Introducción
El sobrepeso corporal (Spc) y la obesidad (Ob) se definen como la acumulación excesiva de grasa, que puede ser perjudicial para la salud. De manera práctica, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define a una persona con Spc, a aquella que presenta un Índice de Masa Corporal (IMC) ≥ a 25 kg/m2 y con Ob, cuando esta tiene un IMC ≥ a 30 kg/m2.1 Así mismo, la obesidad es una enfermedad de evolución crónica, multifactorial, incurable -en la mayor parte de los casos-, recurrente y progresiva, asociada a importantes complicaciones físicas y psicológicas, que presenta una considerable morbilidad y mortalidad.1,2,3
La obesidad fue considerada durante mucho tiempo un problema propio de los países de altos ingresos, situación que ha cambiado en las últimas décadas debido a su incremento, en el resto de los países con menores entradas económicas.2,3 Desde 1975, esta dolencia se ha triplicado en todo el mundo y en algunos países el exceso de peso excede 50 % de la población adulta, con un predominio del sexo femenino en ambas categorías.4,5,6
En 2016 la OMS informó que más de 1 900 millones (39 %) de adultos de 18 o más años tenían Spc y de ellos, más de 650 millones (13 %) presentaban Ob. Esta situación no solo ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial, sino que cada año mueren, como mínimo 2,8 millones de personas a causa del exceso de peso (Spc + Ob),1,4 lo que convierte a esta entidad clínica en un serio problema de salud.
En Cuba, el exceso de peso presenta niveles discretamente inferiores al del resto de los países de América Latina.7 Los pronósticos para el año 2020, apuntan a que seis de los países con mayor Ob en el mundo -entre la población mayor de 15 años-, serán latinoamericanos, entre ellos: Venezuela, Guatemala, Uruguay, Costa Rica, República Dominicana y México.8 En la población cubana, también se ha elevado con el transcurso de los años, y en nuestro caso, el sobrepeso global en los hombres es de 41,16 % (IC 39,2-43,1) y menor que en las mujeres 48,3 % (IC 46,6-50,0), a expensas sobre todo de una mayor prevalencia de la Ob en estas últimas. Al mismo tiempo, se ha producido un ascenso del tejido adiposo abdominal en dicha población, lo cual constituye un importante factor de riesgo independiente que ha aumentado las comorbilidades por enfermedades no transmisibles (ENT).9
El Índice de Masa Corporal (IMC) es un índice antropométrico que fue descrito en 1832 por Lambert Adolphe-Jacques Quételet. Para su obtención, se divide el peso del sujeto en kilogramos (kg) entre el cuadrado de su talla en metros (m2) [IMC= Peso (kg)/ Talla (m)2= … kg/m2]. De esta forma, se establece una relación de proporción del peso respecto a la estatura (talla), por medio de la cual es posible hacer un diagnóstico rápido del déficit o del exceso ponderal de la persona que estamos estudiando. En esto radica su importancia y lo hace tan práctico y accesible que ha sustituido a varias medidas antropométricas que evalúan el estado nutricional de las personas.10,11 Al mismo tiempo, el IMC se puede considerar una alternativa para medidas directas de la grasa corporal -pues si bien no la mide directamente-, sí existe una correlación con respecto a ellas (pesaje bajo el agua y la absorciometría dual de rayos X).12
Los indicadores de Ob -uno de ellos el IMC- son herramientas clínicas útiles en el diagnóstico y la medición -de la proporción y gravedad- de dicha enfermedad, pero es importante señalar que para que sea de provecho su uso, los facultativos deben interpretar adecuadamente sus puntos de cortes, en individuos de diferentes etnias.11 Así mismo, se recomienda utilizar el IMC con cuidado para definir la Ob en ciertas situaciones, como es el caso de:
Los niños y adolescentes: que pueden tener un IMC alto con respecto a la edad y el sexo, pero para determinar si el exceso de peso es un problema, el proveedor de atención médica necesita realizar evaluaciones adicionales. En ellos se usan percentiles del IMC específicos con respecto a la edad y sexo, pues la cantidad de grasa corporal -y su repercusión- cambia con la edad y varía entre las niñas y los niños.12,13
Los ancianos: donde existe la posibilidad de tener una Ob sarcopénica, con cifras aparentemente normales de IMC [falso negativo],13) pero con los efectos negativos, que desde el punto de vista metabólico puede tener este problema de salud.
