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Arquitectura y Urbanismo

versión On-line ISSN 1815-5898

Arquitectura y Urbanismo vol.34 no.1 La Habana ene.-abr. 2013

 

CON CRITERIO/ ESTUDIOS PATRIMONIALES A ESCALA DEL TERRITORIO

 

Patrimonio cultural y representaciones territoriales. Estudio de los imaginarios sobre la ribera de Rosario, Argentina

 

Representations and regional cultural heritage. Study of the imaginary on the bank of Rosario, Argentina

 

 

Cecilia Inés Galimberti

Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina.

 

 


RESUMEN

Gran parte de las ciudades latinoamericanas se enfrentan, en las últimas décadas, con procesos de transformación territorial que, por un lado, conducen a fortalecer su pertenencia a la aldea global y, por el otro, aumentan los niveles de pobreza, segregaciones sociales y fragmentaciones en todos sus ámbitos. De manera que, en el presente trabajo, se plantea reflexionar sobre el rol central que poseen el patrimonio cultural y las representaciones colectivas en la planificación contemporánea, a fin de afianzar y restituir la identidad territorial local en un marco más democrático e inclusivo. Para lo cual, se analizan los diferentes imaginarios presentes en el frente costero del río Paraná en la ciudad de Rosario -Argentina-, como muestra representativa de una problemática común a otras ciudades latinoamericanas; a fin de aportar claves y perspectivas de investigación que permitan ser aplicadas a otros casos de estudio.

Palabras clave: patrimonio cultural, representaciones territoriales, imaginarios colectivos, ciudades latinoamericanas.


ABSTRACT

Much of Latin American cities face, in recent decades, with processes of territorial transformation that, on the one hand, lead to strengthen its membership of the global village and, on the other hand, increasing levels of poverty, social segregations and fragmentations in all its fields. So, in this paper, we propose to reflect on the central role that possess cultural heritage and collective representations in contemporary planning, in order to strengthen and restore local territorial identity in a more democratic and inclusive framework. For this purpose, we analyze the different imaginaries in the waterfront of the Paraná River in the city of Rosario - Argentina-, as a representative sample of a problem common to other Latin American cities; in order to provide keys and research perspectives that can be applied to other cases of study.

Key Words: cultural heritage, territorial representations, imaginary, Latin American cities.


 

 

INTRODUCCIÓN

En las últimas décadas, el territorio se enfrenta a procesos de cambio que responden a las lógicas del mercado y de la economía global, asumiendo así nuevas estructuras espaciales que tienden a alejarse de las necesidades y problemáticas locales. Paradójicamente el territorio se desterritorializa, es decir, se pierde el sentido de apropiación del lugar por parte de los habitantes, borrando así las identidades locales y generando cambios profundos en las relaciones socio-culturales. En gran parte de las ciudades latinoamericanas se evidencian procesos de exclusión social, desarraigo, contaminación y detrimento de la calidad de vida; frente al desarrollo simultáneo de nuevas tecnologías y modalidades de producción que responden a las tendencias globalizantes de la economía mundial. Frente a este status quo, resulta necesario revertir, desde la planificación, estas tendencias desterritorializantes hacia nuevos modos de pensar el territorio y sus relaciones sociales. Con lo cual, el presente trabajo tiene por objeto analizar la importancia del patrimonio cultural y las representaciones sociales como instrumentos para recuperar las identidad local y restituir el vínculo existente entre los diversos habitantes y su ámbito territorial.

En los últimos años, el patrimonio constituye un papel fundamental en las directrices de intervención y planeamiento urbano-territorial —estando presente en gran parte de los planes urbanos y normativas a nivel global—. Sin embargo, la mayor parte de éstos se enfocan a la salvaguarda del patrimonio material, quedando relegado tanto, el relevamiento y protección de los valores inmateriales presentes en las ciudades contemporáneas, como también, el abordaje del patrimonio territorial desde una mirada integrada. Entonces, esta investigación parte de interpretar el territorio no como un simple dato material, sino como un sistema multidimensional que se construye a través del tiempo y resulta generador de identificación social. La presencia en la planificación de la valoración de las componentes culturales parece ser un camino adecuado para el fortalecimiento de los vestigios y huellas históricas, siendo a su vez una manera de ingresar en la construcción tanto de la propia identidad como de la sostenibilidad social y política del propio territorio.

