INTRODUCCIÓN
La adolescencia es una etapa de la vida que requiere de atención. Por tal razón, una amplia diversidad de investigadores se ha interesado en colocar la mirada en este grupo etario, período que ha sido definido como una etapa difícil, polémica, de cambios continuos, pero también de oportunidades.
En estas edades se definen aspectos importantes como la propia personalidad, se adquieren características diferentes la sexualidad; un tema puntual que ha estado presente en la agenda de numerosos expertos por el impacto social que ha producido en las nuevas generaciones.
Estudiar la sexualidad en la adolescencia se ha convertido en una tarea compleja, que no puede ser abordada de un único modo. Requiere de la apertura de múltiples miradas y del empleo de determinados enfoques teóricos que permitan entender cómo se manifiesta, de acuerdo a sus particularidades y a las del contexto sociocultural en el que se desarrolla. En este sentido, las conductas sexuales de riesgo adquieren gran significación, lo cual se debe, fundamentalmente, al aumento exacerbado de estas en los más jóvenes.
En la literatura científica se expone un debate sobre las conductas sexuales de riesgo en adolescentes, entre otras razones, por los riesgos asociados: embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual (ITS), y procederes vinculados a la terminación voluntaria del embarazo. Estos riesgos pueden constituirse en importantes problemas de salud para adolescentes, y convertirse en una problemática que comprometa la salud sexual y reproductiva, además del desarrollo psicológico y social.1
El comportamiento sexual en esta etapa muchas veces se caracteriza por un inicio temprano de las relaciones sexuales, condicionado por la fuerte presión de la sociedad y la influencia de sus pares para iniciar esta práctica.2 Es común encontrar que los adolescentes inicien sus relaciones sexuales bajo el consumo de alcohol y otras drogas; sin usar métodos anticonceptivos o utilizándolos inadecuadamente.
En la actualidad se ha brindado mayor atención desde las Ciencias Sociales, al estudio de las conductas sexuales de riesgo en adolescentes. Ello se debe a que estos constituyen una de las poblaciones más vulnerables. De modo que, se ha producido un desarrollo acelerado de las investigaciones en este campo.
En el ámbito internacional, las referencias encontradas acerca de esta temática provienen de países europeos, fundamentalmente de España2,3) y de países latinoamericanos como México,4 Colombia,5 Perú,6 Ecuador,7 Chile.8) Los estudios realizados describen las características, consecuencias, así como la influencia positiva o negativa de determinados factores sobre los comportamientos sexuales en estas edades.
A su vez, se reconocen las problemáticas que emergen en esta etapa de la vida. De manera que predomina un gran desconocimiento o inadecuada información sobre la planificación familiar y los métodos anticonceptivos. Otras de las problemáticas se refieren a la importancia de las relaciones sexuales protegidas o seguras que previene los embarazos, la maternidad/paternidad temprana, la terminación voluntaria del embarazo, así como las ITS y el VIH. Además de otros comportamientos que dañan la salud y calidad de vida de los púberes.
En Cuba, diferentes investigaciones se han orientado al estudio de la sexualidad en los adolescentes.9,10,11,12,13) Los estudios desarrollados muestran diversas peculiaridades en las conductas sexuales de riesgo, las cuales se encuentran condicionadas por el enfoque de género.
Es evidente que la actividad científica en torno a la sexualidad y su educación en la adolescencia, se desarrolla sobre la base de una concepción multidisciplinaria. Las investigaciones producidas en este sentido se centran en su mayoría en describir y caracterizar el fenómeno, de manera que enfocan sus objetivos en el qué y menos en el cómo. Es decir, se centran solo en brindar información, condición necesaria para la modificación del comportamiento.
En la provincia de Pinar del Río, existen también problemáticas que afectan la salud sexual y reproductiva de los adolescentes. En el municipio Consolación del Sur, en los últimos tres años se reportan indicadores negativos relacionados con el tema. Según el departamento de registros médicos y estadísticos de salud, se identificó como una de las problemáticas, el embarazo a edades tempranas y la persistencia de altas tasas en cuanto a la utilización de la terminación voluntaria del embarazo.
