refieren mayor actitud hacia el consumo en dos componentes. Los de 11 y 12 años y las niñas presentan menor puntuación en el componente afectivo. Los niños tienen mayor actitud hacia el consumo que las niñas, con puntuaciones medias más altas en los que consumen alcohol en el último mes. Los que no han consumido alcohol refieren niveles bajos de actitud con diferencias significativas en el grupo de 8 a 10 años y en los componentes cognoscitivo y comportamental (Tabla 4).
Salud percibida
Los niños(as) refieren mejor salud percibida con puntuaciones altas en entorno escolar, sin diferencias significativas. Los niños se perciben mejor en bienestar físico, relación con los padres y con los amigos mientras que las niñas se perciben mejor en entorno escolar. Los de 8 a 10 años se perciben mejor en bienestar físico, psicológico y entorno escolar, los de 11 y 12 años se perciben mejor en relación con los padres y autonomía y relación con los amigos.
Los que han fumado alguna vez se perciben peor en bienestar psicológico, los de 11 y 12 años se perciben peor en la dimensión relación con padres y autonomía. Los que han fumado en el último mes se perciben peor en la dimensión relación con amigos y apoyo social.
Los que han consumido alcohol en el último mes refieren peor salud percibida: los de 8 a 10 años en bienestar psicológico y relación con padres y autonomía y los de 11 y 12 años en entorno escolar. Las niñas que han consumido alcohol se perciben con menor salud percibida, especialmente las que han consumido en el último mes, que se perciben peor en bienestar físico, psicológico y relación con los padres y autonomía. Los que no refieren consumo de alcohol se perciben mejor con diferencia significativa en entorno escolar (Tabla 5).
Discusión
Se evidencia contacto con cigarrillo y alcohol desde los 8 años, resultados que coinciden con estudios realizados en Colombia3,18,19,20 y en otros países.1,2,21,22 Los niños de colegios privados refieren mayor consumo, similar al estudio de 2011 realizado en Colombia, otros estudios no refieren esta diferencia.22
Al parecer los niños entran en primer contacto con el alcohol, mientras que las niñas lo hacen con el cigarrillo. Algunos autores refieren que al tabaco no se le atribuye una relación social clara que facilite estas relaciones, como ocurre con el alcohol, de manera que el consumo de tabaco es más individualista, mientras que el consumo de alcohol se hace en colectivo.1,21 Estos sugieren promover la percepción grupal como instrumento clave de detección de la percepción del riesgo inherente al consumo de sustancias psicoactivas entre los niños y adolescentes.1)
La percepción de autoeficacia es mayor en el grupo de 8 a 10 años similar a otros estudios que refieren que a menor edad mayor autoeficacia.23 Las niñas que no han consumido alcohol presentan mayor autoeficacia que los niños. Lo que es similar a un estudio realizado en México que refiere que las adolescentes que no han consumido alcohol presentan medias y más altas de autoeficacia, en relación a aquellas que han tenido una conducta de consumo, indicando que a mayor autoeficacia menor es el consumo de alcohol.24)
Los estudios parecen apuntar a que las mujeres tienen una mayor capacidad para evitar conductas que pueden poner en riesgo su salud.25 Las niñas se perciben mejor con respecto a los niños, siendo significativo en las de 8 a 10 años, contrario al estudio realizado en Extremadura23 que señala que los niños se perciben más autoeficaces que las niñas. Un estudio en Argentina menciona que las mujeres se perciben con mayor necesidad y posibilidad de ser más autoeficaces que los hombres.26) Al parecer, el género y la edad pueden ser factores protectores para evitar el consumo de drogas lo que se corrobora en los resultados obtenidos en un estudio similar.17
La dimensión que puntúa con niveles bajos de autoeficacia es la autorregulatoria. Diversos estudios refieren que se presentan cambios en las percepciones de las creencias de los adolescentes en cuanto a su capacidad de ejercer control sobre sus pensamientos y acciones con relación a las prácticas de crianza.27 Al no encontrarse estudios con los cuales comparar los resultados se hace necesario profundizar si la socialización y la cultura se encuentran relacionadas con la resistencia a la presión para el consumo de alcohol y cigarrillo.