El análisis de las transformaciones de la costa de la ciudad de Rosario en Argentina,1 resulta la dimensión espacio-temporal elegida para explicar la incidencia de la íntima relación entre los componentes materiales e inmateriales en el proceso de transformación urbanística del paisaje contemporáneo. Las diversas huellas patrimoniales a lo largo de la ribera del río Paraná resultan parte fundamental de la historia y la cultura de este territorio, estando hoy aún presentes no solo en los vestigios materiales sino también en su imaginario colectivo y en las representaciones sociales que sus habitantes realizan. El presente caso de estudio permite encontrar características comunes que tienen lugar en otras ciudades latinoamericanas; de modo tal que los resultados obtenidos a partir del mismo pueden tener aplicación en un amplio grupo de ciudades; a fin de aportar nuevos elementos en nuestro campo disciplinar, orientado a un modo de pensar complejo como metodología de acción cotidiana.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

Los estudios realizados, en los últimos años -especialmente en países latinoamericanos-, desde la perspectiva de los estudios culturales,2 constituyen antecedentes fundamentales en las investigaciones urbanísticas contemporáneas donde las representaciones sociales y los imaginarios colectivos son tomados como indicios que develan un universo significativo respecto de las intervenciones territoriales. Estas miradas nos permiten acceder a una pluralidad de lecturas sobre los diversos registros que componen la ciudad, pudiendo identificar los componentes que resultan sustanciales para la comprensión de la misma [1]. La realidad urbana no solo se compone de las construcciones materiales, sino también comprende aquellas imágenes construidas a partir de mitos, fantasías y relatos urbanos, encontrándose íntimamente relacionados entre sí. La ciudad física produce efectos en dichas representaciones simbólicas, como también éstas afectan y modifican la concepción del espacio físico, construyéndose mutuamente [2]. Es a través de aquellos itinerarios creados en las diversas representaciones que se plasman los múltiples imaginarios urbanos que se generan en el viaje físico y mental que cada uno de los ciudadanos se embarca diariamente por la ciudad, según explica García Canclini:

“Los imaginarios han nutrido toda la historia de lo urbano (…) Este patrimonio invisible o intangible (…) constituido con leyendas, historias, mitos, imágenes, pinturas, películas que hablan de la ciudad, ha formado un imaginario múltiple, que no todos compartimos del mismo modo, del que seleccionamos fragmentos de relatos, y los combinamos en nuestro grupo, en nuestra propia persona, para armar una visión que nos deje poco más tranquilos y ubicados en la ciudad. Para estabilizar nuestras experiencias urbanas en constante transición.” [3]

De manera que, estas representaciones que condensan los diversos imaginarios de los grupos sociales se manifiestan a través de diferentes géneros discursivos; en esta investigación resultan materiales principales de estudio: periódicos y revistas, obras literarias, canciones populares, fotografías, pinturas, dibujos, cartografías, entre otras. Para lo cual, la metodología utilizada para el análisis de las fuentes seleccionadas, radica en una primera instancia de relevamiento y análisis crítico-interpretativo de las mismas a fin de, en una segunda instancia, contrastarlas entre sí –en conjunto con las transformaciones físicas del territorio- a través de los estudios culturales, pues resultan funcionales para la manera en la cual los elementos del discurso están asociados unos con otros, permitiendo una imagen más cercana al mundo cultural [4].

Se plantea identificar los diversos imaginarios presentes en el territorio, los cuales muchas veces se contraponen entre sí. Las diversas representaciones que se construyen a través del tiempo, constituyen muchas veces una herramienta de poder, de legitimación de identidades y consolidación de determinadas relaciones hegemónicas. De aquí, se desprende que existen múltiples formas de mirar el paisaje -simultáneas, diferentes y/o contradictorias-. Es así que, estos imaginarios sociales se construyen a través de un juego complejo y dinámico de las relaciones de poder; de modo que interactúan múltiples representaciones diferentes que, a través del tiempo, se condensan en proyectos políticos y procesos sociales. Como sostiene Folch-Serra [5], estos enfoques, al ser fortalecidos a través de generaciones, se transforman en la herencia cultural y geográfica de la nación y, justamente, lo que determina su identidad a través de la política y la poética del paisaje, es la apreciación cultural. Sin embargo, ese espesor cultural al que hacíamos referencia, no necesariamente es compartido por la mayoría de la población:

“Ciertamente, en nuestra época vivimos un desfasaje entre imágenes que consideramos representativas de nuestros países y la complejidad de su realidad. Es necesaria, entonces, una puesta al día crítica de las imágenes emblemáticas de cada lugar. Hay que repensar y descubrir cuáles son los referentes colectivos contemporáneos, proponiendo nuevos paisajes con los que la sociedad se identifique.” [6]

De este modo, el patrimonio cultural traduce en signos visibles el tiempo y las culturas que se interrelacionan en el territorio, reflejando una imagen de continuidad. A través de las huellas, que conforman el soporte físico de la memoria colectiva, se proporciona, al mismo tiempo, referencias para la construcción del sentido de pertenecia del lugar. En las últimas décadas, existe una relectura en los estudios urbano-territoriales en la cual se pone nuevamente la mirada en los estudios del paisaje y la región, a fin de analizar el territorio como sistema cultural complejo [7]. En este sentido, la planificación no se circunscribe únicamente a las dimensiones físicas de la ciudad, sino es necesario el análisis a través de las múltiples escalas que componen el territorio. Es así que, en esta postura, se valoriza el valor semiótico del patrimonio cultural; es decir, analizar el territorio como sistema de signos portadores de valores, desafíos, interpretaciones y desarrollo.

De este modo, el territorio posee valores relevantes desde los procesos históricos y sociales, resulta un recurso cultural en virtud de una valoración social como sentimiento de pertenencia de una comunidad a partir del cual se puede generar la posibilidad de un proceso de identificación cultural y, por ende, patrimonial. Por lo cual, este reconocimiento, se constituye como factor imprescindible para la transformación del mismo en patrimonio cultural, posibilitando a su vez, su valoración como recurso económico [8]. En esta compleja perspectiva hay determinados vestigios o huellas patrimoniales que requieren ser entendidos dentro de una mirada territorial.

 

RESULTADOS

Existen diversos imaginarios y representaciones territoriales que responden a distintos grupos sociales, algunos similares, complementarios o incluso contradictorios. Hay historias parciales que a veces están ocultas u olvidadas, o simplemente dejadas de lado por no formar parte de la perspectiva de los grupos hegemónicos contemporáneos. Sin embargo, la identidad de un estado democrático debe reflejar la mirada de todos sus habitantes; debe resultar una construcción conjunta que integre a todos los actores sociales:

“(…) cada palimpsesto nacional es circunstancial, parcial e inacabado y por lo tanto no puede fijarse en un determinado momento histórico. Las grandes teorías tampoco explican la exclusividad del paisaje ni su condición de metáfora visual. Ni tan siquiera la virtualidad de la comunicación e información del siglo que empieza ha podido erradicar u homogeneizar la singularidad de las sociedades nacionales. Los múltiples significados, memorias, interpretaciones y aspectos inexplicables de la diversidad y diferencia de la nación, sólo son comprensibles desde las perspectivas parciales del conocimiento situado.” [5]

El hombre tiende a segmentar los continuos de la naturaleza. Los individuos son miembros de grupos y todos han aprendido, en menor o mayor medida, a diferenciarse entre unos y otros, “entre nosotros y ellos”, entre el territorio propio y el ajeno, de modo que el “nosotros” está en el centro [9]. Es así que, esta diversidad de miradas y representaciones sociales también se manifiestan en nuestras ciudades latinoamericanas. Por lo cual, a continuación, se propone abordar —al menos en parte— los distintos imaginarios presentes en el territorio ribereño de la ciudad de Rosario en Argentina; a fin de reflexionar sobre cómo los diversos grupos sociales generan vínculos con el patrimonio cultural con grados de apropiación heterogéneos, y por ende, desarrollan distintas representaciones frente al mismo territorio:

“Una ciudad de espaldas al río”