Los trabajos consultados en el Centro de Documentación e Información del municipio, constatan que existen pocas investigaciones asociadas a soluciones para estas problemáticas; por lo tanto, resulta necesario incrementar actividades educativas que contribuyan a la prevención de las conductas sexuales de riesgo.
Se realiza esta investigación con el objetivo de caracterizar el estado actual de la prevención de las conductas sexuales de riesgo, en adolescentes del consultorio médico No.9 perteneciente al Policlínico Universitario “5 de Septiembre”, municipio Consolación del Sur.
MÉTODOS
Se realizó un estudio observacional, descriptivo y transversal, con un enfoque metodológico mixto (cuantitativo-cualitativo), en el período que comprende enero de 2016 a junio de 2018.
La población estuvo conformada por los 135 adolescentes entre 14 y 15 años del consultorio médico No.9, perteneciente al Policlínico seleccionado.
La selección de la muestra se realizó mediante un muestreo no probabilístico, de manera intencional. Como criterios de inclusión se utilizaron: la voluntariedad de los adolescentes para participar en la investigación, consentimiento informado del padre o tutor, adolescentes entre 14 y 15 años de edad, de ambos sexos, que pertenezcan al consultorio médico No.9 del Policlínico Universitario “5 de Septiembre”.
Como criterios de exclusión: adolescentes que no quieran participar en la investigación, que no se encuentren presentes durante la aplicación de los instrumentos, e incapacidad física o mental para responder los instrumentos.
La muestra quedó constituida por 40 adolescentes, de los cuales 15 son hombres y 25 son mujeres, de ellas el 62,5 % poseen 14 años y el 37,5 % refiere 15 años.
Se utilizaron como métodos del nivel teórico (histórico-lógico, análisis-síntesis, inductivo-deductivo) y empíricos (encuesta, entrevista, completamiento de frases). Para el procesamiento de la información se utilizó el paquete de programas de Microsoft Excel. Se empleó la estadística descriptiva, y el análisis de los datos se realizó mediante frecuencias absolutas y relativas porcentuales.
Se tuvieron en cuenta los aspectos éticos. Se ofreció información sobre los objetivos de la investigación, los procedimientos que se emplearán y la confidencialidad de los resultados obtenidos, los cuales serán utilizados con fines estrictamente científicos. Además, se informó la voluntariedad de participación en el consentimiento informado y se comunicó sobre la posibilidad de abandonar la investigación sin ninguna repercusión negativa.
RESULTADOS
En lo referente a la dimensión Relaciones sexuales, se obtuvo que el 80 % de los varones iniciaron la actividad sexual, este mismo género (75 %) fue el que más se destacó en cuanto a la edad de inicio. (Tabla 1)
Con respecto al motivo de inicio de la actividad sexual coital las principales categorías identificadas fueron el amor (96 % las muchachas) y el placer (66,7 % los muchachos).
En relación con el uso de productos que crearan adicciones, el 83,3 % de los varones refirieron haber tenido relaciones sexuales bajo el efecto de alguna de estas sustancias, constatando que el mayor consumo en el alcohol en los varones (70 %) de los que llevan a cabo esta práctica. Otras adicciones no refirieron. En las jóvenes, el 73,3 % dijo no a esta práctica, el 25 % bajo el efecto del alcohol y solo tres al tabaquismo.
