INTRODUCCIÓN
Anales de la Academia 1 es la publicación patriarca entre aquellas que se han dedicado a la ciencia en Cuba. Desde su fundación, en 1864, poco después de creada la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, pasó a ocupar un lugar cimero en este terreno, hasta el advenimiento del proceso revolucionario, cuando dejó de publicarse. En el año 2011, la revista regresó, ahora en formato digital y en un escenario completamente distinto, con nuevos retos para su publicación y posicionamiento entre las publicaciones científicas del patio.
Como órgano de una corporación que aúna la comunidad científica más representativa de la ciencia del país, ha dado cobijo, como parte de sus funciones, a relevantes presentaciones de problemáticas y discusiones en torno a los descubrimientos y teorías científicas en circulación en el ámbito nacional e internacional. Resulta lógico que la publicación académica conquistara inmediatamente el liderazgo en este sector, prácticamente desierto. Consecuente con su nombre, Anales recogía, en primer lugar, el acontecer de la vida interna de la Academia, al incluir la relatoría de las sesiones, además de publicar artículos, estadísticas y trabajos que resultaban premiados, entre otros contenidos.
Lo anterior ha posibilitado que se convierta en referencia obligada para cualquier estudio de historia de la ciencia en Cuba, pues, si bien la ciencia publicada, que una vez fue actual, puede perder su vigencia en una rama o disciplina dada, al pasar el tiempo, todo material que permita reconstruir la historia de la institucionalidad y del pensamiento científicos no hace sino incrementar su valor con este. Las colecciones de sus volúmenes en las más importantes bibliotecas de Cuba y el mundo son documentos invaluables a los que todo historiador de la ciencia cubana posiblemente ha debido recurrir.
Los estudios previos de nuestra historia académica, de las instituciones, disciplinas y figuras preeminentes de la ciencia nacional ya han abierto el camino, al esclarecer detalles y publicar documentos esenciales sobre la creación y evolución de Anales. Se cuenta con buena documentación sobre la publicación en la etapa colonial, aunque no tan extensa de la etapa republicana. Si bien no abundan historias independientes de la publicación ni estudios bibliométricos o cienciométricos de todas sus etapas, 2 posibles y recomendables, ello escapa al cometido del presente artículo, que pretende contribuir al esclarecimiento de los propósitos de su creación, así como de la evolución general de su contenido y forma, y derivar aprendizajes útiles para el presente. Se intentará evidenciar algunos elementos que caracterizaron el desarrollo del perfil de la publicación, su presentación formal y su estructura, en busca de consideraciones sobre sus logros e insuficiencias en contexto. Para este fin, se procurará aportar datos históricamente sustentados que puedan ser de interés para decisores y público general interesados en la historia de nuestras publicaciones científicas e institucionales.
DESARROLLO
Métodos
El trabajo que nos ocupa investiga la publicación de Anales de la Academia, desde su concepción en la década del 60 del s. xix hasta la actualidad, con un énfasis en el estudio de las etapas de la publicación impresa, que podría ser de utilidad para su continuidad en la etapa actual. La fuente primaria para el estudio de Anales es el corpus completo de la propia revista, lo cual es posible porque recogió una pluralidad de puntos de vista que caracterizaron toda la riqueza del pensamiento científico de la época, incluyendo las deliberaciones sobre la vida de la Academia, como aquellas que se refieren al destino de la propia publicación. Existen pocas fuentes contemporáneas adicionales del período inicial que se conserven, y han sido mayormente exploradas al estudiar la vida de la Corporación académica.
La Biblioteca de la Academia de Ciencias de Cuba posee 2 colecciones de los Anales, lo cual otorga un estimable valor a la institución, al ser una de las fuentes más consultadas por profesores, estudiantes y estudiosos, tanto nacionales como extranjeros, que investigan la historia de la ciencia cubana. Gracias al activo intercambio con instituciones extranjeras, la presencia de esta colección en bibliotecas internacionales se evidencia al menos hasta los años 30. 3
Existe un excelente índice analítico, en 2 tomos, 1 que es la principal bibliografía pasiva de Anales.4El Prólogo de José López Sánchez a esta obra realiza una breve panorámica de la historia de la ciencia en Cuba y puede ser utilizado con provecho como una valoración general. Es parte de una importante contribución al estudio y desarrollo de la Academia, realizada por los equipos de investigadores del Museo Histórico de las Ciencias Carlos J. Finlay, del Centro de Estudios de Historia y Organización de la Ciencia (CEHOC) (2,3 y del Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y la Tecnología (CEHCYT), 5 que se publicaron como obras independientes o dentro de la propia Anales en su formato digital. No obstante, su última etapa no se ha estudiado exhaustivamente, como se advirtió antes.
