Señor Editor:
Hemos leído atentamente el artículo «Primer separador retráctil de pulmón para facilitar la disección extrapleural de la arteria torácica interna» de López de la Cruz et al1, publicado recientemente en esta revista CorSalud, y por su importancia consideramos necesario realizar algunas consideraciones.
Lo primero es destacar el interesante recuento histórico que realiza el autor respecto a la técnica empleada en la disección de la arteria torácica interna hasta citar el artículo original de James M. Cunningham en 1992, el cual constituye el referente de más impacto hasta el presente debido a que describió magistralmente la técnica esqueletizada para la disección del hemoducto, luego de ser aplicada en su serie de 1029 pacientes2. Lo anterior fue un gran logro en la evolución de la cirugía coronaria ya que en los trabajos iniciales desarrollados en la Clínica de Cleveland, Ohio, por el padre de la revascularización miocárdica, el eminente René G. Favaloro, se utilizaba la técnica pediculada3-5.
Hemos citado tan sólo dos referentes aunque, como bien acota el autor en su artículo1, existen numerosos grupos en el mundo cuyos resultados dan por patentada la técnica esqueletizada sobre la pediculada6-10; sin embargo, nuestra preocupación va más allá y está en relación con el mensaje que se transmite desde el título del artículo al considerarse que es el primer separador retráctil de pulmón utilizado en la disección de la arteria torácica interna, y -posteriormente- en el resumen se afirma que nunca se ha fabricado ese dispositivo1.
Retomamos nuevamente el artículo original de Cunningham2, debido a que López de la Cruz cita: “en 1992 ellos señalaron que un separador retráctil estratégicamente colocado podía proveer excelente exposición en esta situación”1. Sin embargo, lo que realmente Cunningham escribió fue, “a strategically placed malleable retractor provides excellent exposure in this situation”, por tanto no es «podía proveer» sino que provee; con lo cual se confirma que él utilizaba un separador retráctil para el pulmón en la disección del tercio proximal de la arteria torácica interna. Más adelante se despeja cualquier duda al respecto cuando escribe iniciando un párrafo y cito textualmente, “while the retractor is still in place and exposure is good…”, es decir, mientras el separador está aún colocado y la exposición es buena2.
Existen en la actualidad varios separadores retráctiles de pulmón para realizar el procedimiento en cuestión, y otros propios de cirugía cardíaca u oncológica, uno de los más populares y comercializados es el “ZAIKIND LUNG RETRACTOR malleable” disponible en www.simaecomedical.com, además de otros aditamentos con igual objetivo tanto en la cirugía cardíaca convencional como en la mínimamente invasiva laparoscópica o robótica, o para abordajes menos convencionales como la vía infraaxilar11-14.
Es curioso que en la extensa revisión de la literatura realizada por el autor hasta el presente no haya encontrado dichos artículos, debido a ello los acotamos en las referencias bibliográficas11-14. Sin embargo, por la envergadura del trabajo para la evolución de la técnica quirúrgica en cuestión y por respeto a la historia de la cirugía cardiovascular, nos detendremos sólo en dos ejemplos. Primero, Kumar y colaboradores15 describen en el 2006 detalladamente la técnica empleada para la retracción del pulmón durante la disección de la arteria mamaria interna, donde emplearon los separadores del estabilizador de succión Octopus IV (Medtronic Inc, Minneapolis, MN) en 30 pacientes y 42 arterias mamarias con excelentes resultados; segundo, y sorprendente es que uno de los gigantes de la cirugía cardiovascular pediátrica, Willys J. Potts, diseñó un separador flexible de dos dedos para la retracción efectiva del pulmón durante la cirugía cardíaca en los niños16. El Dr. Potts fue designado en 1945 como Jefe del Departamento de Cirugía en el Children's Memorial Hospital de Chicago y tuvo la fortuna de contar con la ayuda del talentoso artesano Bruno Richter para la fabricación de numerosos instrumentos quirúrgicos que diseñaba gracias a su ingenio y constante búsqueda, para lograr mejores resultados en la entonces joven cirugía cardiovascular pediátrica16.
Estimado Editor, no es nuestro objetivo tener o no la razón, el propio Cunningham inició una interesante polémica hace poco más de una década en los Anales de Cirugía Torácica17,18; la idea es propiciar el debate que enriquezca el acervo científico-cultural de nuestros lectores.