En cuanto a la dimensión relaciones de pareja, el 56 % de las mujeres refirió haber tenido una sola pareja y el 40 % de estas señaló en el intervalo más de seis meses. Mientras el 66,7 % de los varones refirieron haber tenido más de dos parejas en un tiempo de duración de menos de un mes (60 %). (Tabla 2)
Con relación a la Dimensión Métodos de protección y anticonceptivos, se constató que los más conocidos fueron el condón (95 %) y las tabletas anticonceptivas (75 %). Por otro lado, se observa que no están lo suficientemente informados sobre la mayoría de los métodos anticonceptivos, aspecto que puede influir en su comportamiento sexual. (Tabla 3)
Métodos de Protección y anticonceptivos | TOTAL | % |
---|---|---|
Condón | 38 | 95 |
Diafragma | 4 | 10 |
DIU | 9 | 22,5 |
Espermicidas | 3 | 7,5 |
Vacunas anticonceptivas | 15 | 37,5 |
Tabletas anticonceptivas | 30 | 75 |
Implantes | 6 | 15 |
En cuanto a la utilización de los métodos anticonceptivos, el 86,7 % de las muchachas declaró el empleo de estos métodos, de ellas el 80 % refirió usarlo algunas veces. Por otra parte, el 83,3 % de los varones señalaron que no los utilizan casi nunca.
El condón fue el método anticonceptivo más empleado y con el cual se encuentran más familiarizados. En este sentido, se encontró que el empleo habitual de este método fue más frecuente en hombres (83,3 %) que en mujeres. En las muchachas predominó el uso de las tabletas anticonceptivas en un 53,3 %.
Respecto a quién decide el uso de los métodos anticonceptivos en las relaciones sexuales, el 60 % de las mujeres señalaron que la responsabilidad recae en ellas mismas.
Referente a las conductas sexuales, la mayoría del grupo considera como conductas sexuales sanas mantener una relación estable con la pareja (87,5 %) y tener una sola pareja (82,5 %); las muchachas alcanzaron un mayor porcentaje (96 %).
En cuanto a las conductas sexuales de riesgo la mayoría identificó que tener relaciones sexuales con quien sea cuando se tenga la oportunidad (87,5 %) y tener relaciones sexuales bajo el consumo de alcohol y otras drogas (85 %) puede ser considerada una conducta de riesgo.
Las muchachas, en mayor proporción que los varones, señalan las conductas sexuales de riesgo antes mencionadas (96 % y 88 % respectivamente); mientras que un porciento alto de varones no percibe que cambiar de pareja frecuentemente, tener más de una pareja a la vez y no utilizar el condón en cada relación sexual, constituyen una conducta sexual de riesgo.(Tabla 4)
Conductas sexuales sanas | Femenino | Masculino | TOTAL | |||
---|---|---|---|---|---|---|
No. | % | No. | % | No. | % | |
Negociar el uso del condón con la pareja. | 14 | 56 | 8 | 53,3 | 22 | 55 |
Mantener una relación de pareja estable. | 24 | 96 | 11 | 73,3 | 35 | 87,5 |
No tener relaciones sexuales con penetración. | 6 | 24 | 4 | 26,7 | 10 | 25 |
Tener una sola pareja. | 24 | 96 | 9 | 60 | 33 | 82,5 |
Conductas sexuales riesgo | Femenino | Masculino | TOTAL | |||
No. | % | No. | % | No. | % | |
Cambiar de pareja frecuentemente. | 23 | 92 | 8 | 53,3 | 31 | 77,5 |
Llegar a tener relaciones sexuales cuando se tenga la oportunidad, con quien sea. | 24 | 96 | 11 | 73,3 | 35 | 87,5 |
Tener relaciones sexuales bajo el efecto de drogas. | 22 | 88 | 12 | 80 | 34 | 85 |
Tener más de una pareja a la vez. | 21 | 84 | 8 | 53,3 | 29 | 72,5 |
No utilizar el condón en cada relación sexual. | 22 | 88 | 10 | 66,7 | 32 | 80 |
Iniciar las relaciones sexuales a temprana edad. | 21 | 84 | 3 | 20 | 24 | 60 |
En cuanto a las conductas sexuales de riesgo la mayoría identificó que tener relaciones sexuales con quien sea cuando se tenga la oportunidad (87,5 %) y tener relaciones sexuales bajo el consumo de alcohol y otras sustancias que crean adicciones (85 %) puede ser considerada una conducta de riesgo.
Las muchachas, en mayor proporción que los varones, señalaron las conductas sexuales de riesgo antes mencionadas (96 y 88 %); mientras que un porciento alto de varones no perciben el cambio frecuente de pareja como un riesgo, tener más de una pareja a la vez y no utilizar el condón en cada relación sexual constituyen una conducta sexual de riesgo.
