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Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina

versión On-line ISSN 2308-0132

Estudios del Desarrollo Social vol.7 no.1 La Habana ene.-abr. 2019  Epub 01-Sep-2019

 

Artículo Original

Factores determinantes en la elección materna de cuidado informal en niños en edad preescolar

Determining Factors in the Maternal Choice of Informal Care in Preschool Children

Carlos Rodríguez Garcés1  *  , Johana Muñoz Soto1  , Geraldo Padilla Fuentes1 

1Centro de Investigación CIDCIE, Universidad del Bío-Bío, Chillán, Chile

Resumen

Este artículo aborda la abstención parental educativa, analizando los motivos que reportan madres para retardar la toma de decisión de preescolarización. Mediante la construcción de modelos de regresión logística indaga la importancia que tienen las barreras institucionales y perfiles actitudinales frente a la inserción escolar temprana, y cómo esta es visualizada como alternativa de simple cuidado que se activa en contextos de necesidad.

Palabras-clave: cuidado informal; opción de cuidado; participación laboral femenina; inserción preescolar; estimulación temprana

Abstract

This article analyzes the educational parental abstention, investigating the reasons reported by mothers to delay the decision of preschooling. Using logistic regression models, it explores the importance of institutional barriers and attitudinal profiles in relation to early school insertion, and how this is visualized as an alternative of simple care that is activated in contexts of need.

Key words: informal care; care option; maternal labor force participation; preschool insertion; early childhood stimulation

La inversión en educación se configura como la clave para el desarrollo económico de la población (Cousiño & Foxley, 2011), siendo especialmente relevante la de ciclo preescolar como herramienta que posibilita el desarrollo de capacidades y mejoramiento de las condiciones de educabilidad al aprovechar las ventanas de oportunidad que esta fase de plasticidad neural ofrece (Torres, 2011). En consistencia, aunque tardía, la educación preescolar chilena ha presentado un aumento significativo en sus tasas de cobertura, explicado por la expansión de la oferta institucional y toma de consciencia de la población respecto de las ventajas que esta etapa educativa reporta a niños y niñas a mediano y largo plazo, cuyos beneficios se tranfieren a la familia y sociedad en su conjunto (Penna & Pérez, 2005; Contreras, Herrera & Leyton, 2007).

La inserción escolar temprana estaría asociada a un aumento en habilidades cognitivas, físicas, emocionales y sociales (Encina, 2008; Torres, 2011). Desarrollo de habilidades blandas que facilita los itinerarios educativos de las etapas superiores, en especial para niños que viven en situación de vulnerabilidad o evidencian una deficiente calidad educativa del hogar (Vial, 2013), aunque el impacto en este grupo estaría condicionado a los atributos de la exposición educativa recibida, de modo que una experiencia preescolar de mala calidad podría incluso ser perjudicial para el alumno (Rolla & Rivadeneira, 2006).

No obstante la importancia otorgada a la educación preescolar como política pública y a los beneficios que la inserción temprana reviste para el niño, su familia y sociedad en general, la cobertura educativa no ha estado exenta de rezagos, deficits y debilidades. Factores de orden institucional, económicos y socioculturales inciden en la inserción preescolar. A nivel institucional la principal limitación se encuentra en la reducida oferta de vacantes del sistema público de atención, lo que afecta especialmente a los niños de menores recursos y de primer ciclo, estimándose que la instalación de más establecimientos públicos, o particulares subvencionados gratuitos, sería una de las principales estrategias para disminuir la brecha de cobertura preescolar entre estratos socieconómicos (Ministerio de Desarrollo Social, 2013).

Por otra parte, y con independencia relativa de las dificultades de acceso que pudiera registrar la insuficiente y restringuida oferta preescolar, subsisten un conjunto de factores de orden personal o sociocultural que desincentivan la decisión parental de escolarizar a los hijos pequeños. Según Dussaillant (2012), gran parte de las madres o cuidadores que no envían al niño a la sala cuna o jardín infantil lo hace por una decisión de naturaleza personal y no determinada por la disponibilidad de establecimientos, razón por la cual la sola provisión de este tipo de dependencias no proporcionaría en el corto plazo reducciones significativas en las brechas de participación existentes entre los diferentes deciles de la población (Encina, 2008).

