Introducción
El brote de la COVID-19 -enfermedad provocada por el SARS-CoV-2 (síndrome respiratorio agudo severo por coronavirus 2)- en Wuhan, no solo modificó los protocolos de actuación médica ante epidemias de infecciones respiratorias en el mundo; también cambió la forma en que los periodistas reflejan esos temas en los medios de comunicación. Desde la detección de los primeros casos, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) se preocupó por la lucha contra la pandemia, pero también sobre cómo informar correctamente acerca de la enfermedad y el agente patógeno que la causa, y trazó una serie de pautas dirigidas a los medios de prensa con el foco puesto en mejorar las coberturas periodísticas y los mensajes sobre el tema. En este sentido, publicó el manual COVID-19. Consejos para informar. Guía para periodistas y más tarde el Glosario sobre brotes y epidemias. Un recurso para periodistas y comunicadores.
Según esta guía,1 cubrir la COVID-19 requiere un periodismo ético y responsable, comprometido socialmente, que no sea sensacionalista ni alarmista y que transmita hechos e información veraz sobre la enfermedad en lugar de temores desproporcionados. Igualmente, el documento recomienda recurrir a fuentes científicas confiables y autorizadas; citar a científicos, investigadores, académicos y especialistas de diversas disciplinas, que despejen dudas y lleven claridad a la población sobre la situación, e informar con veracidad sobre las medidas que ayudan a contener o mitigar la propagación de la enfermedad.
En consecuencia, y según la OPS, el trabajo del periodista en esta situación debe tener otras características, más allá de la función primordial de informar:1
Reflejar la situación que atraviesa el personal de salud, que es crítica, en la respuesta a esta pandemia.
Buscar las historias de superación de pacientes o de comunidades que toman medidas para enfrentar la enfermedad, o de países que dan ejemplos con su abordaje.
Contribuir a aportar soluciones con su reportaje.
Respetar la intimidad de los pacientes, no revelar su identidad o proporcionar información personal detallada sobre ellos sin su consentimiento.
Conocer los fundamentos de la epidemiología e informarse sobre el tema con los especialistas.
En sentido general, el organismo internacional recomienda también que los reporteros ensayen formas innovadoras de cubrir los sucesos.1 Además, hace énfasis en que los medios de prensa eviten el uso de fotografías o imágenes de video que puedan contribuir a generar estigmas o provocar miedo como, por ejemplo, mostrar solo personas con mascarilla facial o imágenes de personal de salud con equipo de protección que no aplica para atender a pacientes con la COVID-19, como el utilizado para el ébola en África. Los consejos en esta guía están dirigidos a todas las etapas del trabajo periodístico, desde la obtención de los datos hasta su publicación, con el fin de combatir la sobresaturación de información falsa o descontextualizada sobre la pandemia de COVID-19.
Además de las recomendaciones de OPS, existen otros análisis y consejos para coberturas similares, que establecen los roles fundamentales de la prensa durante un período de brotes epidémicos.2 Estas consideran que los medios de comunicación son fuente de información vital al decir qué está ocurriendo, dónde, quién está afectado, cómo van cambiando las cosas, y por qué; que se pueden salvar vidas al transmitir información crítica de y hacia las partes afectadas. En paralelo, reconocen el papel de la información en la alerta temprana y segura. Además, identifican a los medios de prensa como foros comunitarios, que ofrecen a la ciudadanía la oportunidad de reunirse, compartir sus preocupaciones y apoyarse durante los tiempos difíciles.
A nivel internacional existen diversos análisis y protocolos de actuación de los medios de prensa durante brotes epidémicos, que sirvieron de antecedente a la investigación que resume este artículo; algunos elaborados por la Organización Mundial de la Salud, otros, por ministerios de salud de diferentes países o por investigadores y periodistas.
En ese contexto, el Instituto Internacional de Periodismo “José Martí” (IIPJM), apoyado por la OXFAM, organizó el taller virtual “Buenas prácticas de comunicación hipermedia en tiempos de COVID-19”, con el objetivo de fortalecer la capacidad de equipos periodísticos y medios de prensa en general para realizar coberturas sobre la COVID-19, su impacto y enfrentamiento, a partir de la identificación y análisis de buenas prácticas.
