Introducción
El concepto de intervención socioeducativa ha sido discutido ampliamente en el campo de la educación. Debido a que uno de los principales objetivos de la pedagogía es desarrollar principios que ayuden a los responsables del proceso educativo a ejecutar tareas profesionales de manera apropiada y eficiente, se requieren principios que intervengan a agilizar dicho proceso, de ese sentido, Úcar (2018), menciona que las nociones pedagógicas para la intervención socio educativa facilitan a los docentes el desarrollo de su práctica profesional.
Para fines específicos de esta investigación, se definirá el concepto de intervención socioeducativa bajo los puntos presentados en los subsiguientes apartados. Ahora bien, en aras de comprender formalmente lo que este concepto engloba, se debe entender lo que significa la relación socioeducativa en sí. Del Pozo (2020), describe esta relación como “una interacción que involucra al profesor y a una persona, grupo o comunidad. Éstas pueden ser de cualquier edad, pero siempre están situadas en un contexto sociocultural e histórico específico”. (p. 16)
Ahora bien, Carballeda, citado en Úcar (2018), menciona que el término intervención viene del latín “atei-venio” que se ha traducido como intervenir, brindando así un significado de intervención, interacción, ayuda o cooperación.
Para resumir este punto, se puede unir estos dos conceptos y definir la intervención socioeducativa como un procedimiento que consiste en planear y llevar a cabo programas de impacto social por medio de actividades educativas en determinados grupos de individuos. Es decir, cuando un equipo de orientación escolar interviene sobre un problema social que afecta el desempeño y desarrollo escolar.
Aun así, cabe precisar que el concepto de intervención ha llegado a ser estigmatizado en ocasiones por el uso imperativo fonético que la palabra posee, de lo anterior, se presentan las siguientes discusiones al respecto.
Para comenzar a definir, cabe precisar que el término de intervención ha sido utilizado desde hace años, sin embargo, tras constantes aportes a métodos de intervención se suscita que el sujeto al que se va a poner como caso de apoyo refiere a un elemento de acción, por lo que tras estos constantes algunos autores comenzaron a emplear el término de acción educativa en lugar de intervención.
Cabe señalar que entre otras razones por las cuales se consideró este cambio es porque la peroración pedagógica que trabaja sobre las acciones de la sociedad procede de un sumario específico de reflexión-acción-reflexión, dando como resultado una constante interacción entre el individuo y el medio, sin embargo, como menciona Martín (2020), el individuo se encuentra en una comunidad, es decir, la entidad de la sociedad cuya conjunción conforma una globalidad.
Para la intervención socioeducativa, la reflexión-acción es una base prioritaria por conformar un análisis de la realidad (dentro del contexto educativo) y de la globalidad (en términos de los factores que involucran y rodean el proceso educativo), llegando así a determinar cómo para cada intervención se tiene un proceso propio, así como un resultado que llegue a determinar la acción determinada por las circunstancias espaciotemporales de la sociedad.
Ahora bien, en cuestión de cómo actuar/ intervenir, existe una manera idónea de generar diseños de intervención, ésta refiere a la experiencia’, misma que es adquirida de forma innata por el docente gracias a las reflexiones y capacidades que obtiene ante la solución de conflictos en su práctica diaria. En suma, intervención se trata de llegar a acuerdos, de manera sintética, en lo esencial tiene como finalidad responder a las necesidades de una sociedad y como sugiere Fantova, citado en Menéndez (2019), cuenta con un propósito primario que busca el autodesarrollo y la integración de los individuos en un entorno social, es decir, busca que los individuos aspiren a una autentificación pública o social.
Ahora bien, como punto subsiguiente, preciso es destacar que la intervención es una acción formal y organizada, en la cual no queda cabida a la espontaneidad, porque como ha sido descrito, su objetivo esencial será dar respuesta a las necesidades sociales de los individuos involucrados para que puedan mantener y procurar un desarrollo autónomo que promueva su integración en la sociedad, ahora bien, considerando que tanto objetivo como propósito deben fusionarse en aras de integrarse, se debe señalar que existen diversos principios en los cuales la intervención es aceptada por la sociedad, ya sea como sostiene Menéndez (2019), mediante la inclusión social, participación activa, defensa de las necesidades, promoción, equidad, paridad de género, sostenibilidad, subsidiariedad, desarrollo comunitario y ciudadanía; todo lo anterior, se resume en principios que se encuentran fuertemente relacionados y presiden el proceso de interacción.