De igual modo, la crianza y cuidado de hijos es una tarea altamente demandante de tiempo, en especial cuando estos son más pequeños, lo que dificulta la participación de las madres en el mercado del trabajo (Larrañaga, 2006; Encina, 2008), haciendo que los valores familiares respecto de los hijos definan, ceteris paribus, por un lado la opción de cuidado infantil y por otro la participación laboral de la mujer (Contreras & Plaza, 2004). Chile, al igual que el conjunto de paises latinoamericanos, se caracteriza por ser un país conservador en cuanto a opciones de cuidado y estilo de crianza de los hijos a temprana edad. Esto se apoya en la estructura tradicional de género que mantienen las familias, donde la mujer realiza las labores domésticas junto con el cuidado de sus hijos, mientras el varón es el proveedor económico y quien se desempeña laboralmente; roles presentes con mayor fuerza en los grupos de menores recursos económicos, donde el salario se convierte en un signo de poder, brindando a quién lo posee y genera mayor autoridad en la toma de decisiones, relegando al resto, mujer incluida, a una posición de dependencia (Schkolnik, 2004; Méndez, 2010).

Puestas a elegir, las familias chilenas prefieren que el cuidado de los niños y/o niñas sea una responsabilidad de las madres, sobre todo cuando son muy pequeños y poseen un escaso desarrollo del lenguaje (Kong & Moreno, 2014). Entre quienes no envian a sus hijos al preescolar existe la desconfianza en que el trato y cuidado dispuesto es deficiente, así como la creencia que es innecesario exponerse a riesgos y/o contagio de enfermedades ocasionadas por el contacto con otros. Orientados por este tipo de supuestos, y en especial cuando sus hijos son muy pequeños, las madres y/o padres privilegiarán opciones de cuidado informal realizado por las primeras, algún familiar o persona de su confianza (Del Boca, Locatelli & Vuri, 2005; Torres, 2011).

La definición y adopción de estrategias de cuidado dependerá de la edad del niño, el estrato social, nivel educativo y ocupación de la madre, así como de la estructura y ciclo doméstico de los hogares. Madres de mayor escolaridad, a fin de aprovechar y/o no interrumpir sus trayectorias laborales y salarios, privilegiarán opciones de cuidado formal (Esquivel, Faur & Jelin, 2012), misma estrategia que tienden a implementar las madres que trabajan remuneradamente en jornada completa fuera del hogar. La opción de cuidado formal se activa con mayor intensidad frente a la imposibilidad de contar con la colaboración de otros miembros del hogar sean familiares o no, que puedan sustituir los cuidados de la madre (Batthyány, 2004; Acosta, Perticara & Ramos, 2007). Madres ocupadas de los quintiles más bajos y que no preescolarizan a sus hijos acuden a familiares o vecinos, mientras que las madres de estratos socioeconómico alto contratan a personal doméstico para igual propósito, incluso presentan una mayor disposición a que sus hijos queden al cuidado de otros durante la jornada laboral a edades tempranas.

En sintesís, la decisión de cuidado infantil es relevante para el aprovechamiento de la ventana de oportunidades que brinda la estimulación temprana y de calidad en el niño, en especial en aquellos que vivencian situaciones de vulnerabilidad y pobreza. Misma decisión que tendrían incidencia en la participación laboral de la madre, por cuanto su inserción se vería dificultada por la presencia de hijos pequeños no preescolarizados. En tal sentido, esta investigación describe los deficits de cobertura y la naturaleza de los motivos que esgrimen las madres para optar por opciones de cuidado distintas de la preescolar. Así mismo explora, mediante un análisis de Regresión, los factores que inciden en que las decisiones parentales privilegien las opciones de cuidado informal.