Las personas musculosas: donde el gran desarrollo de su la musculatura (masa magra), hace posible la presencia de una “obesidad aparente” [falso positivo]). Por tanto, un deportista puede tener un IMC elevado, sin embargo, no tener un exceso de grasa corporal peligrosa o ser sobrevalorada si se aplica la clasificación clásica.14
Además, se debe tener en cuenta otros aspectos, entre los que se destaca el hecho de que el IMC no informa de la distribución de la grasa corporal. Esta relación no diferencia entre masa magra y masa grasa, y no es el indicador ideal en sujetos de baja estatura, con retención hidrosalina o gestantes.15
El comportamiento epidemiológico de la diabetes mellitus (DM), hacen de ella una enfermedad trascendental; ejemplo de esto es la cantidad de personas que la padecen, que en la actualidad se encuentra en 463 millones -solo en el grupo de 20-79 años-, es decir que 1 de cada 11 adultos la padecen. Por si esto fuera poco, 1 de cada 2 personas con DM no están diagnosticados (232 millones de personas),16 lo cual incrementaría su prevalencia de manera importante. En la III Encuesta Nacional de Factores de Riesgo y Actividades Preventivas de Enfermedades no Trasmisibles (2010-2011),9 se indica que la prevalencia de DM identificada en Cuba fue de 10 %, con predominio de los casos detectados en el área urbana en relación a la rural (11,1% vs. 6,8 %) y en el sexo femenino en relación al masculino (12,9 % vs. 7,2 %). Lo cual indica la existencia de una elevada prevalencia de esta dolencia en este país.
La prediabetes afecta a un porcentaje elevado de la población. Sin embargo, es ampliamente difundido el criterio -entre los especialistas- de que es posible retroceder de un estado prediabético a los valores normales de glucemia. Con la detección y tratamiento precoz de esta problemática y los consecuentes cambios sustantivos en el estilo de vida del paciente potencialmente diabético, se pueda prevenir la aparición de la DM tipo 2 (DM2).17
La genética, el origen étnico, la edad y el sexo, son factores etiológicos que contribuyen a la variación en la acumulación de tejido adiposo global y visceral.9) Un IMC elevado puede traer aparejado varias consecuencias metabólicas, cardiovasculares y de otro tipo, entre las que se encuentran algunos trastornos del metabolismo de la glucosa (disglucemias), las dislipidemias (DLP), el hígado graso no alcohólico, las hiperuricemias secundarias, el Síndrome de Insulinorresistencia (SIR), entre otras enfermedades de gran interés médico.11,18,19,20
La correcta aplicación de las medidas e índices antropométricos contribuiría a detectar dos elementos de interés en el tema que nos ocupa, uno de ellos el exceso de peso y el otro el posible aumento de la grasa abdominal. La evaluación de ambas situaciones nos ayudaría en la predicción de las disglucemias y nos permitiría actuar en consecuencia.
Por la jerarquía del tema que aquí se aborda -para los proveedores de salud de los tres niveles de atención-, tuvo el propósito describir la relación entre el índice de masa corporal elevado y la predicción de las disglucemias.
Métodos
Se realizó una búsqueda de literatura relevante sobre el tema en el primer trimestre de 2019. Se utilizaron como buscadores de información científica a Pubmed, SciELO y Google Académico. La estrategia de búsqueda incluyó los siguientes términos como palabras clave: “obesidad”, “sobrepeso”, “índice de masa corporal”, “exceso de peso”, “disglucemias”, “comorbilidad”. Se evaluaron artículos de revisión, de investigación y páginas Web que, en general, tenían menos de 10 años de publicados, en idioma español, portugués e inglés, y que hicieran referencia específicamente al tema de estudio a través del título. Una vez identificados los artículos de interés, se consideraron como criterios de elección para la presente revisión: 1) que examinaran la problemática la relación de la Ob y el IMC elevado, en la predicción de las disglucemias; y 2) que abordaran la temática a través de cualquier metodología de investigación (cuantitativa, cualitativa, investigación operativa, otras). Fueron excluidos los artículos que no cumplieron con estas condiciones. Esto permitió el estudio de 80 referencias bibliográficas, de las cuales 55 se citaron en el presente artículo.