Esta frase ha dejado una impronta en la historia reciente de la ciudad de Rosario. Una ciudad que, paradójicamente, ha crecido vertiginosamente desde mediado del siglo XIX a partir de sus actividades ferro-portuarias, pero que ha renegado de su condición “porteña” —al menos parte de la sociedad—. El puerto, que en 1902 con la colocación de su piedra fundamental resulta ejemplo clave de la imagen del progreso y modernidad de la ciudad; es el mismo que, desde la década de 1920 aproximadamente, comienza a producir un malestar para algunos grupos sociales. Comienza a tejerse en el imaginario colectivo de esos años esta condición rosarina de crecer a espaldas al río; ya que “esta querida vieja terca y avariciosa llamada Rosario, [esta] empecinada en dar la espalda al río que le moja los pies”. [10] Esto se debe fundamentalmente a que las imbricadas infraestructuras portuarias y ferroviarias han sido emplazadas sin ninguna planificación urbano-territorial, sino que su localización se limitaba a responder a los intereses de las empresas concesionarias. De este modo, la reestructuración ferro-portuaria y la liberación de estas actividades en la costa central de la ciudad resulta un tema recurrente en los sucesivos Planes Reguladores propuestos a través de los años. Sin embargo, los diversos condicionantes político-económicos y la falta de estabilidad de gobiernos constitucionales, entre otras causas, han ocasionado la imposibilidad de llevar adelante los lineamientos estructurales de estos planes; hasta que el retorno de la democracia en 1983 posibilita un nuevo camino en la planificación de la ciudad. Es a partir de este hito histórico que, desde la administración pública, se legitiman acciones y se entablan directrices generales de transformación urbana —ininterrumpidas hasta la fecha—. De manera que, en la década de 1980, se retoma desde la Secretaría de Planeamiento como una de las principales directrices de transformación urbana la recuperación del frente costero como espacio recreativo, comercial y turístico de la ciudad. Ese lema de “recuperar el río” presente en el imaginario colectivo, se plasma en las crónicas periodísticas y en las columnas de lectores de los diarios, a modo de un reclamo ciudadano colectivo:

“A despecho de su envidiable situación física, emplazada a orillas del gran río, Rosario ha vivido prácticamente de espaldas al Paraná. Y ello es así porque, a pesar de constituir el magnífico telón de fondo permanente, ese río y las islas han estado virtualmente vedados a los rosarinos. (…) Inclusive la honorable y clásica estampa del movimiento portuario (…) constituye un espectáculo inaccesible para morosos viandantes e inclusive visitantes que llegan a nuestra ciudad para contemplar el gran Paraná”. [11]

Por este motivo, la acciones desde la municipalidad de recuperar estas tierras, hasta ese momento anegadas a la población, son recibidas con éxito para la mayoría de los ciudadanos desde el puntapié inicial de esta reconversión que constituye el encargo del parque España. No obstante, desde los sectores sociales se continúa reclamando la continuidad de esas iniciativas, a fin de lograr una apertura de toda la costa de la ciudad:

Es cierto que se encuentran en avanzado tramo las obras del futuro Parque de España, que brindarán una perspectiva nueva (…). Sin embargo, y hasta que ello ocurra, sería beneficioso que se pudiera acceder a la costa en diversos tramos de esos varios kilómetros afectados hoy a puerto (…). Como se sabe, el acceso a los muelles no es irrestricto, ya que se encuentra limitado por infranqueables muros, cercos (…) Sería útil —y agradable— que se contemplara una mayor apertura para que la población, y los entusiastas visitantes pudieran acceder al incomparable espectáculo del Paraná y de la fecunda actividad portuaria. Todo lo cual permanece, hoy, inaccesible para ocasionales fervorosos del río. [12]

Afortunadamente, la ciudad, desde hace varios años, ha tomado conciencia del valor que tienen sus espacios libres, y en las actuales planificaciones, todos los predios aprovechables deben ser transformados en bienes de uso común, como son las plaza y los parques. (…) Abrir ese sector hacia el Paraná será un acto de justicia, porque a él tendrán acceso todos los habitantes de la ciudad y no unos pocos. [13]

El convenio entre la municipalidad y ferrocarriles argentinos, para duplicar la traza del recorrido ribereño central, posibilita el acceso de ese gran sector costero, incluido el ex túnel ferroviario —área fuera de explotación y en estado de abandono—. Si bien esta iniciativa afecta a galpones y a infraestructura ferroviaria se incorpora al proyecto la importancia patrimonial de este territorio, teniendo como objetivo la revalorización conjunta de edificaciones arquitectónicas de gran valor, principalmente el grupo de construcciones emplazadas en el sector de la ex estación Rosario Central del Ferrocarril Mitre (figura 1). De modo que, la re-funcionalización del patrimonio cultural urbano constituye un lineamiento fundamental en el proceso de liberación de tierras del Estado nacional, su desafectación al uso portuario ferroviario y su transferencia al dominio municipal, a fin de conformar un continuo de espacios públicos ribereños. En definitiva, para comenzar a mirar de frente a ese pariente del mar, comúnmente llamado Paraná.3