Los que han tenido contacto con el alcohol o el cigarrillo presentan mayores niveles de actitud hacia el consumo de drogas; resultados que coinciden con estudios que mencionan la contradicción entre la actitud negativa y el consumo. Estos se refieren a la influencia del contexto que pudiera condicionar la conducta de los niños, reproduciendo los mensajes sociales. Los niños que han experimentado con alcohol anticipan mayores efectos positivos del consumo que los que no y reportan mayor sociabilidad y diversión como consecuencia del consumo.1,20,28
Un estudio realizado en Asturias, menciona que los adolescentes refieren conciencia ante la necesidad de evitar los efectos negativos del uso de drogas y manifiestan acciones tendientes al rechazo del consumo, sin embargo, reconocen haberlo experimentado.29) La actitud hacia el consumo de alcohol, tabaco u otras drogas sería más favorable cuanto menor sea la percepción del riesgo, mayores sean las creencias distorsionadas y más permisiva sea la disposición para su consumo.28,30
Los niños que han consumido alcohol y las niñas que han consumido cigarrillo refieren mayor actitud hacia el consumo. Los que han tenido contacto con alguna sustancia presentan menores niveles de actitud en la dimensión afectiva y los que no han tenido contacto con la sustancia presentan mayor actitud hacia el consumo en el componente comportamental. Al no haberse encontrado estudios con los cuales se pueda hacer comparaciones, pudiera pensarse que el consumo está relacionado con el sexo y el tipo de sustancia.
No se encontraron diferencias significativas entre el consumo familiar y la actitud hacia el consumo, contrario a lo encontrado en otros estudios que refieren que el consumo ocasional de alcohol en los niños se encuentra relacionado con las características del contexto familiar y escolar.17,30,31)
En general se perciben con buena salud, lo que coincide con la encuesta de salud mental 2015 que refiere la percepción de una buena salud física.18 Los niños se perciben mejor en bienestar físico, relaciones con los padres y con los amigos, mientras que las niñas se perciben mejor en el entorno escolar, lo que es coherente con lo reportado por la literatura.17 Un estudio realizado en España mostró diferencias de género en la salud percibida, las niñas, principalmente las adolescentes, perciben peor la salud general, física y emocional, pero perciben mejor las relaciones con los amigos y el ámbito escolar.32)
Los que han consumido alcohol o cigarrillo refieren menor salud percibida con respecto a los que no consumen. Un estudio sugiere que durante la infancia la declaración de morbilidad crónica tiene una mayor influencia en la percepción de la salud de los niños y niñas.31 Al no haber estudios que identifiquen esta relación, sería importante ampliar las investigaciones que permitan identificar la relación existente entre el consumo de alcohol y tabaco y la salud percibida de los niños de 8 a 12 años.
Los que han consumido se perciben mejor en las relaciones con los amigos y el apoyo social y peor en la dimensión de las relaciones con los padres y la autonomía, esto posiblemente obedece a que el control parental fuera menor, lo que permite sentirse mejor en esas dos dimensiones. Esto es congruente con la literatura que refiere que un factor de riesgo para el consumo es la falta de supervisión o involucramiento parental.3,17,21,33,34,35 Los resultados permiten sugerir que la salud percibida está influenciada por el bienestar psicológico y la relación con padres y autonomía, y que la percepción positiva del entorno escolar podría ser un factor protector para evitar el consumo.17,32
Los resultados de este estudio no deben ser generalizados a otros contextos y grupos, por lo que se hace necesario replicar este tipo de investigación en otras poblaciones con características similares. El contacto con el alcohol y el tabaco se dan en edades tempranas, con una importante proporción de consumo de alcohol alguna vez en la vida entre los 8 y 12 años, de ahí que sea necesario ampliar la investigación de consumo a este grupo de edad e integrar la perspectiva de género. Los programas de prevención del consumo de drogas deben ser articulado de manera transversal al sector salud y al educativo e iniciarse antes de los 10 años y contemplar:
Fomento de la autoeficacia autorregulatoria y el logro académico.
Promover la autonomía y el bienestar psicológico tanto en los niños como en el entorno escolar y en la relación con padres.
Desarrollar acciones que aumenten la percepción de riesgo en tabaco y alcohol.
Involucrar a padres y profesores.
Desarrollar acciones que trasciendan a la sociedad incentivando la desaprobación social del consumo, haciendo especial énfasis en alcohol.
Se sugiere que los programas de control de crecimiento y desarrollo identifiquen tempranamente el riesgo de experimentación o consumo de drogas y lo consideren, de manera especial, para el acceso a tratamientos y estrategias de prevención primaria y secundaria que puedan ser aplicadas en el medio escolar, como lo sugiere la encuesta de salud mental de 2015.18
Se concluye que el contacto con alcohol y tabaco se da en edades tempranas, con una importante proporción de consumo de alcohol alguna vez en la vida entre los 8 y 12 años, lo que hace necesario ampliar la investigación de consumo en este grupo de edad, desde una perspectiva de género. Los programas de prevención del consumo de drogas se deben articular de manera transversal con el sector salud, el educativo y el familiar, de modo que en ellos se involucren padres y profesores.