Metodología

Instrumento

Haciendo uso de las bases de datos de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN), en un periódo de 15 años (1990-2015), se realiza un análisis longitudinal del comportamiento de la cobertura preescolar en Chile, las principales razones por la que se opta no escolarizar a edad temprana, y por qué el cuidado informal sigue siendo la opción predominante entre las familias.

La encuesta CASEN es un instrumento de recolección de datos de carácter oficial, cuya validez métrica le permite constituirse en el principal instrumento de medición del bienestar material y social de los hogares en Chile e insumo para el diseño y evaluación de políticas públicas y sociales, su cobertura, focalización e impacto. En su amplitud temática abarca componentes de educación, trabajo, ingresos, salud, entre otros, de los individuos y hogares que integran, consultando a una muestra representativa de viviendas del país mediante modalidad CAPI (Computer-Assisted Personal Interviewing).

Muestra

La delimitación muestral abarca a aquellas mujeres que, siendo mayores de 13 años, pertenecen a un núcleo de hogar en el cual hay presencia de hijos menores de 6 años, propios, del cónyuge o de ambos. Así, el estudio cuenta con una muestra de 17.767 madres de preescolares, principalmente habitantes de zonas urbanas (79,9%), menores de 30 años (54,8%), donde un 31,1% señala haber cursado estudios de educación superior completos o incompletos. En su condición de madre, cerca de la mitad (46,5%) se definen como jefas de núcleo, mientras 1 de cada 5 (19,2%) se reporta como jefa del hogar principal, por otra lado un 53,4% está inserta en el mercado laboral, principalmente bajo la condición de ocupada (48,1%).

Cuadro 1. Caracterización de la muestra (N= 17,767) 

Fuente: CASEN 2015. Elaboración propia.

Procedimiento

Modelada la base de datos conforme a la definición operacional y selección de la unidad de observación principal (madre de preescolar), se procede a realizar un análisis estadístico de tendencia a fin de conocer las tasas de cobertura a nivel general y por rango etario del niño, variable de relevancia al momento de determinar opciones de cuidado. Posteriormente, se analizan los motivos esgrimidos para optar por el cuidado informal de los hijos en edad preescolar, decisión que es profundizada mediante Regresión Logística Binomial, con el propósito de determiinar la incidencia que la situación conyugal, escolaridad y actividad laboral como atributos de la madre tienen en la elección de esta estrategia de cuidado. En este análisis de regresión se modela por tanto la decisión materna de dejar al niño en casa o escolarizarlo (Yit), según la presencia de un conjunto de variables explicativas del fenómeno (X1,2,3,…).

Resultados y Análisis

Como resultado de las modificaciones a la política educativa y el aumento en la oferta, tanto pública como privada, Chile ha registrado un mejoramiento persistente en las tasas de cobertura preescolar, alcanzando en la actualidad el orden del 57%. Ello implica un aumento que alcanza el 119% respecto a la exhibida en 1990, que tan solo bordeaba el 26%. Especialmente notoria ha sido la ampliación de la matrícula alcanzada en el nivel preescolar de Kínder (5 a 6 años), donde se registra una cobertura prácticamente universal al año 2015 (98%).

Fuente: CASEN años respectivos. Elaboración propia.

Gráfico 1. Déficit de cobertura preescolar según rango etario, año 1990-2015 (%) 

El aumento de la matrícula preescolar ha sido objetivo del Estado chileno en el propósito de equiparar las oportunidades, el acceso y las condiciones de educabilidad de la población desde la más temprana edad del infante, pero pese a este esfuerzo desarrollado, las cifras informan que el déficit de cobertura hace de la inclusión preescolar una tarea pendiente. Un conjunto de factores institucionales, socioeconómicos y culturales se constituyen en elementos inhibidores en la inserción preescolar en el país, siendo las consideraciones en razón de la edad del niño uno de los factores más relevantes.

