La Organización Mundial de la Salud plantea que existen en el mundo 1 300 millones de fumadores, y que unos 100 000 comienzan a fumar antes de los 18 años de edad, lo que es más connotado en los países en desarrollo. También opina que cada año se registran cerca de cinco millones de fallecidos por causas relacionadas con este hábito, y estima que la mortalidad podría duplicarse de continuar la tendencia actual de consumo.1,2
El hábito de fumar o tabaquismo se define como el consumo usual de cualquier producto del tabaco, y es una conducta aprendida por el fumador que conforma un sistema de creencias que le genera una satisfacción física y psicológica. Mientras más tiempo fuma una persona, mayor será la probabilidad de daños a la salud, e incluso de muerte por enfermedades relacionadas con este hábito.3,4,5
El tabaquismo, independientemente de la magnitud, causa daños a la salud del individuo que lo practica, la familia, la sociedad y al ambiente; de hecho, se considera que el humo de tabaco es un cancerígeno humano, y la exposición a este afecta a niños y adultos que no fuman, a los que se les identifica como fumadores pasivos.6
Esta problemática también se revela en Cuba, donde en la actualidad el consumo deproductos del tabaco se encuentra por encima del promedio de consumo en el continente, conun 37 % hombres y 14,5 % en mujeres, según informe estadístico del tabaco en Cuba publicado el 18 de diciembre del año 2019.7
A lo largo de los años, el tabaquismo se ha considerado un factor de riesgo para diferentes enfermedades, como el cáncer, la enfermedad cerebrovascular y la cardiopatía isquémica, que tienen elevada incidencia en la población cubana3, entre otras enfermedades en cuya etiopatogenia se reconoce la relación con el hábito de fumar.6,7
Desde 1988, la nicotina, uno de los componentes esenciales del tabaco, se clasificó como una sustancia adictiva6) y se consideró que la adicción a los productos de tabaco causada por la nicotina es semejante a la adicción que produce el uso de drogas como la heroína y la cocaína7, por lo que en la actualidad se revela la polémica de que si el tabaquismo es un factor de riesgo o una enfermedad. La adherencia de un individuo a la nicotina significa que no puede dejar de consumirla sin importar si le hace daño, por tanto, lo que le genera dependencia física, psicológica y social.
En tal sentido, la OMS considera que el tabaquismo es una enfermedad adictiva crónica que evoluciona con periodos de recaídas, posición que tiene a manifestarse en Cuba, donde algunos profesionales lo asumen como una enfermedad crónica, pues su control requiere de acciones promotoras de salud, preventivas y diagnósticas de las afecciones que causa, terapéuticas, y de la rehabilitación psicológica y la educación social del afectado.
No obstante, se requieren del consenso entre los líderes de salud para definir como considerar el tabaquismo, si como un factor de riesgo o como una enfermedad, en tanto no se reconozca en la clasificación internacional y estadística de enfermedades y problemas relacionados con la salud.
Si está claro, que corresponde los profesionales de la salud, liderados por el médico de la familia en el nivel primario de atención de salud convocar a la población a enriquecer su cultura de salud respecto a los daños que concibe el hábito de fumar, capacidad para esta finalidad, que se debe desarrollar desde la formación de pregrado del médico general, en tanto este hábito es una conducta que se puede desaprender y por tanto prevenir sus perjuicios.