Ciertas interrogantes guiaron el proceso de análisis: ¿Qué periodismo se ha hecho en Cuba en tiempos de COVID-19? ¿Ha sido eficaz? ¿Se pueden recuperar algunas de estas prácticas para situaciones similares en el futuro? Sus respuestas se recogen en este texto.3
Desarrollo
Métodos
Se identificaron 35 experiencias de periodismo hipermedia, publicadas hasta el 5 de junio de 2020, de las cuales se seleccionó una muestra de 20 propuestas (Anexo), para ello se empleó la técnica del grupo nominal4) en su variante virtual, altamente estructurada para el trabajo de equipos de análisis, que hace posible alcanzar un consenso rápido en cuestiones, problemas, soluciones o proyectos. Permite producir y priorizar un amplio número de elementos.
La muestra final fue objeto de un estudio métrico y análisis de contenido a partir de 13 criterios o indicadores, elegidos según recomendaciones internacionales, para el tratamiento mediático de emergencias sanitarias:1,2
Inmediatez de la cobertura.
Veracidad de la información.
Aporte en el análisis de la información oficial, cotidiana, de la pandemia.
Atractivo y facilidad de comprensión para públicos diversos.
Adaptabilidad a diferentes plataformas digitales.
Uso de imágenes, videos, audios de calidad y eficaces en el contexto de la pandemia.
Manejo de estadísticas acerca del impacto diferenciado de la pandemia sobre grupos etarios, sexos y contextos.
Transmisión de los hechos sin sensacionalismo ni alarmismo.
Diversidad de fuentes, formales o informales, pero científicas, confiables y autorizadas, para acceder a conocimientos básicos de la pandemia.
Historias personales de superación de los pacientes, el personal de salud y las comunidades frente a la enfermedad. Países que dan ejemplos.
Respeto a la intimidad de pacientes y personal de salud.
Medidas para contener o mitigar la propagación de la enfermedad.
Contribución al aporte de soluciones en el abordaje de la contingencia sanitaria.
Se seleccionó el ámbito del periodismo hipermedia por sus posibilidades de monitoreo mediante el teletrabajo, y por el énfasis que está haciendo el país en la utilización creciente de las TIC en el contexto de la pandemia.
Resultados y Discusión
Un análisis de indicadores métricos permitió observar algunas características de las mencionadas en las 20 propuestas de la muestra (Anexo 1). Cubadebate clasificó como el medio con más trabajos incluidos, con un total de cuatro -contando las series como un solo producto-, seguido de cerca por Juventud Técnica y el periódico Escambray (fig. 1).
La Habana, en tanto sede de casi todos de los medios de prensa nacionales, presentó la mayor cantidad de productos comunicativos en la muestra. Le siguieron Villa Clara, Cienfuegos y Sancti Spíritus, como expresa la figura 2.
Abril y marzo fueron los meses con más publicaciones identificadas durante período de selección, que se extendió hasta la primera semana de junio. Tal pico coincide con los momentos de introducción y mayor impacto de la COVID-19 en Cuba, lo que se considera primera etapa de la pandemia en el país, entre 11 de marzo y el 17 de junio5 (fig. 3).
Un análisis según la tipología de medios permitió confirmar que la mayoría de los productos pertenecen a la prensa digital, bien porque se publican en sitios web o porque son compartidos en Facebook y otras redes sociales (fig. 4). Un elemento interesante resulta que, en la mayoría de los casos, se presentan originalmente en los medios digitales y luego son replicados fundamentalmente en Facebook, o en otras redes sociales.
En línea con estudios métricos anteriores aplicados a la prensa cubana con diversos propósitos,6 se confirma la presencia mayoritaria de trabajos individuales y muchas menos investigaciones de equipos de periodistas (fig. 5). Aun así, vale resaltar que en algunos casos los autores son institucionales y no queda claro el nivel de colaboración real.
Al analizar el uso de los recursos multimediales, se comprobó que el más recurrente en los productos analizados es la imagen, seguida por las infografías (fig. 6). Esto se debe a que muchos de los materiales periodísticos ofrecen consejos, información útil y explicaciones detalladas sobre la enfermedad, y estos recursos facilitan la comprensión.7 Los videos también tuvieron una presencia significativa y usualmente aparecieron complementando información textual y gráfica.