Viviendo el río

Actualmente, en relación al apartado anterior, es frecuente asociar la frase de vivir el río con el ocio, las prácticas deportivas o náuticas, el disfrute del aire y el sol. Es decir, el frente costero rosarino como foco del turismo local. Sin embargo, si nos remontamos a la historia de la vida de río, veremos que esta frase adquiere una connotación diferente. Sin referirnos a las poblaciones originarias que vivían de la pesca, la caza y la recolección —como se exhiben en los diarios de los primeros viajeros—, vamos a detenernos aquí en la mirada de hombres y mujeres, habitantes de Rosario o de sus islas aledañas, que no se sienten identificados con el lema de “vivir a espaldas del río”, sino todo lo contrario, su vida históricamente ha sido el río y su más viejo oficio. Es así que, estos sectores sociales, minoritarios y vulnerables, muchas veces han vivido en el margen de las representaciones e imaginarios urbanos hegemónicos. Según las palabras de un pescador de la isla, en una entrevista publicada en la revista Vasto Mundo en 1995, se lamenta que “nadie se acuerda de nosotros”. Sin embargo, esa declaración nostálgica, no es del todo cierta; ya que la vivencia del río, ha estado presente en diversas representaciones, desde la plástica a la música, inclusive la mitología. Como explica Yi Fu Tuan [9], las comunidades pesqueras poseen la satisfacción que les brinda pertenecer a un estilo de vida ancestral y lleno de tradiciones. Los paisajes litorales, la isla y el río, han demostrado ser apropiados para “dar alas a la imaginación humana”. En las cosmogonías del origen del mundo, los relatos comienzan con el caos de las aguas. De la misma manera las aguas del Paraná se encuentran cargadas de relatos y mitos, algunos originarios de las comunidades aborígenes, otros desarrollados a través de los años. Por ejemplo, esta cultura de río ha quedado inmortalizada en toda la obra de Raúl Domínguez, en la cual resultan protagonistas el islero y los habitantes primitivos de la región (figura 2). También la música ha sido abanderada de la identidad ribereña y de los pescadores del litoral. La figura de Chacho Muller, es representante indiscutido del folklore rosarino, que plasma es sus letras las historias de río:

Pan que mi río nos ofrece mansamente. Plateado y vivo. Salta en las redes. Brilla en los ojos de quien lo sabe ganar. Gente de río, pescadores. De mi río Paraná” Canción Pescadores de mi río, Chacho Muller. Fue un bajo, después laguna, con el tiempo se hizo isla; el río le fue arrimando tierra y agua, sauces, vida. Don Pedro la vio creciendo mientras sus hijos crecían. (…) la isla que trajo el río, río que nos da y nos quita. Y el río pasa, lleva, algo nos deja y algo se va. Canción La isla, Chacho Muller.

A su vez, los acordes de la música se entrelazan con las pinceladas de colores que representan e interpretan el mismo río. El propio Chacho Muller (1995) describe los colores del Paraná —marrón, lila, cobre— y de la isla, la cual se torna en una larga pincelada de azul profundo y mágico; ya que surgen algunos de “los colores del Ñato Uriarte, que inventa inexistentes”4 para representar el mismo paisaje que relatan sus canciones (figura 3). De esta manera, estas miradas —diferentes a las descriptas anteriormente— se articulan y dialogan con las diversas representaciones, que se funden y se mezclan en las aguas del río y la vida de su gente.

El futuro es el río

El crecimiento vertiginoso de Rosario —a finales del siglo XIX—se encuentra asociado a su posición geográfica estratégica, principalmente por encontrarse a orillas del caudaloso río Paraná. El mismo constituye un componente identitario base de los rosarinos. Es imposible disociar la historia de la ciudad de su presencia. Vinculado originalmente al despertar portuario, Rosario se transforma en un nexo que comunica la demanda exterior con la región pampeana, teniendo un rápido crecimiento de niveles de exportación. Sin embargo, posteriormente, el río también constituye un factor clave en el crecimiento y el desarrollo industrial del área metropolitana de Rosario, a través de todo el siglo XX. De este modo, el Paraná se ha encontrado presente históricamente en el imaginario colectivo del progreso y desarrollo de la región. El rol del río como eje de integración e intercambio entre los países limítrofes, en la Hidrovía Paraná-Paraguay -una de las vías navegables de mayor longitud del mundo-; posiciona a Rosario como ciudad de referencia en este corredor fundamental de comunicación internacional. Nuevamente el aprovechamiento de las condiciones naturales del sistema hídrico, constituyen un factor clave para el crecimiento económico de la región:

“Rosario (…) debe estar presente en el proyecto de hidrovía Paraguay- Paraná cuya firma está prevista para el próximo mes de diciembre (…), entendemos que es esta una forma concreta de integración de las ciudades a sus puertos y, mucho más que ello, es una manera precisa de participar en un esquema que debe traer desarrollo local y regional, para que en un futuro próximo no seamos sólo espectadores del tránsito fluvial o participantes menores de una idea importante.” [14]

De la misma manera, el hoy materializado puente Rosario-Victoria ha sido un sueño presente en la sociedad durante más de un siglo. Ya en 1847, Justo José de Urquiza encargó la construcción de un canal para abrir al puerto de Victoria, seguido en 1897 con la realización del canal que cavó el subprefecto Angel Piaggio y desde allí el anhelo de esa conexión ha estado presente hasta su inauguración en el año 2003 (figuras 4). El puente constituye un eje transversal que atraviesa el río, que forma parte del corredor bioceánico —entre el Atlántico y el Pacífico—, que resulta clave en el desarrollo del Mercosur.

Sin embargo, también existe otra perspectiva frente a este latente futuro; la cual radica en poner la mirada en las modificaciones que estos desarrollos presentan para el ambiente, la cultura y la vida cotidiana de la sociedad. Las actividades propuestas para el desarrollo de la hidrovía pueden producir serías alteraciones hidrológicas y un fuerte impacto ambiental. Por ejemplo, uno de los riesgos principales radica en la destrucción de un área importante del sistema acuífero, el cuál es unos de los ecosistemas de mayor diversidad en el mundo: “El impacto potencial en los humedales puede ser muy grande (…), menor capacidad de almacenamiento de agua de creciente, menor capacidad de regulación del caudal de los ríos, menor caudal en las épocas de sequía y menor producción de vida.” [7]

Esto, indefectiblemente, nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de articular el desarrollo económico y sus posibilidades estratégicas de posicionamiento de la región en el mercado global; con la preservación del paisaje ribereño, teniendo en cuenta toda su riqueza multidimensional, natural y cultural (figura 5). Este tema, justamente, desarrollaremos a continuación.

Ecotopo5 ribereño

El frente costero rosarino resulta un paisaje dinámico que denota la continua articulación entre naturaleza y sus habitantes a lo largo del tiempo. El proceso de transformación, producción y desarrollo -que describíamos anteriormente- ha ocasionado diversos problemas de desequilibrio ecológico, degradación y desigualdad —ambiental, social, entre otras—. Es así que, los imaginarios que hemos descripto se han mezclados con otras representaciones de otros grupos, que demarcan la existencia de espacios más sensibles o vulnerables por políticas urbanas no pensadas desde el hábitat o el patrimonio cultural. Si bien las huellas presentes en el territorio, constituyen el soporte físico de la memoria colectiva y proporcionan referencias para la construcción del sentido de pertenencia al lugar; hay algunas de ellas que indican un maltrato evidente hacia nuestro ambiente. Esto se evidencia, por ejemplo, en el volcado de desechos industriales sin tratamiento de parte de empresas ubicadas en el cordón industrial, en la falta de tratamiento de los sistemas cloacales acorde al crecimiento demográfico, volcado de residuos tóxicos de parte de los barcos, en el incremento de basurales a cielo abierto en el margen del río y los arroyos (figura 6):

El Paraná es una fuente contaminante de la que es mejor alejarse (…). Es una empresa urgente y que requiere, fundamentalmente, imaginación, una amplia colaboración comunitaria —el aporte de industrias que arrojan desechos al Paraná deberá ser insoslayable—, y el compromiso firme de todos los sectores interesados de velar por la pureza de las aguas, en tanto que una corriente fluvial no es patrimonio de nadie en particular y sí, en cambio, nos ha sido dada para el disfrute y el beneficio de todos. [15]

Si pudiéramos medir la vida del río 40 años atrás veríamos que hay muchas especies que se han extinguido, en el Delta ya hay riachos que están perdidos. Si no solucionamos el problema de los desechos industriales, tendremos un río Paraná muerto. [16]

