Introducción
La obesidad es una gran amenaza para la salud en todo el mundo; desde finales del siglo xx e inicios del xxi existe un consenso en torno a considerarla el factor de riesgo cardiovascular más prevalente.1 Son varios las causas que influyen en la génesis de la obesidad:2,3 genéticas, fisiológicas, metabólicas, psicológicas y sociales, entre otras. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS)4 desde 1975 la obesidad casi se ha triplicado en todo el planeta, hasta el punto que en 2016 hubo más de 1900 millones de adultos con sobrepeso, de los cuales, alrededor de 650 millones eran obesos.
En Colombia, el sobrepeso y la obesidad crecen de manera silenciosa y mortal, se ha encontrado que un mayor nivel educativo se asocia significativamente con una menor prevalencia de sobrepeso y con un menor índice de masa corporal (IMC) (25 ≤ IMC ≤ 30) y obesidad (IMC ≥ 30) y la prevalencia de sobrepeso y de obesidad (IMC ≥ 25) es de un 47 %.5
Con respecto a la influencia que podría tener la religión, Cline y Ferraro6 indican que el pertenecer a una comunidad religiosa y ser parte activa de ella se constituye en un determinante no solo de las acciones morales, sino también de lo concerniente al estilo de vida. Según Levin7 las enseñanzas de la fe debido al compromiso religioso, ofrecen una guía moral y práctica sobre la manera de alcanzar, mantener o recuperar la salud física y emocional, afectando en un sentido positivo a los sujetos.
Ellison8 y Levin,7 indicaron que en muchos estudios se encuentra una relación positiva entre la religión y la salud. Manifestaron que las personas que regularmente asisten a la iglesia, oran o leen la Biblia, tienden a tener valores inferiores de presión arterial frente a aquellos menos religiosos. Asimismo, las personas que son religiosas suelen ser hospitalizadas con menos frecuencia y son menos propensas a sufrir depresión, debido a que tienden a tener estilos de vida saludables, un mayor sentido de bienestar y satisfacción con la vida, sistemas inmunológicos más fuertes, y una expectativa de vida mayor, por lo que suelen tener tasas más bajas de enfermedad cardíaca y cáncer.9) Según Parasecol,10 los cristianos de todas las denominaciones deben preocuparse por su cuerpo, además del alma y la dimensión espiritual. Deben tener en cuenta que se encuentran inmersos en una cultura que se enfoca no solo en la salud, sino también en la imagen corporal, especialmente en países donde tener "sobrepeso" a menudo se interpreta como un signo de falta de voluntad y determinación y como manifestación externa de las deficiencias emocionales.
A pesar de lo anterior, son pocos los estudios que examinan la relación entre la religión y el peso corporal. Dados sus efectos benéficos en el estado de salud general, se podría pensar que la religión se asocia con menos obesidad, ya que la mayoría de las religiones condenan la gula y a comer en exceso. Sin embargo, según Catenacci y otros,11 algunos grupos religiosos tienen mayores tasas de sobrepeso y obesidad. Esto es preocupante, porque según el National Heart, Lung, and Blood Institute,12 las personas con obesidad tienen menos calidad de vida y una esperanza de vida más corta que los individuos promedio. Lo que se debe a que la obesidad es considerada un factor causal de hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, enfermedad articular degenerativa, apnea obstructiva del sueño, dislipidemia, reflujo gastroesofágico, hígado graso no asociado a alcoholismo y muchas formas de cáncer, así como estigmas y discriminación social.
En un estudio llevado a cabo por Amidu y otros13 en cristianos pentecostales y ortodoxos en África destacaron el aumento significativo en la prevalencia de obesidad principalmente en mujeres. Además, encontraron que la prevalencia en la población varió de un 17 % a un 28 %, según los criterios utilizados en la clasificación de peso (IMC, relación cintura cadera y perímetro de cintura), concluyendo que el cumplimiento de las doctrinas religiosas sobre el ayuno o la dieta no tiene un impacto en la prevalencia de obesidad.
