Introducción
Actualmente, el Perú y el mundo atraviesan una situación crítica por causa de la pandemia del coronavirus, que no solo pone en riesgo la economía, el empleo, el comercio o el turismo, sino la salud emocional de la población, la que puede estar seriamente afectada.
A esta problemática se agregan las carencias generadas en el sector salud que ocasiona brechas en la atención, especialmente, en adultos mayores, varones mayores y personas vulnerables con enfermedades pulmonares, cardiovasculares y diabetes.1
La Organización Mundial de la Salud (OMS)2, define al coronavirus como una infección respiratoria que puede ir desde el resfriado común hasta enfermedades más graves como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS, por sus siglas en inglés) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS).
Neidhöfer3, considera al miedo, la frustración, la limitación del contacto con familiares y amigos como factores que contribuyen al impacto psicológico que trae consigo la pandemia por coronavirus y que podría contribuir a padecer estrés postraumático. En relación con las manifestaciones emocionales surgen problemas como: angustia, desconfianza, ansiedad, temor al contagio, enojo, irritabilidad, sensación de indefensión frente a la incertidumbre e impotencia.
Por tanto, la pandemia por coronavirus ha dotado de las condiciones para el incremento de problemas relacionados con el estado mental, así como el cambio en la manifestación emocional de las personas, ocasionando un impacto psicosocial que puede exceder la capacidad de manejo de la población afectada y que está relacionada con la magnitud de la epidemia y el grado de vulnerabilidad de los ciudadanos.4
Educar no solo hace referencia a fortalecer habilidades o destrezas, trasmitir o intercambiar información (saberes), sino que está orientada a consolidar el desarrollo de los alumnos, lo cual involucra los valores, la moral, las actitudes, los sentimientos y los conocimientos, para que pueda desenvolverse en el contexto sociocultural que le corresponde.4
Sin embargo, está determinado por factores que pueden propiciar o limitar su logro como el estado emocional, entendido por Bizquerra, et al.5, como una condición predispuesta por las emociones para determinar el comportamiento, debido a que las emociones están condicionadas por aspectos psicológicos y biológicos que predisponen una acción, formando un patrón distintivo para actuar y adaptarse ante ciertos estímulos. Estas involucran al miedo, la ira (rabia), culpa, asco (aversión), tristeza, sorpresa, curiosidad, seguridad, admiración y la alegría.6
No obstante, es preciso evitar la confusión entre emociones, sentimientos (representan la forma racional y consciente de las emociones) y el estado de ánimo, determinado por su permanencia en el tiempo, cuya duración es más prologada que la emoción. Asimismo, la manifestación y duración de las emociones están condicionadas por la bioquímica asociada que se procesa a nivel cerebral, como la noradrenalina implicada en el miedo y la ira, o la dopamina en la alegría.7
El estado emocional se relaciona con la manifestación de las emociones y representa la valoración que realizan los seres humanos acerca de sus vidas; está representado en el aspecto racional como en el afectivo, condicionado por lo económico y social, a partir de las aspiraciones, expectativas, referencias vividas, las necesidades y los valores de las personas, como aseveran González, et al.8
De este modo, el bienestar emocional permite alcanzar la tranquilidad y la satisfacción que cada individuo busca, necesarias para desarrollar y mejorar la calidad de vida, tanto individualmente como en las relaciones sociales.
La emoción, representa un momento o competencia complicado en el ser humano que se caracteriza por una exaltación o disturbio direccionado a dar una respuesta organizada a situaciones externas como internas en las que intervienen tres factores: neurofisiológico, comportamental o conductual y cognitivo.9 Siendo el momento afectivo de origen innato, producido por una reacción personal desencadenada por las condiciones del entorno y determinada por la experiencia, seguida de cambios orgánicos tanto fisiológicos como endocrinos.10
Paredes, et al.11, indica que las emociones agradables son determinantes en los seres humanos debido a que permiten la adaptación en la sociedad, por lo que al experimentarlas, en la práctica, brindan beneficios en la manera de pensar, orientar a una organización abierta, amplia y flexible, comprender la necesidad de los demás, tolerar mejor el dolor físico, ser resiliente y afrontar problemas orientados a la toma de decisiones.