Desarrollo
El adipocito es una célula multifuncional e interviene en la homeostasis sistémica a través de la producción de adipocinas. El tejido adiposo está constituido por diferentes tipos de adipocitos -no solamente el blanco y pardo- y todos ellos, se integran funcionalmente con células no grasas. Además, estas células desarrollan funciones metabólicas, endocrinas y regulatorias, tanto a nivel sistémico como local en algunos órganos.21
De forma clásica se han descrito elementos que tienen una función importante en la etiopatogenia de la Ob, a lo cual se han sumado nuevos protagonistas (fig.).22
Clasificación de la Ob según IMC propuesta por la OMS y Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO)
La clasificación del Spc y Ob propuesta por el Comité de expertos de la OMS (1995), es aplicable tanto a hombres como mujeres en edad adulta y el punto de corte del IMC propuesto para definir la obesidad es de ≥ 30 kg/m2(18 (tabla 1).
En el Consenso de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO 2007),20 el punto de corte reconocido para el diagnóstico de la Ob coincide con lo planteado por OMS.18 Sin embargo, su clasificación basada en el IMC presenta diferencias con respecto a la clasificación de esta última (tabla 2).
Una de las diferencias es que el Spc comprende dos categorías: considerando al Spc de grado II como preobesidad. Al mismo tiempo, introduce un nuevo grado de Ob (Ob grado IV u Ob extrema) para aquellos pacientes con un IMC ≥ 50 kg/m2, lo cual sirve fundamentalmente a los cirujanos bariátricos para la elección del procedimiento de cirugía bariátrica más conveniente.20
Así mismo, el interés de analizar la combinación del IMC y la Circunferencia de cintura (Cci) a la vez, en la misma persona, radica en poder predecir mejor el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades (comorbilidades mayores)20 (tabla 3).
No obstante, aunque la idea de combinar ambos parámetros es buena,20 se conoce que los valores de la Cci pueden variar de una región geográfica a otra, en relación con la genética, el sexo y la edad de las personas en estudio. Por eso, si se pretende que los valores de Cci que aparecen en la Tabla 3 sean útiles, estos deben ajustarse a puntos de cortes acordes a las características de la población en estudio.23,24
Obesidad, aumento del IMC y resistencia a la insulina
El aumento de grasa dentro en la célula adiposa causa ruptura, hipoxia y toxicidad, con daño de los organelos celulares. La Ob induce un estado inflamatorio crónico leve a moderado que se manifiesta por un aumento de los factores inflamatorios, en relación con una liberación anormal de citocinas proinflamatorias (IL1 [Interleuquina 1], IL6 [Interleuquina 6], TNF [Factor de Necrosis Tumoral] α), matriz extracelular y adipocinas, por parte de las células adiposas, ocasionando inflamación local y sistémica.
De esta forma, puede originar una alteración de la homeostasis y del equilibrio en la producción de adipocinas, lo que genera una debacle metabólica; la situación creada contribuye a incrementar la RI pre existente19,21,25,26,27,28 y arrastra al organismo a padecer de varias alteraciones metabólicas y cardiovasculares, conocidas como Síndrome metabólico (SM), o SIR, el cual se desarrolla de forma paralela al aumento IMC.21,25,29,30,31 La RI condiciona una disminución de los efectos biológicos de la hormona sobre sus células diana, secundario a lo cual aparece una hiperinsulinemia compensadora.21,25,26 La progresión y empeoramiento de esta dinámica corresponde a la evolución del estado de RI hacia el establecimiento del deterioro progresivo del control del metabolismo de los carbohidratos y/o de los lípidos.22,26,27,28
El acúmulo de tejido adiposo visceral y subcutáneo de segmentos superiores disminuye la sensibilidad periférica a la insulina y aumenta la morbilidad metabólica en mayor medida que el acúmulo subcutáneo en segmentos inferiores. Los adipocitos hipertróficos tienen una tasa lipolítica aumentada, lo cual condiciona una mayor liberación de ácidos grasos no esterificados a la circulación. El sobre flujo de ácidos grasos libres en estados de RI puede causar acumulaciones ectópicas de grasa que ocasionen lipotoxicidad de las células β pancreáticas y daño tisular, y brinda la posibilidad del desarrollo de una DM2 causada exclusivamente por la Ob, así como, el empeoramiento de la RI, además de producir un aumento de VLDL (lipoproteína de muy baja densidad) y la generación de un perfil de DLP aterogénica,11,32 la cual constituye un marcador del SIR asociado a un estado inflamatorio crónico y de disfunción endotelial,33,34 lo cual trae como consecuencia un aumento del riesgo cardio metabólico.