La investigación se ha apoyado en los métodos histórico-lógico, inductivo y deductivo, de amplio uso en el campo, con énfasis en las técnicas del análisis de datos y el análisis iconográfico, a la hora de valorar las variaciones del diseño de la publicación.
Orígenes y propósitos de los Anales de la Academia
La publicación de los Anales de la Academia no se inició con la fundación de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales en 1861, aunque estaba concebida desde su mismo origen o incluso desde antes.
Hasta contar con una publicación propia, la Corporación científica se valió de otras revistas habaneras no especializadas. 6La urgente necesidad de una publicación para la Real Academia puede constatarse ya en los propios Estatutos académicos, aprobados el 6 de noviembre de 1860, (4 pues, entre las funciones asignadas al cargo de Censor, en el artículo 37, inciso 4, se consignaba: “Llevar la dirección de un periódico que se publicará con el título de Anales de la Academia, en cuanto lo permitan los fondos de ella”.
A primera vista podría notarse cierta incongruencia en la redacción de este acápite, que desliza la necesidad de la publicación y, de manera algo inapropiada para unos estatutos -suelen concebirse con la intención de establecer cierto deber ser perdurable en la vida de una institución-, añade allí mismo la problemática que impide su ejecución en el momento. Habida cuenta de las estrecheces económicas que siempre acompañaron a la corporación, tendemos a pensar, más bien, que esta redacción podría interpretarse como un velado e inteligente recordatorio, enterrado entre las líneas del importante documento fundacional, para evitar que tal intención se dejara perecer en el olvido, sobreseída por la urgencia económica para satisfacer otras prioridades.
Y esta noción de algo relevante que no deberá quedar pendiente, una vez establecida la Academia, se refuerza al revisar una moción presentada en su primera sesión ordinaria del 26 de mayo de 1861, donde la decisiva figura de Felipe Poey y Aloy define el proyecto de la publicación que habría de cumplir lo prescrito en el susodicho artículo 37. Le Roy y Cassá, al estudiar los orígenes de la publicación, notó su importancia y decidió transcribirla completamente en su trabajo, de donde copiamos los puntos más relevantes, que, a nuestro entender resultan esclarecedores de la visión original de los promotores de los Anales:
Como base fundamental para la los Anales de esta Corporación importa acordar:
1º. Que solamente entrarán a formarlos los trabajos originales de sus socios o los que fueren aceptados como tales por la Academia.
2º. Que los Anales no serán propiedad del Redactor, sino de la Academia.
3º. Que se publicarán un número fijo de pliegos a tiempo no fijo, esto es cuando haya materiales dignos de ver la luz pública.
4º. Que las publicaciones exigirán la previa aprobación de la Academia.
5º. Que cada académico, de cualquiera categoría, recibirá un ejemplar gratis.
6º. Que los otros ejemplares se pondrán en venta, y se repartirán a las Sociedades extranjeras para obtener en cambio sus publicaciones. (5
Para la publicación de los Anales se formó una Comisión 7 que tuvo a su cargo la elaboración del “Programa de publicación de los Anales”, redactado por Poey y aprobado después de su lectura en sesión privada, el 19 de agosto del propio 1861. Aún fue necesario formar una nueva comisión, 8 pero los esfuerzos fueron en vano, pues la Academia no contaba con los fondos necesarios para dar inicio a una publicación con las características requeridas. Al año siguiente, el presidente Nicolás José Gutiérrez, en la sesión del 19 de enero, se pronunció sobre el tema y propuso que se sufragara por la contribución de una pequeña cuota por los académicos, pero en esta oportunidad la idea tampoco arribó a buen puerto. En marzo la Academia contaba con un fondo de 400 pesos, insuficiente para acometer la tarea y no sería hasta diciembre de 1863 que podría disponer de la cantidad necesaria. 6
A inicios de diciembre de 1863 salió, por fin un primer número de Anales,9 impreso en la Imprenta de la Viuda de Barcina y Ca., del que no tenemos noticias de que se conserve ejemplar alguno. Varios periódicos de La Habana se hicieron eco en esos días y comentaron la noticia. (4 Por la crónica publicada en el Diario de la Marina del 11 de diciembre de 1863, 6 se da cuenta que la publicación proyectaba una frecuencia mensual y habría de aparecer cada primero de mes, con un costo de 50 centavos, hasta componer un tomo anual de 60 pliegos.