Sin embargo, la manifestación de las emociones está relacionada con la plataforma de acción que representa la posición que toma un individuo ante una acción específica, como ejemplo: el miedo ocasiona que la persona desee desaparecer, por lo contrario, la alegría activa la plataforma de acción que hace que las personas quieran permanecer.8
Lo que podría significar que las emociones al ser reacciones rápidas y breves, condicionaría las respuestas en las personas ante la situación por la pandemia de coronavirus, por ejemplo: que está afectando al mundo, el estado emocional y propiciando momentos y cuadros de ansiedad y de angustia en la población.
La adolescencia y la juventud son etapas de cambios sustanciales en la personalidad de los seres humanos, por tanto, las emociones tienen un significado determinante en los acontecimientos que se experimentan en el quehacer diario; sin embargo, un desarrollo saludable y positivo radica en el sentido racional y el control que se haga de estas en el contexto.12
Para el Banco Interamericano de Desarrollo13, el confinamiento a causa de la pandemia por coronavirus impacta en la capacidad de los estudiantes para aprender, debido a los ambientes poco favorables y las condiciones en las que viven, lo que afecta y genera necesidades emocionales que deben ser satisfechas siendo las universidades en parte responsables de poder responder y adaptarse a las nuevas necesidades.
En base a los aspectos emocionales que condicionan la conducta y el comportamiento de los adolescentes y jóvenes estudiantes, enfrentar una pandemia tiene un impacto importante en la salud mental debido a los cambios radicales y las medidas adoptadas para su manejo, en las que se experimenta emociones desagradables frente a la amenaza como el miedo, tristeza y problemas relacionados con la irritabilidad, ansiedad, depresión y estrés.14
Por tanto, el entorno familiar es determinante en el desarrollo integral de los miembros que la conforman, debido a que fortalece las actitudes y valores necesarios para el desenvolvimiento y adaptación en la comunidad; de esta manera, cada integrante, en un primer inicio, es dependiente de la estructura familiar que le brinda un modelo de desempeño y que utilizará de manera práctica en el contexto para determinar su perdurabilidad o posterior modificación.15
Baldi, et al.16) concuerdan en que son relevantes las relaciones que los individuos establecen, de esta manera, una persona con perfil interpersonal asertivo es capaz de abordar un problema identificando las desventajas, limitaciones, así como las oportunidades necesarias para solucionarlo; por otra parte, los de perfil interpersonal reservado, de desconfianza o temor, visualizan las dificultades como amenazas, por lo que al intento de resolverlas acarrean impulsividad y descuido.
No obstante, para mantener el estado emocional estable, es determinante, ante situaciones adversas, poner énfasis en el autocontrol, que consiste en analizar los percanes o adversidades presentes y dominar las propias conductas, promoviendo el establecimiento de circunstancias que posibilitan alcanzar un fin determinado.17
Sin embargo, cuando los estudiantes, de acuerdo a su condición evolutiva, están expuestos a situaciones que ponen a prueba su equilibrio físico como mental, esta situación puede ocasionar estados ansiosos, de desánimo, tristeza o miedo, porque la persona no se sienta a salvo, lo que agrava aun más su situación emocional.