Un elemento crucial para obtener una intervención con eficacia se resume en un proceso activo de desarrollo e integración que debe tener en cuenta que al final del proceso, el individuo será lo suficientemente competente y capaz para dejar de requerir la intervención y adecuará sus propios objetivos y se adecuará conforme la experiencia adquirida.
Desde la perspectiva comunitaria, la intervención es una actuación de la comunidad que tiene como objetivo el desarrollo comunitario, este tipo de intervención se puede caracterizar por tres componentes esenciales: usuales lazos afectivos, un ámbito geográfico compartido y actividades específicas de interacción social; con lo anterior, se deja claro que la pertenencia comunitaria para Morales (2020), es necesaria para la intervención y la cultura es un elemento diferenciador de la comunidad.
Bajo aportes de Muro, et al. (2017), se suscribe que el objetivo de la intervención comunitaria es promover cambios para los involucrados, para que a medida de lo posible sea significativa y se reconstruya constantemente la comunidad.
En resumen, el objetivo esencial de una intervención desde el plano social que impacta en el sector educativo es el de transformar la vida cotidiana de las personas, las escuelas y de quienes la integran.
Desarrollo
Martín (2018), hace mención del método de intervención desde las aportaciones del Trabajo Social, si bien, el autor menciona que no hay un método específico de intervención educativa, se han encontrado algunas propuestas útiles que hablan sobre este proceso.
Quintana (1988), denomina “método integrativo” a aquel que tiene características como las siguientes:
Conocimiento de un problema. - se debe reconocer la situación a la que se enfrenta.
Demanda de ayuda. - ya sea que ésta se presente por medio de una comunidad, de un grupo o de un individuo; significando que no existe intervención sin la participación de los interesados.
Primer diagnóstico de la situación. - paso necesario que engloba una observación y un juicio crítico.
Desarrollar la intervención. - sin duda la fase esencial para comenzar a atender el problema.
Movilizar los recursos. - si fuera necesario, financiar los aspectos que puedan o deban generarse de lo mismo.
Evaluar. - mediante diversas técnicas si la intervención fue efectiva.
Conclusión de la intervención por acuerdo mutuo entre todas las partes.
Si bien, la secuencia presentada por Quintana (1988), es el modelo más utilizado en la práctica de los autores de esta investigación, existen diversos profesionales encargados de llevar a cabo una serie de intervenciones sociales, y para ello usan una diversidad de técnicas que les permita lograr sus fines u objetivos, así como sugieren Ponce & Ares (2017), y en cuyo primer punto se encuentra la negociación, vista como un contrato entre los involucrados (todos los que se encuentran dentro del asunto), sean profesionales o estudiantes.
Si bien, no hay un proceso único o lineamientos estrictos que se sigan para la intervención educativa, Úcar (2018), busca explicar la complejidad de las relaciones socioeducativas a través de metáforas para tratar de entenderlas, es a través de estas que se puede interpretar los procesos de intervención socio educativa.
El autor presenta seis metáforas para entender los procesos de intervención social en el ámbito educativo y las relaciones interpersonales que se sinergian al marco teórico, cada una de estas metáforas es presentada con las implicaciones pedagógicas que derivan de ella. Estas implicaciones toman la forma de principios pedagógicos y metodológicos que ayudan a los maestros a desarrollar prácticas más eficientes; por ejemplo, una de las metáforas explica que los profesores no pueden obligar a los participantes, en este caso los alumnos, a aprender el material que ellos están proporcionando. Sin embargo, los profesores pueden intervenir siendo facilitadores de su acceso a la educación y los recursos; la anterior, sin duda es una de las representaciones más adecuas para lo que se suscribe dentro de un aula regular de clase, y con cuyo aporte dejamos para reflexionar en el punto.
La noción de educación popular se refiere a la contigua serie de técnicas, métodos y pasos de formación e instrucción cuyo propósito es la educación de las clases populares - o grupos sociales dominados subalternos o instrumentales de toda sociedad, como lo refieren Guereña & Tiana (2017).