En tanto, un gráfico tipo nube de palabras (fig. 7) elaborado a partir del análisis del 90 % de los productos, permitió apreciar como aparecen un conjunto de términos coocurrentes relacionados con la temporalidad, la COVID-19 como tema central y algunas otras referencias. En el momento del análisis ya era notable la popularidad alcanzada por el doctor Francisco Durán, director nacional de Higiene y Epidemiología del Ministerio de Salud Pública, y su conferencia de prensa diaria. Sobresalió también el término “barco”, asociado al salvataje realizado por Cuba a los pasajeros del crucero británico MS Braemar. Pero igualmente se destacaron palabras como “todos”, que hace alusión a la insistencia en la participación colectiva en la lucha contra la pandemia, o “país” y “Cuba”, como contexto; así como el posicionamiento alcanzado por el hashtag #CubaSalva, y la potenciación de la imagen país.
La COVID-19 en la prensa digital: Regularidades tras el análisis de contenido
Tanto del análisis de contenido de la muestra seleccionada, como de los criterios aportados por colegas de todo el país en el foro debate donde se presentó el informe de resultados, se derivan varias reflexiones que resumen las prácticas positivas identificadas en la cobertura mediática de la COVID-19 en medios digitales cubanos, y potencialmente aplicables en las dinámicas productivas de otros medios públicos del país.3
En ese camino, resultó evidente que la cobertura de la pandemia en Cuba ha tenido nombres, rostros y aterrizajes diversos a la cotidianidad de las personas. Los mejores ejemplos detectados en este análisis corroboran lo bien que le hace al discurso de los medios públicos cubanos la presencia de historias en primera persona. En el caso del enfrentamiento a la pandemia de la COVID-19, demuestra la formación de los profesionales o la capacidad de adaptación y resiliencia ante un contexto complejo y excepcional.
Está claro que siempre será necesario narrar historias interesantes, por más que se cuenten con las mejores intenciones y los más variados recursos; de ahí que, además, haya sido crucial para estas coberturas no descuidar en los textos la narración y la descripción, o el empleo de herramientas expresivas como la metáfora, que tanto aportan, ya sea para develar el interior de quienes protagonizan las historias, o aligerar y atrapar en la lectura.
Fue destacable, además, la amplia utilización de herramientas del periodismo de investigación y precisión: diversidad de fuentes, cruzamiento de información e incorporación de estadísticas bien explicadas, combinadas con el análisis de lo que ellas representan en un contexto concreto. A pesar de ser un cometido ambicioso y, por demás, sometido a la influencia de múltiples mediaciones y/o presiones en sentido inverso, resultó palpable la necesidad de no limitarse únicamente a la desagregación de las estadísticas disponibles, sino avanzar hacia la explicación argumentada, al cruzamiento de datos que permitieran establecer razonamientos y explicar comportamientos.
Por otro lado, probó su relevancia la articulación de las fuentes estadísticas nacionales con las de organismos internacionales, de prestigio reconocido por personas que deciden y ejecutan las políticas y medidas aplicadas para enfrentar la pandemia.
Igualmente, al estudio confirmó que la multimedialidad ayuda a construir un mensaje más robusto y pormenorizado. La confluencia de imágenes, videos y audios no constituye una simple moda para la realización periodística, sino más bien un potente instrumento que ofrece la posibilidad de describir, desde distintos escenarios mediáticos, una realidad determinada.
Esta integración diversa de los recursos hipermediales, fue mucho menos explotada en todas sus posibilidades en el caso del pódcast. Sin embargo, un elemento positivo es que los videos estén publicados en las grandes plataformas, como YouTube, y es ese el enlace que se coloca en los sitios web de los medios, lo cual es considerado una buena práctica pues ayuda al posicionamiento web y mejora la velocidad de carga de la multimedia.
Otro aspecto que ratificó igualmente su validez en este análisis ha sido la urgencia de relativizar la noción de lo atractivo. La segmentación de los públicos y su aparente capacidad de tener contenidos “a la carta” en la era de la web 2.0, le resta cierta fuerza a la idea de que todos los productos son para todos los públicos. Por consiguiente, en un contexto extremo como el de esta pandemia fue evidente que, si bien las audiencias se agrupan según sus intereses, convendría comenzar a pensar en producir con esa noción no tan generalizadora. Quizás nuestros medios públicos no conocen lo suficiente a sus espectadores en la web y, por tanto, no explotan lo suficiente la creación de contenidos exclusivos para ciertos segmentos de ellos.