Al hablar sobre el proceso de reconversión del frente costero de la ciudad de Rosario, de su revalorización patrimonial, debemos recordar que ese patrimonio no radica únicamente en sus componentes constructivas y marcas territoriales culturales; sino ese proceso se refiere a la revitalización del paisaje costero en toda su integridad. Es decir, tanto en sus componentes antrópicas como naturales, en su patrimonio geológico, geográfico y ambiental. Como sostiene Ian Mcharg [17] es importante conocer la cuenca del río como un proceso interactivo, a fin de interpretarlo como un sistema de valores y así, poder sugerir acciones amenas a todas las capas que componen el territorio, como él propone: proyectar con la naturaleza. Desde la urbanística no se debe, ni se puede, sustituir a la ecología, pero sí se debe intentar asumir sus valores para complementarlos a los instrumentos propios de la disciplina; a fin de obtener un balance ambiental positivo en las grandes transformaciones urbanas. [18]

 

DISCUSIÓN DE RESULTADOS

Los diversos imaginarios, descritos brevemente en el apartado anterior, pueden resultar a primera vista propios y exclusivos de la ribera de la ciudad de Rosario en Argentina; sin embargo estas miradas y vivencias —con otros nombres, colores y voces— se encuentran presentes, en mayor o menor medida, en todas las ciudades latinoamericanas. Los mismos son representativos de la historia, crecimiento y desarrollo de estas ciudades, como también de las diversas relaciones socio-culturales existentes en las realidades territoriales contemporáneas. De manera que, podemos sintetizar estos imaginarios en cuatro apartados que sirvan de base para analizarlos en otros casos de estudio:

- El primer imaginario, hace referencia a la mirada histórica de la transformación productiva de nuestras ciudades, desde el crecimiento vertiginoso de las instalaciones industriales y (o) ferro-portuarias —especialmente siglos XIX y XX— que constituyen símbolos de modernización y progreso. Pero, en las últimas décadas del siglo XX, el paso del período industrial al postindustrial ocasiona cambios en las lógicas de producción que se reflejan en el gran patrimonio territorial, y en las instalaciones y representaciones testigos de la historia local;

- El segundo imaginario, si bien se encuentra focalizado en los pescadores de río, representa también a todos los habitantes cuyo modo de vida se encuentra directamente vinculado al propio territorio, al “lugar” que habitan. No pudiendo separar el uno del otro;

- El tercer imaginario, responde a la mirada de desarrollo económico-productivo que afrontan las ciudades contemporáneas. El desafío del posicionamiento y competitividad global, de crecimiento e innovación productiva; pero sin dejar de lado el “costo” y las consecuencias que este desarrollo trae consigo, en referencia a las necesidades locales de cada comunidad. Es así que, se asocia con el último apartado;

- El cuarto imaginario, La mirada ambiental. Sin duda este enfoque se encuentra presente en todas las agendas de nuestros países. Afrontar la sostenibilidad del propio territorio –en sentido amplio e integral del término-, constituye un desafío conjunto de todos los actores intervinientes en nuestras ciudades, aquellos pertenecientes a grupos de poder, como también a aquellos que suelen ser silenciados.

Por lo cual, es necesario escuchar todas las voces existentes en el territorio. Leer su historia, analizar la memoria local, transitar el pasado y el presente del mismo permitirá elaborar acciones para la construcción de ciudades más equitativas, equilibradas y preservadas, en pos de las generaciones futuras.

 

CONCLUSIONES

Las ciudades latinoamericanas se afrontan a la dicotomía entre lo global y lo local. Frente a la tendencia homogeneizadora de la globalización se produce un cambio en la identificación de los ciudadanos con su región. Es así que, ante las problemáticas que presentan las ciudades, repensar las relaciones entre sociedad y territorio —y los vínculos entre ambos—, constituye un espacio de oportunidad para producir nuevos espacios territoriales inclusivos y sostenibles.

Las diversas miradas aquí expuestas sobre el caso de estudio abordado, son representativas a todos los imaginarios presentes en las urbanizaciones contemporáneas. Se considera que recorrer las diversas representaciones existentes en las metrópolis permiten conocer más sobre sus habitantes, sus historias, sus realidades y sus potencialidades. De manera que, el patrimonio cultural y los imaginarios colectivos constituyen herramientas claves en la planificación, a través de las cuales se podrá recuperar las huellas identitarias locales y así, restaurar la relación entre los habitantes y su entorno territorial.