Si bien, en todos los rangos etarios correspondientes a diferenciados niveles educativos preescolares, se ha evidenciado una constante disminución en los déficits de atención, estas reducciones han tenido un comportamiento heterogéneo y han sido más acentuadas en los segmentos de mayor edad. Especialmente notoria es la reducción en el segmento de niños de 5 a 6 años donde el déficit transita desde un 28% en 1990 para situarse en un 2% en el año 2015, lo que representa un cambio porcentual del 93%, mientras en el rango de 3 a 4 años esta disminución del déficit es del 59% para igual periodo. Cifras que darían cuenta del positivo impacto de las políticas pro-inclusión educativa y expresan la trascendencia que tiene para las familias de hoy el optar por la escolarización temprana de sus hijos.

Aunque la escolarización pre-básica está condicionada por la edad del infante, se observa una tendencia por parte de los padres a adelantar la definición del itinerario educativo a edades cada vez más tempranas, con ocasión de un cambio en la valoración que tienen y hacen del hecho educativo, y el impacto positivo que a esta inclusión atribuyen tanto para el desarrollo del niño como para la familia en su conjunto. Percepción de instancia de valor educativo particularmente notoria en niños de mayor edad, mientras que para segmentos menores (0 a 4 años) predomina su valoración casi exclusivamente como instancia de cuidado infantil (Dussaillant, 2012), articulada como solución frente a una necesidad o contingencia como sería, por ejemplo, conciliar la manutención y cuidado del niño con la decisión de una madre de insertarse en el mercado laboral.

Es por ello que las cifras antes analizadas contrastan con las exhibidas en este rango de menor edad. En este segmento etario de 0 a 2 años los déficits de cobertura continúan siendo altos, expresados en que tan solo 1 de cada 5 niños (19%) asiste al preescolar. Participación históricamente baja, donde el déficit evidenciado en el periodo analizado se ha reducido en un escaso 16%. Los padres que tienen hijos más pequeños tienden a considerar inadecuado acceder al servicio de instituciones preescolares, optando por redes de cuidado informal generalmente en el mismo espacio doméstico, sea por un familiar u otra persona de su confianza, comportamiento que operaría con independencia relativa del segmento socioeconómico del que se trate (Del Boca & Vuri, 2005; Del Boca, Locatelli & Vuri, 2005; Farkas & Ziliani, 2006).

Tabla 1. Motivos frente a la no inserción preescolar según edad del niño (%) 

Fuente: Casen-2015. Elaboración propia

La inserción educativa de los hijos es una decisión consustancial al hecho de ser padres. Superado los déficits institucionales de cobertura y los problemas de aislamiento o difícil acceso de la población, esta elección se hacía cuando el niño o niña alcanzaba los 6 años de edad y podía ingresar a primer año de Educación Básica. En la actualidad, el proceso de vinculación con la escuela se adelanta significativamente, haciendo que los niños se escolaricen a edades cada vez más tempranas. No obstante los beneficios que la educación preescolar pueda otorgar al infante, madre y familia, existiría un conjunto de limitaciones que inhibe la elección de esta estrategia formalizada de desarrollo y cuidado infantil. Decisión parental cuyos motivos se prolongan más allá de la insuficiente oferta, falta de matrícula o presencia institucional.

Consultado los padres por las razones por las cuales no preescolarizan a sus hijos, componentes actitudinales asociados a creencias, desconfianzas, falta de utilidad atribuida y exposición perjudicial para la salud del niño, se constituyen en los motivos que hegemonizan la toma de decisión al optar por estrategias de cuidado informal o domiciliario. En efecto, el 93% de los padres señala motivos personales para no preescolarizar a sus hijos, sea porque lo cuidan en casa (76%), no considerarlo necesario a esa edad (13,9%), desconfiar del cuidado (1,5%) o evitar exponerlo a posibles enfermedades (1,7%). Creencias que están fuertemente determinadas por la edad del niño y reflejarían la percepción parental de los servicios educativos preescolares como simples alternativas de cuidados y no como una instancia educativa y de oportunidades donde el niño potencie su desarrollo y aprendizaje. Así mismo, a medida que aumenta la edad del niño, comienzan a irrumpir motivos institucionales como problemas de acceso, disponibilidad de matrícula o distancia del hogar, restando hegemonía a los motivos personales manifestado en casi exclusividad a más temprana edad. Evidencia que es consistente con los hallazgos de otros informes (Centro de Estudios Mineduc, 2014; Pacheco, Elacqua & Brunner, 2005).