La Comisión que se creó el 7 de octubre de 1863 logró la publicación del primer número, integrada por todos los miembros de la Junta de Gobierno (excepto el presidente), así como por otros académicos, a pesar de sus desacuerdos intrínsecos había dado un paso cualitativo al precisar por unanimidad:
…que los Anales contendrán las actas, los acuerdos, los informes y memorias de la corporación, los juicios críticos de trabajos extranjeros, las noticias de descubrimientos importantes, y en casos excepcionales la reproducción de impresos que la Academia estime conveniente. 5
Este párrafo sintetiza los 3 propósitos que se proponía abordar el proyecto de los Anales. Un primer propósito sería el de recoger los documentos que atestiguaban la vida académica, lo cual justifica el título elegido de Anales, entendido como un tipo de publicación en la que se relacionan, año por año, los acontecimientos más importantes y en la que se recogen las noticias y artículos más relevantes relativos a un campo concreto de la cultura, la ciencia o la técnica. Un segundo propósito se comprometía con divulgar las noticias y descubrimientos científicos internacionales de actualidad y los juicios que sobre ellos se manejaban en el patio. Por último, se esboza un tercer propósito, que daría lugar a un discreto proyecto editorial del colectivo de Anales, el cual habría de publicar otros materiales de ciencia de interés para la Academia.
El Proyecto de nuevos Estatutos del año 1864 fue trascendental para el desarrollo de la Academia. A pesar de haber tardado el Gobierno de la isla 3 años para su aprobación, la demora en la publicación de los Anales ahora tenía más que ver con la divergencia en los criterios de los miembros de la comisión encargada (que ahora estaba integrada por 12 académicos). Al terminar la sesión pública del 10 de julio de 1864, se reunió un comité secreto, que analizó el asunto de los Anales. El presidente Gutiérrez solicitó a los doctores Antonio Mestre y José Joaquín Muñoz encargarse de acometer la publicación, pues llevaban un trecho adelantado en la consecución de una iniciativa personal de publicar un periódico de medicina. 6,4 Ambos académicos aceptaron, y ya en el mes de agosto inició la publicación definitiva de los Anales, en cuya portada figuran como directores.
En las páginas iniciales del primer volumen de la publicación apareció una nota introductoria intitulada “Prospecto”, que definía con claridad los propósitos, el público y el perfil esperado. La Academia ahora no planteaba, como se había formulado en los inicios, un proyecto de publicación exclusivista, según el modelo propuesto por Poey, destinado solamente a publicar trabajos de los académicos, sino que se proponía abrir
…las páginas de sus Anales a todos los trabajos, á todas las memorias, á todos los proyectos, á todas las noticias en fin, que, refiriéndose á la materia habitual de sus ocupaciones, deban ser con general provecho divulgadas. [sic.]
De esta última frase puede inferirse que el destinatario concebido no era un público especializado, sino más bien general. Y continúa con una reafirmación del propósito divulgativo:
Serán pues los Anales, a la vez que un periódico oficial de la Academia, una Revista científica consagrada a la vulgarización10 de los conocimientos biológicos y cosmológicos, cualquiera que sea su origen: especialmente de cuanto tenga relación con los fenómenos ya comunes, ya extraordinarios de nuestro suelo, que por obvias razones conviene dar a conocer sin pérdida de tiempo, y con la más grande insistencia, como medio precursor de adelantamientos y reformas. 7
Nótese que el título y subtítulo con que se presentaba la publicación (figura 1) abordaban y jerarquizaban los 2 propósitos fundamentales comentados: Si bien Anales… aludiría al primer propósito de relacionar los hechos concernientes a la vida académica, el subtítulo de Revista Científica defendería el segundo propósito (subordinado) de dedicar un espacio a la divulgación científica de las temáticas de interés de la Academia, ateniéndose a un compromiso con la inmediatez, la pertinencia y el sentido práctico, de materiales que se consideraran relevantes para el país. Así, puede concluirse del análisis de este “Prospecto”, que Anales no era concebida para ser una revista científica especializada, lo cual resulta, cuanto menos interesante, pues en ese momento se constituía en la primera publicación científica del país de carácter general y de alto nivel, ya que era el órgano académico.
