INTRODUCCIÓN
El cáncer está considerado un grave problema de salud en el mundo, no solo por constituir una de las principales causas de muerte en quienes lo padecen, sino por las limitaciones físicas y psicológicas que provoca. La comunicación del diagnóstico origina una desagradable impresión tanto en el paciente como en sus familiares, trayendo consigo alteraciones emocionales que provocan el cuestionamiento de su comportamiento y otros aspectos de la vida. (1
El cáncer de cuello uterino (CCU), a nivel mundial, es la segunda causa de muerte por carcinoma en mujeres, con nuevos diagnósticos cada año. Si se mantienen las tendencias actuales, el número de defunciones en las Américas aumentará en un 45 % en el 2030 y esto sucederá cada vez en mujeres más jóvenes, debido principalmente a los cambios en el estilo de vida, el hábito de fumar y especialmente en el patrón sexual.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que cada año se diagnostican 500 000 nuevos casos de cáncer cervicouterino y mueren más de 550 000 mujeres, y que de estas, el 80 % proceden de países subdesarrollados. (2
En América Latina y el Caribe constituye uno de los mayores problemas sanitarios, por ser países en condición de subdesarrollo, pobreza, educación limitada y carencia o escaso acceso a los servicios de salud, cuya consecuencia es una curva ascendente de incidencia y mortalidad evidenciado en una tasa de 83 % (más de 30,000 mujeres mueren anualmente por CCU) y una tasa de incidencia de 28,6 x 100,000 mujeres, con variaciones geográficas. 3,4
En Cuba, al igual que en el mundo, se evidencia un cambio en la edad de aparición de este tipo de tumor, posiblemente relacionado con la anticipación de las primeras relaciones sexuales, la promiscuidad y la concomitancia de otros factores de riesgo. A pesar de existir un programa de detección precoz, el CCU persiste como un problema de salud. En el año 2003, se diagnosticaron 1 512 casos nuevos, lo que representó una tasa de 26/100 000 habitantes. En estos momentos, se encuentra entre los lugares tercero y cuarto en incidencia y del tercero al quinto en mortalidad. La tasa bruta de incidencia de CCU invasor, según los datos notificados al Registro Nacional de Tumores, es de 19,2/100 000 mujeres. (3,4
En la provincia Cienfuegos, también han aumentado los casos de cáncer cervicouterino a partir del año 2010 y hasta el 2016, con una tasa ajustada de 17,9 por 100 000 habitantes en el 2013. 5
En varios artículos publicados en la revista Finlay en los que se estudia el cáncer cervicouterino desde diferentes perspectivas clínicas, se valora cómo esta patología afecta cada vez con mayor frecuencia a jóvenes en edades tempranas, sin embargo, no se ha abordado desde la psicología, como una herramienta para afrontar el diagnóstico de dicha enfermedad.
El cáncer puede causar cambios en la salud mental de la persona enferma. También pueden verse afectadas los entornos familiares, laborales y sociales de estas personas, lo que provoca un desgaste emocional, estos aspectos psicológicos están involucrados en su génesis y evolución.
DESARROLLO
Las adolescentes por las características propias de esta etapa de la vida y al estar en un proceso de cambio en todos los aspectos, se hacen más vulnerables a muchos de los riesgos que pueden presentarse por varias de sus actitudes. En esta etapa, sienten deseos de independizarse, sienten curiosidad por el consumo de alcohol, cigarrillos, drogas, comienzan sus primeras relaciones sexuales, lo que puede conllevar a embarazos no deseados y enfermedades de trasmisión sexual, como el virus del papiloma humano (VPH). (6
Los autores de este artículo consideran, que desde el punto de vista psicológico, es un periodo donde se establece la personalidad, la identidad del rol sexual, el desarrollo de la moral y la independencia emocional, además, como consecuencia del casi constante ectropión fisiológico de la pubertad, el cuello de las adolescentes es más vulnerable y se acompaña de anomalías histocitológicas del epitelio epidermoide metaplásico.