No todas las familias demandan educación preescolar para sus hijos con igual intensidad. Muchas prefieren mantenerlos en casa hasta que cumplan la edad exigida para acceder a jardín de infantes o a primer año de enseñanza básica, particularmente en un contexto de obligatoriedad. Si bien se observa una menor tendencia a preescolarizar a niños más pequeños, esta decisión también está condicionada por la educación de la madre y el nivel de ingresos de la familia. En madres más educadas y de mayores ingresos las restricciones institucionales, de acceso y económicas son menos relevantes, adquiriendo preponderancia para abstenerse los motivos de tipo personal. Frente a la escasa conveniencia percibida por la inserción escolar a tan corta edad, estas madres pueden optar por dejarlo en casa, contratando servicios de cuidado cuando se trabaja fuera del hogar en razón de sus mayores rentas, posibilidad que otras madres carecen.

Los motivos de naturaleza personal para privilegiar el cuidado infantil en casa por sobre la educación formal a edades tempranas también estarían amparados en evidencia. Efectivamente, la probabilidad de contraer enfermedades aumenta con ocasión del mayor contacto e interacción con otros, dada la sensibilidad que el sistema inmunológico presenta a esta edad. Por otra parte, el impacto derivado de la asistencia al preescolar en niños menores de 3 años no es tan evidente (Melhuish, 2004), en especial cuando los centros educativos son de baja calidad (Honig, 2003), y/o se dispone en el hogar de los recursos y capital educativo necesarios para llevar adelante procesos de estimulación temprana que desarrollen oportunamente habilidades cognitivas, motrices y lingüísticas. A esto se suman hallazgos que informan sobre la posible inestabilidad emocional y problemas comportamentales en la adolescencia derivados de la escolarización precoz, que harían de esta algo poco aconsejable para el adecuado desarrollo del niño por el desapego que conlleva la institucionalización (Belsky, 2002; Vandell & cols., 2010).

Cuadro 2: Regresión logística binomial decisión materna de abstenerse a preescolarización 

Fuente: Casen, 2013. Elaboración propia.

Con el objeto de abordar la incidencia que determinados factores tienen sobre la probabilidad de abstenerse a la escolarización temprana, se confeccionó un modelo de regresión. En razón de criterios teóricos, se incorporaron al modelo las variables edad de la madre, situación laboral, nivel educativo, edad del niño/a, zona de residencia, tenencia de pareja, decil de ingresos, jefatura de hogar y presencia de otras posibles cuidadoras en el hogar.

En lo que a elección de cuidado informal respecta, la variable modeladora de mayor capacidad predictiva es la edad del niño/a. Por sobre otros atributos relevantes, la escolarización de niños muy pequeños es una decisión fuertemente resistida por las madres, en especial cuando la contribución efectiva que hace la inmersión escolar temprana se sopesa negativamente respecto de sus externalidades.

En consistencia con un perfil actitudinal tradicional hacia la familia y la maternidad, se concibe a la madre como principal responsable del bienestar de los hijos, tuición que es difícilmente delegable a otros no significativos, máxime cuando de niños muy pequeños se trata. En este contexto, se instala en sus padres un conjunto de restricciones que les hace percibir como poco recomendable para la salud y seguridad del niño asistir a la sala cuna. El temor al contagio de enfermedades por exposición, la desconfianza en el trato que guardadoras y educadoras brindan y los eventuales sentimientos de culpa materna por el desapego prematuro retardan la escolarización, constatándose una mayor tendencia a usar estrategias de cuidado informales concitando arreglos familiares de diversa índole que, para el caso de niños entre 0 y 2 años, se manifiesta en el 81,1% de los casos. Opción de cuidado informal que es relevada de igual modo en este segmento por el modelo de regresión [Exp (B) = 153,525 (IC 95% = 122,6 - 196,3); p= ,000].