Los adipocitos hipertróficos secretan menor cantidad de adiponectina, una de las pocas adipoquinas con efectos antagónicos a los recientemente descritos y que en la Ob -sobre todo en la central- está disminuida. La adiponectina, mejora la sensibilidad a la insulina y de forma habitual disminuye la producción de TNF α. Esto explica la fuerte correlación negativa entre las concentraciones plasmáticas de adiponectina y el aumento del IMC ocasionado por el incremento de la masa grasa del sujeto,32 tanto de la abdominal como de la general.
Aumento del Índice de Masa Corporal y la predicción de disglucemias
Las disglucemias engloban a varias de las alteraciones del metabolismo hidrocarbonado y comprende varias etapas que pueden evolucionar desde la prediabetes (PD) hasta la de Diabetes mellitus (DM). Asimismo, el estado de PD engloba dos alteraciones particulares conocidas como: glicemia alterada de ayuna (GAA) y la intolerancia a la glucosa (ITG). Cuando coinciden en una misma persona la GAA y la ITG, entonces podemos decir que padece de una PD doble.35,36,37
La PD es un problema de salud pública que afecta de forma silente a gran parte de la población mundial y se asocia a un mayor riesgo de desarrollar DM2, y su progresión es previsible.38 Más de la mitad de los europeos mantienen una situación de GAA o de ITG hasta el término de su vida.38 El riesgo promedio de desarrollar DM2 aumenta en 0,7 % por año en las personas con niveles normales de glucosa y entre 5-10 % por año, en las que tienen GAA o ITG. Aquellos con GAA e ITG simultáneamente presentan el doble de probabilidades de desarrollar DM2, que quienes tienen solo una de las dos condiciones; aunque es posible retroceder de un estado de PD a la normalidad. Del mismo modo, se ha demostrado que durante un período de 3-5 años, alrededor de 2 % de los individuos progresan a padecer de una DM2, 25 % retornan a un estado normal de tolerancia a la glucosa y 50 % permanece en el estado de PD.38
Entre 80 y 90 % de pacientes con DM2 son obesos. La mayor prevalencia de DM ocurre con IMC mayores de 28 Kg/m2. El riesgo de desarrollar DM2 aumenta al doble en las personas con Ob la ligera; aumenta 5 veces en aquellas con una Ob moderada y en 10 en los individuos con Ob severa. Por otra parte, se ha observado que con pérdidas moderadas de peso de 5 al 10 % mejora el control de la glucemia y se reduce la hiperinsulinemia;39 lo cual reafirma el vínculo entre un IMC elevado y esta dolencia, así como de la necesidad de disminuir el peso corporal en pacientes con disglucemias y Spc.
Según el Anuario Estadístico de Salud 2018 del Ministerio de Salud Pública, señala que, en Cuba, existe una prevalencia de DM de 6,43 %, donde el sexo más representado es el femenino (7,51 % mujeres vs. 5,34 % hombres).40 Lo cual contrasta con datos ofrecidos por la III Encuesta Nacional de Factores de Riesgo y Actividades Preventivas de Enfermedades no Trasmisibles (2010-2011),9 donde se indica que la prevalencia de DM identificada fue de superior.
La prevención, la detección temprana de prediabetes y el seguimiento del paciente son fundamentales para reducir la prevalencia de DM. Para lograr esto, el Sistema de Nacional de Salud de Cuba necesita identificar y registrar cada caso de PD y diseñar intervenciones apropiadas y oportunas. Sin embargo, en la actualidad no se conoce la prevalencia nacional de PD por falta de un registro de pacientes con esta condición,41 lo cual sería de gran importancia.
