Introducción
La división sexual del trabajo se explica a partir del origen de la opresión de la mujer, explicado por Federico Engels que, además, toma en cuenta la discriminación legal y el poder de la propiedad privada. Según este autor, los hombres adquirieron las riquezas, sobre todo en forma de rebaños, y quisieron pasarlas en herencia a sus hijos, sin embargo, no estaban seguros acerca de la paternidad. Esto hizo que los hombres anularan el derecho materno en favor de la herencia patrilineal, controlaran la sexualidad de las mujeres a través del matrimonio y las confinaran al trabajo dentro del espacio del hogar.1,2,3)
La opresión genérica destaca que la relación entre los sexos es política y genera posiciones de poder. Es analizada por la economía feminista como una forma de dependencia eco nómica de las mujeres en función de las realidades donde se desenvuelven, que tiene implícitas las clases sociales y las etnias a las que pertenecen, que son otros ejes de diferenciación y desigualdad, tanto entre mujeres como entre hombres.4)
Dentro de las fuentes de desigualdades sociales se encuentran las relaciones de género que hacen referencia a características de tipo subjetivo y a formas de actuar, que se asumen desde lo femenino y lo masculino, construidas a partir de la influencia del contexto cultural donde se desenvuelven las personas que son transmitidos y reforzados en las personas como parte de su proceso de identidad.5,6) Dentro de esas actividades diferenciadas entre los sexos se encuentra el trabajo, tanto el que produce pago o remuneración como el que no tiene esta ventaja para las personas. Además del hecho de percibir diferentes salarios por desempeñar una misma labor, atenta contra el desarrollo social e individual. Por otra parte, asignaciones simbólicas, que se traducen en estereotipos y roles de género, influyen en comportamientos que pueden ser más o menos saludables, en tanto desconfiguren el deber ser o que, respondiendo a este, añadan malestares de cualquier índole a la corporeidad social y biológica de los seres humanos.6,7)
El trabajo reproductivo o no remunerado no ha sido tomado en cuenta en el análisis económico del trabajo por considerarse una actividad natural de las féminas, que se realiza fundamentalmente en el seno de la familia, dentro del hogar. Ha sido históricamente responsabilidad de las mujeres y en su ejecución se evidencia la heterogeneidad femenina en función de la clase social y la etnia a la que pertenece.6,8)
Al desarrollarse en el seno de la familia, que es el nivel primario donde se construyen las relaciones de género, sus miembros esperan comportamientos según el sexo con que se haya nacido y el cumplimiento de las tareas previamente asignadas según la división sexual del trabajo. Se caracteriza por su invisibilidad, no poderse contabilizar y no ser remunerado.6,7,9)
El incremento de las mujeres en el mercado de trabajo remunerado ha ocurrido desde mediados y a finales del siglo XX, pero no trajo la redistribución de su carga laboral, siguen siendo las que asumen la mayor parte del trabajo doméstico, con el resultado de deterioro de la salud; además, fue criticado bajo el criterio de que podían ocasionar desajustes familiares; no obstante, había constituido una oportunidad de libertad única para ellas, que el comunismo, con el fin de la propiedad privada y el arribo a un nuevo sistema de producción, llevaría a su punto culminante.3,6)
No existen suficientes conocimientos en Cuba sobre las características del trabajo reproductivo, por sexo, grupos de edad y zonas de residencia, lo que conllevó la realización de la presente investigación, cuyo objetivo fue identificar las características del trabajo no remunerado y el apoyo social, según variables sociodemográficas en la población cubana.