Este concepto surge a fines de la década de 1960 en América Latina, derivada de la teoría de la educación popular creada por Paulo Freire y cuyo fin suscita que se debe transformar al sujeto a partir de un proceso de educación contextual, esto es, que el “oprimido” tenga las condiciones para descubrirse.
Si el planteamiento de Freire se aplica a la educación popular, entonces, serán percibidas como participantes a aquellas personas latentemente poderosas quienes pueden cambiar la condición social de a quienes rodea, en palabras de Canal (2018) es decir, puede emancipar a los oprimidos, convirtiéndose en un compromiso con los sectores vulnerables o bien, con los más humildes de una sociedad; en ese sentido, los procesos de intervención educativa estarían presentados de forma implícita al tiempo de que los estudiantes con mejores notas apoyen a los más rezagados.
Entonces, se resalta como en la teoría de Freire se puede vislumbrar una aproximación a los principios de intervención socioeducativa que involucra grados de consciencia crítica, de expectativas y de la transformación para promover un cambio humano que fomente la unidad entre educación, proyecto ético y política, para lograr una emancipación, misma que se logrará mediante la intervención y comunicación.
Martín (2020), menciona que el diálogo puede ser la clave de la intervención socio educativa y si se abre el paso entre el ser ético y el conocer, entre la comprensión y la intolerancia, entre las intenciones, el hacer y el convivir.
Antes de saber qué tipo de intervención hacer, se debe considerar el objetivo de la didáctica hablando de ambientes escolares, el aprendizaje, según Ruiz-Velasco, et al. (2018), es un recorrido que traza trayectorias partiendo de lo conocido hacia lo desconocido, promoviendo competencias tales como el aprendizaje reproductivo o memorístico y el aprendizaje autónomo que permitan en el estudiante tomar una base de estrategias didácticas y de aprendizaje que faciliten la comprensión y solución de problemas.
Ahora bien, una vez que se ha definido las intenciones educativas, el contenido que se requiere para el aprendizaje se debe seleccionar y organizar de manera que prime el desarrollo potencial del estudiante y de ser necesario, como lo definen Bermejo & Ballesteros (2017), para comenzar una buena intervención se requiere de partir con una simplificación de los objetivos al mayor nivel de concreción posible.
Un segundo punto referido por Ruiz-Velasco, et al. (2018), es la planificación, ésta es significativa en el desarrollo de los objetivos y para poder concretar la misma se tiene que considerar que existen varios elementos que son vitales para poder utilizar el proceso de manera óptima y entre ellos se encuentran: los individuos involucrados, las pautas y el contexto que rodea a los involucrados.
En resumen, considerase que, para una buena resolución educativa, se deberán tener en cuenta los valores, las planificaciones y las concreciones de los objetivos. Para poder desarrollar la autonomía en el aprendizaje, es necesario explicar las acciones que el docente y los estudiantes deben de considerar en el aula y fuera de la misma para así buscar una estrategia que se pueda adaptar de la mejor manera a sus necesidades y condiciones; lo anterior, sustentado en aportes de Olivas (2019), quien suscribe que como fundamento teórico para la transmisión de hábitos metodológicos, se requieren estrategias de aprendizaje autónomo que vallan trabajando en proporción de las características de los estudiantes, cabe precisar que hay una diversidad de perfiles estudiantiles, entre los que se encuentran los secuenciales/ globales, activos/ reflexivos, sensoriales/ intuitivos y los de inteligencia múltiple.
Ahora bien, partiendo del fundamento teórico y el tipo de estudiante con el que se busque desarrollar la intervención educativa, se prosigue con la detección del estilo de aprendizaje ya sea activo, reflexivo, teórico o pragmático, el cuál elegir dependerá del alumno, a continuación un rápido breviario de los estilos.
El activo permite una solución de cuestiones planteadas en el salón de clase. Sin embargo, suele ser muy preestablecido, mientras que el reflexivo busca la participación en temas abiertos mediante el apremio del pensamiento y razonamiento, por otro lado, el teórico es investigativo, desarrolla la observación y la creación de conclusiones y finalmente el pragmático plantea ejercicios nuevos, simples, con un resultado inmediato. Para poder identificar la mejor estrategia que se planteará en el aula, es primordial atender los puntos presentados a priori que involucran docentes y estudiantes.