De este modo, para que las diversas acciones e intervenciones propuestas en las agendas gubernamentales puedan superar aquellos conflictos y contradicciones hoy presentes en los territorios latinoamericanos, es necesario que el reconocimiento de la identidad local y del valor patrimonial territorial sea consensuado —y promovido— por todos los habitantes y que respondan así, a todas las representaciones e imaginarios de los ciudadanos -no solo por aquellos grupos hegemónicos-. Es necesario lograr una participación equitativa y equilibrada de los diversos grupos sociales en los procesos de transformación urbana; solo así, se estará construyendo un patrimonio territorial más democrático e inclusivo.

 

REFERENCIAS

1. CICUTTI, Bibiana. Registros Urbanos de una modernidad periférica. Representaciones y transformaciones materiales en el frente costero de Rosario entre 1920 y 1940. Buenos Aires: Nobuko, 2007.

2. GALIMBERTI, Cecilia: “Reflexiones sobre la construcción cultural del paisaje contemporáneo de la ribera de Rosario”. En: CICUTTI, Bibiana. La cartografía como objeto de cultura. Materiales para su discusión. Buenos Aires: Nobuko, 2012. p. 105-130.

3. GARCÍA CANCLINI, Néstor. Imaginarios Urbanos, Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 1997. p. 89-93.

4. SAUTU, Ruth. Todo es teoría: Objetivos y métodos de investigación. Buenos Aires: Editorial Lumiére, 2003.

5. FOLCH-SERRA, Mireia: “El paisaje como metáfora visual: cultura e identidad en la nación posmoderna”. En: NOGUÉ, Joan. La construcción social del paisaje. Madrid: Biblioteca Nueva, 2007. p. 136-159. p. 156-157.

6. MONTANER, Josep María. “Reciclaje de paisajes: condición posmoderna y sistemas morfológicos”. En: NOGUÉ, Joan. El paisaje en la cultura contemporánea. Madrid: Biblioteca Nueva, 2008. p. 233.

7. CARTA, Maurizio. L’armatura culturale del territorio. Il patrimonio culturale come matrice di identitá e strumento di sviluppo. Milano: Franco Angeli S.R.L., 1999.

8. ORTEGA VALCÁRCEL, José: “El patrimonio territorial: El territorio como recurso cultural y económico”. Revista Ciudades. 1998, No. 4, p. 33-48.

9. TUAN, Yi-Fu. Topofilia. Madrid: Melusina, 2007.

11. Diario La Capital. Rosario, 17 de mayo de 1985, p. 4.

12. Diario La Capital. Rosario, 15 de marzo de 1988, p. 6.

13. Diario La Capital. Rosario, 29 de septiembre de 1988, p. 6.

14. DÍAZ, Elías. Entrevista audiovisual en Paraná, biografía de un río. [video] Rosario: Canal Encuentro, 2011.

16. JOAQUÍN, Alberto: “Entrevista”. Diario La Capital, 23 de diciembre de 1987. p. 11.

17. Mc Harg, Ian. Proyectar con la naturaleza. Barcelona: Gustavo Gili, 2000.

18. CAMPOS VENUTI, Giuseppe: “Urbanismo, ecología y ciudad consolidada”. Revista Ciudades. 1998, No. 4, p. 105-113.

 

 

Citas

1 La ciudad de Rosario se encuentra en la provincia de Santa Fe a 300 Km de Buenos Aires, la capital de Argentina, con una superficie de 172 Km2 y con una población de aproximadamente 1 200 000 habitantes.

2 Sobre el particular estudio enfocado al ámbito latinoamericano, puede consultarse FOLLARI, Roberto: “Los estudios culturales como teorías débiles”, 2003 y “Estudios culturales, transdisciplinariedad e interdisciplinariedad”, 2001.

3 Paraná en Guaraní significa “Pariente del mar”.

4 Según palabras de Chacho Muller.

5 Espacio vital delimitado en el que reinan unas condiciones ambientales uniformes (Diccionario ecológico. Academic, 2010).

 

Recibido: 29/08/2012
Aprobado: 07/12/2012

 

 

Cecilia Inés Galimberti. Arquitecta. Doctoranda de la Universidad Nacional de Rosario con beca PG TI de CONICET. Miembro del Centro Universitario Rosario de Investigaciones Urbanas y Regionales (CURDIUR). Profesora en el Área de Teoría y Técnica Urbanística en la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Correo electrónico: cecilia_galimberti@hotmail.com