Publicación de Anales y su proyecto editorial paralelo
Aunque en el siglo xx se publicaba cada volumen como un tomo unitario, en el período inicial, circulaba como fascículos independientes que aparecían en entregas mensuales, si todo marchaba bien, el día 15 de cada mes y que se distribuían mediante subscripción. No obstante, en la sede de la Academia también podían adquirirse, encuadernados en un solo tomo anual, los volúmenes publicados de la colección. Allí estaban disponibles también otras publicaciones de la Academia, tales como:
…los Trabajos de la Comisión de Medicina Legal é Higiene Pública; la Flora Cubana del Sr. Sauvalle; la Mammalogía, la Ornitología, la Erpetología y la Entomología Cubana del Sr. Gundlach; las «Memorias» sobre la Patología y Antigüedades de la Isla de Puerto Rico, por el Dr. Dumont; la Contribución al estudio de los Moluscos Cubanos, por el Sr. Arango y Molina; y la Patología y Terapéutica ocular, traducida del alemán por el Dr. Finlay. 11
Estos volúmenes adicionales, como los que menciona el anuncio citado (figura 2) eran obras originales, que a menudo iban apareciendo, por partes, en las sucesivas entregas y luego se editaban de forma independiente; o bien podía tratarse de traducciones realizadas por los académicos. Tales volúmenes especiales, que respondían al tercer propósito antes mencionado, conformarían lo que hoy llamaríamos el proyecto editorial de los Anales de la Academia. Su utilidad era manifiesta. Junto con la colección de volúmenes de los Anales, constituían, no solo sujeto de subscripción e intercambio de publicaciones de la Academia con otras entidades análogas, sino que también se enviaban a exposiciones internacionales, como muestra de las producciones intelectuales de sus miembros.
Al publicarse el tercer número, su director informaba el mecanismo de financiación mediante la subscripción que cubría los costos de impresión. Anales llegó a contar con subscriptores en Puerto Rico, Venezuela, Colombia, México, Argentina, España, Francia, Bélgica, Alemania, Austria, Rusia y los Estados Unidos. 4 No obstante, en su devenir, la situación económica de la Academia y, por tanto, de su publicación, nunca iba a ser boyante.
El hecho de no contar con una imprenta propia dejó su huella en el diseño interior de Anales. Este se apoyaba en la composición tipográfica, de la que se hacía responsable la imprenta del momento y puede verse como iba variando la composición de las páginas de presentación, así como de las valoraciones interiores de los titulares, según se trasladaba de una a otra. 1Dejado el diseño en manos del impresor, la apariencia de la publicación podía pasar de la sobriedad a la sobrecarga de valoraciones tipográficas y otras variaciones en la composición tan pronto como cambiaba el talento poligráfico de los impresores de cada taller (figura 3).
Una revisión de los balances de la tesorería académica, como los de diciembre de 1896 y abril de 1897, (9 muestra que apenas se liquidan las cuentas. Los magros “ingresos” por conceptos de cuotas de los académicos, subscripciones de Anales y la subvención de la Real Hacienda se cancelan ante los “egresos” que causan los gastos corrientes, y la imprenta queda en la lista de créditos por pagar para el año siguiente, en espera de que se completen los adeudos de la Real Hacienda y de otras fuentes pendientes. Estos elementos permiten especular que los pobres emolumentos con los que se financiaba la publicación impulsaban a los académicos a cargo de Anales a priorizar la preparación de los contenidos científicos, sacrificando el financiamiento que sería necesario para la creación y mantenimiento de un diseño identitario fuerte y una composición estable, subordinada, en cualquier caso, a este, tal como lo hubiera requerido el rol que esta publicación ya iba desempeñando en la sociedad.