Así mismo, a medida que aumenta la edad del niño lo hace también la probabilidad de preescolarización, alcanzando a los 5 años cobertura prácticamente universal (96,6%). Conforme aumenta la edad del niño las aprehensiones maternas y sensación de riesgo disminuyen, elección parental que es reforzada por una mayor disponibilidad de vacantes asequibles y la percepción que a esta edad, con base al nivel de autonomía alcanzado por el niño, se requiere menor especialización para brindarle estimulación, alimentación y cuidado.

En Chile, investigaciones reportan que la presencia de hijos en edad preescolar disminuye las probabilidades de que la madre participe del mercado del trabajo, mientras que la disponibilidad de instituciones de educación infantil las aumenta, pues generan una significativa liberación de tiempo materno otrora dedicado al cuidado del niño (Encina & Martínez, 2009). En concordancia, nuestros datos informan que la situación laboral de la madre incide en las decisiones de cuidado, de modo que al no trabajar remuneradamente (no ocupada) aumenta la probabilidad de cuidado informal respecto de la madre en condición de asalariada [Exp (B) = 1,603 (IC 95% = 1,4 - 1,8); p= ,000]. Cuando esta no trabaja remuneradamente, en el 64,5% de los casos opta por cuidado informal, elección que se reduce significativamente cuando labora, sea en régimen independiente (48,2%) o asalariada (42,1%). Las aprehensiones maternas junto a la existencia de barreras institucionales como falta de vacantes y/o asequibilidad desincentivan tanto la preescolarización del niño/a como el acceso al trabajo de la madre, especialmente en el caso de familias pobres e hijos pequeños (Schkolnik, 2004). Los arreglos familiares para optar por el cuidado informal dirimen, para la mayoría de los casos, que sea la madre quién asuma esta función en el hogar, restringiendo su inserción laboral, más aún cuando los altos costos del cuidado sustituto hacen poco rentable su decisión de trabajar y/o la productividad del hogar se percibe devaluada con ocasión de su ausencia (Acosta, Perticara & Ramos, 2007).

La participacion laboral de la madre y la opción de cuidado formal de los hijos son eventos relacionados, aunque no necesariamente complementarios, lo que explicaría por qué en el modelo de regresión la probabilidad de permanencia del niño en el hogar se reduce cuando la madre trabaja remuneradamente, pero en una proporción menor a la teoricamente esperada. Las redes de solidaridad familiar son preponderantes para la mujer que trabaja o planea hacerlo teniendo hijos pequeños, pues la presencia de abuelas o hijas mayores a quienes encargar el cuidado infantil durante la jornada laboral reduce la preocupación y mitiga el sentimiento de culpa, además de ser un servicio que se realiza más por apoyo que por una retribución económica (Batthyány, 2004; Méndez, 2010; Contreras, Bravo & Puentes, 2012). No obstante sus limitaciones, serían precisamente estas otras estrategias solidarias de cuidado sustituto las que hacen posible articular decisiones aparentemente contradictorias, como lo es dejar al niño en casa y optar por trabajar remuneradamente. Como reportan los datos, de los hogares que registran la presencia de otras posibles cuidadoras, mujeres mayores de 15 años que no estudian ni trabajan, un 62,3% opta por estrategias de cuidado informal, cifra que es un 47% mayor que la constatada en hogares donde las madres no cuentan con esta red de apoyo.

Las opciones de cuidado infantil dependen también de la escolaridad materna exhibida. Madres con menor nivel de educación tienden a privilegiar la decisión de dejar al niño en casa, opción visualizada como más rentable frente a las bajas expectativas laborales que le ofrece el escaso capital humano alcanzado. En este tipo de madres operan además con mayor intensidad la activación de restricciones culturales de desconfianza e inseguridad percibidas frente a la escolarizacion muy temprana. Así por ejemplo, y según el modelo de regresión, cuando se ha alcanzado como máximo 8 años de escolaridad la elección de cuidado informal aumenta significativamente en comparación a madres más educadas [Exp (B) = 1,582 (IC 95% = 1,4 - 1,8); p= ,000].