El término: Síndrome metabólico (SM) surge de la combinación de una serie de factores (Ob abdominal, disglucemias, hiperinsulinemia, hipertensión y dislipidemia) que cuando se combinan en un mismo individuo, incrementan el riesgo de desarrollar DM2, enfermedad coronaria y enfermedad cerebrovascular, entre otras posibles situaciones clínicas de interés cuya base fisiopatológica es la RI. Su clasificación resulta confusa, debido a que las diferentes organizaciones que se dedican a su estudio, plantean su visión específica, de a que debemos llamarle de esa manera;42 aunque en la actualidad se discute la vigencia de dicho término.
Bondades del IMC en el manejo clínico de las disglucemias
Entre las bondades del uso del IMC se indica:10,11,43,44,45
La de ser un método sencillo, poco costoso y fácil de aplicar en los tres niveles de atención de salud pública, lo cual hace de esta proporción una herramienta de uso frecuente.
Este índice constituye una medida útil para establecer los diagnósticos rápido del estado nutricional y alerta sobre situaciones de déficit (peso insuficiente) y de exceso de peso (Spc y Ob) en una población determinada, y su resultado es el mismo para ambos géneros y para los adultos de cualquier edad.
En general, los estudios poblacionales basados en el IMC han demostrado la presencia de consecuencias metabólicas en individuos con un IMC ≥ 25 kg/m2 y de riesgo de mortalidad para un IMC ≥ 30 kg/m2.
Es recomendado para el uso clínico, por su reproducibilidad, y por su capacidad de reflejar la adiposidad en la mayoría de la población. Se correlaciona en 80 % con la cuantía del tejido adiposo.
Su incremento es directamente proporcional al riesgo de morbilidad y mortalidad.
Potencialmente, es útil para la pesquisa y diagnóstico de varias alteraciones clínicas de interés médico y actualmente constituye el índice utilizado por la mayoría de los estudios epidemiológicos.
Importancia de puntos de cortes adecuados para la detección de la obesidad y la predicción de disglucemias
El uso de medidas antropométricas -entre ellas el IMC- conlleva tomar en cuenta el empleo de “puntos de cortes apropiados” para la predicción y la detección del padecimiento que deseamos descubrir. Aunque, los puntos de corte límites de IMC establecidos para identificar el Spc y Ob están basados en información derivada de población general sobre la base del riesgo de la mortalidad, no toma en cuenta otros aspectos de interés entre los que se describe: la etnia, el sexo, el grupo etario, la distribución de la grasa corporal y el tipo de enfermedad que deseamos evaluar, entre otros aspectos.
La mayoría de los profesionales de la salud, de manera automática infieren que el uso de los valores establecidos para el diagnóstico de Spc y Ob son suficientes para la predicción de enfermedades que pueden ser consecuencia del exceso de grasa corporal, lo cual no siempre es correcto. Por tanto, dichos puntos de cortes, pudieran no ser lo suficientemente sensibles para identificar ciertas situaciones de índole clínico, como por ejemplo las disglucemias, en una población determinada.
Poblaciones como los americanos descendientes de asiáticos tienen un alto riesgo de desarrollar DM2 y a edades más tempranas, cuando se comparan con otros grupos étnicos, lo cual es atribuido a la genética y al medio ambiente donde se desarrollan estas personas. Sobre la base de estas evidencias, se plantea que el punto de corte del IMC para esta población debe de ser bajado de 25 a 23 Kg/m2 por lo que se sugiere empezar a someter a revisión a personas con un este último valor y de esa forma garantizar un incremento en la detección temprana de la DM.46,47
Hsu y otros48 comentan que importantes organizaciones dentro del campo de la salud, como U.S. Centers for Disease Control and Prevention y la ADA (Asociación Americana de Diabetes, por sus siglas en inglés) han recomendado apoyar el criterio de un menor punto de corte al establecido por OMS, para los americanos descendientes de asiáticos (IMC ≥ 23 Kg/m2). Lo que concuerda con el criterio de los autores; el objetivo sería incrementar la detección temprana de DM, lo que mejoraría el cuidado y la calidad de vida de esta población.