En Colombia, aproximadamente el 17 % de la población es cristiana protestante,14 y la mayoría de las denominaciones cristianas proscriben el consumo de ciertos alimentos y alcohol, mientras que motivan a la práctica regular de ayuno intermitente y oración para mejorar el crecimiento espiritual de sus miembros. Sin embargo, muy pocos estudios se han centrado en el impacto de tales prácticas sobre la obesidad
Por todas las consecuencias negativas asociadas a la obesidad, resulta fundamental determinar su prevalencia y otros factores de riesgo cardiovascular en adultos que asisten a iglesias cristianas del suroccidente de Barranquilla, con el fin de obtener información que permita implementar medidas tendientes al control y prevención de estos factores. De ahí, que el objetivo de la presente investigación sea determinar la prevalencia de sobrepeso y obesidad en adultos pertenecientes a una comunidad protestante evangélica, del Distrito de Barranquilla.
Métodos
Se llevó a cabo un estudio descriptivo, transversal. El universo estuvo conformado por el total de adultos pertenecientes a la Iglesia cuadrangular del barrio La Paz, que cumplieran los criterios de selección. La muestra se calculó en Epidat, empleando un universo de 900 sujetos (datos suministrados por la administración de la iglesia), una proporción esperada de obesidad del 30 %, un nivel de confianza del 95 % y una precisión del 5 %, para un tamaño de 238. Este valor fue incrementado en un 10 %, para disminuir sesgo por pérdida de registros e información de sujetos, para un total de 272.
Los criterios de selección fueron los siguientes:
Ser adulto (18 a 64 años).
Ser bautizado.
Tener un tiempo mínimo de 1 año de permanencia en la iglesia.
Mujeres no embarazadas.
Firma de consentimiento informado.
Para la recolección de la información se utilizó una encuesta estructurada y ajustada con base en encuestas validadas para estos fines, teniendo en cuenta las directrices internacionales y nacionales establecidas para la evaluación de la salud.15
La estatura se midió con un tallímetro y el peso con una balanza electrónica, con precisión de 5 gramos, sin calzado. Para el perímetro de cintura se utilizó una cinta métrica graduada en centímetros, estando el sujeto en bipedestación y los brazos en posición anatómica, medida en el punto medio entre la espina ilíaca anterosuperior y el margen costal inferior.16
La presión arterial fue determinada con manómetro de mercurio previamente calibrado, se realizaron dos tomas con un intervalo de 5 minutos, con el sujeto sentado en silla con respaldo, en el brazo derecho, promediando las dos cifras, según las recomendaciones del Joint Nacional Comité VII.
Se emplearon como criterios de obesidad los siguientes:
Obesidad general, según la Organización Mundial de la Salud (OMS):17 índice de masa corporal > 29,9 Kg/m2 y sobrepeso entre 25 Kg/m2 y 29,9 Kg/m2. Se tomó como referencia para este estudio el valor de 25 Kg/m2, que define adultos con sobrepeso u obesidad.
Obesidad abdominal según el Adult treatment Panel III (ATP III)18 y la American Heart Association (AHA):19 Perímetro abdominal ≥ a 102 cm en hombres y ≥ a 88 cm en mujeres.
Obesidad abdominal según International Diabetes Federation (IDF):20 Perímetro abdominal ≥ a 90 cm en hombres y ≥ a 80 cm en mujeres.
Obesidad autopercibida: respuesta del sujeto con respecto a su consideración personal de sentirse obeso o no. Se preguntó a cada participante si consideraba que tenía problemas de sobrepeso/obesidad, con una respuesta dicotómica (Sí/No).
La actividad física fue determinada mediante el test IPAQ®21 estandarizado para Colombia. Los datos obtenidos fueron procesados mediante el programa informático Epiinfo7. Para el análisis de información se emplearon medidas descriptivas y prueba de significancia estadística (χ²; p).
La investigación se llevó a cabo según la guía de Buenas prácticas clínicas (GCP), la Declaración de Helsinki y la Conferencia Internacional de Armonización (ICH), prevaleciendo el respeto a la dignidad y a la protección de los derechos y el bienestar de las personas. Durante el estudio se protegió la privacidad del individuo y se respetó su autonomía y decisión de no participar en la encuesta. Según la Resolución 8430/1993, se considera que el presente trabajo es de riesgo inferior al mínimo.