Conforme aumenta la escolaridad de la madre la opción de cuidado informal pierde relevancia probabilística, en parte por los mayores costos de oportunidad de quedarse en casa al cuidado de sus hijos frente a la insercion laboral, como al hecho que se tendría una postura evaluativa más positiva del proceso de inserción escolar temprana. En concordancia, la literatura sobre trabajo femenino señala que conforme aumenta el precio del tiempo relativo de las mujeres en el mercado del trabajo, con ocasión de la mayor escolaridad alcanzada, lo hace también la participación laboral a expensas de las actividades domésticas y de los hijos; madres más educadas privilegian en mayor cuantía el cuidado indirecto y formal, y tienden a tener una evaluación más positiva respecto de los beneficios de la educación preescolar en el desarrollo del niño/a (Legazpe, 2011; Sánchez, Rojas & Zapata, 2013; Donoso & Pinto, 2014).

La localización urbana, la jefatura masculina, la ausencia de pareja y de otras mujeres en el hogar reducen la probabilidad de que la opción de cuidado sea de tipo informal. Los residentes rurales son objeto de mayores restricciones institucionales y en sus hogares tienen mayor protagonismo pautas tradicionales asociadas a la crianza de los hijos que privilegian el cuidado materno [Exp (B) = ,593 (IC 95% =,5 -,7); p= ,000]. En los sectores urbanos se evidencia una mayor y diversificada oferta educativa, y se constata una mayor capacidad de elección y facilidad de acceso por parte de los padres a estas redes (Bedregal, González, Kotliarenco & Raczynski, 2007). De igual forma en las ciudades los padres presentan posturas evaluativas más favorables hacia la preescolarización favorecido por el mayor nivel educativo alcanzado y una mayor tendencia a que ambos padres trabajen.

Frente a la imposibilidad de hacerse cargo personalmente del cuidado de los hijos las madres desarrollan diferenciadas estrategias que transitan desde su incorporación a una sala cuna o jardín infantil hasta dejarlo en casa al cuidado de un familiar o de otra mujer contratada para cumplir dicha tarea, opciones, estas últimas, que les pueden resultar más económicas y confiables. Es por ello que frente a la ausencia de otras mujeres en el hogar disminuye la probabilidad de optar por dejar al niño en casa [Exp (B) = ,543 (IC 95% = ,5 - ,6); p= ,000]. En consecuencia, la presencia de otro familiar, especialmente mujeres, que puedan estar pendientes del niño mientras sus padres trabajan es un factor relevante en materia de decisión sobre el cuidado infantil. Incluso a este respecto, Compton y Pollack (2011) demuestran que la presencia y proximidad geográfica de las abuelas tiene un efecto positivo en la decisión de cuidado y participación laboral femenina.

Por último, los análisis realizados informan que componentes de estructura familiar como presencia de pareja y jefatura de hogar inciden en la decisión de cuidado. Particularmente, cuando la mujer asume responsabilidades de jefatura de hogar, la elección informal se observa más restringida (43,3% vs 56,9%) [Exp (B) = 1,340 (IC 95% =1,2 - 1,5); p= ,000]. Dada la configuración tradicional de roles familiares presente en el contexto nacional, la jefatura de hogar femenina se define casi en exclusividad por ausencia del varón, lo que se traduce en la necesidad de asumir una mayor responsabilidad en la generación de ingresos, presionando su inserción laboral. El trabajo remunerado, junto a la función de empoderamiento y reconocimiento, cumple un rol instrumental expresado en la generación de ingresos autónomos que posibiliten bienestar y consumo; es por ello que la presencia de pareja que trabaja remuneradamente desincentiva, por efecto renta, la participación laboral de la mujer para vincularla con mayor intensidad al cuidado del hogar y los hijos como función principal.