En un estudio realizado en Bangladesh por Rahman y otros49) dichos autores concluyeron que el punto de corte óptimo para predecir DM en esta población era de 22 Kg/m2 para hombres, y 23 Kg/m2 para mujeres. En este país la DM es más frecuente entre las mujeres y grupos de población rurales.
Mora y otros50 estimaron los puntos de corte de varias medidas antropométricas de Ob y su asociación con el SIR en 434 mujeres adultas, en Cartagena de Indias, Colombia, durante 2012. Los puntos de corte para Cci, IMC, el índice de adiposidad corporal (IAC), ICC y ICT fueron, respectivamente, 85 cm, 28 kg/m2, 39 %, 0,80 y 0,56.
La asociación de diferentes índices y medidas antropométricas con el desarrollo del llamado SM ha sido investigada en diferentes estudios, teniendo en cuenta las diferencias étnicas, la edad y el sexo se establecen diferentes puntos de corte acorde a la población estudiada. En el caso del IMC un estudio realizado por Diabetes Research Center of Ahvaz Jundishapur University of Medical Sciences, establece que el punto de corte ideal para predecir SM y sus componentes es de 26 Kg/m2 para los hombres, y de 27,5 kg/m2 para mujeres.51
Es útil comentar que los autores insisten que para predecir disglucemias en consulta, se debe usar además del IMC, otros indicadores -al menos uno- que refleje el posible incremento de la grasa abdominal con puntos de cortes validados para la población en estudio. Entre los más frecuentemente utilizados en la práctica diaria, se encuentran: la Cci, el Índice cintura/talla, el Índice cintura /cadera y el Índice de conicidad -a pesar de existir otros-, lo que es apoyado por diferentes estudios.23,24,52,53,54,55
En Cuba se utiliza con frecuencia el IMC, tanto en consulta como en trabajos de investigación sobre todo los de tipo epidemiológico. Sin embargo, en la revisión realizada, no encontramos ninguna investigación encaminada a revelar puntos de cortes para la detección de disglucemias, situación a la cual se le debe dar solución.
Algunas reflexiones sobre el tema abordado
Lo antes expuesto evidencia la fuerte interrelación entre la Ob, la RI y los diferentes trastornos metabólicos que secundariamente se van gestando, en las personas afectadas por el exceso de peso. A su vez, justifica y da valor al empleo de los diferentes métodos antropométricos -entre ellos el IMC- para el diagnóstico de Ob, así como una forma de pesquisa de diferentes padecimientos, además de poder ser utilizado en la evaluación y seguimiento de los afectados.6,10,16,17,23,24 lo que es apoyado por lo publicado por otros autores.45,46,47,48,49,50,51
A pesar que el IMC tiene sus limitaciones,12,13,14,15,16,17 los autores consideran que el uso de esta correlación en la evaluación de algunas enfermedades relacionadas con el Spc de nuestros pacientes mantiene su vigencia. Su efectividad se relacionará con el uso de un punto de corte adecuado, el cual estará influenciado por diferentes factores, que muchos investigadores no toman en cuenta. El uso clínico del IMC asociado con alguna de las medidas que evalúa la presencia de grasa abdominal nos dará una opinión más exacta del estado de salud del paciente, lo que coincide con el criterio de varios investigadores.49,50,51,52,53,54,55,56,57,58,59
Nuestros profesionales de la salud, deben tener en cuenta que, al utilizar valores de puntos de cortes derivados de muestras provenientes de otras poblaciones, corren el riesgo de introducir un sesgo importante al aplicarlos en la práctica diaria y en particular en las investigaciones.
De ahí la necesidad de contar con valores propios -ajustados a nuestra realidad-, en este caso para el IMC, al querer establecer la presencia de Ob y sus consecuencias.
A manera de conclusiones puede decirse que indicar el IMC elevado, incrementa la RI pre existente a través de diferentes mecanismos. Esto facilita el deterioro del metabolismo de los carbohidratos con la posible aparición de las disglucemias. El empleo de esta relación y de puntos de cortes validados para nuestra población, permitiría un diagnóstico rápido del exceso ponderal y la predicción de una de sus importantes consecuencias, las disglucemias.