Métodos
La investigación forma parte de la Encuesta Nacional de Salud, Cuba, 2018-2020. Se realizó un estudio descriptivo y transversal que incluyó a 9 321 061 de cubanos de 15 años y más. La muestra estuvo constituida por 7026 hombres y 7313 mujeres; el 77 % residían en zona urbana y un 23 % en la zona rural. Para la selección de la muestra, las provincias fueron consideradas como los conglomerados de primera etapa, las estudiadas fueron elegidas proporcional a la cantidad de población atendida, dentro de las cuales se seleccionaron los municipios por muestreo simple aleatorio, dentro de estos, por el mismo procedimiento, se eligieron las áreas de salud y dentro de las elegidas, de igual forma, los consultorios. En cada Consultorio del Médico y Enfermera de la Familia fueron seleccionadas 20 viviendas y, en ellas, encuestadas todas las personas del grupo de edad de referencia. Se calcularon las ponderaciones para la muestra, de acuerdo al diseño de selección, las cuales se ajustaron a la estructura poblacional.
Se aplicó el cuestionario estructurado por el personal certificado previamente. Las variables estudiadas fueron las siguientes:
La responsabilidad con las tareas del hogar, cuidado de hijos menores de edad, de personas mayores y de personas con discapacidad, se categorizó en “sí” y “no”. Las variables que expresaron apoyo social, como expresión dela interacción entre las personas mediante la cual dabany recibían ayuda espiritual, emocional, informativa, funcional y material fueron: Contar con personas que se preocupan por lo que les sucede, Recibir amor y afecto y Tener la posibilidad de hablar con alguien sobre problemas personales y familiares, se categorizaron en “Mucho Menos de lo que deseo”, “Menos de lo que deseo”, “Ni mucho ni poco”, “Casi como deseo” y “Tanto como deseo”. Se consideraron de mayor interés para este estudio las categorías “Menos de lo que deseo” y “Mucho menos de lo que deseo”. Todas las variables incluidas se analizaron por sexo, grupos de edad y zona de residencia urbana-rural y color de la piel.
Los resultados se resumieron en porcentajes y se estimaron los intervalos de confianza con una confiabilidad del 95 %.
Se solicitó por escrito, a los encuestados, el consentimiento de participación en la investigación, según declaración de Helsinki y se garantizó la privacidad donde se realizó la entrevista.10) Se garantizó la privacidad al no permitir personas ajenas al estudio en el momento de recogida de información y la confidencialidad mediante el resguardo de los cuestionarios y las bases de datos. Los resultados solo serán publicados de forma resumida y para fines científicos.
Resultados
Seis de cada 10 encuestados declaró tener a su cargo las tareas del hogar. Se observó franco predominio del sexo femenino, el cual duplicó al de los hombres, debido a que ocho de cada 10 féminas se ocupan de su realización; en tanto que en los hombres fueron cuatro de cada 10, patrón que se reprodujo tanto en la zona urbana como en la rural (tabla 1).
El cuidado de hijos menores se declaró en tres de cada 10 encuestados; aproximadamente dos de cada 10 asumieron el cuidado de personas mayores y seis de cada 10 el de personas con alguna discapacidad. Todas estas tareas fueron referidas por más mujeres que por hombres, lo que aportó razones de 1,6, 1,3 y 1,5, respectivamente. La menor diferencia por sexo se observó en la atención a discapacitados. No se observaron diferencias por zonas de residencia (tabla 1).
Apoyo social
No se observaron diferencias por sexo en las categorías “Menos de lo que deseaba” y “Mucho menos de lo que deseaba¨ en ninguna de las variables. Se destaca que a medida que aumentó la edad se hizo más frecuente la declaración de “Menos” y “Mucho menos de lo que deseaban” en todas las variables (tabla 2).
Según el color de la piel, las personas negras declararon recibir menos apoyo social: contar con personas que se ocupan de lo que les sucede: 1,3 veces menos; recibir amor y afecto y tener la posibilidad de compartir problemas personales y familiares, aproximadamente 2 veces menos, respectivamente) que las mulatas y blancas, en la categoría “menos de lo que deseaban” (tabla 2).
En la tabla 3 puede observarse que, tanto en la zona urbana como en la rural, el porcentaje de encuestados que declaró recibir “menos y mucho menos” apoyo del que deseaban, fue similar en cada una de las categorías que expresaron apoyo social.