Para que un estudiante sea el protagonista de sus propias decisiones, del propio proceso de aprendizaje y del proceso vital, se sugiere una intervención que consiste en incluirlo en la evaluación de su propio aprendizaje, herramienta que mediante la participación activa y juicio crítico, podrá tomar en cuenta sus áreas de oportunidad y entonces podrá enfocarse en su propio reforzamiento y en cómo podría mejorar en cada una de las áreas que se encuentre implicado; lo anterior, sustentado en los aportes del desarrollo de procesos de evaluación formativa y compartida, que propone López (2019), mismos que son indispensables para que el alumno sea capaz de realizar sus propios planteamientos.
Otra estrategia interventiva se deriva de conocer la teoría y metodología que propicie una evaluación interventiva que funja de requisito para la mejora, siguiendo a Martín & Rubio (2020), se suscribe que la metodología participativa es una herramienta que se conforma de cuatro tipos esenciales, estos son:
Investigativa. - en esta se admite como primordial el conocer la realidad social del área donde se desarrollará la intervención socioeducativa.
Pedagógica. - en esta parte se traza el proceso partiendo del conocimiento y comprensión del contexto social, se estipula el punto de partida, cómo se mantiene y las rutas que se tomarán.
Comunicativa. - esta fase incluye el intercambio de información, las deliberaciones o acuerdos y las opiniones.
Creadora. - fase que mantiene una retroalimentación durante el proceso que dura la intervención.
En palabras de la autora Martín & Rubio (2020), esta metodología ha sido una mejora en los procesos interventivos por tomar como hecho que la participación de los involucrados es de gran importancia dentro de la intervención educativa.
Una tercera estrategia interventiva consiste en la metodología de la investigación acción, al respecto, se suscribe que hoy en día las fuentes de información son demasiadas que existe un sinfín de estrategias que pueden ser utilizadas, según refiere Pedroza (2020), tales como: investigación acción participativa, investigación acción reflexiva, investigación acción colaborativa, investigación acción técnica o la investigación acción educacional.
La investigación-acción es un tipo de metodología que se encarga del estudio de un problema social en concreto y que afecta a un grupo de personas específico, ya sea una comunidad, escuela o empresa, dicho lo anterior, es posible relacionar el vínculo de esta metodología con el trabajo de intervención social.
Tal como lo menciona Pedroza (2020), la investigación-acción es una estrategia metodológica utilizada en la producción de conocimiento que busca su ejecución en la realidad social, por lo anterior no existe una causa de aplicación, sino que se va adaptando a cada realidad por lo que se considera una metodología muy flexible, ya que la intención de dicha metodología se suscribe en un cambio social estipulado en compromiso con los involucrados.
Hablando del nexo entre la investigación-acción y el trabajo social, Bilbao & Escobar (2020), destacan el hecho de que la investigación-acción se complementa brindándole el trabajo social a la perspectiva teórica sobre su actuación en la realidad social.
La investigación-acción participativa se encarga de estimular el pensamiento reflexivo, tiene como proceso para la obtención de conocimiento la investigación comunitaria, por otro lado, la investigación-acción reflexiva tiene una manera de solución en la que se busca que el individuo tome conciencia del medio.
En una investigación técnica, el profesor es el encargado de poner en acción este tipo de investigación para así poder generar una nueva forma de crear un cambio en los educadores. Por último, la investigación-acción educacional se define por el autoestudio que cada profesor debe realizar al sentir una necesidad de más conocimiento a parte del que ya es propuesto.
Después de todos estos tipos de investigación se puede simplificar en un solo elemento importante para llevar a cabo los procesos antes mencionados y es que el foco de atención es en dónde se va a implementar cada una de las intervenciones, ya sea en la introspección que genera el profesor en sí mismo y cómo va a servirle para poder generar un cambio. Finalmente, una metodología adoptada para intervención educativa resulta de una buena programación, lo anterior derivado de un plan de acción.