En esas circunstancias, Anales contaba con modestas ilustraciones que acompañaban algunos de los trabajos publicados cuando era menester, así como retratos de personalidades, casi siempre académicos, reproducciones de fotografías y alguna que otra infrecuente lámina o gráfica a página completa.
La Academia no podía escapar de las veleidades económicas de la realidad nacional, lo que también incidió en la publicación irregular de ciertos volúmenes. Durante la década del 20 y el 30 Anales mantuvo un estado crítico, producto de las deudas, justo dentro de la más notable combinación de crisis económica y política que vivió Cuba durante la República, víctima de la nefasta repercusión del Crack bancario norteamericano de 1929, así como de la profunda crisis política e institucional que desde finales de la década vivía el país, debido a los desmanes del dictador Gerardo Machado. La situación caótica con el pago a las imprentas impidió la publicación de los números de esos años, y en gran medida, gracias a la labor de su director el Dr. Jorge Le Roy una vez superada la crisis se pudieron publicar los números atrasados. 13
La idea de un proyecto editorial sólido, adscrito a la Academia de Ciencias, no se consolidaría hasta el período de la Revolución, y sería Antonio Núñez Jiménez, en 1962, 14 quien lograría darle el impulso definitivo. Desde su experiencia como divulgador y escritor, disponía de una clara visión de la necesidad de contar con una editorial propia. Así pues, en 1963 se crea la Dirección de publicaciones, que tenía su sede en el propio edificio del Capitolio Nacional donde radicaba la Academia. La labor poligráfica pasó a realizarse en la imprenta del Archivo Nacional (fundada en 1944), que se trasladaría en 1966 a la vecina dirección de la calle Amistad y luego se ampliaría hasta la esquina de las calles Industria y San José. 11
La aparición en julio de 1964 del primer número de Poeyana, (11,12 una publicación dedicada a la biología (y luego a la zoología), 15 se toma como fecha de la fundación de la editorial, que pasaría a llamarse Editora de la Academia de Ciencias en 1980, 16 y luego Editorial Academia en 1989. Después de creado el CITMA (Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente), y separada la Academia de Ciencias de Cuba de este, ya con sus nuevas funciones como entidad consultora del Estado, el Sello Editorial Academia (rebautizado así en 2001) no conservó una relación de adscripción a esta Corporación científica, como podría inferirse de su nombre, sino que quedó integrado a la Empresa de Gestión del Conocimiento y la Tecnología (GECYT) de ese ministerio. Sin embargo, no ha dejado de publicar la obra de los académicos y de colaborar en proyectos editoriales gestados por la Academia.
Aunque desde su fundación, el proyecto editorial de la Academia de Ciencias se fortaleció y su labor no se ha interrumpido hasta hoy, Anales dejó de publicarse en ese período y nunca más lo hizo de forma impresa. Esta aparente paradoja 17 respondía a las nuevas circunstancias de la Academia en la Revolución. Puesto que ahora “no era, sin embargo, una sociedad científica, ni una unión de sociedades, sino un organismo para la agrupación, transformación y creación de institutos de investigación”, 15Anales, aparentemente, dejó de tener sentido en cuanto a su intención original y su rol quedó distribuido entre las nuevas publicaciones emergentes, proceso que ya había comenzado a ocurrir, al menos desde el comienzo del s. xx, y terminó por invisibilizar su ausencia durante este período.
La realización de investigaciones científicas y la prestación de servicios de alto contenido científico de los numerosos institutos constituidos en la Academia a partir de 1962 -tareas que no realizaba la Academia creada en 1861-, fue demandando la comunicación de los resultados que se iban obteniendo en publicaciones de perfiles especializados en comparación con el perfil relativamente amplio de los Anales originales, que incluían en gran medida, como hemos señalado, informaciones sobre la vida institucional y sobre la vida científica en la sociedad cubana anterior al triunfo de la Revolución. (16
La creación de universidades, facultades y carreras después de 1959 también contribuyó en este mismo sentido, y estos nuevos escenarios extendieron las oportunidades de publicar de los científicos del patio. Si bien, por otras razones, muchas veces no contarían con las mismas posibilidades de publicar también en el extranjero, como sus colegas de otros países, en el contexto de una ciencia que se diversificaba y globalizaba.