Resultados
Se encuestaron 182 mujeres y 90 hombres. El promedio de edad para las primeras fue de 44,06 (desviación estándar ± 11,68), y para los varones: 40,1 años (desviación estándar ± 10,64). La mayoría de los participantes tenía entre 40 y 54 años (44,4 %). La generalidad de los encuestados indicó que trabajaba, de manera formal o informal (42,6 %). El régimen de salud predominante fue el subsidiado con un 81 %, lo cual es coherente con la zona donde se ubica la comunidad cristiana, donde la mayoría de las viviendas son de estrato medio y bajo y el aseguramiento en salud predominante es el subsidiado por la nación (Tabla 1).
La mayoría de los encuestados manifestó que antes de ingresar a la religión eran consumidores de alcohol (55,7 %), el 21,3 % indicó que fumaba de manera ocasional o frecuente antes de bautizarse. El 14,9 % consumía fármacos para la hipertensión arterial, es decir, eran hipertensos conocidos; el 5,3 % padecía diabetes mellitus, el 8,5 % había tenido valores de colesterol total y/o triglicéridos elevados y/o colesterol HDL bajo, al 3,2 % se les había diagnosticados cardiopatías y el 10,6 % manifestó que se consideraban con obesidad (Fig. 1).
La prevalencia de sobrepeso/obesidad obtenida en los participantes, según índice de masa corporal, fue de 42,5 %. Al considerar el perímetro de cintura, la prevalencia fue mayor con los puntos de corte de IDF que con AHA-ATPIII: 49,2 % frente a 26,9 % IMC (25 Kg/m2 o más (Fig. 2).
La prevalencia de obesidad/sobrepeso fue mayor en los hombres que en las mujeres, de manera significativa (p < 0,05), en cambio, la proporción de mujeres con obesidad abdominal fue mayor que la de hombres, tanto por IDF como por AHA, en los dos casos de manera significativa (p < 0,05). Por grupos de edad las diferencias fueron estadísticamente significativas solamente por perímetro de cintura según AHA-ATP III (Tabla 2).
Discusión
La Organización Mundial de la Salud reconoce la obesidad/sobrepeso como un problema global epidémico con un aumento de la prevalencia e incidencia en países en vías de desarrollo, por lo que resulta de gran importancia su estudio en diferentes grupos poblacionales. En la presente investigación se encontró que la población objeto de estudio identificada bajo sobrepeso no sobrepasó el 50 %. Estas cifras son similares a las que arrojaron otros estudios comparativos como el de Rodríguez-Rodríguez y otros22 donde la prevalencia de sobrepeso en la población fue del 39 % en mujeres y del 46,7 % en los hombres; la de obesidad (IMC > 29,9 Kg/m2) fue de 21,4 % en mujeres, mientras que en los hombres fue de un 10 %. El grupo de edad con mayor porcentaje fueron las mujeres de 25 a 29 años y los hombres de 20 a 24 años, con el 39 % y el 46,7 % respectivamente. En España, Lezama y otros23) encontraron un 34,2 % de sobrepeso en mujeres y un 43,9 % en hombres.
Los datos del estudio de Rodríguez-Rodríguez y otros22) concuerdan con los obtenidos en el presente trabajo donde se evidencia predominio de obesidad en hombres y aumento de perímetro abdominal en mujeres con una prevalencia significativa (p < 0,05) respectivamente, con una pequeña diferencia de edad predominante de la población. A partir de los criterios de ATP III-AHA para obesidad abdominal (90/80) la prevalencia fue del 59,3 % de las mujeres y el 34,8 % de los hombres. Con la referencia de 102/88 la prevalencia fue del 36,8 % de las mujeres y el 10,1 % de los hombres con obesidad abdominal. Si se realiza una comparación con el estudio de Navarro y Vargas24, esta prevalencia fue de 45,2 %. A la vez, que fue mayor que el 32 % encontrado en España por Martínez-Hervas y otros25 y el 54,7 % obtenidos por Rodríguez-Rodríguez y otros22 en el Departamento de Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid, España.
La percepción del peso corporal es un factor determinante de los hábitos alimenticios.26,27 En el presente estudio solo el 13,7 % de las mujeres y el 5,6 % de los hombres se consideraban obesos o con sobrepeso. Es importante indagar por estos porcentajes, ya que muchas personas no consideran que presentan un problema de salud, lo cual se debe a que algunos sujetos tienen un concepto deficiente de lo que es el sobrepeso/obesidad o niegan la enfermedad.28 Estos criterios se evidencian en la presente investigación, porque sólo el 10,6 % del total de los encuestados se consideraba en sobrepeso, cuando los resultados obtenidos reflejan que el porcentaje de personas en sobrepeso era mayor del 40 %. No está de más tener en cuenta que, el desconocimiento de los cuidados alimenticios se ve afectado por los aspectos socioeconómicos y culturales de la población encuestada con relación a su edad.