Asimismo, el desarrollo emocional, al enfrentar inconvenientes, es categórico y necesario para promover metas, fortalecer la capacidad de regulación emocional y contribuir en la comprensión de las emociones; sin embargo, en muchos casos es afectado por los agentes de la socialización como los medios de comunicación o las redes sociales que impactan en las emociones de las personas, porque a través de sus publicaciones sin filtro, alarman y condicionan las preferencias y creencias, en especial de los estudiantes que se encuentran en formación.18
Una manera de concretarlo es que los estudiantes sean emocionalmente inteligentes, que supone el uso de habilidades para establecer conexiones afectivas con los familiares, amigos, entre otros; esta condición está relacionada con la facilidad que tienen muchos seres humanos para entablar comunicación, asimismo, es determinante al momento de iniciar y promover relaciones recíprocas, necesarias para afrontar circunstancias conflictivas.19
Esto significa, de acuerdo con Bisquerra, et al.7, que la Inteligencia emocional está relacionada con la manera que tienen los seres humanos para tomar decisiones, que implica la amplia libertad para decidir lo que supone la existencia de riesgo a que se comentan equivocaciones, así como asumir con responsabilidad los errores que se puedan cometer.
Sin embargo, es imprescindible considerar como requisito importante a la mediación, proceso estructurado, organizado y direccionado a la solución de conflictos, haciendo uso del diálogo, la comunicación y la escucha activa para que las partes se pongan de acuerdo y alcancen un compromiso; no obstante, para lograrlo se ha de haber consolidado otras capacidades como la empatía, la asertividad y valores como el respeto, que recaen como responsabilidad de la educación no solo escolar sino universitaria.
La OMS19, distingue la importancia del sistema respiratorio como suministrador de oxígeno, regulador de la temperatura, estabilizador de la sangre y depurador de residuos de dióxido de carbono; por lo que enfermedades respiratorias crónicas (ERC) que afectan al pulmón y/o a las vías respiratorias como el asma y las la enfermedades pulmonares obstructivas crónicas (epoc) como la rinitis alérgica, entre otras, pueden surgir por causas: pulmonares, cardiovasculares, emocionales que pueden llegar a ser mortales.
Pulgar y Fernández20, consideran que estar expuesto al ambiente, sus alérgenos, así como al cambio de estilo de vida representan factores importantes en los problemas respiratorios; sin embargo, aclaran, que los estudiantes universitarios reportan un mayor número de síntomas respiratorios relacionados con el asma y otras patologías, esto se debe a la pérdida de la capacidad de resistencia a la exposición, por la influencia de la obesidad, adicciones o la alimentación.
Sin embargo, se han establecido relaciones negativas entre los hábitos sedentarios y las pruebas de función pulmonar y cardiorrespiratorias, lo cual sugiere que los hábitos adquiridos en la juventud tienen repercusiones sobre el organismo ya desde edades tempranas.21
La mente está estrechamente relacionada con el cuerpo, por lo que es capaz de producir cambios bruscos en el organismo, debido a que el miedo, así como los sentimientos reprimidos pueden llegar a influir directamente en su funcionamiento.22
Por lo que no se debe descartar la existencia de un porcentaje de probabilidad de que las enfermedades tienen un origen emocional como la tristeza que disminuye la capacidad de respuesta del sistema inmunológico y podría predisponer al organismo a ser afectado por problemas respiratorios.23
De esta manera, Cudris, et al.24) afirman que el coronavirus es una epidemia respiratoria, emocional y social; por tanto, las afectaciones psicológicas más frecuentes presentadas por la población están relacionadas con la ansiedad, estrés, episodios de depresión, ataques de pánico, por lo que debe ser atendida desde la salud mental
Por lo antes expuesto y la importancia del tema, se decidió realizar esta investigación con el objetivo de establecer la asociación entre el estado emocional y padecer enfermedades respiratorias en estudiantes universitarios pertenecientes a la Universidad Nacional Amazónica de Madre de Dios (UNAMAD), del sudeste de la Amazonía peruana, durante la pandemia por coronavirus (COVID-19).
Método
La investigación se realizó en estudiantes universitarios pertenecientes a la Universidad Nacional Amazónica de Madre de Dios (UNAMAD), del sudeste de la Amazonía peruana, durante la pandemia por COVID-19, en base al enfoque cuantitativo correlacional.25
El universo estuvo conformado por 299 estudiantes, al aplicar el criterio de inclusión de si padecían o no de una enfermedad respiratoria, quedó una muestra de 80 estudiantes (n=80), a quienes se les aplicó el cuestionario de estado emocional que constó con 33 ítem.