Anales en evolución
El nombre de la publicación académica tenía que cambiar, forzosamente, al transformarse la Corporación científica que representaba. Tras la caída del dominio colonial español, por lo que la publicación pasa a llamarse Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.18Así, como publicación impresa, “los Anales pueden dividirse en 2 grandes etapas, la primera entre 1864-1898, y la segunda, después de la independencia del colonialismo español, es decir, entre 1898 y 1958”. 17
No obstante, la evolución en la transformación del contenido, de una etapa a otra, se verificó de una manera paulatina. En cuanto a la estructura interna, cada volumen anual comenzaba con el acta de la sesión solemne en conmemoración por la fundación de la Academia, el 19 de mayo. A continuación, figuraban las reseñas o memorias con las tareas realizadas por la Academia durante el año anterior, incluyendo las sesiones, trabajos de orden interior, programas de premios, discursos, elogios, conferencias, disertaciones, movimiento de la membresía académica, así como balances de tesorería e informes de honorarios. Continuaban los artículos, conferencias, actas de sesiones científicas y acuerdos de la Academia, entre otros contenidos; para concluir con obituarios, la sección de Variedades (noticias científicas, casi siempre internacionales) y las observaciones meteorológicas. Estas 2 últimas secciones desaparecerían en el siglo xx, en tanto se incorporarían los trabajos presentados a ciclos de simposios, nueva modalidad dedicada a un tema específico.
En el primero de los períodos citados, predominaron los contenidos relacionados con las ciencias médicas, físicas y naturales, incluyendo, desde el volumen inicial no solo artículos como tal, sino también otros materiales, tales como las citadas observaciones meteorológicas o estadísticas epidemiológicas. Las que ahora llamaríamos ciencias sociales fueron tratadas solo de manera indirecta en artículos de otras disciplinas, tales como aquellos de epidemiología, lo cual responde al hecho de que en la Academia no existía una categoría que representara a tales investigadores, como ocurre en el presente. En este mismo orden se encontraban los trabajos de medicina legal o evaluaciones de fuentes de aguas minero-medicinales. Los artículos relacionados con la tecnología aparecen tan temprano como en el III volumen, en lo concerniente, como es fácil suponer, a la industria azucarera predominante. 4,18
Desde los orígenes, Anales es la tribuna del pensamiento científico cubano más avanzado. 19 Los Anales adquieren relevancia internacional en la medida que publican trabajos científicos de alto impacto, tales como el extracto de la célebre comunicación de Finlay sobre la teoría patogénica de la fiebre amarilla ante la Conferencia Sanitaria Internacional de Washington 19 y va creciendo su circulación internacional.
En la segunda etapa aparecen en los Anales trabajos que continúan la tradición científica cubana de reflejar los descubrimientos más actualizados en las ciencias, como el mendelismo; la teoría de la relatividad, la evolución, el sistema periódico, etc. 20En el siglo xx van emergiendo nuevas temáticas en los Anales, tales como la sociología o el urbanismo, así como de estudios de ciencias sociales sobre algunas localidades y es más usual la publicación de trabajos de autoridades no académicas que representaban a otras instituciones.
En los tomos de Anales correspondientes a los años 1954-1958, 21 ya no se recogen actas de sesiones, lo que dificulta el estudio del decursar de la vida académica, que puede atisbarse gracias a lo que quedó recogido en las Memorias y en los libros de actas que se conservan.
Anales en una nueva época
Después de 1999, aunque la producción científica cubana experimentaba un lento crecimiento anual, 20 se evidenciaba un decrecimiento relativo respecto a los indicadores correspondientes de América Latina y el Caribe. 21 Esto motivaba atención por parte de la Academia, situación cuyo análisis, 22 fruto de un extenso debate, se publicaría 2018. Para contribuir a facilitar espacios de publicación para la ciencia cubana de primer nivel, Anales reaparece en mayo de 2011, después de un largo hiato editorial, 22 aprovechando la celebración del 150 aniversario de la fundación de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana. 23 El editorial de este número, a cargo del Dr. Ismael Clark, entonces presidente de la Academia de Ciencias de Cuba, caracteriza la vocación de continuidad de la publicación:
Los hechos y realizaciones del periodo transcurrido desde entonces no han hecho sino reafirmar el respeto y la estimación hacia la obra de quienes establecieron una academia de ciencias en la entonces colonia rebelde, hace 150 años, y hacia sus esforzados continuadores. Una expresión de esa valoración es la adopción del histórico nombre de Anales para este órgano de la Academia de Ciencias de Cuba, el cual aspira a erigirse, más allá de un necesario vocero institucional, en un digno vehículo de divulgación de las mejores realizaciones de la ciencia cubana, y al propio tiempo, en un marco de intercambio y debate acerca de los temas de mayor interés y repercusión para el presente y el futuro de la actividad científica cubana. 24).