En síntesis los datos informan que no obstante el aumento en las tasas de cobertura con ocasión de una mayor oferta institucional y una mejor valoración parental respecto de los beneficios derivados de la inserción escolar temprana, existe un conjunto de factores que condicionan negativamente la decisión de preescolarización. Junto con la presencia de barreras institucionales como disponibilidad de vacantes, facilidades de acceso y/o asequibilidad del servicio, la elección materna respecto de la opción de cuidado de los hijos está mediada por atributos sociofamiliares de la demanda. La opción de cuidado informal, al resguardo materno o de un familiar sustituto, tiende a ser la alternativa predominante en hijos/as menores de 2 años, de madres jóvenes, con bajo nivel educativo, que no trabajan remuneradamente, cuentan con pareja y tienen redes de apoyo constituidas por la presencia de otras mujeres en el hogar, quienes pueden asumir roles de cuidado sustitutivo.

Conclusiones

La política educativa define la educación preescolar como una instancia crucial en el desarrollo de habilidades y competencias en el niño, lo que incidirá en su futuro itinerario educativo. Inserción escolar temprana que además liberaría tiempo de la madre, facilitando su inserción laboral con el consiguiente mejoramiento de los ingresos familiares.

Si bien el déficit de cobertura preescolar en Chile ha disminuido a través de los años, en la actualidad se observa un comportamiento diferenciado según el rango etario al que pertenezca el infante. La cobertura preescolar para el segmento de niños entre 5 a 6 años es en la actualidad practicamente universal. Aumento significativo si se considera que para el año 1990 era de un 28%.

Una mayor y diversificada oferta disponible, así como un perfil actitudinal parental más positivo frente a la preescolarización de sus hijos, en especial cuando estos tienen entre 4 y 6 años, estarían en la base explicativa de este fenómeno.

Entre los niños menores de 3 años el déficit de cobertura preescolar sigue siendo elevado. Tendencia histórica en el horizonte temporal analizado. Desde el año 1990 al 2015 el déficit de cobertura preescolar se ha reducido un 16,5%. Los padres que tienen hijos pequeños tienden a percibir la educación preescolar más como una opción de simple cuidado que como una inversión educativa, articulándola como estrategia solo en caso de necesidad frente a la imposibilidad del cuidado materno o familiar sustituto.

El déficit de cobertura preescolar, sobre todo de los niños más pequeños, es resultado principalmente de la manifestación de motivos culturales, ya sea porque lo cuidan en casa, no lo consideran necesario a esa edad o simplemente desconfían del cuidado que recibirán.

Factores como la edad del niño, la situación laboral de la madre y su escolaridad alcanzada inciden en la probabilidad que los padres privilegien para sus hijos el cuidado en casa o informal, por sobre la opción de preescolarizarlo.

Se observa que la opción informal se reduce drásticamente conforme aumenta la edad del niño. Cuando estos tienen entre 0 a 2 años los padres perciben como poco recomendable para su seguridad y salud asistir a educación preescolar. Decisiones parentales que tenderían a explicarse, en mayor medida, por restricciones de orden cultural y actitudinal respecto de los beneficios que efectivamente traería la temprana escolarización.

La situación laboral de la madre es otro factor que incide en las decisiones de cuidado. Cuando la madre trabaja remuneradamente se reduce la probabilidad de que el hijo sea cuidado en el hogar, pues cuando esta trabaja fuera del hogar el tiempo se convierte en un recurso escaso, por lo que optar por el cuidado informal no estaría dentro de sus posibilidades, en especial al no contar con redes de sustitución de cuidado familiares o de pago.

Finalmente se observa que el nivel de escolaridad alcanzado por las madres incide significativamente en las opciones de cuidado infantil. Madres con menor nivel de educación privilegian el cuidado informal, generalmente a resguardo materno, opción que es más rentable frente a la baja valoración que hacer el mercado del trabajo del reducido capital humano del que dispone.

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Recibido: 04 de Julio de 2018; Aprobado: 29 de Agosto de 2018

*Autor para correspondencia: carlosro@ubiobio.cl

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