Trazando miradas transversales de género, aunque no se pudo confirmar una abierta reproducción de roles y estereotipos patriarcales, sí se detectó la persistencia de lenguaje sexista, algo que no es privativo de las coberturas de la COVID-19, sino que resulta aún deuda pendiente en la prensa cubana.8 Sin embargo, quizás porque el sector sanitario cubano cuenta con mayoría femenina y porque, desde el inicio, la información oficial se manejó desagregada por sexo, se consigue en las coberturas un equilibrio de fuentes y de miradas entre hombres y mujeres, y entre personas con diversos grados de vulnerabilidad.
Dentro de un escenario de tensión sin precedentes en las dinámicas productivas internas, conservó su importancia el periodista o, mejor dicho, los equipos creativos para la elaboración de contenidos; como también la multiplicidad de formatos para los diferentes contenidos y el trabajo de los medios desde las provincias, que recopilaron historias e imágenes, audios y videos de eventos en desarrollo.
Dicha realidad refuerza la reducción de las distancias que los escenarios comunicativos digitales le han conferido al ecosistema de medios públicos cubanos. Al mismo tiempo, le han asignado un rol apreciable al producto noticioso local, que refleja los intereses de segmentos de las audiencias interesados en esa noticia, publicada en los medios desde provincias o municipios distintos a la capital del país.
Conclusiones
El escenario de los medios de prensa digital en Cuba constituye una pequeña vanguardia en la generación de productos hipermedia de calidad. La mayoría de estos medios prefieren generar el producto en sus sitios web, para luego llevarlo a las redes sociales.
Con relación a la metría aplicada al análisis, pueden identificarse las generalizaciones siguientes:
En los meses de abril y mayo se concentra la mayoría de los productos, en coincidencia con los meses de la inserción, desarrollo y primer pico de contagios de la COVID-19 en el país, ello habla del compromiso de estos medios por generar información de calidad y bien presentada, para llegar a todos los públicos.
Las imágenes, infografías y videos constituyeron los recursos multimediales más utilizados, que contribuyen a la comprensión del mensaje, a complementar el texto y a generar un ambiente hipermedial que ofrece al lector varias formas de lectura.
Los términos más utilizados en la mayoría de los trabajos responden a elementos relacionados con la pandemia como tema central, la temporalidad de los mensajes, el contexto y otros elementos vinculados con la salud y la responsabilidad social.
En cuanto al contenido, analizado de acuerdo a 13 criterios seleccionados a partir de la bibliografía internacional, se puede concluir la existencia de:
Combinación de la información oficial con opiniones de especialistas o de la población, en busca de esclarecer y complementar el análisis de los sucesos.
Presencia de historias de vida y aterrizajes a la cotidianidad de las personas.
Empleo de estadísticas desagregadas a nivel territorial, por edades y por sexo. En este sentido se destaca el empleo de herramientas del periodismo de investigación y de datos, así como el uso de múltiples y diversas fuentes de información.
Integración diversa de los recursos hipermediales, menos explotados en todas sus posibilidades en el caso del pódcast. En todos los casos, los videos están publicados en las grandes plataformas, como YouTube, y es ese el enlace que se coloca en los sitios web de los medios, lo cual es considerado una buena práctica pues ayuda al posicionamiento web y mejora la velocidad de carga de la multimedia.
En la mayoría de los trabajos seleccionados prima la concepción de lo atractivo para un público amplio. Casi todos comparten un código que hace sencilla la comprensión del complejo tema de la COVID-19 en el país y pueden ser del interés de un público mayoritario.
Aunque no se aprecia una abierta reproducción de roles y estereotipos patriarcales, sí se detecta la persistencia de lenguaje sexista, algo que no es privativo de las coberturas de la COVID-19, sino que resulta aún deuda pendiente en la prensa cubana. Sin embargo, quizás porque el sector sanitario cubano cuenta con mayoría femenina y porque, desde el inicio, la información oficial se manejó desagregada por sexo, se consigue equilibrio de fuentes y de miradas entre hombres, mujeres y personas con diverso grado de vulnerabilidad en las coberturas.