Aparece en formato digital, en lo que viene a ser su tercera etapa, con un diseño interior muy sencillo y una identidad algo confusa. A diferencia de su portada, en el título del sitio y al pie de las páginas de sus artículos en formato PDF podía leerse la palabra revista ajena a su nombre oficial. 23 La publicación digital comenzaría a numerarse por el volumen 1, sin indicar explícitamente el inicio de una nueva época, como es costumbre al uso en estos casos.
El reto asumido no era menor, recuperar el rol de publicación líder asignado por su historia, después de haber dejado de publicarse en un lapso tan largo y aparecer en un escenario donde debe competir con una multiplicidad de publicaciones cubanas y extranjeras, donde los científicos del patio tienen ahora la oportunidad de enviar sus artículos.
En cuanto a su contenido, se publica mucho menos material sobre la vida interna de la Academia de Ciencias de Cuba, lo cual puede constituir un problema futuro para la investigación histórica de la Corporación científica en este período. En cambio, cada año se dedican número especiales a la publicación de artículos sobre las investigaciones que han resultado galardonadas con el Premio Anual Nacional de la Academia de Ciencias, lo cual nutre a la publicación de una fuente de materiales de primera línea y reconocido aval en la investigación científica nacional. Ello aporta al público una fuente estable de consulta y seguimiento de la evolución de la mejor ciencia del país, al tiempo que forma parte de los estímulos a los ganadores de este importante concurso, que identifica soluciones fundamentadas a problemáticas presentes en diversas esferas de la vida del país.
Mucho se ha hecho desde fecha hasta el presente en esta tercera y más reciente etapa de la publicación para mejorar el diseño interior y composición de los artículos, a fin de que reflejen mejor el carácter y rigor editorial de publicación, así como del sitio web en su conjunto. 24 Evidencia indiscutida de este arduo trabajo es el crecimiento continuado del número de visitas y de la visibilidad internacional de la publicación en su plataforma digital.
Anales de la Academia de Ciencias de Cuba ha logrado dar preferencia a temas de actualidad nacional e internacional, reafirmando así, a través de las secciones que representan a la institución, la tradición científica en cuanto a la publicación de los resultados en diversas ramas del quehacer científico obtenidos por investigadores académicos o no académicos en las ciencias agrarias y de la pesca, las ciencias técnicas, las ciencias naturales y exactas, las ciencias biomédicas y las ciencias sociales y humanísticas. 25
Al propio tiempo, la inclusión de contribuciones especiales fortalece los propósitos de la publicación en cuanto a contribuir al conocimiento de temas científicos de actualidad e interés para el desarrollo de país. Ha incorporado una sección de vida académica, lo que restaura de alguna manera la posibilidad de conocer sobre la actividad propia de la institución y su historia.
Anales en la historia de la ciencia cubana
Es difícil juzgar la relevancia de esta publicación con palabras mejores que las que escribió el importante historiador de la ciencia cubana José López Sánchez:
Los Anales constituyen el testimonio más verídico y valioso de las actividades de la Academia. En sus páginas se recoge la totalidad de los trabajos que sus miembros presentaron ante la docta Corporación, en los que es posible aquilatar sus desvelos por dar a conocer sus ideas y opiniones propias en torno a las más disímiles materias, así como los esfuerzos por mantener una información sobre los adelantos y progresos de la ciencia universal (…). Por supuesto que no es toda la historia de la ciencia cubana, pero constituye la parte más importante de la misma. Para aquellos que deseen trazar el cuadro histórico del desarrollo del conocimiento de un tema o de hurgar en el pasado para encontrar los prístinos aportes de los cubanos, los Anales son una fuente de obligada consulta.