La prevención primaria por medio de la educación en salud para reducir conductas sexuales de alto riesgo y la detección precoz por medio de la prueba citológica constituyen las armas más poderosas para enfrentar tempranamente el problema. Esta patología constituye una de las entidades con mayor impacto y repercusión sobre la salud femenina, particularmente importante en las mujeres jóvenes. Las consecuencias sociales, humanas y económicas la convierten, en resumen, en un problema importante para la Salud Pública. 7
El efecto del diagnóstico de cáncer sobre la calidad de vida de los adolescentes es desbastador porque se encuentran en pleno proceso de erupción de su proyecto de vida. La autonomía se ve afectada y restringida, el cuerpo y la propia imagen modificados y la conexión con los pares disminuye. Las tareas normativas del desarrollo se ven marcadas por la vulnerabilidad y el estrés que supone inicialmente el diagnóstico y luego el tratamiento. La atención a aspectos psicológicos emocionales que hacen al ajuste a esta situación (que se configura como desestructurante para el adolescente y su familia) forma parte del abordaje del cáncer. (8
En esta oportunidad, nuestro interés está dirigido a reflexionar en una cuestión que, a juicio de los autores, puede resultar muy debatida y generar una justificada polémica, pero que está muy relacionada con la intención de mejorar el estado actual de nuestras féminas, ¿Cómo lo afrontan? ¿A quiénes acuden ante sus dudas y temores?
El afrontamiento es uno de los recursos psíquicos con los que cuenta el ser humano y que utiliza para planificar y volver a concebir los problemas a los que se enfrenta para fomentar su crecimiento a lo largo de su existencia. Existen dos estilos diferentes de afrontamiento; el focalizado en el problema, que hace referencia a los esfuerzos dirigidos a modificar los eventos ambientales que causan el estrés; y el focalizado en las emociones, que implica los esfuerzos que se hacen para aminorar o eliminar los sentimientos negativos causados por las condiciones estresantes. (9
El conocimiento por parte de los pacientes y de sus familiares de la trascendencia del daño biológico y las esperanzas que representan las intervenciones médicas para su curación, constituyen un primer paso para el trabajo psicoterapéutico que contribuya a una mejor adherencia al tratamiento. (1
La intervención psicológica en adolescentes debe comenzar inmediatamente después del diagnóstico, para fomentar el alcance de las metas evolutivas esperadas. Esta intervención hace énfasis en la estimulación social y física, los juegos estructurados, el incremento del contacto familiar, promover la confianza en el personal de salud, conservar una apariencia física adecuada, minimizar la ausencia de algún familiar, conversar acerca de la enfermedad y comprobar cómo responde su organismo al tratamiento. (1
Las autoras consideran que el modo de afrontamiento de los adolescentes con cáncer influye de modo determinante en cómo ellos se adaptan a la enfermedad, siendo los padres las principales figuras de referencia en todas las etapas del proceso, por lo que el adolescente aprende de sus padres, estrategias de regulación emocional que le permitirán afrontar de una manera mejor dicho proceso.
Los psicólogos y psiquiatras que trabajan en esta área dedican sus esfuerzos a una variedad de acciones profesionales; entre ellas: promover estilos de vida saludables, prevenir desde la sensibilización procurando un diagnóstico precoz, evaluar las necesidades psicosociales, el tratamiento de las alteraciones psicológicas asociadas a la enfermedad neoplásica, orientación a los familiares, rehabilitación psicológica y social de pacientes con padecimientos oncológicos, apoyo a pacientes y familiares, mejorar las habilidades comunicativas y la interacción de los miembros de los equipos de salud con pacientes y familiares y brindar apoyo emocional, entrenamiento en técnicas de autorregulación y preparación psicológica en los equipos de salud acerca las características de la enfermedad oncológica. (2
La intervención desde la psicología permite esclarecer, mediar y aliviar el dolor de pacientes y familiares, se hace imprescindible, ya que se ocupa de las respuestas emocionales de los pacientes, sus familias y el equipo médico. Incluye además el estudio de las variables psicológicas, sociales y conductuales que influyen en la prevención, riesgo y sobrevida de quienes sufren este padecimiento. Su propósito final es aliviar síntomas psíquicos y tratar de alcanzar la humanización de los tratamientos. Procura también conocer y describir los diversos modos de afrontamiento de la enfermedad oncológica, los factores que influyen sobre ella y las estrategias terapéuticas útiles. (2
CONCLUSIONES
Ser diagnosticado de cáncer genera un impacto psicológico que puede derivar en niveles significativos de malestar y desmotivación. La atención psicológica en las adolescentes y jóvenes que padecen cáncer forma parte de todo modelo integral para reducir el impacto negativo de la enfermedad. Estas intervenciones han probado su eficacia en la ayuda a pacientes y familiares para afrontar las situaciones complejas y desbordantes derivadas del diagnóstico y el tratamiento.