Para que un proyecto no se quede en sólo una buena intención requiere actividades o acciones que desarrollar, un tiempo específico para estas acciones, un espacio concreto donde realizarlas y personas determinadas para llevarlas a término, tener muy presentes estos requisitos es muy útil para convertir un proyecto ideal en un proyecto realista, encontrar el punto justo entre lo que creemos que debería hacerse y lo que es posible es una cuestión clave, seleccionar el método más adecuado para la consecución de los fines siempre ha presentado una serie de dificultades nada fáciles de superar, dado que la elección del método va a contribuir, sin lugar a duda, al logro de resultados mejores o peores en función del camino, la vía y el procedimiento para el logro de estos, si en todas las ciencias la elección adecuada del método juega un papel esencial, esto se hace especialmente significativo en la educación, donde tienen más importancia los procesos que los resultados, pues la educación se realiza en el proceso mismo. Es más, los resultados serán más o menos pertinentes citando a Del Pozo (2020), según la atención que hayamos prestado al proceso.
La metodología de un acompañamiento escolar como intervención educativa pudiera tener una diversidad de elementos que deben considerarse, así como lo sugieren Paredes, et al. (2020). Se hace necesario fomentar la interrelación entre las distintas disciplinas que tienen como campo de estudio este ámbito de acción educativa. En el caso propio de la experiencia de los autores de esta investigación, el experto de prácticas interventivas se suscita tras atender jóvenes con necesidades educativas especiales inmersas en el sistema universitario de ingenierías, por lo que las prácticas interventivas son la prioridad día con día.
Para este nivel escolar, los estudiantes deben realizar trabajos en equipo y la intervención de jóvenes asperger en particular a costado el diseño de un proyecto socioeducativo que consiste en instruir al resto de estudiantes y docentes en temas de sensibilización en materia de inclusión.
La práctica docente se ha ido consolidando año tras año y ha servido, además de para promover la inclusión social, para fomentar la participación activa de estudiantes asperger y promover su trabajo colaborativo en aras de contribuir con su desarrollo social, para el caso de los profesores, las ventajas obtenidas fueron: los aportes colaborativos desde las distintas disciplinas y llegar a consensos de implementaciones y estrategias didácticas, dicha colaboración es imprescindible porque, citando a Pascal, citado en Rojas (2020), “es imposible conocer las partes sin conocer el todo, igual que conocer el todo sin conocer particularmente las parte”.
En lo subsiguiente, se mostrarán algunos alcances de la investigación-acción que se justifican para promover un proceso de intervención socioeducativa, cabe precisar que los mismos han sido propuestos por Pedroza (2020), y competen con los autores mencionados en el cuerpo teórico de esta investigación, los mismos son:
La intencionalidad del cambio
Esto significa que cuando el trabajo se ve orientado a la transformación social cuando se propone lograr autonomía del gobierno y de los partidos políticos, se busca avanzar en la equidad de género, se trabaja con organizaciones ambientalistas, Y en general para que se conserve una mejor calidad de vida de las generaciones presentes y futuras.
La relación sujeto-objeto
Este segundo punto se refiere a la relación dialógica que nace a partir de la investigación acción. Durante el proceso-los involucrados descubren que las organizaciones tienen voz y un saber popular que aporta elementos significativos para guiar la acción orientada a la satisfacción de las necesidades sociales de la población.
Con estos dos aspectos es predecible saber que la investigación acción es una metodología que llega a complementar en gran medida los procesos de intervención socioeducativa en la práctica docente.
En el caso de la experiencia de los autores, esta metodología ha sido la idónea por englobar las partes descritas a priori desde observación, plan de acción, entre otras.
Conclusiones
La intervención socio educativa busca resolver problemas sociales que puedan surgir en alguna comunidad o en un grupo en específico. Para esto se usan ciertas metodologías tales como la investigación-acción, los planes de acción, la autoevaluación, mismas que han sido utilizadas para trabajos sociales porque uno de sus principales objetivos es la transformación de la sociedad.
La intervención socioeducativa es un concepto que lleva ya varios años llevándose a cabo, el movimiento de educación popular de los años 60 es un buen ejemplo. La inclusión de comunidades marginadas o con problemas sociales en el ámbito educativo y la intervención de las comunidades para mejorar la calidad de vida de sus miembros es parte de la intervención socio educativa.