(…) No toda la producción científica está condensada en los Anales, pero es innegable que esta colección constituye un venero inagotable de información histórico-científica y recoge trabajos valiosos que marcan hitos en la historia de la ciencia cubana. 2
Conclusiones. Mirar en la tradición para avizorar el futuro
El valor esencial de Anales de la Academia es su contribución inalienable a la historia de la ciencia cubana. Por su liderazgo como órgano de la Corporación (figura 4) que representaba a la comunidad científica nacional, ha sido capaz en cada momento de recoger una impresión imperecedera de su visión de los aspectos más relevantes del panorama científico, desde el siglo xix hasta el presente. Cualquier estudio futuro de la ciencia cubana en su conjunto requerirá la evaluación con técnicas modernas del corpus completo publicado de Anales, lo cual, aún, es tarea pendiente; en este sentido, propiciar su digitalización y colocación on line sería muy conveniente.
Hoy día, el desarrollo de la ciencia en Cuba ofrece un escenario completamente diferente al del momento de la publicación inicial de Anales, en cuanto al número de espacios nacionales y extranjeros de que disponen los miembros de la Academia y otros representantes meritorios de la ciencia nacional de excelencia para publicar sus trabajos. No obstante, la publicación mantiene el propósito de recuperar el rol protagónico que una vez tuvo entre la comunidad científica cubana, lo cual tendrá que lograrse no ya con la exclusividad que una vez tuvo entre las publicaciones del patio, sino mediante el liderazgo que se derive del reconocimiento de su profesionalidad y del peso en la ciencia nacional de la Academia que le respalda. Si bien puede argumentarse que existen muchas y publicaciones reconocidas en la arena científica para la publicación de resultados de alto nivel con visibilidad internacional, aquí el valor indisputable que continúa conservando Anales es su exclusividad como publicación de una corporación científica que agrupa a representantes de todas las disciplinas de la ciencia del país.
La condición de publicación científica multidisciplinaria ofrece a Anales no solo la posibilidad de convertirse en una publicación emblemática de la ciencia de interés para Cuba, que permita a los colectivos científicos visibilizar sus resultados de investigación en todas las ramas del saber, en un mundo globalizado en el que la ciencia ejerce y ejercerá una función social cada vez más preeminente. Desde nuestra percepción, resulta el espacio natural para la discusión y el debate de determinados aspectos urgentes de la ciencia y su interacción con la sociedad cubana, que tanta actualidad cobra en estos días desde el intercambio que emerge a partir de la formulación de nuevas políticas e instrumentos que impactan en la actividad científica, que están siendo elaborados contando con la activa participación de los académicos.
Podría preguntarse si no sería de utilidad un enfoque quizás más periodístico (científicamente especializado, por supuesto), que persiga contextualizar el valor de los planteamientos en los foros de discusión y evitar que, aunque se hagan públicos los resultados alcanzados, no se pierda para la posteridad toda su riqueza argumental del debate. Anales puede ser el espacio natural para recogerla, como ya una vez lo hizo y, en este sentido, podría acrecentar su valor en tanto fuente primaria para el estudio del proceso de la ciencia nacional, valor que hoy día reconocemos en los volúmenes pretéritos de la publicación, cuando ya hace mucho se ha extinguido el hálito de la “ciencia de punta” que en su día gozó el número recién publicado.
Por otra parte, A partir de la incipiente pero exitosa experiencia acumulada en la actividad editorial, parece apropiado reforzar el proyecto editorial de la Academia, como parte de una política para continuar propiciando la publicación de libros, 26sea ya escritos o hechos por encargo, sobre temas urgentes de la ciencia cubana (un ejemplo del momento: ¿cómo se hicieron nuestras vacunas?), con carácter divulgativo o no, pero eso sí, con el valor de ser escritos por nuestros académicos (entre los cuales figuran algunos de los mejores comunicadores de ciencia). También pudiera ser una estrategia exitosa, como vimos ya probada, para mejorar la visibilidad de la Academia de Ciencias, de su publicación, en este caso gestora, y contribuir a aumentar la apreciación pública de nuestra ciencia.
En un reciente editorial 24 de la propia Anales, el Dr. C. Luis Velázquez Pérez, presidente de la Academia de Ciencias, enfatizaba en esta visión al expresar: “se ha perfeccionado el trabajo de la revista Anales de la Academia de Ciencias de Cuba, llamada a convertirse en la principal revista cubana sobre política científica”.