Se estudiaron las diferentes dimensiones del estado emocional: conciencia emocional, control emocional, autonomía emocional, habilidades socioemocionales, y habilidades para la vida y el bienestar.
Se estableció el nivel de asociación entre las variables estado emocional y enfermedades respiratorias, con la utilización de la prueba Chi-cuadrado, por ser una variable nominal y otra ordinal; para la identificación de la intensidad de asociación entre ambas variables se aplicó la prueba simétrica V Cramer y para la identificación de la direccionalidad, la prueba Lambda.
Resultados
Hubo predominio del género femenino (53,8 %). La distribución de los estudiantes universitarios de acuerdo a la carrera profesional estudiada se comportó con el 38,8 % de la carrera de Educación y Derecho y Ciencias Políticas, respectivamente, mientras que el 22,4 % perteneció a la de Enfermería. Se encontró que el 47,8 % de la muestra correspondió a estudiantes cuya edad estuvo entre 17 a 19 años, como se muestra en la tabla 1.
El 73,2 % (219 estudiantes) no tuvo problemas relacionados con enfermedades respiratorias, de un total de 299; sin embargo, el 26,8 % señaló padecer alguna, representado por 80 estudiantes.
Referente a la situación emocional en la que se encontraban los estudiantes universitarios (Figura 1), se consideró que el 40 % estaba en una situación de tensión ante la problemática por la pandemia de coronavirus que se vive; asimismo, el 36,3 % vivía en un estado de estabilidad emocional; mientras que 23,8 % pasaba por un estado de inestabilidad.
En cuanto al estado emocional (Tabla 2), en las dimensiones conciencia emocional y control emocional predominó el estado de inestabilidad con el 57,5 % y el 56,3 %, respectivamente; en la autonomía emocional la mayor incidencia fue en la estabilidad (40 %); mientras que en las habilidades socioemocionales y habilidades para la vida y el bienestar los mayores porcentajes fueron obtenidos en estado de tensión, con el 43,8 % y el 41,3 %, para cada uno de estas.
Se identificó que la significación asintótica fue de 0,000, siendo menor es menor al alfa con la que se trabajó al 95 % de nivel de confianza, que fue igual a 0,05 (Tabla 3).
Discusión
Los hallazgos identificados podrían ampliar los resultados encontrados por Ozamiz, et al.26, que plantean que los niveles de estrés ansiedad y depresión aumentan en los jóvenes y, específicamente, en aquellos grupos llamados de riesgo, así como, el aislamiento social y otras medidas sanitarias, afecta la resiliencia, el crecimiento personal, las relaciones intrafamiliares y la atención especial a los grupos vulnerables, así como Ribot, et al.5
El control emocional es la manera en que los individuos pueden afrontar las dificultades y las pruebas que se les presenta en el contexto que los rodea.10 Los resultados, para esta dimensión, apuntan al estado de inestabilidad y tensión vivido por los estudiantes ante esta situación de pandemia.
La autonomía emocional, como dimensión, determina la seguridad frente a las elecciones y propósitos que se realizan, guarda relación con la manera que tienen las personas para gestionar sus emociones27, la que se vio afectada por el 22,5 % de los estudiantes de la investigación con inestabilidad y con el 37,5 % en tensión.
Murillo, et al.28 plantean que las habilidades socioemocionales representan las conductas que son utilizadas en la interacción y comunicación con las demás personas en un contexto determinado, por tanto, se aprenden y fortalecen a través de la práctica y las experiencias que se viven día a día, lo que respalda el resultado de esta dimensión en nuestro estudio.
Las habilidades para la vida y el bienestar permiten que una persona recurra a ciertos comportamientos para afrontar y solucionar situaciones problemáticas, en su vida personal, profesional o académica29 En esta dimensión igualmente los niveles de tensión e inestabilidad se encontraron elevados.