Discusión
En la presente investigación se pudieron evidenciar, por vez primera en Cuba, los aspectos relacionados con las relaciones de género a escala poblacional. El estudio de las diferencias entre los sexos permite el análisis con perspectiva de género, lo cual es importante para identificar las brechas entre mujeres y hombres, indagar sobre las razones que las producen y hacer acciones diferenciadas para su disminución. El género constituye una de las determinantes sociales de la salud, que son las condiciones sociales en las que viven y trabajan las personas, que de forma interseccionada influyen en el proceso salud-enfermedad-atención. Es considerado por la Comisión de Determinantes Sociales de la Salud de la Organización Mundial de la Salud como uno de los determinantes estructurales que conforman la posición económica de la sociedad, junto con la clase social y la etnicidad que se conforman a partir del nivel de educación, la ocupación y los ingresos.11,12
El rol reproductivo se estudió mediante la responsabilidad con las tareas del hogar, el cuidado de hijos menores y de personas mayores y discapacitadas; los resultados de esta investigación reproducen lo encontrado en escenarios específicos del país, donde las mujeres han estado más representadas.13,6) .Las brechas identificadas pueden constituir limitaciones para las oportunidades de las mujeres a acceder a recursos que facilitan el desarrollo y el mantenimiento de la salud.
La comparación entre la zona rural y la urbana no aportó diferencias notables en cuanto a la realización del rol reproductivo, debido a que en ambos espacios hubo predominio femenino. Lo anterior pudiera explicarse porque aún persisten formas de pensamiento patriarcal, incluso en las ciudades y pueblos a pesar de los esfuerzos realizados por el estado para alcanzar altos niveles de equidad social bajo los principios proclamados por el carácter socialista de la Revolución. Por más de medio siglo, hombres y mujeres han tenido la posibilidad de contar con igualdad en la educación, el empleo y los ingresos devenidos por la misma actividad laboral.6)
Romero cita a Comte como uno de los pioneros en reconocer que el trabajo constituye la condición más esencial de la vida humana. Este autor coloca al hombre como representante del orden y la autoridad que tiene la responsabilidad máxima de garantizar la estabilidad de su familia; mientras que la mujer es la responsable del espacio doméstico y la encargada de realizar las actividades de cuidados de la familia,3) lo cual tiene su reflejo en los resultados de este estudio. Las brechas identificadas pueden constituir limitaciones para las oportunidades de las mujeres a acceder a recursos que facilitan el desarrollo y el mantenimiento de la salud.
En cuanto a las desventajas encontradas en el apoyo social para la población con color de piel negra puede deberse a lo expresado por Zabala cuando expresó “…aunque se han hecho profundas transformaciones sociales, económicas y políticas, que tuvieron lugar con la Revolución Cubana y que favorecieron la equidad e integración social de toda la población, no todas las desventajas socioeconómicas de la población negra y mulata pudieron revertirse...”.14)
Fernández cita a García en 2013 cuando considera que el apoyo social se refiere a la percepción de las personas, a partir de su interrelación en redes, de sentirse amado y cuidado, valorado y estimado.15) Su estudio resulta de utilidad para analizar las relaciones entre el individuo y la comunidad cercana que le rodea.
Los resultados de esta investigación no son similares al realizado en Pinar del Río en el año 2016, en el que se encontró alta percepción de apoyo social en las personas mayores,16 lo que puede deberse a que los entornos sociales varían. Por otra parte, el envejecimiento poblacional cubano hace que existen muchos adultos mayores, fundamentalmente mujeres que han quedado viudos, lo que se agrava por el alto índice de migraciones jóvenes.
Los resultados obtenidos contribuyen a comprender mejor las condiciones de vida de mujeres y hombres a partir de los roles que realizan, que reflejan los designados por la sociedad y del apoyo social percibido.
En conclusión, prevaleció una distribución inequitativa del trabajo doméstico, del cuidado de los miembros de la familia y el apoyo social percibido por la población a lo largo del curso de la vida, con peores resultados a medida que aumentó la edad, lo que reclama la implementación de estrategias más efectivas con perspectiva de género.