DISCUSIÓN
Los datos obtenidos en la investigación están en correspondencia con los resultados de un estudio efectuado en el preuniversitario del Centro Mixto Carlos Marx, Pinar del Río,11 en el cual es superior el número de varones que iniciaron o dicen haber iniciado sus relaciones sexuales. Es posible que la causa esté en las concepciones machistas que inducen a los varones a comenzar tempranamente la vida sexual, las que propician que los varones inventen las historias sobre sus relaciones sexuales.
En cuanto a la edad de inicio, los resultados afirman lo abordado en un estudio realizado en México4) donde se plantea que las relaciones sexuales coitales se presentan en edades tempranas y con marcadas diferencias en cuanto al género. Ello se refleja en la libertad que poseen los hombres de ejercer su sexualidad, ejercicio que conlleva a la aceptación y reforzamiento de la masculinidad. Estás concepciones protegen al varón, pero también representan un costo para ellos, pues son víctimas de “malas pasadas” en torno a su papel sexual. Este hecho hace que ellos sean superiores a las muchachas, por lo que se ven obligados a cumplir con determinados mandatos sociales, que de no ser cumplidos pueden generar rechazo ante los demás. Por otro lado, se impone la prohibición o restricción a las mujeres para ejercerla y disfrutarla con independencia de la reproducción.
Investigaciones realizadas en La Habana 10 y Cienfuegos 13 señalan resultados similares en relación con las motivaciones para iniciar la actividad sexual. En estas se ratifica que mostrar afectos y expresar amor, forman parte del rol tradicional de la mujer, las cuales vinculan las relaciones sexuales con las amorosas. Por otra parte, los hombres se mostraron más propensos a tener relaciones sexuales para el disfrute sexual, esto provoca una mayor experiencia, aunque quizás no las más saludables.5
Iguales resultados fueron encontrados en un estudio realizado en México, en el que se identificó que para los adolescentes el alcohol es la sustancia de mayor consumo, a la cual se le atribuyen ventajas pues facilita el encuentro sexual y aumenta la excitación.15) Esto puede explicarse en función del contexto sociocultural que atribuye a los hombres la facultad de tener mayor actividad sexual, mantener un rol activo, independiente, además de enfatizar en su heterosexualidad.5
En este sentido, se concibe al alcohol como una “pócima mágica” capaz de proporcionarles diversión, ayudarles a comunicarse mejor, superar la timidez e inseguridad, evadir los problemas, y conseguir la aceptación de los demás. Ello ha permitido que en especial los varones, aprendan a asumir ciertas conductas legitimadas socialmente, lo cual los hace vulnerables no solo por las implicaciones que ocasiona a su salud, sino por los efectos que puede generar su rechazo en los demás. Los hábitos tóxicos, entre ellos el alcoholismo y el tabaquismo conducen a los adolescentes por el circuito de la vulnerabilidad que los conlleva a la actividad sexual desprotegida. Por ello resulta importante la consolidación de hábitos saludables para preservar su salud en la adultez.
Con respecto a la Dimensión Relaciones de pareja, la lectura de estos datos sugiere que, en el entorno de socialización de los adolescentes, está presente la asunción de que el varón puede tener un número de parejas superior. Ellos poseen mayor libertad para tener pareja, lo cual puede corresponder con su reconocimiento social como hombre para dar muestras de su “virilidad” y su condición de heterosexual.
Los resultados relacionados con este aspecto demuestran la poca duración de las parejas adolescentes. Esto se debe a la creciente necesidad de experimentar todo lo relacionado con el amor y el sexo, además de establecer los primeros acercamientos eróticos hacia otra persona como una forma de exploración y aventura.