Con base en la prevalencia de obesidad abdominal según el índice de masa corporal con relación al género, las mujeres con sobrepeso u obesidad (IMC ≥ 25 Kg/m2) corresponden al 39,6 % y los hombres con esta condición a un 53,3 %. Esta diferencia podría estar relacionada con hábitos diferenciales para hombres y mujeres, por lo que se requiere indagar por factores como sedentarismo, tipos de actividad física practicada, lugares donde se consumen los alimentos con mayor frecuencia (hogar o fuera de casa), entre otras. Sin embargo, este hallazgo de mayor prevalencia de obesidad en hombres no es único. En un estudio publicado por Balkau y otros29 se comparó la prevalencia en Asia de obesidad según regiones internacionales: en casi todos los países, más del 60 % de los hombres y el 50 % de las mujeres tenían sobrepeso o eran obesas (es decir, IMC ≥ 25 kg/m²), el 40 % de los hombres y el 30 % de las mujeres, tenían sobrepeso (IMC 25 a 30 kg/m²).
En la presente investigación, según IDF, se observa una distribución del perímetro abdominal en personas obesas para mujeres de un 59,3 %, mientras que, para los hombres es del 34,8 %. Según 102/88, para las mujeres es del 36,8 % y para los hombres de un 10,1 %. Si se comparan estos resultados con lo referido por Balkau y otros,29 se puede observar una variada distribución del perímetro abdominal según las distintas regiones, siempre con un predominio de mayor perímetro en los hombres que en las mujeres. Los valores considerados normales según el criterio del National Cholesterol Education Program Adult Treatment Panel III (NCEP) son 102/88 cm para hombres y mujeres respectivamente. De esta manera el 29 % de los hombres y el 48 % de las mujeres estudiadas tienen adiposidad abdominal.
Por lo que es necesario considerar, que según el criterio de la IDF de 90/80, se mostró que el 56 % de los hombres y el 71 % de las mujeres tenían adiposidad abdominal, o sea, más de la mitad de la población para ambos sexos.
Por los resultados arrojados en el estudio, y a pesar que parte de la literatura indica que existe una relación positiva entre el pertenecer a un grupo religioso y tener una mayor conciencia sobre estilos de vida saludable,6,7,8,9,10 esto no se ve reflejado en las cifras de obesidad obtenidas. Existiendo coincidencia con otros estudios similares,11,12,13 que plantean que hay una tendencia al incremento en la prevalencia de obesidad y que las personas en una edad de 40 años en adelante que practican alguna creencia que los libera de prácticas que resultan nocivas para la salud no están exentas de presentar obesidad. Por lo que se recomienda identificar en próximos estudios qué tipo de prácticas se podrían adoptar relacionada con su religión que promueva la pérdida de peso, cómo es el patrón alimenticio de los sujetos y determinar el riesgo cardiovascular al que están expuestos. Asimismo, se debe indagar por la esfera emocional, ya que muchas veces la obesidad está estrechamente relacionada con aspectos sicológicos como carencias y baja autoestima.30 Lo anterior debe tomarse en cuenta para el desarrollo de estrategias, políticas y métodos que busquen promover en la población la conciencia sobre la obesidad y sus riesgos.
Por lo que se puede concluir que la población evangélica no está exenta de sobrepeso y obesidad, con énfasis en el sexo masculino, a pesar de no tener hábitos como el consumo de alcohol y que se proscriba la gula y el ingerir algunos alimentos dañinos a la salud.
Limitante del estudio
Como limitante, se debe indicar que, si bien los participantes representan la mayoría de las comunidades evangélicas, estos resultados no son extrapolables a todas las denominaciones protestantes, como testigos de Jehová, Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones), debido a que su conjunto de doctrinas y creencias es diferente a la de los bautistas, pentecostales, presbiterianos, cuadrangulares y otros, que sí son semejantes a los del presente estudio.