De manera general, los resultados obtenidos podrían complementan las conclusiones elaboradas por Ausín, et al.30, quienes determinaron que el 60 % de las personas han sentido poco interés o placer en hacer cosas; así como estar varios días decaídas, deprimidas o sin esperanzas; el 70 % se sintió durante varios días nerviosas angustiadas y tensas; el 45 % de la muestra manifestó sentir la falta de compañía y un 5 % se sintió discriminado o excluido por sus vecinos. Asimismo, otro resultados31 indican que el impacto psicológico originado por la pandemia por la COVID-19 produce un efecto amplio, sustancial y que puede ser duradero en el tiempo; lo que afecta a la población en general, específicamente la salud mental, ocasionando efectos psicológicos como: el estrés, la confusión y el enojo; así como los factores asociados a una actitud fatalista de acuerdo a que el 36 % se deprimiría, el 26 % piensa que podría fallecer, el 17 % dice que esto es evidencia del fin del mundo y el 9 % podría tomar una decisión fatal.32
Por tanto, se rechaza la hipótesis nula que sustenta que las variables son independientes y se concluye que existe una dependencia estadística o asociación entre las variables estado emocional y enfermedades respiratorias; el valor obtenido de las medidas de asociación entre las variables estado emocional y enfermedades respiratorias arrojó una puntuación de 0,689 de acuerdo a la V de Cramer, lo que determinó que la intensidad de asociación entre ambas variables es alta; por último, el valor obtenido de la direccionalidad, de acuerdo a la prueba Lambda, entre las variables estado emocional y enfermedades respiratorias correspondió al 0,354. Los resultados indican que la relación direccional es media, por tanto, conocer el tipo de enfermedad que padecen los estudiantes podría ayudar a predecir el nivel de estado emocional en el que se encuentran.
Las conclusiones del estudio se relacionan con los hallazgos Balluerka, et al.33, que expresan que la estabilidad emocional ha sido afectada en las dimensiones de la ansiedad (75,7 %), depresión (56,2 %), problemas de sueño (49,5 %), problemas de conducta alimentaria (20,7 %), y miedo, debido a la incertidumbre y preocupación por contraer la enfermedad. Además, se complementa con la búsqueda realizada34, donde se determina que en el impacto de la salud mental de las personas se destaca la incertidumbre, el miedo y la angustia.
Los aportes de Gonzales, et al.35 guardan también relación con los planteamientos anteriores, pues estos indican que el establecimiento del impacto psicológico en estudiantes universitarios por confinamiento presenta altos indicadores de síntomas (moderados a severos) en caso de estrés (31,92 %), problemas para dormir (36,3 %) y ansiedad (40,3 %); amplía el aporte de Apaza, et al.36, en relación a la identificación de la presencia de factores psicosociales como el estrés, la depresión y ansiedad, particularmente, en estudiantes universitarios, lo que afecta en mayor proporción a mujeres.
Por último, concuerda con las observaciones planteadas37, donde se indica que la emergencia sanitaria fortalece problemas relacionados con la salud mental como la presencia de ansiedad, depresión y reacción al estrés en la población general.
La investigación se diferenció de los resultados ubicados38 donde se establece que la ansiedad puede llegar a reducirse cuando la duración del aislamiento es lo más corta posible por recibir información precisa, disponer de medios de comunicación rápidos y efectivos, contar con recursos económicos suficientes, reducir el aburrimiento y mejorar la comunicación; así como la disminución de la motivación y del rendimiento académico con un aumento de la ansiedad y dificultades familiares, especialmente para estudiantes de escasos recursos económicos en una universidad pública.39
Conclusiones
La significación asintótica entre las dimensiones: conciencia emocional, control emocional, autonomía emocional, habilidades socioemocionales, queda demostrada su existencia de asociación, debido a la dependencia estadística entre las dimensiones de las variables estado emocional y la variable enfermedades respiratorias.