En esta etapa el desarrollo cognitivo y psicosocial no ha concluido su formación, por lo que su pensamiento no se ha desarrollado completamente; está limitado a hacer algunos análisis y dar solución efectiva a los conflictos. Aparecen inseguridades y confusiones en la orientación para la vida, donde la reflexión sobre las posibles consecuencias de los comportamientos no es muy profunda. Por tanto, no se encuentran preparados para asumir la vida en pareja, y en este segmento de población no se establece una proyección más duradera por su carácter experimental. Además, porque contribuye al desarrollo de la identidad personal, y en particular, la identidad sexual y de género.
Diferentes estudios 10,12) han mostrado que el comportamiento sexual comienza a forjarse en gran medida, por lo establecido en el orden de lo social y por los aprendizajes adquiridos de los diferentes agentes de socialización (familia, escuela, grupo de amigos, comunidad, medios de comunicación masiva).
Con relación a la Dimensión Métodos de protección y anticonceptivos, los resultados muestran que este aspecto puede influir en su comportamiento sexual. Pues, el conocimiento que se tenga de dichos métodos, así como el modo de utilizarse y la selección adecuada de los mismos, es fundamental para una eficaz práctica anticonceptiva y para la prevención de las ITS.
Desde el discurso de los y las adolescentes se mostraron diferencias en cuanto a género. Llama la atención que las muchachas ratifican desde sus valoraciones que el embarazo es el principal aspecto sobre el cual deben protegerse, mientras que ellos consideran en primera opción el uso del condón como método para la prevención de las ITS.
En este punto parece oportuno analizar el empleo de la anticoncepción en varones, cuestión que merece un análisis, pues el condón es un método de uso masculino, ya que son ellos quienes deben colocarlo en su cuerpo, los que lo llevan o lo compran y los que deciden si se usa o no. Esto implica que para su utilización se precise del consentimiento de la figura masculina, esto los coloca en una posición de poder, no solo desde las características del método, sino desde la propia dinámica de pareja.
Por tanto, el hecho de que los jóvenes comenten que el uso del condón evita una ITS, pudiera estar dado a la valoración de que la responsabilidad de la anticoncepción es un asunto de la mujer. El análisis de género en la salud reproductiva se ha limitado a resaltar la desigualdad y discriminación que sufre la mujer, así como la exclusión del varón de diferentes responsabilidades. A ellos se les prepara para asumir determinado comportamiento sexual y se refuerza su masculinidad, pero no se reflexiona sobre la llegada de un hijo, las vivencias y responsabilidades de este evento.
Es necesario comentar lo dañino que resulta la polarización en los criterios sobre el tema en ambos géneros. Precisamente, el centrarse en la cuestión de evitar un embarazo y las ITS de manera fragmentada, dificulta la percepción de riesgo sobre el asunto. Sin embargo, deben ponerse atención en tema, pues la protección necesita estar enfocada hacia los dos sentidos. Estos elementos señalan cómo todavía los muchachos no asumen la responsabilidad del embarazo, mientras a las chicas se le exige el cuidado del mismo, contrario a lo que sucede con las ITS; problemáticas que ponen en riesgo su salud sexual y reproductiva.
En cuanto a la utilización de estos métodos, los resultados señalan la poca sistematicidad en el uso de los métodos de protección y anticonceptivos, lo cual los expone a las consecuencias de las relaciones desprotegidas. De acuerdo a lo recogido mediante la entrevista, en el caso de las muchachas esta realidad se debe a que perciben cierta seguridad en sus relaciones de pareja por ser más duraderas y por la confianza en la otra persona.
Al respecto, algunos estudios han señalado que las jovenes tienen relaciones con pareja estable en mayor proporción que los chicos y con estas parejas se protegen menos debido a que en las relaciones sexuales con su pareja estable conceden una gran importancia al vínculo afectivo, pues buscan profundizar la relación de pareja bajo un contexto amoroso con una percepción del riesgo de infección por VIH/ITS disminuida.3
En este sentido, se magnifica el tema de la estabilidad desde la concepción más tradicional, la cual se convierte en un peligro para la salud sexual y reproductiva en edades muy temprana. Este concepto poco objetivo, no se corresponde con las características de la etapa; de ahí que se muestren dificultades en cuanto a la percepción de riesgo pues es necesario emplear la protección en todas las relaciones sexuales.
Las investigadoras ecuatorianas Eliana Pullas y Verónica Rojas,7 realizaron un estudio sobre Conductas sexuales de riesgo y uso de métodos anticonceptivos en estudiantes de Enfermería. Las autoras encontraron resultados similares, donde refieren que un gran número de estudiantes varones no usan condón ya que consideran la disminución del placer sexual durante el coito y no sienten que estén en riesgo de contraer ITS.
Otros estudios desarrollados en el contexto cubano destacan que los adolescentes tienden a rechazar el uso del condón ya que consideran que este anticonceptivo les impedirá sentir placer, limitará el disfrute de una sexualidad plena, “estorba” o sencillamente porque no le gusta al hombre, y la mujer es incapaz de defender su criterio. Estos elementos indican una vez más la influencia del género ante estas conductas.(9, 13)
El método anticonceptivo más empleado por los adolescentes fue el condón. El empleo habitual de este método es más frecuente en hombres que en mujeres.
Investigaciones realizadas en España,3 Perú,6 Ecuador,7 Chile8 y Cuba9,12,13 reconocen que el anticonceptivo de preferencia y mayor uso en los adolescentes es el condón, con un empleo habitual en hombres. Estos estudios apuntan que el uso de los métodos anticonceptivos en las relaciones sexuales ayuda a disminuir o evitar el contagio de ITS, embarazos no deseados y otras consecuencias que se pueden desarrollar al no utilizarlos.
Las psicólogas Uribe, Castellanos y Cabán14 reconocen que el uso de métodos anticonceptivos y, especialmente, del preservativo, es relevante para el cuidado de la salud sexual y reproductiva en los jóvenes. Sin embargo, a pesar de que cada vez hay mayor accesibilidad para conocer y adquirir información psicosexual, el uso de métodos preventivos es más escaso.
Con relación a los métodos anticonceptivos empleados por las muchachas, los resultados develan que la protección incluye fundamentalmente el uso de métodos que evitan un embarazo no deseado, pero que no las protegen ante una infección. Ello muestra una manera limitada respecto a la salud sexual y reproductiva, por lo que no están consideran el tema de la protección ante las ITS. Esto puede estar relacionado con las dificultades para negociar el condón y con la confianza y estabilidad en la pareja. Dicho resultado se corresponde con las opiniones expresadas por las adolescentes en la entrevista, lo cual apunta a que se sienten protegidas con la utilización de este método en sus relaciones sexuales y no consideran el riesgo de exposición a las ITS.
Es necesaria una mayor preparación de las muchachas en cuanto a la protección, así como la responsabilidad de su uso en las relaciones sexuales. Denota, además, que no se tiene en cuenta el hecho de que la responsabilidad en la decisión del empleo de los métodos anticonceptivos implica a ambos miembros de la pareja, pues la protección no solo requiere del cuidado de sí mismo, sino del cuidado de la otra persona.
En cuanto a las conductas sexuales sanas, los resultados obtenidos guardan relación con las opiniones expresadas por las muchachas. Sin embargo, es interesante señalar que asumir estas conductas puede colocarlas en riesgo, desde la percepción errónea de que la estabilidad en la relación de pareja proporciona seguridad, sin tener en cuenta que ello no garantiza una relación segura. En este sentido, solo evalúan su comportamiento sexual y olvidan la conducta asumida por su pareja. De modo que, las ubica en situación de vulnerabilidad. Además, es importante destacar que los adolescentes varones presentaron mayores dificultades en la identificación de las conductas sexuales sanas y de riesgo, por tanto, poseen una baja percepción de riesgo sobre estas conductas.
En conclusión, el estudio precisó que los adolescentes estudiados no poseen una educación sanitaria y cultural adecuada para un comportamiento sexual saludable y seguro, evidenciando que sostienen conductas sexuales de riesgo con baja percepción del propio riesgo para su salud sexual y reproductiva, que demanda de una labor promocional por el equipo de salud de su atención.